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ÁMBITO TEMPORAL DE VALIDEZ DE LA LEY PENAL. leer todo

Estrechamente vinculado con el principio de legalidad, está el tema de las disposiciones

legales que regulan la sucesión de leyes en el tiempo.

Como se vio, tanto el art. 18 de la Constitución Nacional, como dos de los tratados

internacionales con jerarquía constitucional suscripto por nuestro país ( la Convención

Americana de Derechos Humanos art. 9; y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos art. 9, punto 1) consagran el principio de legalidad, una de cuyas manifestaciones

esenciales es la prohibición de aplicación retroactiva de toda ley penal más gravosa o

incriminante.

Si éstas fuesen la únicas normas el principio general sería el de aplicar siempre la ley del

momento del hecho, que como ya sabemos, es la que rige al momento en que se realiza la

acción. Sin embargo, hay otras disposiciones, que ya no tienen como fundamento al

principio de legalidad, pero que, en forma complementaria definen los criterios que rigen la

determinación de la ley penal aplicable en la sucesión de leyes en el tiempo: Tales son las que

establecen que siempre debe aplicarse la ley penal más benigna ( Convención Americana de

Derechos Humanos, art. 9 “in fine” 1 ; Código Penal, art. 2 2 ).

Esta disposición adquirió rango constitucional con la incorporación a nuestro derecho

positivo de las disposiciones del Pacto de San José de Costa Rica, y en razón de lo dispuesto

por el art. 75, inc. 22 que reconoce a la Convención Americana de Derechos Humanos,

jerarquía constitucional en las condiciones de su vigencia, por lo que la situación es muy

diferente respecto de lo que acontecía cuando sólo estaba contemplada en el art. 2 del Código

1
“Si con posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente
se beneficiará de ello.”
2
Si la ley vigente al tiempo de cometerse el delito fuere distinta de la que exista al pronunciarse el fallo o en el
tiempo intermedio, se aplicará siempre la más benigna. Si durante la condena se dictare una ley más benigna, la
pena se limitará a la establecida por esa ley. En todos los casos del presente artículo, los efectos de la nueva ley
se operarán de pleno derecho.”
2

Penal, el cual por ser ley común, podía ser modificado por otra ley posterior de igual

jerarquía.

Del juego armónico de ambas disposiciones- irretroactividad de la ley penal más gravosa o

incriminante y aplicación de la ley más benigna-surgen los criterios que rigen el ámbito

temporal de validez de la ley penal, pudiendo darse alguna de las siguientes situaciones.

1.- Puede ser que la ley penal vigente al momento de cometerse el hecho haya sido

reemplazada por otra ley, en cuyo caso, la ley aplicable se determina en función de las

siguientes consideraciones.

A) Si la nueva ley es la que rige al momento en que se va a dictar sentencia, y es ésta

aplicable por ser más benigna, se da el supuesto de retroactividad de la ley penal (una ley se

aplica a situaciones ocurridas con anterioridad a su entrada en vigencia)

B) Si, por el contrario, la ley derogada era la más beneficiosa para el autor del hecho, es

aquella la que se debe aplicar, dándose entonces el supuesto de la ultra actividad de la ley

penal (una ley se sigue aplicando aún cuando ya ha sido derogada por otra ley posterior).

C) Puede ocurrir que la ley que corresponda aplicar no sea ni la que regía al momento en que

se cometió el hecho, ni la que rige al momento en que se va a dictar sentencia, sino una ley

intermedia. Se denomina ley intermedia a aquella cuya vigencia comienza con posterioridad a

la fecha en que se cometió el delito pero pierde tal condición al ser reemplazada por otra ley

antes de dictarse sentencia. En tal situación tenemos al menos tres leyes: la que regía al

momento de realizarse la acción delictiva; la intermedia y la que rige al momento en que se

debe dictar sentencia.

En tal caso, si la ley intermedia, es la más benigna, ésta es la que se debe aplicar,

produciéndose así una circunstancia muy especial, en razón de que por una parte es

retroactiva, al resolver hechos ocurridos con anterioridad a su entrada en vigencia; pero desde

otra perspectiva es ultra activa, ya que se sigue aplicando a pesar de haber sido derogada.
3

2.- Puede ser que, luego de haberse dictado sentencia condenatoria, entre en vigencia una

nueva ley penal.

En este caso, si esa nueva ley es más benigna, debe aplicarse retroactivamente, cediendo el

principio de la cosa juzgada en aras de tal solución. Ejemplo: Luego de haber sido condenado

y mientras está cumpliendo la condena se decriminaliza (deja de ser delictiva) la acción por la

que fue condenado. En tal caso, la nueva ley debe aplicarse retroactivamente. Debe aclararse

que el límite temporal para aplicar retroactivamente la nueva ley penal más benigna no está

dado por el cumplimiento de la pena, sino que aún cuando ya se haya cumplido la condena

corresponderá su aplicación en la medida que perdure algún efecto jurídico de aquella.

Ejemplo: Si con posterioridad al cumplimiento de la condena el mismo sujeto comete un

nuevo delito, no corresponderá declararlo reincidente si una ley posterior había

decriminalizado la acción por la que fue condenado originalmente.

E n todos los casos, el tribunal sentenciante debe aplicar de pleno derecho la nueva ley más

benigna, esto es, sin que sea necesaria una petición expresa del interesado o de su abogado

defensor. (Art. 2 del C.P.).

Hasta aquí, las reglas que rigen la sucesión de leyes en el tiempo. Corresponde ahora precisar

los parámetros en base a los cuales se determinan en qué casos una ley se considera más

benigna que otra.

En primer lugar, al hablar de ley, y siendo que, normalmente ésta se integra con precepto

(tipo penal) y sanción, la mayor benignidad puede ser la consecuencia de una modificación

de cualquiera de ellos. Así, no sólo es más favorable la ley que establece pena menor o menos

grave. También es, obviamente, aquella que por alguna razón no contempla a la acción que se

debe juzgar dentro de su materia de prohibición, es decir no la considera delictiva.

No siempre una ley penal está compuesta por un tipo penal y su correspondiente pena.

Numerosas disposiciones jurídico-penales, como por ejemplo, todas las del Libro Primero del
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Código Penal (arts. 1 a 78), al no contemplar a los delitos en particular, no responden a esta

estructura. Sin embargo, estas disposiciones también inciden de manera determinante en la en

la mayor o menor gravedad de una ley penal.

Esto es lo que hace que frecuentemente no sea sencillo determinar que ley es la más

favorable, ya que la nueva norma puede contemplar varios aspectos, alguno de los cuales

pueden beneficiar y otros perjudicar al sujeto. Piénsese por ejemplo, en la situación que se

produciría si se reemplazase nuestro actual código penal por otro. En tal caso, las variaciones

entre las disposiciones de una y otra ley pueden darse en múltiples temas, como ser, respecto

a las acciones que se consideran típicas (penalmente relevantes), condiciones de justificación

o de inculpabilidad, clase de pena, montos de la pena, condiciones para su aplicación (pena

en efectivo o condicional) , requisitos para obtener la libertad condicional, supuestos en base

a los cuales se configura la reincidencia, lapsos de prescripción de la acción y de la pena, etc.;

todo lo cual puede llevar a que algunas de estas disposiciones sean más favorables en la ley

derogada y otras lo sean en la nueva ley penal.

Se debe tener presente, que la mayor benignidad de una ley no se puede determinar en

abstracto, esto es, de la simple lectura del contenido de las sucesivas leyes que han tenido

vigencia en el tiempo. La única forma de resolver correctamente la cuestión es analizarlas en

su posible aplicación al caso concreto y respecto a cada uno de los sujetos (autores, cómplices

o instigadores) intervinientes en el mismo. Veámoslo en el siguiente ejemplo:

Tres personas intervienen como coautores en un hecho delictivo. Al momento de comisión

del delito regía la ley “A”; ésta es luego derogada por la ley “B”, la cual pierde vigencia

antes de dictarse sentencia en la causa, al ser reemplazada por la ley “C”.

El procedimiento a seguir para determinar cuál es la ley penal aplicable, consiste en comparar

los efectos que producirían la aplicación de las distintas leyes en cada uno de los sujetos

intervinientes, y ver cuál de ellas resulta integralmente más favorable para cada partícipe.
5

Si, por ejemplo, la ley “A” resulta ser la más benigna para uno de los autores, mientras que

es la ley “ B” la más favorable para el otro autor, siendo más ventajosa la ley “C” para el

tercero de los intervinientes en el hecho, la solución correcta será resolver el caso mediante la

aplicación a cada uno de los sujetos de aquella ley que le sea más favorable, con lo que

queda claro que es posible y legalmente admisible la aplicación de más de una ley penal a un

mismo caso.

Sin embargo, debe cuidarse de caer en el error de pretender aplicar parcialmente a cada sujeto

más de una ley mediante la selección de aquellas partes, de las distintas disposiciones

jurídicas, que resulten más ventajosas, lo que sería incorrecto. La aplicación a cada partícipe

de contenidos parciales de las sucesivas leyes, sería inconstitucional, en razón de que el juez

estaría usurpando una facultad propia del poder legislativo al no aplicar al caso ninguna de

las leyes que tuvieron sucesiva vigencia en el tiempo ( “A”, “B”, o “C”), sino otra distinta

(que podríamos llamar la ley “D”) que se elaboró con las distintas partes seleccionadas de

cada una de las leyes.

Por tal razón, luego de definir, sobre la base de los criterios expuestos, cuál es la ley más

benigna, ésta deberá aplicarse integralmente sin que puedan reemplazarse ninguna de sus

disposiciones por las de alguna de las otras leyes. Esto es siempre así, con una única

excepción: las atinentes al cómputo de la prisión preventiva.

En efecto, el artículo 3 del Código Penal dispone: “En el cómputo de la prisión preventiva se

observará separadamente la ley más favorable al procesado”.

El cómputo de la prisión preventiva establece como se contabilizará y descontará de la pena

que finalmente le corresponda al sujeto, el tiempo que ha permanecido privado de su libertad

cautelarmente. La prisión preventiva es un instituto de naturaleza procesal cuya regulación

compete a los códigos de procedimiento penal de cada provincia, en los que se fijan las

condiciones que habilitan la privación de libertad de una persona acusada de haber cometido
6

un delito mientras dura el proceso. El período de permanencia en prisión durante el proceso

no es cumplimiento de pena, pues al no haber aún condena firme no puede haber

cumplimiento de pena, sino que su encerramiento cumple una función de carácter cautelar.

Sin embargo, es de estricta justicia que todo el tiempo que permaneció el procesado en tal

condición, se le descuente luego de la pena que debe cumplir en razón de la condena

impuesta. Por ello, la ley penal establece la forma y modo de contabilizar ese tiempo

descontándolo de la sanción. Esto es lo que establece el art. 24 del C.P., el cual partiendo de

la base de que la pena de reclusión es más grave que la de prisión, dispone que por cada día

de prisión preventiva se descontará un día de la pena de prisión; y por cada dos días de

prisión preventiva se descontará uno solo de la pena de reclusión.

Volviendo al análisis del artículo 3 del C.P., el mismo impone al juez el deber de seleccionar

entre todas las leyes que han tenido vigencia en el tiempo-desde que se ejecutó el hecho y

hasta el momento en que perdure algún efecto jurídico de la condena 3- aquél cómputo de la

prisión preventiva que sea más favorable para el procesado, aunque esta disposición esté

contemplada en una ley distinta de la que se consideró-en los otros aspectos, claro está- como

la más beneficiosa para el sujeto. En esta situación el juez no se estaría convirtiendo en

legislador al aplicar a un mismo sujeto disposiciones correspondientes a cuerpos legales

diferentes, debido a que es la propia ley la que establece este procedimiento a seguir.

Ejemplo: Si un sujeto cometió un delito durante la vigencia del actual código penal y luego

se modificara integralmente por un nuevo código, el que resulta aplicable por ser más

favorable para el sujeto, se deberán, no obstante, considerar las disposiciones en materia de

prisión preventiva del código derogado si el cómputo que establece es más beneficioso para

el procesado; en todo lo demás regirían las previsiones de la nueva ley.

3
Aclara Zaffaroni que “por duración de la condena debe entenderse cualquier tiempo en que persista algún
efecto jurídico de la sentencia condenatoria, que abarca el registro de la misma en el correspondiente organismo
estatal, el cómputo de sus efectos para obtener cualquier beneficio o incluso las dificultades que puede acarrear
al autor en el ámbito administrativo o laboral.” (Derecho Penal-Parte General, ediar, año 2000, pág. 116.
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ALCANCES DEL PRINCIPIO DE APLICACIÓN DE LA LEY MÁS BENIGNA

RESPECTO A LAS LEYES PENALES EN BLANCO Y A LAS LEYES TEMPORALES Y

TRANSITORIAS.

Cuando la exigencia de aplicación de la ley penal más benigna estaba sólo en el código

penal, se sostuvo en doctrina que, al ser una ley común la que establecía este principio, el

mismo podía ser reemplazado por otra ley posterior de igual jerarquía. Esto es lo que ocurría

con las denominadas leyes temporarias y transitorias a las que se les reconocía el efecto de

contener una implícita derogación del art. 2 del C. P.

Las leyes temporarias son aquellas que fijan su auto abrogación señalando un tiempo de

vigencia de la misma, superado el cual deja de ser aplicable. Las transitorias, por el

contrario, no establecen un tiempo preciso de vigencia sino que lo condicionan a la

permanencia de aquellas circunstancias especiales que determinaron su sanción. Ejemplo de

estas últimas son aquellas que, tomando en consideración la mayor desprotección en que se

encuentran ciertos bienes como consecuencia de extraordinarias situaciones, como ser

terremotos, inundaciones, etc, elevan la escala penal de los delitos contra la propiedad al

quedar éstos expuestos a la rapiña por parte de terceros.

Se suele afirmar que estas leyes implican una derogación implícita del principio de

aplicación de la ley penal más benigna 4, argumentando que, de lo contrario, carecerían

prácticamente de efecto, pues al ser siempre estas leyes más gravosas, y teniendo en

consideración la duración de los procesos penales en los que la sentencia se dicta

frecuentemente varios meses, o en algunos casos años, después de la fecha en que se cometió

el hecho, ello llevaría a que todos los ilícitos cometidos en los últimos tiempos de vigencia de

la ley-temporaria o transitoria- se terminarían resolviendo en base a la nueva legislación la


4
Esto fue lo que sostuvo la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en Fallos: 247:403; 250:205; 251:45;
253:93; entre otros (citado por Zaffaroni-Alagia-Slokar, Derecho Penal-Parte General, pág. 115, nota 69; y es el
pensamiento de un importante sector doctrinario.
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cual al ser más benigna, se debería aplicar retroactivamente en base a lo dispuesto por el art.

2 del C.P. Por ello, para evitar la pérdida de eficacia, se sostiene el carácter ultra activo de

estas leyes.

Pero es el caso que, actualmente, el principio de la ley penal más benigna ya no tiene una

base meramente legal, sino constitucional al estar contemplado en la Convención Americana

de los Derechos Humanos (art.9, in fine), como en el Pacto Internacional de Derechos Civiles

y Políticos (art.15, punto 1) y ser éstos tratados a los que el art. 75, inc. 22 de nuestra carta

magna reconoce tal jerarquía.

Esta nueva situación ha llevado a que se ponga en cuestión la afirmación de que aplicación

de la ley penal más benigna no rige respecto a las leyes temporarias y transitorias, con el

sólido argumento de que una ley infraconstitucional (ley común), no puede limitar los

alcances de una disposición de superior rango (lo dispuesto en un tratado). Se sostiene así,

que actualmente el principio no admite excepciones legales.5 6

En verdad, el problema es más general. Su incidencia se percibe no sólo respecto a las leyes

transitorias o excepcionales sino también a las leyes penales en blanco e inclusive, en los

elementos normativos del tipo, cuando se produce un cambio en la ley extrapenal-al cual

remite la ley penal en blanco o que delimita el concepto del elemento normativo del tipo- que

influye favorablemente en la situación del imputado mejorando su situación. El interrogante a

contestar es si la retroactividad de la ley más benigna es un principio sin excepciones o si por

el contrario, en ciertas circunstancias son admisibles restricciones a su aplicación.

La cuestión central, a mi entender, pasa por una toma de posición respecto a si las

disposiciones que limitan los alcances de la prohibición, justificación, o punibilidad son

5
Zaffaroni, Eugenio R. “Manual de Derecho Penal”, ediar, 1985, pág. 178/180
“Derecho Penal-parte general”, pág. 115/ 117. Sostiene que las leyes penales temporarias o excepcionales han
sido “...claramente abolidas en el derecho argentino desde la reforma constitucional de 1994...” (ob. Cit., pág.
117).
6
En igual sentido, Fierro, Guillermo J. “Aplicación de la ley penal más benigna”, comentario al art.2 del C.P.,
publicado en “Código Penal y normas complementarias-análisis doctrinario y jurisprudencial”,dirección a cargo
de Baigún-Zaffaroni, hammurabi, B.As., 1997 tomo 1, pág. 70.
9

susceptibles de restricción mediante una interpretación teleológica o, por el contrario debe

estarse a su literalidad.

Es verdad que ni del art. 9 de la Convención Americana de Derechos Humanos, ni del art.

15, punto 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos no surgen limitaciones a

la exigencia de aplicación de la ley más benigna. Adviértase además, que la referida norma

no refiere sólo a una ley penal más benigna sino a cualquier clase de ley, por lo que las

modificaciones de normas extrapenales deberán tomarse en cuenta para aplicarse

retroactivamente si a consecuencia de ellas se produce una mejora en la situación del

partícipe de un delito.

Una conclusión posible, en consonancia con la literalidad de la ley sería el no admitir

excepciones al principio de aplicación de la ley más benigna, por lo que las leyes temporarias

o transitorias sólo serían aplicables durante su vigencia careciendo siempre del efecto

ultraactivo que le asigna cierta doctrina. Por otra parte, de seguirse el mencionado criterio se

debería admitir que debería aplicarse retroactivamente cualquier modificación en las leyes

extrapenales o en ámbitos a los que la ley penal en blanco o el elemento normativo remite

para la delimitación de la conducta prohibida, si incide favorablemente por decriminalización

de la acción o menor severidad al ser ley más benigna

No obstante creo necesario hacer algunas distinciones, ya que la solución no siempre será la

misma. El análisis de ciertas situaciones nos demostrará que el criterio de no admitir

excepciones al principio en cuestión puede llevar a soluciones muy discutibles.

Ejemplo: Un sujeto falsifica australes en el momento en que los mismos constituían moneda

de curso legal en el país. Se le inicia un proceso por falsificación de monedas (art. 282 del C.

P.). Durante el proceso y antes de dictarse sentencia cambia la ley que establece la moneda

de curso legal en el país reemplazando el austral por el peso.


10

De admitirse la posición que sostiene que debería aplicarse retroactivamente cualquier

cambio en la ley extrapenal que incida favorablemente en los alcances de la prohibición o de

su pena, debería concluirse que en el caso corresponde la absolución del imputado en razón

de que el mismo-se diría- no falsificó moneda de curso legal en la República, como lo exige

el art. 282 del C.P., pues ahora el signo monetario es el peso, mientras que lo aquél falsificó

fueron australes.

Esta solución no puede ser considerada satisfactoria. La modificación con el transcurso del

tiempo de ciertos aspectos, que no hacen al núcleo de la conducta prohibida no puede llevar a

eximir de responsabilidad, si el hecho se sigue considerando legalmente como una acción

delictiva: La conducta de falsificar monedas de curso legal, sigue siendo delictiva. No hubo

una decriminalización de esta acción.

Para la correcta solución de este tema debe considerarse cuál ha sido el fundamento en base

al cual se establece la aplicación retroactiva de la ley más benigna, el cual, como ya se vio,

no es un derivado del principio de legalidad (art. 18 de la C.N.).

En efecto, la prohibición de aplicar retroactivamente una ley penal incriminante o más

gravosa, encuentra su justificación, como ya sabemos, en el debido respeto al principio de

culpabilidad al ser condición para poder efectuar el reproche, que toda persona haya tenido al

momento de realizar la acción la posibilidad de conocer el carácter delictivo del hecho y la

pena que le corresponderá. Por otra parte, la necesidad de que la ley sea cronológicamente

anterior al hecho es la única forma de garantizar adecuadamente la objetividad en el

juzgamiento (fundamentos del principio de legalidad).

En verdad, ni el principio de culpabilidad ni la objetividad en el juzgamiento requieren para

su realización la necesaria aplicación de una ley más benigna: Quien va a ser juzgado en base

a una ley que regía en el momento en que realizó la acción delictiva, no podrá alegar la

afectación de ninguna de las referidas garantías (culpabilidad y objetividad en el


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juzgamiento) por más que con posterioridad entre en vigencia una ley que le resulte más

favorable. Y ello en razón de que el autor ha tenido la posibilidad de conocer con antelación a

la comisión del delito, el carácter penalmente relevante del hecho y la pena que le

corresponderá por su comisión. Todo ello demuestra que la exigencia de aplicación de la ley

más benigna se basa en un fundamento diferente al del principio de legalidad, siendo

necesario explicitarlo pues, como luego se verá, la adecuada delimitación de los alcances del

principio se deberá hacerlo teniendo en consideración el telos de esta disposición.

Cuando una modificación legal responde a un cambio de criterios valorativos, de manera tal

que lo que antes se consideraba como socialmente intolerable ya no lo es, o al menos ya no

en igual magnitud, la sanción penal por tales hechos sin considerar estos cambios resulta

inconveniente por varias razones. Al respecto expresa Silva Sánchez que: ...la aplicación

retroactiva de normas que eliminan la punibilidad de un hecho o de normas que, al menos, la

disminuyen no pueden responder sino a una consideración: en el primer caso, a la

apreciación, obvia, de que, para el ordenamiento de que se trate, la pena impuesta

anteriormente no cumple ya efecto alguno de prevención general ni de prevención especial.

Tal extremo se prueba por la exclusión del ámbito de lo punible del hecho cuya nueva

comisión en el futuro aquélla pretendía evitar. La previamente impuesta es , por tanto, una

pena que se revela innecesaria y, por ello, inadmisible. En el segundo caso, la nueva norma,

al proceder a una reducción de la sanción penal prueba que la concreta intensidad de la pena

impuesta bajo el régimen anterior no es precisa para mantener la eficacia preventivo-general

y preventivo especial del sistema; se trata por tanto de una pena excesiva. Así las cosas, el

mantenimiento de una pena que el ordenamiento jurídico considera innecesaria o excesiva en

orden a los fines que ese ordenamiento ha de cumplir sólo podría justificarse en la mera

retribución del hecho pasado.”7

7
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Sin desconocer que existen importantes voces que propugnan la aplicación retroactiva de

las normas extrapenales que modifican favorablemente la situación del acusado8, adhiero a

las posiciones diferenciadoras que advierten sobre la necesidad de ciertas matizaciones.

Particularmente me inclino por considerar que será el fundamento en que se basa el instituto

el que servirá para delimitar os alcances del mismo.

El criterio rector será entonces el siguiente: si los cambios que se han producido en la ley

extrapenal responden a modificaciones valorativas jurídicas, ellas deberán aplicarse

retroactivamente si favorecen al partícipe de un hecho. Por el contrario si las modificaciones

son sólo de circunstancias fácticas pero sin que se haya alterado la concepción axiológica

sobre el hecho en sí, no corresponderá su aplicación a supuestos ocurridos con anterioridad.

Este criterio no es antojadizo sino que tiene que ver con la razón de ser del instituto y con la

función que se asigna a la pena. Silva Sánchez lo explica muy claramente: “...Resulta

innegable que esta postura tiene argumentos en su favor, si se atiende exclusivamente a la

‘función’ de la institución de la retroactividad de la ley más favorable. En efecto, si la

morigeración introducida por la nueva normativa tiene como causa, no un cambio de la

valoración jurídica, sino una mera variación en las circunstancias, el rechazo de la aplicación

retroactiva de tal normativa más favorable al reo podría fundamentarse en que sigue habiendo

‘necesidad (preventivo-general y preventivo-especial) de pena (o de esa medida de pena)’

para los hechos cometidos en las circunstancias anteriores”.9

Para concluir tomaré como ejemplo a dos casos resueltos por la Corte Suprema de Justicia

de la Nación: Ellos son el caso “Santoro” 10 y el caso “Frigorífico Yaguané”11.

En el caso “Santoro”, la situación que debió resolver la Suprema Corte, tenía vinculación

con lo dispuesto por una ley penal en blanco. Se trataba de una venta de productos efectuada

8
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por un comerciante a valores superiores a los precios máximos fijados por el Poder Ejecutivo

Nacional en uso de las facultades conferidas por la ley 12.830 (ley penal en blanco). Lo que

estaba en discusión era si la posterior abolición por parte del propio Poder Ejecutivo de aquel

precio máximo, ¿debía llevar a la impunidad del comerciante por aplicación del art. 2 del

Código Penal ?. El juez en lo penal entendió que sí. Por su parte, llegada la causa por vía del

Recurso Federal Extraordinario a conocimiento de la Cortes Suprema de Justicia de la

Nación, nuestro máximo tribunal revocó la decisión del inferior. Esta resolución la considero

correcta. Al no haberse producido una modificación del contenido de injusto del hecho sino

sólo cambios fácticos circunstanciales en aspectos no nucleares que dejaban inalterado en su

esencia el tipo penal- la conducta de vender por encima de los precios máximos continuaba

siendo una infracción punible- y sólo haber variado el quantum en razón del proceso

inflacionario reinante, no correspondía la aplicación retroactiva de la ley más benigna, pues

no se modificó la valoración jurídica sobre el hecho.

El caso del Frigorífico Yaguané, presenta aspectos interesantes que merecen ser analizados.

Se trataba de una sanción aplicada por la Junta Nacional de Carnes por violación del horario

establecido para el faenamiento, por el P.E. en uso de las facultades otorgadas por el art. 3 del

decreto ley 19.095/71 durante el período de veda al consumo de carne vacuna. El

faenamiento sólo podía comenzar a las 20 hs. del día de veda, siendo que la imputada inició

esas labores a las 18 hs. Como con posterioridad se modificó el horario autorizando la faena

desde las 15 hs., la recurrente solicitó que se aplicara al caso el principio de la ley más

benigna pues, conforme con la nueva disposición (autorización de faenamiento desde las 15

hs.), la conducta realizada había sido desincriminada (ya no era ilícito faenar a las 18 hs.).

Parecería que un simple cambio de circunstancias fácticas no podrían hacer aplicable el

principio de la ley más benigna, sin embargo, es importante tener presente ciertos aspectos

cuya consideración podrían llevar a una solución diferente. Destaca al respecto en su


14

dictamen el Dr. Enrique Petracchi, por entonces Procurado General, que la mutación de la

norma extrapenal complementaria no se debe a un cambio previsible en la situación regulada

sino, como surge de los fundamentos de la resolución de la Junta Nacional de Carnes, “...a

que el órgano competente para su dictado advierte que la disposición anterior no sirve

adecuadamente al interés que determinó su sanción y por el contrario produce ‘situaciones de

privilegio’ en el proceso de comercialización que se busca regular con justicia...”. Estas

razones llevaron al Procurador General a entender que resultaba aplicable al caso el art. 2 del

C.P.

En verdad, esa era la solución que mi entender correspondía, pues al considerar el propio

organismo competente lo nocivo de las disposiciones anteriores por producir situaciones de

privilegio, se había operado una cambio en la valoración jurídica de esas acciones que

justificaban la aplicación retroactiva de la ley más benigna. No obstante, el criterio de la

C.S.J.N. fue otro.

Es de destacar que al momento de juzgarse los casos citados, la exigencia de aplicación de

la ley penal más benigna sólo estaba consagrada en la ley común (art. 2 del C. P.) por lo que

podía ser derogada por otra ley posterior, situación, como vemos, distinta a la actual.
15

Inteligencia artificial

El ámbito temporal de validez de la ley penal se rige por el principio de legalidad, que

prohíbe la aplicación retroactiva de leyes penales más gravosas o incriminantes. Además, se

establece el principio de aplicar siempre la ley penal más benigna. Estas disposiciones están

respaldadas por el artículo 18 de la Constitución Nacional y tratados internacionales suscritos

por el país.

En el caso de que una ley penal vigente al momento de cometerse el delito sea reemplazada

por otra ley, se aplicarán diferentes criterios:

1. Si la nueva ley es la que rige al momento de dictar la sentencia y es más benigna, se da el

supuesto de retroactividad de la ley penal.

2. Si la ley derogada era más beneficiosa para el autor del delito, se aplica la ley derogada,

dando lugar al supuesto de ultra actividad de la ley penal.

3. Puede ocurrir que la ley aplicable no sea la que regía al momento de cometerse el delito ni

la que rige al momento de dictar la sentencia, sino una ley intermedia. En este caso, si la ley

intermedia es la más benigna, se aplica, aunque tenga elementos de retroactividad y

ultraactividad.

Si después de dictar una sentencia condenatoria entra en vigencia una nueva ley penal más

benigna, esta se aplicará retroactivamente, incluso si ya se ha cumplido la condena, siempre

que perdure algún efecto jurídico de la misma.

La determinación de cuál ley es más benigna se realiza mediante un análisis concreto de cada

ley y su aplicación al caso. No se puede aplicar parcialmente varias leyes, sino que se debe

aplicar integralmente la ley más favorable. Sin embargo, existe una excepción para las

disposiciones referentes al cómputo de la prisión preventiva, donde se puede seleccionar la

más favorable entre las leyes que han tenido vigencia.


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En cuanto a las leyes penales en blanco y las leyes temporales y transitorias, también se

aplica el principio de la ley más benigna. Si una ley penal en blanco se modifica y la nueva

versión es más favorable, se aplicará retroactivamente. En el caso de las leyes temporales y

transitorias, se aplicará la ley más benigna si entra en vigencia después de cometerse el delito

y antes de dictar la sentencia.

En resumen, el principio de aplicación de la ley penal más benigna regula el ámbito temporal

de validez de la ley penal, determinando qué ley se aplica en casos de sucesión de leyes en el

tiempo y estableciendo que se debe aplicar la ley más favorable en beneficio del acusado.

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