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forma de resistencia?
INTRODUCCIÓN
Uno de ellos es la importancia del cuerpo. Hay muchísimas maneras en las que lo corporal
irrumpe en la performance: puede ser el contenido subjetivo de un acto, es decir, aquello
sobre lo que versa una performance; puede ser también usado como el propio instrumento
creador, la brocha del performer; incluso, pueden confluir en una misma performance, siendo
el cuerpo forma y contenido del acto performativo. ¿Por qué es tan usado el aparato corporal
en la performance? La primera, y fácil, respuesta es por su repudio por el resto de la sociedad.
El pudor y la privacidad son tendencias muy respetadas, casi mandatorias podría decirse, por
ello el performer encuentra en la desnudez, la intimidad, la vergüenza del cuerpo ajeno, una
vía muy productiva para romper los cánones y provocar. Sin embargo, este es solo un motivo
superficial de todo lo que supone la presencia física en el método performativo. A
continuación se exhibirán otras razones más complejas y desarrolladas así como la coherencia
que tienen con el proyecto disidente general de este arte. La metodología seguida comprende
dos caminos que se cruzan en esencia pero que merecen atención particular: el de la
resistencia artística, de qué manera la corporalidad supone una ruptura con los cánones
artísticos; y la resistencia social, un entendimiento de lo corporal en la performance como un
campo abierto para la disidencia social.
RESISTENCIA ARTÍSTICA
La primera cuestión que nos concierne es la del cuerpo como instrumento artístico. Aunque
es un recurso que tal vez no parezca tan innovador, pues es propio de la danza y ha sido
desarrollado durante varios siglos, tiene interés en el campo de la performance pues permite
prácticas noveles en disciplinas artísticas asentadas, como la pintura o la escultura (es decir
una irrupción innovadora del cuerpo en obras que tradicionalmente lo repudiarían), además
plantea una reflexión sobre la dicotomía objeto representado/instrumento representador,
signified/signifier en semiótica, que hace tambalearse los cánones artísticos hegemónicos. De
esta manera encontramos obras que si bien se encajan dentro de categorías artísticas
convencionales, su desarrollo se separa de ellas por medio del uso del cuerpo: pensemos por
ejemplo en la construcción escultórica sobre el propio cuerpo de artistas como Olivier de
Sagazan, en la que el cuerpo es soporte de la escultura así como parte de la misma a la vez.
En este caso, el espectador se pregunta: ¿es solo la escultura lo que rodea el cuerpo o al
contrario se considera un todo escultórico?, y de ser así, ¿muere la producción escultórica
cuando el artista se separa de su creación? ¿o sigue viviendo como espectro?
Para esta reflexión resultan especialmente interesantes las teorías de Arthur Danto sobre el fin
del arte y el caso del expresionismo abstracto y el Action Painting.
En su libro Tras el fin del arte (1997), Danto propone comprender el surgimiento de la
estética impresionista en el arte pictórico a finales del siglo XIX, como un giro total en la
práctica artística que culminaría con el expresionismo abstracto en los años 50, lo que él
llama “el fin del arte” (aunque afirma que existe un arte posthistórico, que comienza con
Andy Warhol). El cambio que el impresionismo inicia, supone una transmutación del
fundamento del arte desde la idea de mímesis a la autoreflexión. Si previamente al
impresionismo los artistas pictóricos se centraban en representar figuras con identidades (una
igualación del cuadro con la realidad), al aparecer este movimiento el foco se gira hacia
representar la “impresión visual”, primordialmente el momento de luz. “Las pinturas no
fueron más ventanas hacia las escenas imaginadas, sino objetos con derecho propio, aun
cuando hubieran sido concebidos como ventanas" (Danto, 1997, 39). Danto iguala esta
técnica con la filosofía de la razón pura de Kant y afirma que en similitud el arte puro era el
arte aplicado al arte mismo. En cierto sentido pues, “el arte se vuelve su propio tema” (Danto,
1997, 29). Esta narrativa se desarrolla ingentemente con las
vanguardias de principios del siglo XX, hasta explotar con el
expresionismo abstracto y, para Danto, especialmente con
Jason Pollock. Sus pinturas terminaron por completo
representación como herramienta de referenciación de la
realidad; no había objeto representado, su contenido era
únicamente reflexión sobre el método representativo, es decir,
lo representado era la misma representación. ¿De qué manera
se adhieren estas ideas con lo corporal en la performance?
Podemos considerar que el uso performativo del cuerpo como
soporte, herramienta y contenido de la performance supone
también una ruptura con la dicotomía signifier/signified y que
por tanto propone explorar nuevos métodos de creación y
nuevas temáticas que representar.
RESISTENCIA SOCIAL
Aunque la revolución con las normas artísticas puede considerarse una transformación social,
lo cierto es que la performance también plantea vías de revolución social puras, entendidas
como campos de expresión para identidades, vivencias y cuerpos disidentes, como el cuerpo
femenino, el cuerpo trans o el cuerpo racial, tal y como vemos con artistas como Carolee
Schneemann, Heather Cassils o Guillermo Gomez Peña. Respecto al cuerpo ocurre igual:
frente a las restricciones socio-políticas que moldean el cuerpo humano para simultáneamente
condicionar las identidades que contiene, el arte de la performance se propone como un
lienzo en blanco sobre el que dibujar y desdibujar todas las posibilidades corporales. Para
analizar este aspecto propongo dos ideas: la dicotomía público/privado y la identidad de
género.
El debate sobre lo público y lo privado fue central durante la Segunda Ola del Feminismo y
es a ellas, las autoras como Kate Millet, a las que realmente debemos el origen del mismo.
Durante los 60 y 70, el grito de lo personal es político resonaba en todas las manifestaciones
y es ciertamente muy esclarecedor para el tema performativo. Dice Josefina Alcazar: "En la
performance la exteriorización de la intimidad es un ritual, una ceremonia cargada de
significados donde lo individual contiene lo social" (Alcázar, 2015, 7). El yo performativo
pues no es en esencia un yo autobiográfico, sino un yo modelo. El cuerpo que se presenta en
la performance no funciona como recipiente de la individualidad del artista, ni es su función
la de representar una realidad personal. Su objetivo es provocar en el público un sentimiento
de identificación, de reconocimiento y así tratar temas de mayor escala. Desde la óptica del
feminismo, un movimiento muy importante para muchas performers mujeres, que lo personal
sea político significa que las discriminaciones, maltratos, y condiciones de opresión que
sufren las mujeres por el mero hecho de serlo no se originan en cualidades personales como
un marido loco o una falda muy corta, sino que responden a estructuras de poder enraizadas
en la propia sociedad –lo que viene siendo el patriarcado–, que posicionan al hombre por
encima de la mujer y a ella la relegan a un no-sujeto, una entidad sin voz. Es precisamente en
el campo de la performance donde la subjetividad femenina ha encontrado un vasto camino
para alzarse y dignificarse como propia, sin referenciar al sujeto masculino. “El cuerpo es el
escenario en el que esta división -público/privado- deja principalmente su huella. Es el lugar
de encuentro entre lo individual (o la biografía y el inconsciente propios) y lo colectivo (o la
programación de los roles de identidad según las normas de la disciplina social). Por ello, su
utilización como soporte de la práctica artística conlleva el desmantelamiento del uso
ideológico del cuerpo como vehículo de imágenes o representaciones” (Warr, 2000, 244). Y,
dentro de todas las prácticas que tienen cabida en la performance, las artistas femeninas han
usado mayoritariamente el cuerpo como medio de expresión y de rebeldía. Existen muchas,
pero siento una devoción especial por la obra de la performer guatemalteca Regina José
Galindo. Aunque ha tratado muchos temas, para este ensayo destaca su performance Perra
(2005), presentada en el PrometeoGallery di Ida Pisani en Milano, y en la que escribe la
palabra ‘PERRA’ con un cuchillo sobre su pierna derecha como denuncia de los sucesos
cometidos contra mujeres en Guatemala, donde han aparecido cuerpos torturados y con
inscripciones hechas con cuchillo o navaja.
Como si de una página de un periódico se tratase Regina llama nuestra atención a través de su
cuerpo y la dirige ante la cruda realidad de las mujeres en Guatemala. Su cuerpo, y esto ya
era así antes de la performance, es un campo de batalla. "Cubierto de pintura, grasa, tiza,
cuerdas, plástico, establezco mi cuerpo como territorio visual", dice Carolee Schneemann
(Warr, 2000, 197). Ser objeto no es novedad para las mujeres, y tampoco lo es ser el objeto de
la obra de arte; lo que para ellas es innovador es ser agente, sujeto. Con esta performance,
Regina se apropia del territorio corporal que el patriarcado había conquistado y, antes de que
lo mutilen otros, lo mutila ella. Es por supuesto un acto testimonial, pero por encima de todo
es un acto de vindicación. “La performance no es un arte para producir cosas bellas sino que
es un revulsivo contra lo establecido, lo normativo y coercitivo" (Alcazar, 2015, 6).
Como hemos visto, el uso del cuerpo como instrumento y contenido artístico de la
performance contiene una potente fuente de disidencia ya sea de las normas artísticas del
buen arte, como de las normas sociales que limitan la libertad de sujetos con identidades no
hegemónicas. No obstante, como todo, no está libre de controversias o dificultades. El
lenguaje corporal es inestable y difícil de decodificar, su gramática está mucho más limitada
que la del discurso oral y más sujeta a condiciones sociales. Además, presenta una
problemática temporal, ya comentada antes, que aunque puede resultar beneficiosa en el
campo de la performance por su carácter renovador, también es contradictoria con el propio
concepto del arte (sea cual sea). Cuando el cuerpo performer termina la acción performada,
¿es ahí dónde termina la obra? Si el cuerpo funciona como recipiente de una obra artística,
¿se pierde aquella si el recipiente se marcha?
REFERENCIAS: