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Índice
3
Lucy Kevin
C
uando Lucy Kevin publicó su primera novela para chicas —
Seattle Girl— en 2011, se convirtió en un éxito de ventas digital al
instante. Sus siguientes dos divertidas publicaciones románticas
contemporáneas —Sparks Fly y Falling Fast— también han aparecido en
muchas listas de los Top 50 más vendidos, llegando hasta el #4 en el Top
100. Sus libros han sido leídos por medio millón de personas en sus
lectores electrónicos y el Washington Post la ha llamado “Una de las
mejores escritoras digitales de Estados Unidos”. The Wedding Gift, el
primer libro de su serie Four Weddings and a Fiasco, debutó en el #4 de
la lista de los 100 más vendidos de Barnes and Noble.
4
Sinopsis
D
espués de que el restaurante de Julie Delgado cierra, se hace
cargo temporalmente de la posición de cáterin en Rose Chalet,
un local de bodas con servicio completo en San Francisco.
Planea deslumbrar a los novios, de manera que el dueño del Chalet la
conserve, pero el destino tiene otros planes para ella cuando el
hermano de la novia aparece para la primera degustación de comida.
5
Capítulo 1
Delgado’s: 2 de 5 estrellas
La tía de Julie estaba en sus sesenta ahora, con canas gris hierro y
estaba ligeramente encorvada a causa de demasiados años de
inclinarse sobre cocinas calientes; pero pese a eso se veía bien para su
edad, y todavía tenía la misma actitud desafiante que siempre había
tenido cuando Julie era una niña.
—¿Estás segura?
Julie le dio un beso a su tía en la mejilla, luego corrió al auto que pidió
prestado. Su Mustang había seguido el camino de su antiguo
apartamento, arrastrado por las deudas cuando el restaurante se
hundió.
En realidad, solo era una suplencia. Rose Martin, la dueña del chalé,
había sido clara al respecto. Solo necesitaban ayuda con una boda
antes de que Rose encontrara a alguien permanente para encargarse
del cáterin en Rose Chalet.
Rose Chalet era un lugar hermoso para trabajar, tuvo que admitir Julie
cuando descendió del auto unos minutos después. El edificio tenía una
elegancia refinada y antigua, mientras los pequeños terrenos a su
alrededor estaban mantenidos de forma experta. Era justo lo que Julie
podía imaginar que la gente quería de su lugar de celebración de
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bodas: un pequeño trozo de paraíso esculpido en medio de una gran
ciudad.
—Gracias.
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Julie tomó su lugar junto a la escalera mientras Rose se retiraba
afanosamente. Siempre parecía tener prisa.
—Entonces —le dijo a RJ una vez que Rose se hubo ido—, ¿quién es
Donovan?
—El prometido de Rose. Es cirujano plástico. Mira, solo hice que Rose
sostuviera esta escalera para lograr que se tomara un descanso. Ha
estado trabajando desde que amaneció. Pero sé que probablemente
tengas cosas más importantes que hacer que quedarte parada ahí y
verme trabajar.
Hubo una época en que Julie había disfrutado de esa sensación. No,
había amado esa sensación, la prisa de trabajar con ingredientes que
podía transformar con calor y especias, con presentaciones y
combinaciones únicas.
Julie salió justo a tiempo para ver a Rose partiendo hacia su propia cita
de almuerzo con un chico rubio con un aspecto para morirse,
conduciendo un auto deportivo que prácticamente gritaba “cirujano
exitoso”.
No era de extrañar que Rose hubiera estado tan ansiosa por concertar
la cita a pesar de la cantidad de trabajo que tenía, pensó Julie. Dios
sabía que Julie había pasado mucho tiempo sin una cita.
Si así era cuán rápido se movía Rose siempre, reflexionó Julie, no era de
extrañar que RJ tuviera que conspirar para lograr que se quedara
quieta por unos minutos.
—Está todo preparado —dijo Julie—. Solo tengo que terminar cuando
los novios estén aquí.
En su lugar, vaciló en sus labios, y fue solo por el más leve hilo de control
que logró mantenerla en su lugar por completo.
Eso no era excusa, sin embargo, para notar cuán fuertes eran sus
manos, su palma y dedos con las leves cicatrices de antiguas
quemaduras y cortes que adquiría cualquiera que cocinaba para vivir.
¿Cómo podía responder a eso Julie? “Desde que una crítica de dos
estrellas arruinó mi vida” carecía de algo especial. Lo mismo aplicaba a
la versión muda de la película de simplemente arrojarle un plato de
ensalada en la cabeza.
—Lo siento —dijo—. Tengo regresar a la cocina para revisar los platos
principales. Disfruten el primer plato.
N
o era fácil tratar de terminar los platos principales y los postres
mientras sabía que Andrew Kyle probablemente estuviera
contándole a Rose cuán horrible era la comida de Julie. Y Rose
escucharía, por supuesto, porque ¿qué más sería capaz de hacer frente
a un partido triple: chef famoso, hermano del novio, y grandes
hoyuelos?
Era bastante difícil de olvidar. Una crítica del más prominente chef de la
televisión de la ciudad, y su negocio se había venido abajo. La
pequeña cantidad de nuevos clientes que Julie había esperado que
aumentara a exponencialmente se secó completamente. Todo su
sueño fracasó en cuestión de semanas, todo gracias al hombre que
estaba actualmente probando el plato de mariscos de Julie.
Fácil.
Por otro lado, ¿por qué lo haría? Era un chef famoso. Ella era una don
nadie que no podía mantener su propia cocina abierta y ahora estaba
cocinando por migajas en un lugar de celebración de bodas.
—Le pregunté a Rose antes de venir a ver la cocina donde podría ser
preparada la comida para la boda.
—¿Podría ser?
—¿Tendremos?
—Estaría feliz de llevar todo a la vez —dijo Julie, aunque solo fuera
porque parecía la manera más rápida de sacarlo de la cocina—. Solo
dame uno o dos minutos.
En realidad, eran más bien como diez, pero al menos durante esos
dichosos minutos, Julie no tenía que preocuparse por nada más serio
que si sus pasteles se habían colocado correctamente, y cómo iba a
equilibrar todo. Por muy divertido que pudiera ser soñar con tropezar
“accidentalmente” y cubrir a Andrew Kyle con comida, Julie sabía
perfectamente bien que no iba a hacerlo.
Una vez que estuvo sentado, Andrew examinó los platos con ojo crítico.
A su lado, la expresión de Rose era indescifrable. Por supuesto
probablemente estuviera tan preocupada como Julie de que esto
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debería ir bien, y si alguna vez había visto Edgy Eats —o leído una de las
críticas de Andrew a un restaurante—, Rose sabría cuán duros podían
ser sus juicios.
Tomando un asiento libre en la mesa, Julie miró los platos que contenían
la entrada. ¿Qué aceptación les había dado Andrew?
Andrew rio ante eso, aunque claramente Rose estaba menos que
complacida por la poca velada irritación en la pregunta de Julie.
—Vamos, únete a mí. Siempre me siento raro cuando pruebo las cosas
solo. ¿Rose?
—Acabo de almorzar.
—Todo está bien cocido —dijo—. Las vieiras están bien hechas y el
pescado va bien con ellas. La ensalada es crujiente y fresca. La salsa de
ciruelas con el pato acompaña bien, y me gusta lo sustancioso de los
pasteles. 20
—Bueno, eso es genial —dijo Rose—. Estoy segura de que Julie puede
producir todo con los exactos mismos estándares el día de la boda.
—Pero dijiste…
Insípida.
—¿Insípida? —repitió.
Andrew asintió.
Aun así, Rose le lanzó una mirada antes de hacerse cargo de las
negociaciones.
—Qué idea tan maravillosa —dijo Rose antes de que Julie pudiera
negarse rotundamente a volver a ver a Andrew Kyle—. Nuestro objetivo
en Rose Chalet es asegurarnos de que el día transcurra exactamente
como lo desee la pareja feliz. Julie estaría encantada de hacer una
lluvia de ideas contigo, ¿verdad, Julie?
Dado que la pregunta era obviamente retórica, Julie murmuró algo que
pudiera ser tomado como un sí.
Julie nunca había estado tan agradecida por nada como cuando
Andrew aceptó. Normalmente, con un tipo como él, lo habría visto irse
porque no podía evitar mirar. Hoy, sin embargo, era simplemente para
asegurarse de que realmente se había ido antes de dejar salir un suspiro
y dejarse caer en su silla.
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Capítulo 3
¿E
n qué se había metido?
Todo porque no podía soportar que la comida fuera algo menos que
espectacular.
Por una vez, Andrew dejó que la llamada se desviara al correo de voz.
Puede que Sandy no lo aparentara mucho —el productor ya había
cometido el error de expresar la opinión de que personas de veinticinco
años con demasiadas perforaciones no podían ser verdaderos
asistentes—, pero era extremadamente capaz.
Además, Andrew tenía a otra mujer en mente en este momento. Una
que no escogía colores para su cabello basado en gran parte en lo que
fuera más impactante ese día… y una con quien había aceptado
trabajar de cerca ahora.
Julie Delgado.
Generalmente ambos.
Había algo respecto a Julie. Andrew aún no podía descifrar qué era
exactamente, pero sabía que estaba allí.
—Háblame de Julie —dijo Andrew, llevando las cosas tan bien como
podía.
—Sí, pero te aseguro que viene muy recomendada. Solía tener su propio
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restaurante. Delgado’s. Imagino que probablemente has oído hablar de
él, dado lo que haces.
Andrew sabía mejor que nadie que los ingredientes por sí solos no eran
suficiente. Lo que en verdad importaba era lo que alguien hacía con
ellos.
—Y sigo creyendo que estás loco por aceptarlo. Podrías haberle dado
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un jarrón y haberle dicho a Phil que se encargara de su propia boda. O
yo podría decírselo por ti. Porque, francamente, tienes suficiente que
hacer en este momento como para asumir proyectos adicionales.
Tenía un punto. Sin embargo, Andrew tenía que ponerse firme en algún
lugar.
—Mira, no tengo que estar en el set hasta esta tarde, así que…
—Lo siento, pero tengo que irme —le dijo a Rose mientras colgaba.
Andrew pensó en Julie Delgado una vez más. Cocinar era tan personal,
tan conectado. La presión de la cocina era implacable, pero también
había magia en ello.
J
ulie limpió el comedor, apiló los platos cuidadosamente y los puso
en el lavavajillas, cada movimiento controlado con precisión. No
iba a terminar rompiendo un plato encima de todo lo demás.
Reconocía que era más fácil decirlo que hacerlo. Esos hoyuelos, para
empezar. Por no mencionar la forma en que había entrado allí y
desestimado los mejores esfuerzos de Julie como si no fueran nada,
exactamente de la misma manera en que había desestimado su
restaurante. Julie también había puesto su mejor empeño allí, y Andrew
ni siquiera se había molestado en encontrar una palabra mejor que
insípido para describirlo.
La mejor suposición de Julie era que Andrew disfrutaba del poder. Podía 30
hacer o terminar carreras. Qué viaje de ego tenía que ser ese. Julie no
podía creer la manera casual en que Andrew había sugerido que
debería venir a “ayudarla”. En otras palabras, “pararse a su lado,
criticando todo lo que hacía”.
—Hola, Julie.
Phoebe era mucho más relajada que Rose, pero todavía estaban en el
trabajo, y había algunas cosas que Julie simplemente no quería que la
persiguieran por aquí. Pero parecía que ya había dicho bastante, dado
que Phoebe se acercó para poner una mano tranquilizadora sobre su
brazo.
—No deberías dejar que un tipo te moleste tanto —dijo Phoebe—.
Ningún hombre vale eso.
Qué perdedora debía pensar que era. No solo por su restaurante fallido,
sino porque le había permitido pisotear su comida, no una, sino dos
veces.
—¿Julie?
—Si Rose pregunta dónde estoy, ¿podrías decirle que tengo un encargo 32
muy importante que hacer?
—Lo estaré.
Al quitarse el delantal, corrió al estacionamiento de Rose Chalet justo a
tiempo para ver a Andrew subirse a un Porsche descapotable plateado
y salir. Se subió al auto de su tía y fue tras él.
A estas alturas, Julie todavía podía ver el auto de Andrew, pero estaba
muy lejos. Así que cuando su Porsche tomó otra curva, ella tomó la
siguiente a la derecha, con la esperanza de que eso la pusiera por
delante de él, y ciertamente eso no podía empeorar nada.
Julie pisó los frenos al igual que los autos que venían hacia ella, antes de
poner el auto de su tía en reversa cuando empezaron a sonar las 33
bocinas. Se deslizó hacia abajo detrás del volante, tratando de pasar lo
más inadvertida posible.
Había desaparecido.
¿Se preguntaba si Andrew Kyle era el centro de todo esto? De ser así,
era una gran manera de explicar por qué pensaba que podía
comportarse como un arrogante y testarudo imbécil.
—No soy un miembro del público. Soy Julie Delgado y han arreglado
que cocine con Andrew…
—Espera un minuto, ¿vas a cocinar con él? —La mujer parecía perpleja
mientras hurgaba entre los papeles pegados a su sujetapapeles, luego
fulminó con la mirada a una pandilla que estaba discutiendo que
sugería que probablemente deberían alegrarse de que no tuviera
ningún arma al alcance de la mano—. No puedo creer que el
productor esté tratando de poner algo más en esta etapa tan
avanzada. Se los he dicho, no vamos a tolerar más de esto.
Julie estuvo más que sorprendida cuando Andrew sonrió y la saludó con
la mano un minuto después. Mientras se dirigía hacia él, se recordó que
debía permanecer firme ante sus hoyuelos… y pese a cuán feliz parecía
de verla. ¿Por qué demonios estaría feliz de verla?
A
ntes de que Julie pudiera protestar porque no debería estar en
el escenario, Andrew estaba moviéndose fluidamente,
hablando con la cámara más cercana con la facilidad con la
que venía hacer televisión día tras día.
Julie sabía que ya era hora de hablar, pero cuando miró a su alrededor
y vio que estaba atrapada en ese amplio círculo de focos, la protesta
murió en sus labios repentinamente secos.
—Veo que voy a tener que trabajar mucho para cambiar la forma de
pensar de Julie. —Le dirigió una mirada que no podía ser interpretada
como algo más que afectuosa antes de volverse a la multitud—. ¿Qué
dicen? ¿Deberíamos tener un duelo de cocina?
Julie estaba tentada a irse y dejarlo allí esperando, aunque solo fuera
para ver lo que su haría precioso público.
Excepto hacer que Andrew pensara aún menos de ella por dar marcha
atrás ante su desafío.
Sin esperar a que le dijera que empezara, Julie fue a buscar los
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ingredientes.
Excepto… que debería haber sabido que Andrew no iba a dejar que las
cosas fueran tan simples.
—Una vez más —dijo con su voz más tranquila—, la razón por la que los
platos clásicos son clásicos es porque la gente reconoce la buena
comida cuando la prueba y comparte esas recetas con otros que están
de acuerdo con ellos.
Tristemente, sin embargo, parecía que aún no había terminado con ella.
—Sé que tenías tu propio restaurante, Julie. ¿Qué crees que es lo más
importante cuando se trata de cocinar buena comida?
Julie resopló.
—¿Qué puedo decir? Soy un tipo muy apasionado. —Le guiñó un ojo al
público enardecido—. Sin embargo, en esta ocasión estaba hablando
de pasión por la comida. Quiero ser alguien cuya comida sea un reflejo
de sí mismo. Quiero que los platos que creo digan algo sobre mí.
Eso recibió otra risa del público, pero antes de que pudiera sentirse
demasiado engreída por su respuesta, Andrew sonrió y se encogió de
hombros. 40
—Claro que sí. Pero siempre he pensado que una probada de algo que
he hecho hace un mejor trabajo en vender mis habilidades que una
foto en un periódico.
—Y… ¡corten!
Julie dejó escapar un suspiro. Esta era su oportunidad de escapar, de
salir del estudio tan rápido como sus piernas pudieran llevarla.
Especialmente dado lo que había hecho con la receta, si escapaba
ahora, tal vez no serían capaces de usar el metraje, y no sería más
hazmerreír en la comunidad de chefs de lo que ya era.
Julie sabía que su voz interior estaba en lo cierto. Había venido para
darle su opinión y ahora finalmente tenía la oportunidad. Pero justo
cuando se acercaba a él, la asistente de Andrew, quien finalmente se
presentara como Sandy, llevó a Julie a una silla plegable y se colocó
directamente detrás de ella como si fuera personalmente responsable
de asegurarse de que no se diera a la fuga.
De verdad parecía amar genuinamente todo lo que tenía que ver con
la comida, ya fuera mostrar la manera fácil de abrir mariscos o mezclar
los ingredientes que se encontraban en la mesa para un postre
elaborado.
Pasión.
—Lamento escuchar que tu tía estaba enferma. Espero que esté mejor
ahora.
Julie parpadeó hacia él con sorpresa. ¿Sabía de su tía Evie? ¿Cómo?
Julie logró tartamudear algo acerca de que su tía estaba bien ahora y
solo necesitaba tomar las cosas con un poco de calma antes de que el
director gritara que las cámaras rodaran de nuevo.
—Me complace tener a Julie Delgado de regreso con nosotros para ver
cómo fue nuestro duelo de chefs —dijo Andrew antes de abrir el
horno—. Hace un momento, cada uno de nosotros creó nuestra idea
del quiché perfecto. Podrán obtener la receta completa por mí en el
sitio web del programa, y Julie, te fuiste por una opción más tradicional,
¿verdad?
—En verdad, cambié un poco las cosas —admitió Julie, sabiendo que
tenía que advertirle a Andrew antes de probar lo que había hecho con
la receta básica—. Introduje algunas especias. También un poco de
salsa tabasco.
—Había una química real entre ustedes dos. Esa es la razón por la que
fue tan buena televisión, sabes.
Sí, pensó Julie mientras regresaba a Rose Chalet, sabía muy bien cuán
buena era la química entre Andrew y ella. Tan buena, de hecho, que se
había olvidado por completo de imponer la ley con él.
44
Capítulo 6
A
l día siguiente, Rose llamó a Julie a su oficina
inmediatamente.
Si Rose quería que Julie ayudara con otra boda, ¿no podía convertirse
fácilmente en otra boda después de esa, y luego en otra, hasta que
Julie se metiera en un puesto permanente sin tener que hacer nada
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fuera de lo común?
Cada plato iba a ser espectacular, un literal festín para los sentidos. Si la
experiencia del día de ayer en el estudio de grabación con Andrew le
había probado algo, era que tenía las habilidades para crear un trabajo
inesperado a pedido.
Pero ese juramento se hizo mucho más difícil cuando Andrew se dio la
vuelta y la vio, dedicándole una sonrisa que podría haber iluminado
toda la tienda.
Julie trató de no estar nerviosa mientras sus ojos examinaban los artículos
en su carrito.
—Pensé que podría intentar una o dos cosas nuevas con unos novios a
los que Rose está cortejando.
Andrew dejó escapar una breve carcajada.
—En realidad, Rose programó la prueba de menú para esta tarde, Sería
mejor si cambiáramos nuestra reunión para mañana entonces. —O de
preferencia para nunca jamás.
Casi esperaba que Andrew se negara, porque era la gran estrella con la
agenda apretada, pero todo lo que dijo fue un simple:
Cualquier otro tipo habría huido ante su tono duro, pero Andrew
simplemente preguntó:
—A las cuatro.
—Eso te dejará mucho tiempo para que trabajes algo de la magia que
mostraste ayer —dijo Andrew con otra de esas hermosas sonrisas—. Y si
estás preocupada por esa jefa tuya preguntándose dónde estás, la
llamaré para decirle que este es un almuerzo de investigación esencial y
que sin este ya no voy a ser capaz de seguir trabajando contigo.
Los ojos de Julie se abrieron ampliamente.
Dicho de esa manera, Julie no podía decir que no, aunque no era la
disculpa que realmente deseaba por la terrible crítica que le había
dado a su restaurante. Aun así, serviría. Por ahora.
Guardó los comestibles en la nevera que Andrew guardaba en su
maletero, luego le permitió conducirlos al restaurante, ya que tía Evie
había necesitado su auto y Julie había tomado el autobús para ir al
trabajo. Él manejaba de una manera un poco más tranquila que el día
anterior, pero aun así lo llevaba al borde de los límites de velocidad.
Julie se rio ante la idea de que Andrew Kyle llamara a alguien más un
hombre de espectáculo… y se sonrojó al ser llamada hermosa.
—Es difícil, hacer tu mejor esfuerzo, solo para que alguien te diga que no
es lo suficientemente bueno.
—Cuando era niña, todo lo que quería hacer era cocinar. Cualquier
cosa para cualquier persona. Reunía gente por el vecindario y hacía
todas las cosas que parecían querer que hiciera. Mezclaba ingredientes
locos…
—Como la salsa picante en el quiché. Funcionó.
—Fue una de las mejores comidas que haya tenido alguna vez —
respondió.
Sorprendentemente buena.
Aun así, se dio cuenta Julie después de que Phillipe los abrazara de
nuevo y se apresurara a regresar a la cocina, todas las cosas buenas
tenían que llegar a su fin.
52
—Rose se va a estar preguntando adónde he ido, especialmente
considerando que necesito organizar un menú para las cuatro. —Negó
con la cabeza mientras hacía un gesto hacia la ocupada cocina—.
Aunque, francamente, estoy empezando a preguntarme por qué me
molesto cuando nada de lo que cocino puede acercarse a este
estándar.
53
Capítulo 7
R
ose estaba esperando a Julie cuando Andrew entró con ella.
Andrew asintió.
Julie se preguntaba, ¿qué tenía él que hacía que las cosas fueran tan
fáciles? En cualquier caso, estuvo agradecida cuando Rose sonrió en
lugar de despedirla inmediatamente por regresar tan tarde de la tienda.
—No, no hay problema —dijo Rose—. Aunque espero que no haya más
investigaciones que hacer hoy. Julie tiene otros clientes para los cuales
cocinar, y llegarán pronto.
No hizo mención directa de Julie, pero aun así se tensó, esperando que
Rose captara su conexión. Tal vez debería haberle mencionado la
aparición improvisada en su programa, pero no había habido tiempo
de hablarle a Rose sobre eso desde entonces, ¿o sí?
Lo que sea que el jardinero dijera hizo que su jefa se riera a carcajadas
por un momento. Rose recuperó su compostura rápidamente, no
obstante, entonces se apresuró para comenzar a realizar llamadas
telefónicas. La propietaria de Rose Chalet parecía nunca desacelerar.
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Julie trabajó para seguir su ejemplo mientras comenzaba a escribir el
menú y a preparar los platos tomando forma en su cabeza. Los detalles
todavía no estaban del todo allí, casi como si fueran sabores medio
recordados de algo, en lugar de los procesos cuidadosamente
establecidos a los que Julie se apegaba normalmente.
Sabía que sería más seguro hacer algo de eficiencia probada. Excepto
que eso era lo que había intentado con Andrew el día anterior, y mira
cómo había resultado eso.
Además, la idea de hacer cosas de esa manera hoy se sentía
repentinamente restringido.
—Tendré los tres platos listos en un par de minutos. Como Andrew sugirió
ayer, es mejor si los sacamos todos juntos.
Claro, Julie había seguido su corazón, pero mirar a los O’Neil produjo
mariposas haciendo volteretas en su estómago.
Era su infancia una vez más, pero esta vez con la preocupación
añadida de perder un trabajo que realmente necesitaba.
Aun así, era más fácil decirlo que hacerlo cuando el novio, a quien Rose
presentó como Stephen, fijo la mirada en Julie con la expresión de
alguien determinado a no ser impresionado por nada, mientras la novia,
Rebecca, parecía mirar la comida con una sospecha de halcón.
—Esta es Julie, nuestra chef —dijo Rose—. Estoy segura de que amarán
lo que ha ideado. Me ha asegurado que va a ser algo especial.
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—Mejor que lo sea —dijo Stephen—. Por el dinero que estoy pagando…
—No veo por qué tienes que hacer todas estas cosas elegantes —dijo
Stephen, poniéndose de pie—. Esto es una boda, no una excusa para
que intentes algún experimento loco. —Se volvió hacia Rose—.
Realmente, Sra. Martin, esto no era lo que esperaba de Rose Chalet. Si
esto es lo mejor que puedes hacer, tendremos que pensar en ir a algún
otro lugar.
—¿Probar eso? ¿Por qué lo haría? ¿Por qué lo haría alguien? Rebecca y
yo sabemos lo que nos gusta, y eso definitivamente no nos gusta.
Vamos, Rebecca, nos vamos.
Por varios segundos después de que Rose les mostrara la salida, todo lo
que Julie pudo hacer fue permanecer allí de pie. Miró la comida sin
tocar. Todo ese trabajo. Pero nada había valido la pena. Todo lo que
iba a conseguir era que la despidieran.
¿Por qué había dejado que Andrew Kyle la persuadiera de que hacer
algo como esto estaría bien?
58
Rose regresó después de un minuto o dos, y no gritó, pero claramente
no estaba feliz. Se sentó en la mesa con la comida abandonada, frente
a Julie.
—Julie, me dijiste que ibas a inventar algo genial, no algo que haría que
los clientes amenazaran con llevar su trabajo a otro lado.
—Puedo ver que pusiste mucho esfuerzo en esto, Julie, pero ¿te
detuviste a pensar en si era lo correcto para los clientes? Sé que el Sr.
Kyle dijo que la comida no era lo suficientemente emocionante ayer,
pero ahora lo has llevado en una dirección completamente opuesta. Y
ahora voy a tener que tratar de convencerlos con mucho esfuerzo de
que sean clientes.
—Lo siento —dijo Julie otra vez, porque parecía ser la única cosa para
decir.
—Sé que sí —dijo Rose. No era cruel. Suspiró—. Te acepté porque tu tía
dijo que serías el reemplazo correcto. Odiaría que me demostraras que
estoy equivocada.
—Entonces haz otra cosa. ¿Los sueños de quién quieres seguir? ¿Los
tuyos o los de Rose?
Julie se obligó a retroceder. Había sido, tuvo que admitir Julie, un gran
beso. Como el propio hombre, el beso había sido confiado y directo,
pero un poco más suave de lo que se había imaginado.
—Julie…
—G
racias por aceptar ayudarme, tía Evie —dijo Julie
mientras sacaba la tercera capa de pastel del horno
y la ponía en la encimera de la cocina de su tía.
¿Cómo explicaba Julie por qué este pastel era tan importante? ¿Le
contaba a su tía todo lo que había pasado con las críticas de Andrew
respecto a su comida? ¿O cuánto necesitaba compensar a Rose
después del fiasco con los O’Neil y su reacción extrema al calamar y la
carne cruda?
Pero sabía que no podía dejar caer sus problemas en el regazo de tía
Evie, no cuando el estrés del negocio de las bodas ya la había
enfermado una vez.
Mientras que el pastel no era más que unos pocos ingredientes simples
mezclados correctamente, la decoración era prácticamente una forma
de arte, una que tomaba un enfoque extremo. Lo cual probaba ser un
problema —un gran problema— cada vez que los pensamientos del
beso inesperado de Andrew aparecían en su mente.
—Julie —preguntó Evie cuando estropeó una cadena de glaseado por
tercera vez—, dime qué sucede.
—No voy a dejar que le hagas nada más a ese pobre pastel hasta que
me digas qué te tiene haciendo tal desastre en los bordes.
—¿Te gusta?
—¿No son así de simples? —Su tía rio suavemente—. Nunca lo son. Mi
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consejo es que sigas con la vida y veas adónde te lleva.
—Rose me sugirió que debería llevarle las flores al Sr. Kyle para
comprobar que voy en la dirección correcta. Entonces —preguntó
Phoebe—, ¿cómo es él? Lo he visto en la televisión, pero quién sabe si
las celebridades son iguales en la vida real.
—Estoy segura de que te irá bien con él —dijo Julie en lo que esperaba
que fuera un tono tranquilizador, antes de volver su atención a
desenvolver y armar su pastel.
—Guau, Julie, es encantador. Debes haberte tomado tantas molestias.
Y todo por una degustación.
Justo en ese momento, llegó Andrew. Julie apenas había sido capaz de
dormir después de su beso, pero parecía irritantemente descansado. Y
seguro de sí mismo.
Vamos, pensó Julie, ¿cuánto tiempo llevaba tener una opinión sobre el
pastel?
Finalmente, se volvió hacia ella y sonrió con una lenta sonrisa. Una que
atrajo a ambos hoyuelos al frente.
—Andrew, yo…
—¿Qué?
Oh, Dios, se había sentido tan correcto que era todo lo que podía hacer
para evitar besar a Andrew nuevamente justo allí. Pero Julie sabía que
no podía hacerlo. No frente a su lugar de trabajo. Y definitivamente no
cuando aún era el hombre que había sostenido su futuro en sus manos
dos veces: una vez en su restaurante y ahora en Rose Chalet.
—Arriésgate, Julie. 67
—Me alegra que te haya gustado el pastel —fue todo lo que pudo
decir. Julie lo vio alejarse unos segundos después, su dirección aún
estaba metida en su mano.
Capítulo 9
—V
amos, Andrew, ¿qué tan difícil puede ser
cocinar una comida?
—Vamos, Andrew —dijo Phil unos segundos más tarde—, ¿la cena no
está lista todavía?
—Acabo de terminar los pollos —dijo Andrew, sacando las aves del
horno y comenzando a trabajar con el cuchillo de trinchar—. Solo tienen
que ser pacientes.
—Honestamente —dijo su padre—, no sé por qué no podíamos comer
filetes. Tirarlos a la parrilla durante diez minutos y, ¡bam!, listos.
Julie.
Pero si hubiera hecho eso, sabía que Julie habría huido de él, en sentido
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figurado, si no literalmente, y eso habría sido todo.
Aun así, Andrew no estaba seguro de que pudiera esperar mucho más.
—¿Julie?
Andrew no pudo evitar darse cuenta de que nadie le pidió los detalles
de ser chef en Rose Chalet más de lo que se preocupaban por los
detalles de lo que hacía él para ganarse la vida. Casi era bueno saber
que no era solo él.
Casi.
Sus padres y Nancy se rieron de eso, pero Julie solo parecía confundida.
—Ya lo ha hecho.
—Lo siento, querido, pero se tiene que decir. Sé que estás pasando un
buen rato en la cocina, pero piensa en todas esas personas que podrías
estar ayudando si volvieras a la universidad. Podrías estar haciendo algo
que el mundo realmente necesite.
—Aun así —comenzó su padre—, nos preocupamos por ti. Solo porque
nos importas. ¿Qué vas a hacer cuando todo esto llegue a su fin?
Julie negó con la cabeza con una sonrisa que a Andrew le sugería que
se reiría si no fuera demasiado descortés.
Un poco después, todos se levantaron para irse, pero por primera vez,
Andrew no estaba ansioso por deshacerse de ellos. Sorprendentemente,
su madre lo acercó y le dijo que podría irle mucho peor. Por supuesto,
ya lo había sabido, lo había sabido al instante en que puso sus ojos en
Julie Delgado.
75
Capítulo 10
—N
o pensé que vendrías —dijo Andrew mientras Julie
comenzaba a ayudarlo con el postre.
—Yo también.
—Julie…
—Nadie podría decir que tienes poca confianza —bromeó ella antes de
agregar—: A veces, desearía tener más.
—¿Donde?
—¡Oye!
O tal vez eso era solo por con quién estaba teniendo la guerra de
comida.
Aún estaba pensando en eso cuando Andrew la besó. Fue más breve
que su primer beso, y más juguetón. Solo un rápido roce de labios, en 78
realidad, pero fue suficiente para que Julie se levantara del sofá,
bajando una mirada acusadora hacia Andrew.
Todavía había una parte de ella, por supuesto, que decía que era
completamente erróneo para ella, y que él solo terminaría lastimándola.
Pero al mismo tiempo, había otra parte de ella que insistía en que
debería sumergirse en el sofá y besar a Andrew hasta que estuvieran
cubiertos por el postre que habían hecho.
Esa parte de ella señalaba cuán glorioso se veía Andrew, incluso con un
montón de crema decorando sus rasgos. Especialmente de esa
manera, de hecho, porque le daba la oportunidad de estirar la mano y
limpiarlo. Pero cuando él lamió la mezcla de sus dedos cuidadosamente
en un movimiento que dejó claro dónde terminarían las cosas si Julie se
quedaba, supo que no podría controlarse si comenzaban a besarse de
nuevo. Solo terminaría deseando más que sus besos, más que solo su
cuerpo.
—No te vayas.
Sí.
No.
—No lo entiendo. ¿Qué ves en mí? —Si Andrew podía elegir a cualquier
mujer, si muchas de aquellas a su alrededor prácticamente se lanzaban
hacia él, ¿por qué ella?—. ¿Es solo la emoción de la persecución?
Tuvo que contener una sonrisa ante su tono burlón. No debía permitirle
que la cautivara.
—De verdad eres diferente —le dijo—. Solo tienes que confiar en mí en
eso.
Confianza.
—Si no me deseas, solo dilo. Aunque no quieres llevar las cosas más lejos
esta noche, si las cosas se están moviendo demasiado rápido, dilo. He
intentado darte espacio desde que nos besamos, pero ya no puedo
hacerlo, Julie. Me gustas demasiado para eso, y de verdad quiero ver
hasta dónde podríamos llegar juntos.
—Podrías ir por la vida sin tomar riesgos —dijo Andrew—, pero ¿eso te
hará feliz?
Oh, ¿por qué tenía que obligarla a ser valiente, esta noche de entre
todas las noches?
La opción sensata sería darse la vuelta y alejarse. Este era Andrew Kyle,
después de todo. No era solo el hombre que había criticado tanto su
comida, era el hermano de los clientes en Rose Chalet. Llevar las cosas
más lejos con él seguramente sería un desastre profesional para ella.
Sería el tipo de riesgo que Julie ya no tomaba.
¿Y si estar con Andrew era algo más allá de sus sueños más
81
descabellados?
Se merecía esta alegría, ¿verdad? Todo lo que tenía que hacer era
dejarse ir, solo una vez. Confiar en que las cosas saldrían bien.
Dicho así, era tan simple. Todo lo que tenía que hacer era…
Julie atrajo a Andrew hacia ella, presionando sus labios contra los de él.
Lo besó con toda su pasión reprimida hasta que él se retiró unos
centímetros.
—¿Estás segura?
—Lo sé —dijo Julie, estirando la mano para alejar las manos de Andrew 82
de su rostro y besar cada una en el centro de su palma—, y lo que
quiero ahora es ser feliz. Contigo.
J
ulie se despertó a la mañana siguiente, con una sonrisa todavía en
sus labios, su piel aún hormigueando por su encantadora —y
absolutamente deliciosa— noche con Andrew.
Lo había deseado, y había ido a por él. Tomar un riesgo tan grande
había sido aterrador, pero al recordar uno o dos de los momentos más
memorables de la noche anterior, supo que había valido la pena.
Lo único que la habría hecho mejor sería si Andrew todavía estuviera allí
para abrazarse en su gran y muy suave cama, pensó mientras se daba
la vuelta y abrazaba su almohada.
Fue entonces cuando finalmente vio qué hora era. Oh oh. Si no se daba
prisa, iba a llegar tarde al trabajo. Lástima que significara dejar atrás la
maravillosa comodidad de su gran cama. Sin embargo, de alguna
manera, ni siquiera eso la molestaba esta mañana. ¿Cómo podría,
cuando todo parecía absolutamente perfecto?
Retirando las mantas, Julie buscó su ropa. ¿Cómo había logrado llegar
allí su sujetador? Sorprendida al darse cuenta de que no había un baño
en el dormitorio principal, asomó la cabeza a la cocina y descubrió que
Andrew estaba trabajando en la cocina. 84
—Buenos días.
—La esperanza está bien —dijo Julie—, siempre y cuando no creas que
realmente va a suceder. ¿A menos que quieras que llegue tarde al
trabajo?
—Aguafiestas.
85
Después de recogerse el cabello sobre su cabeza y ducharse lo más
rápido que pudo, Julie se dio cuenta de que no había forma de volver a
casa para cambiarse antes del trabajo. Iba a tener que averiguar si el
vestido que había usado la noche anterior —un vestido diseñado para
una buena cena en lugar de un día en el trabajo detrás de una
cocina— iba a ser adecuado para cocinar en Rose Chalet. Si Phoebe
podía salirse con la suya, ¿no podría ella?
Para cuando estuvo limpia y vestida, un olor celestial provenía de la
cocina, y Andrew estaba esperándola. La apreciación en sus ojos
prácticamente la hizo brillar.
Parecía contento.
—¿Solo un omelet? —se burló—. Por qué, chef Kyle, ¿qué pensarán las
personas de las Michelin?
Andrew se rio.
Julie no ayudó esta vez. Hacer el postre juntos había sido divertido, y la
cena de la noche anterior en realidad había sido para su familia dado 86
que no sabía si ella aparecería.
Esta era la primera vez que Andrew cocinaba solo para ella.
Cada movimiento que hacía era seguro y diestro, desde romper los
huevos con una mano hasta mezclar todo con los movimientos bruscos
de un tenedor. Añadió unos trozos de tocino y asó un par de tomates,
pero no había nada complejo. Aun así, antes de que terminara, supo
que el desayuno iba a ser increíble.
Deslizó el humeante omelet frente a ella y le dio un mordisco. Estaba
perfecto.
Esto, Julie estaba segura, era una gran parte del secreto del éxito de
Andrew. No simplemente técnica. No una comprensión mágica del
sabor basada en un paladar superior. Ni siquiera los años de experiencia
trabajando en los mejores restaurantes.
Confianza.
87
Era el único ingrediente que parecía ir con todo.
—Tengo mucho por lo que sonreír. —El beso que le dio un momento
después le dio aún más razones para sonreír.
Aunque unos minutos más tarde, mientras estaba recogiendo las llaves
de su auto para dirigirse al trabajo y preparándose para despedirse,
Andrew la rodeó con sus brazos.
—¿En nosotros?
—Esta mañana —dijo lentamente—, las cosas parecen tan obvias. Tal
vez demasiado obvias.
—No hay tal cosa como demasiado obvio. Confía en ti, Julie. Confía en
cómo te sientes.
—¿Estás segura?
Asintió.
—Te llamaré más tarde, ¿está bien? Y sabes que iré a casa de tu tía si
88
me ignoras.
Las cosas parecían tan simples cuando estaba en sus brazos, pensó
mientras conducía hacia Rose Chalet. Pero ¿eran realmente tan
simples?
Capítulo 12
—V
aya, te ves realmente feliz esta mañana. —Julie
levantó la mirada de su trabajo en la cocina de Rose
Chalet para encontrar a Phoebe entrando—.
Prácticamente estás silbando mientras trabajas. Estoy bastante segura
de que eso no está permitido, sabes —bromeó Phoebe.
—Conozco esa mirada —dijo Phoebe con una nota traviesa en su voz.
Le echó una larga mirada a Julie—. ¿Quién es el chico afortunado?
—Veamos, tiene que ser alguien con quien hayas estado pasando
mucho tiempo. Guapo, obviamente. Alguien que… —Sus ojos se
agrandaron—. Oh, Dios mío, ¡no lo hiciste! ¿Andrew Kyle?
Sin saber qué más hacer, y francamente muy agradecida de ser capaz
de contarle a alguien, Julie asintió con una sonrisa que no podía
contener curvando sus labios hacia arriba.
Por un segundo, Julie se sonrojó tanto que podría haber usado su propio
rostro para cocinar en lugar de la cocina. Aun así, tenía que hablar de
esto con alguien, o probablemente explotaría.
No era que la dueña de Rose Chalet fuera una jefe infernal que odiara 90
la diversión, pero Rose estaba dirigiendo un negocio, y tenía que
esperar la menor cantidad de complicaciones interpersonales entre
empleados y clientes.
Rose hizo un gesto hacia una de las sillas para clientes que estaban
frente al escritorio. Julie ni siquiera se había sentado cuando había sido
entrevistada para el trabajo temporal, porque lo habían hecho en la
cocina. De repente las cosas se sentían horriblemente formales.
Julie se sentó. 91
—Oí casi todo lo que le dijiste a Phoebe —dijo Rose. No levantó la voz.
Ni siquiera parecía enfadada. En todo caso, parecía decepcionada—.
¿Estás saliendo con Andrew Kyle?
Julie dudó, pero luego asintió. No tenía mucho sentido tratar de negarlo.
—Sí.
—¿Sabes cuán complicado hace eso las cosas?
—Lo siento —dijo Julie, pero una pequeña chispa de desafío surgió en
ella—. Para ser justos, las cosas ya eran bastante complicadas entre él y
yo.
—… luego lo besas unos días atrás, vas a cenar a su casa con su familia,
92
pasas la noche con él… no sé qué decir a todo eso, Julie.
Rose apretó sus labios, obviamente sin decir lo primero que se le pasó
por la cabeza.
—Sí, profesionales hubiera sido bueno —dijo después de unos
segundos—. Pero, claramente, las cosas no han resultado de esa
manera.
Julie asintió.
…trabajo.
Rose asintió.
Julie se llevó las manos al rostro. Podía sentir el comienzo de las lágrimas
en sus ojos, pero estaba determinada a no llorar. No aquí, no de esa 93
manera.
—Pero yo…
—No voy a hacer que trabajes el resto del día —dijo Rose—, y quiero
que sepas que esto no es nada personal. Simplemente no creo que seas
una buena opción para Rose Chalet. Lo siento. Obviamente, se te
pagará por el trabajo que has realizado hasta ahora.
Julie asintió y se puso de pie. Tenía que salir de la oficina de Rose antes
de que se derrumbara y llorara. Murmuró algo acerca de estar
agradecida por la oportunidad y llegó hasta el estacionamiento antes
de detenerse, finalmente asimilando la realidad.
J
ulie caminó de regreso a la casa de su tía con la respiración
entrecortada y sus entrañas retorciéndose. Ni siquiera intentó
agarrar el autobús a casa, pasándolo aturdida mientras trataba de
encontrarle algo de sentido a todo lo que había sucedido.
Por otra parte, todo el trabajo que Evie había hecho en la cocina para
el local de celebración de bodas, y Julie lo había perdido, así como así.
¿Su tía estaría enfadada? ¿Decepcionada? El estrés de tratar de
seguirle el ritmo a múltiples bodas había sido malo para la salud de la
mujer mayor. ¿Qué le haría la noticia de cuánto había arruinado su
sobrina esta oportunidad?
¿Por qué había impreso la crítica y la había puesto allí? Apenas podía
recordarlo ahora. Tal vez había pensado en usarla como un estímulo
para la acción, una fuente de inspiración. Tal vez la había querido
como un recordatorio de cuán fácilmente podían salir mal las cosas.
Todo lo que Julie sabía en ese momento era que tenía que guardar una 96
copia, que no iba a dejar que un par de breves párrafos que habían
arruinado su vida flotaran en el universo electrónico.
Había tenido visiones de ser capaz algún día de obligar a Andrew Kyle a
comerse sus palabras. Julie sonrió tristemente al leer la pieza una vez
más, sus ojos examinaron las palabras que podría haber recitado de
memoria.
Frases tan simples, pero habían hecho tanto daño. Cuando llegó al final
de la crítica, volvió al principio para leerla de nuevo.
Pero para Julie la vida parecía no ser más que consecuencias. Unas 97
podridas.
Volvió a abrir los ojos para descubrir que estaba en el suelo de la ducha,
con los brazos envueltos alrededor de sus rodillas, abrazándolos. Por
mucho que quisiera negarlo, Delgado’s había estado yendo cuesta
abajo durante meses antes de que cerrara. La crítica de dos estrellas
fue solo la gota que derramó el vaso. Y la noche anterior con Andrew, el
desayuno de esta mañana y los dulces besos… había sido su elección
quedarse. Su elección tomar ese riesgo.
Por su parte, el dueño del camión, cuyo nombre resultó ser Frank,
estaba feliz de tenerla allí. Le contó que no había tenido ningún cliente
desde que comenzara a llover. La única razón por la que no movía la
ubicación era porque estaría lloviendo igual de fuerte en cualquier otro
lugar. Todo formaba parte de la maravillosa vida de un vendedor
viajero de comida, como lo dijo alegremente. Cuando una pareja de
nuevos clientes apareció a pesar de la lluvia, Frank declaró que Julie era
un amuleto de buena suerte.
99
—Eso es prácticamente lo opuesto de lo que soy ahora mismo —le
informó Julie.
Julie sabía que debía decir que no. Andrew habría estado enojado con
ella por hacer cualquier otra cosa. Hasta tía Evie le habría dicho que se
estaba vendiendo barato.
100
Capítulo 14
—¡C
orte! Prepárate para la sección de habilidades
básicas.
Nada.
Sandy observó a las dos jóvenes irse y luego se giró hacia Andrew, justo
cuando él estaba tirando el número de teléfono.
101
—¿Qué pasa contigo hoy?
—Déjame en paz, Sandy. De hecho, por qué no vas a encontrar algo útil
que hacer. Ve a conseguirme café. O algo.
—Lo siento —dijo él inmediatamente, sabiendo que era el peor jefe del
planeta—. Solo estoy un poco…
Andrew sonrió ante eso. Era la primera vez que sonreía en todo el día,
excepto ante la cámara, y eso no contaba.
—Es esa chef de Rose Chalet, ¿no es así? A la que le hacías ojitos.
¿Por qué Julie no había llamado? Había pensado que las cosas estaban
yendo bien. La noche que habían pasado juntos había sido asombrosa,
pero era más que eso. La mañana siguiente… esa había sido la parte
realmente especial. Habían consolidado su conexión entonces, había
estado seguro de eso.
Pero aquí estaba de nuevo, Julie ignorando sus mensajes. Era tan malo
como lo había sido después de que se besaran por primera vez. Peor, 102
en realidad. Evitarlo después de su beso había sido por los nervios, un
bache en el camino.
Andrew manejó como un hombre loco hacia Rose Chalet, pero Julie no
estaba allí. Rose tampoco estaba allí. La única persona que Andrew
pudo encontrar fue a Phoebe, la florista.
—Mira, entiendo que esto es lo que siempre pasa con las relaciones, 103
pero Julie es mi amiga y odio saber que está herida por esto. Por ti.
—No lo sé. Pero creo que deberías dejarla en paz y permitirle continuar
con su vida.
¿Por qué no le había dicho algo de esto? ¿Qué razón podía haber
tenido Rose para despedirla? No sabía las respuestas a ninguna de esas
preguntas, pero iba a descubrirlo.
Volvió a cruzar la ciudad a toda velocidad hasta la casa de Julie, solo
para que su tía le dijera:
Salió de allí tan rápido como pudo, tratando de averiguar qué estaba
pasando cuando ni siquiera Evie parecía saber que Julie había sido
despedida.
—Julie, ¿qué estás haciendo en un lugar como este? ¿Y por qué no has
respondido ninguno de mis mensajes? Phoebe me contó lo que
sucedió. Voy a decirle a Rose que vamos a cancelar la boda a menos
que… 104
—¡No!
Apenas podía creer eso. Y, Dios, odiaba la forma en que su voz estaba
tan tranquila. Casi sin vida.
Sonaba más triste que enojada, y eso fue suficiente para enviar las
emociones de Andrew en espiral de la misma manera. Se quedó allí por
varios segundos, mirándola fijamente en el camión de comida con un
delantal blanco manchado sobre sus jeans y camiseta.
—Andrew…
—Sé tan bien como nadie que las personas no obtienen lo que
merecen.
—¿…y ahora ni siquiera tomarás lo que podría ser una gran oportunidad
para ti? No te entiendo, Julie. Simplemente no te entiendo. 106
—¿Se supone que debo creer que esto es suficiente para ti?
Él sacudió su cabeza.
Sin ti.
Andrew sabía que era todo lo que iba a sacar de ella. Pero no era
suficiente. No era suficiente ni de cerca.
Habría puesto todo patas arriba por ella sin siquiera dudarlo… pero ella
todavía estaba demasiado asustada para admitir lo que realmente
sentía por él. No iba a correr el riesgo de abrir su corazón.
Si solo lo creyera.
107
Capítulo 15
—A
quí tienes, Betty. —Julie le entregó un sándwich de
ensalada de atún y huevo a la parrilla—. ¿Espero que
nos veamos de nuevo mañana?
Julie sonrió para sí misma. Eso era lo que había dicho la mujer los últimos
tres días consecutivos. Le sirvió al siguiente cliente, mientras Frank
mantenía una conversación con un hombre mayor sobre cuál equipo
de béisbol iba a ganar esa temporada. Sin que se lo pidieran, Julie armó
la orden de Alvin y se la pasó.
—Te ves bien hoy, Alvin. ¿Significa que las cosas van bien con Ethel?
Se echó a reír a carcajadas, aunque solo fuera porque cada vez que
Frank lo decía, él pasaba unos buenos diez minutos hablando con la
siguiente persona en venir.
—Soy feliz aquí. —Se sorprendió al descubrir que, por una vez, las cosas
realmente fueran así de simples—. Además, ¿qué harías sin mí ahora
que tienes un montón de nuevos clientes?
Para todo lo que a su jefe le gustaba hablar con sus clientes sobre sus
vidas, no le había preguntado demasiado sobre cómo le estaba yendo
a Julie en los primeros días. Probablemente porque había sido
dolorosamente obvio que necesitaba espacio.
109
Contarle a su tía lo que estaba haciendo no había sido fácil, aunque la
parte más difícil había sido reunir el coraje. Cuando Julie finalmente lo
había hecho, tía Evie la abrazó y le dijo a Julie que estaba segura de
que las cosas se resolverían. Su tía se había acercado al camión al día
siguiente y ella y Frank se habían llevado demasiado bien para el gusto
de Julie, dado que eso significaba que ambos pasaban su tiempo
preguntándole si estaba comiendo adecuadamente.
Y luego, cinco días, tres horas y cuarenta y ocho minutos después de
que Andrew se hubiera alejado del camión de comida y salido de su
vida, sonó el teléfono de Julie. Era Sandy, la asistente de Andrew.
—¿Hola?
Por supuesto, Andrew fue el único que no la llamó para hablarle sobre el
hecho de estar en el programa nuevamente. Dolía, pero se dijo que era
mejor así. Esto era lo que había pedido, después de todo. Que la dejara
en paz. Apenas podía quejarse, ¿verdad? A pesar de que la mayoría de
las noches Julie todavía se encontraba pensando en él, y cuando tía
Evie había apagado su programa en la televisión con cuidado, Julie lo
había vuelto a encender y dicho que estaba bien.
Aparte de sus sentimientos por Andrew, y del hecho de que no había 110
dejado de quererlo por un solo segundo desde que lo había alejado del
camión de comida, sorprendentemente, todo lo demás se sentía bien.
Después de todos estos años tratando de encajar en una caja tras otra,
se sorprendió al darse cuenta de que finalmente podía ser ella misma.
Pronto.
—Hola a todos.
Unos días atrás, Julie no habría sido capaz de asentir. Hoy, a pesar de
sus nervios, estaba sonriendo mientras cargaba la cesta que había
empacado en la camioneta.
—Esto está bueno —dijo, luego miró a los otros dos mientras terminaban
de comer—. Solo recuerden que tienen que terminar esa glorieta. Julie,
por qué no vienes a mi oficina y podemos hablar.
Los únicos recuerdos que tenía de la oficina de Rose eran de haber sido
despedida, pero en ese momento, eso no importaba ni de cerca lo que
ella había pensado que podría importar. Tomó asiento en una de las
sillas para clientes, y para sorpresa de Julie, Rose tomó asiento en la otra
en lugar de sentarse detrás de su escritorio.
—Me alegra que estés bien —dijo Rose—. Cuando te dejé ir, pude ver
cuán molesta estabas.
—Fue duro, pero entiendo por qué tuviste que hacerlo. De verdad.
Julie asintió.
—He trabajado con el mismo equipo aquí durante tanto tiempo que no
he tenido que entrenar a alguien nuevo desde hace tiempo. Me has
ayudado mucho al hacer que me diera cuenta de que necesito prestar
mucha más atención a mis nuevos empleados en el futuro para
113
ayudarles a tener éxito. ¿Hubo algo que pudimos haber hecho para
facilitarte las cosas?
Pero ahora que había aceptado que esas cosas eran su culpa —y que
cambiar las malas decisiones que había tomado en el pasado estaba
fuera de sus manos—, finalmente había empezado a sentir que las
semillas de la verdadera confianza brotaban y florecían dentro de ella.
—No —dijo Julie—, eso no es lo que quiero decir. Sí, hubo momentos en
que estabas tan ocupada que no había nadie a quien acudir por
ayuda, pero honestamente, no creo que hubiera pedido ayuda de
todos modos. Siempre estaba tratando de ser perfecta, como lo había
sido tía Evie. El problema es que la perfección… bueno, no soy yo.
Julie sonrió.
—Está bien. Mejor en estos días. De hecho, cuando salí del trabajo en
este momento, es casi seguro que estaba conspirando a mis espaldas
con mi nuevo jefe para hacer que me cuide mejor.
114
—No lo dijiste antes. ¿Qué estás haciendo ahora?
—¿Solo a veces?
Julie rio.
—Qué lástima. Echaré de menos tenerte por aquí. —Levantó una ceja—
. Probablemente no debería preguntar, pero ¿qué hay de ti y Andrew?
115
¿Supongo que es historia después de haberte metido en ese problema?
—La situación con Andrew es… —Julie hizo una pausa—, complicada.
Había necesitado arreglar las cosas con Rose, hacerle saber cómo se
sentía. Hacerle saber por qué habían sucedido las cosas. Había habido
un cierre que Julie ni siquiera sabía que estaba buscando. Se quedó de
pie con el sol en el rostro durante varios segundos hasta que tuvo que
dejar de perder el tiempo.
Julie había lidiando con las cosas en Rose Chalet, pero todavía había
algo mucho más grande con lo cual lidiar.
¿Podía hacerlo?
Incluso esa mañana, Julie podría haber dicho que no, pero ahora las
cosas se sentían diferentes. Y cuando sacó su teléfono de un bolsillo,
repentinamente sintió que no había nada demasiado grande para
enfrentar.
—M
uy bien, gente —dijo el productor de Andrew al
grupo en el estudio de grabación de Edgy Eats—. Sé
que este es el último programa y todos estamos
emocionados, pero ¿podemos intentar terminarlo todo antes de
comenzar la fiesta?
Había estado tan seguro de que las cosas funcionarían. Tan seguro de
que finalmente había llegado a ver cuán buena pareja podrían ser.
Pero aquí estaba, de regreso al punto de partida. Más atrás, en
realidad, porque no parecía haber mucha esperanza de volver a
conseguir llegar a ella.
Por los rumores que había escuchado de los chefs que frecuentaban los
camiones de comida de vez en cuando, Julie estaba disfrutando de su
nueva vida. Aunque no estaba ni cerca de ser lo que Andrew había
imaginado para ella, parecía que finalmente estaba cocinando de una
manera que la hacía feliz.
Sabía que debería estar agradecido… pero cómo podía estar feliz por
117
algo cuando ella no lo quería.
—Disculpa, Andrew.
Tan pronto como la mujer se fue con otra mirada anhelante hacia él,
Andrew preguntó:
—No solo las envié, las entregué personalmente —dijo Sandy—. Confía
en mí, las tienen. Pero…
—No es tu culpa. —Era suya, por pensar que su familia realmente podría
venir en primer lugar. Oh, si los llamaba, probablemente tendrían
excusas sobre lo ocupados que estaban. Y lo estaban. Era solo que por
una vez, solo una vez, habría sido bueno si hubiera sido lo
suficientemente importante como para irrumpir en sus ocupados
horarios. Simplemente porque él era familia y se suponía que la familia
contara para algo.
Tendría que regresar para la boda, por supuesto, pero podría ser solo
una parada rápida en San Francisco antes de dirigirse a su próximo
destino.
Se encogió de hombros.
—Casi.
Geraldine asintió.
—Me han dicho que estos son los mejores cocineros que han estado en
tu programa, así que esperaré altos niveles de todos ellos.
120
Y, sin duda, aprovechar la oportunidad para girar el cuchillo si no
estaban a la altura.
Pero allí estaba ella, caminando hacia su estación de trabajo con los
demás, todos los ingredientes para sus platos elegidos en una caja… y
tan hermosa que apenas podía creer lo que veía.
—¿Y qué has estado haciendo desde la última vez que te vimos?
No, quería preguntarle cosas mucho más importantes. ¿Por qué estás
aquí? ¿Puedes ver cuánto te amo? ¿Corresponderás mi amor? El
problema era que estar en televisión en vivo significaba que tenía que
hacer su parte.
Los ojos de Andrew se ampliaron ante eso. Esperó a que la risa del
público en vivo se desvaneciera.
—Sí —dijo, asintiendo serenamente—, lo es. Pero una persona muy sabia
me dijo una vez que si confiaba en mis instintos, todo saldría bien. —Hizo
una pausa—. Me tomó un tiempo entenderlo, pero finalmente he
decidido que ese amigo tenía razón.
Los jueces probaron primero. Lucy dijo que eran agradables, pero que
parecían demasiado simples para un duelo de chefs en televisión. Steve
cuestionó si tenía alguna posibilidad de seguirle el ritmo a la alta cocina
de los otros concursantes, y sugirió que un plan podría haber evitado el
problema.
Julie, por otro lado, sirvió lo que parecía una simple tortilla envuelta,
hasta que explicó que utilizaba una mezcla de carne de cerdo, 124
especias al estilo tailandés, verduras orientales y limón. Los otros jueces
no podían ver más allá de la cáscara exterior de la tortilla.
Steve asintió.
Pero para Andrew no podría haber habido un final más perfecto para la
comida. Los tres primeros platos habían sido Julie de principio a fin, una
mezcla perfecta de lo simple y lo complicado. Comida básica y
funcional reinventada con sabores que nunca habían sido pensados
para ellos. Cada uno de ellos había sido un riesgo, pero también había
salido directamente del corazón.
¿Y su postre? Bueno, ese era un mensaje tan claro y directo que Andrew
quería gritar corten solo para poder ir corriendo y besar a Julie.
Dios, cuánto la amaba. Ahora solo tenía que esperar lo suficiente para
que todos se fueran para que poder… oh, ¿a quién le importaba si
estaban al aire?
126
Capítulo 17
L
os jueces deliberaron. Andrew finalmente había dejado que Julie se
parara con los otras concursantes esperando su veredicto y sabía
que su rostro tenía un brillo especial de bien besada que todas las
mujeres en la habitación tenían que envidiar.
No, no iba a seguir por ese camino otra vez. Iba a dejar de cuestionar la
magia entre ella y Andrew de una vez por todas.
Especialmente cuando él había creído en ella incluso antes de que ella 127
creyera en sí misma.
Los jueces lo alargaron, por supuesto. Eso era más o menos obligatorio,
diseñado para aumentar la tensión de acuerdo con el manual del
programa de televisión. Julie no se preocupaba ni un poco por quién
iba a ser el ganador. Tras los comentarios de los jueces, esto solo iba a
terminar de una manera.
—… ¡Elaine Neilson!
Eso era todo. Ni siquiera entre los tres primeros. De hecho, dada la
desagradable mirada que le dirigió Geraldine, definitivamente estaba
en el último lugar.
Hubo un tiempo en que eso le habría importado a Julie. Pero hoy no.
—Te amo —dijo él—. No voy a esconder eso nunca más, Julie. 128
—Si sirve de algo, lamento haber tenido que ser dura. Creo que tal vez
me haya dejado llevar un poco. Ah, y tienes razón. Lo estoy.
Porque ninguno de ellos iba a ninguna parte esta vez. Eran un equipo
de ahora en adelante.
Julie estuvo sorprendida cuando varias personas se acercaron a
preguntarle sobre los platos que había hecho en el duelo de chefs. Una
mujer de la edad de tía Evie dijo:
—Es lindo ver que comida real puede mantener el ritmo de esas cosas
vistosas cuando se prepara bien.
—No lo sé.
—Es bastante mientras está todo en marcha —dijo Andrew—, pero tiene
razón. Podría ser una gran oportunidad para ti. Solo es cuestión de lo
que quieres, Julie.
Era feliz.
¿Realmente quería cambiar eso por una vida en la que le dijeran dónde
pararse o qué decir, solo porque era lo que otras personas pensaban
que debería querer? Podía ver la oportunidad que representaba, y bien
podría tomarla, pero no si iba a interferir con esa libertad.
—No. Es mejor. Porque contigo, sé que no estás aquí por alguna clase
de sentido del deber. Estás conmigo porque quieres estarlo. Pensé que
era quien le estaba haciendo un regalo a mi hermano al ayudarlo a
organizar el menú de la boda. Poco sabía que era yo quien estaba
recibiendo el mejor regalo de bodas: Tú.
—Me encantaría.
—El único problema es que todavía tengo que descubrir qué vamos a
hacer para el cáterin. —Sacudió su cabeza—. Porque no voy a cocinar
en la boda de mi hermano.
134
Epílogo
E
l trabajo de Phoebe en la boda era siempre en múltiples niveles. Si
bien obviamente mantenía un ojo en las flores y cambiaba los
capullos cuando comenzaban a marchitarse, también estaba feliz
de dar una mano sirviendo comida y bebidas, buscar entre el equipo
de costura de Anne en caso de que el vestido de la novia o de las
damas de honor necesitaran un retoque, e incluso ayudar a Tyce a
revisar su equipo de sonido.
Sin embargo, para la boda de los Kyle, las cosas fueron un poco
diferentes. No hubo necesidad de ayudar a servir la cena, para
empezar, porque todos estaban sirviéndose de alguno de los camiones
de comida que habían estacionado alrededor del borde del jardín del
chalet. Ociosamente, Phoebe se preguntó qué había sido más difícil,
convencer a los dueños de los camiones para que pasaran su día
trabajando aquí, o hablar con Rose para permitir que eso sucediera.
No, no cinismo.
Realismo.
Si el amor verdadero fuera real y las parejas permanecieran juntas por
siempre, sería genial. Pero las cosas no funcionaban así en realidad.
Pero todo lo que tenía que hacer era mirar los hechos. Por muy felices
que se miraran Phil y Nancy Kyle hoy, las estadísticas eran claras: había
un cincuenta por ciento de probabilidades de que siguieran casados
tres años a partir de este momento. Creer que encontrarías el amor
verdadero era tan loco como estar segura de que el billete de lotería
que acababas de comprar definitivamente iba a ganar.
Phoebe sacó una rosa blanca de una de sus propias muestras y dejó
que el aroma vagara sobre ella. Olvida al Sr. Correcto. ¿Qué andaba
mal con el Sr. Correcto Ahora… con ser honesta con ella misma y
divertirse un poco?
Las relaciones eran como la flor que sostenía. En este momento, era
hermosa. Perfecta. Prístina con un aroma de una belleza sorprendente.
—Soy Patrick —dijo, con una sonrisa ligeramente torcida que le hizo
cosas raras por dentro.
—Es una pena tener una gran música en vivo como esta solo para que
la mujer más hermosa de la habitación no esté bailando.
No esperó a que Phoebe respondiera, sino que la giró hacia sus brazos.
Y qué brazos tan agradablemente musculosos que eran.
Sí, era exactamente el tipo de chico con el que podía tener una
aventura divertida, especialmente dado que parecía estar tan
dispuesto a actuar por impulso como ella. Chicos así siempre entendían
cómo se jugaba el juego y, afortunadamente, no iban por ahí pidiendo
más de lo que Phoebe estaba dispuesta a dar.
Su voz generalmente no era así de jadeante. Por otra parte, por lo 137
general no veía a los hombres así de guapos en una boda en Rose
Chalet… ni bailaba con ellos en una boda.
—Luce bien, pero todas las mujeres se ven hermosas el día de su boda.
Oh oh.
RJ sonrió.
Y nunca lo haría.
138
Pero cuando sintió la intensidad de su oscura mirada sobre ella desde el
otro lado de la habitación, el escalofrío que subió por su columna le dijo
que su resistencia podría no ser tan fácil esta vez.
The Wedding
Dance
P
hoebe Davis, florista de Rose Chalet,
sabe que nada es permanente… ni los
arreglos florales que ella crea, ni las
bodas que ayuda a crear, y ciertamente ni el
matrimonio de sus padres que terminó en un
amargo divorcio. Segura de que todas las
relaciones vienen con ataduras, siempre ha
trabajado para vivir el momento y no tener
atadura alguna… jamás.
Lo cual era una lástima. Podría haber conducido a su lado el resto del
día muy felizmente. Desafortunadamente, ella probablemente se daría
cuenta si tomara algunos desvíos.
Podría haber jurado que Phoebe se puso rígida antes de decir: 140
—Es un gran lugar. Hay una buena vista, también mucho espacio para
un jardín. Va a ser divertido trabajar en ello, hay muchas posibilidades.
¿Qué sería para Phoebe? ¿Cena y baile? A Patrick le gustaba ser más
original que eso, pero esa misma originalidad lo había defraudado
varias veces en el pasado. Mujeres que habrían sido perfectamente
felices en un buen restaurante generalmente no reaccionaban bien a
los hombres que sugerían volar en parapente como primera cita. Solo
que, ¿qué lograron alguna vez esas cenas de la primera cita?
Conseguían meter a dos personas en una situación en la que podrían
estar dispuestos a acostarse después, pero siempre estaban tan
ocupados jugando al juego que nunca llegaban a conocerse más allá
de eso.
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No podía encontrarle el sentido. Quería saber mucho más que eso sobre
Phoebe. Se sentía atraído hacia ella mucho más que eso. Pero tal vez la
opción clásica fuera lo mejor en este caso. Era tan elegante como una
de esas flores que arreglaba tan hábilmente, así que tal vez era el tipo
de mujer que esperaría un restaurante.
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