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ENTRANDO EN MATERIA
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Durante la segunda mitad del siglo XX, México se caracterizó por la pre-
sencia de una serie de movilizaciones sociales de numerosos actores cuyas
luchas no sólo se orientaron a derrumbar el autoritarismo prevaleciente
para democratizar la sociedad y la política sino también, y sobre todo, por el
reconocimiento de sus identidades como sujetos con diferencias, pero con
igual derecho a ser tomados en cuenta.
La movilización de las feministas, cuyos renovados discursos y prácticas
se generalizaron primero en un amplio espectro de la población de muje-
res y posteriormente entre sectores sociales muy diversos, encontró en ellos
respuestas a los conflictos que enfrentan en una sociedad moderna que tam-
bién los discrimina, contribuyó a destrabar un sistema de dominación que
mostraba sus límites y a ofrecer soluciones y nuevos códigos a los dilemas de
la democracia en la vida pública y privada, en la casa y en el país.
Ello fue posible porque desde los años setenta hasta comienzos del siglo
XXI las feministas y diversos sectores de mujeres, no sin desencuentros entre
ellas, compartieron un proyecto para nombrar, comprender y superar las
distintas expresiones de una opresión común debida a su condición sexual.
Así, pese a sus diferencias de clase, etnia, generación, opción sexual o por
adherirse a distintas posturas ideológicas, religiosas o partidarias lograron
establecer demandas comunes y generalizar un discurso cuyos sentidos y
significados poco a poco se hacen comprensibles al resto de los actores so-
ciales y políticos.
Ese discurso contribuyó a la ampliación de un sujeto colectivo visible
a lo largo y ancho de país con fuertes redes internacionales y formado por
grupos, organizaciones, programas de estudio y otras figuras organizativas
cuya capacidad de producción cultural derivó en soluciones prácticas a los
diversos problemas derivados de las reglas de la sexualidad y el parentesco,
reglas que fijan las relaciones entre los seres humanos y subordinan a las
mujeres. El discurso feminista logra demostrar que si bien hay diferencias
sexuales que son irreductibles porque se inscriben en la naturaleza y la bio-
logía, ello no justifica la injusticia contenida en la cultura y la sociedad, que
traduce esa diferencia en desigualdad social y discriminación. Se desarrolla
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6 Destacan en esta tarea Amalia García (PRD), Beatriz Paredes, María Elena Chapa (PRI)
y Cecilia Romero (PAN). Entre las feministas que participaron en esta etapa es importante
destacar a Graciela Hierro (q.e.p.d.), que apuesta desde un comienzo a la formación de
una instancia dedicada a la mujer. También es importante señalar a Milenio Feminista, una
instancia de interlocución con el Estado basada en una red de las organizaciones sociales
de todo el país tanto para preparar la agenda de Beijing como para incidir en su puesta en
marcha. Recordemos a Cecilia Loría (q.e.p.d.), quien jugó un papel fundamental en Milenio
Feminista y en la construcción de un espacio de diálogo con el Estado. Durante esos meses
también se da inicio a la conformación de Diversa, agrupación político-feminista que aspi-
raba a crear un partido.
7 En términos muy sintéticos el affidamento refiere al diálogo y la confianza entre mujeres
por compartir una condición común. Para mayor información sobre este concepto, que
refiere a una estrategia para alcanzar el acuerdo entre mujeres, ver: Non Credere di Avere dei
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Diritti, del colectivo Libreria delle Donne di Milano del año 1987. Traducción para RIMA y
Safo Piensa de Gabriela Adelstein, Buenos Aires, 2004.
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en sus declaraciones durante la reunión de Beijing, señalaron que sólo habría ayuda inter-
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antes de 2000 era aceptado sólo por los partidos laicos, después de esta reu-
nión es introducido, aunque con una serie de modificaciones, en la sección
femenina del PAN, que hasta esa fecha lo había rechazado.
Así, este partido utilizó una idea de género en algunos documentos
y en su plataforma electoral para las elecciones de 2000, después de un
trabajo realizado por algunas de sus militantes, que lo reelaboraron alre-
dedor del valor de la igualdad entre los sexos para adaptarlo a una ideolo-
gía que lo naturaliza al definir a la mujer como reproductora biológica y
social e idealizar a la familia tradicional (Hidalgo, 2000: cap. 5 y 6). Pese
a que el PAN renovó su discurso y favoreció decisiones para el adelanto de
las mujeres con fin de modernizarse y legitimar su postura democrática,
su doctrina y sus prácticas siguieron impregnados con valores religiosos
debido a los vínculos históricos de ese partido con la iglesia católica y con
sectores conservadores de la sociedad mexicana (Tarrés, 1987 y 2006).
Por ello, desde esos años el control que se ejerce a nivel nacional y en
algunos estados sobre las instancias dedicadas a promover las políticas
con perspectiva de género no sólo provoca resquemores entre sus mismos
correligionarios, sino también con las feministas y el movimiento de mu-
jeres. Los primeros alegan una renuncia a los principios partidarios; las
segundas, una traición a la diversidad de demandas presentes en el femi-
nismo tales como la maternidad voluntaria y la legalización del aborto, la
libre opción sexual y su reconocimiento legal o simplemente la liberación
de la mujer.
La tarea de conducir la creación y el funcionamiento de una nueva ins-
titucionalidad para integrar en términos positivos a la mujer en la ciudada-
nía y en el proceso de desarrollo enfrentó, desde sus inicios, obstáculos de
distinto orden. Éstos no sólo se originaron en factores macrosociales que
discriminan o excluyen a la mujer, sino también de dimensiones derivadas
de diferencias políticas, de clase, étnicas, religiosas y de distintas visiones
sobre el significado de la perspectiva de género entre las actrices y actores
involucrados en el proceso de institucionalización, los cuales se evidencia-
ron cuando se trató de priorizar los temas en la agenda pública en el país.
Más allá de estas dificultades, hay que reconocer que una de las virtu-
des del proceso de institucionalización fue que la igualdad de género se
constituyó en el valor que organizó la estructura, la agenda y las activida-
des del Inmujeres. La igualdad, como lo señala Phillips (1996), se expresa
en acciones que buscan superar la subordinación de la mujer en un siste-
ma externo que la ha segregado históricamente. Así, en la arena política,
la igualdad ordena la lucha de las mujeres contra la discriminación, sin
distinción de clase, etnia o ideología. Se trata de un valor políticamente
redituable porque permite captar alianzas, sobre todo en un país hetero-
géneo como México, cuya historia está marcada por la lucha contra las
desigualdades.
En este marco, el discurso de Inmujeres se propuso transformar la ins-
titucionalidad vigente de los organismos estatales y reorientar las políticas
públicas por medio de una perspectiva de género, que al dar preeminencia
a la igualdad entre los sexos se acomodó, en principio sin grandes con-
flictos, a la ideología de diversos actores de la escena política nacional.
Decimos en principio porque, en la práctica, integrar desde esta postura
la perspectiva de género en un país donde el machismo es acendrado, en-
frentó desafíos difíciles de solucionar pues la misión de los institutos no
sólo altera el orden estatal que regula las actividades de la sociedad por
medio de jerarquías legales, burocráticas o administrativas, sino también
el universo simbólico en que se asienta. La institucionalización de la pers-
pectiva de género fue y es un proceso que se esfuerza por cubrir todas las
políticas públicas del país en las que se redefinen valores, prácticas y proce-
dimientos administrativos. Las políticas públicas en este sentido son inter-
sectoriales y en su formulación participan quienes las elaboran y quienes
las demandan. Así, la institucionalización depende, en última instancia,
de la apropiación que funcionarios y sociedad civil hagan de esta perspec-
tiva y del valor que se otorgue a la equidad y a la mujer en la sociedad y en
el sistema político.
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Sin embargo, es preciso considerar que más allá del evidente avance por
la creación de los institutos, éstos enfrentaron obstáculos derivados de su
reciente creación, de la escasez de recursos materiales y profesionales y de
su necesidad de buscar legitimidad en la sociedad y en el gobierno; además
encontraron problemas de coordinación alrededor de un proyecto común,
derivados, sobre todo, de conflictos político-partidarios que con frecuencia
produjeron roces y entorpecieron la entrada en vigor de un proyecto de
carácter nacional.
Aunque formalmente hubo acuerdos básicos, éstos no siempre funcio-
naron pues la creciente autonomía de los gobiernos estatales respecto al
ejecutivo federal contribuyó a que las directoras de los institutos estatales
tendieran a adaptar sus metas a la correlación de fuerzas local. Pero su com-
portamiento también estuvo influenciado por las buenas o malas relaciones
con otros institutos, por los vínculos con las organizaciones de mujeres, por
su acceso a financiamientos e incluso por las interpretaciones y lecturas
particulares sobre las metas de la agenda nacional para las mujeres. En la
práctica, la mayoría de los institutos hizo lo que pudo con los recursos hu-
manos y materiales que consiguió movilizar en contextos regionales donde
las prioridades de la elite política no fueron necesariamente los derechos de
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las mujeres. Es cierto que por las exigencias de las agencias de financiamien-
to internacional y del Plan Nacional de Desarrollo estas elites estuvieron
obligadas a considerar el género, pero también es cierto que este requisito
para muchas de ellas fue un trámite más cuando se trató de diseñar o poner
en marcha una política pública orientada por la perspectiva de género.
Si consideramos la presencia de los institutos el panorama nacional a
fines del sexenio 2000-2006 fue como se muestra en el cuadro 2.
CUADRO 2
FORMA jurídica, fecha de creación y partido de los Organismos Estatales de las Mujeres
Entidad Nombre Forma de Fecha de Partido Partido
Federativa creación creación gobernador directora
2005 2005
Aguascalientes Instituto Aguascalientes Decreto 19/11/01 PAN PAN
de las Mujeres
Baja California Instituto de la Mujer Ley 22/12/01 PAN PAN
Norte para el Estado de Baja
California
Baja California Instituto Sudcalifor- Ley 27/07/99 PRD- PRD
Sur niano de la Mujer Convergen-
cia
Campeche Instituto Estatal de la Acuerdo 19/12/00 PRI PRI
Mujer en Campeche
Chiapas Instituto de la Mujer Acuerdo 08/12/00 PRI PRI
de Chiapas
Chihuahua Instituto Chihuahuense Decreto 30/05/02 PRI-PVEM PRI
de la Mujer
Coahuila Instituto Coahuilense Decreto 13/02/01 PAN-PRD ONG
de las Mujeres
Colima Instituto Colimense Decreto 08/08/98 PRI PRI
de las Mujeres
Distrito Federal Instituto de las Mujeres Ley 28/02/02 PRD PRD
del D. F.
Durango Instituto de la Mujer Decreto 06/06/00 PRI PRI
Duranguense
Guanajuato Instituto de la Mujer Decreto 30/06/01 PAN PAN
Guanajuatense
Guerrero Secretaría de la Mujer Decreto 21/04/87 PRD-Conver- PRI
en Guerrero gencia-PRS
Hidalgo Instituto Hidalguense Decreto 18/02/02 PRI PRI
de la Mujer
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1. Legales. Por ley los institutos y las otras figuras estatales dependen del
ejecutivo o de la administración pública de sus estados y sólo establecen
vínculos de coordinación y enlace con Inmujeres, pues este organismo ca-
rece de facultades para exigir el cumplimiento de sus decisiones respecto a
ciertas metas o a su puesta en marcha. Su misión es llevar a cabo proyectos
nacionales con los institutos estatales tales como estudios sobre indicadores,
violencia hacia la mujer, diseñar encuestas sobre diversos temas, distribuir
recursos presupuestales para organizar o fortalecer las instancias de la mujer
en las entidades federativas o municipales, etcétera. Pese al interés de los es-
tados por estos proyectos, existieron fuertes roces debido a que los institutos
estatales, la mayor parte de las veces, no participaron en su diseño y conside-
raron que los proyectos no detectaban las realidades regionales o estatales,
pues no hubo consultas sobre las condiciones de tiempo, recursos y alianzas
locales necesarias para realizarlos. De este modo, las iniciativas de Inmujeres
fueron percibidas a nivel local como una imposición del centro que limitaba
o subsumía la labor de los institutos a la puesta en marcha de las decisiones
y directrices de Inmujeres. Esta experiencia, muy frecuente en el sexenio,
produjo malestar y actitudes de rechazo entre las funcionarias estatales.
CUADRO 3
DISTRIBUCIÓN de algunos recursos federales en los estados
POR partido político
Si bien durante varios años se hicieron esfuerzos por limar las asperezas,
especialmente entre mujeres políticas o funcionarias feministas de alto nivel
apelando al affidamento, esta estrategia presentó serios límites durante el go-
bierno foxista. Así, por ejemplo, la última reunión del Parlamento de Muje-
res fracasó y este espacio se canceló debido a la irrupción de diversos grupos
de católicas que organizaron un zafarrancho para impedir el debate sobre
salud reproductiva, embarazo no deseado y anticoncepción. Esta actitud ex-
trema fue la punta de un iceberg que evidenció públicamente un antifemi-
nismo militante, cuyo propósito fue romper los espacios de diálogo demo-
crático creados con anterioridad, frenar los posibles acuerdos sobre políticas
públicas con perspectiva de género y ocupar los cargos de las instituciones
diseñadas para favorecer a la mujer, con el fin de orientar sus actividades
con una visión conservadora. Es el caso de las directoras de algunos estados
que llegaron a ocupar este cargo en los institutos por sus vínculos con el PAN
o por pertenecer a organismos intermedios filantrópicos o religiosos.
Visto así, el escenario se complicó y aunque hubo grandes avances debi-
dos a la conformación misma de los institutos, es claro que estas dificultades
se convirtieron en desafíos que debían ser superados en el futuro, ya que los
conflictos subvirtieron el significado de la perspectiva de género e impidie-
ron otorgar un carácter nacional a la política pública.
R EFLEXIONES FINALES
12 No es casual que durante las elecciones locales, estatales o nacionales numerosos ins-
titutos, incluyendo el nacional, renueven su interés por las instancias que los representan
en los municipios donde se encuentran las electoras.
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BIBLIOGRAFÍA
ANEXO
Acuerdos entre grupos de mujeres con políticas y funcionarias de gobierno,
1991-2000