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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de estudios Superiores Zaragoza

Licenciatura en enfermería

Ciencias sociales

¿Realmente las políticas de reproducción derechos


de salud sexual y reproductiva ?
Mtra. Torres Escutia Guadalupe Marcela

Integrantes:

Arredondo Marques Jaqueline

Flores Cardona Rosa Itzel

García Calderón Miriam Nayeli

Gomes Acosta Diego Daniel

Ibarra Badillo Rodrigo Arturo

López Peralta Avilene Lizbeth

Grupo: 3301

CDMX

Septiembre 2023
Las políticas públicas en materia de salud sexual y reproductiva son fundamentales
para garantizar el acceso a servicios de salud, información y educación sexual, así
como el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos por parte de la
población. El objetivo de estas políticas es contribuir al bienestar y desarrollo de las
personas, promoviendo la equidad de género, la autonomía y el disfrute pleno de la
sexualidad. Sin embargo, es necesario cuestionar si realmente se están poniendo
en práctica estos derechos sexuales y reproductivos en las políticas públicas. En
base a lo argumentado, las políticas públicas tienen como objetivo principal generar
un impacto positivo en la población, brindando acceso a bienes y servicios
necesarios para el buen vivir de la ciudadanía(Freire et al., 2021).

Las políticas públicas en materia de salud sexual y reproductiva son implementadas


por el Estado a través del sistema nacional de salud. Estas políticas buscan llegar a
todos los rincones del país para promover el uso adecuado de diferentes métodos
de planificación familiar, así como la protección contra las infecciones de transmisión
sexual. El Ministerio de Salud Pública, como ente encargado de la gobernanza del
Sistema Nacional de Salud, tiene la responsabilidad de garantizar la salud integral
de la población y el acceso universal a una red de servicios. En este sentido, las
políticas públicas en salud sexual y reproductiva se convierten en un proceso social
de construcción de valores y comportamientos individuales, familiares y
comunitarios(Sánchez et al., 2018)
. Además, estas políticas públicas deben promover una
nueva cultura en el cuidado de la salud y el desarrollo institucional, fomentando la
corresponsabilidad social de los individuos, la comunidad y las instituciones. El
impacto social de las políticas de salud sexual y reproductiva puede ser amplio y
diverso. En primer lugar, estas políticas tienen como objetivo principal garantizar el
ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas, sin
importar su género, orientación sexual o situación socioeconómica. Esto implica que
las políticas públicas deben asegurar el acceso equitativo a información y servicios
de salud sexual y reproductiva, así como a métodos anticonceptivos y servicios de
atención del embarazo y parto.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados en la implementación de políticas


públicas en salud sexual y reproductiva, se plantea la pregunta de si realmente los
derechos sexuales y reproductivos se ponen en práctica en estas políticas. El
acceso a servicios de salud sexual y reproductiva puede estar limitado por diversas
razones, como barreras geográficas, falta de información o estigmatización por parte
de la sociedad. Además, existen influencias políticas y religiosas que pueden
obstaculizar la implementación efectiva de políticas en esta materia Por otro lado, la
falta de recursos y financiamiento suficiente puede limitar la disponibilidad y calidad
de los servicios de salud sexual y reproductiva, lo que afecta negativamente la
capacidad de las personas para hacer valer sus derechos. En este sentido, es
importante analizar de manera crítica si las políticas públicas en salud sexual y
reproductiva realmente están logrando garantizar el ejercicio pleno de los derechos
sexuales y reproductivos. Para evaluar el impacto social de las políticas públicas en
salud sexual y reproductiva, es necesario analizar diferentes aspectos. En primer
lugar, es fundamental evaluar si estas políticas logran llegar a todas las personas de
manera equitativa, sin importar su ubicación geográfica o su situación
socioeconómica. También es importante analizar si se proporciona información
adecuada y accesible, así como servicios de calidad, que cubran las necesidades
de salud sexual y reproductiva de todas las personas. Además, es crucial evaluar si
las políticas públicas promueven la autonomía y la toma de decisiones informadas
de las personas en cuanto a su salud sexual y reproductiva. Es evidente que existen
desafíos en la implementación efectiva de políticas públicas en salud sexual y
reproductiva.

Uno de los principales desafíos es la falta de asesoría en derechos sexuales y


reproductivos durante muchas consultas de salud. Esta falta de asesoría va en
contra de la estrategia planteada por la ONU en la Conferencia Internacional sobre
Población y Desarrollo, que busca reducir la pobreza y mejorar la salud y calidad de
vida de las personas a través de los derechos sexuales y reproductivos(R et al., 2018).
Durante el estudio se encontró que la falta de asesoría en derechos sexuales y
reproductivos es una barrera significativa en la implementación de políticas efectivas
en esta materia. Durante la mayoría de las consultas del estudio, no se brindó
asesoría en derechos sexuales y reproductivos, siendo ésta una estrategia
fundamental planteada por la ONU en la Conferencia Internacional sobre Población
y Desarrollo para la reducción de la pobreza, la mejora de la salud y la calidad de
vida de las personas. Este hallazgo pone en duda si realmente se está aplicando de
manera efectiva el enfoque de derechos en las políticas públicas de salud sexual y
reproductiva.
En segundo lugar, es necesario analizar si las políticas públicas logran mediar entre
las tradiciones religiosas y los avances feministas, y si realmente se están
promoviendo los derechos sexuales y reproductivos como se plantea.Las políticas
públicas sobre la salud sexual y reproductiva en diferentes países buscan equilibrar
las tradiciones religiosas y los avances feministas, con el objetivo de beneficiar a la
sociedad en su conjunto. Esto implica incluir los avances científicos, como los
métodos anticonceptivos, y promover la planificación familiar y la protección contra
las infecciones de transmisión sexual. En el caso de México, estas políticas públicas
se implementan principalmente a través del sistema nacional de salud, llegando así
a todas las regiones del país. Sin embargo, es importante cuestionar si estas
políticas realmente están logrando su objetivo y si se están implementando de
manera efectiva. Además, se debe considerar la importancia de generar campañas
pedagógicas en los países en desarrollo para transformar las costumbres
tradicionales y acabar con el tabú sobre la sexualidad y la reproducción(Fernández-Cediel &
Cortés, 2017)
. Estas campañas podrían contribuir al bienestar de las personas en relación
con su sexualidad y reproducción, al visibilizar los derechos sexuales y
reproductivos como garantes clave de la salud sexual y reproductiva. En conclusión,
el impacto social de las políticas públicas en salud sexual y reproductiva es
cuestionable cuando se trata de la práctica real de los derechos sexuales y
reproductivos. Esto genera dudas sobre si los derechos a la salud sexual y
reproductiva realmente se están poniendo en práctica en estas políticas. La
implementación y efectividad de las políticas públicas en materia de salud sexual y
reproductiva son aspectos cruciales a considerar al evaluar el impacto social de
estas políticas.

Para comprender plenamente el impacto social de las políticas públicas en materia


de salud sexual y reproductiva, es necesario adoptar un enfoque crítico que
cuestione si realmente se están promoviendo y garantizando los derechos sexuales
y reproductivos de manera efectiva. En primer lugar, es importante reconocer que
las políticas públicas sobre salud sexual y reproductiva tienen como objetivo
encontrar un equilibrio entre las tradiciones religiosas y los avances feministas, con
el fin de beneficiar a la sociedad en general. Estas políticas buscan incorporar los
avances científicos, como el acceso a métodos anticonceptivos y la promoción del
uso adecuado de los diferentes métodos de planificación familiar.En el contexto de
México, estas políticas públicas se implementan principalmente a través del sistema
nacional de salud, lo que permite llegar a todas las regiones del país y promover
una adecuada salud sexual y reproductiva, así como la protección contra
infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, aunque estas políticas existan y se
implementen en teoría, es importante cuestionar si realmente se traducen en
prácticas efectivas y si los derechos sexuales y reproductivos se están poniendo en
práctica de manera realista. Es crucial tener en cuenta que la salud sexual y
reproductiva no se puede abordar únicamente desde una perspectiva biológica o
médica, sino que también debe tener en cuenta las prácticas culturales y los
contextos sociales en los que se desarrolla(Deeb-Sossa et al., 2013). Este enfoque amplio es
fundamental para comprender la situación de las políticas públicas en materia de
salud sexual y reproductiva, especialmente para analizar su impacto en
comunidades rurales donde las barreras culturales y las creencias tradicionales
pueden influir de manera significativa en la toma de decisiones y en la percepción
de los derechos sexuales y reproductivos. En este sentido, estudios realizados en
zonas rurales de México han mostrado cómo las barreras culturales relacionadas
con las creencias sobre la salud sexual y reproductiva afectan negativamente la
mortalidad materna, la historia reproductiva de las mujeres y limitan el acceso a
servicios de planificación familiar. Además, es fundamental considerar que en los
países en desarrollo se requieren campañas pedagógicas y educativas para
transformar las costumbres tradicionales y desafiar el tabú que rodea la sexualidad y
la reproducción(Fernández-Cediel & Cortés, 2017)
. Estas campañas deben ser diseñadas de
manera inclusiva y respetuosa, tomando en cuenta las diversidades culturales y
contextos específicos de cada comunidad. La implementación efectiva de las
políticas públicas en salud sexual y reproductiva requiere no solo de la
disponibilidad de recursos y servicios adecuados, sino también de un cambio
cultural que promueva la igualdad de género, el respeto a los derechos sexuales y
reproductivos, y la eliminación de estigmas y discriminación relacionados con la
sexualidad y la reproducción. En resumen, aunque existen políticas públicas sobre
salud sexual y reproductiva que tienen como objetivo promover y proteger los
derechos en este ámbito, es necesario cuestionar si estas políticas se traducen en
prácticas efectivas y si los derechos sexuales y reproductivos se están poniendo
verdaderamente en práctica. En las zonas rurales de México, las barreras culturales
y las creencias tradicionales tienen un impacto significativo en la implementación y
efectividad de estas políticas. En consecuencia, es crucial abordar estas barreras
culturales y promover un cambio cultural que fomente la equidad de género, el
acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y la eliminación de estigmas y
discriminación. Esto implica la necesidad de desarrollar campañas pedagógicas y
educativas en las comunidades rurales, que promuevan una mayor conciencia y
comprensión de los derechos sexuales y reproductivos, así como una
transformación de las normas culturales en torno a la sexualidad y la reproducción.
En este sentido, es importante señalar que el involucramiento de los hombres en la
salud reproductiva también es un aspecto fundamental que debe ser abordado en
las políticas públicas.Las campañas pedagógicas y educativas deben dirigirse tanto
a hombres como a mujeres, con el fin de promover la responsabilidad compartida y
la toma de decisiones informada en el ámbito de la salud sexual y reproductiva.

Además, es crucial reconocer el impacto de las barreras culturales y las creencias


tradicionales en la implementación y eficacia de estas políticas. Por ejemplo, en las
zonas rurales de México, las creencias arraigadas sobre la salud sexual y
reproductiva pueden influenciar en la mortalidad materna, así como en la historia
reproductiva de las mujeres(Deeb-Sossa et al., 2013). Estas barreras culturales pueden llevar
a abortos mal practicados y limitar el número de hijos que las mujeres tienen. Por lo
tanto, para garantizar que los derechos sexuales y reproductivos se pongan en
práctica, es necesario abordar estas barreras culturales y promover un cambio en
las normas y creencias arraigadas. En este sentido, las políticas públicas deben
incluir estrategias que promuevan la educación y la conciencia sobre los derechos
sexuales y reproductivos, así como la igualdad de género. Además, es fundamental
que las políticas de salud pública y educación se implementen de manera efectiva
para lograr un impacto significativo en la salud sexual y reproductiva de la
población(Fernández-Cediel & Cortés, 2017). En este sentido, se requiere una mayor inversión en
programas de educación sexual integral y acceso a servicios de salud reproductiva,
especialmente en las áreas rurales donde el acceso a estos servicios es limitado. En
conclusión, si bien las políticas públicas en materia de salud sexual y reproductiva
son fundamentales para promover los derechos sexuales y reproductivos, es
necesario cuestionar si se ponen en práctica de manera efectiva. Para asegurar que
los derechos sexuales y reproductivos se pongan en práctica, es crucial abordar las
barreras culturales arraigadas y las creencias tradicionales que afectan la salud
sexual y reproductiva(Deeb-Sossa et al., 2013)
. Para lograr esto, es necesario implementar
campañas pedagógicas y educativas que aborden tanto a hombres como a mujeres,
promoviendo la igualdad de género y promoviendo una toma de decisiones
informada y responsable en el ámbito de la salud sexual y reproductiva.
Es importante reconocer primero el impacto de las barreras culturales y las
creencias tradicionales en la implementación y efectividad de las políticas públicas
en materia de salud sexual y reproductiva.

La salud sexual y reproductiva es un derecho fundamental que garantiza el


bienestar de las personas en relación con su sexualidad y capacidad reproductiva.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados en la implementación de políticas
públicas en materia de salud sexual y reproductiva, existe una interrogante en torno
a si estos derechos sexuales y reproductivos se ponen en práctica de manera
efectiva. Es crucial considerar los factores socioculturales que influyen en la
implementación y efectividad de dichas políticas.En muchos países en desarrollo,
las costumbres y tradiciones culturales tienen un impacto significativo en la salud
sexual y reproductiva de la población. Estas barreras culturales pueden venir en
forma de tabúes sobre los temas relacionados con la sexualidad y la reproducción,
falta de acceso a la educación sexual integral y servicios de salud reproductiva, y
normas rígidas en torno al género y la sexualidad. En el caso de México, por
ejemplo, las zonas rurales del país enfrentan desafíos adicionales debido a las
barreras culturales arraigadas que afectan la salud sexual y reproductiva de las
mujeres. Se ha demostrado que las creencias culturales sobre la salud sexual y
reproductiva influyen en la mortalidad materna, los abortos inseguros y el número de
hijos que tienen las mujeres en estas comunidades rurales. Es evidente que las
políticas públicas en materia de salud sexual y reproductiva deben abordar estas
barreras culturales arraigadas para lograr su efectividad y garantizar que los
derechos sexuales y reproductivos se pongan en práctica(Fernández-Cediel & Cortés, 2017). En
este sentido, es fundamental promover la igualdad de género y fomentar una toma
de decisiones informada y responsable en el ámbito de la sexualidad y la
reproducción. Además de los factores socioculturales, las políticas públicas también
se ven influenciadas por tensiones entre tradiciones religiosas y corrientes
feministas.Las políticas públicas sobre salud sexual y reproductiva tratan de mediar
entre estas dos perspectivas para beneficiar a toda la sociedad. Es importante
destacar que las políticas públicas implementadas a través del sistema nacional de
salud en México han logrado alcanzar diversos rincones del país, promoviendo el
uso adecuado de métodos anticonceptivos y planificación familiar, así como la
protección contra infecciones de transmisión sexual. No obstante, es necesario
evaluar si estas políticas públicas realmente garantizan la aplicación efectiva de los
derechos sexuales y reproductivos en la práctica. Para lograr un impacto
significativo en la salud sexual y reproductiva, es fundamental que las políticas
públicas vayan más allá de la implementación de programas y servicios, y también
aborden las barreras culturales arraigadas que limitan el acceso a la educación
sexual integral y servicios de salud reproductiva.

En conclusión, las políticas públicas en materia de salud sexual y reproductiva


tienen un impacto significativo en toda la sociedad, especialmente en los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres. Sin embargo, es necesario reconocer que
existen barreras culturales arraigadas que influyen en la implementación efectiva de
estas políticas. A pesar de los avances en la inclusión de los derechos sexuales y
reproductivos en las políticas públicas, persisten desafíos importantes que deben
abordarse para garantizar la plena realización de estos derechos. Para lograrlo, es
necesario promover la igualdad de género y fomentar una toma de decisiones
informada y responsable en el ámbito de la sexualidad y la reproducción. Esto
implica adoptar un enfoque integral que aborde tanto los aspectos biológicos como
los socioculturales de la salud sexual y reproductiva(Deeb-Sossa et al., 2013). Por tanto, las
políticas públicas deben ir más allá de la implementación de programas y servicios y
ampliar su alcance a través de campañas educativas que transformen las
costumbres tradicionales y rompan los tabúes en torno a la sexualidad y la
reproducción(Fernández-Cediel & Cortés, 2017). En resumen, aunque se han realizado avances
en la inclusión de los derechos sexuales y reproductivos en las políticas públicas, es
necesario continuar trabajando para asegurar su plena implementación y garantizar
el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva que promuevan la
autonomía y el bienestar de todas las personas. De la evidencia discutida se puede
concluir que las políticas públicas en salud sexual y reproductiva tienen un impacto
significativo en la sociedad, particularmente en la realización de los derechos
sexuales y reproductivos.
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