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Fernando M. Fernández
Acabo de ver la película norteamericana Miss Sloane, un movido thriller sobre la limitación de
armas en los EE.UU., el cabildeo o lobby, la corrupción política y privada, las armas y su
posesión, la Constitución, la ética, la justicia y la injusticia, el maquiavelismo, las ONG y otros
temas de actualidad.
La película fue exhibida por Gran Cine en el espacio cultural GAC que coordina Irlanda Rincón,
un deleite para los amantes de la cinematografía. La moderación del foro tocó al periodista
Alonso Moleiro. Mi contertulio fue el profesor Ramón Guillermo Aveledo, un experto en
Derecho Parlamentario y respetado político venezolano.
El personaje central es Elizabeth Sloane, interpretado por la actriz Jessica Chastain, quien se
caracteriza por sus actuaciones pro feministas. El director es John Madden. A pesar de las buenas
críticas que obtuvo en 2016, la película no tuvo éxito económico de recaudación.
Comienza el filme con una impactante interpelación en el senado de EE. UU. a la famosa e
inescrupulosa lobista de Washington por haber sobornado a unos parlamentarios a los fines de
favorecer a su cliente: el gobierno de Indonesia.
Luego la trama cambió para el asunto central, que era la limitación o no al uso de armas en las
calles. El filme se esmera en plantear todos los argumentos del debate nacional en EE. UU. sobre
la libertad y los límites del armamentismo ciudadano. Se trata de la aprobación de un proyecto de
Ley para exigir la comprobación previa de antecedentes penales, con el propósito de exigirlo
como requisito para autorizar la compra de armas.
Entran en acción las ONG: de un lado la Asociación Nacional del Rifle, que promueve la libertad
de usar armas según reza la 2ª enmienda de la Constitución americana, y, por el contrario, la que
exige un control previo para evitar que personas con antecedentes penales accedan fácilmente a
armas letales. En el fondo, se exhiben masacres perpetradas en escuelas y sitios públicos contra
niños y personas inocentes.
La película tiene varias lecciones morales, se destacan estas: Una injusticia no se combate con
otra injusticia; el fin no justifica los medios; las armas deben ser controladas para evitar
asesinatos; se debe impedir que individuos violentos con antecedentes accedan fácilmente a
ellas; la corrupción política debe ser punible; el cabildeo requiere de límites éticos severos; la
justicia penal debe castigar los delitos contra los excesos profesionales.
En Venezuela existe un total vacío legislativo sobre el cabildeo. Por eso, las influencias de los
grupos políticos, económicos, gremiales, sindicales, religiosos y de todo tipo, se hacen de forma
encubierta y nada transparente, lo cual evita que haya correctivos, en casos de excesos y delitos.