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LIDERAZGO EL PODER DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

AUTOR: DANIEL GOLEMAN

Liderazgo no es sinónimo de dominación, sino el arte de convencer a la gente de que

colabore para alcanzar un objetivo común. Se trata de saber expresar las reacciones, de saber

ofrecer la información esencial para que los demás sigan trabajando por el buen camino.

Como primera instancia se nos dice que la peor forma de motivar a alguien es mediante la

crítica y que además dicha de cierta manera, como un tono de voz sarcástica, puede generar ira,

frustración en el trabajador, como consecuencia evadirá la responsabilidad, ya no estará bien

consigo mismo, sentirá que ya no puede hacer su trabajo bien.

Por otro lado, decía el autor que…una crítica planteada con mano izquierda se centra en lo

que ha hecho el individuo y en lo que puede hacer, en lugar de atribuir una mala actuación a un

rasgo de su personalidad. Harry Levinson establece en este apartado varios puntos a tomar en

cuenta: hay que ser concretos, proponer una posible solución, se debe estar presente, hay que ser

sensible, en pocas palabras ponernos en el lugar del receptor.

Los líderes más eficientes coinciden en un aspecto fundamental: todos poseen un gran nivel

de inteligencia emocional (condición indispensable para ejercer el liderazgo). Sin ella, un

individuo puede tener una buena formación, una mente analítica e ideas inteligentes, pero le faltará

madera de gran líder, el autor hizo una investigación en la que casi el noventa por ciento de las

competencias que los distinguían de la media eran atribuibles a factores de inteligencia emocional,

más que a capacidades puramente cognitivas.

Primer componente de la inteligencia emocional, la “autoconciencia”, significa

examinarnos y conocernos a nosotros mismos, de que somos capaces, o de que no, con ella no
haremos cosas que vayan en contra de nuestra ética profesional, pues gran parte se relaciona con

los valores.

Segundo, la “autogestión”, es una especie de conversación interior. Los indicadores de la

autorregulación emocional son: tendencia a reflexionar y a meditar, comodidad ante la ambigüedad

y el cambio, y también integridad, es decir, capacidad de reprimir deseos impulsivos.

Tercero, la “empatía”, implica considerar detenidamente los sentimientos de los

subordinados, junto con otros factores, en el proceso de toma de decisiones inteligentes, es un

componente del liderazgo.

Cuarto, la “capacidad social”, se trata de una simpatía con un objetivo determinado: hacer

avanzar a los demás en la dirección que deseamos.

Los líderes marcan las estrategias, motivan, crean una misión, implantan una cultura. Los

tipos de liderazgo son: los líderes autoritarios, conciliadores, democráticos, ejemplarizantes, coach

y coercitivos. Es necesario que un líder emplee un amplio repertorio de estilos. Los que dominan

cuatro o más (en especial el autoritario, el democrático, el conciliador y el coach) logran el mejor

clima laboral y el mejor rendimiento.

El buen liderazgo se sirve de las emociones, si fracasan en la tarea esencial de orientar las

emociones en la dirección adecuada nada de lo que hagan funcionará tan bien como podría o como

debería, la diferencia entre un líder y otro reside en el estado de ánimo y el tono con los que

comunicaron sus mensajes

La rapidez con la que captamos los estados emocionales de un líder depende de la

expresividad con la que su cara, voz y gestos reflejen sus sentimientos. Cuanto mejor sepa

transmitir sus emociones, más enérgicamente las propagará. Las emociones negativas perjudican
mucho la actividad laboral y secuestran la atención que debería estar centrada en el trabajo. El

buen humor favorece la eficiencia mental y permite que la gente sea más competente en la

comprensión de la información y en la aplicación de reglas a la toma de decisiones complejas, así

como más flexible en la forma de pensar.

Influimos de forma constante en el estado cerebral de los demás, somos responsables de

cómo determinamos los sentimientos de las personas con las que interactuamos, para bien o para

mal. En ese sentido, la capacidad relacional tiene que ver con la gestión de los estados cerebrales

de los demás. El contagio emocional se produce siempre que la gente interactúa, ya sea en pareja,

en grupo o en una organización.

Por último, se hace referencia a los mejores jefes como personas en las que se puede

confiar, que demuestran empatía, que están conectadas y con las que nos sentimos tranquilos,

valorados e inspirados. Los peores incomodan y provocan resentimiento. Al prestar atención a lo

que siente el otro, el líder ayuda a metabolizarlo, para que el trabajador pueda avanzar en lugar de

estancarse en la rabia.

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