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los romanos
Parece haber por lo menos tres razones principales por las que Pablo
envió la epístola a los romanos:
(1) Para preparar su futura llegada a Roma. Durante años, Pablo había
querido predicar el Evangelio en Roma (véanse Hechos 19:21; Romanos
1:15; 15:23). También tenía la esperanza de que la Iglesia en Roma le
sirviera como base desde la cual pudiera servir una misión en España
(véase Romanos 15:22–24, 28).
(2) Para aclarar y defender sus enseñanzas. Pablo hizo frente a la constante
oposición de personas que no comprendían o distorsionaban sus
enseñanzas sobre la ley de Moisés y la fe en Cristo (véanse Hechos 13:45;
15:1–2; 21:27–28; Romanos 3:8; 2 Pedro 3:15–16). Evidentemente, Pablo
tenía razones para sospechar que tales conceptos erróneos habían
llegado a los miembros de la Iglesia en Roma, por lo que escribió para
aliviar cualquier inquietud antes de su llegada.
(3) Para fomentar la unidad entre los miembros de la Iglesia judíos y gentiles.
Poco antes de que Pablo escribiera esta epístola, los cristianos judíos que
el emperador Claudio había sido expulsado de Roma (véase Hechos
18:2) comenzaron a regresar a Roma, principalmente a congregaciones
de cristianos gentiles. Es posible que esa situación haya dado lugar a que
surgieran algunas tensiones y problemas entre los cristianos judíos y los
cristianos gentiles. Como “el apóstol de los gentiles” (Romanos 11:13),
Pablo procuró integrar en la Iglesia a los conversos gentiles; sin
embargo, como judío (véase Romanos 11:1), Pablo también sintió un
gran deseo de que su propio pueblo aceptara el Evangelio. Para
fomentar la unidad en la Iglesia, Pablo enseñó cómo se aplican las
doctrinas del Evangelio a todos los santos (véanse Romanos 3:21–4:25;
11:13–36; 14:1–15:13).
Bosquejo
Romanos 1–3 Pablo explica la doctrina de la justificación por la fe en
Jesucristo. Define la gravedad de la conducta pecaminosa a la que se
enfrenta todo el género humano, y enseña que la solución de Dios a este
problema para todas las personas es la expiación de Jesucristo. Mediante
la fiel aceptación de la expiación de Cristo, todo el género humano
puede ser justificado (perdonado) y recibir la salvación.