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Afluencias - Escritos Sobre El Psicoanálisis Que Nos Toca. Descarga Libre y Gratuitaa.
Afluencias - Escritos Sobre El Psicoanálisis Que Nos Toca. Descarga Libre y Gratuitaa.
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INDICE
INTRODUCCION
INSTITUCIONES
Antifilosofía de la praxis – p. 37
– damián selci
GENEROS
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CLINICAS
POLITICAS
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FILOSOFIAS
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INTRODUCCION
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INSTITUCIONES
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Luis Sanfelippo
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Antifilosofía de la praxis
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No hay metapráctica
El psicoanálisis no debería funcionar, pero funciona.
Con respecto a la psiquiatría, su opacidad es total.
Pero funciona. Es notable el aplomo con que Freud
da por hecho que hay psicoanálisis, que existe una
práctica llamada así, y que todo lo que debemos
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7. Ibíd., p. 40.
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Damián Selci
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Psicoanálisis argentino
& salud mental:
reflexiones políticas sobre
la territorialidad clínica
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Julián Ferreyra
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GENEROS
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Lo teórico es político
Hemos escuchado hasta la sordera: “También nos
pasa a los hombres”, “eso no es exclusivo de las mu-
jeres” o “no tiene nada que ver con el género”. Frases
para evadir lo que las mujeres tienen para decir. La
mujer que escribe y construye una teoría desde sus
saberes y su escucha es una usurpadora: tomó algo
que no le corresponde y lo desvirtuó. Me refiero a que
las teorías sobre las mujeres explicadas por hombres
son las que tienen valor, porque toda lectura que no
sea masculina y fálica es una expoliación teórica.
El lugar que tienen las mujeres en la teoría es de
cierta “exterioridad muda”, dice María Moreno1. Lo
paradójico es que el psicoanálisis se estableció en
la escucha de mujeres: no como objetos, sino como
agentes de una escucha. En este sentido fue su es-
cucha. Pero los libros, tomos y manuales se compo-
nen de lo que les pasa a las mujeres; nunca de su
escucha.
La histeria fundó el psicoanálisis. Destinadas a la
reproducción y el matrimonio, arrasadas por el ma-
chismo, Freud escucha mujeres insatisfechas con
ese destino prefijado por la cultura patriarcal.
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Sofía Rutenberg
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Despatriarcalizar la teoría:
reabrir el conducto auditivo
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poder soberano.
Paul B. Preciado7 expuso que antes del siglo XVIII
el útero era representado como un vaso flotante en
un espacio vacuo que pertenecía al pater familias.
Se creía que la reproducción se llevaba a cabo en
ese espacio que era propiedad del hombre (del pa-
dre). El cuerpo del hombre era ontológicamente una
creación de Dios y tenía una relación de semejanza
a él. Según Roudinesco8, en el siglo XIX toda Europa
estaba pasando por la caída del pater familias (razón
de auge de movimientos como el anarquismo).
La palabra de Dios y del soberano cayó, y el útero
como espacio vacuo adquirió un nuevo estatuto. El
valor femenino de existencia tenía ahora la posibi-
lidad de construirse por fuera de la mirada de un
hombre. Cuerpos de mujeres se vieron confrontadas
a apropiarse de su cuerpo cuando nunca había sido
suyo. Las feministas de esta época habían intentado
apropiarse del cuerpo por vía de la palabra y el acti-
vismo. Ante la dificultad para nombrar el cuerpo de
las mujeres como un cuerpo propio, el útero femenino
quedaría otra vez volando en el cuerpo de las his-
téricas. Los cuerpos de hombres y mujeres pasaron
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diferencia sexual!
Hoy es injustificable e injusto desmentir esas voces
de mujeres feministas, literatas, místicas y teóricxs
queer, dentro y fuera del psicoanálisis, al igual que
las de estudiosxs que hablan de género y sexuación.
En diálogo directo con el psicoanálisis contamos,
por lo menos, con los trabajo de Luce Irigaray, Shu-
lamith Firestone, Lee Edelman, Paul B. Preciado, Ju-
dith Butler, Leo Bersani, Paco Vidarte y Javier Sáez.
Asimismo, desde el psicoanálisis, en Latinoamérica,
contamos al menos con los trabajos de Leticia Glo-
cer-Fiorini, Jorge Reitter, Patricia Gherovici y el mío.
Si no tenemos la disposición, el tiempo o las ganas
para profundizar en el tema, tengamos la claridad
de no referenciar las posiciones de la sexuación y la
diferencia sexual como algo que nada tiene que ver
con los binarismos de género y heteronormatividad.
Sumado al sesgo heteronormativo que hemos cri-
ticado en la teoría, a menudo las prácticas de poder
reiteran el problema. Recordemos que dentro de las
instituciones psicoanalíticas se prohibía admitir a
analistas homosexuales y analizarlos. Hoy apenas
está en debate admitir a personas trans en institu-
ciones internacionales. Si la práctica de exclusión de
la homosexualidad en el psicoanálisis desapareció
fue, como en la psiquiatría, por presiones legales, no
porque la homofobia institucional haya terminado.
Hoy no estamos a fines de los años 70: época en
la que Enrique Guarner fue apuntado con pistola por
un miembro fundador de la Asociación Psicoanalítica
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Fernanda Magallanes
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¿Des-obediencias?
Problemas cruciales
para un diálogo posible entre
psicoanálisis y género
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8. Ibídem.
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Epifanía
El año pasado tuve una epifanía. Como toda epi-
fanía, sucedió inopinadamente. Estaba reunido con
varios colegas psicoanalistas. En total seríamos seis
o siete. La mayoría tenía al menos treinta años de
lectura de textos y seminarios de Lacan. A raíz del
desarrollo de la exposición se planteó la pregunta
sobre qué quería decir “goce fálico”. Fue comple-
tamente imposible ponerse de acuerdo. No es que
estuviésemos hablando de sutilezas, de detalles. No,
se barajaban al menos tres definiciones completa-
mente divergentes e imposibles de armonizar la una
con la otra.
No era de ningún modo la primera vez que pasaba
por una experiencia semejante. Todo lo contrario,
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3. Ibíd., p. 131.
4. Ibíd., p. 133.
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Jorge Reitter
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CLINICAS
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son los sueños, los chistes, los fallidos, los olvidos, los
síntomas. Y cada una, a su manera, son también he-
rramientas que propician los hallazgos, los avances
hacia un deseo no tan apropiado, o el cercenamiento
de ese sufrimiento que imposibilita la vida. Este pe-
dido pudo haber sonado llamativo, inentendible; no
sé si alguien respondió a tal convocatoria. Porque no
sé cuán enterados estaban les analistas en 1980 de
la noción de lalengua, y del uso de los tres registros
para el nudo borromeo. Pero esa convocatoria tiene
un poder de interrogación que nos abre un abanico
de posibilidades que importan a nuestro psicoanáli-
sis, hoy. Y decir “nuestro psicoanálisis” es un recurso
inevitable si queremos abandonar los universales.
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Nicolás Cerruti
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Gabriela Insua
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Fake Lacan
La obra oscura de Milner
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3. Ibíd., p. 7.
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4. Ibíd., p. 10.
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5. Ibíd., p. 31.
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Conclusiones
La concepción discontinuista de la obra de Lacan
y la suposición del Seminario como un producto poé-
tico es lo que permite a Milner operar un fake Lacan
que tergiversa, niega y destituye los fundamentos
conceptuales de la revolución paradigmática que
Lacan intentó producir. La reformulación conceptual
de la relación entre el psicoanalisis y la ciencia mo-
derna, la lingüística, los conceptos matemáticos de
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Martin Krymkiewicz
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Clínica “a distancia”
Dimensiones de un psicoanálisis
enredado
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Psicoanálisis en “3D”
Cuando pensamos el psicoanálisis en tres dimen-
siones, solemos acudir a los registros de lo simbó-
lico, lo imaginario y lo real. Sin embargo, cuando
Lacan incluye la topología sitúa la importancia de
una dit-mension:
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Psicoanálisis “presencial”
A partir de lo trabajado en torno a las dimensiones,
nos interesa problematizar el término de presencia.
La pregunta por la viabilidad de una consulta online
no es específica al psicoanálisis, también otras prác-
ticas terapéuticas se han servido del soporte digital.
En ese sentido, ¿qué es lo específico de nuestra pra-
xis en torno a esta noción?
A lo largo de nuestra investigación nos hemos
encontrado con diversos autores para quienes la
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Un punto de partida
Ante la pregunta por la actualidad del psicoaná-
lisis, pareciéramos tentados a pensar que la praxis
no ha cambiado desde Lacan. Ahora bien, ¿son las
mismas condiciones formales las que habilitan su
posibilidad? Los avances tecnológicos articulados a
cambios culturales y sociales han afectado el modo
en que nos comunicamos y percibimos la temporali-
dad, teniendo efectos en los ropajes del semblante.
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La irrupción
de la clínica digital
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Clínica 3.0
La sesión vía llamada da lugar a un modo más ní-
tido de aislar la voz, en tiempos donde el dispositivo
del diván peca de anticuado y es resistido por los
centennials. La disparidad que introduce, un cuerpo
acostado de espaldas a otro sentado, quedando el
primero en el campo visual del segundo, está ausente
en la llamada. Ésta amplía la posibilidad de lectura del
discurso al dejar de lado los efectos imaginarios que
el diván agita. Quizás este atemperamiento de la dis-
paridad subjetiva sea uno de los motivos más fuertes
para la resistencia al medio tecnológico por parte de
algunos practicantes. De hecho, esta es reintroducida
por algunos colegas que apagan su cámara dejan-
do encendida la del analizante. Caso contrario, en la
videollamada el analista no solo es visto, sino que,
de modo particularmente irritante, puede no dejar de
verse. El analizante recibe al analista en su hábitat,
no es visitante sino visitado. Los pacientes entonces
están… como en casa: algunos fuman, otros beben,
otros asisten a la sesión sin salir de la cama.
Durante una entrevista concedida a días de la ins-
talación de la cuarentena, Gabriel Lombardi señala
que las sesiones online “en sí tienen algo de castra-
tivo, separan la dimensión pajera del encuentro, un
encuentro que de todos modos se basa en que no
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9. Miller, J-A. (1999). Los usos del lapso. Buenos Aires: Pai-
dós, 2004, pp. 22-23.
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Santiago Thompson
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POLITICAS
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Omar Acha
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El inconsciente capitalista
del psicoanálisis
Notas marxistas en torno a la crisis
y el fracaso de la orientación burguesa
en el psicoanálisis1
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La orientación freudolacaniana del psicoanálisis, en
sus diferentes tendencias públicas e institucionales,
constituye la forma concreta que asume en las actua-
les condiciones históricas del capitalismo patriarcal
y colonial en Argentina la orientación burguesa del
psicoanálisis. En el territorio nacional, la necesidad
histórica y la contingencia política que instala el freu-
dolacanismo milleriano como tendencia dominante
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El psicoanálisis de orientación burguesa ha fra-
casado. Ese es el diagnóstico que nos disponemos
explanar. Nuestra problematización marxista en tor-
no a un tal fracaso prescinde desde el vamos de
adscribir a cualquier horizonte político-normativo
de neutralidad. Parte de asumir un deliberado po-
sicionamiento anticapitalista en la teoría, y conse-
cuentemente, no se abstiene de razones comunistas
eminentemente políticas. Lucha de clases, también
en la praxis psicoanalitica. Entendemos que el con-
tribuir a la supresión y superación emancipatoria de
las relaciones capitalistas (objetivo político-estra-
tégico), no podría prescindir de entablar hasta las
últimas consecuencias una disputa política contra el
psicoanálisis de orientación burguesa en todos sus
planos de existencia; sin miramientos ni distinción
de fondo respecto a sus tendencias internas domi-
nantes (freudianxs de Freud, lacanianxs de Lacan;
neoliberales de Miller, o en el mejor de los casos,
progresistas de Alemán: freudianos y lacanianos de
Perón, populismo psíquico y reformismo lenguajero).
En el marco del fracaso que evidencia el conjunto
de ese psicoanálisis para hacer frente a la crisis
que lo atraviesa, expropiarle la “propiedad” pública
y privada en torno a lo inconsciente a la burguesía
psi (objetivo político-táctico) se presenta como un
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Comprender para combatir. En el marco de la he-
gemonía freudolacaniana posdictatorial que deter-
mina la orientación burguesa del psicoanálisis en la
Argentina, elaborar una crítica desde la perspectiva
marxista del fracaso del psicoanálisis dominante pre-
supone ciertos rodeos. En primer lugar, exige poner
en cuestión la univocidad fetichista que suscita el tér-
mino “psicoanálisis” entre nosotrxs, ya que, al contra-
rio de lo que intentaremos dar cuenta a continuación,
en lo habitual se promueve como una entidad autoe-
vidente. Para esto nos serviremos de una distinción
metodológica sui generis, rudimentaria, pero que
entendemos podrá servirnos de manera provisoria
para dar cuenta de la compleja realidad nacional e
internacional que involucra en el siglo XXI eso que
habitualmente denominamos “El PSICOANÁLISIS”
(orden de realidad escotomizado en su complejidad
histórica, y como veremos a continuación, reducido
a los estrechos márgenes de tan solo uno de sus
planos de existencia: “La Clínica”, en tanto destino
comercial y disciplinar paradigmático que le asigna
la Máquina-Miller a la “invención freudiana”).
¿Qué es “El Psicoanálisis”? es entonces la pre-
gunta que se dispone atender nuestra distinción
metodológica; explanando a través de la misma lo
que entendemos son los tres planos de existencia
del psicoanálisis de orientación burguesa, según
determinada relación social o prácticas concretas
organizadas institucionalmente que cada uno de
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Orientación burguesa. La caracterización que rea-
lizamos respecto a la orientación del psicoanálisis
freudolacaniano en el marco de su fracaso no refiere
a una denuncia moral, una vigilancia epistemológica,
una descripción sociológica o solo una delimitación
ideológica. En cambio, responde en lo fundamental
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Crisis del psicoanálisis. Existe una relación interna
entre el fracaso del psicoanálisis y la crisis históri-
ca que lo atraviesa (crisis que ha sido autoperca-
tada e intentada de abordar por la burguesía y la
“progresía psi”, claro está dentro de sus límites de
clase). Entiéndase, así como mencionamos que no
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Fracaso del psicoanálisis de orientación burguesa.
Nos referimos a su imposibilidad histórica de elabo-
rar, tramitar y “superar” la crisis que lo atraviesa en
todos sus planos de existencia. En último término,
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El “recomienzo” del psicoanálisis, sobre nuevas
bases, es inescindible de un “reanudamiento” con
las teorías críticas radicales contemporáneas4. La
construcción decidida, la movilización por abajo y a
la izquierda, el establecimiento en todos los planos
de existencia del análisis de una orientación comu-
nista en la politización situada de lo inconsciente
se avizora como una posibilidad para hacer frente
a los desafíos que la fase actual del capital y de
las luchas le presentan al psicoanálisis. Sería una
posibilidad para: a) establecer una relación teórica
y práctica entre las determinaciones del capital, lo
inconsciente, el deseo, el goce, el lenguaje y el su-
frimiento, habida cuenta de que las categorías del
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Micropolítico.
Freud mismo pensaba que el síntoma no es nece-
sariamente indicador o condición de enfermedad.
Sabemos que será en ocasiones el prólogo de una
crisis, la convocatoria a una conversación, a un tra-
bajo de pensamiento, o a una mirada que aloje, o una
forma de supervivencia psíquica, de restituir libertad,
de reintroducir aspectos expulsados, sepultados; de
conservar un enigma.
¿No es acaso siempre todo fenómeno humano una
formación de compromiso, un retorno de algún aspec-
to del pasado, la movilización de ciertas huellas, aún
cuando ocurran cosas inéditas? El síntoma es trabajo
psíquico, una cierta respuesta, un cierto pedido.
Mensaje. Aún cuando la mayoría de las veces no se
presente ligado a palabras. Aún cuando se actúe
o se muestre. Mensaje que se constituye a partir
de alguien que lo lee, en transferencia. Esa lectura,
tantas veces, será el prólogo de la transferencia,
posibilitando un trabajo analítico.
El síntoma es mensaje, pero no oráculo, no es des-
tino. Es retorno de lo reprimido pero también es crea-
ción. Ser capaces de “leer” síntomas implicaría poder
desviarnos de los saberes instituidos, recortar esa
lectura del discurso médico, religioso, académico,
jurídico o escolar, de cualquier orden hegemónico
y normativizante. Incluso del “sentido común”. No
hay lectura universal. Leer y escribir es extraer de
un enigma su potencia sin agotarlo.
El psicoanálisis sigue teniendo esa especificidad.
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Lila M. Feldman
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Psicoanálisis, política
y racionalidad
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Debates y combates
El malestar en la cultura se afinca hoy, sobre todo,
en la dificultad para encontrar un marco común que
brinde cierta racionalidad a los puntos en disputa.
Las diferencias irreductibles, los cuerpos disidentes,
las afectividades varias que nos solicitan en sus res-
pectivas afirmaciones, terminan derivando muchas
veces en discusiones maniqueas, rígidas o defen-
sivas, porque pareciera no existir en el presente la
posibilidad de inscribirlas y de plantear con rigor las
problemáticas más arduas que nos comprometen en
un campo común. Si tomara dos títulos significativos
de Judith Butler, por ejemplo (acaso una de las pocas
teóricas reconocidas que hace, como puede, cuerpo
el pensamiento): Cuerpos que importan3 y Marcos
de guerra4, pienso que necesitaríamos escribir un
Marcos que importan; porque los cuerpos están en
guerra, no siempre declarada, y no saben los costos
que eso acarrea. Racionalidad y afecto, cuerpo y
pensamiento, individuo y colectivo, se enlazan en un
punto singular que tiene que haber sido despejado
mínimamente para poder continuar interrogando los
tópicos de urgencia que nos solicitan, mediante otros
enlaces de nombres, tradiciones y diferencias irre-
ductibles, sin que haya que plantear, cada vez, las
cosas en términos de dicotomías insalvables.
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Roque Farrán
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FILOSOFIAS
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¿Filosofía lacaniana?
Comencemos diciendo que, al interior de las uni-
versidades, una filosofía lacaniana es ciertamente
posible, sólo que no es lacaniana. Esto es así por-
que los filósofos profesionales, que es un eufemismo
para decir trabajadores asalariados, nos dedicamos
a ordenar una inmensa cantidad de cosas que fueron
dichas por otros (idealmente varones, europeos y
muertos). Se trabaja incansablemente para produ-
cir una tesis, que es un saber específico sobre un
tema cualquiera que contribuya a aumentar nuestro
caudal de saber, que incremente el volumen total
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El enigma de la antifilosofía
Jugando con la definición de filosofía de Jaspers,
Qué sea la antifilosofía lacaniana hay que intentarlo,
porque el término nos llega envuelto en el misterio
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“Quizás en Vincennes”
Encontramos la primera y única definición del térmi-
no anti-filosofía en un breve texto de 1975 intitulado
“Quizás en Vincennes”:
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Psicoanálisis teórico
Desde la perspectiva abierta por la invención del
matema del discurso(s), la anti-filosofía con la que
se embandera Lacan al final de su vida podría ser
entendida como la posibilidad de un retoño de la
filosofía que despertase por fin de su “sueño eterno”
en el discurso universitario. Sería una práctica teórica
parecida a la filosofía, en la medida en que se intere-
sa por los mismos grandes temas: el ser, lo uno y lo
múltiple, el lenguaje, etc., pero orientada a producir
otros efectos. Vamos a nombrar a esta práctica “psi-
coanálisis teórico”, insistiendo en que se trata de una
práctica teórica, que por lo tanto opera únicamente
sobre la osamenta del pensamiento, es decir, sobre
sus restos escritos. El matema del discurso(s) es un
artificio de escritura, y por lo tanto también un hueso.
Según dijimos, el psicoanálisis teórico manipularía ar-
tefactos o dispositivos de pensamiento para escribir
y teorizar el saber en su no-relación con el trabajo
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Daniela Danelinck
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Escuchar es escribir
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La invención del psicoanálisis es indisociable del
acto de escritura fundante. Descuartizar el corpus
freudiano para extraer la magra carne conceptual
y tirar la sangre del estilo junto con los restos de
enunciación es carnicería de cuatreros pedagógicos.
¡Como si el psicoanálisis fuera la instrumentación
de conceptos puros que podrían aplicarse prescin-
diendo de las manchas y vagidos sublimatorios de
su creación!
Así, partiendo de una gesta que jamás podrá ser
pulcra, ni sus efectos claros y distintos, dicho des-
cubrimiento es inseparable de la pregunta acerca de
cómo leer y escuchar tal descubrimiento. Pregunta
que, por otro lado, no podrá reducirse a un código
de lectura (cualquiera fuese), y será planteada en el
acto mismo de leer y escuchar, cada vez.
2
¿Qué es escuchar? O con más precisión: ¿en qué
consiste la escucha psicoanalítica? Pero ¿existe
tal cosa? Parece un hecho obvio que va de suyo,
aunque nada lo asegura. Que resulte una obviedad
no siempre interrogada indica un encubrimiento.
Tratándose del descubrimiento freudiano, como
mínimo perturbador (unheimlich) en cuanto a la
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¿Hay una teoría de la escucha? ¿Puede haberla?
Difícilmente se pueda establecer una teoría de la
escucha que sirva para otra cosa que escuchar nada
(o querer escucharlo todo, que es lo mismo).
Eso no quita que haya maneras de escribir, que, en
definitiva, son las circunvoluciones que nos permiten
escuchar. Trazos que hacen las veces de auricular,
pero que se diferencian de la escritura oracular, cuya
sentencia no admite orificios.
4
Escuchar no es solamente una experiencia acústi-
ca. Tampoco una revelación. Si escuchar fuese una
experiencia acústica, nos daríamos al extravío del
canto con facilidad.
Escuchar sería hacer las veces de Ulises, perge-
ñando astucias para no ser absorbidos tanto por la
seducción de la voz que relame como por el sonido
del dolor que aturde. De todas maneras, el analista
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Se suele afirmar que escuchar es leer lo escrito
en lo que se dice, pero tal indicación se saltea rá-
pidamente el asunto de la lectura; por ende, junto
a la pregunta sobre qué es escuchar, es adecuado
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¿Y la escritura? ¿Qué dice de ella el psicoanálisis,
al menos el de Freud y Lacan?
Lacan se fue interesando cada vez más en la es-
critura. Dice en su Seminario El Sinthome: “La gente
escribe sus recuerdos infantiles. Eso tiene conse-
cuencias. Es el pasaje de una escritura a otra escri-
tura. El psicoanálisis es otra cosa. Pasa por cierto
número de enunciados. Nada dice que encamine a
escribir…”1.
Lacan sitúa por lo menos tres niveles de escrituras.
Los recuerdos infantiles son ya una primera escritura.
El pasaje de ésta a otra bien podría ser la escritura
literaria, por ejemplo. Pero el psicoanálisis (lo aclara)
es otra cosa. Otro tipo de escritura. Lacan intentó
establecer un análogo de la escritura en el campo
de la palabra. A diferencia de lo que podría ser la
palabra escrita en literatura, centró su interés en lo
escrito en la palabra, y elevando la experiencia de la
palabra al rango de la acción de la escritura.
Ahora bien, ¿el pasaje de una escritura a otra no es
también el movimiento de un análisis? Es el pasaje de
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La escritura ya es una sustitución, y las huellas im-
presas, legibles por la borradura, podrán ser siem-
pre inaugurales aunque nunca originarias, dado que
¿dónde buscar las primeras marcas, la supuesta es-
critura basal sino en el impacto de la voz del Otro?
Voz que al mismo tiempo contiene las marcas de
otras marcas, de otros tiempos, perdiéndose así el
origen, el envión último, en un palimpsesto que solo
se hará oír en el futuro remoto de una reescritura en
la que el olvido regrese a decir sus nombres.
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2. Ibíd., p. 66.
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Desde Derrida,
un psicoanálisis en el texto
“Ni en lo que dice el analizante
ni en lo que dice el analista
hay otra cosa que escritura”.
Jacques Lacan1
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11. Derrida, J. (1991). “Por amor a Lacan”. En: Lacan con los
filósofos. México D.F.: Siglo XXI Editores, p. 375.
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Un psicoanálisis por-venir
Inventar un psicoanálisis, nuestro psicoanálisis, no
sólo desde los nombres propios de Freud y Lacan,
los psicoanalistas más importantes para nuestro
hoy, sino también desde Derrida y la deconstruc-
ción, implica apostar por la apertura a un psicoaná-
lisis por-venir. Un psicoanálisis por-venir no es un
psicoanálisis deconstruido ni un psicoanálisis futuro
superador de un psicoanálisis pasado. Tampoco se
trata de un ideal regulativo. Un psicoanálisis por-venir
es antes que nada una invención. Y una invención
supone una ruptura con lo que puede ser calculado
desde el horizonte de lo posible. Por esto, una inven-
ción es siempre una invención de lo imposible: si se
pudiese calcular, programar o decidir no sería más
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Maximiliano Cosentino
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Concepto de significante
La realidad que nos concierne como analistas es
íntegramente una efectuación del orden simbólico;
más aún, la existencia del sujeto es una institución
que, en sus posibles esenciales (es decir, los deli-
mitados por sus imposibles “lógicos”4), es tributaria
de ese orden instituyente. Es, así, una institución sim-
bólica. El orden simbólico como tal excede el domi-
nio de la lengua “materna” a través de la cual ese
orden simbólico inscribe un sujeto (el orden simbó-
lico no coincide con el representante de ese orden
que opera instituyendo un sujeto en el elemento de
ese orden)5. Ello se verifica en que se trata en cada
caso de un sujeto particular, porque en la medida
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de la institución significante.8
Si bien el significante es el elemento sine qua non
de la ontología propuesta para el psicoanálisis que
aquí se busca, es preciso pensar su ser por fuera
del marco de toda metafísica (naturalista o no). Por
esto último entiendo un pensamiento articulado en
torno al primado de la substancia como un en-sí del
que se predican cuanto menos las propiedades de
autonomía (su identidad reside en sí mismo y no en
otro), individualidad (su contenido propio, su “esen-
cia”, lo distingue absolutamente de todo lo demás),
e indivisibilidad (identidad de sí a sí sin mediación: la
esencia absorbe en acto la diferencia interna). El ser
del significante consiste en su carácter heterónomo,
en su no coincidencia consigo mismo, y en su estar
siempre mediado por una pluralidad de sentidos que
lo afirman: heteronomía, heterogeneidad, e inconsis-
tencia son, por tanto, sus rasgos específicos.
Se trata entonces de una entidad que sólo existe
como tal en la medida en que se efectúe, como con-
dición necesaria, una operación (el acto analítico)
que lo instituya como tal; cuando un sentido verda-
dero, pero siempre contingente, le es atribuido retros-
pectivamente en lo que constituye el único acto de
creación (¿de libertad?) que tiene lugar en el marco
de la experiencia analítica, acto que confirma que el
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~s → Ai → ~S1
~s’ → Ai’ → ~S2
…
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Prospectiva
La filosofía está en los fundamentos del psicoaná-
lisis porque hace a los fundamentos especulativos
de la teoría y clínica psicoanalíticas. Se trata de una
ontología estructural del sujeto en la que se concibe
este último como una articulación simbólica particular
que rige la vida fenomenológica (real e imaginaria)13
del sujeto y cuyo contenido es, en última instancia, el
de una articulación inconsciente de “saberes-verda-
des”: una episteme inconsciente particular. Lo deci-
sivo aquí es que el modo de ser de la estructura no
puede pensárselo como una “estabilidad eidética” al
modo platónico o un “individuo hyle-mórfico” al modo
aristotélico. De lo que se trata es de un ser con pleno
derecho (porque el no-ser no es y no puede ser en
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Nicolás Garrera-Tolbert
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Afluencias : escritos sobre el psicoanálisis que nos toca
Compilación de Bruno Javier Bonoris y Tomás Pal.