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Estos niños llevaban los nombres Juan Carlos y Juan Alberto Guzmán Parra,
sus padres llevaban los nombres de Juan Guzmán y Celestina Parra, los cuales
eran oriundos de la localidad de Yotala. Los niños eran muy traviesos, muy
hiperactivos y como todo niño eran despreocupados de la vida, por esa
hiperactividad se metían en muchos problemas, andaban en constantes
problemas con su compañeros, y por ende los padres de estos se encontraban
en constantes problemas con los padres de los niños de la escuela.
Sus papas les castigaban, su madre llorando les reflexionaba que ya no hagan
travesuras y no generen peleas con sus compañeros los profesores se quejaban
ante el director de la escuela constantemente.
En transcurso del tiempo los abuelitos de los mellizos fallecen y estos quedan
solos en una total orfandad, por esta razón los vecinos de estos acuden a al
Servicio de Gestión social (SEDEGES), institución acude de inmediato al
llamados de los vecinos y acoge en sus instalaciones a los dos mellizos.
En el orfelinato la vida para estos niños fue muy diferente, ya no había padres
ni abuelos que los protejan, sus libertades fueron cortadas, como se los cortan
las plumas de las alas de las aves, sus hiperactividades fueron apagándose poco
a copo, y se volvieron muy reacios a las amistades, sus valores sociales fueron
minándose.
El más avezado era Juan Alberto y Juan Carlos era un poco recatado, ya en la
calle los niños trabajaban de todo, como voceadores en los micros, como
cargadores en el mercado campesino, de ayudante de albañil, pero al ver que el
robo era el camino más fácil para conseguir dinero se dedicaron a esta
actividad teniendo la especialidad “carterista”.
La vida delictuosa de los hermanos se extiende por cuatro años, hasta obtener
18 años, en este lapso de tiempo no solo se adueñaban de lo ajeno, bebían casi
todos los días, pero también en un tiempo se dedicaron a consumir drogas, sus
vidas de estos mellizos ya jóvenes se destruía por las malas decisiones que
tomaron.
Juan Carlos, una de esas noches tuvo un sueño con sus padres y sus abuelitos,
donde ellos le pedían de rodillas que cambie y que deje ese camino que dacio
tomar junto a su hermano Juan Alberto, y que tome el camino del bien, sin
dañar a nadie, que trabaje honestamente y que el dinero que gane ahorre, y
que construya una familia para no estar solo.
Juan Carlos le cuenta el sueño que tuvo con sus padres y sus abuelitos a su
hermano Juan Alberto. Este último se rio y se burlo y le dijo “yo no creo en
sueños, yo creo en la realidad, y si tú decides hacer realidad el sueño que
tuviste as lo solo y no cuentes con migo”.
Juntos estuvimos toda nuestras vidas, por esta razón lo que haga lo haré
contigo le contesta Juan Carlos a su hermano, este le dice “nos daremos una
oportunidad para ser personas de bien, conseguiremos un trabajo que
dignifique a nuestras personas.
Para la fiesta de Santa Rosa, Patrona de la Localidad de Yotala, que se
recuerda los últimos días del mes agosto de cada año, los hermanos decidieron
visitar el pueblo que les vio nacer, ellos eran completamente desconocidos, no
tenían amigos, sus parientes se olvidaron de ellos por el tiempo que
transcurrió, llegaron a la casa donde pasaron una parte de sus niñez, el cual
estaba habitado por unos de sus tíos de parte de padre.
Más tarde decidieron de ir a pasear por las calles de Yotala, y en eso vieron la
procesión de Santa Rosa, al ver la imagen de la Patrono de Yotala se
conmovieron hasta llegar hasta las lagrimas, y en esos momentos los dos
hermanos se santiguaron y se arrodillaron.
A Santa Rosa le pidieron una segunda oportunidad y enmendar sus vidas, Juan
Carlos y Juan Alberto sintieron en su rostro una brisa fresca y escucharon una
vos donde les decía “ustedes son jóvenes y hagan lo que hacían en vida sus
padres Juan y Celestina”.
Años más tarde Juan Alberto se caso con una hermosa cholita de la localidad
de Ñujcho, y más tarde conforma su familia Juan Carlos con una joven de
noble corazón oriunda de la localidad de Tintreros.
Desde el encuentro con la Mamita Santa Rosa, Juan Carlos y Juan Alberto se
convirtieron en fieles feligreses de esta Santa, y sus familias vivieron bajo el
manto sagrado de Santa Rosa.
DOS NIÑOS YOTALEÑOS FRENTE
A LA VIDA