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EL TRIUNFADOR

Cierta vez una familia campesina de la comunidad de Yanahuanca conformadas por


padres doña Roberta, don Fortunato y el hijo Carlos. Eran apasionados a la naturaleza,
siempre demostraban el cuidado de las plantas que crecían en su huerto como:
eucalipto, ajos, zanahoria, lechuga y cebolla. Su fuente de ingreso era la agricultura, su
felicidad es de estar lado de las plantas. Pero los padres se sentían preocupados al ver
crecer a su hijo que en algún momento se irá de la casa y se quedarían solos.

-Alberto como iba creciendo se daba cuenta de la forma como viven sus padres, llego
momento de decirle a su mamá que él quería ser profesional, salir del campo a la ciudad
para estudiar. Roberta y Fortunato se fueron a conversar al huerto sobre la decisión del
hijo, con tanta tristeza acordaron aceptar que su hijo debe de emigrar a otro lugar para
tener una vida diferente y salir de la pobreza.

Cumplido los 18 años Carlos salió de su pueblo con destino a la ciudad de Lima, para

solventar sus gastos vendió sus hortalizas, inicio a trabajar como mesero en la avenida

Abancay con dueños chinos, el primer día entusiasmado se sentía pero le fue mal y los

dueños lo trató con palabras discriminadoras. Se sintió enojado porque nunca tuvo la

oportunidad de trabajar en una ciudad y por el trato que tuvo. Pero su perseverancia hizo

que se esfuerza día a día y así pasó los ocho años, una mañana en horas del ingreso a su

trabajo conoció a una mujer blanca, bonita de ojos azules. A primera vista se sorprendió

por la elegancia que tenía pero el rostro provinciano sintió rechazado como amigo. En

esos momentos se puso reflexionar y aceptar su realidad “cuando sea profesional podré

conquistar a una dama que tenga ojos bonitos como la flor de Azucena”. Lo cual, motivo

a seguir trabajando para cumplir su meta propuesto.


En circunstancias que cenaba, mediante el noticiario se entera que había llegado al Perú

el COVID 19 una enfermedad de rápido contagio, que está afectando al sistema

respiratorio provocando la muerte a persona adulto mayor y no existiendo medicamento

para la cura. Como pasaba los días aumentaba el contagio y muerte de personas, luego se

decreta la cuarentena, cierre de colegios, todo tipo de trabajos y la inmovilización social

para que la gente se quede en casa. Entonces Carlos se preocupó de sus padres y no tenía

formas de viajar.

Después de tres meses iniciados la cuarentena, la segunda semana del mes de mayo

recibe la llamada de su madre, donde su padre se encuentra enfermo, un tanto

desesperado pide ayuda a su jefe para trasladarlo a la capital, pero fue negado y

amenazado si de faltar a su trabajo podría ser despedido. Un tanto entristecido bajó la

cabeza y se retiró con dirección a su casa para luego buscar el bus y emprender su viaje a

su tierra natal.

Después de tanto sacrificio en el viaje Carlos llego a su casa. Se abrazaron con su madre

y se pusieron a llorar comentando que su papá se encuentra grave. Sólo quiere verte le

dijo. En su encuentro don Fortunato solo pudo abrir los ojos, no paraba de toser,

estornudar además tenía fiebre y la esposa colocaba paños. El hijo sin pensar dos veces

se fue al huerto para recoger ajos, eucalipto, a ello incrementó kión, miel de abeja y el

matico para preparar su remedio casero y darle tres veces al día. Pasaron los días don

Carlos no mejoraba de su salud, era preocupante la situación para la familia, esto

incomodaba a Carlos, días después los vecinos presentaban los mismos síntomas, por el

difícil situación que enfrenta se puso llorar, lo peor era que no tenía dinero para trasladar
al hospital y ayudar a sus vecinos. Cómo pasaba los días don Fortunato se ponía grave y en

su agonía mencionó a su hijo que debe cuidar a su madre” Lucha por lo que quieres no

dejes vencer por los obstáculos que la vida te dará”. Respondió el hijo con lágrimas en los

ojos comprometiéndose a cumplir con todo lo encomendado luego después falleció su

papá.

Finalmente Carlos decide estudiar la carrera de medicina debido a la pandemia y

sufrimiento de su padre que pudo observar y vivir en carne propia.

AUTOR: Kendrick

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