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Cuando un investigador joven intenta por vez primera escribir los resultados de una
investigación, se enfrenta con ese miedo al papel en blanco que ha asaltado a todo
escritor ante su primera página. “Ante el reto de poner por escrito lo que debe decir, la
angustia se apodera de él: considera que escribir es muy difícil” (Martínez de Sousa,
2007, p. 117).
Cassany (1999, pp. 13-17) considera que escribir es “ser capaz de expresar información
de forma coherente y correcta para que la entiendan otras personas” a la vez que asegura
que “Hay tantas maneras de escribir como escritores y escritoras. No se pueden dar
recetas válidas para todos, […]. Cada uno tiene que desarrollar su propia técnica de
escritura”.
[…]
Un investigador que quiera reflejar de una manera precisa los resultados de su trabajo
debe actuar como los escritores expertos que poseen una amplia gama de estrategias o
microhabilidades para expresar de forma inteligible sus ideas: hacen esquemas, escriben
borradores previos, releen, etc. Es indudable que no se puede actuar de forma
espontánea. Hay que generar las ideas, enriquecerlas y traducirlas a un código escrito, y
no uno cualquiera, sino aquel que tenga en cuenta a los futuros lectores del trabajo.
1.1. Planificación
Este subproceso, previo a la escritura, puede realizarse en cualquier momento de la
ejecución del trabajo. Durante la planificación, los escritores se forman una
representación mental de las informaciones que tendrá el texto final. No hay todavía un
esquema completo. Surgen en esta fase una serie de cuestiones:
Además de los problemas de contenido del texto que hay que solucionar, también
debemos atender a las cuestiones pragmáticas y textuales. Después de resolver todas
estas dificultades, la información que se obtiene está generalmente desorganizada y
debe ordenarse. La organización de ideas es el subproceso que se encarga de estructurar
la información y decide el orden en que han de aparecer. Y para ello podemos utilizar
cuadros sinópticos, mapas conceptuales, esquemas, es decir, cualquier estrategia que
nos permita estructurar la información y facilite la posterior escritura del texto. Requiere
sucesivas revisiones y afecta al sentido del texto, a la coherencia.
1.2. Redacción
1.3. Revisión
Hay que tener en cuenta siempre al destinatario del texto para así elegir el nivel de
lengua, el léxico y la complejidad de la expresión. Bien es verdad que en un escrito de
investigación – artículo, tesis, memoria de investigación, etc.- los posibles lectores van a
ser especialistas en la materia, a los que se les supone un elevado nivel lingüístico, pero,
pese a ello, se debe procurar sencillez y claridad. Una vez más, se debe atender un
consejo de Martínez de Sousa (2007b, p.117) quien recomienda evitar el excesivo
rebuscamiento y la oscuridad expresiva “los circunloquios no enriquecen el texto, más
bien lo empobrecen”.