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TABARÉ, Por Juan Zorrilla de San Martín, y Su Relación Con El EDIPO
TABARÉ, Por Juan Zorrilla de San Martín, y Su Relación Con El EDIPO
Angela Pagola
Este ensayo pretende aportar un análisis hacia la vida amorosa de Tabaré, de la obra
“TABARÉ” de Juan Zorrilla de San Martín, basado en el complejo de Edipo desarrollado por
el psicólogo Sigmund Freud. Para lograr esto nos apoyaremos en la obra “El Complejo de
El complejo de Edipo dícese ser una etapa normal durante la maduración psicosexual
de niños y niñas en la que se demuestran sentimientos de amor y celos hacia sus cuidadores.
niño al que su madre protegía de su padre cuando ella seguía con vida “... vendrá el cacique
ebrio; vendrá a buscar a su cautiva Blanca, que a su hijo esconderá tras de los ceibos”
tres ángulos, en cada uno se posa un concepto: el erotismo1, la sombra2, y el hijo o hija.
Comenzando por la sombra: Caracé, quien sería la raíz de lo que el niño llegue a
identificar como maldad por el resto de su vida, lo cual también puede derivar en una
inclinación hacia dicha maldad. Este es el que prepara la declinación del edipo en el niño,
llámese una castración simbólica, en la que el objeto paterno demuestra superioridad y aleja
1
Sujeto amado, objeto materno.
2
Sujeto de rechazo, objeto paterno.
Caracé era un padre aparentemente ausente, el cual solo visita a su hijo al momento de
buscar a Magdalena para poder abusar sexualmente de ella,“ Tras la salvaje orgía, vendrá el
cacique ebrio; vendrá a buscar a su cautiva Blanca, que a su hijo esconderá tras de los ceibos”
(Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página 23). En estos casos, debido a la
el edipo no decrece. Lo mismo sucede con la identificación de la maldad. Cada persona tiene
donde hemos ido desechando todo lo que no se acopla a nuestro ego ideal, mas, para
desarrollar una sombra se necesita una figura de autoridad u objeto paterno, y a la falta de
junto con la falta de normas sociales “... entre los dedos, ha estrujado de Yamandú el cacique
Tabaré como una figura de seguridad, la raíz de los celos. Al no tener una sombra, Magdalena
es quien debería ayudar a Tabaré a superar su apego. Pero, tras la muerte de esta, Tabaré
sufrió un estancamiento en la etapa edípica debido a crecer sin la ayuda de Magdalena para
poder independizar a su hijo de ella, quedando esta etapa irresuelta. Y en cuanto Tabaré
encuentra a Blanca, desde la cual vivenciar una figura materna, presenta interés en ella.
bella, pero lo que realmente molestaba a Tabaré es que no era ella. “Era así como tú, la madre
mía, blanca y hermosa… ¡pero no eres tú!” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco,
página 55). Este era el gran reproche de Tabaré hacia Blanca. Magdalena ya había muerto y
que llegase otra mujer pretendiendo ser su madre le era confuso “—Así, como tu mano,
3
“En el psicoanálisis freudiano, parte inconsciente del yo que se observa, critica y trata de
imponerse a sí mismo por referencia a las demandas de un yo ideal”. (Real Academia
Española, 2021, superego).
blanca como la flor del guayacán, es la que he visto en la batalla siempre mi sudorosa frente
refrescar. (...) Pero… ¡no era la tuya! Era otra aquella mano ¿no es verdad? ¡Dile al charrúa
que esos ojos tuyos no son los que en su sueño ve flotar!” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ
editorial Tradinco, página 56). Tabaré parecía necesitar una confirmación de que la mujer que
veía no podía ser su madre, o alguna imaginación. Pero al separar sus deseos de la realidad,
Tabaré rechazaría a Blanca, la intentaría alejar de su vida por no cumplir con su deseo edípico
de la forma que él recuerda “Si tienes, en los ojos, de las lunas la transparente luz, ¿por qué tu
alma para el indio es negra, negra como las plumas del urú? ¿Por qué lo hieres en el alma
oscura? ¡Deja al indio morir! Tú tienes odio negro para el indio, para el triste cacique
guaraní” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página 53). “¿Por qué has de
arrebatarme mis recuerdos y vestirte ante mí de su color?” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ
editorial Tradinco, página 56). Tabaré parecía confundido, como queriendo alcanzar algo que
no está ahí, quiere rascar lo amputado, pero no puede. Y así sus emociones lo sobrecargan, y
decide que no enfrentará su problema, dándole un cierre a algo que ni siquiera empezó. Lo
mismo se analizaría como otro síntoma del edipo. Adultos como Tabaré generalmente
esperan poder consultar las decisiones que toman con su madre, pero a falta de una, Tabaré
parecería simplemente esperar que una solución caiga mágicamente del cielo. Lo mismo
sucede con su dificultad para relacionarse, presentando timidez “... el prisionero pasa, sin
mirarla jamás, nublado el ceño, y, al cruzar frente a ella, se apresura, y se aleja temblando,
casi huyendo” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página 51).
Más allá del deseo de evitar a Blanca, Tabaré parecía temerle “—¿Quién es, Gonzalo,
ese indio que trajiste, el de la frente pálida, que me miró de un modo tan extraño cuando
venía entre tus hombres de armas?” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página
47), “El indio alzó la frente; miró a Blanca de un modo fijo, iluminado, intenso, había, en su
actitud indescifrable, terror, adoración, reproche, ruego” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ
editorial Tradinco, página 52). La raza de la niña era una que le había hecho mucho daño a su
gente “El indio sigue mudo, buscando su guerrera maza, y a su paso los tigres espeluznan, y
las tribus se esconden espantadas” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página
34). Y no sería sorprendente este miedo, dado que varias veces Blanca nivelaba a Tabaré con
una bestia “—¿Sabes, Luz, que ese salvaje amó a su madre?” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ
El deseo edípico es algo implícito en el texto de Juan Zorrilla de San Martín, Tabaré
recuerda a su madre de una manera sutilmente romántica. La forma en la que se habla de ella
es angelizando a Magdalena, “Es la hermosa mujer del Evangelio” (Zorrilla Juan, (s.f.),
TABARÉ editorial Tradinco, página 20). Siendo esta una de las razones por las que Tabaré
alejaba a Blanca de su vida, temía que ella tuviera la maldad que Magdalena carecía “—Yo
no tengo odio para ti, charrúa…” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página
53). Pero al momento en el que Blanca le demostró a Tabaré que no debía temerle, este la
amó al instante, reviviendo el cariño que sentía hacia su madre desde la niña, pero decidió
mantener su distancia.
Tiempo después, Tabaré sale al bosque durante la noche, y Doña Luz le asegura a
Blanca que el indígena no era bueno, por lo tanto: si salía de noche era para cometer un
crimen, “¿Piensas, Blanca, que anoche no meditaba un crimen ese bárbaro, cuando, en las
altas horas, felizmente, en vela lo encontraron los soldados?” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ
editorial Tradinco, página 72). Así que Blanca sugiere llamar al padre Esteban, el sacerdote
local, para que confirmara si Tabaré era malvado. Y a la conclusión que llegó el padre es que
el indígena solo tenía odio en su alma, y al enterarse, Blanca lloró: “—¿Entonces es verdad,
¡verdad, Dios santo! que el indio nos odiaba? ¿Es verdad que en su pecho no hay latidos, y
que jamás su corazón se ablanda?” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página
81).
Blanca desarrolló un repentino rechazo hacia Tabaré, y se volvió hacia su casa,
decepcionada.
Mientras tanto en la aldea indígena, el cacique muere, y Yamandú4 toma su lugar. Este
ordena a los indígenas atacar a los españoles, y aprovechándose del revuelo, Yamandú
secuestra a Blanca.
ella en sus brazos, regresa al pueblo de los españoles. Pero Don Gonzalo descubre una
Tabaré desaparece por el bosque, junto con Blanca, donde se encuentran con
Y Tabaré teme que su historia se repita, temía sufrir la misma pérdida dos veces: la
El indígena reconoció los gritos de su amada, a punto de ser violada por el cacique
Yamandú “... y oprime más sus trémulas rodillas” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial
Ahí dejó Tabaré a Blanca, desmayada, solo llevándose consigo al cadáver del cacique,
raza, y que si él había asesinado a Gonzalo, que por favor la dejara morir. Y en ese instante,
derramó su perfume entre las algas. Se ha marchitado, ha muerto” (Zorrilla Juan, (s.f.),
4
Un fuerte indígena de la tribu.
5
“Arbusto espinoso” (Real Academia Española, 2021, zarza).
TABARÉ editorial Tradinco, página 22), y la de Tabaré “¡Cayó la flor al río! Los temblorosos
círculos concéntricos balancearon los verdes camalotes, y entre los brazos del juncal
Blanca se arrojó sobre el cuerpo inerte del indígena, sin reprocharle a su hermano,
La obra termina con el funeral del indígena “... ya un sollozo de Blanca, aún abrazada
de Tabaré con el inmóvil cuerpo, o una palabra, trémula y solemne, de la oración del monje
por los muertos” (Zorrilla Juan, (s.f.), TABARÉ editorial Tradinco, página 158). Esta escena
fue comentada en la dedicatoria hacia Elvira Blanco, la esposa de Tabaré “Si a ti se te hubiera
No: tu idea era imposible. Blanca (tu raza, nuestra raza) ha quedado viva sobre el
Pero, en cambio, las últimas notas que escucharás en mi poema son los lamentos de la
española y la oración del monje; la voz de nuestra raza y el acento de nuestra fe: la caridad
cristiana y la misericordia eterna”. (Zorrilla Juan, 1888, Tabaré: Dedicatoria). Aquí el autor
parece plantear a Tabaré como una analogía hacia todas las vidas indígenas que los españoles