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ASIGNATURA
2DO. PARCIAL
ENSAYO
EL LEGADO DE MI PADRE
ESTUDIANTE
ID BANNER: A00029609
PROFESORA
SANTO DOMINGO, R. D.
14 de Julio 2021
EL LEGADO DE MI PADRE
Danilo Moreno Arias, nació en Niza, San Cristóbal, el 17 de octubre 1939, hijo
de campesinos, creció entre las carencias y limitaciones propias de los hogares
pobres de la época de la tiranía de Trujillo.
Entre 1954 y 1956, siendo un adolescente, tuvo que trabajar para colaborar con
el sustento de la familia. Viajaba en mulo desde Niza hasta Santo Domingo para
vender coco de agua y guandules.
En 1959 fue enviado a Puerto Plata a combatir los expedicionarios que vinieron
a derrocar a Trujillo durante la invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo.
Mi padre era muy inteligente, poseía talento para los negocios, a pesar de no
tener formación académica. En poco tiempo en el ejército, llegó a tener una
paletera dentro del cuartel, vender cigarrillos y prestar dinero a sus
compañeros, incluyendo a sus superiores, a pesar de que los negocios no eran
permitidos.
Mi padre tuvo que trasladarse a Cruz de Cabrera junto con su esposa, pero sin
su hija, la cual se quedó a cargo de su abuela paterna.
Después de tres años de traslado, se va a vivir a Niza por poco tiempo y luego
se muda a la casa que estaba construyendo en el barrio Los Nova, San
Cristóbal, con la madera que había enviado desde Cruz de Cabrera.
Al recibir la pensión ya contaba con una familia de 4 hijos. Con esta carga
familiar y un ingreso reducido a la mitad de su sueldo a causa de estar
pensionado, se dedicó a negociar, comprándole a los campesinos que cruzaban
de madrugada por las calles de su casa productos, tales como: carbón, plátanos
y huevos criollos.
Para ello inscribió a los varones en el Instituto Politécnico Loyola y los incentivó
a que terminaran la universidad; y a las hembras las inscribió en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo, logrando graduarse todos.
Se preocupó tanto por la educación de sus hijos, que, en caso de huelgas en las
escuelas o fenómenos naturales, como el Ciclón David, los inscribía en colegios
privados para que completaran sus ciclos educativos.
Actuaba como que estaba comprometido a ayudar a los demás, sobre todo al
hambriento o al que tenía que recorrer largas distancias por no contar con un
medio de transporte. Siempre compartía el fruto de sus bienes, cosechas y
crianzas de animales, con sus vecinos, amigos y familiares.
Compartió largos años al lado de su mejor amigo Silvio Reyes Capellán, quien
era más que un compadre, un hermano. Sus pasatiempos fueron la caza de
rolones, junto a sus amigos Male, Pablo y Ernesto, la pesca con su entrañable
amigo Carreño y el juego de Dómino, junto a su amigo Pedrito.
En sus últimos años, por razones de edad, contaba con pocas personas afines
para compartir en el barrio, por lo que su vida transcurría del dómino a la casa
o atendiendo el mantenimiento de sus inmuebles, actividades que realizaba sin
necesidad y contradiciendo sus hijos.
Con la pandemia del COVID, a sus 81 años de edad, el encierro era una tortura
para él, por lo que, a pesar de las advertencias de sus familiares y de tener
carro, salía a hacer diligencias en motor, sin tomar las medidas de higiene y
distanciamiento social correspondientes.
Cuando un padre fallece, se suelen destacar las cosas positivas que hizo; pero
también se evalúa cual fue su rol social, si cumplió con sus obligaciones, si
proveía de alimento, sustento, vestido, asistencia médica y educación a sus
hijos.
Siempre creyó que los obstáculos se pueden superar y que todo tiene su
tiempo, así como también creía que el hombre debe concentrarse en sus
proyectos.
Mi padre era solidario como el que más, era desprendido de las cosas
materiales, nunca fue hambriento, compartía su bocado con cualquiera que lo
necesitara, aun sin solicitárselo.