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1. Alienación
1
Silvia Quinelli Viñán
En este estado de situación, el complejo tema del consumismo se erige como
un buque insignia de estos tiempos de enajenación y alienación del sujeto,
enajenación y alienación que podemos pensar que devienen como
consecuencia del citado fenómeno del consumismo pero que también
podríamos plantearnos como posibles causas del mismo, dado que nada es tan
simple como aparenta.
La globalidad característica de esta época, representada en múltiples formas
(principalmente la información al instante y la “comunicación” instantánea
virtual, a través de las redes sociales) nos hace asistir a la configuración de
nuevas subjetividades, entendiendo por tales al modo en que cada individuo
aprehende el mundo circundante y se forma a sí mismo como ser deseante y
pensante. En tal sentido, Guattari expresaba: “Lo que constituye, en la
actualidad, lo esencial del poder del capitalismo, no es tanto su ejército, su
policía, su carácter soberano, sino su capacidad mucho mayor que los
movimientos progresistas para producir subjetividad, para modelarla”2
Por otra parte, la publicidad en todas sus formas y por todos los medios se
encarga de “bombardearnos”, si se me permite la expresión, con toda clase de
artículos y bienes de consumo, permeando todos los espacios e influyendo en
mayor o menor medida en la población, variando en función de cada
singularidad. Calzado, vestimenta, electrodomésticos, celulares de última
generación y todo objeto pasible de ser comprado se promete, muchas veces,
como una especie de panacea, cuando no como algo que, si no se tiene, te deja
“out”, afuera de la felicidad y bienestar que podríamos sentir al tenerlos. De
esto se desprende la identificación (como proceso no consciente) que los
técnicos del marketing buscan y consiguen despertar mediante la publicidad:
afamados deportistas que visten X marca de calzado, prominentes modelos
que anuncian cuál debe ser la “tendencia” de la moda, sólo por poner algunos
ejemplos concretos.
Sin embargo, en este punto debemos hacer una consideración imprescindible:
frente a la desigualdad económico – social y cultural a la que asistimos en
nuestro Uruguay actual hay algo que, al decir del Psicoanalista Marcelo
2
Guattari, F.: “El devenir de la subjetividad”, Dolmen Ediciones. Santiago de
Chile, 1998
González Imaz: “… la forma en que nuestra civilización nos iguala es a través
del consumo. La sociedad se organiza en torno a esto…” 3
Centros comerciales atestados de gente, promociones, descuentos, préstamos
de distintas empresas para seguir comprando cada vez más en una suerte de
espiral sin fin son una realidad hace mucho instalada, conformando un
escenario imperante en la actualidad. Lo instantáneo y pasajero como
características de nuestro tiempo hacen que determinados artículos se
vuelvan obsoletos rápidamente, facilitando así una lógica de mercado que
tiene como lema “tener lo último”.
De esta forma, al decir del Psicólogo Eduardo Viera, muchas prácticas se
naturalizan como parte de nuestra vida cotidiana, por ejemplo “… nuevos
diagramas espaciales donde los principales emplazamientos se miniaturizan,
“Shopinización” de nuestros deseos, nuestros paseos, nuestros encuentros.”
González Imaz, Marcelo: “¿Adictos o consumidores?” 4
Ahora bien, en medio de este panorama podemos intentar plantear o ensayar
algunas hipótesis más acerca de las causas que estarían llevando a tantos
sujetos a consumir de esta forma. En tiempos en donde la soledad (paradoja
en un mundo de cyberespacio) y las frustraciones de la vida cotidiana se
constatan tan a menudo, incluyendo también a la creciente presencia de las
denominadas “patologías del vacío”, podemos preguntarnos hasta dónde
estas experiencias internas no tendrán participación en llevar al individuo a
desplegar su plena conducta consumista, donde estaría intentando
“compensar” con artículos la falta de otras cosas, aunque sean de otra índole.
Desde un punto de vista psicoanalítico, podemos introducir aquí una distinción
que puede resultar necesaria; la diferenciación entre necesidad y deseo. La
necesidad podría ser conceptualizada como algo que se puede colmar, pero el
deseo, por definición, no se colma nunca y siempre es deseo de otra cosa, que
desconocemos.
3
González Imaz, Marcelo: “¿Adictos o consumidores?” En “La actualidad del síntoma”.
Editorial Psicolibros, Uruguay, 2010.
4
Viera, Eduardo: “¿En qué presente educamos? En “Psicología en la Educación, un campo epistémico en
construcción”. Ediciones CEUP, 2003
Por lo tanto, puede ser en este marco que podemos contribuir a comprender
mejor el fenómeno consumista; los objetos que creemos desear (o que
muchas veces deseamos) se volverán tan efímeros como poco satisfactorios,
porque nunca van a alcanzar para llenar nada, en todo caso podrán satisfacer
una necesidad momentánea, dar un placer fugaz, pero, en tanto efímero y
pasajero, siempre se va a terminar continuando con el consumo y la compra
porque precisamente la satisfacción que el sujeto está buscando no la
encontrará jamás de esa forma, porque se encuentra en circunstancias y
aspectos de muy diferente cualidad.