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PANORAMA GLOBAL ACTUAL

Principales acontecimientos ocurridos en el siglo XX Y XXI en la economía y la sociedad:


SIGLO XX
- Primera Guerra Mundial 1915
- La Gran Crisis 1929 – Problema del Desempleo)
- Surgimiento de la Macro Economía (John Maynard Keynes en su obra; “La Historia
General del Empleo, el Interés y el Dinero”
- Segunda Guerra Mundial 1945
- La Inflación 1970
- En 1989 la caída del Muro de Berlín
- Surge la Globalización
- A mediados del los años 1990, Aparece el Internet

EL SIGLO XXI

- Comenzó con el estremecedor atentado terrorista que tuvo lugar en Septiembre de


2001
Contra las torres gemelas del Word Trade Center en Nueva York, fue el primer ataque que sufrió
EE.UU. En toda su historia por parte de las fuerzas hostiles en su propio territorio.

- La crisis financiera de 2008 se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja


inmobiliaria en Estados Unidos en el año 2006, que provocó aproximadamente en octubre de 2007
la llamada crisis de las hipotecas subprime. Las repercusiones de la crisis hipotecaria comenzaron a
manifestarse de manera extremadamente grave desde inicios de 2008, contagiándose primero al
sistema financiero estadounidense, y después al internacional, teniendo como consecuencia una
profunda crisis de liquidez, y causando, indirectamente, otros fenómenos económicos, como
una crisis alimentaria global, diferentes derrumbes bursátiles (como la crisis bursátil de enero de
2008 y la crisis bursátil mundial de octubre de 2008) y, en conjunto, una crisis económica a escala
internacional....Crisis de las hipotecas subprime · Crisis bursátil de enero de 2008 · Gran Recesión.

- Objetivos de Desarrollo del Milenio (ver doc.)

 EL PROGRESO Y EL SIGLO XXI

Desde la antigüedad, la especulación e incertidumbre sobre el destino de la humanidad han


influenciado la cultura y la cosmovisión de las primeras grandes sociedades. Cuentos, profecías y
relatos ilustraban el pasado, presente y futuro, del fin de lo que conocían como hecho y de la
necesidad de impulsar y darle sentido a la condición humana a través del trabajo y del alcance del
progreso.

El aporte de las culturas más antiguas, desde los fenicios hasta los incas y mayas, fueron los que
plasmaron por primera vez los escenarios con miras hacia el futuro. Con el uso de la mitología y de
los conocimientos del horizonte y del espacio, buscaban adivinar y comprender el funcionamiento
del mundo, los dioses y las fuerzas cósmicas. Así conforme el ser humano fue adquiriendo mayor
conciencia sobre sus capacidades para moldear su destino, con el aprovechamiento de las mejoras
impuestas por las ciencias sociales y naturales, dando paso a un mundo más estructurado y real en
términos prácticos.

Desde algunos siglos atrás, el hombre empieza a ocuparse sobre todo de las cuestiones inherentes
a la vida diaria, de la dinámica de la sociedad, del impacto de su participación en política, de la
evolución de la tecnología y sus consiguientes influencias en los patrones de consumo y producción.

Como seres humanos y personas que vivimos en un presente tana cambiante, nos preocupa y causa
incertidumbre tanto el conocimiento como el desconocimiento del futuro.

La búsqueda del progreso ha sido desde siempre el motor humano y el emblema de este siglo que
paso. En esta búsqueda, el hombre siempre ha cuestionado el statu quo y se ha replanteado
innumerables veces su rol sobre los escenarios y sobre la posibilidad de generar cambios que
puedan plasmarse en las sociedad. Desde el siglo XVII se ha visto nacer nuevos países o pujantes
regiones, conjuntamente con personas emprendedoras, osadas y optimistas que buscan el
progreso.

Muchos analistas señalan que el progreso es inexorable y que es inherente al ser humano. Y esto
nos exige preguntarnos; ¿Qué entendemos por progreso? Y ¿cuándo el progreso es suficiente? El
siglo del progreso se puede considerar un siglo largo, en el que transformaciones, revoluciones y
anhelos han derrumbado y transformado las estructuras del mundo, iniciando una época de real
universalización.

Esta universalización de la humanidad, donde las historias nacionales se empiezan a relacionar de


manera innegable, de tal forma que los sucesos ocurridos en países geográficamente alejados
influyen mutuamente entre sí. La máxima expresión de esta interrelación es lo que hoy en día se
denomina ALDEA GLOBAL, donde no existen ni el tiempo ni la distancia debido a la velocidad
asombrosa de las comunicaciones y del transporte. Este siglo de las grandes transformaciones y
logros en campos tan diversos como la economía, el análisis social, la ciencia, la técnica y el arte,
avances extraordinarios que le han permitido al hombre conocerse más profundamente y
consolidar su dominio sobre el planeta que habita e incluso salir de él, ampliando y enriqueciendo
su visión del universo.

Hoy en día nos encontramos confrontados a las masas y a los cambios sociales que exigen cada vez
mayor atención por parte de todos. La dilución aparente de las fronteras nacionales, el desarraigo
de los nacionalismos, la búsqueda del progreso, la globalización, pero también el individualismo
descarnado, la violencia y el consumismo, nos podrían llevar a pensar que, tal vez, este no es siglo
que el hombre alcanzara la gloria. Esto, sin embargo es una mera suposición.

Construir el futuro nos exige conocer nuestra historia y el entorno actual, ya que mediante ello nos
conocemos a nosotros mismos. La humanidad entera es producto de sus acciones, del mismo modo
que también es protagonista y hacedora, Marc Bloch, quien reflexiono sobre la historia humana y
sus características sociales, afirmaba que la historia estudia los hombres en el tiempo. Hoy en día
podemos agregar que la historia ya no requiere de tiempo para comprender al hombre sino, más
bien es necesaria mucha intuición y mente abierta para darse cuenta de que lo que se construye es
producto de nuestros errores y aciertos en el día a día.

El progreso de las naciones no es casualidad, es esfuerzo y constancia.


I. PANORAMA GLOBAL ACTUAL

El panorama global de la economía y la sociedad se ha ido configurando de manera conjunta,


modelando escenarios y haciendo que el mundo esté cada vez más interconectado, donde tanto los
gobernantes como los responsables políticos y el ciudadano de a pie son meros actores de un
enorme espacio de interacciones económicas, políticas, ambientales y sociales donde nichos,
barreras y oportunidades confluyen de manera conjunta.

Ahora es posible intuir que, simple y directamente, todo se conecta entre sí, generando dimensiones
de trabajo, visiones compartidas y afectaciones con implicancias globales. ¿Qué corporación o
gobierno hoy en día podría no considerarse global? La complejidad de lo global es que
principalmente, involucra a participantes del mundo entero, donde las exigencias en términos de
sensibilidad cultural requieren no solo de un buen nivel de autorregulación, sino también una
importante cuota de apertura mental y visión de futuro, cualidades que poco a poco vienen
insertándose en las plataformas globales de negociación a todo nivel.

El escenario global actual, se puede considerar, cuando la fiebre de la integración, el consumo y la


liberalización marcaron el camino hacia la configuración y apertura de nuevos espacios, aunque
también lo hicieron en cuanto a los problemas relacionados con ellos, como el fortalecimiento de
los espacios nacionalistas, el endeudamiento desmedido y disparidades económicas propiciadas y
aprovechadas por la posibilidad de obtener yo gestionar recursos más baratos fuera de los ámbitos
económicos principales.

Hoy en día el nuevo orden económico basado en los avances económicos y sociales producto de las
mejoras en la tecnología y el uso de la Internet permitió la consolidación de nuevos sectores
poblaciones y el surgimiento de una economía más variada y especializada. Ahora la nueva
economía advierte un panorama dinámico y un mundo sin fronteras haciendo de las Tecnologías de
la Información y la Comunicación (TIC) una necesidad más que un fenómeno disperso y propio de
áreas más desarrolladas.

Es así que los incrementos en la productividad, el dinamismo financiero y la vorágine del


conocimiento son tan importantes en la era de la nueva economía, con lógica y dinámica propias,
donde las personas, los empresarios y los políticos deberán aprender a vivir con ella.

Más allá incluso de los cambios en los productos y mercados, decimos que estamos frente a una
nueva economía porque la velocidad, la profundidad y la densidad de los cambios tecnológicos,
sociales y culturales que enfrentamos están revolucionando a los propios agentes económicos,
cambiando la naturaleza de su participación en los procesos de producción y consumo de bienes y
servicios, e influyendo en la edificación de una nueva arquitectura institucional para regular esas
relaciones.

El hecho verdaderamente singular de nuestros tiempos es que este proceso de cambios


vertiginosos, densos y profundos se produce a escala global. El nivel de integración de los mercados
internacionales en volúmenes y tamaño de los flujos globales de comercio e inversión hacen que
este proceso se amplifique exponencialmente hasta marcar el verdadero comienzo de una nueva
época. La globalización es la autopista por la que circula y se desarrolla la nueva economía.
Durante algún tiempo, la antigua y la nueva economía seguirán conviviendo, como lo hacen ya desde
hace varias décadas. El equilibrio entre una y otra se ira alterando, paulatinamente, en favor de esta
última. En algunas regiones o países, la nueva economía florecerá más rápidamente, mientras que
su existencia pasara desapercibida en otros lugares. Siempre ha ocurrido de ese modo. Los cambios
de época nunca se perciben fácilmente cuando son contemporáneos.

Esta aproximación de la nueva economía no pretende disminuir o ignorar el carácter central de las
antiguas tecnologías (ya existentes) versus las tecnologías informáticas y de telecomunicaciones.
Simplemente busca ponerlas en perspectiva. Por ello aparecen tecnologías que tienen un efecto
disruptivo sobre el orden existente y permiten un salto de calidad en la organización de la sociedad
de la época, como ha sucedido con el internet a finales de los 90 y con la masificación de los
smartphones y las aplicaciones funcionales.

Resulta así que las fronteras nacionales son también son también menos restrictivas de lo que una
vez fueron, aunque no necesariamente más abiertas. Gracias a la tecnología y las políticas a nivel de
comercio internacional, vienen logrando desarticular las fronteras físicas, manteniendo la eficacia
de las regulaciones y ciertos aspectos de control que permiten a las naciones protegerse y sobrevivir
en los diversos aspectos del quehacer mundial.

En este sentido, Kenichi Ohmae (2010), señala la existencia de cuatro factores claves para los
negocios actuales, los que se pueden transpolar de manera efectiva al escenario mundial: las cuatro
C del entorno, en el que las Comunicaciones, el Capital, las Corporaciones y los Consumidores
interactúan entres si para lograr los mayores rendimientos y una articulación operativa.

Es cierto que el mundo vive tiempos exponenciales en los que la incertidumbre y la esperanza por
cambios coexisten y se entrelazan. Generamos y reproducimos información a una velocidad
extraordinaria, del mismo modo que lo hacemos con bienes y servicios tranzados a escala global.

Así, como no había ocurrido antes, el consumo global y la voracidad de las necesidades humanas
son, al mismo tiempo, los motores del crecimiento mundial y lo seguirán siendo a futuro,
considerando que aún existen grandes masas de ciudadanos pobres con escasez de vivienda y
necesidades alimentarias no cubiertas, que seguirán requiriendo de recursos y servicios necesarios
para alcanzar estándares de vida adecuados.

En este contexto de turbulencias que los países emergentes y en desarrollo parecen seguir siendo
la columna que sostiene el crecimiento global aunque las proyecciones de crecimiento de China e
India para este año se hayan visto reducidas. Ahora el mundo debe saber que China está creciendo
por debajo de 10%. Países como Brasil y México con sus desaceleraciones pero no dramáticas,
permite tener crecimientos saludables. Por ello se espera que los países emergentes sigan
empujando los canales del comercio y el crecimiento, de acuerdo con Naciones Unidas y el FMI.

En contraste con este panorama, la recuperación parece ser todavía débil. Las tendencias positivas
que tiene, no son suficientes para sobrellevar el ambiente de vulnerabilidad económica que se vive
hoy en día. Latinoamérica aún presenta riesgos elevados en su economía desde los efectos postcrisis
hasta los efectos de las no reformas pendientes en países claves como Brasil, Argentina y México.
Además riesgos asociados al cambio climático ya a la degradación del ambiente están latentes en
la región, donde se calculan generarían estragos elevados.
Existe, un documento clave para comprender la situación actual del mundo desde dicha perspectiva
es la declaración de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los cuales reflejan el compromiso
a nivel mundial en lo que se refiere a los retos para lograr el desarrollo sostenible a todo nivel,
focalizando los esfuerzos de nivel público con la responsabilidad existente con la sociedad del sector
privado y la interacción de la sociedad civil para el logro de los objetivos.

Sin embargo y de modo menos esperanzado, algunos ven un patrón inquietante de incremento de
conflictos y arraigados intereses que practican dentro de las naciones, caracterizando situaciones
de aumento de la desigualdad y del aislamiento social. Al respecto algunos sostienen que el papel
de los gobiernos se inclina a favor de los objetivos económicos, incluso influenciadas por las
empresas en las decisiones políticas y en los acuerdos comerciales.

La naturaleza del liderazgo mundial, las características de la nueva economía y los desafíos políticos
y económicos que enfrenta la comunidad internacional dejan poco espacio para utilizar los
esquemas de poder del siglo pasado en el actual. Pero se presentan muchos frentes que están en
condiciones de consolidarse en diferentes regiones del planeta, de modo que es necesario uno o
varios debates desde lo multilateral sobre el actual panorama mundial.

Parece claro que el poder fijo de predecir las decisiones, eventos posteriores y la capacidad de
controlar el futuro, están cediendo hacia nuevos esquemas de poder más fluidos. Esto gracias al
acceso y uso de la información ha dejado de ser un derecho de una minoría, transformando uno
mundo de espectadores en actores a través del avance de la tecnologías de la información y
comunicación, donde las interacciones, exigencias, opiniones y demás se transmiten casi de
inmediato yo el nivel de involucramiento de las personas con respecto a una causa es mayor.

Por ello, las TIC, especialmente aquellas ligadas al social media, vía internet, se han convertido en
fuentes importantes de recursos por el alcance y la capacidad de movilización que tienen, dando
paso a la formación, organización y demás procesos de grupos de personas en torno a un fin similar.
Existen ejemplos como el uso de estos blogs o el Facebook, en tiempo real moviliza gran cantidad
de la población por una causa común.

En otro aspecto de los rápidos cambios, en el orden mundial en momentos de nuevos retos
geopolíticos, económicos y sociales vienen aumentando la probabilidad de discontinuidades,
choques y sorpresas en el ámbito coyuntural internacional. Hoy el mundo parece haber perdido el
idealismo por un único modelo de liberalismo de Occidente, por la democracia misma y por los
aspectos económicos e ideológicos que ello conlleva, al menos en el corto y mediano plazo, hasta
que la situación global se estabilice. Algunos ejemplos incluyen el impacto global de los aumentos
de la temperatura en el futuro, una rápida sustitución de los combustibles fósiles, un retorno hacia
modelos económicos más conservadores o, inclusive, el surgimiento de una China democrática.

Actualmente el mundo atraviesa una incertidumbre crítica donde las personas y la tecnología se
desarrollan e interactúan en el tiempo, de modo que antes eran limitados o que se circunscribían a
espacios determinados ahora ya no lo están. Parte de esta incertidumbre radica en que podría poner
en peligro el ascenso de nuevas potencias emergentes y asestar golpes a las aspiraciones de los
países que todavía no entran plenamente en el juego de la GLOBALIZACIÓN. Ahora es posible hablar
de interconexiones cada vez mayores y de “un nuevo mundo conectado” donde tanto el mundo
digital como las clases medias, los grupos transnacionales, la política y demás ya no son locales y/o
nacionales, sino internacionales y donde deben existir programas cada vez más intercambiables
para aprovechar al máximo sus beneficios y a la vez paliar los posibles efectos negativos que ello
conlleva.

La crisis económica mundial nos ha enseñado lo prolongada que puede resultar una recuperación a
gran escala, poniendo a millones de personas en el umbral del desempleo y a decenas de gobiernos
bajo la sombra de la anarquía y la inestabilidad. Voces en el mundo hablan sobre la amenaza de
crear una generación perdida altamente calificada debido a acciones desalentadoras y poco
efectivas por parte de los gobiernos y de quienes están a cardo de las decisiones globales.

La labor de todo país es la de asegurar el bienestar interno, que haya acceso a educación de calidad,
buena salud, entre otras. En un mundo tan interconectado es importante dejar de lado las políticas
centralistas o regionales en forma desmedida. Ahora en muchos países la competencia por los
recursos y por la sostenibilidad de las políticas está cada vez más cerca y se le debe prestar mucha
atención.

Así pues, entre la confusión y la incertidumbre sobre el futuro económico, político y social, mucha
personas – principalmente jóvenes – consientes de la magnitud de lo que viene sucediendo en sus
países y en el mundo, buscan surgir bajo condiciones potencialmente inestables en el largo plazo.
Por otra parte, parece probable que los movimientos sociales y políticos irán ganando mayor
atención en el día a día, como viene sucediendo a través de reformas y acontecimientos
importantes.

Entonces, no es de extrañar que, en la actualidad, el panorama del mundo sea tan incierto para
todos, principalmente si consideramos todas las poblaciones tienen un gran interés por el logro de
sus propios sistemas políticos yo económico distintos a los actuales modelos internacionales, en
búsqueda de mayor atención y foco sobre sus necesidades.

Por tal motivo, la clase media conformada por los jóvenes vienen mostrando mucho interés en
insertarse en la actividad social y política de sus países, asumiendo cada vez mayores retos y
responsabilidades conforme evoluciona el panorama local.

II. EL ESCENARIO GEOPOLITICO/MULTIPOLAR

La geoeconomía es un término relativamente nuevo en el mundo académico, que busca expresar


ideas relacionadas con el concepto de relacionamiento entre y dentro de los Estados de manera
estratégica e integradora.

En el contexto actual de globalización, el lenguaje y la lógica de la rivalidad entre Estados es predicha


en la gramática del comercio (Luttwak, 1990). En tal sentido resulta factible incluir el fenómeno de
la Economía Global como un componente principal de las geoeconomía en tanto esta se originó a
finales de los 90, sustentándose en los avances tecnológicos y en el nuevo posicionamiento y
oportunidades de desarrollo que esta rama presentaba.

La economía global tiene su propia lógica y dinámica donde, más que una teoría, se muestra como
una realidad perceptible en los diversos ámbitos de la vida y de las decisiones a todo nivel.

Esto nos lleva a asumir que la nueva economía es el resultado de los cambios constantes que tienen
lugar en todos los ámbitos simultáneamente, desde la política hasta la sociedad, y en la forma en
que ellos mismos se refuerzan e interactúan unos con otros. Por ello, cuando se aborda la
perspectiva de los escenarios políticos, es necesario hablar sobre la multipolaridad y lo múltiple de
todas las perspectivas, ya que las infinitas posibilidades y desafíos que presenta la nueva economía
conllevan a que su configuración se estudie con más detalle y de manera holística.

Por tal motivo, significa que los nuevos procesos de innovación y cambio sobre los que ya han venido
moldeando la fisonomía de nuestra sociedad actual, y para ello es necesario percibir un horizonte
en construcción, con nuevos elementos que cobren valor conjunto y aporten operativamente a la
estructuración de la nueva economía.

Entonces queda por preguntarse ¿Cuáles son los nuevos equilibrios?, ¿Cuál es el rol de la geopolítica
en la construcción de la nueva economía? Y ¿Cómo reflejamos la multipolaridad?

Los actores de la nueva economía, sus nuevas reglas e instituciones y sus sectores emblemáticos
nos muestran que la búsqueda de nuevos equilibrios geopolíticos, y las relaciones con los esquemas
de poder, distintos a los remanentes de los aplicados durante la mayor parte del siglo XX, son hoy
días los principios básicos para comprender, por qué existen países potencia como EE.UU, a la
cabeza, no representa un liderazgo motivador, y que con todo su peso militar y económico mundial,
no es suficiente para imponer su voluntad en un conflicto como Medio Oriente, y su influencia sea
todavía menor en el futuro. Aunque con la llegada de China a la vanguardia de la economía
internacional, ha creado la ilusión de un mundo bipolar – planteado ahora en el equilibrio entre
China y los EE.UU.- y este será el escenario al que nos enfrentemos en las próximas décadas.

Es posible que esa tensión se manifieste en contraposición de los interés de la principales economías
del planeta, pero los cambios que experimenta la sociedad y los nuevos paradigmas de producción
y consumo hacen que el mundo se encamine hacia un equilibrio múltiple y diversificado en el que
distintos países y líderes regionales faciliten una participación

Una participación más equitativa en la economía global de los países relativamente menos
avanzados. Así lo que debe quedar claro, es que los países emergentes y sobre todo China, su
participación en el mundo económico y político, es por su propio beneficio.

Al respecto muchos comentaristas políticos y analistas económicos, describen un mundo liderado


por EE.UU. Seguido de sus aliados europeos y un Japón, reconociendo muy poco el desafío en los
diferentes campos de la emergencia como país a China. No obstante ya se habla de una futura
guerra digital entre los EE.UU y el gigante asiático, donde ya había acusaciones directas desde la
casa blanca señalando a las Fuerzas Armadas chinas de atacar los sistemas informáticos del
Gobierno estadounidense con el fin de medir las capacidades que podrían ser explotadas ante una
eventual crisis bilateral.

Sin duda, esta visión ve que el desafío al que enfrenta el liderazgo mundial actual es mucho más
amplio y pronunciado. No se trata solo de China sino de una nueva generación de economías
emergentes que están comenzando a recalibrar su poder en cada rincón del planeta.

Esta afirmación, podríamos verlo analizando lo que ha ocurrido a partir de la crisis financiera de
2007/2008. La salida de esa crisis refleja un mayor crecimiento de los países en desarrollo – tres o
cuatro veces la tasa de crecimiento de los países desarrollados – y un mayor dinamismo de su
demanda agregada, que supera en mayor proporción de la demanda mundial con respecto a la que
tenía antes de la crisis.

Para demostrar, podríamos imaginar una competencia entre dos grupos de países:

 El grupo de los 7 (cuyos miembros son EE.UU, Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia
y Japón), El verdadero G-7, que lidero la política y la economía en las décadas de 70 y 80. y

 El grupo de los 5(integrado por cinco países emergentes: China, India, Brasil, México y Corea
del Sur).

Comparando podríamos decir que:

El G-7, supera al G-5, en el tamaño del PBI de $25 billones a $ 17 billones. En términos de paridad
de poder de compra.

En cuanto al potencial demográfico, ya está del lado de los emergentes, Así la población agregada
del G-5 es de 2,800 millones de personas, frente al G-7 de 720, millones.

Sin embargo, el actual liderazgo económico del G7 no duraría mucho tiempo. De acuerdo a algunas
proyecciones, que para el año 2050, los países emergentes seleccionados ya sobrepasarían con
comodidad a los del G7 por $95 billones a $ 67billones en términos de paridad de poder de compra.
Tal es así que para el 2050 se estima que 19 de las 30 economías más grandes del planeta serán
emergentes principalmente asiáticas y latinoamericanas.

Por otro lado, la demografía se inclinaría aún más hacia los países emergentes en 2050, ya que el
G5 tendía, 4,600 millones de personas, mientras que el G7 solo 920 millones de personas.

III. LA CRISIS Y LA ECONOMÍA POST-CRISIS

Después de la crisis financiera mundial, incluso los más ortodoxos del mercado abrazaron la idea
keynesiana de dejar de lado toda política monetaria en favor de políticas de estímulo fiscal de corto
y mediano plazo, al resultar ineficaces políticas monetarias en tiempos de profunda recesión. Sin
embargo estas personas han abandonado este punto de vista, entre otros –los llamados planes de
austeridad fiscal – en cuanto vieron frágiles y lentos indicios de recuperación global.

En el periodo 2008-2009, muchos gobiernos introdujeron programas de estímulo fiscal e


incrementaron las partidas del gasto público mientras se buscaba coordinar acciones y políticas
conjuntas. En el 2010, las políticas se caracterizaron por recortes y exigencias sociales cada vez más
grandes, principalmente de parte de las poblaciones vulnerables a la asistencia pública. En los países
de ingresos medios y elevados el número de personas afectadas por los recortes fue en aumento
para los años 2008-2009-2010, Por el contrario en los países de ingresos bajos en el mismo periodo
parecen haber incrementado el gasto desde el momento de la crisis, por lo que estos alcanzan un
mínimo en el número de personas afectadas por los recortes. En pocas palabras medidas adecuadas
a situaciones particulares.

Cuando se observa en términos agregados, los países en desarrollo y emergentes mantienen


políticas de recortes del gasto menos agresivas que la de los países desarrollados, donde el 90% de
la población se ha visto afectada por las medidas, sobre todo las más vulnerables y jóvenes.
Lo que llama la atención es que hubo una caída del número de personas afectadas por recortes
presupuestarios en 2012, para luego incrementarse abruptamente casi cuatro veces más, en los
pronósticos para el 2013 en adelante.

Lo que hasta ahora era una recuperación de dos velocidades fuerte en los mercados emergentes y
en las economías en desarrollo, pero más débil en las economías desarrolladas, parece convertirse
en una recuperación de tres velocidades. Tal como lo manifestó Christine Lagarde, directora del
FMI.: Los mercados emergentes y en desarrollo están todavía fuertes, pero en las economías
avanzadas existe una creciente bifurcación entre los Estados Unidos por un lado y la Zona Euro por
el otro.

Ante esto, las perspectivas económicas mundiales han registrado una leve mejora, pero el camino
de la recuperación en las economías desarrolladas seguirá siendo desigualo, aunque liderado por
los Estados Unidos y por los países del norte de la Eurozona.

En su último reporte trimestral sobre la economía global, tanto el Banco Mundial como el FMI
prevén que el crecimiento del PBI mundial podría alcanzar el 3.25% en 2013 y un máximo del 4%
para el 2014.

Para las economías avanzadas, la actividad económica puede acelerar el crecimiento a partir del
segundo semestre del 2013 fortalecidos por la demanda y el consumo privado, principalmente en
los EEUU. En los mercados emergentes se mantienen positivas, pese al enfriamiento de la economía
de China y la India.

Las tres velocidades que marcan el escenario económico global, donde todavía se discuten
soluciones y donde pocos acuerdos han sido llevados a cabo. ¿Cómo podría cambiar la situación
hacia futuro?, ¿Qué requiere y busca el mundo postcrisis? Y ¿Qué soluciones se avizoran?

Según la directora del FMI, estamos viendo las tres velocidades claramente definidas. Estas se
dividen entre los países que lo están haciendo bien, pero las dudas sobre su sostenibilidad son
puestas en tela de juicio en tanto la mayoría de ellos proviene del mundo emergente. Aquellos otros
países que están en vías de recuperación y, en el otro extremo, los que aún tienen algo de distancia
por recorrer, que corresponde al resto de economías del mundo, en este segmento todavía están
viendo escenarios de crisis del empleo y una recuperación que no está haciendo lo suficiente para
superar las expectativas del ciudadano común y del sector privado.

Los datos más recientes sugieren cierta desaceleración en el crecimiento, y la perspectiva de nuevas
recesiones de muchos de los países desarrollados se ciernen como una sombra sobre las
expectativas globales de mejora.

El FMI y el Banco Mundial consideran que podemos hacerlo mejor que las actuales tres velocidades,
ya que el mundo actual postcrisis requiere de una recuperación mundial completa. Pero ¿Cómo se
espera lograr esto?. Bien es sabido que se requieren respuestas políticas cuidadosas y
personalizadas en cada segmento. Ya que las recetas únicas han demostrado su ineficiencia.
Principalmente en países emergentes y en desarrollo, por no respetar las condiciones propias de
cada país. Por lo que consideramos que una única solución global no sería lo adecuado.
Como ya se mencionó, el primer grupo de países segmentado por el FMI ingreso a la crisis desde
una posición fortalecida, pudiendo mantenerla hasta ahora debido a factores ciertamente
coyunturales (elevados precios de materias primas, incremento de la demanda de China e India y
caída de tasas de interés en las economías desarrolladas, entre otros),pero también debido a buenos
manejos en política fiscal y macroeconómicos , que les han permitido sostener la confianza del
consumidor y de los inversionistas en gasto es inversiones de más largo plazo.

Se ha hablado mucho sobre la necesidad de continuar aplicando reformas y políticas para que estas
economías puedan seguir mostrando indicadores saludables y mantenerse fuertes. Pero no se habló
sobre mirar al interior de cada país y enfrentar obstáculos y las debilidades internas que podrían
frenar intempestivamente todo intento de desarrollo. Sabemos que las economía emergentes están
haciendo grandes esfuerzos por mejorar sus condiciones de infraestructura y los marcos
regulatorios para fomentar la inversión, pero acompañadas de un manejo político y vulnerabilidad
social apropiado, que muchas veces no ocurre en los países emergentes.

También es necesario mantener la vigilancia sobre lo que sucede en el extranjero, principalmente


lo relacionado con las decisiones en materia monetaria y fiscal de los países desarrollados que
podrían afectar, en el mediano plazo, el desempeño de las economías emergentes.

Los países desarrollados pertenecientes a los dos grupos anteriores mencionados han recorrido un
largo camino en buscar y desarrollar mecanismos paliativos y de control de la crisis del 2008. Es
sabido que en Estados Unidos se desencadeno la crisis debido a excesos financieros y a poco control.
Hoy en día vemos una mejora en indicadores del consumo privado y recuperación en los sectores
inmobiliarios y la industria automotriz.

Sin embargo las deudas de largo y mediano plazo de Europa y Estados Unidos aun representa un
riesgo importante, por lo que van a requerir soluciones duraderas para manejar el problema.

Sabemos que se han logrado consensos políticos al respecto incrementando el techo de la deuda,
pero ¿Cuan sostenible es esto? ¿Evitará medidas de este tipo la inestabilidad de los mercados
financieros?

Las recomendaciones y fórmulas para salir de la crisis ya han sido expuestas ampliamente por
gobernantes, gurús del mundo económico-financiero y catedráticos, entre muchos otros. Sin
embargo, uno podría preguntarse ¿Por qué si las recetas están allí, aun no salimos del
estancamiento y de este mundo de tres velocidades? ¿Qué falta o que esfuerzo adicional es
necesario realizar para alcanzar la estabilidad?

En general ¿Qué hay para hacer?

Se podría trabajar en manera conjunta políticas y soluciones coherentes que reflejen los
requerimientos particulares de cada país o región, pero enmarcadas dentro de las principales
condiciones globales para la estabilidad. Entonces con un mundo cada vez más interconectado, la
necesidad de conectarse de manera efectiva se vuelve cada vez más imperiosa.

Sabemos que la economía está interconectada, es interactiva y que la globalización es, más que
nunca, una realidad. Sin embargo, parece resultar un tanto confusa y en ocasiones desorientadora
para quienes toman las decisiones.
Estos niveles de interdependencia están comenzando a condicionar el proceso de toma de
decisiones y la forma en que las empresas y los gobiernos tratan de construir una reputación global
y relacionarse con cada uno de los medios sociales con los que interactúan. Mediante este último
mecanismo poder ejemplo, las compañías se comprometen a respetar ciertos estándares básicos
en materia de trabajo infantil (en sentido de eliminarlo y denunciarlo), protección del medio
ambiente y respeto a los derechos humanos.

La interdependencia solo, podrá aumentar en una economía que opera tanto con redes como con
mercados y donde la integración de la economía y la articulación de los procesos productivos es un
factor de competencia esencial. Precisamente por ello es que la gobernabilidad de las instituciones
globales, aquellas que actúan de manera interconectada, es fundamental para que las mismas
tengan legitimidad y capacidad de acción.

Lo mismo se aplica a la economía y a la dinámica mundial. En este sentido, la crisis económica, así
como una salida a ella, debe pasar por reformas integradoras en el campo de quienes toman las
decisiones, ya que solo así los gobiernos y estas instituciones globales podrán estar en mejor
posición de manejar los problemas del mundo y servir de puentes en un ambiente altamente
interconectado y en proceso integración.

FIN

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