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Biografía
Infancia y adolescencia
Educación
La educación que recibió en La Flèche hasta los dieciséis años de edad (1604-1612) le proporcionó,
durante los cinco primeros años de cursos, una sólida introducción a la cultura clásica, habiendo
aprendido latín y griego en la lectura de autores como Cicerón, Horacio y Virgilio, por un lado, y
Homero, Píndaro y Platón, por el otro. El resto de la enseñanza estaba basada principalmente en
textos filosóficos de Aristóteles (Órganon, Metafísica, Ética a Nicómaco), acompañados por
comentarios de jesuitas (Suárez, Fonseca, Toledo, quizá Vitoria) y otros autores españoles
(Cayetano). Conviene destacar que Aristóteles era entonces el autor de referencia para el estudio,
tanto de la física, como de la biología. El plan de estudios incluía también una introducción a las
matemáticas (Clavius), tanto puras como aplicadas: astronomía, música, arquitectura. Siguiendo
una extendida práctica medieval y clásica, en esta escuela los estudiantes se ejercitaban
constantemente en la discusión (Cfr. Gaukroger, quien toma en cuenta la Ratio studiorum: el plan
de estudios que aplicaban las instituciones jesuíticas).
Juventud
A los 18 años de edad, Descartes ingresó en la Universidad de Poitiers para estudiar derecho y
medicina. Para 1616 cuenta con los grados de bachiller y licenciado en Derecho.
A los veintidós años parte hacia los Países Bajos, donde observa los preparativos del ejército de
Mauricio de Nassau para la inminente Guerra de los Treinta Años. En 1618 y 1619 reside en Países
Bajos. En noviembre de 161819 conoció en Breda a Isaac Beeckman con quien durante varios años
mantiene una intensa y estrecha amistad y que intentaba desarrollar una teoría física
corpuscularista, muy basada en conceptos matemáticos. El contacto con Beeckman estimuló en
gran medida el interés de Descartes por la matemática y la física. Pese a los constantes viajes que
realizó en esta época, Descartes no dejó de formarse y en 1620 conoció en Ulm al entonces famoso
maestro calculista alemán Johann Faulhaber. Para Beeckman escribe pequeños trabajos de física,
como «Sobre la presión del agua en un vaso» y «Sobre la caída de una piedra en el vacío», así
como un compendio de música.
En 1619 se enrola en las filas del duque Maximiliano de
Baviera.
Al despertarse, Descartes rezó y le pidió a Dios que lo protegiera y volvió a dormirse. En el segundo
sueño un sonido explosivo, como un relámpago, lo estremeció. Esto hizo que se "despertara".
Abrió los ojos y notó numerosas centellas de fuego dispersas por toda su habitación. El terror se
disipó y se volvió a dormir.
El tercer sueño, Descartes encontró un diccionario y una antología de poesía latina, Corpus
Poetarum. Lo abrió en un verso que decía "Quod vitae sectabor iter?" ("¿Qué camino de vida debo
seguir?"). Luego un hombre desconocido le mostró un verso que empezaba "Est & Non" ("Sí o
No"). Era un idyllis de Ausonio. Se lo intentó enseñar al hombre pero no lo encontró. Le dijo al
hombre que conocía otro poema, del mismo poeta, que empezaba "Quod vitae sectabor iter?". Sin
lograrlo, finalmente el libro y el hombre desaparecieron. Se dice que Descartes no despertó, sino
que empezó a interpretar su sueño mientras soñaba.
Descartes consideró que "el Diccionario significaba nada menos que todas las ciencias juntas" y
que los poemas indicaban "la Filosofía y la Sabiduría unidas" y por último, que la frase "Quod vitae
sectabor iter" "era un buen consejo de una persona sabia, o incluso Teología Moral". El "Sí y No",
que era de Pitágoras, debía entenderse como la verdad y la falsedad en el conocimiento humano y
en las ciencias seculares.21 De esa época posiblemente data su concepción de una matemática
universal y su invento de la geometría analítica.
Etapa investigadora
Renunció a la vida militar en 1619. Abandona Países Bajos, vive una temporada en Dinamarca y
luego en Alemania, asistiendo a la coronación del emperador Fernando en Fráncfort. Viaja por
Alemania y regresa a Francia en 1622, estancia que aprovecha para vender sus posesiones y así
asegurarse una vida independiente. Pasa una temporada en Italia (1623-1625), donde sigue de
cerca el itinerario que décadas antes había hecho Michel de Montaigne.
A pesar de discurrir sobre los temas anteriores, Descartes no
publicó entonces ninguno de estos resultados. Durante su
estancia más larga en París, Descartes reafirma relaciones que
había establecido a partir de 1622 con otros intelectuales, como
Marin Mersenne y Jean-Louis Guez de Balzac, así como con un
círculo conocido como «Los libertinos». En esta época sus
amigos propagan su reputación, hasta el punto de que su casa
se convirtió entonces en un punto de reunión para quienes
gustaban intercambiar ideas y discutir. Con todo ello su vida
parece haber sido algo agitada, pues en 1628 se bate en duelo,
tras el cual comentó que «no he hallado una mujer cuya belleza
pueda compararse a la de la verdad». Descartes en la Corte de la reina
Cristina de Suecia (detalle), Louis-
El año siguiente, con la intención de dedicarse por completo al Michel Dumesnil, Palacio de
estudio, se traslada definitivamente a los Países Bajos, donde Versalles.
llevaría una vida modesta y tranquila, aunque cambiando de
residencia constantemente para mantener oculto su paradero.
Descartes permanece allí hasta 1649, viajando, sin embargo, en una ocasión a Dinamarca y en tres
a Francia.
La preferencia de Descartes por Países Bajos parece haber sido bastante acertada, pues mientras
en Francia muchas cosas podrían distraerlo y había escasa tolerancia, las ciudades neerlandesas
estaban en paz, florecían gracias al comercio y grupos de burgueses potenciaban las ciencias
fundándose la academia de Ámsterdam en 1632. Entretanto, el centro de Europa se desgarraba en
la Guerra de los Treinta Años, que terminaría en 1648. Aun así, tomando ejemplo de lo sucedido a
Galileo con la Iglesia, Descartes se muestra cauteloso en sus escritos y, en su correspondencia de
esos años con el médico Regius (1639-1645) o su amigo Mersenne, recomienda a éstos discreción a
la hora de dar a conocer sus teorías para evitar un posible encarcelamiento o incluso la muerte. En
una carta de 1633 enviada a este último, impactado por la reciente condena al científico italiano,
llega a plantearle la quema de sus papeles o, al menos, no dejárselos ver a nadie.22
Fallecimiento
En 1935 se llamó, en su honor, «Descartes» a un cráter lunar.25 Su ciudad natal también fue
bautizada como "Descartes".
Filosofía
Véase también: Cartesianismo
Al menos desde que Hegel escribió sus Lecciones de historia de la filosofía, en general se
considera a Descartes como el "padre de la filosofía moderna", independientemente de sus muy
relevantes aportes a las matemáticas y la física. Este juicio se justifica, principalmente, por su
decisión de rechazar las verdades recibidas, por ejemplo, de la escolástica, combatiendo
activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el propio problema del
conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en otros temas de mayor
importancia intrínseca: la moral, la medicina y la mecánica. En esta prioridad que concede a los
problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus principales sucesores. Sin embargo, esta manera
de juzgarlo no debe impedirnos valorar el conocimiento y los estrechos vínculos que este autor
mantiene con los filósofos clásicos, principalmente con Platón y Aristóteles, pero también Cicerón
y Sexto Empírico.26
Los principales filósofos que lo sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para
desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso de Pascal, Spinoza, Newton, Leibniz,
Malebranche, Locke, Hume, Kant y Husserl, cuando menos.
Por ejemplo, comenta que la lectura de los buenos textos antiguos ayuda a formar el espíritu,
aunque solo a condición de leerse con prudencia (característica de un espíritu ya bien formado);
reconoce el papel de las matemáticas, a través de sus aplicaciones mecánicas, para disminuir el
trabajo de los hombres, y declara su admiración por su exactitud, aunque le parece que sobre ellas
no se ha montado un saber lo suficientemente elevado.
De igual modo, juzgaba que las ciencias expuestas en los libros, al menos aquellas
compuestas y progresivamente engrosadas con las opiniones de muchas y diversas
personas, no están tan cerca de la verdad como los simples razonamientos que un
hombre de buen sentido puede naturalmente realizar en relación con aquellas cosas
que puedan estar tan carentes de prejuicios o que puedan ser tan sólidos como lo
hubieran sido si desde nuestro nacimiento hubiésemos estado en posesión del uso
completo de nuestra razón y nos hubiéramos guiado exclusivamente por ella, pues
como todos hemos sido niños antes de llegar a ser hombres, ha sido preciso que
fuéramos gobernados durante años por nuestros apetitos y preceptores, cuando con
frecuencia los unos eran contrarios a los otros y, probablemente, ni los unos ni los otros
nos aconsejaban lo mejor.
Discurso del método. Segunda parte. Trad. G. Quintás. Ed. Alfaguara, Madrid, 1981.
Y eso es así porque la Razón, entendida como "la facultad de distinguir lo verdadero de lo
falso",28 es única pues es la luz que hace posible el conocimiento que produce la ciencia, como
sabiduría.
Todas las diversas ciencias no son otra cosa que la sabiduría humana, la cual
permanece una e idéntica, aun cuando se aplique a objetos diversos, y no recibe de ellos
más distinción que la que la luz del sol recibe de los diversos objetos que ilumina.
Regulae ad directionem ingenii.
Confiado en esa luz de la razón, Descartes pone en cuestión todos los fundamentos de la educación
recibida a través de sus estudios.
Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre las partes de la filosofía;
de las matemáticas el análisis de los geómetras y el álgebra. Tres artes o ciencias que
debían contribuir en algo a mi propósito. Pero habiéndolas examinado, me percaté que
en relación con la lógica, sus silogismos y la mayor parte de sus reglas sirven más para
explicar a otro cuestiones ya conocidas o, también, como sucede con el arte de Lulio,
para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran, más que para llegar a conocerlas.../...
Todo esto fue la causa por la que pensaba que era preciso indagar otro método, que
asimilando las ventajas de estos tres, estuviera exento de sus defectos. Y como la
multiplicidad de leyes frecuentemente sirve para los vicios de tal forma que un Estado
está mejor regido cuando no existen más que unas pocas leyes que son minuciosamente
observadas, de la misma forma, en lugar del gran número de preceptos del cual está
compuesta la lógica, estimé que tendría suficiente con los cuatro siguientes con tal de
que tomase la firme y constante resolución de no incumplir ni una sola vez su
observancia.
Dice que los libros de los moralistas paganos «contienen muchas enseñanzas y exhortaciones a la
virtud que son muy útiles», aunque en realidad no nos ayudan mucho a identificar cuál es la
verdadera virtud, pues los casos concretos que citan parecen ejemplos de «parricidio y orgullo»;
añade «que la filosofía da medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y hacerse
admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia y la medicina dan honores y riquezas a los que
las cultivan» aunque claro, aquí se echa de menos toda mención de algún interés por la verdad, la
salud o la justicia.
Descartes anuncia que empleará su método para probar la existencia de Dios y del alma, aunque es
preciso preguntar cómo podrían él, o sus lectores, cerciorarse de que los razonamientos que ofrece
para ello tienen genuino valor probatorio. Desarrollar una prueba genuina es algo muy
problemático, especialmente en lo tocante a cuestiones fundamentales, según habían señalado ya
autores como Aristóteles y Sexto Empírico. Veremos que en este punto, las teorías cartesianas
pueden considerarse como un desarrollo de la filosofía griega.
Propósito literario
La duda metódica
En aplicación de la primera regla del método, en busca de una evidencia indubitable (es decir,
la aprehensión directa de la verdad de una proposición por medio de la inspección de la mente),
Descartes pensaba que, en el contexto de la investigación, había que rehusarse a asentir a todo
aquello de lo que pudiera dudarse racionalmente y estableció tres niveles principales de duda:
En el primero, citando errores típicos de percepción de los
que cualquiera ha sido víctima, Descartes cuestiona cierta
clase de percepciones sensoriales, especialmente las que
se refieren a objetos lejanos o las que se producen en
condiciones desfavorables.
En el segundo se señala la similitud entre la vigilia y el
sueño, y la falta de criterios claros para discernir entre
ellos; de este modo se plantea una duda general sobre
las percepciones, aparentemente, empíricas, que acaso
con igual derecho podrían imputarse al sueño.
Por último, al final de la Meditación I, Descartes concibe
que podría haber un ser superior, específicamente un
genio maligno extremadamente poderoso y capaz de
manipular nuestras creencias. Dicho "genio maligno" no
es más que una metáfora que significa: ¿y si nuestra
naturaleza es defectuosa?, de manera que incluso Descartes compara su método con
creyendo que estamos en la verdad podríamos una cesta de manzanas (creencias),
equivocarnos, pues seríamos defectuosos donde puede que algunas estén
intelectualmente. Siendo este el más célebre de sus podridas, y para evitar que se
argumentos escépticos, no hay que olvidar cómo estropeen, se ha de inspeccionar una
Descartes considera también allí mismo la hipótesis de un por una.29
azar desfavorable o la de un orden causal adverso (el
orden de las cosas), capaz de inducirnos a un error
masivo que afectara también a ideas no tomadas de los sentidos o la imaginación (vg., las
ideas racionales).30
No es que imitara a los escépticos, que no dudan sino por dudar y fingen ser siempre
indecisos, al contrario mi deseo consistía en llegar a descubrir algo firme.
Discurso del método. Tercera parte.[1] (https://www.educantabria.es/docs/Digitales/B
achiller/LECTURAS_DIGITAL/Textos_autores_PDF/descartestexto.pdf)
El propósito de estos argumentos escépticos, y en particular los más extremos (los dos últimos
niveles), no es provocar la sensación de que hay un peligro inminente para las personas en su vida
cotidiana; es por ello que Descartes separa las reglas del método de la moral provisional. Antes
bien, solo al servicio del método hay que admitir estas posibilidades abstractas, cuya finalidad es
exclusivamente servir a la investigación, en forma semejante a como lo hace un microscopio en el
laboratorio. En realidad los argumentos escépticos radicales deben considerarse como vehículos
que permiten plantear con claridad y en toda su generalidad el problema filosófico que para
Descartes es central, ¿hay conocimiento genuino? y ¿cómo reconocerlo?.
Soluciones propuestas
Descartes define el "pensamiento" (cogitatio) como «lo que Retrato de René Descartes por Jan
sucede en mí de tal manera que soy inmediatamente consciente Baptist Weenix, circa 1647-1649.
de ello, en la medida en que lo soy». Pensar es, por lo tanto,
toda actividad de una persona de la cual la persona es
inmediatamente consciente.33 Ante la duda del genio maligno, Descartes determina el
conocimiento indudable del "yo", porque se necesita existir para ser engañado en absoluto, pero
solo como una "cosa pensante" poque todas las creencias todavía se consideran falsas. Esto incluye
la creencia de tener un cuerpo dotado de órganos de los sentidos.34 Partiendo del cogito,
Descartes trata de demostrar futuros principios que intenten asegurar la existencia independiente
del mundo externo así como el cogito mientras no está pensando.
Matizó en su segunda respuesta a las objeciones de sus Meditaciones que «cuando percibimos que
somos cosas pensantes, ésa es una noción primera, no sacada de silogismo alguno; y cuando
alguien dice, pienso, luego soy o existo, no infiere su existencia del pensamiento como si fuese la
conclusión de un silogismo, sino como algo notorio por sí mismo, contemplado por simple
inspección de espíritu».35 Por otro lado, en sus Principios de la filosofía sostiene la existencia del
cogito como una conclusión silogística en vez de una intuición.36 En una entrevista con Frans
Burman declaró que «antes de la inferencia de "estoy pensando" a "yo existo", se puede conocer la
premisa "Todo lo que piensa que existe", porque es anterior a la inferencia, que depende de ella.
Por eso digo en los Principios 1:10 que esta premisa es lo primero, porque siempre está
implícitamente ahí y se da por sentado. Pero no se sigue que siempre esté consciente de manera
expresa y explícita de que sucederá primero».37
Pierre Gassendi pronunció en oposición a la cita de Descartes «ambulo, ergo sum» (Me paseo,
luego existo), ya que para Gassendi la fuente del conocimiento de la propia existencia no es el
intelecto, sino la experiencia que se percibe con todos los sentidos en contacto con la naturaleza.
Descartes respondió que esto solo demuestra el conocimiento interior del paseo como
pensamiento pero no respecto a la existencia o movimiento del cuerpo, que puede ser falso como
sucede en los sueños.38 Descartes dio razones para pensar que los pensamientos despiertos son
distinguibles de los sueños, y esa mente no puede haber sido "secuestrada" por un genio maligno
que coloca un mundo externo ilusorio ante los sentidos. De esta manera, Descartes procede a
construir un sistema de conocimiento, descartando la percepción como poco confiable y, en
cambio, admitiendo solo la deducción como método.39 Harry G. Frankfurt no encontró
satisfactoria la respuesta de Descartes a Gassendi, pues la sensación del ambulo está lógicamente
ligada al ser y el cogito también es dudable.40
La evidencia de Dios
Por otro lado, vimos que Descartes acepta tres razones para plantear la duda más extrema:
esencialmente son las hipótesis del genio maligno, la de un azar desafortunado y la de una
causalidad natural adversa. Así, si suponemos que Descartes argumenta para enfrentar al crítico
radical, el escéptico, se entiende fácilmente el desarrollo de tres pruebas (a lo largo de las
Meditaciones III y V) que solo aparentemente se encaminan a establecer la existencia divina; pues
en realidad, a cada una de estas pruebas puede asignársele el propósito de refutar una de las
hipótesis escépticas. De este modo, Descartes no habría buscado «demostrar», en primer término,
la existencia de Dios: en cambio habría intentado vencer dialécticamente a su antagonista en la
controversia, dando un argumento para rechazar cada razón específica entre las admitidas para
plantear la duda más extrema. Para lograrlo, le habría bastado mostrar que las razones para
aceptar la existencia divina son, en todo caso, más sólidas que las que pueden darse para implantar
las dudas radicales. Si Descartes alcanza este objetivo, las dudas más extremas quedarían sin
fundamento. Esto, a su vez, autorizaría al investigador a aceptar ciertas proposiciones como
válidas o verdaderas, por ser racionalmente indudables, al menos, a la luz de los argumentos
escépticos conocidos. Pero Descartes habría dejado en la sombra, sin declarar francamente, este
aspecto negativo de su procedimiento. Por ello la «demostración de la existencia de Dios», en
realidad forma parte de la triple serie de refutaciones. Esta serie es la clave en la superación de la
duda metódica.
En la Tercera y Quinta Meditación, Descartes ofrece pruebas de un Dios benévolo (el argumento
de la marca41 y un argumento ontológico respectivamente). Oxford Reference resume el primer
argumento de la siguiente manera: "que nuestra idea de la perfección está relacionada con su
origen perfecto (Dios), así como un sello o marca se deja en un artículo de mano de obra por su
fabricante".42 Para apoyar su argumento característico de la existencia de Dios, Descartes invoca
su principio de adecuación causal citando a Lucrecio en defensa: "Ex nihilo nihil fit", que significa
"Nada surge de la nada".43 44
En la Quinta, Descartes presenta una versión del argumento ontológico de san Anselmo que se
basa en la posibilidad de pensar la "idea de un ser supremamente perfecto e infinito".
Pues bien, si del hecho de poder yo, sacar de mi pensamiento la idea de una cosa, se
sigue que todo cuanto percibo clara y distintivamente que pertenece a dicha cosa, le
pertenece en efecto, ¿no es ésta una posible base para un argumento para probar la
existencia de Dios? Ciertamente, yo hallo en mí su idea de Dios o de un ser
supremamente perfecto, es aquella que encuentro dentro de mí tan seguramente como
la idea de cualquier figura o número; y no conozco con menor claridad y distinción que
pertenece a su naturaleza una existencia eterna, de como conozco que todo lo que
puedo demostrar de alguna figura o número pertenece verdaderamente a la naturaleza
de éstos.45
Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, Meditación quinta (Alfaguara,
Madrid 1977, p. 54-57).
Descartes argumentó que la existencia de Dios puede deducirse de su naturaleza, del mismo modo
que las ideas geométricas pueden deducirse de la naturaleza de las figuras (utilizó la deducción de
los tamaños de los ángulos en un triángulo como ejemplo). Sugirió que el concepto de Dios es el de
un ser supremamente perfecto, que posee todas las perfecciones. Parece haber asumido que la
existencia es un predicado de una perfección. Así, si la noción de Dios no incluía la existencia, no
sería supremamente perfecta, ya que carecería de una perfección. En consecuencia, la noción de
un Dios supremamente perfecto que no existe, Descartes argumenta, es ininteligible. Por lo tanto,
según su naturaleza, Dios debe existir. Podría expresarse dos versiones de los argumentos
ontológicos de Descartes:46
Versión 1:
Versión 2:
Debido a que Dios es benevolente, Descartes tiene fe en la explicación de la realidad que le brindan
sus sentidos, porque Dios le ha proporcionado una mente y un sistema sensorial que funcionan y
no desea engañarlo.47 A partir de este supuesto, sin embargo, Descartes establece finalmente la
posibilidad de adquirir conocimientos sobre el mundo a partir de la deducción y la percepción.
Con respecto a la epistemología, por lo tanto, se puede decir que Descartes contribuyó con ideas
tales como una concepción rigurosa del fundacionalismo y la posibilidad de que la razones el único
método confiable para adquirir conocimientos. Descartes, sin embargo, era muy consciente de que
la experimentación era necesaria para verificar y validar las teorías.48
En la Cuarta Meditación, Descartes confronta una versión epistemológica del problema del mal,
enfocándose en el mal del error: "[H]abiendo recibido de Dios la facultad de concebir, lo concibo
sin duda alguna rectamente, y no puede provenir de ella que me equivoque. ¿De dónde nacen,
pues, mis errores?".49 Descartes ofrece una teodicea argumentando que la perfección del universo
y el libre albedrío justifica a Dios al permitir nuestros errores.50 "[S]iendo más amplia la voluntad
que el intelecto, no la retengo dentro de ciertos límites, sino que la aplico aun a lo que no concibo,
y, siendo indiferente a ello, se desvía fácilmente de lo verdadero y lo bueno; de esta manera me
equivoco y peco".49
Su intento de basar las creencias teológicas en la razón encontró una intensa oposición en su
tiempo. Blaise Pascal consideró las opiniones de Descartes como racionalista y mecanicista, y lo
acusó de deísmo: "No puedo perdonar a Descartes; en toda su filosofía, Descartes hizo todo lo
posible por prescindir de Dios. Pero Descartes no pudo evitar empujar a Dios para que pusiera el
mundo en movimiento con un chasquido de sus dedos señoriales; después de eso, no tuvo más
utilidad para Dios", aunque un poderoso contemporáneo, Martin Schoock, lo acusó de creencias
ateas, aunque Descartes había proporcionado una crítica explícita del ateísmo en sus
Meditaciones. La Iglesia Católica prohibió sus libros en 1663.57 58
59
Innatismo cartesiano
Fue esta teoría del conocimiento innato la que más tarde llevó al filósofo John Locke a combatirla
con la teoría del empirismo, que sostenía que la mente es una tabula rasa y todo el conocimiento
se adquiere a través de la experiencia.62 El filósofo Pierre Gassendi, contemporáneo de Descartes,
criticó esta interpretación, creyendo que si bien Descartes podía imaginar un chiliágono, no podía
entenderlo: se podía "percibir que la palabra 'chiliágono' significa una figura con mil ángulos
[pero] ese es solo el significado del término, y no se sigue que comprenda los mil ángulos de la
figura mejor de lo que los imagina".63
Metafísica y psicología
Descartes compara el cuerpo de los conocimientos a un árbol cuyas raíces son de tipo metafísico, el
tronco equivale a la física o filosofía natural, y las ramas principales son las artes mecánicas, cuya
importancia está en que permiten disminuir el trabajo de los hombres, la medicina y la moral. La
metafísica es fundamental, pero añade que los frutos de un árbol no se cogen de las raíces, sino de
las ramas.64 Sobre todo, Descartes estuvo entre los primeros científicos que creyeron que el alma
debería ser objeto de investigación científica. Desafió las opiniones de sus contemporáneos de que
el alma era divina, por lo que las autoridades religiosas consideraron sus libros como peligrosos.65
Dualismo sustancial
Véase también: Problema mente-cuerpo
Para Descartes, la sustancia es aquello que existe por sí mismo sin necesidad de otra cosa, es
decir, es aquello autosubsistente.66 Partiendo del cogito, Descartes sostiene que él mismo es solo
una sustancia pensante o res cogitans mediante la facultad de juicio que está en la mente, dado
que ni siquiera el escéptico radical puede negar la existencia del pensamiento mientras que sí se
puede mantener una duda sobre el cuerpo.67
... puesto que de un lado tengo idea clara y distinta de mí mismo, en tanto que soy
solamente una cosa pensante y no extensa, y, de otro lado, tengo una idea distinta del
cuerpo, en tanto que es sólo una cosa extensa y no pensante, es cierto que yo, es decir,
mi alma, por la que soy lo que soy, es entera y verdaderamente distinta de mi cuerpo y
que puede ser o existir sin él.
DESCARTES, R. (1990), El tratado del hombre (traducción y comentarios de G.
QUINTÁS), Alianza, Madrid. (6.ª meditación)
Ambas sustancias son finitas, pero por otro lado, Descartes afirma que hay una sustancia
infinita, que es Dios, una "sustancia eterna, inmutable, independiente, omnisciente,
omnipotente, por la cual yo mismo y todas las demás cosas que existen (si existen algunas) han
sido creadas y producidas”.74 67
Estas dos nociones parecen equivalentes, tal como Descartes las
empleó. Tradicionalmente, se considera que Descartes introduce a Dios en su metafísica como
garantía de la verdad y la materia, pero esto da lugar al profundo problema de la circularidad, que
Descartes mismo señala en la «Carta a los Decanos y Doctores...» que antecede a las Meditaciones.
Así, Descartes razonó que Dios es distinto de los humanos, y que el cuerpo y la mente de un
humano también son distintos entre sí.75 Argumentó que las grandes diferencias entre el cuerpo
(una cosa extendida) y la mente (una cosa inmaterial no extendida) hacen que los dos sean
ontológicamente diferentes. El dualismo cartesiano allanó el camino para la física moderna y
también abrió la puerta a las creencias religiosas sobre la inmortalidad del alma.76 Sin embargo,
si Dios existe por sí mismo y la mente y el cuerpo depende de este, Dios estrictamente sería la
única sustancia como señaló el filósofo Spinoza identificándolo con la naturaleza. Por otra parte,
Thomas Hobbes77 y Margaret Cavendish78 defendieron doctrinas materialistas del pensamiento.
Los empiristas Berkeley y Hume criticaron el concepto de sustancia al afirmar que no las
percibimos en sí mismas. Kant consideró ilegítimo el salto del pensamiento a la sustancia del
"yo".79 Gilbert Ryle en su libro The Concept of Mind acusa a Descartes de cometer un "error
categoríal" al suponer que la mente se opone al cuerpo cuando pertenecen a categorías
distintas.80 El neurólogo António Damásio sostiene en El error de Descartes que es erróneo creer
que solo las mentes piensan.81
Mecanicismo
La idea de que los animales estaban separados de la humanidad y que simplemente eran máquinas
permitía el maltrato de los animales, y no fue sancionado por la ley y las normas sociales hasta
mediados del siglo xix.91 David Hume argumentó en contra del mecanicismo y dualismo
cartesiano al decir que los animales "indudablemente sienten, piensan [...] de una manera más
imperfecta que los hombres".92 Las publicaciones de Charles Darwin finalmente erosionarían la
visión cartesiana de animales.93 Aun así sus teorías sobre los reflejos también sirvieron de base
para teorías fisiológicas avanzadas, más de 200 años después de su muerte. En el siglo xx, Alan
Turing avanzó la informática basada en la biología matemática inspirada en Descartes. El fisiólogo
Iván Pávlov fue un gran admirador de Descartes.84
Este problema consiste en cómo saber que existe Dios, dado que
frente a un escéptico que está dispuesto a poner en duda la
evidencia, no bastaría siquiera dar un alegato completamente
evidente. Recuérdese cómo Descartes mismo advierte que para
refutar a los ateos no basta invocar un texto sagrado ("Carta a los
Decanos y Doctores..." que precede a las Meditaciones), dado que
este procedimiento es viciosamente circular. Este es un tema que
ha sido incansablemente discutido por los comentaristas, pero
dos respuestas básicas pueden darse al problema: o no lo
sabemos en absoluto, pues el círculo es real y Descartes es un
ingenuo que comete faltas indignas de un principiante, o bien se
evita el círculo, pero a costa de atribuirle a Descartes posiciones
extremadamente dogmáticas. O alternativamente, Descartes
escapa al círculo al desarrollar una prueba dialéctica.
Atendiendo al último punto: la refutación de la hipótesis del genio sería circular si enfrentado al
argumento refutatorio, el escéptico aún pudiera sugerir que «acaso el propio genio le haya
sugerido a Descartes este alegato». Así, la «prueba» de que no hay genio sucumbiría a la misma
duda que aspira a superar, círculo. Pero esta réplica es ilegítima bajo el método cartesiano, puesto
que para ofrecerla, el escéptico necesita apoyarse en una idea —la del genio maligno— que, una vez
expuesta la refutación, tendríamos razones para poner en duda (V. gr., las razones en que estriba
la misma refutación); ahora bien, el método pide no considerar verdadera, ni momentáneamente,
una idea de la que tenemos razones para dudar. Por otro lado, la refutación solo habrá podido
prosperar si parte de premisas que el propio escéptico ha introducido, al ofrecer las razones para
dudar.
Por otro lado, por supuesto, el camino mencionado solo sería promisorio, si no suponemos de
entrada que la duda radical planteada por el escéptico y admitida en la investigación, es universal
(pues, siendo universal, a priori toda respuesta a esa duda sería ella misma dudosa de antemano y
por ende, estaría condenada a la circularidad). Entonces, habrá que preguntarse dos cosas: 1) ¿Es
posible plantear una duda sistemática y amplísima, que afecte incluso a las ideas evidentes, pero
que no sea universal? Una posibilidad, desde luego, es imaginar que la duda no se formula con
ayuda del cuantificador «todo...» (V. gr., todo pensamiento es falso), sino del cuantificador
plurativo: «la mayoría de...» Y 2), ¿hay razones que legítimamente permitan desechar la duda
universal, pero que no se reduzcan a señalar el fracaso al que estaríamos condenados, si
hubiésemos de enfrentar esta clase de escepticismo? Esta última es, digamos, una pregunta
abierta.
La filosofía moral
Descartes hizo sus escritos sobre moral o ética en la última parte de su vida, no obstante, antes, en
su obra Discurso del método (1637) adoptó tres máximas que le permitieran actuar, al mismo
tiempo que ponía en duda todas sus ideas. Estas máximas se conocen como su "moral provisional".
A las tres máximas se le suma una cuarta que las enlaza con el método: juzgar bien para actuar
bien.
En su obra posterior Descartes construye su filosofía moral sobre tres bases: la Metafísica, la
Razón, y la Tradición Estoica. Para él la moral era una ciencia, la más alta y perfecta, y sus raíces se
encuentran en la Metafísica, al igual que para las demás ciencias.95 Así pues nos habla de la
existencia de Dios, del lugar del hombre en la naturaleza, formula la teoría del dualismo mente-
cuerpo, y defiende el libre albedrío. Por otra parte afirma su racionalismo cuando nos dice que la
razón es suficiente al hombre para la búsqueda de los bienes que debe perseguir, y también cuando
afirma que la virtud consiste en el «razonamiento correcto» que debería guiar nuestras acciones.
La calidad del razonamiento depende de los conocimientos, ya que una mente bien informada se
encuentra en mejores condiciones para tomar buenas decisiones. Las condiciones mentales
también influirán en el proceso de razonamiento y por esto Descartes afirma que una filosofía
moral completa debe incluir el estudio del funcionamiento del organismo humano. Él discutió
estos temas en su correspondencia con la Princesa Isabel de Bohemia y como resultado decidió
escribir su tratado «Las Pasiones del Alma», que contiene un estudio de los procesos y reacciones
psicosomáticos en el hombre, con un énfasis en las emociones y pasiones.96 Descartes inicia la
obra lamentando el estado de los escritos antiguos sobre las pasiones y declarando que "me veré
obligado a escribir como si estuviera considerando un tema que nadie había tratado antes que yo".
En él, identifica seis pasiones “primitivas”: el asombro, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la
tristeza. Un número ilimitado de pasiones surgen de la combinación de estas.97
El hombre debería buscar el «bien supremo», que Descartes, siguiendo a Zenón, identifica con la
virtud. Para Epicuro, el bien soberano era el placer, y Descartes dice que, de hecho, esto no está en
contradicción con la enseñanza de Zenón, porque la virtud produce un placer espiritual, que es
mejor que el placer corporal. En cuanto a la opinión de Aristóteles de que la felicidad (eudaimonia)
depende tanto de la virtud moral como de los bienes de la fortuna como un grado moderado de
riqueza, Descartes no niega que las fortunas contribuyan a la felicidad pero remarca que están en
gran proporción fuera de control, mientras que la mente de uno está bajo el control completo de
uno.96
Libre albedrío
Otra postura que Descartes sostiene es la evidencia de la libertad. Pero más que discutir la realidad
o no del libre albedrío, Descartes parece partir de la hipótesis de que él mismo es libre para poner
esta libertad en práctica: ya la investigación, en su caso, resulta de una determinación voluntaria y
libre. Además, la epistemología cartesiana, vg., su investigación sobre las condiciones de validez
del conocimiento, hace un aporte tácito, pero fundamental, al campo de la filosofía práctica: la
responsabilidad no es ilusoria, pues si hay conocimiento legítimo, y este versa en parte sobre
algunas relaciones causales, hemos de tomar nuestras decisiones sin dar oídos sordos a las
consecuencias previsibles de nuestros actos.
Sin embargo, parece que Descartes nunca intentó demostrar la corrección de la citada hipótesis
sobre el libre albedrío, como no fuera poniéndola a prueba indirectamente, acaso examinando su
capacidad de producir resultados favorables.
Contribuciones científicas
En ciencias, Descartes es considerado como el creador del mecanicismo, y en matemática, de la
geometría analítica. Se le asocia con los ejes cartesianos en geometría, con la iatromecánica y la
fisiología mecanicista en medicina, con el principio de inercia en física, con el dualismo filosófico
mente/cuerpo y el dualismo metafísico materia/espíritu. No obstante, parte de sus teorías han
sido rebatidas —teoría del animal-máquina— o incluso abandonadas —teoría de los vórtices—. Su
pensamiento pudo aproximarse a la pintura de Poussin por su estilo claro y ordenado.98
Física
La filosofía está escrita en este gran libro continuamente abierto ante nuestros ojos, me
refiero al universo, pero no se puede comprender si antes no se ha aprendido su
lenguaje y nos hemos familiarizado con los caracteres en los que está escrito. Está
escrito en lenguaje matemático, y los caracteres son triángulos, círculos y demás figuras
geométricas, sin los cuales es humanamente imposible entender ni una sola palabra;
sin ellos se da vueltas en vano por un oscuro laberinto.
Galileo. Il sagiattore.
El fundamento del espacio Descartes lo encuentra en una idea clara y evidente: la extensión. Los
cuerpos se identifican con la extensión, pues de ellos podemos abstraer todas las demás
propiedades sensibles menos esta. Descartes hace la distinción al mencionar que «la extensión
ocupa lugar, el cuerpo tiene extensión, y la extensión no es cuerpo».101 Pero afirma:
El espacio o el lugar interior y el cuerpo que está comprendido en este espacio no son
diferentes sino por nuestro pensamiento. Pues, en efecto, la misma extensión en
longitud, anchura y profundidad que constituye el espacio, constituye el cuerpo.
Principios de la filosofía.
Por ello niega el vacío que será únicamente comprendido bajo la extrapolación de la idea de la
"falta de algo".100 Descartes estableció que el movimiento rectilíneo es el natural, en contra de la
idea que era el circular uniforme aristotélico de las estrellas y de los planetas.102 Según la física de
Descartes la extensión llena el espacio de forma continua, donde unos vórtices, remolinos
materiales, generan el movimiento continuo de los astros. Su teoría de los vórtices postulaba que el
espacio estaba ocupado por un fluido invisible (el éter) que giraba formando vórtices celestes, y el
Sol era el centro de uno de ellos. Este arrastraría planetas, los cuales serán el centro de otros
vórtices más pequeños que actuarían sobre satélites como la Luna. Esta idea tuvo mucha fuerza
porque explicaba cómo se movían los cuerpos celestes sin que actuaran fuerzas a distancia, algo
inconcebible para la época. La teoría de los vórtices fue defendida en Francia durante casi cien
años, incluso después de Isaac Newton.103 104
El espacio-mundo es indefinido pues no puede ser infinito, pues la infinitud es un atributo solo
de Dios. Por ello el carácter de lugar es relativo.
Las palabras lugar y espacio no significan nada que difiera verdaderamente del cuerpo
del que decimos que está en algún lugar, y, nos indican solamente su magnitud, su
figura y cómo está situado entre los otros cuerpos. Pues es necesario para determinar
esta situación dar constancia de algunos otros que consideramos como inmóviles; pero
según cuales sean los que así consideremos, podemos decir que una misma cosa cambia
de lugar o que no cambia.
Principios de filosofía
Matemáticas
Además, Descartes retó a Pierre de Fermat a que encontrase la tangente en un punto de la curva
con ecuación x3 + y3 – 3axy = 0 (Folium de Descartes), quien la resolvió fácilmente.113 Los
trabajos de Descartes y Fermat proporcionaron la base para el cálculo desarrollado por Newton y
Leibniz, quienes aplicaron el cálculo infinitesimal al problema de la línea tangente, permitiendo
así la evolución de esa rama de las matemáticas modernas.114 Su regla de los signos también es un
método comúnmente usado para determinar el número de raíces positivas y negativas de un
polinomio.
Óptica
Continuadores de Descartes
Los más notables cartesianos, entre ellos, son: Antoine Arnauld (1612-94) y Pierre Nicole (1625-
95). Son los principales miembros de la Escuela de Port Royal, que suelen considerarse
representantes del jansenismo por haber adoptado la mayoría esta doctrina en cuestiones
teológicas y filosóficas. Su obra común, Lógica de Port-Royal, está elaborada de acuerdo con la
metodología cartesiana, aunque no faltan en ella elementos aristotélicos, como p. ej. las formas del
razonamiento. Ambos son teólogos agustinianos más que lógicos, y su obra filosófica está al
servicio de la teología. Arnauld fue el autor de las cuartas objeciones a las Meditaciones, lo que no
le impidió ser más tarde un «ortodoxo» cartesiano.
Algunos oratorianos, miembros de la Congregación del Oratorio, cuyo más alto representante es
Malebranche, encuentran en el mecanicismo cartesiano un medio de conciliar el espiritualismo de
S. Agustín con las nuevas ciencia y filosofía. La influencia de Descartes se encuentra sobre todo en
el estudio del alma y su carácter espiritual, en la investigación sobre la verdad, la visión de las
cosas en Dios y las relaciones entre alma y cuerpo. Como los portroyalistas, los oratorianos ponen
su filosofía al servicio de una apología del cristianismo, lo que los lleva a elaborar una peculiar
teología, no exenta de equívocos. Pierre de Bérulle (1575-1629) y N. Poisson (1637-1710)
representan, con Malebranche, el cartesianismo del Oratorio.
Además de Malebranche son notables cartesianos, entre los ocasionalistas, Arnold Geulincx (1625-
69), belga, que trata de elaborar una ética partiendo del ocasionalismo; trabajó también en Lógica
y Física. Los llamados ocasionalistas reciben esta denominación común no por pertenecer a una
escuela, como los anteriores, sino por coincidir en la forma de solucionar el problema cartesiano
de la intercomunicación de las substancias. Mantienen el estricto dualismo cartesiano entre
substancia extensa y substancia pensante, y coinciden en afirmar que todo cuanto existe es una
substancia o la modificación de una substancia. Además de su peculiar concepción de la
substancia, mantienen también una peculiar teoría sobre la naturaleza y acción de las causas;
niegan la relación causal, no sólo entre alma y cuerpo, sino también entre las distintas substancias
extensas (cuerpos). Dios, Ser Supremo pensante, interviene para producir un movimiento en el
cuerpo cada vez (con ocasión de) que otro se ha producido en el espíritu, y viceversa. La realidad y
acción de la causa y la relación causa-efecto desaparecen en esta concepción sustituidas por el
concepto de ocasión. Es una concepción estática del Universo, que remite a Dios el papel de
mantener la armonía entre las substancias independientes. El alemán Johann Clauberg (1620-65)
que, como Louis de la Forge (1605-69), se esfuerza por conciliar a Descartes con la tradición
platónica y el agustinismo; sobre la situación del alma separada después de la muerte se limita a
afirmar su natural incorruptibilidad. G. Courdemoy (1620-84) es, de todos los ocasionalistas,
quien presenta una visión del mundo más desarticulada, y es por ello especialmente atacado por
Leibniz, para quien la causalidad surgía de la armonía preestablecida entre las alteraciones
producidas inmanentemente dentro de diferentes sustancias. Introduce en el mecanicismo
cartesiano una nueva forma de atomismo, y es uno de los más peculiares cartesianos.
El inglés Sylvain Régis (1632-1707), que defiende a Descartes contra su objetor Pierre Daniel Huet,
al que tacha de sensualista escéptico y antirracionalista achacándole el admitir como válido sólo al
conocimiento sensorial y el llevar al extremo la duda metódica cartesiana, como si la razón fuese
impotente para alcanzar certeza. Régis elabora un sistema completo de filosofía cartesiana (lógica,
metafísica, física y ética), con tendencias empiristas. Tiene rasgos de originalidad, y acusa la
influencia de otros pensadores, como Locke, Hobbes o Spinoza.
Robert Desgabets (1620-78) coincide en el ocasionalismo con los anteriores, y, aún considerando
peligrosa la duda cartesiana, encuentra en el cartesianismo un medio de establecer la sólida
certeza de nuestros conocimientos frente a los escépticos, sobre todo en materia religiosa.
Antoine Le Grand (m. 1699) defendió el más estricto cartesianismo en Inglaterra frente a las
objeciones del obispo anglicano S. Parker.
Son también cartesianos los miembros del llamado Círculo de Mersenne, formado alrededor del
franciscano Marin Mersenne (1588-1648), autor de las segundas objeciones, que acusa la
influencia cartesiana sobre todo en la concepción mecanicista del mundo, si bien está influido en
casi igual medida por el mecanicismo de Hobbes o de Gassendi. Leibniz dice de Mersenne que es
«menos mecanicista de lo que cree».
Presunto rosacrucianismo
Las iniciales de su nombre se han relacionado con las siglas RC, muy utilizadas por los
rosacruces.118 Además, en 1619 Descartes se mudó a Ulm, que era un centro internacional de
renombre del movimiento rosacruz.118 Durante su viaje por Alemania, Descartes conoció a
Johannes Faulhaber, quien previamente le había expresado su compromiso personal de unirse a la
hermandad.119
Descartes dedicó la obra titulada El tesoro oculto matemático de Polibio, ciudadano del mundo a
"los hombres eruditos de todo el mundo y especialmente a los distinguidos BRC (Hermanos de la
Rosacruz) en Alemania". La obra no se completó y su publicación es incierta.120
Obra
Escribió una parte de sus obras en latín, que era la lengua franca de los expertos, y la otra parte en
francés, su idioma nativo.
Aunque se conservan algunos apuntes de su juventud, la primera obra de Descartes fue Reglas
para la dirección del espíritu, escrita en 1628, aunque quedó inconclusa, y que se publicó
póstumamente en 1701. Luego Descartes escribió El mundo o tratado de la luz y El hombre, que
retiró de la imprenta al enterarse de la condena de la Inquisición a Galileo en 1633, y que más
tarde se publicaron a instancias de Gottfried Leibniz. En 1637 publicó el Discurso del método para
dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias, seguido de tres ensayos científicos: La
Geometría, Dióptrica y Los meteoros. Con estas obras, escritas en francés, Descartes acaba por
presentarse ante el mundo erudito, aunque inicialmente intentó conservar el anonimato.
En 1644 aparecen los Principios de filosofía, que Descartes idealmente habría planeado para la
enseñanza. En 1648 Descartes le concede una entrevista a Frans Burman, un joven estudiante de
teología, quien le hace interesantes preguntas sobre sus textos filosóficos. Burman registra
detalladamente las respuestas de Descartes, y estas usualmente se consideran genuinas. En 1649
publicó un último tratado, Las pasiones del alma. Sin embargo, aún pudo diseñar para Cristina de
Suecia el reglamento de una sociedad científica, cuyo único artículo es que el turno de la palabra
corresponda rotativamente a cada uno de los miembros, en un orden arbitrario y fijo.
De Descartes también se conserva una copiosa correspondencia, que en gran parte canalizaba a
través de su amigo Mersenne, así como algunos esbozos y opúsculos que dejó inéditos.
En 1663, la Iglesia Católica añadió sus obras al Índice de libros prohibidos.57 58
59
Edición canónica
La edición de referencia o canónica de sus obras es la que prepararon Charles Adam y Paul
Tannery a fines del siglo xix e inicios del xx, y a la que los comentaristas usualmente se refieren
como AT, por las iniciales de los apellidos de estos investigadores.
Traducciones en castellano
Compendio de música. Madrid: Tecnos, 2001. Traducción de Primitiva Flores Santamaría y
Carmen Gallardo Mediavilla. Introducción de Ángel Gabilondo.
Reglas para la dirección del espíritu. Madrid: Alianza Editorial, 2003. Traducción, introducción
y notas de Juan Manuel Navarro Cordón.
El mundo. Tratado de la luz. Barcelona: Anthropos, 1989. Traducción de Salvio Turró.
El Mundo o el Tratado de la luz. Madrid: Alianza Editorial, 2019. Introducción, traducción y
notas de Ana Rioja Nieto.
Discurso del método, Dióptrica, Meteoros y Geometría. Madrid: Alfaguara, 1996. Prólogo,
traducción y notas de Guillermo Quintás.
Discurso del método. La Dióptrica. Los meteoros. La geometría. Barcelona: Círculo de
lectores, 1996. Traducción de Guillermo Quintás. Prólogo de Víctor Navarro y Guillermo
Quintás.
Discurso del método. Madrid: Alianza Editorial, 2010. Traducción, introducción y notas de
Risieri Frondizi.
Discurso del método. Madrid: Tecnos, 2006. Traducción, introducción y notas de Eduardo
Bello Reguera.
Discurso del método. Madrid: Biblioteca Nueva, 2010. Edición de Luis Arenas.
El discurso del método. Madrid: Akal, 2009. Traducción de Fernando Alonso.
Discurso del método / Meditaciones metafísicas. Madrid: Austral, 2010. Edición y traducción
de Manuel García Morente.
Discurso del método y Meditaciones metafísicas. Madrid: Tecnos, 2011. Edición de Olga
Fernández Prat. Traducción de Manuel García Morente.
Discurso del método para bien conducir la razón y buscar la verdad en las ciencias (https://ww
w.trotta.es/static/pdf/indice_VYcPgli.pdf), Madrid: Trotta, 2018. Edición y traducción trilingüe
de Pedro Lomba.
Meditaciones metafísicas. Madrid: Alianza Editorial, 2011. Traducción de Guillermo Graíño
Ferrer.
Los principios de la filosofía. Madrid: Alianza Editorial, 1995. Traducción de Guillermo Quintás.
Observaciones sobre la explicación de la mente humana. Valencia: Teorema, 1981. Edición de
Guillermo Quintás Alonso.
Observaciones sobre la explicación de la mente humana. Oviedo: KRK Ediciones, 2019.
Edición de Guillermo Quintás Alonso.
Las pasiones del alma. Madrid: Tecnos, 2005. Estudio preliminar y notas de José Antonio
Martínez Martínez. Traducción de José Antonio Martínez Martínez y Pilar Andrade Boué.
Las pasiones del alma. Madrid: Biblioteca Edaf, 2005. Prólogo de Agustín Izquierdo.
Traducción de Tomás Onaindia.
Las pasiones del alma. Madrid: Biblioteca Nueva, 2005. Traducción de Francisco Fernández
Buey.
Tratado de las pasiones del alma. Madrid: Austral, 2017. Traducción de Eugenio Frutos
Cortés.
La búsqueda de la verdad mediante la luz natural. Oviedo: KRK Ediciones, 2009. Traducción e
introducción de Juan Á. Canal.
El tratado del hombre. Madrid: Alianza Editorial, 1990. Traducción de Guillermo Quintás.
Tratado del hombre. Madrid: Editora Nacional, 1980. Edición y traducción de Guillermo
Quintás.
Tratado del hombre. Barcelona: MRA, 1994. Edición facsímil a cargo de Doctor Andreu.
Traducción de Ana Gómez Rabal.
Correspondencia con Isabel de Bohemia y otras cartas. Barcelona: Alba Editorial, 1999.
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Introducción de Mateu Cabot.
La correspondencia Descartes-Henry More. Madrid: Antígona Ediciones, 2011. Edición de
José Luis González Recio.
Cartas filosóficas. Buenos Aires: Terramar Ediciones, 2008. Traducción de Elisabeth Goguel.
En México Laura Benítez Grobet y Luis Villoro publicaron traducciones de El mundo o Tratado de
la Luz y las Reglas para la dirección del espíritu, respectivamente. Ambas ediciones bajo el sello
de la UNAM.
Véase también
Coordenadas cartesianas
Círculo cartesiano
Plano cartesiano
Notas
a. Este famoso óleo fue realizado en realidad por un artista desconocido a partir de otro hecho al
parecer hacia 1649 por el pintor holandés. Durante muchos años se exhibió como obra de
Hals en el Museo del Louvre, pero ahora el mismo museo lo identifica como una «copia
antigua de un original perdido». Descartes residió en Holanda durante casi veinte años y se
sabe que Hals no salió nunca de su país, excepto para viajar a Amberes, pero no hay
constancia de su posible encuentro.1
b. Forma adjetival: cartesiano, -na.
Referencias
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23026787). Consultado el 29 de febrero de desde el comienzo con un
2020. intelecto y una disposición
sanos, y si se supone que,
5. Ribnikov. Historia de la matemática. en resumidas cuentas,
6. (en latín: cogito, ergo sum; en francés: je forma parte de tal posición
pense, donc je suis) y disposición que sus
partes no sean vistas ni
7. Véase Gómez Pereira 'De Inmortalitate sus miembros se toquen,
Animae', año 1554, pág. 277 de la edición sino que, al contrario, estén
matritense de su obra en 1749. separados y suspendidos
durante un cierto instante
Conozco que yo conozco en el aire libre, tú lo
algo. Todo lo que conoce encontrarías no dándote
es; luego yo soy (Nosco cuenta de nada excepto de
me aliquid noscere: at la certeza de su ser...
quidquid noscit, est: ergo 11. Pierre Daniel Huet, Censura filosófica
ego sum).
cartesiana, París: D. Horthemels, 1689.
8. Francisco Sánchez, El Escéptico, dice en
12. ... puesto que de un lado
"Quod nihil Scitur" (Que nada se sabe), tengo idea clara y distinta
1576. de mí mismo, en tanto que
soy solamente una cosa
... Daba vueltas a los pensante y no extensa, y,
dichos de los antiguos, de otro lado, tengo una
tanteaba el sentir de los idea distinta del cuerpo, en
presentes: respondían lo tanto que es sólo una cosa
mismo; mas, que me diera extensa y no pensante, es
satisfacción, cierto que yo, es decir, mi
absolutamente nada... En alma, por la que soy lo que
consecuencia, retorné a mí soy, es entera y
mismo, y poniendo todo verdaderamente distinta de
en duda como si nadie mi cuerpo y que puede ser
hubiera dicho nada o existir sin él.
jamás, comencé a DESCARTES, R. (1990), El
examinar las cosas tratado del hombre
mismas, que es el (traducción y comentarios
verdadero saber. Analizaba de G. QUINTÁS), Alianza,
hasta alcanzar los Madrid. (6.ª meditación)
principios últimos.
Haciendo de ello el inicio
de la contemplación, 13. Georges Chapouthier, Le respect de l’animal
cuanto más pienso más dans ses racines historiques: de l’animal-
dudo... objet à l’animal sensible, Bull. Acad. Vet.
France, 2009, 162 (1), pp. 5-12.
9. Véase Agustín de Hipona, Principios de 14. Adrien Baillet, Vie de Monsieur Descartes
filosofía 1, §7. (1º ed, 2 tomos, París, Daniel Horthemels,
1691), reimpresiones: Olms, New York,
Ac proinde haec cognitio, 1972; La Table Ronde, colección La Petite
ego cogito, ergo sum, est Vermillon, 1992.
omnium prima & 15. Marie Thérèse Pourprix, «L’ Université de
certissima, quae cuilibet Douai (1562-1793), quelques hommes,
ordine philosophanti quelques conflits (https://web.archive.org/we
occurrat.
b/20110721023126/http://asa-2.univ-lille1.fr/
spip/spip.php?article41)» de asa-2.univ-
10. Véase Avicena, Libro de las orientaciones y lille1.fr, Université Lille I, 2006. Consultado el
de las advertencias, (vol-II pp. 343-346), Ed. 5 de abril de 2010.
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Bibliothèque de la Pléiade, presentado por
A. Bridoux y revisado por Charles Adam.
17. Shapin, Steven: «Descartes médecin et les N°2, 2000; Marion, J-L. L'ontologie grise de
thérapies de la raison.» (http://archive.wikiwi Descartes, 1981.
x.com/cache/20110223234434/http://www.lar 27. Suele considerarse como la primera obra
echerche.fr/content/recherche/article?id=133 erudita escrita en una lengua moderna
96) (distinta del latín) (aunque en realidad ya
18. "Le Père Charlet recteur de la maison qui Nicolás Oresme había escrito en francés un
étoit son directeur perpétuel, luy avoit comentario crítico a la Física de Aristóteles.
pratiqué entre autres priviléges celuy de 28. Discurso del método. Primera parte (http://w
demeurer long-têms au lit les matins, tant à ww.posgrado.unam.mx/musica/lecturas/Lect
cause de sa santé infirme, que parce qu'il uraIntroduccionInvestigacionMusical/epistem
remarquoit en luy un esprit porté ologia/Descartes-Discurso-Del-Metodo.pdf)
naturellement à la méditation." s:La Vie de 29. Sosa, Ernest (9 de mayo de 2018).
M. Descartes/Livre 1/Chapitre 6 Conocimiento reflexivo: Creencia apta y
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AKAL, 2008, ISBN 8446024578, google.es/books?id=NWFuDwAAQBAJ&pg=
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Bibliografía
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Enlaces externos
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