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Competitividad
A partir de esta necesidad de adaptación a partir de nueva información y nuevas
mediciones, se desarrollan una serie de modelos para analizar la posición estratégica
en la industria de la organización.
Uno de los modelos más reconocidos, corresponde a las 5 fuerzas de Michael
Porter, ahora identificado como la base de la Estrategia Competitiva. Porter (2006),
indica que la meta de la estrategia competitiva consiste en encontrar una posicion en el
sector industrial al que se pertenece, y defenderse de las fuerzas, o influir en ellas para
sacar provecho. Estas 5 Fuerzas determinan la estructura del análisis a partir del cual
se formula la estrategia competitiva.
Las 5 fuerzas toman en cuenta dentro de un modelo global los escenarios
externos que pueden afectar el desempeño en cuanto a la competitividad: la rivalidad
en la competencia actual, el poder de negociación de los clientes, el poder de
negociación de los proveedores, la amenaza de nuevos competidores y la amenaza de
los productos sustitutos. (Ward & Rivani, 2005)
Cuando se completa el análisis de competencia a partir de las 5 Fuerzas, y se
elabora un diagnóstico con las causas fundamentales, va a ser posible identificar los
puntos fuertes y débiles en relación con la industria, y con la información completa, se
procede a establecer una estrategia compuesta de acciones ofensivas y defensivas
para poder manjar las amenazas que presentan las cinco fuerzas competitivas. (Porter,
2006)
La estrategia para encarar la competencia, puede basarse en tres estrategias
genéricas de alta eficacia para lograr un mejor desempeño de la operación de la
organización ante los contrincantes: Establecer un liderazgo global en costos (la cual
se basa en alcanzar eficiencia, reducir costos vigorosamente, y establecer controles de
gastos), Diferenciación ( la cual se basa en generar una percepción de producto o
servicio unico en la industria a traves de calidad, tecnología, establecimiento de marca,
características propias, servicio al cliente y redes de distribución, o una combinación de
varias de las anteriores), y la tercera estrategia de enfoque o concentración ( la cual
busca encontrar un segmento menos extenso en el cual puede satisfacer mejor las
necesidades de ese mercado específico). (Porter, 2006)
Es importante notar que este modelo tiene como intención definir las amenazas
externas o ambientales, pero en ejecución se debe de combinar con otras herramientas
para las operaciones, sin limitarse a la estrategia competitiva como única fuente de
información.
Un ejemplo de otro modelo que aporta información adicional a la estrategia de
competitividad es el modelo de 3C de Kenichi Ohmae también conocido como “el
triángulo estratégico” (Ohmae et al., 2004), el cual intenta aportar una visibilidad más
alta de la estrategia, combinando los tres factores: estrategias basadas en el cliente,
basadas en la corporación y basadas en la competencia. (Ward & Rivani, 2005) Este
modelo, al incorporar el factor de estrategia corporativa, logra asimilar los impactos de
las operaciones internas en la competitividad, pero también tomando en cuenta los
factores cliente y factores competencia.
Ohmae et al., (2004), indica que el valor del “triángulo estratégico”, solo es
alcanzable cuando cada unidad de negocios opera con total libertad ante cada una de
las tres C, adquiriendo así una perspectiva amplia de las áreas en las que el negocio
tiene que poder abarcar, y de las áreas de competencia en las cuales debe de
enfocarse para poder anteponerse a los competidores.
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