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INFLACIÓN

La inflación, en economía, es el aumento generalizado y sostenido del precio de los bienes y servicios existentes
en el mercado durante un período de tiempo, generalmente un año. Cuando el nivel general de precios sube, con
cada unidad de moneda se adquieren menos bienes y servicios. Es decir, que la inflación refleja la disminución
del poder adquisitivo de la moneda: una pérdida del valor real del medio interno de intercambio y unidad de
medida de una economía. Una medida frecuente de la inflación es el índice de precios, que corresponde al
porcentaje analizado de la variación general de precios en el tiempo (el más común es el índice de precios al
consumidor).

Los efectos de la inflación en una economía son diversos, y pueden ser tanto positivos como negativos. Los
efectos negativos de la inflación incluyen la disminución del valor real de la moneda a través del tiempo, el
desaliento del ahorro y de la inversión debido a la incertidumbre sobre el valor futuro del dinero, y la escasez de
bienes. Los efectos positivos incluyen la posibilidad de los bancos centrales de los estados de ajustar las tasas de
interés nominal con el propósito de mitigar una recesión y de fomentar la inversión en proyectos de capital no
monetarios.

Entre las corrientes económicas monetaristas existe generalmente consenso en que las tasas de inflación muy
elevadas y la hiperinflación son causadas por un crecimiento excesivo de la oferta de dinero. Las opiniones
sobre los factores que determinan tasas bajas a moderadas de inflación son más variadas. La inflación baja o
moderada puede atribuirse a las fluctuaciones de la demanda de bienes y servicios, o a cambios en los costos y
suministros disponibles (materias primas, energía, salarios, etc.), tanto así como al crecimiento de la oferta
monetaria.

Hoy en día, la mayoría de las corrientes económicas están a favor de una tasa pequeña y estable de inflación.
Una inflación pequeña (en vez de nula o negativa) puede reducir la severidad de las recesiones económicas al
permitir que el mercado laboral pueda adaptarse más rápidamente en una crisis, y reducir el riesgo de que una
trampa de liquidez impida una política monetaria de estabilización de la economía. La tarea de mantener la tasa
de inflación baja y estable se asigna generalmente a las autoridades monetarias de cada país. En general, estas
autoridades monetarias son los bancos centrales, que controlan el tamaño de la emisión monetaria mediante la
fijación de las tasas de interés, a través de transacciones en el mercado de divisas, y mediante la creación de la
banca de reservas.
Inflación anual (%) de Economías: en desarrollo, pequeñas y abiertas:
Año Ecuador (%) Venezuela (%)

2007 3,3% 22,5%

2008 8,5% 30,9%

2009 4,2 25,1

2010 3,3 27,2

2011 5,3 27,6

2012 4,1 20,1

2013 2,7 56,2

2014 3,6 68,5


Nota. Información del Banco Central de ambos países: BCE y BCV.
LA DEFENSA INDÍGENA

El enfrentamiento entre indígenas y españoles tuvo una duración variada en las diferentes regiones geohistóricas que
conformaban el territorio de lo que podríamos llamar la Venezuela del siglo XVI. En la zona costera y en la andina, para
inicios del siglo XVI, ya el dominio colonial hispano se había estabilizado dando paso a la configuración de una nueva
forma de propiedad agraria fundamentada en las encomiendas, pueblos de misión, siembras de comunidad, etc. Por esa
razón, los levantamientos o rebeliones indígenas no llegaron a adoptar una forma orgánica de oposición a la dominación
colonial, ya que estas poblaciones fueron desarticuladas, cultural y territorialmente, e integradas dentro de nuevos
procesos de trabajo vinculados a la producción colonial. La estructura de la familia extensa, fundamento de la sociedad
indígena, fue fragmentada al abolirse la utilización de las viviendas comunales y ser reemplazadas por viviendas
unifamiliares, ocupadas por un nuevo tipo de familia nuclear: madre, padre, hijos e hijas; se cortó la relación del colectivo
con la tierra y la naturaleza, la cual comenzó a estar mediada por la institución del encomendero o el cura de misión.

La resistencia indígena Caribe en las regiones más apartadas, como el Orinoco, duró hasta finales del siglo XVI, ya que
esos grupos étnicos se aliaron con otros colonizadores ingleses, franceses y holandeses contra el enemigo común: los
españoles, hasta que los misioneros capuchinos catalanes establecieron pactos de conveniencia con sus antiguos
enemigos, lo que les permitió dominar a las etnias Caribes orinoquesas. A diferencia, los esclavos negros, que procedían
de sociedades y reinos del occidente de África, muy jerarquizados, pudieron conservar —a pesar de su condición de
esclavos desarraigados— muchos de sus rasgos culturales originarios, alimentando así su esperanza de ser libres en una
tierra extraña que terminó siendo su nueva patria.

Sin embargo, los indígenas caribes que ocupaban la zona norte, especialmente los valles intermontanos de la cordillera de
la Costa, donde se encuentran localizadas actualmente la ciudades de Caracas y Los Teques, defendieron sus territorios
ancestrales, que habían habitado desde por lo menos alrededor del año 300 de la era, aunque el poblamiento más
importante y numeroso ocurrió entre los siglos X y XII. A partir de 1560, los ejércitos caribes bajo el mando de los jefes
Guacaipuro, Terepaima y Paramaconi, se enfrentaron a las numerosas expediciones españolas logrando controlar hasta el
siglo XVI todo el territorio que habían ocupado en la porción norte del país, cuando finalmente fueron derrotados.

A partir de entonces, la colonización logró desarticular a las etnias indígenas como comunidades autónomas, muchas de
las cuales persistieron como semiautónomas hasta finales del siglo XVIII, mediados del XIX. Durante los tres siglos que
duró la colonia, los indígenas se vieron inmersos en un intenso proceso de mestizaje, sobre todo con descendientes de los
esclavos de origen africano y en menor grado con los criollos descendientes de españoles peninsulares, mestizaje que dio
lugar a lo que hoy día se conoce como población criolla. Durante los siglos XVI y XVII, muchos indígenas que habían
sido trasladados a la fuerza a las plantaciones que se encontraban ubicadas en los valles de Carabobo, Aragua, la región
capital y Miranda, se incorporaron —como individuos que no como colectivos— a las luchas de los negros cimarrones
por la libertad, ocupando con ellos los cumbes que fundaban, sobre todo en zonas inaccesibles de los valles mirandinos.
En el siglo XVII en la región llanera, las comunidades indígenas, particularmente las de los cazadores recolectores
pescadores que fueron desplazados de sus antiguas tierras a orillas de los grandes ríos como el Cojedes y el Portuguesa
por la expansión territorial de los hatos ganaderos, se unieron con los negros cimarrones de los cumbes y formaron
comunidades que vivían de la rapiña de los rebaños de ganado y del asalto a las poblaciones de criollos o indios,
secuestrando mujeres y niños que iban a engrosar las bandas cimarronas que se formaban en el llano. Para 1786 se
calculaba en 24.000 el número de indios que se habían unido a estos focos de rebelión, los cuales se anexaron a otros que
ejercían el oficio de piratas en los grandes ríos llaneros. Los mismos se unieron inicialmente a la caballería de Boves al
comenzar la Guerra de Independencia. Uno de los caudillos más nombrados de estas bandas de indios cimarrones parece
haber sido el célebre Guardajumo, conocido por su crueldad. Hoy todavía persisten restos de esos grupos de indios que
pescan utilizando solamente arpones en las orillas del río Portuguesa, viviendo en pequeños pueblos ubicados entre los
intersticios de tierras que les dejan los hatos, formando unidades endógamas, ya que los criollos los desprecian, y se hallan
sometidos a una terrible miseria.
Los indígenas tuvieron una destacada actuación en la Guerra de Independencia, especialmente en las batallas libradas en
los llanos. Gran parte del ejército de lanceros que acompañó a Páez en la Batalla de Mucuritas eran indígenas caribes o
mestizos de caribes y canarios.
Ya para finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando se inicia la expansión de la sociedad criolla, las etnias
indígenas que subsistían como semiautónomas, se vieron forzadas a abandonar sus espacios y ocupar nuevos territorios en
áreas limítrofes del país, desde donde comenzaron a implementar procesos de resistencia cultural. Hoy día persisten 33
grupos étnicos, distribuidos en comunidades que aglutinan un poco más de 500 mil personas.

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