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HORA SANTA POR NUESTROS HERMANOS PRESOS

A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

INVOCACIÓN
En los cielos y en la tierra …
Acto de fe, Esperanza y caridad

PROFESIÓN DE FE
Trinidad santa: Padre, Hijo y Espíritu Santo,
tres Personas distintas y un solo Dios verdadero;
en quien creo y espero, a quien amo
y deseo amar sobre todas las cosas.
Yo, el pecador más indigno de cuantos habitan la tierra,
creo como verdadero cristiano católico,
todo cuanto me mandan creer
y profesar la Iglesia Católica Romana,
y aunque como miserable tantas veces te he ofendido,
nunca tu santa fe he negado: pero por mis
graves culpas la veo combatida de tantos herejes;
siendo mis pecados los que la han puesto en peligro
de que se pierda en más individuos;
y así me pesa de todo corazón el haberte ofendido;
me pesa y propongo la enmienda con tu gracia
de confesarme y apartarme de todas las ocasiones
de ofenderte y espero que por los ruegos
e intercesión de la Santísima Virgen María,
Madre especial de Mercedes y misericordias,
me darás la gracia eficaz para que así lo haga. Amén.
CANTO

ORACIÓN
¡Dulcísima siempre Virgen María de la Merced!,
benigna Madre de Dios, Estrella resplandeciente del mar,
Luna hermosa sin las menguantes de la culpa, escogida
como el sol, oye Señora, nuestros ruegos: Tú que benigna
atendiste desde los cielos los tristes lamentos de los
miserables cautivos que gemían sin consuelo en la dura
opresión de los moros, rompiendo los grillos y cadenas
que aprisionaban, por medio de tu religión de redentores;
por este profundo ardor de tu caridad, por estas sagradas
entrañas en que encarnó el Hijo de Dios para nuestro
remedio, te pedimos, dulce María, rompas las cadenas de
nuestras culpas, para que libres de ellas, merezcamos
conseguir lo que pedimos en esta hora santa. Amén.

Se reza Padre Nuestro y Ave María en reverencia de lo que padeció la Virgen


cuando vio expirara su Hijo y se consumó la redención del género humano.

CANTO
Del Santo Evangelio según san Lucas: Lc 23, 33-43
Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, crucificaron allí a Jesús y
también a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús
decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Después
sortearon su ropa y se la repartieron.
El pueblo estaba allí mirando. Las autoridades, por su parte, se burlaban de
Jesús y comentaban: "¡A otros ha salvado, que se salve a sí mismo, si es el
Mesías de Dios, el elegido! También los soldados se burlaban. Se acercaban a
él para darle vinagre y decían: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti
mismo".
Habían puesto sobre su cabeza una inscripción, que decía, "Este es el rey de
los judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo" “; No
eres tú el Mesías: Pues sálvate a ti mismo ya nosotros'. Pero el otro intervino
para reprenderlo, diciendo: "Ni siquiera temes a Dios tú, ¿qué estás en el
mismo suplicio? Lo nuestro es justo, pues estamos recibiendo lo que
merecen nuestros actos. pero éste nada malo ha hecho ". Y añadió: "Señor,
acuérdate de mí cuando estés en tu reino rey". Jesús le dijo: "Te aseguro que
hoy estarás conmigo en el paraíso.

Palabra del Señor.

Meditación: Cardenal Nguyen Van Thuan; Mi única Fuerza, la Eucaristía


¿Ha podido usted celebrar la misa en la cárcel?". Esta es la pregunta que
muchos me han hecho un sinnúmero de veces. Y tienen razón: la Eucaristía
es la más hermosa oración, es la cumbre de la vida cristiana. Cuando les
respondo "sí". ya sé cuál es la pregunta siguiente: "Cómo ha podido
aprovisionarse de pan y vino?" Cuando fui arrestado tuve que salir
súbitamente, con las manos vacías. Al día siguiente me permitieron escribir y
pedir las cosas más necesarias: ropa, pasta dental... Escribí a mi destinatario:
"Por favor, mándenme un poco de vino, como medicina contra el mal del
estómago". Los fieles entendieron lo que eso significaba: me mandaron una
pequeña botella de vino para la Misa, con una etiqueta que decía "medicina
contra el mal de estómago", y las hostias las ocultaron en una antorcha que
se usa para combatir la humedad.
La policía me preguntó:
¿Tiene Usted mal de estómago?
Si.
Aquí hay un poco de medicina para usted.
Nunca podré expresar mi gran gozo: todos los días, con tres gotas de vino y
una gota de agua en la palma de la mano, celebré la misa. De todos modos,
dependía de la situación. En el barco que nos llevó al norte, celebraba la Misa
en la noche y daba la comunión a los prisioneros que me rodeaban. A veces
tuve que celebrar cuando todos iban al baño, después de la gimnasia. En el
campo de reeducación nos dividieron en grupos de 50 personas; dormíamos
en camas comunes, cada uno tenía derecho a 50 cm.

Nos las arreglamos para que estuvieran cinco católicos conmigo. A las 21:30
había que apagar la luz y todos debían dormir. Me encorvaba sobre la cama
para celebrar la Misa de memoria, y distribuía la comunión pasando la mano
debajo del mosquitero. Fabricamos bolsitas con el papel de las cajetillas de
cigarros para conservar al Santísimo Sacramento. Jesús eucarístico estuvo
siempre en la bolsa de mi camisa.
Recuerdo que escribí: "Tú crees en una sola fuerza: la Eucaristía, el Cuerpo y
la Sangre del Señor que te dará la vida". "He venido para que tengan vida y la
tengan en abundancia" (Jn 10 10). "Como el maná alimentó a los israelitas en
su viaje a la Tierra Prometida, así la Eucaristia te alimentará en tu camino de
la esperanza" (cfr. Jn 6, 50) (El camino de la esperanza, n. 983).
Cada semana tiene lugar una sesión de adoctrinamiento en la que debe
participar todo el campo. Durante la pausa de descanso, mis compañeros
católicos y yo aprovechábamos para pasar un paquetito para cada uno de los
otros cuatro grupos de prisioneros; todos sabían que Jesús estaba en medio
de ellos, Él es el que cura de todos los sufrimientos físicos y mentales.
Durante la noche los presos se turnaban en la adoración; Jesús eucarístico
ayuda inmensamente con su presencia silenciosa. Muchos cristianos
volvieron al fervor de la fe durante esos días: hasta los budistas y otros no
cristianos se convirtieron. La fuerza del amor de Jesús es irresistible. La
oscuridad de la cárcel se convierte en luz, la semilla germina bajo tierra
durante la tempestad.

CANTO

Letanía de los Encarcelados:


Dios padre, que escucha las súplicas de los encarcelados; Ten piedad de
nosotros
Dios Hijo Jesucristo, el Santo Preso; Ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, presente con los que languidecen en los calabozos; Ten
piedad de nosotros.
José, hijo de Israel, traicionado por sus hermanos y preso en Egipto; Ruega
por nosotros.
Ezequiel, profeta de Israel arrojado en la cisterna; Ruega por nosotros.
Daniel, profeta de Israel metido entre leones; Ruega por nosotros.
Elías, profeta de Israel condenado por el rey Ajab; Ruega por nosotros.
Pueblo de Israel, desterrado a Babilonia; Ruega por nosotros.
La madre y sus 7 hijos, presos, torturados y ejecutados por su fe; rueguen por
nosotros.
Santa María, Madre de Cristo Preso; Ruega por nosotros.
Sagrada Familia, desterrada a Egipto; Ruega por nosotros.
San Juan Bautista, encarcelado y ejecutado por el Rey Herodes; Ruega por
nosotros.
San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y preso en Jerusalén y Roma; Ruega por
nosotros.
San Pablo, evangelizador en cadenas; Ruega por nosotros.
Santos apóstoles; presos mártires por el evangelio; Rueguen por nosotros.
Santos mártires de Roma; Rueguen por nosotros.
Santas Perpetua y Felicitas; Rueguen por nosotros
Santos mártires y confesores de la guerra Cristera; Rueguen por nosotros.
San Maximiliano María Kolbe, preso de los nazis; Ruega por nosotros.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz, presa de los nazis; Ruega por nosotros.
Siervo de Dios Jacques Fesch, asesino, condenado a la guillotina; Ruega por
nosotros.
Todos los Santos presos anónimos, amantes de Cristo; Rueguen por nosotros.
De la desesperación, protégenos Señor.
De la violencia, protégenos Señor.
De la adicción, protégenos Señor.
De la pérdida de dignidad, protégenos Señor.
A nuestras familias, cuídalas Señor
En las virtudes, instrúyenos Señor.
Con una Fe firme, fortalécenos Señor.

Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, el único que ve los secretos de los
corazones, que reconoces al justo y puedes justificar al culpable, escucha
nuestros ruegos por tus siervos encarcelados y concede que, por su paciencia
y esperanza, hallen alivio en su aflicción y, sin ningún obstáculo, puedan
volver
pronto a su vida cotidiana. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo., que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos. Amén.
CANTO
PLEGARIA A LA VIRGEN DE LA MERCED

Dulce Madre, no nos niegues


tu amorosa protección

¡Virgen Madre de Mercedes!


que, en la celestial morada,
eres por Dios coronada
Reina de la creación;
y no desdeñas, amante,
prestar atenta al oído
al doloroso gemido
del mortal en su aflicción.

Dulce Madre, no nos niegues


tu amorosa protección

Virgen, que cuando lloraba,


en noche de eterno duelo,
el cautivo sin consuelo
dentro de lóbrega prisión.
De su suerte condolida
hasta la tierra llegaste,
y en ella la obra iniciaste
de amor y de redención.

Dulce Madre, no nos niegues


tu amorosa protección

Y creaste una familia


de albo ropaje vestida:
es tu familia querida
de amor lleno el corazón;
porque le inspiras ardiente
la fe y el más puro celo,
son ángeles que del cielo
traen noble, augusta misión.

Dulce Madre, no nos niegues


tu amorosa protección

Para nosotros, tus hijos,


que tu escapulario bello,
llevamos a nuestro cuello
como glorioso blasón.
Haz que ese emblema querido
sea escudo y fortaleza
contra la humana flaqueza
y prenda de salvación.

Dulce Madre, no nos niegues


tu amorosa protección

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