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LO COMPLEJO y

LO TRANSPARENTE
INVESTIGACIONES TRANSDISCIPLINARIAS
EN CIENCIAS SOCIALES

COMPILADORES:
E VA A LCÁNTARA
Y ISSEL A RCE
R ODRIGO P ARRINI
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

Rector general, Eduardo Abel Peñalosa Castro


Secretario general, José Antonio de los Reyes Heredia

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA-XOCHIMILCO


Rectora de Unidad, Patricia E. Alfaro Moctezuma
Secretario de Unidad, Joaquín Jiménez Mercado

DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES


Director, Carlos Alfonso Hernández Gómez
Secretario académico, Alfonso León Pérez
Jefe del Departamento de Educación y Comunicación, Luis A. Razgado Flores
Jefe de la sección de publicaciones, Miguel Ángel Hinojosa Carranza

CONSEJO EDITORIAL
Aleida Azamar Alonso / Gabriela Dutrénit Bielous
Diego Lizarazo Arias / Graciela Y. Pérez-Gavilán Rojas
José Alberto Sánchez Martínez

Asesores del Consejo Editorial: Luciano Concheiro Bórquez


Verónica Gil Montes / Miguel Ángel Hinojosa Carranza

COMITÉ EDITORIAL
Jerónimo Luis Repoll (Presidente)
Mauricio Andión Gamboa / María de Lourdes Patricia Femat González
Elías Barón Levín / Maricela Adriana Soto Martínez
Jorge Alejandro Montes de Oca Villatoro / Armando Ortiz Tepale

Asistente editorial: Varinia Cortés Rodríguez


LO COMPLEJO y
LO TRANSPARENTE
INVESTIGACIONES TRANSDISCIPLINARIAS
EN CIENCIAS SOCIALES

COMPILADORES:
E VA A LCÁNTARA
Y ISSEL A RCE
R ODRIGO P ARRINI
Este libro se editó e imprimió con los fondos del Premio a las Áreas de Investigación
2016, que la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, otorgó al
Área de Investigación Básica y Transdisciplinaria en Ciencias Sociales.

LO COMPLEJO y
LO TRANSPARENTE
INVESTIGACIONES TRANSDISCIPLINARIAS
EN CIENCIAS SOCIALES

2017, D.R. © Universidad Autónoma Metropolitana


Universidad Autónoma Metropolitana UAM-Xochimilco
Calzada del Hueso 1100, Colonia Villa Quietud
Coyoacán, Ciudad de México. C.P. 04960

Sección de Publicaciones de la División de Ciencias Sociales y Humanidades.


Edificio A, 3er piso. Teléfono 54 83 70 60
pubcsh@correo.xoc.uam.mx
http://dcshpublicaciones.xoc.uam.mx

2017, D.R. © Imagia Comunicación.


Por características tipográficas, de edición y diseño
Tejocotes 56-7, Col. Tlacoquemecatl, Benito Juárez, CDMX. CP. 03200.

Fotografía de portada: The-Fact, 2017


Alexandre Arrechea. Artista cubano.

ISBN: 978-607-28-1244-4

Impreso en México
Printed in Mexico

Esta coedición de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de


la UAM-Xochimilco fue dictaminada por pares académicos expertos en el tema.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, parcial o totalmente,
ni directa ni indirectamente, ni registrarla o transmitirla por un sistema de recuperación de
información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico,
electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la
autorización previa y expresa por escrito, de los editores.
ÍNDICE

Lo común y lo diverso a modo de presentación. . . . . . . . . . . 9


Eva Alcántara, Yissel Arce, Rodrigo Parrini.

ARCHIVOS, CUERPOS E INTIMIDAD. . . . . . . . . . . . 13

Registro y archivo como régimen de gobernabilidad:


la modernidad hacia nuevas estrategias de control. . . . . . . . . 15
Raymundo Mier.

Intimar en Red. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Rosalía Winocur.

Cuerpos figurantes, cuerpos incircunscritos.


Un carnaval migrante en la frontera sur de México. . . . . . . . . 69
Rodrigo Parrini.

RAZA, RACIALIZACIÓN Y RACISMO


EN LAS FRONTERAS DE LOS SABERES. . . . . . . . . . . 99

La raza como efecto estructural de conquista:


una hipótesis de trabajo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
Mario Rufer.

La raza, entre la historia cultural y los estudios culturales. . . . 129


Frida Gorbach.

Escritura y colonialismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141


María del Carmen de la Peza y Lilia Rebeca Rodríguez Torres.

Archivos poscoloniales, raza y escrituras del cuerpo.


Del filme La Venus Negra a las grafías visuales de Belkis Ayón. . . . 155
Yissel Arce Padrón.
GÉNERO: PREGUNTAS Y DISPUTAS. . . . . . . . . . . 175

Intersexualidad y la pregunta por el sexo. . . . . . . . . . . . 177


Eva Alcántara.

Disputa social y disputa subjetiva: religión, género y


discursos sociales en la legalización del aborto en México. . . . 205
Ana Amuchástegui, Edith Flores y Evelyn Aldaz.

ALTERIDAD Y MEMORIA. . . . . . . . . . . . . . . . 233

Memoria y etnicidad:
los mapuches durante la dictadura chilena. . . . . . . . . . . 235
Alejandro Cerda y Andrés Cuyul

Otros símbolos de la identidad chicana: mujer Xicanista. . . . . 251


Elena Margarita Cacheux y María De Bellis.

Lecturas e infancia primeras: imagen antigua y moderna. . . . . . 267


Arnulfo Uriel de Santiago Gómez.

ACCIÓN, ACONTECIMIENTO E IMAGINARIO. . . . . . 283

La construcción del acontecimiento en la era de Internet. . . . . 285


Silvia Tabachnik.

Imaginarios religiosos y acción política en la APPO:


El Santo Niño de la APPO y la Virgen de las Barrikadas. . . . . . . 301
Margatira Zires.

Los sismos y los marcos de acción colectiva en


el contexto de una política de vivienda neoliberal. . . . . . . . 341
Reyna Sánchez Estévez.

Datos de autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361


LO COMÚN Y LO DIVERSO
A MODO DE PRESENTACIÓN

Eva Alcántara
Yissel Arce
Rodrigo Parrini

T
razar una línea común para una antología no es tarea fácil. Vincular
lo distinto y encontrar concurrencias para lo múltiple puede ser una
labor complicada. Una manera de lograrlo es proponer una imagen
que no reduzca la diversidad textual y temática de sus artículos, pero que
tampoco asuma una dispersión irresoluble. Leer, en esa medida, es una forma
de habitar algunas tensiones: las disciplinas usan terminologías singulares, las
metodologías son utilizadas de maneras específicas, los temas emergen ro-
deados de tradiciones intelectuales y genealogías teóricas. Una imagen sería,
entonces, un modo de habitar esas tensiones y las fuerzas que las generan, un
lugar de lectura y, quizás también, una perspectiva.
En el caso de esta antología, contrapusimos lo complejo y lo transparente.
Por una parte, la densidad de las relaciones y los mundos; por otra, la visibi-
lidad de los hechos y las interpretaciones. Un laberinto por el que es difícil
desplazarse y un cristal a través del cual podemos ver sin dificultad aparente.
No es una tensión descriptiva, sino una posición de lectura y también una in-
vitación a leer sin instaurar una frontera tajante entre lo que nos parece com-
prensible y aquello que aún no entendemos. Esta contraposición también es
un modo de escritura: un artículo puede ser redactado a partir de lo que re-
sulta comprensible para adentrarse, luego, en aquello que es difícil de explicar
o de entender. Pero al final de una lectura no necesariamente encontramos lo
transparente o constatamos lo complejo; tampoco al terminar de escribir un
texto. También quedamos localizados entre interrogantes e interpretaciones,
entre hechos y conceptos. Desde esta perspectiva, en este volumen nos intere-
sa propiciar ese espacio transicional que nos conduciría de lo complejo a lo
transparente y viceversa.
Ambos son conceptos caros al pensamiento contemporáneo. Pensemos en
la transparencia de mal propuesta alguna vez por Jean Baudrillard, en el apo-
geo del posmodernismo, o en los edificios de cristal que fascinaron primero
a Walter Benjamin y luego a Peter Sloterdijk. La transparencia parece ser un

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rasgo de las estéticas y las arquitectónicas modernas que se transformó, de
un modo que desconocemos, en una plataforma política de ciertos discur-
sos ciudadanos transnacionales hacia finales del siglo XX. Cuando hablamos
de transparencia hoy en día no pensamos solo en una arquitectura de las
tonalidades y las luces, también en leyes y organismos que facilitarían co-
nocer los secretos del Estado. Juego de luminosidades visuales y políticas,
de saberes y secretos públicos.
La noción de complejidad también forma parte del repertorio conceptual
contemporáneo. Sin duda, tiene una mayor profundidad y relevancia episte-
mológica y sustenta, por ejemplo, un campo de ciencias de la complejidad.
¿Se opuso lo complejo a lo simple y a la aspiración de lograr explicaciones
sencillas que guardaba alguna ciencia? Se habla de sociedades complejas, por
ejemplo, que se contrapondrían a otras simples, o de sistemas complejos. Sin
que podamos reconstruir esos debates y las posiciones que implican, nos intere-
sa destacar el efecto de los significantes. Al parecer, lo transparente es visible
y lo complejo enrevesado; un término nos remite a modos de visibilidad y el
otro a la producción de topologías.
Nos detenemos aquí para retomar algo que planteamos antes: contraponer
lo complejo y lo transparente es una propuesta interpretativa y escritural. Leer
desde esas visibilidades oscilantes que producen los textos y los meandros que
se forman en ellos. Imaginar que vemos detrás de los cristales o que podemos
rastrear los entrelazamientos de lo complejo.
Esta imagen que titula el libro acompaña, de cierto modo, al colec-
tivo de profesores que escriben en él. El Área de Investigación Básica y
Transdisciplinaria en Ciencias Sociales agrupa a académicos de disciplinas
distintas que tienen en común una aproximación transdisciplinaria a sus
campos de estudio. Eso implica riquezas analíticas y dificultades interpreta-
tivas. Cruzar las fronteras de los lenguajes y modos de pensar disciplinarios
es además adentrarse en los territorios de la alteridad y la diferencia. Dichos
conceptos configuran acá, no solo un mapa de sentidos políticos para abrir
los espacios institucionales a las subjetividades y lateralidades impregnadas
por los trayectos del poder, sino también una propuesta crítica desde la cual
construir y visibilizar el trabajo académico.
Desde su creación en 1989 el reto que se propuso el Área fue poner en acto
el ejercicio de la transdisciplina y el libro es una muestra de esa práctica inte-
lectual. No ha sido sencillo, pero la complejidad de los procesos sociales que
abordamos requiere atravesar los umbrales disciplinarios para iluminar dimen-
siones poco trabajadas. No entendemos la investigación teórico-epistemológica

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en su sentido clásico como teoría del conocimiento, sino como el estudio
genealógico y la revisión histórica de los cimientos conceptuales de nues-
tras disciplinas sociales. La intención es contribuir a la realización de estudios
transdisciplinarios mediante un trabajo de reflexión teórica que apunte al
análisis e incluso la creación de nuevas categorías y perspectivas que atraviesen
los límites disciplinarios y que nos permitan comprender mejor lo que ocurre
en la sociedad contemporánea.
El trabajo colectivo del Área no privilegia una determinada perspectiva
metodológica para el conjunto de las investigaciones, sino una labor de aná-
lisis crítico y la revisión atenta de las metodologías, así como de los efectos de
su aplicación. En conjunto, las investigaciones abordan reflexiones teóricas,
trabajo de archivo, estudios empíricos y discusiones epistemológicas.
Lo común no surge, necesariamente, de las coincidencias. Podríamos pre-
guntarnos si un horizonte compartido también emerge de las pluralidades
conceptuales, la diversidad empírica y las escrituras singulares. Un campo
común que se dirimiera en las parcialidades que lo atraviesan. La antropóloga
inglesa Marilyn Strathern denomina conexiones parciales a aquellos ejercicios
explicativos que asumen la pérdida de generalidad o de especificidad cuando
trabajan en un nivel u otro de análisis. Si los investigadores asumen esa pér-
dida, entonces logran calibrar la potencialidad de sus propuestas y las limi-
taciones que guardan. Si bien no es el argumento de Strathern, quisiéramos
pensar que esa aceptación serena de una interpretación circunscrita implica
también una postura melancólica ante el conocimiento. Imaginemos que la
gaya ciencia avizorada por Nietzsche fuera ejercida por practicantes melancó-
licos. Quizás esto supone que lo común también germina de lo que perde-
mos, no solo de lo que hemos conseguido. Si bien no sería la única manera
de entenderla, también podemos pensar que la interdisciplina se organiza a
través de reacomodos melancólicos, aunque no tristes, de los conocimien-
tos: nos adentramos en argumentos que no conocemos, renunciamos a otros
que nos eran caros, avizoramos preguntas que no habíamos contemplado,
encontramos conceptos que no comprendemos cabalmente.
La melancolía es también una forma de lectura. Por eso, creemos que lo
común, configurado como un frágil equilibrio entre lo que compartimos y
lo que perdemos, podría surgir de las múltiples lecturas que suscita un libro.
Una de las virtudes de una antología es que ofrece a un lector entradas y re-
corridos diversos. En algún sentido, si bien los artículos comparecen juntos
en un libro, también conservan su autonomía. Podemos leerlos todos o solo
algunos. Empezar por uno y seguir por los otros. Ir de atrás hacia adelante

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o partir desde otro lugar del volumen. El orden de la lectura es parte de la
soberanía interpretativa de los lectores.
Pero creemos que cuando alguien lee lo que otro ha escrito surge también
un elemento común, una cercanía crítica entre la escritura y la interpreta-
ción, entre los textos impresos y las manos que los cobijan o los despliegan.
Algo común que solo sería del orden de la lectura, de esa cercanía visual que
resguarda las distancias físicas. Podemos estar de acuerdo o no con lo que
leemos, puede evocarnos algo importante u ofrecernos ideas y descripciones
del mundo. Si eso sucediera, entonces el texto se transformará en una pieza
de otros pensamientos y otras sensibilidades. Si no ocurre, al menos los ojos
que leen habrán tocado la distribución de las palabras y el ejercicio del pensa-
miento. Aquello que compromete lo invisible.
Esta antología, diremos para cerrar la presentación, explora esas posibi-
lidades de lectura que un trabajo común supondría. Podemos enfatizar los
elementos que unen o dispersan una compilación como ésta, pero también
deseamos subrayar el espacio indeterminado que se abre entre el texto y sus
lectores. La transdisciplinareidad a la que aspira el Área de Investigación es
una propuesta de apertura que no finaliza en sus límites institucionales o
textuales; al contrario, busca establecer diálogos, proponer preguntas, debatir
lecturas y abrir, en general, el espacio de la academia a otros mundos y otros
sujetos.
GÉNERO:
PREGUNTAS Y DISPUTAS
INTERSEXUALIDAD Y LA PREGUNTA POR EL SEXO

Eva Alcántara

Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de


su personalidad jurídica. Las personas en toda su diversidad de orienta-
ciones sexuales o identidades de género disfrutarán de capacidad jurídica
en todos los aspectos de la vida. La orientación sexual o identidad de
género que cada persona defina para sí, es esencial para su personalidad y
constituye uno de los aspectos fundamentales de su autodeterminación,
su dignidad y su libertad. Ninguna persona será obligada a someterse a
procedimientos médicos, incluyendo la cirugía de reasignación de sexo,
la esterilización o la terapia hormonal, como requisito para el recono-
cimiento legal de su identidad de género. Ninguna condición, como el
matrimonio o la maternidad o paternidad, podrá ser invocada como tal
con el fin de impedir el reconocimiento legal de la identidad de género
de una persona. Ninguna persona será sometida a presiones para ocultar,
suprimir o negar su orientación sexual o identidad de género.
Principios de Yogyakarta1

A
todo recién nacido se le asigna un sexo al nacimiento, el cual que-
da registrado como parte de su identidad jurídica. Cualquier cambio
en esa asignación inicial de sexo tiene implicaciones jurídicas, cuyos
dilemas apenas comienzan a ser analizados con la profundidad necesaria. Es
claro que en lo que denominamos identidad sexual se atraviesan múltiples di-
mensiones y no todas ellas pueden ser competencia del ámbito jurídico, ni
lograrán ser resueltas ahí. Tratar temas complejos requiere de un enfoque trans-
disciplinario que ayudará a comprender cuáles son los problemas relevantes y
permitirá explorar alternativas de resolución. En el presente texto plantearé,
de manera breve, algunas historias que me ayudarán a exponer la dificultad
que de las situaciones que se presentan cuando se abre la duda sobre el sexo de
asignación al nacimiento en situaciones de intersexualidad. La relevancia de lo

1
Principios sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación
con la orientación sexual y la identidad de genero (Principios de Yogyakarta) disponibles en
http://www.oas.org/dil/esp/orientacion_sexual_Principios_de_Yogyakarta_2006.pdf

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aquí expuesto no se circunscribe únicamente a situaciones de intersexualidad,
sino que plantea el sexo como un campo problemático de múltiples preguntas
que conciernen a todos los seres humanos, a múltiples disciplinas y al análisis
ético de las intervenciones que se realizan desde ahí.

¿Quién llama y a qué un “ser hermafrodita”?

En mayo de 2011, el periódico La Razón2 publicó una nota con el siguiente


encabezado:

Quitan escuela y médicos a niño con ambos sexos.


Jaime,3 de 12 años, no sabe leer ni escribir porque lo echaron por ser herma-
frodita. En el hospital del Niño Poblano le piden a sus padres $40 mil para
operarlo. (Cruz, 2011)

Con ayuda de algunas notas periodísticas y entrevistas que la madre


proporcionó a medios de comunicación, es posible conocer fragmentos de la
historia de Jaime, quien nació en 1999.

Desde que él nació me dijeron que era niña, después como a los dos tres meses,
resulta que él se pone malito, a la hora de patear le tronaba una tripita o algo
así, yo lo llevo con otro doctor para ver qué era lo que el niño tenía, y me dicen
que no es otra cosa más que una hernia y que la niña no era niña sino era niño,
entonces yo vengo con el doctor con el que me alivié y le pregunto que si me
podía componer el papel de alumbramiento porque acá específicamente dice
que era niña, y me dice él que no porque él desgraciadamente no sabía que de-
finir, si era niña o niño [...] Si es niña le tendrán que reconstruir todo lo que
necesite, pero la verdad el seguro popular no me cubre nada de esto, supues-
tamente por la edad que ya tiene, doce años, me dijo la gestora del Seguro de
allá, del [hospital del] niño poblano, que ya no me cubre ningún tratamiento
y que investigara yo si me puede cubrir hasta la operación, en caso de que no,

2
El periódico La Razón es un diario mexicano, en 2012 su circulación era regional. Sus con-
tenidos son diversos y se encuentra disponible en versión impresa y digital.
3
En la nota periodística aparece publicado un nombre que yo he preferido cambiar por un
pseudónimo, al igual que he hecho con todos los casos que refiero en el texto.

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pues yo tengo que cubrirla, más o menos me sale como en cuarenta mil pesos
entonces la verdad yo soy de bajos recursos y no tengo para cubrir estos gastos.4

Por años Jaime no contó con su acta de nacimiento, pues la constancia


de alumbramiento mostraba un sexo opuesto al que la madre comprendió
que su hijo tenía, tras hablar con los médicos. Al igual que otros niños y
niñas que carecen de registro en México, la inexistencia jurídica limitó otros
derechos de Jaime, en particular el derecho a la educación. A los seis años, su
estancia en la escuela primaria no fue posible:

Yo lo quise meter, y haga de cuenta que entró nada más como un mes, pero
lo mismo de que no estaba registrado por el problema que tiene, no tenía
yo acta de nacimiento, entonces después me lo dieron de baja en la escuela,
ya después yo opté por registrarlo como niño y ya entregué el papel de su
acta de nacimiento, pero ya después me dijeron que no, porque ya no podía
entrar a la escuela, yo les expliqué su problema que tenía, el favor que yo les
pedía es que cuando le anduviera del baño, permitieran que mi otro niño lo
acompañara, para que no le hicieran burla los niños, por el problema que se
tiene que bajar todo el pantalón y todo eso, entonces me dijeron que no, que
iban a platicar, hizo una junta el que era antes el director con las maestras,
y me dicen: tu niño no puede entrar a la escuela porque no pertenece a esta
escuela, que por el problema que él tenía no pertenece a la escuela, y yo les
contestaba que no está mal de la cabeza ni nada, el problema es de la cintura
para abajo [...] no me lo aceptaron, este año lo quise meter pero por lo mismo
de la edad me dice que ya no, entonces él no ha cursado ni la primaria.

La situación de empobrecimiento en que vivía la familia de Jaime, incre-


mentó su vulnerabilidad social. A los 12 años, Jaime no sabía leer, ni escribir
y ninguna institución pública lo había querido recibir. Años después del na-
cimiento de Jaime, la madre acudió de nuevo a los servicios médicos, esta vez
al Hospital del Niño Poblano, en donde le informaron que debían hacer unos
estudios de diagnóstico. Sin embargo, la madre refirió que no contaba con

4
Retomo estos fragmentos y los siguientes de entrevistas a Jaime y su madre realizadas por
reporteros/as. Las entrevistas fueron video grabadas y difundidas en medios electrónicos.
Por las razones éticas que describo a continuación, no me parece adecuado citar la fuente de
estas entrevistas que sin embargo son públicas.

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el dinero para cubrir el costo de los estudios: “dos de mil cuatrocientos cada
uno, uno de ochocientos setenta y seis, y otro de ciento cincuenta, realmente
no lo tengo, allá no me los quieren cubrir, no sé cómo hacerle para entre-
garlos”. Es por eso que, ante ese callejón sin salida, la madre decidió hacer
público el caso de Jaime, para pedir ayuda.
Los medios de comunicación se interesaron en el caso de Jaime a partir
de que encontraron a un “hermafrodita”, un “niño con ambos sexos”. En un
video difundido en la Internet, el reportero preguntaba a Jaime:
—¿Tú te sientes niña o niño, digamos?
—Niño, —respondió Jaime.
La madre y Jaime no tenían duda de su identidad, él es un niño. Sin em-
bargo, ante la insistencia de médicos y reporteros la madre indicaba:

Yo le veo todos los síntomas de niño [...] juega al fut, se va al beis con el papá
[...] no le llama la atención la ropa de las niñas, muñecas [...] entramos con
varios doctores, le hicieron preguntas también, que si no le gustaban las
niñas o que si no le gusta ponerse ropa de niña, no, nada de eso le llama la
atención, le gustan los pantalones modernos [...] cuando va al baño hace de
pie, ha aprendido a abrir las rodillas para evitar mojarse.

La madre lee con claridad a su hijo como un niño. Ella conoce por ex-
periencia propia que la anatomía es un dato relevante, pero no definitivo en
la construcción y el sostenimiento de la identidad sexual. Sin embargo, se
muestra angustiada ante la posibilidad de que los especialistas de la institución
médica empleen otros criterios, distintos. Así, la madre de Jaime enuncia una
súplica. Ésta se relaciona con otro aspecto que en el ámbito médico y jurídico
ha resultado uno de los temas más polémicos de la intersexualidad: ¿quién de-
cide sobre la asignación o reasignación sexual de un niño? ¿Sobre qué discurso
experto se resuelve el sexo? ¿Cómo en la desigualdad se inscriben las relaciones
de poder y los discursos de saber que inciden en las prácticas institucionales?:

[...] [Yo espero] que [en el hospital] a él no le cambien todo el sistema, si es niña
va a ser un cambio total, como me dijeron allá, por psicólogo, por todo esto, es-
pero en Dios que no sea así, [...] que sea ahora sí, lo que yo tengo acá presente,
que para mí es mi hijo, y como le he dicho a él, sea lo que sea es mi hijo, sea
lo que sea lo voy a apoyar en todo [...], él se preocupa por el dinero, porque se
da cuenta que luego no tengo, hoy como le dije: no te preocupes yo no sé como
le haga, voy a sacar esto adelante, te vamos a ayudar, vamos a buscar recursos.

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Hasta este punto, queda claro que un dilema ético se plantea.
Este dilema excede tanto al campo del derecho como al del ámbito mé-
dico, aunque la resolución sea planteada directamente desde esas coordena-
das: ¿cuál es la base y el fundamento de las decisiones sobre el sexo y su
reasignación?
Es pertinente atender otra situación que ocurre respecto a cómo se difun-
de la nota periodística y cómo reporta quien escribe sobre el caso: ¿sobre qué
base se describe a Jaime como “hermafrodita” o como un “niño con ambos
sexos”? ¿En dónde se ubica la marca de lo “hermafrodita” en el pensamiento
de sentido común? Es decir, si para Jaime y su madre la variación anatómica
no abre una duda respecto a la identidad, para los especialistas del hospital y
para quien reporta el caso, “algo” en el cuerpo de Jaime sí opera para abrir lugar
a la incertidumbre. Es en este punto donde es posible preguntar en dónde se
encuentra “lo hermafrodita” o “la intersexualidad”: ¿en el cuerpo de Jaime
o en la mirada de quien enuncia ese significante para señalar a Jaime como
un “ser hermafrodita”? Más aún, es necesario preguntarse por la función que
cumple el “ser hermafrodita” en la nota periodística.

En el momento en que Hermafrodita nace, el texto se desprende de la pala-


bra para convertirse en pura imagen, un registro en el que ya no importa si
algo realmente aconteció o no. Con ese nacimiento, la imagen se coloca allí
donde termina la palabra y la rebate: si la ciencia se concibe a sí misma como
la disolución de la imagen mítica, la imagen acoge al mito y lo devuelve a la
historia (Gorbach, 2013: 102)

Publicar la nota enfatizando el “ser hermafrodita” o “tener ambos sexos” es


abrir la mirada publica a un imaginario que rebasa el cuerpo de Jaime al tiempo
que se encierra su experiencia en una imagen, una categoría, un objeto que
finca su identidad y que niega la particularidad y la complejidad de los factores
que participan en la situación de vulnerabilidad en que se encuentra el niño.
Tengo la certeza de que a Jaime le ayudaría recibir atención médica, pero
¿qué tipo de atención le sería de utilidad? ¿Qué intervención médica sería
respetuosa y estaría enmarcada en una perspectiva de derechos humanos?
Son preguntas también oportunas que distintos medios de comunicación
interesados deben plantearse cuando abordan casos como el de Jaime. Es
necesario que los medios de comunicación, más allá de su interés por ayudar
a difundir el tema, se planteen el que su forma de abordarlo constituye una
intervención social que puede ayudar o no a proteger los derechos humanos

181
de niños como Jaime. El tema de intersexualidad suele despertar curiosidad
y ese solo hecho lo vuelve atractivo para los medios masivos de comunica-
ción. Respetar los derechos de niños como Jaime implica reconocer la vulne-
rabilidad en que ya se encuentra y considerar que la forma en que se difunde
el caso no debe acrecentarla, en este sentido desde un inicio se debió proteger
la identidad y la imagen real del niño: ¿qué sucedió con la vida cotidiana de
Jaime y su madre después de que se difundió su identidad en la nota periodís-
tica? ¿De qué manera el futuro de Jaime queda marcado por el significante
“ser hermafrodita”?
La intersexualidad puede ser leída como una identidad, pero únicamente
es válido hacerlo cuando quien lo declara así es quien vive esa situación. En
caso contrario, cuando son otras personas quienes declaran a otro como un
“ser hermafrodita” o “intersexual”, no están reconociendo la libertad que cada
quien tiene para nombrarse. Hermafrodita o intersexual puede ser una eti-
queta que inscriba a la persona en un lugar de discriminación, aumentando
así el riesgo de que esa persona sea blanco de crueldad y violencia social. La
intersexualidad puede adoptarse como una identidad, una forma estratégica
para visibilizar la situación de violación de derechos humanos o una forma
de hacer comunidad, pero eso no ocurre siempre. Un amplio porcentaje de
personas intersexuales se definen a sí mismas como mujeres o como hom-
bres, en ocasiones como mujeres o como hombres intersexuales. También
hay quienes prefieren autodefinirse de otra forma o en una tercera categoría.
Es importante contemplar esto porque durante mucho tiempo el tema de la
identidad ha acaparado la atención, desplazando los problemas centrales que
se relacionan con la reiterada violación a los derechos humanos que viven las
personas intersexuales (Laura Inter y Alcántara, 2015).

Breves coordenadas históricas

A través de los siglos la conceptualización del sexo ha variado notablemente.


En la década de 1950 los procedimientos de verificación de sexo eran habitua-
les en el equipo de la clínica de endocrinología pediátrica del Hospital Johns
Hopkins. Tras una cuidadosa investigación, Sandra Eder (2011) refiere que el
director de la clínica, Lawson Wilkins (1894-1963) seguía la recomendación
de sus antecesores de que ciertos niños, “virilizados” por hiperplasia suprarre-
nal congénita (HSC) y asignados niños al nacimiento, siguieran su crianza en
el sexo masculino, aunque su composición orgánica no estuviera de acuerdo

182
con los estándares médicos de la época. Sin embargo, la “virilización” ya era
interpretada como un síntoma indeseable del síndrome de HSC y la llegada
de la cortisona permitió al equipo probar intervenciones hormonales que te-
nían como objetivo frenarla. Lograr la “feminización” de niñas virilizadas fue
la meta que se planteó el equipo. Algunos signos con los que se evaluó una
“feminización” exitosa fueron la edad en que daban inicio los cambios pube-
rales, el crecimiento de las mamas, el desarrollo de la vulva, los cambios en
el frotis vaginal y los períodos menstruales regulares. El tamaño del falo y la
existencia de un conducto vaginal permeable son dos criterios fundamentales
que en la actualidad se consideran.
Eder (2011) señala que para Wilkins y su equipo, manejar el sexo de sus
pacientes era parte de un plan de tratamiento para restaurar la salud “lo que
constituye la salud estaba, sin embargo, en el ojo del espectador”, dice Eder.
La preocupación por el sexo de crianza en casos de bebes, niñas y niños inter-
sexuales, era muy común en la década de 1950. Por ejemplo, en el Hospital for
Sick Children ubicado en Londres, Innes Williams (1952) analizó algunos ca-
sos de intersexualidad tratados en el hospital y algunos otros publicados en el
libro clásico de H. H. Young (1937) Genital Abnormalities. Hermaphroditism
and Related Adrenal Diseases. Entre los equipos médicos que atendían estos
casos existían preguntas comunes que reclamaban respuestas: ¿cómo asignar
el sexo a un bebé cuya apariencia genital es confusa? ¿Sobre qué criterios
debe recomendarse el sexo de crianza en estos casos? Es claro que para 1950
el principal criterio que dominaba el imaginario del “sexo verdadero” era la
conformación gonadal, lo que Anne Fausto Sterling (2000) llamó “la era de
las gónadas”. Sin embargo, también es claro que los criterios para recomendar
el sexo de crianza o la permanencia en un sexo “equivocado” desde la perspec-
tiva del médico tratante, eran más flexibles que al día de hoy.
Hasta aquí una pregunta debe ser formulada: ¿por qué era importante
identificar algún sexo único, estable y verdadero para un individuo determi-
nado? Al parecer, las principales implicaciones en los cambios de sexo eran
sociales y aunque las demandas podían formularse en términos de moralidad,
las resoluciones sobre el sexo de pertenencia de un individuo particular tenían
repercusiones directas sobre sus bienes y el lugar social que se le asignaba para
generarlos. Los veredictos sobre qué hacer en casos en donde el sexo no era
una categoría clara, eran solicitados a las autoridades vigentes en una época
y lugar determinados. Las autoridades –religiosas, jurídicas o ambas– debían
responder si una relación sexual entre dos personas era o no legítima, en par-
ticular cuando se trataba de matrimonio.

183
Desde sus inicios, es claro que uno de los fundamentos del contrato matri-
monial es que se establece entre un hombre y una mujer. El contrato certifica la
propiedad de los bienes y gestiona la herencia de los mismos sobre el presupues-
to de que habrá descendencia y el certificado de unión matrimonial testificaría
la relación de filiación entre padre/madre y los hijos/las hijas. Es por ello que
en términos de organización social ha resultado importante definir quién es
quién y con qué cuerpo se avala la identidad manifestada. El matrimonio
también se fundó en el imaginario de que la pareja lograría sostener relaciones
coitales, es decir, que existe un cuerpo que durante la relación sexual penetra y
otro que puede ser penetrable. Así, la incapacidad para consumar el matrimo-
nio todavía se encuentra como uno de los criterios que invalida la unión en
diferentes legislaciones. Durante siglos, cuando existía alguna duda se acudió
a autoridades religiosas y a cortes jurídicas para avalar y dar certeza del sexo
de una persona. Que el matrimonio se llevara a cabo entre un hombre y una
mujer, abría el horizonte imaginario de que quienes contraen matrimonio
tienen capacidades reproductivas bien diferenciadas y lograrán tener descen-
dencia. Hasta hace muy poco tiempo –antes de que las posibilidades tecno-
lógicas trastocaran los procesos biológicos de la reproducción– un embarazo
solo era posible en tanto existieran relaciones coitales entre dos cuerpos con
potencialidades reproductivas bien diferenciadas: uno con potencialidad para
llevar a cabo el proceso de fecundación –con capacidad para procesar sus
propios ovocitos y gestar– y otro con potencialidad para fecundar –con capa-
cidad para generar semen de calidad fertilizante y con un órgano que pueda
introducirlo y soltarlo en el lugar preciso.
Para Foucault (1985, 2000), la idea del sexo se formó gradualmente. El
siglo XVIII fue determinante para equiparar sexo con anatomía y para dotar al
sexo de propiedades intrínsecas y leyes propias. Poco a poco el sexo conformó
una unidad artificial que agrupó elementos anatómicos, funciones biológicas,
conductas, sensaciones y placeres. A través de estrategias de poder vinculadas a
lo que sería el dispositivo de sexualidad, el sexo se determinó como el principio
causal de su misma unidad ficticia, un principio omnipresente. La categoría
sexo suele tener una capacidad polisémica y especulativa en donde –según
señaló Foucault– funciona a la vez como anatomía y carencia, función y la-
tencia, instinto y sentido. El sexo conectó al dispositivo de saber con las cien-
cias biológicas de la reproducción, lo cual facilitó el funcionamiento del sexo
como principio de normalidad para la sexualidad humana. Foucault enunció
que sexo es justo el eje que articula el dispositivo de sexualidad, es aquello que
se interioriza y se apodera de la organización de los cuerpos, de sus fuerzas,

184
energías, sensaciones y placeres. El sexo llegó a ser el punto imaginario fijado
por el dispositivo de sexualidad sobre el cual se debe pasar para definir la propia
inteligibilidad, para producir un sentido de sí, del cuerpo, de la identidad. El
modelo de dimorfismo sexual entró con mayor claridad en el siglo XVIII y a
partir de entonces la tarea del médico fue desnudar la anatomía imprecisa para
encontrar, tras los disfraces de la naturaleza, el único sexo verdadero.
En siglos pasados –y aún ahora, aunque de modo distinto– las personas de
cuyo sexo se dudaba eran perseguidas y castigadas, e incluso se les condenó a
muerte por oponerse al rol sexual del sexo asignado. Thomas Laqueur (1994)
ilustra como “hombre” y “mujer” indicaban en el renacimiento rangos socia-
les o papeles culturales más que la pertenencia orgánica a un sexo.
Hoy en día, todo apunta a que algo del cuerpo se presenta como la prueba
irrefutable de la pertenencia a un sexo, al menos eso es lo que marca el senti-
do común. Me refiero aquí al sentido común como un “sistema cultural que
ofrece a la interpretación un marco de pensamiento práctico, transparente,
asistemático, natural y accesible”, todas ellas cuasi-propiedades que le atribuyó
el antropólogo Clifford Geertz (1994), cuyos sinónimos serían “lo obvio”
o “lo elemental”, un aspecto que se reclama intrínseco a la realidad pues
aparece en lo cotidiano. Geertz menciona que la ciencia moderna ha tenido
un profundo efecto pues ha convertido al “hombre llano en un auténtico
Copérnico”. La ciencia tiene un poder seductor, es frecuente que se retomen
algunos fragmentos del discurso científico, trozos de materia científica para
dar legitimidad a los argumentos, aunque éstos no tengan una relación real
con el conocimiento producido.
El sexo mantiene una relación inequívoca con el cuerpo. La asignación
inicial del sexo al nacimiento tiene su primer fundamento en las formas geni-
tales, y cuando la mirada no alcanza a conseguir certeza en lo visible –siempre
y cuando se cuente con acceso a servicios de salud especializados–, y se
recurrirá a la evaluación de otros componentes orgánicos:

7.2.7.3 Los casos identificados como portadores de una ambigüedad de geni-


tales, deben abordarse inicialmente, mediante el siguiente esquema:
a) Informar a los padres que, debido a las características de los genitales, no
es posible asignar género y que el producto debe ser estudiado para iden-
tificar las alteraciones que ocasionaron el problema;
b) Debe evitarse el empleo de palabras que puedan confundir a los padres,
tales como “testículos”, “ovarios”, “el niño”, “la niña” y otras, recomen-
dándose términos como “su bebé”, “sus genitales” o “sus gónadas”;

185
c) Se recomienda no llevar a cabo la asignación social del género del niño,
evitando en lo posible proporcionar un nombre, se realicen trámites ante
el Registro Civil o se bautice;
d) Realizar un cariotipo en linfocitos de sangre periférica o en su defecto una
cromatina nuclear en células exfoliadas de la mucosa bucal;
e) Determinar los niveles séricos y urinarios de sodio y potasio;
f ) Determinar niveles séricos de 17-hidroxiprogesterona, androstendiona y
testosterona para realizar diagnóstico diferencial con hiperplasia suprarre-
nal, y
g) Tomar muestra de sangre para realizar determinaciones de hormonas y sus
precursores.

7.2.7.6 En el segundo y tercer nivel de atención, se deben realizar los estu-


dios especializados, incluyendo pruebas de estimulación gonadal y suprarre-
nal, estudios radiográficos y de ultrasonido para identificar la existencia y
características de los órganos genitales internos, determinación de alteraciones
cromosómicas y génicas, biopsia gonadal. De ser factible, se tomará biopsia de
piel para cultivo de fibroblastos lo que permitirá realizar estudios de enzimas y
receptores hormonales esteroides. Además se brindará apoyo psicológico a los
padres (Norma Oficial Mexicana de Salud, citada en Alcántara, 2012: 121).

La localización del sexo como una entidad material alojada en el cuerpo


ha sido una constante. En este sentido, existen grandes diferencias en los
signos que pueden ser interpretados como marcas del sexo. Conforme han
transcurrido los siglos, en las sociedades occidentalizadas la lectura del sexo en
el cuerpo se ha desplazado de lo macro –genitales–, a lo micro –información
genética–, de lo tangible a lo intangible, de lo visible a lo invisible, de lo obvio
a lo cuestionable. Esos movimientos se relacionan con diversos factores como
cambios en la valoración social de mujeres y hombres, el incremento en la
legitimidad social del ámbito biomédico para definir los criterios de verdad del
sexo, el desarrollo y la incorporación de la biotecnología a la práctica médica,
el incremento en la incidencia normativa y el desarrollo de la jurisprudencia
en esta materia, entre otros. Aunque cuerpo y sexo no siempre han estado
vinculados al sentido y a la forma que en la actualidad han adquirido, la
identidad parece ser la línea que les une.5 Identidad que, por lo común, se

5
Es posible rastrear estos cambios en estudios históricos especializados que enseguida abordaré.

186
ha supuesto con un fundamento natural, tangible, verdadero y permanente.
Sin duda en el cuerpo/organismo aparece la dimensión del cuerpo materia
–anatomía del cuerpo–, cuerpo sustancia –fisiología–, cuerpo celular –gené-
tica–. No se trata solo de mutaciones o fórmulas genéticas, para acomodar
la complejidad de la determinación, la diferenciación y el desarrollo sexual
de un organismo en particular operan de manera dinámica una infinidad de
procesos biológicos y factores particulares. Este cuerpo/organismo es ya un
cuerpo complejo e invisible, de zonas oscuras y sorpresas.
Conforme el tiempo ha transcurrido, la tecnología ocupa un lugar central
al momento de declarar el sexo y transformar la incertidumbre en certeza.
La asignación sexual basada en anatomía genital siempre fue imprecisa, pero
la tecnología actual lo muestra sin reservas. A partir de que se detecta que el
sexo/género no es una inscripción natural ubicada en el cuerpo, se interviene
sobre el cuerpo/organismo para hacer existir ese supuesto sexo verdadero. A
esto agregamos que el sexo asignado al nacimiento queda registrado como
parte de la identidad jurídica del recién nacido. Cualquier cambio en esa asig-
nación de sexo inicial tiene implicaciones sociales y jurídicas, cuyos dilemas
apenas comienzan a ser analizados con la profundidad necesaria.
Tradicionalmente la diferencia genital que se lee en el momento del na-
cimiento se asume como la marca fundamental del sexo natural en el recién
nacido.

El día en que nació me di cuenta de que algo estaba mal porque enseguida se
la llevaron. Había varias personas alrededor de ella y llegaron más, susurraban
y se miraban con ojos de que algo grave pasaba. Yo pregunté: “¿Qué pasa?”.
La enfermera intentó tranquilizarme: “están revisando, en un momento le
dicen, calma”. A mi las lágrimas ya me corrían, sentí un pesar en todo el cuer-
po. Luego me la traen y me la enseñan, yo la veía bien, me tranquilizo, pero
enseguida me dicen que requiere estudios.
A quien primero le dicen es a mi marido, lo llevan a cuidados intensivos:
“¿Sabe qué? Su bebé está bien de todo, solo que de sus genitales...” y abren el
pañal..., y le enseñan que tiene su parte diferente…, él no había visto a una
bebé tan pequeña antes y no ve nada raro. El médico le dice: “no sabemos el
sexo, requiere estudios”, y él así con sorpresa se fija bien. Le enseñan que tiene
una bolita de un lado: “parece ser un testículo”; entonces se da cuenta de que
no tiene pene o tiene uno pero muy chiquito: “aquí hay una pequeña entrada,
parece ser de vagina, parece que es hermafrodita”, le dice el médico.

187
A partir de ese momento –y producto de esa designación inicial– se ade-
lanta un horizonte de identidad para cada sujeto: el niño se hará hombre y la
niña se hará mujer. Ese “ser” se origina en la declaración inicial de asignación
sexual que ocurre al nacimiento y se retoma en el nombre propio asignado
a la persona, el cual suele incluir el rastro ineludible del sexo: Mario, María,
Beatriz, Ramón, Ángel, Angélica, etcétera. Con la llegada de la pubertad se
espera que el cuerpo muestre esa verdad inicial revelando, con sus formas y
fluidos, una esencia que se supone primaria, única y genuina. Cuando así
ocurre los vínculos y relaciones transcurren en armonía y el sujeto encuentra un
lugar de aceptabilidad social. En la edad adulta el sujeto que adopte una iden-
tidad inteligible, fácilmente interpretable en su entorno, mostrará por ejem-
plo mediante sus comportamientos, preferencias, colores y adornos favoritos,
movimientos corporales y entonaciones, cómo asume ese lugar femenino o
masculino. Es ya posible intuir aquí que masculinidad y feminidad tienen un
significado singular que sin embargo se comparte. Bajo un esquema hetero-
normativo, el deseo y los comportamientos se evalúan respecto a imaginarios
de una supuesta masculinidad o feminidad única y exclusiva. En la medida
en que el sujeto se adapte a las normas establecidas de usos y costumbres de
la comunidad que habita, podrá ser leído por los demás –bajo la lógica del
sentido común– como una persona aceptable o no. Esa misma lógica fun-
ciona para abrir o cerrar posibilidades cotidianas como su acceso a la educa-
ción o el mercado laboral. Esa misma lógica le señalará qué lugar de cercanía
o lejanía tendrá con etiquetas indeseables como: anormal, puto, perverso,
criminal, entre otras. Y bajo esa misma lógica se realizaran intervenciones
sobre su cuerpo y posibilidades de existencia desde las instituciones médicas
y jurídicas (Alcántara, 2012).
Hermafrodita fue una palabra frecuente aún en textos anteriores a la Edad
Media. Las historias de seres mitológicos sexualmente ambiguos, andróginos,
aquellos que transitaban de uno a otro sexo o los dotados con ambos sexos,
aparecen en innumerables obras literarias que han incitado la imaginación de
las más diversas culturas (Chaves, 2005). Hermafrodita también es la palabra
que durante siglos definió la diferencia como lo monstruoso, restringiendo
la posibilidad de pertenencia e igualdad de trato a quienes no se concebían
como parte del conjunto humano (Gorbach, 2008).
Hacia la Edad Media, los registros de casos de hermafroditas recopila-
dos por Michel Foucault (1985 y 2000), Thomas Laqueur (1994) y Alice
Dreger (1998), entre otros, muestran el carácter histórico de las interpreta-
ciones actuales. Son autores que documentan en diferentes periodos cómo

188
la corporalidad ambigua ha estado asociada a la monstruosidad, la anorma-
lidad y el delito. La religión, el derecho y la ciencia médica han sido tres
ámbitos que imponen las regulaciones sociales sobre el sexo-género. El grado
de intervención de estos ámbitos varía según la época y la ubicación geográ-
fica específica. En términos generales, parece existir un desplazamiento de la
autoridad religiosa a la ciencia médica respecto a los criterios y a las prácticas
que definen qué hacer ante un caso de hermafroditismo. Las instituciones
y las reglamentaciones jurídicas han permanecido como determinantes en
la vida de las personas cuyo sexo se cuestiona. En un inicio fue claro que el
rumbo de las determinaciones jurídicas se veía estrechamente ligado a los
criterios marcados por la ciencia médica, es apenas en años recientes que co-
menzaron a ser escuchadas y consideradas las voces de las personas que viven
la intersexualidad como una experiencia cotidiana. A través del tiempo es
indiscutible que a la persona etiquetada como hermafrodita se le ha someti-
do a una estricta regulación y exhibición pública; en términos generales se ha
esperado que una vez expuesta su situación, se consulte a una autoridad –re-
ligiosa, médica o jurídica– para que sean otros quienes determinen el camino
que deberá seguir el individuo en cuestión. La exigencia ha sido que una vez
dictaminado el sexo de la persona en cuestión, éste sea asumido y se aca-
ten las condiciones que le permitan mantener su lugar en la sociedad como
hombre o mujer. Una vez dictaminado el caso, ésta ha sido una constante.

De la genética a la ética

Según Alice Dreger (1998), el término intersexualidad apareció en 1917 en


un artículo titulado Intersexualidad y los aspectos endócrinos del sexo, escrito
por un investigador biomédico llamado Richard Goldschmidt. El término
intersexualidad refería a un amplio rango de ambigüedades sexuales, incluyendo
aquellas que previamente habían sido conocidas como hermafroditismo.
Con el paso de los años, la observación de los genitales del recién nacido
se hace cada vez con mayor detenimiento, sobre todo en contextos especia-
lizados. Pediatras, pero también parteras, son advertidas acerca de la existen-
cia de ambigüedad en los genitales. Hasta 2006, los manuales de pediatría
de mayor circulación indicaban con toda claridad que la sola presencia de
genitales ambiguos debía catalogarse como emergencia médica. En efecto,
algunas condiciones asociadas con los estados intersexuales requieren de
atención médica urgente, es el caso de la Hiperplasia Suprarrenal congénita

189
perdedora de sal;6 lo que aún es motivo de discrepancia es qué debe considerar-
se imperativo de resolver y qué no es oportuno intervenir a menos que se rea-
lice una solicitud expresa de la persona interesada. El tema de intersexualidad
está en constante desarrollo e integra importantes aspectos que han impactado
las intervenciones médicas en la última década. Se señala la creciente tendencia
a atender la perspectiva de expacientes pediátricos intervenidos con el protoco-
lo médico de atención generado en la década de 1950 (Eder, 2012).
En México, el procedimiento usual que se sigue cuando se detecta ambi-
güedad genital en un recién nacido, es canalizar a la familia a hospitales
de tercer nivel.7 El hospital recibe pacientes cuya designación sexual está en
duda; llegan recién nacidos, neonatos, pero también criaturas en edad pre-
escolar o escolar, e incluso adolescentes y jóvenes. En los hospitales la varia-
bilidad genital se estudia y resuelve en equipos conformados en clínicas de
intersexo. Una clínica de intersexo designa un tiempo y un lugar de reunión
dentro de los centros médicos especializados, al que asisten periódicamente
los médicos que la conforman. El equipo puede estar integrado por especia-
listas en endocrinología, cirugía, urología, genética, ginecología, patología,
pediatría, psicología, radiología y trabajo social. La labor del grupo consis-
te en realizar las investigaciones apropiadas para determinar un diagnóstico
y establecer las líneas de tratamiento en los casos revisados. Los protocolos
médicos de atención implementados en México consideran lo señalado en
journals y tratados especializados de circulación global promovidos como los

6
La hiperplasia suprarrenal congénita (HSC) es el diagnóstico más frecuente de los estados
intersexuales. Agrupa una serie de condiciones endocrinológicas, en donde los cuerpos no
pueden procesar apropiadamente el cortisol. Como resultado de ello, las glándulas adrenales
producen cortisol en proporciones lo suficientemente elevadas como para causar diversos
desequilibrios orgánicos. Uno de los signos visibles es la “virilización” externa del cuerpo
(tanto en aquellos que tienen ovarios y cariotipo 46XX, como en los que tienen testículos y
cariotipo 46XY). En algunas variedades de HSC, hay propensión a la pérdida de sal, lo que
en casos extremos puede causar la muerte del recién nacido en un corto lapso si no recibe la
atención médica precisa (Arango, Kofman y Queipo, 2008).
7
Las instituciones de salud del tercer nivel realizan fundamentalmente actividades de for-
mación y capacitación, de investigación en el área de la salud, y de atención médica de alta
especialidad. En el tercer nivel, la atención médica se dirige fundamentalmente a pacientes
que presentan padecimientos de alta complejidad diagnóstica y de tratamiento, para ello
estas instituciones cuentan con personal médico especializado y tecnología de diagnóstico y
tratamiento sofisticada.

190
más eficaces (Alcántara, 2013). Por ello, en gran parte del mundo se asume
que la edad ideal para intervenir la ambigüedad genital es la infancia más
temprana: recién nacidos y lactantes. Uno de los objetivos de la intervención
médica se dirige a indagar la conformación anatómica, orgánica y fisiológica
del cuerpo para confirmar la asignación de sexo o reasignar el sexo de la cria-
tura. La intervención médica suele incluir cirugías y tratamientos hormonales
que, una vez resuelto el diagnóstico, tienen el objetivo de lograr empatar la
apariencia de los genitales con el sexo designado. Aunque el equipo médico
pretende con su intervención ahorrar dificultades al infante, a su familia y a
la sociedad, es claro que los protocolos médicos para intervenir los estados
intersexuales han sido seriamente cuestionados.

La intervención quirúrgica, como resolución cosmética de la ambigüedad


genital antes de que el individuo mismo lo pueda decidir, a menudo implica
sucesivas hospitalizaciones. La historia de hospitalizaciones recurrentes repre-
senta un factor de riesgo para el desarrollo de problemas emocionales. La
realización de intervenciones quirúrgicas durante los primeros años de vida
–en particular la cirugía clitorídea en personas con estados intersexuales con
ambigüedad genital–, está vinculada con deterioro de la función sexual en la
vida adulta (Arango, Kofman y Queipo, 2008).

En la década de 1990, se publicaron los primeros reportes que dejaban


asomar el malestar producido por el tratamiento médico de infantes inter-
sexuales. A partir del año 2000 es posible encontrar la multiplicación de redes
transnacionales de activismo intersex. Estos grupos están conformados por
personas que se identifican como intersexuales –que fueron o no expacientes
de clínicas de intersexo– familiares y algunos aliados. Los principales activis-
tas de estos grupos se encuentran ubicados, primordialmente, en países del
norte y se comunican utilizando redes sociales y nuevas tecnologías de comu-
nicación. El principal idioma en el cual ocurren los intercambios es el inglés.
Al inicio del movimiento intersex, las narrativas individuales y la biogra-
fía personal fueron los principales elementos del discurso. Eran testimonios
que relataban experiencias de vida, describían trayectorias personales, inten-
taban develar secretos, entender las cicatrices y los dolores del cuerpo, armar
escenas pasadas que insistían con la fuerza del presente. La rabia y el dolor
eran marcas constantes en los relatos. Además, se intentaba entrar en contac-
to con otras personas que tuvieran una experiencia similar. En resumen, el
movimiento intersexual interpeló abiertamente la validez de los protocolos

191
de intervención médica, abrió cuestionamientos y mostró aspectos que no
eran considerados (Alcántara, 2009). Más adelante, el movimiento intersex
se apropió del código médico e incluso comenzó a publicar sus demandas en
los journals médicos especializados, lo cual tuvo resonancia dentro del gremio
médico. Las redes hicieron uso de programas de TV, publicación de libros,
artículos en revistas científicas y de divulgación. El objetivo fue hacer pública
la condición intersexual en tanto experiencia de vida, rechazando el lugar de
vergüenza y silencio en que se encontraban. Aunque el movimiento intersex
global no es homogéneo, existe un llamado común para detener la práctica
de cirugía genital en infantes intersexuales. Las posibilidades que se abrieron
con el uso del Internet fueron fundamentales para la conformación de redes
transnacionales de activismo. La intersexualidad comenzó a delinearse como
referente identitario, mismo que articuló rápidamente estas redes.
En 2006 la Lawson Wilkins Pediatric Endocrine Society (LWPES) y la European
Society for Pediatric Endocrinology (ESPE) congregaron a un grupo de cincuen-
ta expertos, quienes se reunieron para revisar los protocolos médicos para la
intervención en estados intersexuales (Lee et al. 2006). Entre los convocados
estaban algunos miembros de la Intersex Society of North America (ISNA),8 como
Cheryl Chase y Alice Dreger, lo cual es una muestra del impacto que tuvo el
movimiento intersexual estadounidense. Producto de esa reunión, se elaboró
un documento denominado Consensus Statement on Management of Intersex
Disorders que fue publicado en la revista Pediatrics en el mismo año.9
Entre otras cosas en el Consenso se adoptó una nueva nomenclatura. Se
propuso que se abandonaran términos como intersexo, hermafrodita, pseudo-
hermafrodita y cambio de sexo; en su lugar se estableció el término Disorders
of Sex Development (Trastornos del Desarrollo Sexual). El documento, tam-
bién conocido como el Consenso de Chicago, apunta que es necesario revisar
temas como la teoría de desarrollo psicosexual adscrita hasta ese momento.
Se señala que la investigación biomédica sobre los resultados a largo plazo de
los tratamientos pediátricos y las intervenciones quirúrgicas llevadas a cabo
en la infancia, es insuficiente. Se sugirió llevar a cabo estudios de seguimien-
to a largo plazo que incluyeran la evaluación del fenotipo genital externo

8
En 2007, la ISNA decidió cerrar sus puertas, transferir sus archivos al Instituto Kinsey, en
la Universidad de Indiana, y canalizar sus fondos y bienes a Accord Alliance. El sitio en el
Internet de ISNA continúa funcionando solo como un “artefacto histórico”.
9
Puede encontrarse una versión del documento traducida al español en el número 47 de la
revista Debate feminista (2013).

192
e interno, el estado de salud –fertilidad y función sexual–, ajuste social y
psicosexual, salud mental, calidad de vida y participación social. Contrario a
la recomendación del protocolo anterior a 2006 que aconsejaba el secreto, se
recomendó abrir la comunicación entre médicos, pacientes y familiares, así
como impulsar los grupos de apoyo conformados por pacientes y expacientes
con la misma condición. Sin embargo, el texto no logró erradicar prácticas
comunes como el reiterado examen de los genitales, incluida la fotografía.
Aunque se señala con claridad que es una experiencia que con frecuencia se
vive como profundamente avergonzante, la recomendación solo indica que
en la medida de lo posible tales prácticas deberán evitarse –pese a la violación
que en materia de derechos humanos puede suscitarse–, o la fotografía deberá
tomarse cuando el paciente se encuentre bajo anestesia.
Tanto la reunión, como el documento, han sido blanco de análisis críti-
cos. Entre otros, se ha dicho que el documento no puede ser denominado
consenso dado que las recomendaciones, y los datos que son su fundamen-
to, tienen un marcado sesgo geopolítico. Además, en la reunión existió una
limitada participación de ex-pacientes, académicos y otros especialistas no
médicos en el grupo de expertos, con lo cual se desconoció la diversidad de
reflexiones producidas en otros campos o idiomas. En general, el cambio
de estados intersexuales a Disorders of sex development, se ha rechazado. Por
un lado, Paula Machado (2009) señaló que el cambio implica algo más que
una nomenclatura dado que el paradigma cambió para priorizar la genética,
un sexo-código, la dimensión más invisible a nivel molecular. Por otro lado,
la nomenclatura propuesta continúa siendo confusa y estigmatizadora, por
lo que no resuelve los problemas que justifican su razón de ser. El foco de
atención médica continua en la intervención hormonal y quirúrgica de los
infantes para propiciar el supuesto desarrollo de una “identidad de género
saludable”. Además, el cambio de nombre opaca el desplazamiento que la
palabra intersexo había conseguido, pues intersexo llegó a conformase como
el punto de encuentro de un movimiento transnacional diverso que interpeló
las prácticas médicas, sus fundamentos y colocó en primer plano los derechos
de las personas diagnosticadas. Al día de hoy, la nomenclatura médica para
denominar la intersexualidad es ampliamente discutida en la bibliografía
especializada (Feder, 2009; Davis, 2011; Carpenter, 2016). No se trata solo
de palabras, la denominación es un tema sensible puesto que en él se juega un
cambio de paradigma, lo que en una postura se concibe y denomina como
trastornos, desde otra perspectiva son variaciones corporales que no requieren
ser corregidas sin la petición expresa de la persona que las experimenta.

193
Un tema que se ha vuelto central en los protocolos médicos de atención
relativos a intersexualidad: los aspectos éticos y legales de los tratamientos.
La pregunta sobre cómo proteger la integridad física de los niños y niñas
intersexuales está tomando relevancia. El reconocimiento del derecho a la
autodeterminación del cuerpo, el derecho a la identidad de género y el respe-
to a la integridad corporal de personas intersexuales ha avanzado de manera
notable desde el año 2013. Los cuerpos de personas intersexuales han sido
catalogados por largo tiempo, dentro y fuera de los servicios médicos, como
defectuosos y malformados, por lo que a las personas intersexuales se les ha
estigmatizado y discriminado. En la actualidad han sido las mismas personas
intersexuales quienes han impulsado una transformación en varios países del
mundo, incluido México.10 Es de resaltar que, al encontrar serias dificultades
para transformar el sistema médico, las personas ahora adultas han acudido
al sistema internacional de derechos humanos, una muestra de ello son las
dos sesiones que se han llevado a cabo ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos para informar sobre la situación de las personas intersex en
las Américas, la primera en 2013 y la segunda en 2017. En los últimos años
esto ha abierto la posibilidad a nuevas reformas políticas que se ensayan en
varios países. Transformar la perspectiva médica implica reconocer los retos y
trabajar para implementar nuevas acciones. Se reconoce que no todo compete
al campo médico o al sistema jurídico, pero estos sí son dos campos funda-
mentales en la transformación.

Familia y protección a la capacidad de autonomía progresiva

Es difícil explicar en términos generales qué ocurre en una familia en donde


el sexo de un recién nacido no puede declararse de inmediato. En el caso a
caso, intervienen infinidad de factores que son absolutamente singulares y
configuran una situación muy particular. Quizá lo común son el desconcier-
to y la desazón que aparecen cuando se declara un sexo incierto. No importa
la edad que se tenga, la sorpresa al conocer la inestabilidad de una estructura
que se daba por inapelable asalta de inmediato. La lógica del sentido común

10
El activismo intersex en México puede rastrearse en el proyecto Brújula Intersexual, fun-
dado en 2013 y coordinado por Laura Inter, así como en el proyecto Vivir y Ser Intersex,
fundado en 2016 y coordinado por Hana Aoi.

194
considera que el sentido común está inmerso en la cultura y nos permite
interpretar la experiencia cotidiana del mundo que habitamos; en tanto sis-
tema, al sentido común podemos asociarle algunas propiedades: es natural,
práctico, transparente, asistemático y accesible (Geertz,1994). La división
del género humano en dos sexos es un fundamento tanto del discurso cientí-
fico, como del sentido común. Aunque la experiencia sociohistórica muestra
con recurrencia la variabilidad del sistema sexo-género, las interpretaciones
“científica” y “común” comparten las cualidades de dicotomía, oposición y
complementariedad.
Cuando papá y mamá, o la persona a cargo de un bebé, reciben la noticia
de que el sexo no puede ser declarado de inmediato o cuando un experto con
legitimidad ante los progenitores pone en duda el sexo inicial declarado, se
instala la angustia e incertidumbre. Muchas veces la duda respecto al sexo
colapsa la estructura de sentido y se entorpece el establecimiento del vínculo
con la criatura. En ocasiones, lo dicho en el hospital no hace sentido a los pro-
genitores quienes deciden el alta voluntaria o no regresan al hospital. Dado
que el lenguaje se encuentra marcado por la estructura de género, parece
imposible establecer un vínculo cotidiano y amoroso con un bebé que carece
de asignación sexual. Además, el origen de un nuevo ser no coincide con su
presencia física en el mundo, el periodo de embarazo y aún los años que le
anteceden, están llenos de fantasías y deseos que ya colocan los cimientos del
lugar que ocupará cada nuevo bebé. Eso ocurre en el campo de la estructu-
ración psíquica, una dimensión inconsciente que opera fuera de la voluntad
y el universo de la lógica común. Son elementos que ayudan a comprender
la frecuencia con que madres y padres elaboran una idea propia de la desig-
nación sexual, aun cuando ésta no sea producto de una declaración explícita
por parte de quien atendió el nacimiento. Una vez cimbrada la duda sobre
la veracidad del sexo, el momento de incertidumbre se extiende por un lapso
cuya duración es variable e impredecible.

Durante el embarazo de J. la madre había deseado mucho que fuera varón,


por tener ya dos niñas. A los cinco meses [de embarazo] se confirma que
lo es por ultrasonido, por lo que además del gusto se preparó todo para su
llegada como niño. De aquí que las fantasías maternas durante el embarazo
hayan sido aún más intensas y hacia el sexo masculino. Ella [la madre] refiere
haberla imaginado y soñado como varón. Existieron fantasías también de
enfermedad ya que presentó hemorragias durante el embarazo que de hecho
precipitaron el parto a los siete meses de gestación. En general la relación de

195
pareja fue buena durante el embarazo y de gusto también del padre porque
sería el primer hijo hombre.
En el parto se asignó como varón, sin duda alguna y se le llamó José igual
que el padre.
La madre refiere haber estado feliz el primer mes con su niño, al igual que su
pareja, sin notar la ambigüedad genital. Cuando se le informa del problema, al
mes de edad de J. y la posibilidad de que no fuera niño, no lo creía y deseo aún
más que fuera varón, “por lo que iba a decir la gente”. Si bien lo que prevaleció
en el ánimo de la madre, en ese periodo, fue la confusión, ella se sentía segura
de que resultaría una equivocación y sería varón. Las fantasías de masculinidad
respecto a la identidad del (la) bebé en la madre, eran aún más intensas en ese
periodo. Recuerda haber seguido tratando, e interactuando con J. como niño.
Poco después, al término de los estudios médicos, se le informó que era
niña. La madre refiere haber rechazado la idea de que fuera mujer, “no lo
creía, no podía ser”, igualmente haberse deprimido y sobre todo entrar en un
estado importante de confusión, “cómo que primero era niño y luego niña”,
“ya tenía nombre, qué le íbamos a decir a la gente”. Señala que el padre igual-
mente “se desilusionó”. En este momento si bien prevalecía la confusión, las
fantasías de masculinidad respecto a la bebé seguían siendo intensas, la madre
dudaba, no aceptaba que fuera mujer, a pesar de la explicación y confirmación
de los estudios médicos. Comienza con fantasías de bisexualidad y homose-
xualidad, en cuanto a que la madre pensó que el bebé tendría los dos sexos y
que “si lo hacían niña”, de grande le gustarían las mujeres.
Se le explicó la necesidad de la cirugía, la madre se resistió argumentando
que era muy pequeña, pues había nacido de siete meses de gestación y temía
por su vida “por lo que prefería que lo dejaran niño”.
La madre refiere la cirugía como aquella en la que “le cortaron su parte”,
agregándose ahora fantasías de castración y prevaleciendo la fantasía de una
identidad masculina que era trastocada.
La familia cambió de casa para evitar enfrentar la situación del cambio de
sexo, sin embargo, al interior, con dos hermanas mayores incluso, que estaban
al tanto de la situación, el problema se arrastró sin ninguna elaboración.
Actualmente la madre describe a J. como totalmente masculina “parece niño”,
“saluda muy fuerte”, “no es delicada”, etc. Y aún a los 11 años de la niña no
entiende la relación entre la HSC y “el cambio de sexo”. Claramente no se ha
asimilado, ni elaborado psíquicamente el padecimiento, ni la situación de
ambigüedad genital, ni el “haberlo hecho niña”. Ella continúa viéndola como
un niño convertido en niña. (Téllez, 2000: 91-92).

196
Conforme la tecnología ha permitido el diagnóstico a edades más tem-
pranas, se abrió la posibilidad de omitir al sujeto como el principal agente de
la demanda de intervención médica. En general, la revisión de los archivos
clínicos de dos hospitales pediátricos me indicó que de 1974 a la fecha, la de-
tección de casos cuyo diagnóstico incluye alguna condición intersexual o DSD
ha aumentado. Otro aspecto notable es la tendencia a que la edad del primer
contacto con el hospital se realice a edades cada vez más tempranas. Esto no
elimina la posibilidad de que continúen arribando al hospital por primera
vez, infantes a diferentes edades (Alcántara, 2012).
La reasignación de sexo puede producir estragos incluso cuando se realiza
en los primeros meses posteriores al nacimiento. El impacto que la reasigna-
ción tendrá en la vida del sujeto, no está necesariamente correlacionado con
la edad en que ésta se lleva a cabo. La reasignación de sexo implica un primer
momento, el del nacimiento, en donde al infante se le designa sin duda en
un sexo –por la madre, la partera, un médico o alguien más–, y un segundo
momento en donde se le reasigna otro sexo. Para que la designación sexual
tenga efectos subjetivos, tanto la primera como la segunda declaración de
sexo, deben estar enmarcadas en un contexto que sea capaz de producir efec-
tos de verdad y debe existir en las personas adultas que criarán a ese bebé un
espacio subjetivo que permita el cambio. El efecto de verdad en el contexto
incluye quién declara, en dónde lo hace, a quién y cómo lo dice, y cuáles son
las pruebas en las que basa su decir. La reasignación de sexo tiene efectos e
intensidades variables: puede negarse, puede asumirse, puede negarse y asu-
mirse al mismo tiempo; este efecto e intensidad no es un acto voluntario, sino
más bien esté dado por las posibilidades de estructuración inconscientes de un
caso determinado. Más allá de la decisión que se tome al respecto, para que la
reasignación tenga algún efecto deben operar fuerzas suficientemente podero-
sas que sean capaces de desestabilizar la asignación inicial de sexo, la cual no
será posible borrar, aunque ello no necesariamente devenga en una tragedia.
La reasignación de sexo ocurre en circunstancias absolutamente singulares,
es decir, cada caso es distinto y se producen diferentes efectos y grados de
malestar. La reasignación de sexo puede acontecer en diferentes momentos
de la vida y es muy variable la certeza con que se instaura el sexo corregido.
El sujeto implicado puede tener un mayor o menor grado de participación en
las decisiones sobre su reasignación: en función de su edad, la capacidad para
identificar sus propios deseos y destreza para comunicarlos, condiciones de su
entorno familiar y social y las fuerzas que operen en los vínculos cuando se
produce el singular evento.

197
Es importante conocer en qué circunstancias llega un infante al hospital, es
decir, qué certeza o incertidumbre tienen los padres acerca del sexo designado,
quién y cómo se designó el sexo, qué fantasías y deseos paternos y maternos
sujetan ese sexo, entre otros. El conocimiento sobre las circunstancias previas
al arribo del infante y sus familiares es importantísimo; la relevancia de esos
acontecimientos estriba en que permiten comprender cuán difícil puede ser
para una criatura o su familia aceptar la reasignación que el equipo médico
les propone.
La intervención quirúrgica no tiene un significado único. Desde la per-
cepción del médico, la cirugía tiene el objetivo de corregir una anomalía, pero
no siempre resulta así para la criatura o su familia. Más allá de los dolores
propios de cualquier intervención, el malestar que instaura la reasignación
sexual puede expandirse y tornarse insoportable en la edad adulta. También
conozco de algunos casos en donde el malestar producido con los años es
difuso. Algunas personas que he conocido se sienten beneficiadas con la inter-
vención médica, y aunque presenten malestares subjetivos o corporales en la
edad adulta, no establecen una relación directa con la intervención médica en
el hospital pediátrico, aunque existan repercusiones directas del tratamiento
médico. El malestar en la edad adulta parece difuso cuando las experiencias
de vida se significan fundamentalmente como secuelas de una condición con-
génita que se lee como una enfermedad sobre la cual no se tuvo ni se tiene
control alguno y, también, cuando el tratamiento se asocia con beneficios en
la vida adulta. Dada la gran cantidad y variedad de elementos que participan
en el desenlace de estos casos parece imposible predecir con certeza lo que
ocurrirá en un futuro con cada uno de ellos.
Es indudable que los especialistas deben atender las condiciones asociadas a
desequilibrios metabólicos, que pueden ser graves e incluso mortales: crisis per-
dedoras de sal, deficiencia de cortisol, maduración ósea acelerada, anomalías
menstruales, por ejemplo. El abordaje terapéutico suele incluir como objetivo
el estudio de la conformación del sexo material,11 lo cual también es necesa-
rio. Sin embargo, la parte polémica de la intervención médica se refiere a las

11
Denomino sexo material a aquellos elementos del cuerpo relacionados privilegiadamente
con los procesos de reproducción de la especie, que tienen un soporte físico en el organis-
mo humano. Gran cantidad de estos elementos es visible únicamente mediante el uso de
tecnologías específicas y requiere la interpretación de expertos. Me refiero a niveles hormo-
nales, órganos internos contenidos en la región pélvica, composición tisular de las gónadas,

198
cirugías genitales en personas menores de edad, las cuales suelen presentarse
como la solución para resolver la ambigüedad genital. Es frecuente que se
realicen varias intervenciones quirúrgicas a una misma persona. En un primer
momento el objetivo es diagnosticar y adaptar el cuerpo de un niño/niña al
sexo declarado como válido por los especialistas. Eso ocurre en una edad en
que el sujeto no puede dar su consentimiento informado porque la autonomía
requiere de un desarrollo gradual. Sin embargo, las cirugías producen modi-
ficaciones que tienen un carácter irreversible. Por ejemplo, la cirugía inicial
tiene el objetivo de conseguir un tamaño aceptable para el falo,12 según el sexo
declarado, así como conseguir –en la medida de lo posible– que la niña orine
sentada y el niño de pie. El procedimiento quirúrgico completo suele realizarse
en dos tiempos, aunque puede requerirse más de una cirugía en cada tiempo.
En el primer tiempo se realiza la clitoroplastía o clitoridectomía y se adelanta
en lo posible la reconstrucción de labios vaginales; con frecuencia se lleva a cabo
entre los dos y tres años de edad debido a la dificultad de maniobrar quirúrgi-
camente en cuerpos demasiado pequeños. En el segundo tiempo, se realiza la
vaginoplastía. Ésta se lleva a cabo en los años de pubertad y con frecuencia re-
quiere de la aplicación postquirúrgica de dilatadores para que el canal “vaginal”
se mantenga abierto, porque si se realiza en bebés, el canal suele cerrarse con el
paso del tiempo. Las intervenciones quirúrgicas son muy dolorosas y requieren
cuidados postquirúrgicos en el hospital, debido a la seriedad de las complica-
ciones que pueden presentarse. En el lapso de recuperación se emplean sondas
urinarias; debido a la cercanía del ano, el aseo genital debe ser vigilado estricta-
mente hasta lograr la completa cicatrización de los tejidos. En este sentido, se
revisan todos los días los genitales de los niños, quienes después de operados
se mantienen durante días acostados con las piernas abiertas cubiertos con sá-
banas. Las complicaciones pueden ser infecciones, hemorragias, cicatrización
hipertrófica o queloide –los tejidos responden cicatrizando de manera exage-
rada–, estenosis uretral –estrechamiento de la uretra– e incontinencia urinaria.

composición genética, los llamados caracteres sexuales secundarios (solo visibles a partir de
la pubertad), y la posibilidad –derivada de la mezcla de estos factores– de que ese cuerpo sea
potencialmente reproductivo.
12
La NOM-034-SSA2-2002, para la Prevención y Control de los Defectos al Nacimiento,
publicada el 27 de octubre de 2003, indicaba que un clítoris con una longitud mayor a un
centímetro se consideraba clitoromegalia y un micropene era aquel que tenía una longitud
menor a 3 cm y/o circunferencia menor a 2.5.

199
La apariencia genital descrita como “ambigüedad genital” aparece cuando
se parte de un marco previo de interpretación. Como afirma Suzanne Kessler
(1998), “la ambigüedad está al menos parcialmente determinada por factores
tales como quién está mirando, por qué está mirando y qué tan estricto es al
mirar”13. La mirada puede descifrar la variabilidad en las formas genitales con
parámetros más flexibles y puede ocurrir que en la ceremonia de asignación
de sexo no exista duda alguna de que ese recién nacido es un niño o una niña
y no una niña con genitales “virilizados”. Ocurre así que la “ambigüedad ge-
nital” no aparece sino hasta que es señalada por alguien más.
Exponer las situaciones que enfrentan las familias, bebés, niñas y niños
intersexuales, puede ayudarnos a cuestionar el fundamento y el alcance de las
decisiones en la práctica clínica, así como los límites y posibilidades que la
intervención médica tiene respecto a la producción de un sexo. Es necesario
analizar en qué momento las prácticas diseñadas para curar y restablecer el
bienestar se tornan crueles. Cuando esto sucede es claro que se necesita re-
pensar los fundamentos y generar nuevos protocolos. Esto ya ha comenzado
a hacerse, existe el interés de desarrollar nuevos esquemas de tratamiento y
estudios de seguimiento a largo plazo. En México, el primer acercamiento a
esta transformación quedó asentado en las recomendaciones que en materia
de intersexualidad se incluyen dentro del Protocolo para el acceso sin discri-
minación a la prestación de servicios de atención médica de las personas lésbico,
gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual y guías de atención
específicas, publicado en 2017 por la Secretaría de Salud.
Desde el 2006 a la fecha, se han intensificado los aspectos relativos al sexo,
su producción, las formas de regulación y las transformaciones sociales impli-
cadas. Esto es visible en primer término, en el aumento de investigación, de
producción textual y en la discusión ininterrumpida que reflejan los journals
científicos especializados, en particular en las áreas de ciencias biomédicas y
sociales. El segundo ámbito en donde encontramos gran movimiento es en
el área jurídica; en años recientes se han hecho modificaciones relacionadas
con casos de intersexualidad en varias legislaciones del mundo (Colombia,
Argentina, Alemania, Australia y Malta por mencionar algunos países). El
tercer espacio importante en el cual se discute el tema del sexo es en las ins-
tancias locales, nacionales y regionales de Derechos Humanos.

13
La traducción es mía.

200
Es oportuno mencionar que la creciente tendencia para establecer norma-
tividad, en sí misma no implica una mejoría de las condiciones de vida de las
personas intersexuales. Mauro Cabral señaló que la violencia e incomprensión
médica puede trasladarse del ámbito médico al jurídico, cuando no se com-
prenden los dilemas principales implicados en la intersexualidad. En México,
he tenido conocimiento de dos propuestas de reforma al Código Civil, que en
el Distrito Federal han intentado establecer modificaciones a los procedimien-
tos registrales y los formatos de acta de nacimiento. Una de ellas pretendía
incluir la especificación de sexo “hermafrodita”. Tengo la convicción de que la
citada propuesta no incide en la protección de los derechos de las criaturas en
condición intersexual. Por el contrario, la medida contribuiría a la estigmatiza-
ción del grupo que pretende proteger, vulnerando los derechos fundamentales
contenidos en los Principios de Yogyakarta, como son el derecho a la igualdad y
a la no discriminación, el derecho a la privacidad y el derecho a la libertad de
opinión, entre otros. Es necesario entender que cualquier propuesta que pre-
tenda el reconocimiento de la personalidad jurídica de personas intersexuales
debe soportarse en peticiones expresas de la comunidad –analizadas a la luz del
conocimiento y las experiencias disponibles– y no en intuiciones y dogmas.
Sin duda, las personas en condición intersexual pueden verse beneficiadas con
reformas jurídicas, pero es indispensable consultar cuáles son las necesidades y
cuáles las dificultades reales que enfrenta este grupo.
Ni las intervenciones médicas, ni las intervenciones jurídicas pueden
orientarse bajo un paradigma de simplicidad que ha predominado en el
intento de poner orden en lo intersexual. Agradezco a Marta Lamas el haber
retomado a Edgar Morin (2004), para recordarnos que la simplicidad ve a lo
uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver que lo uno puede, al mismo tiem-
po, ser múltiple. El sistema sexo-género puede servir como instrumento de
vigilancia y control, cuando lo que se busca es restablecer una concordancia
supuestamente natural; por eso me ha interesado analizar qué es y cómo fun-
ciona ese nudo significante que llamamos sexo. Esto no implica desconocer el
importante lugar que tiene la conformación biológica del organismo, la cual
es innegable y sin duda participa de manera importante en lo que denomi-
namos sexo. Sin embargo, es necesario aceptar que el sexo no es únicamente
biológico y que las formas corporales no son directamente su representación.
Este giro en el pensamiento implica desprenderse de uno de los pilares que
organizan la vida social. Los seres humanos tienden a aferrarse con energía
a estas convicciones, que defienden obstinadamente incluso frente a la evi-
dencia de la investigación biomédica, cuya realidad se opone a sus creencias.

201
Representa una operación psíquica de castración el renunciar al supuesto de
que los conjuntos humanos –hombres y mujeres– están claramente definidos
bajo características excluyentes y uniformes, que les organizarían bajo una
marca esencial.

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203
D ATO S D E AU TO R E S

EVA ALCÁNTARA es Profesora-Investigadora en la Universidad Autónoma


Metropolitana-Xochimilco. Licenciada en Psicología por la Universidad
Nacional Autónoma de México, Maestra en Estudios de la Mujer y Doc-
tora en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana.
Su línea de investigación es clínica y teórica, en ella aborda las prácticas,
los discursos y los procesos de subjetivación vinculados a las regulaciones
médicas y jurídicas del sexo-género en la infancia. Integrante del comi-
té editorial de la Revista MétoDHos, y de la Revista Debate Feminista
publicada por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la
UNAM. Coordinó recientemente junto a Hortensia Moreno los libros
Conceptos clave en los estudios de género, volumen 1 y 2 (PUEG/UNAM y
CIEG/UNAM) y Derecho a la identidad de género de niñas, niños y adoles-
centes (TSJ CDMX).

EVELYN ALDAZ es Maestra en Psicología Social egresada de la Facultad de


Psicología de la UNAM, ha sido docente en diversas universidades. Desde
2011 es investigadora en Católicas por el Derecho a Decidir, donde coor-
dina y participa en investigaciones sobre religión, sexualidad y política;
redes sociales, religión y derechos sexuales y reproductivos; aborto y dere-
chos de mujeres y jóvenes. Coordinó el diseño y el análisis de la Encuesta
Nacional de Opinión Católica de 2014. Ha participado en el desarrollo y
produción de materiales educativos sobre estos temas como radionovelas,
series animadas y videojuegos. Forma parte del equipo de producción
de Catolicadas, una serie animada muy popular en redes sociales sobre
religión política y sexualidad. Sus más recientes artículos en coautoría
son: “Catolicadas: A sexuality education animated series”, publicado en
2016 en el Handbook of Sexuality y “Católicas por el Derecho a Decidir
y la defensa de los derechos sexuales y reproductivos en México” que es parte
del libro Católicas por el Derecho a Decidir y los derechos sexuales y re-
productivos en Iberoamérica. Análisis y reflexiones desde una perspectiva
católica y feminista (en proceso).

361
ANA AMUCHÁSTEGUI es Profesora-Investigadora en la Universidad Autó-
noma Metropolitana-Xochimilco y Doctora en Filosofía por el Gold-
smiths College de la Universidad de Londres. Hizo un postdoctorado en
el Program for the Study of Sexuality, Gender, Health and Human Rights
de la Universidad de Columbia. Es miembro del Sistema Nacional de
Investigadores Nivel II. Sus áreas de investigación se relacionan con sexua-
lidad, género, ciudadanía y derechos. Actualmente coordina un proyecto
de investigación/intervención de acompañamiento de pares mujeres en
VIH en servicios públicos de salud. Ha publicado en revistas especializadas
nacionales e internacionales como Estudios Demográficos y Urbanos, Cul-
ture, Health and Sexuality, Debate Feminista y Citizenship Studies. Entre
sus más recientes publicaciones, se encuentra “Gobernanza neoliberal en
la epidemia del VIH en mujeres en México: los efectos del paradigma de la
vulnerabilidad” (2917), Estudios Sociológicos XXXV:104.

YISSEL ARCE es Profesora-Investigadora en la Universidad Autónoma


Metropolitana en la Ciudad de México y miembro del Sistema Nacional
de Investigadores. Es Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de
La Habana, Maestra y Doctora en Estudios de África, con especialidad en
Arte Africano Contemporáneo, por El Colegio de México. Sus líneas de
investigación son la teoría y el análisis cinematográfico; prácticas visuales
contemporáneas del Caribe y de África, Estudios Culturales y epistemo-
logías poscoloniales; relaciones arte-política. Ha sido profesora de Teoría de
la Cultura Artística y Arte Africano en la Facultad de Artes y Letras de la
Universidad de La Habana. Fue editora de la Revista Artecubano y del ta-
bloide Noticias de Arte Cubano, ambos del Consejo Nacional de las Artes
Plásticas de Cuba. En el 2001 recibió el Premio Nacional de la Crítica de
Arte en Cuba Guy Pérez Cisneros. Entre sus publicaciones más recientes
se encuentran los textos “Voces (des)centradas del audiovisual en Cuba.
Rutas críticas desde el pensamiento poscolonial caribeño” (Revista Ver-
sión. Estudios de Comunicación y Política, 2017); “Los estudios visuales y
sus articulaciones críticas en trayectorias (des)centradas de historia(s) del
arte” (Rodríguez Bolufé, Olga María (Coord.). Estudios de Arte Latinoa-
mericano y Caribeño, 2016) y “Las disputas por los sentidos de la nación.
Prácticas visuales y poéticas de la memoria en Sudáfrica postapartheid”
(Revista Humania del Sur: Revista de Estudios Latinoamericanos, Africanos
y Asiáticos, 2016).

362
ELENA MARGARITA CACHEUX es Profesora-Investigadora en la Universi-
dad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, egresada de la primera gene-
ración 74-78 en Ciencias de la Comunicación Social. Tiene el total de los
créditos de la Maestría en Filosofía de las Ciencias Sociales, UAM-I y es Es-
pecialista en Estudios de la Mujer, UAM-X. Durante los años 1999 y 2000
fue Profesora Invitada por el Center for The Study of Women, UCLA,
participando en cursos como Feminist Philosophies, Thinking Gender,
Chicana Art and Artists y Encuentros organizados por el LGBTT Program.
Ha publicado Feminismo Chicano: Raíces, pensamiento político e identidad
de las mujeres, en: Reencuentro. Análisis de problemas universitarios, No.
37, México: UAM-X, Programa de Superación Académica, 2003.

ALEJANDRO CERDA es profesor-investigador en el Posgrado en Desarrollo


Rural y el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco, en México. Es autor de Imaginan-
do zapatismo (UAM-Porrúa, 2011), Promoción de la salud y poder (UAM-X,
2010), Metrópolis desbordadas. Poder, memoria y culturas en el espacio ur-
bano (Universidad Libre de Berlín-UACM, 2010) y Mirar las fronteras desde
el sur. Salud y migración en la frontera México-Centroamérica (UAM-X/Vo-
ces Mesoamericanas, 2017). Ha publicado diversos artículos en las revis-
tas Latin American Perspectives, Tramas, Subjetividad y Procesos Sociales,
Política y Cultura, Clepsidra, Argumentos, Salud Problema, Reeencuentro
y Andamios. Es Doctor en Antropología Social por la Universidad de La
Sorbonne Paris 3 y el CIESAS. Miembro del Sistema Nacional de Investiga-
dores. Contacto: alcerda_2000@yahoo.com, acerda@correo.xoc.uam.mx

ANDRÉS CUYUL nació en Coyhaique en 1978. Es Trabajador Social por la


Universidad de La Frontera (Temuco) y Magíster en Salud Pública (Uni-
versidad de Buenos Aires-Argentina) y Doctorando en Ciencias en Salud
Colectiva (Universidad Autónoma Metropolitana, México).Miembro de la
Comunidad de Historia Mapuche (CHM) en Chile. Desde 2001, se desem-
peña como investigador, docente y consultor en el campo del desarrollo y
la salud de los pueblos indígenas a través de su trabajo en organizaciones de
pueblos indígenas y de organismos de cooperación internacional en Chile y
Argentina. Su trabajo se desarrolla desde la perspectiva de la salud colectiva
y la autonomía indígena asesorando organizaciones indígenas y contribu-
yendo desde espacios académicos y comunitarios a la formación de recurso
humano en salud colectiva. Contacto: andrescuyul@gmail.com

363
MARÍA DE BELLIS es Profesora Investigadora Asociada “C” de medio
tiempo en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco desde el
año 2000, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social y Maestra
en Comunicación y Política, UAM-X, imparte clases de inglés en el Taller
de Lenguas Extranjeras.

MARÍA DEL CARMEN DE LA PEZA es Licenciada en Ciencias y Técnicas


de la Información de la Universidad Iberoamericana y Doctora en Filoso-
fía de la Universidad de Loughborough, Reino Unido. Profesora-Investi-
gadora en el Departamento de Educación y Comunicación de la Unidad
Xochimilco y Profesora Distinguida de la Universidad Autónoma Me-
tropolitana, 2013. Miembro del Sisteman Nacional de Investigadores,
nivel III. Se desempeño como miembro de la Comisión Dictaminadora
del Área V del SNI (2015-2017) de la que fue presidenta el último año.
Es miembro fundador de la AMIC (Asociación Mexicana de Investiga-
dores de la Comunicación) desde 1979 en dónde Co-coordina el GT de
Teorías de la Comunicación. En la actualidad trabaja sobre temas de mú-
sica, cultura y política, políticas de la lengua en México y metodologías
de investigación cualitativa y análisis del discurso y participa en redes de
investigación a nivel nacional e internacional sobre dichos temas. Entre
sus publicaciones destacan los libros El bolero y la educación sentimental
en México (Porrúa/UAM-X 2001); El rock mexicano. Un espacio en disputa
(Ed. Tintable/UAM-X 2014).

ARNULFO URIEL DE SANTIAGO es Doctor en Historia por la Escuela de


Altos Estudios en Ciencias Sociales (París, 2008), con la tesis “Edición
y librería francesas en México en el siglo XIX”, bajo la dirección de tesis de
Roger Chartier, y maestro en Comunicación (UNAM), y en Edición (U de G).
Es miembro del SNI nivel I, con antigüedad de 25 años en la UAM. Es
miembro del Consejo científico de la Red transnacional para el estudio
de la prensa en lengua extranjera. Su ensayo “Las Ciencias Sociales en
América Latina. Siglo XIX: Ediciones como primeras fuentes” obtuvo el
Premio Internacional de Investigación en Ciencias Sociales de la revista
Argumentos, y ganó en 2015 el 2º lugar del Concurso de Ensayo de
Radio Educación, 90 años. Es coautor de Niños y libros. Publicaciones
infantiles de la Secretaría de Educación Pública (SEP, 2011), y autor de La
letra niña. Raíces mesoamericana y Colonial de una literatura para niños en
México (Amaquemecan, Conaculta, 2013).

364
FRIDA GORBACH es Profesora-Investigadora en la Universidad Autónoma
Metropolitana-Unidad Xochimilco. Licenciada en Estudios Latinoameri-
canos por la Universidad Nacional Autónoma de México, Doctora en His-
toria del Arte por la misma Universidad (2000) y miembro del Sistema
Nacional de Investigadores del CONACYT. Realizó un Posdoctorado en la
School of Art History and Archaeology de la University de Manchester, UK
(2002-2003) Sus líneas de investigación se orientan a la historia de la ciencia
en México, género y estudios culturales. Coordinó los volúmenes colecti-
vos Saberes locales: ensayos sobre historia de la ciencia (junto con Carlos López
Beltrán, Colegio de Michoacán, México 2008) e (In)disciplinar la investi-
gación. Archivo, trabajo de campo y escritura (junto con Mario Rufer, Siglo
XXI-UAM, México, 2016). Es autora del libro El monstruo, objeto imposible.
Un estudio sobre teratología mexicana. Siglo XIX (Itaca-UAM, Mexico, 2008).

EDITH FLORES es Profesora-Investigadora en el Departamento de Educa-


ción y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, Xo-
chimilco. Es licenciada en Psicología y Doctora en Psicología en el campo
de Psicología Social (Facultad de Psicología, UNAM). De 2008 a 2010 rea-
lizó una estancia posdoctoral (FES-I, UNAM) con el proyecto “Género, cor-
poralidad y uso de drogas. Investigación-intervención con un grupo de
jóvenes en procesos de callejerización en la ciudad de México”. Desde
2014 co-coordina el Seminario Mensual Permanente “Cuerpo, género,
salud y sexualidad” en la FES-Iztacala, UNAM. Sus líneas de investigación
son el género, el espacio urbano y la violencia sexual, y los estudios socio-
culturales de las emociones y la afectividad. Actualmente es investigadora
asociada del proyecto “El amor romántico: genealogía de un régimen
sentimental en México entre 1900-1950” (FES-I, UNAM), y coordinadora
de la investigación “Género, espacio urbano y violencia sexual. Experien-
cias de las mujeres en la ciudad de México”.

RAYMUNDO MIER es Lingüista por la Escuela Nacional de Antropología


e Historia. Doctor en Filosofía por la Universidad de Londres. Profesor-
investigador de la División de Ciencias Sociales y Humanidades y profesor
del Doctorado en Ciencias Sociales en la UAM-Xochmilco. Profesor para
las asignaturas de Teoría antropológica (Procesos simbólicos) y Filosofía
del lenguaje en la ENAH. Profesor invitado en muchas universidades de
este país y de otros países de América Latina. Ha escrito numerosos textos
de antropología, filosofía del lenguaje, psicoanálisis, estética y literatura.

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RODRIGO PARRINI es Profesor-investigador de la Universidad Autóno-
ma Metropolitana, Xochimilco. Doctor en Antropología por la Universi-
dad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa. Estudia los entrecruzamientos
entre sexualidad, género, corporalidad y prácticas culturales desde una
perspectiva antropológica. En la actualidad, investiga los flujos migrato-
rios que transitan por la frontera sur de México. Colabora con la com-
pañía Teatro Línea de Sombra y el colectivo Teatro Ojo en un proyecto
que explora los potenciales etnográficos de las prácticas artísticas y los
horizontes metodológicos que inaugura el diálogo entre el teatro y la
antropología. Es autor de Deseografías. Una antropología del deseo (UAM
Xochimilco e Iztapalapa, CIEG/UNAM, 2018), Falotopías. Indagaciones so-
bre la crueldad y el deseo (Instituto de Estudios Sociales Contemporáneo,
Universidad Central y CIEG/UNAM, 2016) y Panópticos y Laberintos: sub-
jetivación, deseo y corporalidad en una cárcel de hombres (El Colegio de
México, 2007). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

LILIA REBECA RODRÍGUEZ es doctora en Ciencias Sociales por la Uni-


versidad Autónoma Metropolitana. Egresada del postgrado en Comu-
nicación y Política y de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación
de la Unidad Xochimilco, ha combinado su práctica profesional entre
la comunicación educativa, la docencia y la investigación; sus temas de
interés son las relaciones entre conocimiento y poder, la imbricación me-
moria-identidad, el multilingüismo y la comunicación intercultural. En
la Universidad Autónoma de Madrid realizó una estancia postdoctoral
con el proyecto: De la minorización de las lenguas a las identidades cul-
turales multilingües. Claves para la comprensión de los procesos lingüísticos
en México y España. Pertenece al grupo internacional Multilingualism,
Intercultural Relations and Communication (MIRCo), a la Asociación de
Estudios de Discurso y Sociedad (EDiSo) y al Comité Editorial de la re-
vista Reencuentro. Análisis de problemas universitarios, publicación digital
de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, UAM-X.

MARIO RUFER es Profesor-Investigador en la Universidad Autónoma


Metropolitana-Unidad Xochimilco. Licenciado en Historia por la Uni-
versidad Nacional de Córdoba; Doctor (2008) en Estudios de Asia y
África por El Colegio de México con especialidad en Historia y Antro-
pología. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONA-
CYT. Sus líneas de investigación se orientan a los estudios culturales y

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poscoloniales en América Latina, la crítica al eurocentrismo en las cien-
cias sociales y en las humanidades, y a los usos del pasado, el patrimonio,
el archivo y la memoria pública. Coordinó recientemente los volúmenes
colectivos Entangled Heritages. Postcolonial perspectives on the uses of the
past in Latin America (junto con Olaf Kaltmeier, Routledge, Londres
2016) e (In)disciplinar la investigación. Archivo, trabajo de campo y escri-
tura (junto con Frida Gorbach. Ed. Siglo XXI-UAM, México, 2016). Es
autor del libro La nación en escenas. Memoria pública y usos del pasado en
contextos poscoloniales (El Colegio de México, 2010).

REYNA SÁNCHEZ ESTÉVEZ es Profesora-Investigadora de la Carrera de


Comunicación Social y del posgrado en Comunicación y Política de la
UAM-Xochimilco. Pertenece al Cuerpo Académico: Nación cuestionada y
acción Política, en la línea Movimientos sociales, acción política y proce-
sos de significación. Es Doctora en Ciencias Sociales (UAM-X); Maestra en
Antropología Social (ENAH) y Licenciada en Ciencias de la Comunicación
(UAM-X). Sus líneas de investigación son los Símbolos y representaciones
colectivas en los movimientos sociales; Los espacios públicos y privados,
en particular la casa y Los megaproyectos y su impacto en las condiciones
de vida. Entre sus recientes artículos están: “L”attente des pauvres dans
deux villes latinoaméricaines: Mexico et Santiago du Chili de l”espoir à
la resignation” en Les territoires de l”attente. Migrations et mobilités dans
les Amériques (XIXe-XXXIe siècle). Presses Universitaires de Rennes, France,
2015, en co autoría con Ana María Álvarez Rojas, y “Lo simbólico en la
confrontación política” en: Los movimientos sociales desde la comunicación.
Rupturas y genealogías, Editorial Navarra-ENAH.

SILVIA TABACHNIK es Profesora-Investigadora en la Universidad Autó-


noma Metropolitana, en México. Es Doctora en Ciencias Sociales y
miembro del Sistema Nacional de Investigadores. De formación lingüís-
tica, ha desarrollado su trabajo en el campo de los estudios del lenguaje y
de la comunicación social. Fundadora y Directora (entre 1991-2001) de
la Maestría en Sociosemiótica del Centro de Estudios Avanzados (Uni-
versidad Nacional de Córdoba, Argentina), ha publicado dos libros: Voces
sin nombre. Confesión y testimonio en la escena mediática (1995), Lenguaje
y juegos de escritura e la Red. Una incursión por las comunidades virtuales
(2012) y numerosos artículos en libros y revistas internacionales.

367
ROSALÍA WINOCUR es Doctora en Ciencias Antropológicas. Profesora-
Investigadora en el Departamento de Educación y Comunicación de la
UAM Xochimilco y en la Facultad de Información y Comunicación de la
Udelar. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Aca-
demia Mexicana de Ciencias. Ha coordinado numerosas investigaciones
socio-antropológicas acerca de la apropiación de los medios electrónicos
y digitales en la vida cotidiana de diversos sectores socio-culturales. Ac-
tualmente co-coordina un estudio en Uruguay sobre las prácticas de los
adolescentes en Internet en el marco del Proyecto internacional Hori-
zon2020 TRANSMEDIA LITERACY. Exploiting transmedia skills and infor-
mal learning strategies to improve formal education. Research and Inno-
vation actions (2015/2017), que se desarrolla simultáneamente en 8 países
de Europa y América Latina. Entre sus libros destacan Ciudadanos Me-
diáticos (Gedisa, 2002), Robinson Crusoe ya tiene celular (Siglo XXI, 2009),
Hacia una antropología de los lectores (Telefónica/UAM/Ariel, 2015) en
coautoría con N. García Canclini y otros autores, y Familias pobres y com-
putadoras (Planeta Uruguay, 2016) en coautoría con R. Sánchez Vilela.

MARGATIRA ZIRES es Profesora-Investigadora en el Posgrado en Comu-


nicación y Política de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad
Xochimilco. Obtuvo su Doctorado en Filosofía en la Universidad de
Frankfurt, Alemania. Es miembro del Sistema Nacional de Investigado-
res, nivel II, desde 1996. Sus líneas de investigación actual versan sobre: 1)
Análisis de rumores en redes sociales tradicionales y virtuales (sobre
todo Twitter) en contextos de violencia en México; 2) Estudio de las
manifestaciones contemporáneas, mediáticas e hipermediáticas del mito
y símbolo de la Virgen de Guadalupe, así como de sus apropiaciones
en diferentes grupos sociales y contextos culturales en México y Estados
Unidos; 3) Imaginarios religiosos en movimientos sociales en México.
Dentro de sus publicaciones destacan 3 libros de su autoría: Voz, Letra e
Imagen en Interacción. El rumor de los pitufos; Del rumor al tejido cultural y
saber político; y La transformación de los exvotos pictográficos guadalupanos
1848-1999.

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E L Á REA DE I NVESTIGACIÓN B ÁSICA Y
T RANSDISCIPLINARIA EN C IENCIAS S OCIALES

Adscrita al Departamento de Educación y Comunicación de


la División de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma
Metropolitana, unidad Xochimilco, se formó en 1989 con el
objetivo producir investigaciones y análisis de los procesos so-
ciales relacionados con el campo de la comunicación, la políti-
ca y la cultura, que convergen en la antropología, la psicología,
la sociología y la historia, así como congregar estudios cuyos
objetos apuntan a la redefinición de fronteras disciplinarias. La
integran 17 profesores-investigadores con formaciones disci-
plinarias diversas.
El Área se organiza bajo los siguientes bloques temáticos:
investigaciones teóricas y epistemológicas interdisciplinarias;
investigaciones interdisciplinarias que contribuyan a la confor-
mación de un campo de estudio sobre la cultura contemporá-
nea; estudios documentales e históricos; y análisis y reflexión
colectiva para la construcción de nuevos parámetros teóricos
y metodológicos de investigación.
Lo complejo y lo transparente. Investigaciones transdisciplinarias en Ciencias Sociales,
se terminó de editar e imprimir en la Ciudad de México, durante el mes de
marzo del año 2018. Para su composición se utilizó la tipografía
Adobe Garamon Pro. Se imprimieron 150 ejemplares.
E sta antología reúne una multiplicidad de temas y enfo-
ques y sus artículos son una invitación a adentrarse en una
lectura plural. La memoria, la raza, el cuerpo, las ciudades,
los movimientos sociales, algunas formas de ciudadanía, cier-
tos momentos históricos, modernidades inconclusas, una
larga lista de preocupaciones atraviesan el volumen y crean
líneas paralelas y convergentes entre sus textos. Eso implica
riquezas analíticas, pero también dificultades interpretati-
vas. Cruzar las fronteras de los lenguajes y modos de pensar
disciplinarios es adentrarse en los territorios de la alte-
ridad y la diferencia. Dichos conceptos configuran acá, no
sólo un mapa de sentidos políticos para abrir los espacios ins-
titucionales a las subjetividades y lateralidades impregnadas
por los trayectos del poder, sino también una propuesta crí-
tica desde la cual construir y visibilizar el trabajo académico.
Elegimos contraponer lo complejo y lo transparente
como una estrategia de lectura y una propuesta interpretativa
y escritural. Leer desde esas visibilidades oscilantes que
producen los textos y los meandros que se forman en ellos;
imaginar que vemos detrás de los cristales o que podemos
rastrear los entrelazamientos de lo complejo.
La transdisciplinareidad a la que aspira el Área de Investi-
gación a la que pertenecen los autores de esta antología es una
propuesta de apertura que no finaliza en sus límites insti-
tucionales o textuales; al contrario, busca establecer diálo-
gos, proponer preguntas, debatir lecturas y abrir, en gene-
ral, el espacio de la academia a otros mundos y otros sujetos.

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