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Contenido
Introducción
Israel bajo los Romanos (63 a.C.–192 d.C., período del NT)
Conclusión
Introducción
Nuestro estudio comienza al fin de la historia del Antiguo Testamento con la caída de la
nación antigua de Israel y la diáspora de los judíos de la tierra de Israel. En el 722 al 721 a.C.
Asiria conquistó la nación norte de Israel (las 10 tribus) y su capital en Samaria (2 Reyes 17:1-6).
La mayoría de sus habitantes fueron deportados a Asiria (al norte de Iraq hoy). En el colmo de su
poder (cerca del 725–626 a.C.), Asiria controló la mayoría de Asia Menor, Mesopotamia, Siria,
Israel y Egipto.
En el 612 a.C., Babilonia conquistó Asiria y tomó control de Mesopotamia, Siria e Israel
(el Imperio neo-babilónico). El reino sur de Judea (2 tribus; Judá y Benjamín) y su capital,
Jerusalén, siguió en existencia hasta su derrota y saqueo por Nabucodonosor II de Babilonia en el
586 a.C.
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En el 605 a.C., Judea bajo el Rey Joacim, fue sometida bajo el poder de Babilonia bajo el
Rey Nabucodonosor II (605–562 a.C.) después que Babilonia derrotó Egipto en Caraquemis,
junto al Éufrates (2 Crónicas 35:20). Nabucodonosor II saqueó el tesoro del templo en Jerusalén
y quitó las personas de alta importancia a Babilonia (2 Reyes 24:1-7; 2 Crónicas 36:5-8; y Daniel
1:1-4).
En el 597 a.C., Jerusalén bajo el Rey Joacim se rebeló y fue sitiada otra vez.
Nabucodonosor II tomó más de 10.000 cautivos que se incluyeron todos los líderes (p.e.,
Ezequiel) y los artesanos (constructores) de Judea junto con más saqueo a Babilonia (2 Reyes
24:10-16; Ezequiel 1:1-2; 40:1). Jeremías, quien se quedó atrás en Jerusalén, predijo un
cautiverio de setenta años (Jeremías 25:11-12; 29:10).
Bajo el Rey Sedequías, Jerusalén se rebeló otra vez por medio de una alianza con Egipto
en el 588 a.C. y sufrió un sitio destructivo por Babilonia bajo el Rey Nabucodonosor II. En julio
del 586 a.C., después de un sitio de dos años y medio, Jerusalén fue saqueada y destruida. Los
muros fueron derrumbados y se quemaron el templo y arca (Jeremías 3:16). Los habitantes
fueron llevados a Babilonia con la excepción de la gente pobre y Jeremías. Un gobernador,
Gedalías, fue puesto para supervisar Judea (2 Reyes 25:1-12; Jeremías 44:2, 6).
El descenso de Babilonia
Belsasar era co-rey con su padre, Nabonido (554–544 a.C.), y el último rey de Babilonia
(544–539 a.C.) (Daniel 5, “la escritura en la pared”, octubre de 539 a.C.).
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Después de la conquista de otras naciones, Babilonia (como Asiria antes) trasladó la parte
alta de la sociedad y a veces poblaciones enteras. En tomarlas cautivas y llevarlas a Babilonia,
fueron forzadas a conformarse a la cultura y religión babilónica.
Distinto que las tribus de Israel norteña quienes se asimilaron a la sociedad de Asiria y
desaparecieron como tribus identificadas de Israel, los “judíos” (la tribu de Judá) pudieron
mantener su identidad y unidad como un pueblo étnico y religioso con su fe en Yahveh.
Es importante reconocer que Israelitas de todas las tribus emigraron de la nación de Israel
norteña durante el período de descenso de Israel y antes que fueron deportados por los Asirios.
Por esto, todas las tribus mantuvieron algo de identidad en la diáspora judía. Los deportados por
los Asirios perdieron su identidad, pero otro grupo étnico entró el territorio de Israel norteña y
formaron un nuevo pueblo mixto conocido por los Samaritanos. Los judíos en Babilonia
mantuvieron una identidad y pureza étnica como la descendencia de las tribus originales de
Israel. Había otro grupo que se quedó en Judá durante los setenta años de cautiverio.
Durante el exilio los profetas Ezequiel y Daniel oraron por la restauración de Jerusalén
(Ezequiel 34:13; 36:38; Daniel 6:10; 9:16, 25). Jeremías profetizó que la duración de la
cautividad sería setenta años (Jeremías 25:11-12; 29:10).
Hay mucha evidencia que los sacerdotes en cautividad en Babilonia preservaron muchos
rollos de la Ley (Pentateuco), porciones poéticas del Antiguo Testamento y porciones escritas de
la historia de Israel (como los libros de Samuel y mucho escrito acerca de la historia de reino
divido de Israel). Su estudio y preservación de estas historias resultaron en muchos escritos que
luego formaron el canon del Antiguo Testamento. Ellos formaron una identidad como el pueblo
de Dios, la verdadera Israel, conocidos como los “judíos” (pero de otras tribus y no sola Judá).
La cautividad, sin un templo, tuvo una influencia en el desarrollo de la religión judía y el escrito
del Antiguo Testamento para preservar su historia, la elección de Dios, el pacto y las promesas
de Dios con Israel, arrepentimiento de su idolatría y esperanza de una restauración de Israel con
tiempos futuros mesiánicos.
Sin templo, la religión judía era el estudio y obediencia de la Ley en cuanto a la ética
personal, la práctica de Sábado, reglamentos de dieta y memoria de las fiestas como Pascua.
Ellos se arrepintieron de su idolatría y repitieron cada día su dedicación al único y verdadero
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Dios (Deuteronomio 6). Es correcto decir que el Antiguo Testamento es la historia de una nación
arrepentida de su pasado y dedicada a obediencia y esperanza de un Mesías en el futuro.
Muchos judíos se escaparon a Egipto al mismo tiempo que los Babilonios sitiaron a Judá
y establecieron una colonia en Elefantina, en una isla en el río Nilo cerca de Asuán. Gedalías, el
gobernador puesto sobre Judá después del cautivo y Jeremías hicieron intento de convencer a los
judíos a quedarse bajo el dominio babilónico. Pero, Gedalías fue asesinado en el 586 a.C., y por
causa de su temor de los Babilonios, muchos escaparon a Egipto y llevaron a Jeremías con ellos
(2 Reyes 25:22-26; Jeremías 41; 43). Un templo judío fue construido en Elefantina, pero fue
destruido en un motín antisemítico en el 410 a.C. y nunca fue reconstruido.
Ciro el grande era el rey de Media y conquistó a Babilonia en el 539 a.C. llegando a ser el
rey de las naciones, incluso la tierra de Israel (Isaías 13:14; 22:1-10; 44:28; 45:1; 47:1-5;
Jeremías 50–51; Daniel 5; Heródoto 1:190ss.).
En el 539 a.C., Ciro cambió la política de los Asirios y Babilonios por medio de su
decreto que permitieron a los cautivos en Babilonio a volver a sus tierras y reconstruir sus sitios
religiosos. El decreto incluyó a los judíos (Esdras 1). No es que Ciro creyó en el Dios de Israel
como el único dios, sino que era politeísta y quería el beneficio y lealtad de todos los pueblos y
el beneficio y bendición de todos sus dioses. En lugar de subyugar a las naciones por medio de
quitarlas de su tierra, era mejor que estén ellos en sus propias tierras pagando tributo y orando a
sus propios dioses a favor del rey de Persia. Por esto, el decreto a los judíos incluyó los recursos
para reconstruir su templo y orar por el rey de Persia en ello.
Ciro gobernó por medio de satrapías (provincias) en las cuales cada región (satrapía) era
bajo un gobernador (sátrapa) sujeto al rey de Persia.
Ellos establecieron una nueva comunidad judía, construyeron un altar a Yahweh (Esdras
3:1-7) y empezaron la reconstrucción del templo. Echaron el fundamento (Esdras 3:8, 11-13)
pero algunos samaritanos llegaron, frustraron y demoraron la construcción (Esdras 4:1-5). La
historia muestra el conflicto entre los samaritanos (gente y religión mixta) y los Israelitas que
volvieron de Babilonia. Debemos entender que muchos judíos se quedaron en Judá por los
setenta años de cautiverio babilónico. El Antiguo Testamento es más una historia de los judíos
que volvieron de Babilonia que los que se quedaron atrás. Eran los líderes y eruditos que se
fueron y ellos dominaron la religión judía con su vuelta.
No había un solo grupo de judíos con la vuelta, sino samaritanos y judíos que no fueron a
Babilonia y los que volvieron setenta años después. Otro grupo se fue a Egipto y otras partes del
mundo donde la mayoría nunca volvió a la tierra de Israel.
Darío I llevó el imperio persa a su colmo de expansión y poder, “desde India a Etiopía”.
Darío formó un gobierno central fuerte con un sistema de correos y veinte satrapías cada una con
un sátrapa (gobernador civil) y un general militar. Conquistó Asia Menor y sus ciudades griegas,
pero falló en su campaña contra Grecia propia en el 493 a.C. y la Batalla de Maratón (cerca de
Atenas) en el 490 a.C.
Por medio del ánimo de los profetas Hageo y Zacarías (520–480 a.C.) y el decreto de
Darío I que proveyó ayuda con el material, los judíos cumplieron el templo y lo dedicó en el 516
a.C. (Esdras 6:1-18; 70 años después de su destrucción en el 586 a.C. por los Babilonios).
Restauraron las fiestas de Pascua y Pan sin levadura (Esdras 6:19-22).
Jerjes I se preocupó con una rebelión egipcia y su intento de conquistar Grecia. Invadió a
Grecia en el 480 a.C. y ocupó Atenas, pero su gran flota armada naval se derrotó en Salamina.
En el 479 a.C., su ejército fue derrotado también en una batalla en Platea. Acabaron las
esperanzas persas de conquistar a Grecia.
En la historia de Ester, Amán era el primer ministro de Jerjes 1. Amán como enemigo de
los judíos hizo gran esfuerzo de eliminar a todos los judíos, pero su plan se frustró por la valentía
e intercesión de la Reina Ester, judía, en el 474 a.C. Jerjes cambió la conspiración de Amán y
permitió a los judíos a defenderse. Por causa de esta victoria, los judíos guardan el catorce y
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quince de Adar (febrero/marzo) como una fiesta de memoria que se llama la Fiesta de Purim (2
Macabeos 15:36; Josefo, Antigüedades, 11.6.13).
Artajerjes I se preocupó con varias rebeliones y la pérdida del control central. Por lo
general, era generoso en cuanto a los judíos.
Unos cinco mil más judíos volvieron a Judá bajo el liderazgo de Esdras (un sacerdote de
la línea de Aarón y Sadoc y escriba) en el 457 a.C. (1 Crónicas 6:3-15; Esdras 7:6-7). Esdras
enseñó e impuso la Ley bajo decreto del rey, Artajerjes. La Ley de Moisés se volvió a ser la ley
de Judá (Esdras 7:14, 25, 26). Los samaritanos tuvieron su propio Pentateuco distinto que el
Pentateuco de los Israelitas en Jerusalén con la gran distinción del verdadero lugar para adorar a
Dios. No es que Esdras escribió mucho del Pentateuco, sino que aplicó la Ley a Judea como una
dedicación nueva a los detalles de la Ley.
Un grupo más de judíos volvieron a Judea bajo Nehemías (el copero del Rey Artajerjes)
en el 444 a.C. (Nehemías 2:1). El decreto de Artajerjes (Nehemías 2:1-8) le permitió volver
como gobernador de los asuntos civiles y reconstruir los muros de Jerusalén y otras fortalezas.
Según Nehemías 6:15 el muro se reconstruyó en 52 días. Luego, Nehemías estableció una gran
asamblea (Nehemías 5:5) que luego se desarrolló como el Sanedrín.
Nehemías además revivió la vida económica y espiritual de los judíos por medio de un
impuesto para el mantenimiento del templo (Nehemías 10:32-34). Los sacerdotes fueron puestos
oficialmente para imponer la ley del sábado (Nehemías 13:19). Fue llamado a volver a Persia en
el 432 a.C., pero volvió a visitar Jerusalén en el 425 a.C. (Nehemías 13:6-7).
El profeta Malaquías proclamó su mensaje alrededor del 432 al 425 a.C.; y sus oráculos
concluyeron el canon del Antiguo Testamento. Sin embargo, la profecía de Daniel (capítulos 2 y
11) anticipó futuros eventos que iban a ocurrir entre los dos Testamentos.
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El descenso de Persia
El 423 al 331 a.C. era un período de descenso dentro del imperio persa con muchas
rebeliones y conflictos internos. Hay poco escrito en cuanto a los judíos, pero la paz y
tranquilidad en Jerusalén permitieron que los escribas pudieron terminar el Antiguo Testamento.
Los reyes del período eran Jerjes II (423 a.C.), Darío II (423–404 a.C.), Artajerjes II
(404–358 a.C.), Artajerjes III (358–338 a.C.), Arsés (338–336 a.C.) y Darío III (336-331 a.C).
Darío III (336-331 a.C.) sufrió tres derrotas grandes por Alejandro el Magno que llegó al
fin del imperio persa. La batalla al Río Gránico abrió puerta al interior de Asia Menor en el 334
a.C. La batalla de Iso abrió puerta a Siria y la tierra de Israel en el 333 a.C. La batalla de
Gaugamela abrió la puerta a Persia en el 331 a.C.
Los persas no forzaron grandes emigraciones ni impusieron su cultura o religión sobre las
naciones sujetas a ellos. Al contrario, su imperio se organizó bajo un Rey soberano con un
gobierno central que controló todo por medio de gobernadores (sátrapas) y líderes militares
locales que usaron ejércitos pagados.
Por esto, los persas permitieron mucha autonomía local, especialmente en cuanto a
cultura y religión. Con libertad local en cuanto a cultura y religión, los persas ganaron lealtad y
tributo con la promesa de protección militar. Era un período de paz, prosperidad y seguridad
dentro las regiones que no rebelaron contra el Rey de Persia.
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Los persas crearon unidad entre las naciones sujetas a ellos por medio de uso del idioma
arameo usado al largo de Siria y medio oriente y llegó a ser el idioma oficial del imperio de
Persia. El término, “Arameo” vino de Aram, nombre antiguo para Siria. El idioma arameo es
similar al hebreo puesto que los dos son idiomas semíticos. El uso de arameo era el idioma
común de los judíos en Babilonia y luego en toda la tierra de Israel por muchos siglos después
del período persa.
Algunos judíos volvieron a Judea bajo el permiso de los persas, pero la mayoría se quedó
en Babilonia. Por muchos siglos después, la religión judía se desarrolló mucho más en Babilonia
que dentro de la tierra de Israel. El talmud babilónico es una colección de opiniones de rabinos
en cuanto a la aplicación de la ley para la religión judía que dominó la religión por gran parte de
su historia.
La religión judía era una religión más de la sinagoga y liderazgo de rabinos y escribas
que una religión de los sacerdotes en el templo reconstruido en Jerusalén. Los judíos que se
quedaron en Egipto y Babilonia (y muchas otras naciones) formaron la diáspora judía. Con
frecuencia ellos desarrollaron distinciones regionales que crearon una religión judía con mucha
diversidad.
El período del segundo templo empezó con los judíos que volvieron a Judea
Jerusalén llegó a ser la capital de la región de Judea como un estado de templo de Judea.
El gobernador (sátrapa) se reemplazó por un concilio de ancianos afiliados con las familias
sacerdotales y rindieron cuentas al sátrapa de la región más amplia (Nehemías 5:5). Para Judea,
el templo otra vez llegó a ser el centro de poder y la Ley de Moisés era la constitución. El sumo-
sacerdote (de la línea de Sadoc) era el líder mayor religioso y político.
La vuelta de judíos desde Babilonia causó una división entre Jerusalén y la gente que se
quedó durante los previos setenta años. Los Samaritanos eran un pueblo mixto de antiguos
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israelitas y otras naciones (2 Reyes 17). Por esto, los judíos no los reconocieron como israelitas
puros. La comunidad de la vuelta en Jerusalén se separó de los samaritanos por razones de
pureza de la raza y porque ellos pensaron que eran superiores en cuanto a su cultura y religión
(Esdras 4:1-2). Los dos grupos se separaron en cuanto a su religión con dos colecciones de la
Ley de Moisés (El Pentateuco samaritano y el Pentateuco judío) y con dos sitios de templo
(Jerusalén y Guerizín).
Otra división era entre los poderosos que volvieron de Babilonia y dominaron la cultura y
sociedad de Judea, por un lado; y, por el otro lado, la gente pobre de la tierra que sobrevivió el
tiempo durante los setenta años de ausencia. Hay poco escrito acerca de estos judíos, pero tenían
que obedecer la interpretación de la Ley según los judíos de la vuelta de Babilonia o ser
expulsados de Judea. Al largo de los siglos después, la mayoría de judíos en Israel será gente
muy pobre dominados y marginados por los pocos poderosos entre los sacerdotes.
Por estas razones, el judaísmo pos-exílico o el judaísmo del segundo templo era una
religión muy diversa. Hasta este punto en su historia, hay colonias judías conocidas en Babilonia
y Egipto (y por cierto en muchos otros lugares del mundo). Hay Samaritanos y gente pobre y
común que apenas sobrevivieron al largo de la tierra de Israel. En resto de la historia creará otros
grupos de judíos con aún mayor diversidad. El Antiguo Testamento hebreo preservado por los
exiliados en Babilonia representa la religión judía de su grupo.
La religión de Persia era más dualista que politeísta. “Zoroastro” era nombre de un dios
iraní adaptado de la antigua religión persa de dos dioses, uno bueno y otro malo. Es complicado,
pero los persas tenían una religión dualista en que explicaron la creación y la realidad como una
batalla entre dos grandes dioses o fuerzas. El judaísmo pos-exílico llegó a ser más dualista bajo
esta influencia. Observamos más y más en los escritos judíos pos-exílicos una fuerte creencia en
Satanás y demonios como enemigos de Dios. Otro ejemplo es su concepto de períodos de tiempo
entre el presente de sufrimiento y el futuro glorioso de los tiempos mesiánicos. Además, los
muertos en la antigua religión israelita fueron todos a Sheol, pero luego encontramos dos lugares
para los muertos (Paraíso para los buenos y Hades para los malos). Los Israelitas buenos se
resucitarán en la futura regeneración y el resto de humanidad se quedarán en el Hades de
sufrimiento.
A pesar de la influencia dualista persa, los judíos en Babilonia volvieron a una fuerte
creencia en su monoteísmo de un solo Dios de Israel sin la existencia de otros dioses. Satanás no
era otro dios (como era en Persia) sino una creación del único creador, el Dios de Israel. La
creación y la realidad no es por causa de una lucha entre dos dioses (uno bueno y uno malo), sino
que el Dios de Israel creyó todo (incluso Satanás) y está en control siempre con una victoria final
sobre las fuerzas de maldad.
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El centro de mucho judaísmo llegó a ser la Ley de Moisés más que el sacrificio en el
templo. El estudio y aplicación de la Ley por medio de escribas era más importante que la
actividad diaria de sacerdotes en el templo. Era la interpretación y aplicación de la Ley de
Moisés que era la gran esperanza de que Israel será restaurada completamente en su tierra con el
futuro tiempo mesiánico. Israel tuvo que aprender cómo evitar los errores de sus padres para
recibir las promesas de su pacto con Dios dentro de la Ley de Moisés.
El nuevo gobierno en Judea era bajo la Ley de Moisés para sus reglamentos diarios. La
restauración de su vida dependía de la aplicación de Ley en cuanto a cuestiones económicas
(diezmo e el cobro de intereses), cuestiones de trabajo como la práctica de sábado, cuestiones de
matrimonio y la pureza de la raza, y cuestiones de dieta. Hasta el calendario tenía que
conformarse otra vez a las fiestas y meses establecidas en el Pentateuco.
Lo más importante para la religión judía era la Ley de Moisés, circuncisión, dieta, sábado
y esperanza en el futuro tiempo mesiánico. El judaísmo llegó a ser una religión con una base
muy similar (Pentateuco, circuncisión, dieta, sábado, y un fuerte monoteísmo sin imágenes de
Dios o el ser humano). Al mismo tiempo, había muchos judaísmos fuera de esta base con
diversidad en cuanto a otros detalles. El judaísmo en Israel y Babilonia era más rígido y
resistente contra fuerzas ajenas. En los dos lugares había un judaísmo que resistió fuertemente
influencias de cambiar sus creencias y prácticas.
Contenido
Después de la derrota de Persia bajo Jerjes I en Salamina y Platea (480/479 a.C.) por los
griegos, Atenas tomó el liderazgo de formar una alianza de ciudades-estados griegas. Con su
armada naval, Atenas empezó a liberar las ciudades controladas por Persia. Por esto, Atenas
ganó mucha riqueza y poder con el fin de que el quinto siglo a.C. era conocido como el período
clásico de la democracia de Atenas y la “Era de Pericles” (el líder político mayor).
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Por fin, Felipe II, el rey de Macedonia al norte y el padre de Alejandro el Magno, llegó a
ser el líder de toda Grecia en el 338 a.C. No cambió la organización de las ciudades griegas.
Pensó de sí mismo como un general militar como cabeza de una alianza de ciudades para pelear
contra un imperio persa muy débil. Fue asesinado en el 336 a.C.
El período de los quinto y cuarto siglos a.C. era el comienzo de Helenismo, el desarrollo
de la cultura griega con el fin de influenciar otras naciones. Para Grecia, la derrota de Persia era
la victoria de civilización sobre los bárbaros. Había una revolución intelectual y educativa
asociada con sofismo, la educación de discurso con interés en la ley de naturaleza y las ciencias
prácticas (p.e., la medicina). Se desarrolló una nueva perspectiva de la humanidad. El sofista,
Protágoras, dijo, “la medida de todas las cosas es el ser humano”. Esta perspectiva llegó a
individualismo en el cual la elección personal era más importante que la tradición familiar y/o la
herencia.
Las ideas más importantes eran la salud, belleza, educación, riqueza y el gozo de
juventud con amigos. Los griegos gozaron la competencia, deportes, literatura y música.
Hasta el tiempo del Apóstol Pablo era posible dividir la humanidad entre los judíos,
griegos y bárbaros (Romanos 1:14, 16; Gálatas 3:28; Colosenses 3:11).
Alejando se nació en el 356 a.C. y fue educado al partir de trece años por Aristóteles en la
cultura, religión y literatura de Grecia. En el 336 a.C. (veinte años de edad) sucedió a su padre,
Felipe II (asesinado), como el rey de los macedonios y heredó sus planes de invadir a Persia con
las ciudades griegas como aliados. En el 336 al 335 a.C., Alejandro unificó las ciudades griegas
y tomó el liderazgo político de Grecia. Él y sus seguidores llegaron a ser los herederos de la
manera griega de vida y tomaron la responsabilidad de compartirla con el resto del mundo. Ya
empezó el proceso de helenización del mundo. Alejandro se consideró a sí mismo adoptado por
Zeus, el dios máximo de los griegos.
En el 334 a.C., Alejandro cruzó el Helesponto (el estrecho de los Dardanelos) con
cuarenta mil soldados y entró Asia Menor para empezar su conquista del imperio persa al
oriente. Conquistó a los persas bajo Darío III al Río Gránico, Iso y Gaugamela. Su victoria al pie
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del monte Ida cerca del Río Gránico en el 334 a.C. liberó las ciudades griegas de Asia Menor. Su
victoria en Iso en el 333 a.C. abrió camino a conquistar Siria, Fenecía (conquista de Tiro en el
332 a.C.), y la tierra de Israel (332 a.C.).
En Jerusalén, había mito que Alejandro fue a ofrecer sacrificios a Yahweh. El sumo-
sacerdote, Jaddua, le mostró la profecía de Daniel (7:6; 8:5-7, 20-21) que predijo la destrucción
del imperio persa. Alejandro aceptó la interpretación que él era el conquistador predicho y otorgó
el derecho a los judíos de vivir según sus propias leyes y costumbres antiguos (Josefo
Antigüedades 11.8.4-5). Es probablemente mito, pero es correcto que los judíos tenían una buena
relación con Alejandro.
Egipto se rindió a Alejandro sin una batalla (331 a.C.). La fundación de una nueva
ciudad, Alejandría (Egipto) llegó a ser el símbolo de una nueva era cultural. Alejandro llegó a ser
Faraón y fue considerado “dios” encarnado. Su victoria en Gaugamela ubicada en Mesopotamia
(60 millas noroeste de Arbela) cerca del Río Tigris en 331 a.C. abrió acceso a las naciones y
ciudades centrales del imperio persa (p.e., Babilonia y Susa). Tomó los tesoros de Persia y se
proclamó a sí mismo el gran rey. Por esto, incorporó la idea oriental de un rey absoluto dentro
del mundo democrático griego.
En el 330 a.C., Alejandro empujo a la frontera oriental hasta que llegó al Río Indo de
India (ahora Pakistán) en el 327 a.C. Pero, antes que pudo llegar al Río Ganges, su ejército le
forzó a volver.
Después de volver, Alejandro hizo intento de reorganizar su nuevo imperio inmenso, pero
falló por causa de deficiencias personales (su egoísmo, indulgencia, impredecible) y mala
política (el intento de combinar la población de Grecia-Macedonia con los persas). La misma
administración persa fue retenida y reemplazada con griegos.
En el 323 a.C., Alejandro con solo 32 años de edad, se enfermó y murió en Babilonia.
Nunca nombró un heredero ni sucesor. Era un gran líder militar. Guió sus ejércitos por once años
al largo de unos 32.000 kilómetros y nunca perdió una batalla a pesar de ser herido cuatro veces.
Se conoció como “El invencible”. Era seguro de sí mismo, decisivo, generoso; pero inflexible,
enojado, brutal y cruel.
Cuando supieron que el centro político nunca iba a volver a Macedonia, los sátrapas
(gobernadores/generales) empezaron a luchar para dominar a los demás con el fin de unificar el
imperio entero bajo su propio liderazgo. El resultado era una serie de guerras y alianzas. Por fin,
una alianza de sucesores de Alejandro (Tolomeo I en Egipto; Seleuco I en Siria y Mesopotamia;
Lisímaco de Tracia; y Antípatro y su hijo, Casandro, en Macedonia) se unificaron y derrotaron a
Antígono I (Asia Menor) en la batalla de Ipsos, Frigia, en el 301 a.C. El último intento de
Antígono de unificar imperio de Alejandro se fracasó.
Los griegos habitaron Sicilia y el sur de Italia (“Magna Graecia”) por siglos. Siracusa en
Sicilia era la ciudad griega de mayor importancia. Agatocles, líder de Siracusa (317–306 a.C.)
hizo un intento de unificar a los griegos de la región contra la invasión de tribus italianas,
especialmente las de Cartago (norte de África) y Roma; pero se falló.
En el 280 a.C., el rey Pirro de Epiro (oeste de Grecia) invadió a Italia. A pesar de ganar
dos batallas muy costosas contra los Romanos, logró muy poco en fortificar el poder griego en el
sur de Italia. La expresión, “victorias pirras”, significa victorias con demasiado costo que no
valen. Pero, la campaña helenística de Pirro impresionó a Roma y formó la imagen anti-
helenística de Roma contra los reinos y reyes griegos. En los siguientes años, los romanos
conquistaron todo el sur de Italia y Sicilia llegando a ser una provincia romana en el 227 a.C. Sin
embargo, los griegos de la región influenciaron la cultura de Roma.
Este reino, más débil en poder y política que otros reinos helenísticos, no tomaron en
serio el poder creciente de Roma. Era la primera región este de Roma de experimentar la
expansión romana. Roma empezó a dominar Grecia en 167 a.C. (la tercera guerra macedonica).
La región llegó a ser las provincias romanas de Macedonia (148 a.C.) y Acaya (146 a.C.).
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Bitinia era un reino independiente de Tracia al norte de Asia Menor y llegó a ser bajo el
dominio romano en el 74 a.C. también por medio del testamento de su último rey. No tuvo
influencia helenística hasta su período romano.
Capadocia, al este de Asia Menor, también estaba fuera de influencia griega (a veces
independiente y a veces baja Ponto) hasta que llegó a ser un reino súbdito a Roma. Luego llegó a
ser una provincia romana en el 72 a.C.
Ponto, un reino al norte de Asia Menor, era bajo reyes iraníes helenísticos tolerados por
Roma. Las aspiraciones del último rey, Midrídates VI Eupator Dioniso (120–63 a.C.) llegaron en
conflicto abierto con Roma. Nombrado, “el Salvador de los Griegos” y “el Nuevo Dioniso”,
Midrídates conquistó la mayoría de Asia Menor y Grecia hasta el 86 a.C. Sin embargo, después
de una seria de guerras con Roma, Midrídates fue derrotado y su reino helenístico se subyugó
por Roma en el 63 a.C.
Los Ptolomeos fundaron (desarrollaron) tres ciudades griegas: Alejandría (la capital),
Naucratis y Ptolemais. En el 205 a.C., Alejandría era la cuidad mayor del mundo mediterráneo.
Su biblioteca y academia erudita contribuyeron en crear un centro griego muy importante para el
estudio, cultura, filosofía y religión.
Egipto llegó a ser un estado cliente subyugado por Roma en el 145 a.C. Una guarnición
romana fue puesta en el 55 a.C. y después Egipto se consideró la posesión de Roma. En el 30
a.C., Egipto llegó a ser una provincia romana.
Reyes/Líderes Eventos
Cada rey egipcio helenístico tomó el nombre del fundador de la dinastía, Ptolomeo, hijo de un
noble macedonio. Después de Ptolomeo VI, los números y fechas son disputados por los eruditos
por causa de la coincidencia de rivales en competencia que clamaron la posesión del trono.
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El imperio seleucido era una región grande desde Asia Menor en el occidental hasta
Bactría al oriente. Las provincias mayores era Siria norte y Mesopotamia. Los reyes seleucidos
constantemente tuvieron el problema del equilibrio entre la defensa militar de la región grande,
el desarrollo económico y conflictos internos. El control de los centros comerciales en la costa
siria y acceso al Mar Mediterráneo era crucial para los Seleucidos. Sin embargo, el sur de Siria,
Fenicia e Israel estaban bajo el control de Egipto.
Esta situación produjo rivalidad con Egipto y causó una serie de seis guerras entre los dos
imperios para controlar estas regiones entre ellos. Esta rivalidad entre los Ptolomeos y los
Seleucidos se encuentra en Daniel 11. En el 223 a.C., Antíoco III, el grande (223–187 a.C.),
llegó al poder en Siria y puso fin a un siglo de debilidad. En una batalla decisiva en Panio cerca
de la fuente del Río Jordán, Antíoco III derrotó a Ptolomeo V en la quinta guerra siria y la tierra
de Israel llegó a ser baja el control seleucido en el 198 a.C.
Después que Antíoco III ganó control sobre el sur de Siria, Fenicia e Israel, fue al
occidental con su ejército e invadió a Grecia. Pero, los Romanos lo detuvo y derrotó a Antíoco
III primero en Termópilas (la región de Aetolia de Grecia) y luego en Magnesia al Río Meandro
cerca de Éfeso en Asia Menor en el 190 a.C. Antíoco fue forzado a retirarse totalmente de la
provincia de Asia Menor según el tratado de paz de Apamea (Asia Menor, 188 a.C.). Roma
impuso indemnizaciones fuertes contra Antíoco III que causaron problemas financieros e
instabilidad para el imperio seleucido después. El hijo de Antíoco III (el futuro Antíoco IV
Epífanes) fue puesto como finanza encarcelado en Roma hasta que fue intercambiado por su
hermano.
Pero, en el 175 a.C., Antíoco IV Epífanes llegó al poder (175–164 a.C.). Durante la sexta
guerra siria (170–168 a.C.) con Egipto, conquistó todo Egipto con la excepción de Alejandría.
Tuvo que volver a Siria por corto tiempo, pero en la vuelta sacó todos los tesoros del templo en
Jerusalén. Luego volvió a invadir a Egipto otra vez. Sin embargo, Roma lo detuvo cerca de
Alejandría. El cónsul romano, Cayo Popilio Laenas, le encontró e instó a abandonar a Egipto y
Chipre. Cuando Antíoco respondió que tenía que consultar la decisión con sus generales, Popilio
trazó un círculo en la arena alrededor de Antíoco y le dijo, “piénsalo aquí”. Antíoco tuvo que
retirarse o sufrir las consecuencias de guerra contra Roma. Muchos Israelitas se rebelaron contra
Siria cuando escucharon el falso rumor que Antíoco se murió en Egipto. Con la vuelta a
Jerusalén, Antíoco atacó a los judíos con toda su furia con el propósito de poner fin a su religión
y rebelión.
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Sin embargo, como resultado de ser frenado por los romanos y conflictos internos, el
imperio seleucido empezó a bajarse en poder y control sobre otras regiones. Los estados bajo su
poder empezaron a luchar para ganar su independencia como Israel la logró en el 166 a.C.
En el 64 a.C., el General Pompeo conquistó Siria y llegó a ser una provincia romana.
Reyes/Líderes Eventos
Después del 64 a.C., Siria llegó a ser una provincia romana. La mayoría de los reyes seleucidos
tomaron el nombre del fundador de la dinastía, Seleuco I o su padre macedonio, Antíoco.
Israel llegó a estar bajo el control de Alejandro Magno después de la batalla de Iso (333
a.C.) en la cual derrotó a Dario III de Persia. La ciudad de Samaria era la sede del gobernador
persa y resistió al ejército griego; pero fue conquistada y destruida (331 a.C.). Luego fue
reconstruida como una colonia griega con el nombre Sebaste. Jerusalén y Judea se sometieron al
ejército de Alejandro sin resistencia. Por esto, pudieron mantener sus mismos derechos legales,
religiosos y culturales que tenían antes bajo el dominio persa.
Todo esto afectó mucho a los judíos en Israel que vivieron muy de cerca con los griegos.
Muchos aprendieron griego por ser el idioma de comercio, gobierno y literatura. Los griegos
consideraron como bárbaros a los que no hablaron griego. Algunos judíos se adaptaron a las
costumbres griegas.
Después que Alejandro murió y las guerras de los Diadochoi, Israel llegó a ser bajo el
dominio de los Ptolomeos (Egipto) junto con el sur de Siria en el 301 a.C. El dominio ptolemaico
duró un siglo. Los judíos controlaron sus propios asuntos internos. Jerusalén siguió como un
estado de templo. El liderazgo judío estaba bajo el sumo-sacerdote quien reinó con el permiso de
los Ptolomeos. Juntos con el sumo-sacerdote en cuanto a los asuntos seculares y espirituales, los
sacerdotes y ancianos formaron el Sanedrín. No se sabe el origen del Sanedrín puesto que la
única evidencia de su primera existencia era durante este período helenístico.
Durante este período la helenización era pacífica a pesar de que los judíos eran muy
celosos de preservar su cultura, tradición y religión. Cambios de cultura de algunos fueron
tolerados con tal que no había imposición o impedimento de las prácticas religiosas de los judíos.
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Por lo general, los judíos estaban contentos con el dominio ptolemaico hasta el medio del tercer
siglo a.C.
Muchos judíos emigraron a Alejandría en Egipto que era un centro clave de la diáspora
judía. Según La carta de Aristeas, Ptolomeo I atacó a Jerusalén y por fuerza llevó muchos judíos
esclavos a Alejandría, pero después vivieron en libertad tanto en Jerusalén como en Alejandría.
La carta tiene mucho mito y el ataque es dudoso. La verdad era que la colonia judía en
Alejandría era grande, ellos aprendieron griego y recibieron derechos civiles juntos con los
griegos. Ellos tradujeron el Antiguo Testamento, empezando con el Pentateuco, a griego. Se
llama la Septuaginta (LXX) por causa del mito que fue la obra milagrosa de 72 escribas de Judea
según La carta de Aristeas porque el rey Ptolomeo II Filadelfo (285–247 a.C.) quería tener una
copia en su biblioteca. La verdad era que los judíos en la sinagoga tenían la necesidad de una
traducción del Pentateuco para entender las lecturas. Ellos empezaron con la Ley de Moisés
cerca del 250 a.C. y terminaron los libros (incluso otros libros más) alrededor del 125 a.C.
Israel sufrió las seis guerras sirias por ser el puente entre Siria y Egipto. En la quinta
guerra siria, Antíoco III el Grande (223–187 a.C.) derrotó a Ptolomeo V Epífanes (204–180 a.C.)
en el 198 a.C. con el resultado que Israel llegó a ser subyugado por Siria en lugar de Egipto.
Jerusalén apoyó a Antíoco III en esta guerra con el resultado que ellos ganaron sus privilegios
como un estado de templo con nuevos favores (p.e., los gastos del templo fueron pagados por los
fondos del estado).
Jasón (de la descendencia de Sadoc) tomó el sumo sacerdocio en el 175 a.C. por medio
de un soborno grande pagado a Antíoco IV quien tenía necesidad de dinero para pagar tribuno a
Roma. Al mismo tiempo, Jasón prometió reconstituir a Jerusalén de un estado-templo a una
ciudad-estado griega por medio de un proceso de helenización. Iba a establecer un concilio civil,
derecho ciudadano de votar, un gimnasio (un centro educativo helenístico) y un sistema
educativo griego. Habría incluido cambios religiosos.
En el 172 a.C., Jasón se reemplazó por Menelao (el hermano del capitán del templo y sin
descendencia de Sadoc, 2 Macabeo 4:32; 3:4). Menelao le ofreció mucho más dinero a Antíoco
para comprar el puesto de sumo-sacerdote. Para pagar el soborno, Menelao robó el tesoro del
templo.
Bajo los Seleucos, el oficio de sumo-sacerdote ya no era de descendencia y por vida, sino
llegó a ser un puesto político comprado y vendido al mejor postor. El hecho de que había sumo
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En los años 170–168 a.C., Antíoco IV llevó dos campañas militares contra Egipto (la 6a
guerra siria). En la vuelta de su primera campaña, rellenó su propio tesoro con el tesoro del
templo en Jerusalén. Con su salida, los judíos conservadores encarcelaron a Menelao, el sumo-
sacerdote, y tomaron control de la ciudad. Era el comienzo de la rebelión judía contra los sirios y
Antíoco tomó una venganza muy cruel.
Durante la segunda campaña a Egipto, Antíoco se humilló en Alejandría por los romanos.
Tuvo que abandonar a Egipto completamente. Humillado por los romanos y molesto por la
rebelión judía, Antíoco pasó por Jerusalén en su camino a Siria en el 168 a.C. Conquistó a
Jerusalén, destruyó sus muros, la reconstituyó como una ciudad griega y prohibió la religión
judía.
En el 167 a.C., Antíoco forzó la helenización de los judíos en Jerusalén por decreto real.
Abolió la constitución del templo (la Ley y sus tradiciones). Prohibió la práctica de sábado,
circuncisión y sacrificios. Destruyó copias de la Ley. Convirtió el templo a un lugar de adoración
de Zeus Baal Shamayin (el dios de Siria helenizado) y sus consortes, Atenea y Dionisia.
Construyó una ciudadela (el Acra) en el área del templo y puso una guarnición de soldados.
Persiguió a los judíos piadosos.
Los decretos de Antíoco de establecer los nuevos cultos religiosos griegos y prohibir la
religión judía en Judea tomaron efecto en Kislev (diciembre) del 167 a.C. y continuaron hasta
Kislev del 164 a.C. (Josefo Antigüedades 12.5.4). Comer puerco era la prueba de lealtad al Rey.
Los que lo rehusaron eran parte de la resistencia contra Antíoco. Un altar más pequeño fue
puesto sobre el gran altar de holocaustos en el templo y puercos fueron sacrificados en el altar
pequeño como un insulto supremo al judaísmo. Los judíos lo odiaron tanto que le llamaron
Epimanes (fuera de su mente) en lugar de Epífanes (manifestación de dios) (Polibio 26.10).
La helenización forzada era rechazada por la mayoría de los judíos. Muchos sufrieron la
persecución y martirio. Los eventos para muchos eran señales de los últimos tiempos que serán
seguidos por el juicio de Dios y la llegada del Mesías después. Otros huyeron a los montes de
Judea para unirse con guerrilleros dedicados a una rebelión armada. Todo llegará a la gran
rebelión macabea.
cabeza de la familia de los asmoneanos descendientes de Asmón. Tuvo cinco hijos: Juan, Simón,
Judas (llamado El martillo, “Macabeo”), Eleazar y Jonatán. Matatías mató un judío que estaba a
punto de ofrecer un sacrificio pagano en un altar local. Además, mató al oficial real quien ordenó
el sacrificio. El hecho inició la rebelión abierta y una guerra de guerrilleros judíos contra los
sirios. Los Hasidim (“piadosos”) apoyaron a Matatías y sus hijos en su rebelión contra la
helenización forzada. El movimiento de resistencia era una guerra santa contra todos los
elementos helenísticos en Judea. Bandas de guerrilleros destruyeron altares paganos, castigaron
judíos helenísticos e invitaron a judíos fieles a la Ley a unirse a la cruzada.
Judas tomó el liderazgo de la rebelión en el 166 al 160 a.C. Su apodo era, “el martillo”
(Macabeo). Por esto, todos los hijos de Matatías y la familia asmoneana se conocieron como “los
Macabeos”. Los judíos pudieron ganar mucho puesto que Antíoco IV tuvo que luchar con los
partos en el oriente. El general sirio, Lisias llegó a Judea para poner fin a la rebelión.
Al principio, Judas tuvo éxito contra los sirios. Capturó Jerusalén de nuevo con la
excepción de la ciudadela ocupada por soldados sirios. En el mes de Kislev (diciembre) del 164
a.C., consagró un nuevo altar y renovó los sacrificios diarios en el templo. Desde la fecha, los
judíos celebran Hanukkah, la fiesta de dedicación o fiesta de luces (Juan 10:22-23). Se
restauraron la libertad religiosa.
El mito de luces es que no había suficiente aceite para los siete días de dedicación del
templo, pero milagrosamente la menorá siguió con luz. Dios proveyó la luz y aceite cuando se
acabó suficiente aceite. Pero, el mito no se encuentra en las antiguas historias del evento sino
muchos siglos después.
Muchos judíos estaban contentos con este logro puesto que alcanzaron la libertad
religiosa y el culto del templo se reestableció según el criterio de los Hasidim (piadosos).
Muchos estaban contentos con el sumo-sacerdote, Alcimo, quien fue puesto por los sirios. Era de
la familia de Aarón, pero no de la descendencia de Sadoc. Pero, Judas y sus seguidores querían
independencia nacional y no solo religiosa. Muchos de los Hasidim no apoyaron al principio la
lucha por la independencia nacional.
En el 161 a.C., Judas estableció un pacto de defensa mutua con los Romanos y esta
relación siguió al largo de la dinastía asmoneana. Judas se murió en una batalla contra el ejército
sirio en el 160 a.C. Su hermano, Jonatán, llegó a ser el líder de la rebelión (160–143 a.C.). Al
mismo tiempo había luchas de poder para controlar el trono en Siria y Jonatán aprovechó de la
situación y ganó mayor libertad para Israel.
El sumo-sacerdote, Alcimo murió en el 160 a.C. y el ofició se quedó vacío hasta que
Jonatán tomó el ofició en el 153 a.C. con el apoyo de los sirios. La familia asmoneana era levita,
pero no era descendiente de Sadoc; sin embargo, desde este punto y adelante, ellos tomaron el
oficio tanto del sumo-sacerdote como el liderazgo real. Los mismos sirios le nombró el
“strategos” (comandante militar) y gobernador de Judea. Así que, Jonatán llegó a ser el líder
militar, civil y religioso de los judíos. Esta combinación de oficios en un solo individuo era el
comienzo de una dinastía asmoneana del control absoluto de liderazgo religioso y real.
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En contraste con sus antecedentes, recibió gran apoyo. En el 140 a.C., fue confirmado por
una gran asamblea de sacerdotes y judíos como el comandante militar, gobernador y sumo-
sacerdote “hasta la aparición de un profeta digno de fe” (1 Mac 14:41). Así que la dinastía
asmoneana se fundó con el apoyo de los judíos, sirios y romanos. Por la primera vez desde la
cautividad babilónica (586 a.C.) los judíos ganaron independencia del control gentil. Bajo
Simón, los judíos lograron una independencia política y paz con otras naciones (1 Mac 14:8-15).
Simón reinó hasta que fue asesinado por su yerno, Ptolomeo, en un golpe de estado en el
134 a.C. (1 Mac 16:11-22).
Los macabeos ganaron libertad religiosa bajo Judas (164 a.C.), pero luego tomaron el
oficio de sumo-sacerdote bajo Jonatán (153 a.C.) y ganaron independencia política bajo Simón
(140 a.C.). Después, van a conquistar mucho de la antigua tierra de Israel bajo Juan Hircano.
Juan Hircano I (134–104 a.C.), el hijo de Simón, logró libertad de nuevo de los sirios,
gobernó Judea y empezó a conquistar el resto de la antigua Israel.
En el 133 a.C., Antíoco VII volvió a controlar Judea por cinco años (133–128 a.C.).
Después de su muerte, no hubo otro rey fuerte en el trono sirio. El reino seleucido perdió su
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poder militar y no era mayor amenaza a la independencia judía. Al partir del 128 a.C., Juan
Hircano quiso conquistar toda la tierra de Israel y usó mercenarios. Destruyó el templo en el
monte Guerizín y subyugó a los samaritanos. Invadió a Idumea (el antiguo Edom) y forzó
judaísmo. Los idumeos llegaron a ser prosélitos judíos por fuerza. Por esto, la familia idumea de
Antipatro y su hijo Herodes eran prosélitos judíos.
Además, Juan Hircano I conquistó la costa y las ciudades griegas en la antigua tierra de
Israel. Renovó la alianza con Roma. Sin embargo, su campaña de poder sobre toda Israel no tuvo
apoyo entre muchos judíos y recibió oposición de parte de los Fariseos. Los Fariseos eran
“Hasidim” que se quedaron activos en Jerusalén. Eran muy celosos en su aplicación de la ley de
Moisés a la vida diaria judía. Según los fariseos, los asmoneanos no tenían el derecho de reinar
sobre Israel ni oficiar como los sumo-sacerdotes. Por esto, Juan Hircano buscó apoyo de los
Saduceos que dominaron el Sanedrín y apoyaron sus esfuerzos de conquistar toda Israel como
sumo-sacerdote y rey.
Los asmoneanos tuvieron dos metas. Querían expandir el territorio y poder de la nación
de Israel y querían subyugar a todos los habitantes de Israel bajo la religión judía. Todos fueron
forzados a ser prosélitos por motivos políticas más que razones religiosas.
Aristóbulo I (104–103 a.C.) era el hijo mayor de Juan Hircano tomó el poder cuando su
padre murió. Era el primer asmoneano que se proclamó a sí mismo, “rey”. Tuvo éxito en
conquistar Galilea para que sea un lugar seguro para la colonia judía en la región. Pero, murió de
repente en el año 103 a.C.
Alejandro Janeo (103–76 a.C.) era el tercer hijo de Juan Hircano y llegó a ser el sumo-
sacerdote y rey. Continuó la política imperial de sus antecedentes. Ganó control sobre toda Israel
con un territorio igual que durante los tiempos del Rey Salomón (950 a.C.) con el uso de
mercenarios extranjeros.
Políticamente, era la era dorada de colmo de control sobre toda Israel después del exilio.
Pero, Alejandro Janeo era un rey militar sin interés en las cuestiones espirituales del oficio
sacerdotal. Hubo conflictos internos por causa del judaísmo forzado dentro de los habitantes
conquistados y por causa de la oposición farisaica.
Una rebelión abierta comenzó en el 94 a.C. seguida por seis años de guerra civil.
Alejandro Janeo, una vez victorioso, tomó venganza cruel y públicamente crucificó ochocientos
rebeldes (mayormente Fariseos) cerca de Jerusalén. Su crueldad causó la muerte de cincuenta mil
personas en seis años (Josefo Ant. 13.376), y horror y miedo entre los judíos.
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Hircano II y Aristóbulo II lucharon entre ellos por el control de Israel entre el 67 hasta
el 63 a.C. Cuando Alejandra se murió, sus dos hijos pelearon para ganar el control del trono y el
oficio del sumo-sacerdote. Hircano II tenía el derecho legal del trono y sumo-sacerdocio, pero
fue forzado por su hermano menor, Aristóbulo II, a buscar refugio con los Árabes Nabateos en
Petra (el antiguo Moab). Aristóbulo II tomó control de Jerusalén.
Con la ayuda del rey nabateo, Aretas III, y Antipatro, el gobernador de Idumea (el
antiguo Edom), Hircano II atacó a Jerusalén. Antipatro era el padre de Herodes el Grande. Los
dos lados buscaron ayuda del Pompeo, el general romano. Pompeo estaba en marcha desde el
norte porque acababa de conquistar a los seleucidos en Siria. Pompeo atacó a Jerusalén porque
Aristóbulo II defendió la ciudad, pero se rindió después de un sitio de tres meses.
Hircano II y la mayoría del pueblo abrieron las puertas de Jerusalén a los romanos en el
63 a.C. Los judíos perdieron todo su territorio con la excepción de Judea, Galilea, Perea e
Idumea. Los romanos subyugaron toda esta región judía bajo un fuerte tributo.
Pompeo entró dentro del lugar santísimo del templo y descubrió que era totalmente vacío.
Pero, instaló a Hircano II como el sumo-sacerdote (63–40 a.C.). La era de independencia judía se
acabó. La dinastía asmoneana llegó a su fin a pesar de que miembros de la familia continuaron
en la vida política de la región por varias décadas después.
Aristóbulo II fue llevado preso a Roma, pero uno de sus hijos, Antígono, se escapó y
volvió a la región.
Durante el período de Israel bajo la dinastía asmoneana (143–63 a.C.), los judíos
ganaron independencia política y dominaron toda la región culturalmente y religiosamente. La
antigua tierra de Israel llegó a ser más judía durante este período y su cultura y religión era
dominante hasta el segundo siglo d.C.
Al mismo tiempo, el judaísmo de la región era muy diverso con algunos judíos
helenísticos y otros que resistieron la influencia griega. Dos grupos mayores se dividieron en
competencia políticamente y religiosamente, los Saduceos y los Fariseos. Los Saduceos
apoyaron a la aristocracia de los reyes asmoneanos. Eran más tolerantes de influencias
helenísticas, respetaron solo el Pentateuco como su Escritura y controlaron el Sanedrín y el culto
del templo.
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Los Fariseos eran descendientes de los “Hasidim” y resistieron a los asmoneanos como
líderes ilegítimos. Ellos querían que el oficio de sumo-sacerdote fuera limitado a la familia de
Sadoc y que el rey fuera de la casa de David. Además, criticaron a la aristocracia y sacerdocio
por influencias helenísticas. Los Fariseos impusieron una aplicación estricta de la Ley de Moisés
para la vida diaria de los judíos. La pureza necesaria para sacerdotes en el templo era también
necesaria para toda la vida diaria. Aceptaron todo el resto del Antiguo Testamento como
Escritura. Por esto, creyeron en milagros, ángeles y la resurrección futura de Israel. Eran mucho
más mesiánicos en sus esperanzas futuras.
Había una fuerte decepción entre la gente común porque los líderes asmoneanos llegaron
a ser tan corruptos como los griegos. En vez de establecer un reino eterno mesiánico de justicia
en Israel, ellos se pelearon entre sí para dominar la nación para sus propios intereses. Entre los
judíos conservadores mesiánicos y apocalípticos, los asmoneanos fallaron en su obediencia a la
Ley de Moisés porque no nombraron un sumo-sacerdote de la familia de Sadoc y no buscaron un
rey davídico. Al contrario, eran más líderes helenísticos que judíos. Al final, Dios juzgó a la
nación desobediente una vez más con la conquista de los romanos. Pero, con la subyugación
fuerte de los romanos, impuestos y tributos, los judíos eran más decepcionados y amargados.
Buscaron otra vez su libertad de los Romanos y un futuro Mesías davídico de justicia en Israel.
Reyes/Líderes Eventos
En el año 753 a.C., la ciudad de Roma fue fundada por Rómulo en el Río Tíber en el
centro de Italia y fortificada bajo el dominio etrusco. Cerca del 510 a.C., Roma fue librada del
dominio etrusco con la salida del Rey Tarquino. El rechazo del rey como gobierno era bien clave
en las actitudes políticas de los romanos.
Roma llegó a ser una república aristocrática dominada por varias familias de “patriarcas”
(dueños de terrenos, la nobleza) que formaron el Senado. El Senado asignó todos los sacerdotes,
oficios públicos y dos “praetores” (cónsules) que gobernaron el estado por un año. La mayoría de
la población era la gente común, “plebianes”.
A lo largo de los quinta y cuarto siglos, Roma preservó su independencia. En el 387 a.C.,
tribus céltas (los galos) quemaron la ciudad de Roma, pero con gran tributo pagaron su libertad.
Roma, por fin, logró el control del centro de Italia en el 280 a.C. Entre el 280 hasta el 275 a.C.,
Roma peleó una seria de guerras contra el Rey Piro de Epiro (Grecia occidental). Logró el
control del centro y sur de Italia.
La República Romana expandió oeste y este durante el 270 al 133 a.C. Logró el control
del mediterráneo occidental por medio de una serie de guerras púnicas contra Cartago. Llegó a
dominar las regiones alrededor del mar mediterráneo por medio de establecer provincias bajo
gobernadores asignados por el Senado. La segunda guerra púnica era especialmente costosa para
Roma en sus grandes batallas con Aníbal de Cartago. Aníbal atacó y derrotó a los romanos por
medio de cruzar los Alpes (218–216 a.C.), pero los romanos ganaron por fin en el 202 a.C. La
segunda guerra púnica (149–146 a.C.) resultó en convertir el norte de África en una provincia
romana. Roma también dominó España, Francia, Alemania y Britania.
Luego, una serie de guerras resultó un el dominio de la región oriental del mar
mediterráneo. Después de cuatro guerras macedónicas (214–205; 200–196; 171–167; y 150–148
a.C.), los romanos subyugaron a los griegos y organizaron las provincias de Macedonia (148
a.C.) y Acaya (146 a.C.; la ciudad de Corinto fue destruida). La provincia de Asia se estableció
en el 133 a.C. cuando Atalo III de Pérgamo entregó su reino a Roma.
Hircano II era un líder títere como sumo-sacerdote sin derecho real en Judea bajo
Antipatro II. Los romanos le otorgaron al poderoso idumeo el control de Idumea, Judea, Samaria,
Perea y Galilea. Las ciudades griegas, conocidas como la región de “Decápolis” (10 ciudades),
recibieron independencia. Pompeo llevó muchos judíos como esclavos a Roma quienes entraron
a la comunidad judía en Roma después de su libertad.
Antígono volvió a Israel como el rey-sacerdote asmoneano otra vez (40–37 a.C.).
Por lo general, Roma no metió en los asuntos internos de la vida religiosa de las
poblaciones conquistadas. Judaísmo era una religión legal al largo del Imperio Romano durante
casi todo el período de control romano.
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El resultado era que los judíos gozaron bastante libertad legal, económica, social y
religiosa bajo la estructura del Sanedrín y sinagoga.
Octavio celebró su victoria sobre Marco Antonio en el 31 a.C., y luego (30–27 a.C.)
estableció una monarquía romana conocida como el “principado”.