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Cahiers du monde hispanique et

luso-brésilien

El proceso de capitalización de campesinos argentinos


Eduardo P. Archetti

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Archetti Eduardo P. El proceso de capitalización de campesinos argentinos. In: Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien,
n°28, 1977. La terre et les paysans en Amérique latine. pp. 123-140;

doi : 10.3406/carav.1977.2083

http://www.persee.fr/doc/carav_0008-0152_1977_num_28_1_2083

Document généré le 31/05/2016


El proceso de capitalización

de campesinos argentinos

PAR

Eduardo P. ARCHETTI
CJLA.Cà.0. à Quito et Université d'Oslo {Norvège)

En los análisis corrientes de los tipos de estructura agraria


predominantes en América Latina se suele enfatizar el predominio de
estructuras claramente polarizadas ; una minoría de terratenientes
tradicionales y una masa de campesinos o la presencia de
terratenientes-capitalistas y trabajadores asalariados. Estos enfoques
suelen ir acompañados de hipótesis acerca de la paulatina proletariza-
ción de los campesinos tradicionales. A nadie se le escapa que los
estudios más concretos muestran que esas estructuras polarizadas
son, en realidad, estructuras mixtas caracterizadas por la
combinación de múltiples situaciones de producción y, por lo tanto, múltiples
actores sociales. En este artículo nos vamos a referir a un estudio
de caso realizado en una región de la Argentina tratando de
reflexionar sobre tres procesos; la capitalización de un sector campesino, el
efecto de esto sobre la estructura agraria en su conjunto y,
finalmente, sus consecuencias sobre la participación social, el tipo de
reivindicaciones y demandas y la organización gremial. Antes de
revisar el proceso histórico de transformación y pasaje de una situación
campesina a otra menos campesina será necesaria una presentación
muy corta de un conjunto de supuestos teóricos asociados a la
caracterización de la economía campesina.
Quisiéramos, por último, hacer una observación de orden
metodológico. Todo un conjunto de datos fueron obtenidos en un
prolongado trabajo de campo realizado en la región del norte de la provin-
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cia de Santa Fe pero localizado fundamentalmente en una


comunidad. De esta manera en nuestra exposición aparecerán yuxtapuestas
las múltiples historias ; la historia nacional, la historia regional y la
« pequeña historia * de nuestra comunidad. De este modo los ritmos
y las referencias en nuestra exposición parecerán en algunos
momentos más particularizadas porque estarán referidas a las historias
individuales y en otros un poco más generales porque tendrán como
unidad de análisis componentes del sistema global.

1. — Consideraciones generales sobre la economía campesina.

Hay bastante acuerdo entre los científicos sociales dedicados al


estudio del campesinado en definirlo a partir de las siguientes
características : la familia es a la vez unidad de producción y de consumo,
hay una combinación de producción de valores de uso y valores de
cambio, los medios de subsistencia se obtienen de la agricultura y del
cuidado de los animales, existe una cultura tradicional asociada al
modo de vida existente en comunidades rurales pequeñas y hay una
subordinación al Estado y a centros y mecanismos de poder
ubicados en los sistemas regional y nacional (Droeber, 1948; Wolf, 1966;
Shanin, 1973) 0).
Aunque una explotación familiar campesina « derive » su
existencia no solamente del medio económico sino también del orden
cultural y del sistema politico a nosotros nos interesará la economía
de las otras dimensiones.
Para Chayanov en una economía de tipo capitalista la fuerza de
trabajo puede ser definida objetivamente bajo la forma de capital
variable y su combinación con el capital constante estará
determinada por el logro de la tasa normal de ganancia existente en un
momento dado en una determinada sociedad. Pero la economía
campesina no puede ser tratada con la lógica de la economía capitalista
ya que « el trabajo de la familia es la única categoría posible de
ingreso para un campesino o un artesano, porque no existe el
fenómeno social de los salarios, estando, por este motivo, también
ausente el cálculo capitalista de ganancia » (1966 : 5).
Si imaginamos la economía capitalista en el campo, para un
productor determinado la tierra y el trabajo son factores variables que
trata de combinar con un monto fijo de capital. En el caso de la
economía campesina la fuerza de trabajo familiar es el factor estable. De

(1) Una mejor discusión sobre el problema de la definición se puede


encontrar en Arcbetti & Ass. 1976.
CAPITALIZACIÓN DE CAMPESINOS ARGENTINOS 125

acuerdo con la hipótesis de Chayanov las variaciones en la fuerza


de trabajo familiar explican los cambios en medios de producción y
en tierra. Por lo tanto la combinación entre estos factores dependerá
de ciertas necesidades de consumo familiar y productivo definidas
culturalmente. El núcleo central de su teoría pasa a estar
constituido por el balance que debe existir entre consumo y grado de auto-
explotación de la fuerza de trabajo.
De esta lógica se desprenden un conjunto de consecuencias
importantes. En primer lugar, que el componente tecnológico del proceso
productivo depende, en mayor medida, de la fuerza de trabajo
disponible y del balance que debe existir entre producción y consumo,
que del monto de capital. En segundo lugar, que las transacciones y
operaciones en el mercado están guiadas por la maximización de las
necesidades y no por la obtención de la tasa de ganancia. Finalmente,
que un conjunto de decisiones dependen del ciclo de desarrollo
familiar en tanto a mayor cantidad de miembros en condiciones de
trabajar menor será el desgaste de energia por trabajador
(suponiendo que variaciones significativas en intensidad no satisfagan
necesidades definidas como marginales).
Como por definición las explotaciones campesinas se encuentran
articuladas a sistemas nacionales o regionales de producción e
intercambio se hace necesario pensar la problemática de la viabilidad en
relación a las siguientes condiciones; la población rural debe ser
mayoritaria, el desarrollo capitalista es débil y, por lo tanto, el sector
industrial es incipiente y no está concentrado, una parte importante
del trabajo productivo rural se dedica al ciclo de subsistencia, una
gran proporción de los insumos productivos del campo se producen
artesanalmente, el desarrollo de los mercados locales y regionales
presenta características de dispersión de la oferta y de la demanda y
el crédito es escaso (Marx, 1956; Mintz, 1959; Belshaw, 1965; Thor-
ner, 1962). La maquinaria de producción campesina aparece de esta
manera asociada al estado general de la economia nacional y
encuentra su correlato con formas específicas de intercambio y
distribución de mercancías. De este modo cuando se produzcan cambios
en alguna de las variables mencionadas las posibilidades de
estabilidad de esta economía se hacen cada vez más difíciles (2).
De todo esto se desprende que para el funcionamiento económico
de este tipo peculiar de unidad económica no solo las características
de la fuerza de trabajo constituyen algo específico sino que pasa

(2) No está demás recordar que la utilidad de un concepto como el de


economía campesina solo puede tener sentido cuando se enmarca históricamente.
Esto, obviamente, no significa que algún esfuerzo analítico de un mayor grado
de abstracción no sea hecho.
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a ser central la ausencia de un proceso autosostenido de acumulación


de capital : la economía campesina es una economía familiar que
no acumula capital. Para Chayanov la explicación de este hecho
proviene de la minimización de la autoexplotación de la fuerza de
trabajo una vez que se satisfacen las necesidades culturales. Para Marx
el campesino cede parte de su trabajo excedente y, algunas veces,
hasta parte de su trabajo necesario porque no incluye su trabajo y
el de su familia como formando parte de los costos de producción
(1956 : 682). Para Wolf la ausencia de acumulación proviene de la
existencia de los fondos ceremonial y de renta (1966). El dilema
básico de la economía campesina, de todos modos, proviene de la
relación con la economía global : si un aumento de las relaciones de
intercambio está asociado a un aumento del ingreso neto y si ésle
puede ser utilizado para incorporar tecnología « barata », la
reproducción de la unidad económica dependerá menos de la reproducción
humana que de la reproducción de capital. Llega un momento en
que se puede « ahorrar » fuerza de trabajo familiar y el excedente
generado encuentra situaciones ocupacionales favorables fuera de
los límites estrechos de la explotación rural. Lo que importa retener
de estas breves consideraciones es que admitimos como posible la
combinación de explotación familiar y acamuladón de capital. Esta
situación supone efectivamente que la economía campesina no
solamente puede diferenciarse hacia abajo generando proletarios y
semiproletarios rurales sino que también puede diferenciarse hacia
arriba generando economías de tipo « farmer » (3). En este proceso
y como algo fundamental la combinación de factores productivos
pierde su « rigidez campesina ».
A un nivel de generalidad dado por el hecho de que ambos tipos de
economías utilizan un factor, de producción que no tiene valor (la
fuerza de trabajo familiar) las empresas organizadas bajo este
principio, acumulen o no capital, tienen muchos aspectos en común. Estas
características tienen efectos sobre la organización y división social
del trabajo que es importante hacer resaltar aquí; en primer lugar,
la explotación de tipo campesina o farmer se organiza de acuerdo con
divisiones más o menos rígidas en relación a la edad y sexo de sus
miembros. Esto determina el acceso a determinadas tareas y genera
chances diferenciales de socialización en el ciclo de actividades
productivas. En segundo lugar, la familia trata de autoabastecerse de
servicios y especialidades que son imprescindibles para asegurar la

(3) Es preferible el término « farmer » al tradicional de « campesino rico »


ya que aquí lo que se enfatiza es la compra de fuerza de trabajo de terceros y no
la acumulación de capital originada en el trabajo familiar.
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continuidad del proceso productivo. En tercer y último lugar, que


por tratarse de empresas que reúnen a padre e hijos, el principio de
cooperación exige que la tierra y los instrumentos de trabajo se
obtengan a través de mecanismos extraeconómicos en buena parte.
De este modo, la herencia aparece como un mecanismo típico que
asegura la continuidad productiva y, a la vez, la persistencia del
linaje (Archetti y Stolen; en prensa).

2. — Proceso histórico de capitalización de campesinos argentinos.

En este trabajo nos vamos a referir a explotaciones algodoneras


ubicadas en el Dorsal agrícola oriental al norte de la provincia de
Santa Fe. Esta subregión es relativamente elevada y con suelos
predominantemente brunizénicos de muy buena aptitud agrícola. Hay
también suelos azonales en escasa proporción. La producción
agrícola del norte santafesino se encuentra concentrada en esta región.
La vegetación original la constituía una formación de bosque alto
con abras que en la actualidad se encuentra casi totalmente
desmontado. Las aguas subterráneas son de muy buena calidad y no
existen problemas de drenaje. El promedio anual de precipitaciones es
de 1000-1200 mm y se distribuyen desigualmente con un neto
predominio de las lluvias otoñales. Los inviernos son muy cortos y no
muy fríos y los veranos son especialmente largos y calurosos.
Vamos a distinguir tres períodos diferentes de la historia agraria
de esa región en función de cambios que ocurren en las comunidades
cultivadas, en el estado de las fuerzas productivas y en el sistema
de relaciones sociales de producción. Al mismo tiempo vamos a
introducir de manera sistemática el tipo de relaciones de intercambio
y reproducción con el sistema económico global y las políticas del
Estado ya que, obviamente, no se puede explicar ningún proceso de
acumulación separando los niveles de análisis micro de los macro.
En esa dirección vamos a distinguir una primera etapa que va
desde 1872 hasta 1936-37. Al revés de lo que ocurrió en las mejores
tierras de esa provincia y del país, en el norte santafesino los
colonos extranjeros accedieron tempranamente a la propiedad de sus
parcelas. La colonización se llevó a cabo en tierras públicas que
fueron cedidas en condiciones ventajosas de pago con una sola
condición inicial que estipulaba como siembras principales las del maíz
y del diño (4). Durante este período se produce a nivel nacional una

(4) Les colonos de esta región vinieron del norte de Italia, de la región del
Friuli. En esa época como esa zona estaba incorporada a los dominios del
Imperio austro-húngaro en los censos argentinos aparecerán como austríacos.
128 C. DE CARAVELLE

vertiginosa expansión de los cereales, la expansión del ganado ovino


y su crisis posterior para 1890 y, como consecuencia de esto, el
crecimiento acelerado de la ganadería bovina junto con los campos
alfalfados. Desde el comienzo de la colonización hasta la finalización
de esta primera etapa los cultivos de los colonos serán lino, maíz y
maní con rendimientos por ha. en los dos primeros
considerablemente más bajos que los que se obtenían en las mejores tierras de la
pampa húmeda. La práctica más común de esta época era sembrar
primero maíz, luego lino y, terminando el ciclo, maní. Por tratarse el maní
de una planta leguminosa sus efectos sobre las propiedades físicas y
químicas del suelo eran altamente ventajosas. Con relación a este
aspecto ecológico habría que enfatizar que durante todo el período
los animales de tiro, bueyes fundamentalmente, van a garantizar
cierta política restauradora del equilibrio ecológico ya que una
gran parte del campo, casi una tercera parte, se reservaba para el
pastoreo de los animales. Estos campos entraban en rotación con
las parcelas dedicadas al cultivo cada cinco o seis años. En lo
referente a los aspectos tecnológicos vinculados a la maquinaria agrícola
se producirán dos grandes cambios : el pasaje del arado y
posteriormente, en la década del veinte, la incorporación del arado de
asiento con dos rejas. Esto permitió un aumento de la productividad
del trabajo ya que se podía arar en jornada y media con este último
arado unas 1,8 has mientras que con el arado de mancera solamente
0,8 has. Este cambio estuvo acompañado de un aumento del número
de bueyes de tarea necesario y, por lo tanto, no se produjo ninguna
expansión del área sembrada.
En esta etapa el trabajo familiar era el determinante de todo el
proceso productivo y en los ciclos asociados a cada uno de los
cultivos. Las parcelas entregadas variaban en su tamaño pero
predominaban las de 36 y 72 has. Si calculamos que un tercio de la tierra
estaba ocupado por los bueyes, de acuerdo con nuestros cálculos la
cantidad de fuerza de trabajo para la producción de valores de
cambio variaba de tres a seis personas en este tipo de explotaciones con
algunos picos de utilización plena y otros de subutilización. Como,
además, los colonos combinan la producción de valores de cambio
con la producción de valores de uso, terreno exclusivo de trabajo de
las mujeres, la cantidad de personas que trabajan exclusivamente en
la explotación aumentaba en por lo menos dos miembros más. En
esta época el tamaño de los grupos domésticos estaba cercano a los
ocho miembros y no era del todo excepcional que predominaran las
familias extensas sobre las familias simples.
Desde el punto de vista económico todo este período, con algunas
crisis coyunturales, es de buenos precios para los principales culti-
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vos de la zona. Los campesinos pueden efectivamente reproducirse


sin que haya un proceso de acumulación de capital. Las razones
eran varias : el crédito era escaso y estaba controlado por los
comerciantes con tasas de interés muy altas, la comercialización se hacía
privadamente con precios fijados, en algunos casos, mucho antes de
la cosecha y los rendimientos decrecientes a medida que se
avanzaba del sur al norte impedían que la renta diferencial operara como
un mecanismo de distribución favorable del excedente agrario
producido. La crisis de precios de 1929 y 1930 afectará sensiblemente a
estos productores y, por lo tanto, la agricultura cerealera tradicional
como principal estrategia económica quedó confinada a los
departamentos del sur de la provincia que eran los de mayores
rendimientos y los que, corrían menos, riesgos ya que las caídas de precios les
permitirían, por lo menos, realizar el valor. En ese momento los
colonos se af erran, de algún modo, a la producción de maní; cultivo
de comercialización mucho más lenta y problemática por la
ausencia de una demanda industrial de tipo expansiva. En 1934 el
panorama económico se complica por las pérdidas de las cosechas de maíz
y lino.
Durante este período, y a modo resumen, los campesinos del norte
santafesino habían conocido altibajos, momentos de auge
económico y momentos de intensas depresiones, desde la iniciación del
proceso de colonización. Inmersos desde un comienzo en relaciones
estrechas con el mercado, condición para la recepción de tierras,
sometidos a las variaciones bruscas de precios, a la ausencia de
crédito estatal, a la voracidad de los comerciantes y de los acopiadores
privados, los colonos trabajaban, realizaban inversiones pero sin
estar seguros de los que les esperaba al finalizar cada cosecha. La
integración estrecha de la Argentina al mercado mundial y los vaivenes
de éste se reflejaban con mayor intensidad en las zonas ecológicas
marginales que no se beneficiaban de los mecanismos de la renta
diferencial. La estrategia de los productores fue básicamente
campesina ya que en todo ese período no se reaccionaba automáticamente
a cada reducción de precios con una reducción de la producción. No
hay que olvidar que años records de cosechas fueron precisamente
1931 y 1932. Pese a la importancia que tenía la combinación de
producción de valores de uso y valores de cambio esa conducta
económica refleja la imposibilidad de volver a la producción de
subsistencia y reducir los contactos y, por lo tanto, las constricciones del
mercado. El proceso de capitalización que, lenta y penosamente,
había comenzado a perfilarse a partir del ciclo expansivo que
comenzara en 1914 había llegado a su fin. De esta crisis, como decían los
viejos colonos, « salimos con una mano adelante y otra atrás ».
130 C. DE CAHAVBLLE

Había que comenzar de nuevo con lo mismo o, quizás, tentar suerte


en nuevos cultivos.
La segunda etapa comienza en 1936 con la introducción del cultivo
de algodón en la zona. El estado nacional, a través del Ministerio de
Agricultura, había lanzado un programa de expansión del cultivo
algodonero en las regiones subtropicales del país. En el esquema
agro-exportador de aquél momento el algodón fue pensado como un
cultivo de exportación no tradicional más que como un producto
vinculado al crecimiento de la industria textil interna. Esto
efectivamente ocurrió pues se exportó el 70 % de la producción hasta 1936-
38 pero ya para 1940 el consumo interno superaba a las ventas a los
mercados del exterior. La segunda guerra mundial crea una nueva
situación económica con la consiguiente expansión de la industria
textil nacional. Los husos para hilar pasan de 52.000 en 1930 a cerca
de un millón en 1955 y el consumo anual de kgs. de fibra por
habitante de 0,45 a 5,6. Para finales de esta etapa que va hasta 1958 todo
el algodón producido en el país se consumía.
Durante este período el algodón tuvo precios muy buenos en
relación a los de los cultivos tradicionales argentinos. Si tomamos una
serie con base 100 en 1938 en 1947 el algodón estaba en 329, el trigo
en 177 y el maíz en 208. En esta política de precios el Estado
argentino intervino activamente creando la Dirección Nacional del
Algodón que se encargaba, simplemente, de intervenir directamente en el
mercado cuando se producían, o había indicios de que eso ibo a
ocurrir, bajas de precios. La política era muy simple y, a la vez,
tremendamente efectiva : se fijaban precios mínimos, se compraba cuando
había excedente y cuando había problemas con la producción
algodonera se liberaban los precios. Al mismo tiempo que la Dirección de
Algodón intervenía activamente en la comercialización jugó un
importante rol en la introducción de nuevas variedades de semilla,
de nuevas técnicas de cultivo y de nuevos métodos para combatir las
plagas (5).
Al mismo tiempo y en las zonas cercanas al Dorsal agrícola santa-
fesino de producción forestal se produjo un paulatino descenso de la
actividad taninera y forestal. Los efectos más notables de esta brusca
contracción industrial regional fueron la de liberar una gran
cantidad de fuerza de trabajo. El efecto sobre el algodón es directo ya
que de 14.000 has que se siembran en el área en 1948 se pasa a 28.000
al año siguiente y para 1958 se llega a las 40.000. Los colonos santa-
fesinos comenzaron a sembrar algodón a partir de 1936. Al comien-

(5) Para una exposición más detallada ver el excelente trabajo de Slutzky,
1974.
CAPITALIZACIÓN DE CAMPESINOS ARGENTINOS 131

zo en pequeñas cantidades que fueron, paulatinamente, subiendo


hasta convertirse en el cultivo principal. Este cultivo va a provocar
modificaciones en el sistema de relaciones sociales de producción. De
acuerdo con nuestros cálculos, tomando en cuenta desde factores
ecológicos hasta la productividad promedio de un trabajador adulto,
durante la cosecha una persona puede levantar entre dos y tres has.
Si mantenemos nuestros cálculos anteriores una explotación familiar
típica podía cosechar, sin inconvenientes mayores, entre 12 y 15 has.
Por la abundancia de fuerza de trabajo liberada de la zona forestal
los colonos comienzan, tempranamente, a usar para esas tareas la
fuerza de trabajo de asalariados a destajo. Aunque estos siguen
garantizando el resto de las tareas del ciclo productivo, como existe
una real asincronía entre la fuerza de trabajó necesaria para la
primera parte de las tareas culturales y la cosecha el colono ya no
depende de la limitación que proviene de la reproducción de la fuerza
de trabajo familiar. Las condiciones estaban creadas para la rápida
expansión de este cultivo y el desplazamiento de los tradicionales. El
maní desaparece en 1953 y las cantidades de lino y maíz permanecen
insignificantes.
Para tener una idea más precisa del impacto del algodón sobre
la economía de los campesinos veamos algunos costos obtenidos en
1946 y 1948. En el primer año, si tomamos lino, maíz, maní, girasol y
algodón, y efectuando cálculos capitalistas, solo el algodón permitía
la obtención de excedentes monetarios; por cada 100 kgs. 18 pesos.
En 1948 por cada 100 kgs. de lino se perdían casi 10 pesos, en el
maíz la pérdida era de casi 9 pesos y 11 en el maní, y solo se ganaba
con el algodón; 34 pesos. (Unión Agrícola de Avellaneda; 1946 y
1948). Ya para 1935-36 la Junta Nacional del Algodón estimaba que
la ganancia por ha. era de 35 pesos y para 1940 de 60 pesos (Slutzky,
1974; 59). Desde el punto de vista de la acumulación de excedentes
monetarios es importante señalar que no solamente estaban los
fenómenos que hemos señalado sino que había mecanismos
adicionales muy importantes. Por un lado las tierras del norte de Santa
Fe son considerablemente mejores a las tierras algodoneras del
Chaco. Formosa y, por lo tanto, el promedio de producción por ha. es
superior en casi 200 kgs. En una situación de expansión de la
demanda los precios se fijan por las tierras peores o sea que los
mecanismos de transferencia de ingresos a través de la renta diferencial
funcionaban claramente. A esto hay que agregar otro
mecanismo de este tipo importante para el algodón; la calidad de la fibra.
El algodón santafesino recibía un sobreprecio considerable pues la-
fibra es más larga y de mejor calidad que la fibra promedio
producida en las zonas de secano del país.
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El ciclo anterior de años buenos y malos se cerraba,


aparentemente para siempre. Desde el punto de vista de la transformación de
los excedentes y de acuerdo con los datos recogidos a nivel de la
comunidad estudiada la compra de tierra fue la estrategia elegida :
hasta 1955 los colonos solo pudieron comprar 180 has en total y desde
esa época hasta 1965, 1218 has. (6). La política del Estado durante
todo el período peronista fue bastante favorable a los intereses de
estos grupos sociales ya que paralelo a este proceso señalado en la
pampa húmeda como efecto del congelamiento de los arrendamientos
y la ampliación del crédito hipotecario se produjo una efectiva
transferencia de tierras hacia los colonos arrendatarios. En este período la
actual estructura agraria argentina sufrió los cambios principales.
El tercer período va a estar signado principalmente por dos
fenómenos : la introducción de toda una serie de mejoras tecnológicas,
desde mecánicas hasta químicas, y las bruscas oscilaciones de
precios del algodón. La tractorización había comenzado con un gran
impulso en la época peronista pero a partir de 1956-58 va a tener
un profundo impacto en la estructura productiva del norte santa-
fesino. Desde 1952 a 1960 la mitad de los bueyes van a sacrificio hasta
su desaparición a finales de la década siguiente. El número de
tractores patentados en las diferentes comunas se triplicará entre 1956 y
1963. La tractorización va a tener consecuencias positivas,
fundamentalmente sobre la productividad del trabajo, y negativas,
desaparición de las tierras de pastoreo que, de algún modo aun en la
segunda época, entraban en rotación con las tierras cultivadas. Si
tomamos el primer aspecto, como dijimos anteriormente con un
arado de asiento de dos rejas se araban 1,7 has. y con un tractor de
66 hp. con arado de cuatro rejas de 14 pulgadas, en el mismo lapso de
tiempo, se pueden llegar a arar unas 2,5 has. Como es de esperar la
incorporación de más tierra permitió un aumento de las has para
cultivo aunque la expansión no va a estar solamente vinculada al
algodón sino a la incorporación del girasol como segundo cultivo.
La política agraria del Estado argentino a partir de 1956 cambiará
radicalmente y estará orientada, dependiendo de las coyunturas y
de las relaciones de fuerza, a la combinación de cierta política de
precios agrícola-ganaderos con determinadas políticas crediticias e
impositivas. En algunos momentos los precios serán altos y en otros
bajos sin que se observen cambios fundamentales en las otras dimen-

(6) Si para cada periodo relacionamos la tierra comprada con el total de


tierras tenemos las siguientes proporciones; la tierra comprada en el primer
período constituía solo el 2,5 % en el segundo el 25 % en el tercero el 27 %.
Si acumulamos para todos los años la tierra comprada y la tierra en herencia
tenemos los siguientes porcentages : 48 y 52. Esto nos indica claramente que la
tierra circula efectivamente como mercancía.
CAPITALIZACIÓN DE CAMPESINOS ARGENTINOS 133

siones; crédito con intereses bajos y muchas facilidades y ausencia de


impuestos significativos sobre la ganancia o la renta. Los precios,
al mismo tiempo, indican un conjunto de fenómenos muy
complejos que trataremos de ejemplificar con el caso del algodón. A partir
de la década del sesenta el consumo de fibra de algodón por capita
desciende paulatinamente de 5,57 kgs. para el quinquenio anterior
a 4,59 y posteriromente 4,34. Esto se debió, fundamentalmente, a dos
fenómenos; la introducción de fibras sintéticas y la caída del
salario real. Esto ocurre con la desaparición de las políticas
proteccionistas del algodón implantadas durante el gobierno peronista. Si
ahora miramos lo que ocurre en el sector industrial nos encontramos
con un claro proceso de concentración en la industria textil, en donde
las fábricas de más de 20 000 husos, que constituyen solo el 25 %
de la rama controlan el 56 % del total de husos. Lo mismo y en
mayor medida va a ocurrir con las tejedurías en donde solo el 2,5 %
de las fábricas consume el 64,5 % del total de hilados producidos. De
esta manera el sector industrial aumenta su capacidad de negociar en
condiciones ventajosas los precios internos y la importación de
algodón extranjero cuando se produce menos localmente.
Durante la década de 1960 se produce una caída rápida de los
precios reales del algodón con algunos años de aguda crisis en donde
también caen los precios nominales, especialmente los años 1961,
1966 y 1970. La caída de precios, sin embargo, no va acompañada de
una caída del nivel de salarios pagados a los cosecheros lo que,
evidentemente, tiende a agravar la situación de los colonos santafesinos.
Pero, si este era el panorama, cómo explicar, por ejemplo, que este
periodo vea nacer la tractorización y la modernización mecánica de
las explotaciones, la incorporación masiva de fungicidas y herbicidas,
la introducción de mejoras genéticas en el algodón y la paulatina
compra de más tierras (en la última década los colonos de nuestra
comunidad compran mucho más tierra que en los ochenta años
anteriores).
Es común sostener que en América Latina los campesinos son
funcionales para el proceso de acumulación porque permiten la
transferencia de excedentes considerables al sector capitalista de la
sociedad. En la Argentina las crisis económicas de este tipo afectan,
fundamentalmente, a los sectores más campesinos, que, bajo esas
condiciones, no pueden realizar el valor de sus mercancías. La
acumulación de capital en el sector agrario argentino se hace, en muchas
zonas, no a costas del mantenimiento del productor familiar no
capitalizado sino precisamente sobre su desaparición. Por todo
ello el problema de la realisación del valor no puede ir
separado de dos problemas cruciales, por un lado el tiempo
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de trabajo, socialmente necesario en cada una de las ramas


o sectores que se considera y por el otro el modo cómo la
oferta y la demanda determinan, a cierto nivel, la reproducción de
determinado tipo de productores. Veamos este caso más de cerca.
Anteriormente mostramos cómo existían mecanismos de renta
diferencial que favorecían a los colonos santafesinos en relación a otros
productores algodoneros. En la etapa de expansión del cultivo había
lugar para las explotaciones con menor composición orgánica y en
peores zonas ecológicas. La crisis va a demostrar que las
explotaciones más pequeñas y las de menor productividad no pueden
reproducirse. Para tener una idea de la crisis solo diremos que la siembra,
baja de 700.000 has en 1959 a solo 390.000 en 1970 con oscilaciones
bruscas (la producción máxima en 1961 de 655.000 has y la mánima
en 1969 con 307.000 has). Durante el período 1960-1965 en la
provincia del Chaco, productora del 70 % del algodón del país,
desaparecen más de 4000 explotaciones de menos de 100 has. En la misma
época en el norte de Santa Fe nada de esto ocurre sino que, por el
contrario, se consolidan las tendencias a la acumulación de capital
que observamos en la etapa anterior. El problema de la
transferencia de excedentes sigue latente y obviamente no puede reducirse
al problema de los precios sino que se debe apelar a los niveles de
racionalidad objetiva existentes entre los distintos tipos de
productores. Tanto las explotaciones familiares capitalizadas como las no
capitalizadas no contabilizan toda una serie de rubros, desde el
trabajo familiar hasta las tasas normales de amortización, como
formando parte de los costos pero la lógica de la reproducción es
diferente. Los campesinos italianos convertidos en farmers en un largo
proceso de desarrollo capitalista global de la Argentina enfrentan
al mercado no solo como poseedores de fuerza de trabajo sino
fundamentalmente como poseedores de capital. La funcionalidad de este
tipo de explotación que conserva características familiares como
apuntamos en la sección anterior para la acumulación de capital
global va de suyo. Lo que el caso de estos productores argentinos
demuestra es que ni la hipótesis tradicional de la proletarización ni la
de la funcionalidad permanente del campesinado pueden sostenerse
sin que otras situaciones se tomen en cuenta.

3. — Caracterización de la estructura agraria argentina.

Lo que hemos tratado de demostrar hasta ahora es que en los


colonos santafesinos se dio un pasaje de la situación campesina en
relación directa con la tierra, sin mediación del capital, al campesino
CAPITALIZACIÔN DE CAMPESINOS ARGENTINOS 135

que participa activamente del proceso productive) pero con la nece-


saria mediaciôn del capital (7). Pensar que ambas formas de organi-
zaciôn de la producciôn pueden corresponder a un tipo ideal de
« explotaciôn familiar » significa, en la prâtica, negar la penetraciôn
del capitalismo y rechazar el estudio de las formas histôricas concre-
tas en que este proceso se desarrollô. En el anâlisis marxista las cate-
gorias générales existen y son necesarias porque nos evitan las repe-
ticiones pero en el proceso de conocimiento solo pueden ser utiles y
eficaces si nos posibilitan comprender una realidad histôrica determi-
nada. Veamos, por lo tanto, las consecuencias de este tipo de enfoque
para la caracterizaciôn de la estructura agraria argentina.
Lo que nosotros hemos dicho de los colonos algodoneros creemos
que es vâlido para otros productores f amiliares argentinos ; los de los
cultivos tropicales del noreste, los productores de céréales y de cer-
dos en la pampa hûmeda, los productores avicolas de Entre Rios y
los productores de lèche de las cuencas lécheras de Côrdoba y Santa
Fé, solo para mencionar algunos casos tipicos del agro argentine En
el cuadro que incluimos a continuaciôn se ve claramente que algunos
de los paises de America Latina incluidos se caracterizan precisamen-
te por el predominio de las formas minifundio (sub-f amiliares) -
latifundio. En la Argentina, por el contrario, las explotaciones de tipo
familiar controlan mayor tierra, emplean mayor cantidad de fuerza
de trabajo y producen mâs que sus similares en el continente. El
complejo minifundio-latifundio, como muchas veces se ha enfatizado
correctamente, a través del proceso constante de « descampesiniza-
ciôn » excluye una soluciôn campesina tipica al problema de la
reproducciôn.
En este proceso de inserciôn de las explotaciones familiares en un
contexto de producciôn y reproducciôn capitalista la tierra como la
fuerza de trabajo doméstica dejan de ser los elementos cruciales.
En el norte de Santa Fé las familias con ocho a doce hijos han dado
lugar a familias de cinco o seis y en la actualidad es muy comûn
encontrar familias de très o cuatro e incluso dos hijos. Como ha sido
observado para el caso de los campesïnos europeos en este proceso
el jefe de familia necesita proveerse a si mismo y a su familia con
un monte de capital constante en maquinaria, instalaciones y herra-
mientas que se aproxima y, algunas veces, excède las relaciones exis-
tentes en la industria. (Franklin, 1969 : 218). En esta situaciôn la
posibilidad de apropiarse del trabajo excedente dependerâ de la cora-
posiciôn orgânica de capital; para el productor familiar argentino

(7) Este problema ha sido planteado con toda claridad por Murmis, 1974,
En esta seçciôn seguiré sus principales ideas,
136 G. DE CARAVELLE

GUADRO 1
Relaciones para algunos paises de America Latina entre el total de
tierra para agricultura, la cantidad de fuerza de trabajo y el valor de la
production agricola de acuerdo con el tipo de explotaciên (%).

% DEL TOTAL PARA CADA PAÎS

Tierra para Fuerza de Valor de


la produc-
agricultura trabajo cién

Argentina (1960)
Sub-familiares 3 30 12
Familiares 46 49 47
Multi-familiares medianas. 15 15 26
Multi-familiares grandes . . 36 6 15
100 100 100
Brasil (1950)
Sub-familiares 02 11 3
Familiares 6 26 18
Multi-familiares medianas. 34 42 43
Multi-familiares grandes . . 60 21 36
100 100 100
Chile (1955)
Sub-familiares 02 13 4
Familiares 8 28 16
Multi-familiares medianas. 13 21 23
Multi-familiares grandes . . 79 38 57
100 100 100
Guatemala (1950)
Sub-familiares 15 68 30
Familiares 13 13 13
Multi-familiares medianas. 32 12 36
Multi-familiares grandes . . 40 7 21
100 100 100

(1) Tornado de Barraclough et Demike, 1970; 58-59.


(2) Menos del 1 %.

cuando su composiciôn orgânica de capital es baja una parte de su


trabajo excedente se le escapa y en ese proceso peligran las condicio-
nes mismas de su reproducciôn.
Si volvemos al nivel de nuestros actores es fâcil ver que la acumu-
laciôn de capital pasa a ser una necesidad social, lo quiera o no el
colono individual, sea o no un proceso conciente. En este cambio no
CAPITALIZACIÔN DE CAMPES1N0S ARGENTINOS 137

es necesario que el colono se oriente por la tasa de ganancia prome-


dio existente en la sociedad, ni es necesario que practique la amorti-
zaciôn de sus inversiones, ni que régule de manera muy précisa la
relaciôn entre tamano de la parcela, fuerza de trabajo y tecnologia
disponibles a los efectos de minimizar la subutilizaciôn de factores.
Que todo esto no sea conciente ni una prâctica habituai elaborada
se explica por la légica mâs profunda de las caracteristicas domésti-
cas. Lo que esto, a la vez, no explica es que eso debe ocurrir de
algûn modo para que la reproducciôn esté garantizada. Esto nos
introduce, de alguna manera, en la dificil relaciôn entre conciencia
del actor y mecanismos del sistema, o, dicho de otra manera, la
manera cômo los actores tratan de controlar y manipular ciertos
aspectos del sistema a través de formas de participaciôn y organiza-
ciôn gremial.

4. — Efectos sobre la participaciôn y organizaciôn gremial.

Por la caracterizaciôn que hemos efectuado hasta ahora surge cla-


ramente que existen lineas de conflicto que no necesariamente se
desprenden del proceso productivo sino que tienen que ver con las
formas de circulaciôn, intercambio y reproducciôn y las relaciones
entre los diferentes actores sociales présentes en cada una de las
esferas y el Estado. En la Argentina durante los dos ûltimos periodos
que hemos considerado se dio un crecimiento vertiginoso de las coo-
perativas agropecuarias, en algûn caso vinculadas a movimientos de
orden gremial, a la Federaciôn Agraria Argentina bâsicamente, y en
otros funcionando de hecho corao « gremios » (8). Si pensamos en la
zona a la que nos hemos ref erido a lo largo de este articulo podemos
senalar que las cooperativas fueron la primera arma de defensa de
los productores contra los acopiadores y el sector industrial (9). Des-
conocer este aspecto esencial del cooperativismo en la Argentina no
permitiria comprender la politizacion del movimiento cooperativo en
algunas provincias del pais como consecuencia de problemas asocia-
dos a las crisis agrarias, sistemas de comercializaciôn, politica credi-
ticia del Estado, politica de precios, etc.

(8) Sobre estos procesos son importantes, aunque indirectos, los libros de
Garcia Serrano, 1966 y Sierra, 1973.
(9) Podriamos ir màs lejos y decir que el proceso de acumulaciôn de capital
<J«» los camp»"'!"»» argentin©»! no podria explicarse sin tomar en cuenta este fenô-
meno. Los excedentes que se transferian a través de la comercializaciôn pudie-
ron permanecer bajo el control de los productores directos.
138 C. DE CARAVELLE

Si nosotros imaginamos las reinvidicaciones de estos productores


a partir de la creación de las Ligas Agrarias en los últimos años no
resultará difícil encontrar todas las dimensiones de las que hemos
hablado hasta ahora. En esa dirección solamente quisiera señalar dos
aspectos diferentes pero entrelazados de la participación gremial de
los productores argentinos; mecanismos de integración y
negociación económica, garantizados por las cooperativas, y mecanismos
generadores de demandas y definiciones de políticas agropecuarias,
desarrollados a través de la Federación Agraria Argentina, con base
en la pampa húmeda y fundado tempranamente en 1914, y las Ligas
Agrarias, con base en el noreste argentino y establecidas a partir
de 1969 <10). Estos dos órdenes institucionales, de algún modo, se
reforzaron de modo más o menos permanente y toda ruptura puso
en peligro los mecanismos de participación estrictamente gremiales.
Toda radicalización política que ponga en cuestión los procesos de
integración condicionada al sistema económico se haría en desmedro
de la relación cooperativas-organizaciones gremiales y a favor de la
relación partido político-organizaciones gremiales. Esto supondría,
en otro momento del análisis, que a nivel de las cooperativas los
aspectos de la diferenciación social y económica pueden borrarse y de
hecho asi suele ocurrir ocasionando toda una serie de problemas
cuando la organización gremial trata de ser precisa, e lo más precisa,
en este sentido. No es del todo excepcional que en las cooperativas
argentinas los grandes productores terratenientes y capitalistas estén
presente comercializando una gran parte de su producción. El
énfasis en el otro tipo de relación, por otro lado, significaría asumir que
todo clivaje económico y social debe reflejarse a nivel político,
proceso que cuando ocurre requiere todo un macro tiempo histórico y
que, por lo general, entra en contradicción con el microtiempo, el
inmediatismo, de las organizaciones gremiales típicas. Para terminar
quisiéramos señalar que estos actores sociales y su predominio en
un vasto sector de la estructura agraria argentina no solo posibilita
que las contradicciones no pasen por la tierra sino que,
esencialmente, el actor e interlocutor privilegiado sea el Estado ya que de
éste se espera que actúe contra los intermediarios inescrupulosos,
contra el gran capital industrial y contra el imperialismo.

(10) Para la Federación Agraria Argentina ver Grela, 1958, Garcia Serrano,
1966 y Deicidue, 1969. Para una visión de conjunto de las Ligas Agrarias
ver Ferrara, 1974. Para un estudio de casos y una reflexión general
sobre el sentido de este movimiento ver Arcbetti & Stolen, 1974, 1975 ; Archetti,
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140 C. DE CARAVELLE

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