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Presunto culpable.
Este documental es desarrollado por dos abogados quienes llevan 8 años en tema
de estadísticas, por lo que llegan a descubrir que los jueces no participan en los
juicios y que cualquier funcionario menos el juez puede presidir una audiencia, e
incluso premian policías y diversas autoridades del sistema penal por detener y
acusar personas (que en su mayoría llegan a ser inocentes). Al darse cuenta de
esta terrible situación deciden por encontrar la respuesta a la
siguiente interrogante: ¿Qué sucede con la justicia de México?
Este documental lo que hace es revelar el rostro macabro de la justicia mexicana.
Un documental que todos debemos ver, porque un día podemos ser víctimas de
quienes, supuestamente, están ahí para defendernos de los criminales.
El documental retrata la miserable realidad. Antonio, acusado sin una sola prueba,
recibe la condena a 20 años de cárcel por un homicidio que no cometió. El primer
defensor, un abogado de oficio, incumple con su deber y no presenta batalla. La
familia del presunto culpable encuentra un par de jóvenes abogados que hacen
suya la causa de Antonio. Poco a poco se van descubriendo entuertos y
trapisondas.
Resulta que el defensor de oficio carece de cédula profesional para litigar. Ahí
nomás para comenzar. Gracias a ello, se “repone” el juicio. La verdad es que no
tengo idea de si ese es el término técnico: “reponer”, pero precisamente esto es
parte del quid del documental. La impartición de justicia se ha vuelto tan técnica,
tan esotérica, que sólo unos pocos iniciados tienen acceso a ella. El “Derecho”
(me choca ponerle mayúsculas) se aleja más y más de las personas, hasta el
punto de que unos señores detrás de unos escritorios pueden decidir sobre
nuestra vida sin que nosotros podamos comprender los motivos por los que nos
condenan o nos absuelven.
Tempestad.
La controversia de Valladolid.
La controversia de Valladolid fue un célebre debate que tuvo lugar en 1550 y 1551
en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, dentro de la llamada polémica de los
naturales (indígenas americanos o indios), y que enfrentó dos formas antagónicas
de concebir la conquista de América. Se confrontaron las tesis de los defensores
de los indios representadas por Bartolomé de las Casas, y las de Juan Ginés de
Sepúlveda, que defendía el derecho y la conveniencia del dominio de los
españoles sobre los indígenas, a quienes además concibe como naturalmente
inferiores.
Las tesis lascasianas estaban muy influenciadas por la Escuela de Salamanca.
Varios en esa Junta (Soto y Cano) eran discípulos de Francisco de Vitoria, muerto
cuatro años antes, en 1546. El debate de Valladolid sirvió para actualizar las
Leyes de Indias y crear la figura del “protector de indios”.
En 1550 un legado papal es enviado a Valladolid con una misión precisa:
determinar si los indígenas son seres humanos completos y verdaderos, criaturas
de Dios, descendientes de Adán, o si, por el contrario, como se venía afirmando,
son seres de una categoría distinta, inferior, o incluso súbditos del Imperio del
Diablo. En su toma de decisión le asesoran dos consejeros de pareceres
opuestos:
Ginés de Sepúlveda, filósofo, teólogo y jurista, que propugna la evangelización
radical y la supresión de los valores indígenas y que por entonces acababa de
publicar en Roma su Tratado de las justas causas de la guerra contra los indios.
En el lado contrario, el obispo dominico Bartolomé de Las Casas, defensor de la
causa india, de la evangelización pacífica, y contrario a la esclavitud.Uno y otro
saben que la confrontación será decisiva y que los siglos venideros no la
olvidarán.
Uno y otro tendrán que decirlo todo, incluso lo que nunca se dice.Se hace
necesario, pues, que el debate se realice en un encuentro casi secreto.
Carrière, a través de un formidable ejercicio dialéctico, nos hará asistir a esta
confrontación de ideas e intereses que va a tener lugar en el Convento de San
Gregorio de Valladolid.
Las conclusiones de la famosa Controversia no fueron oficialmente publicadas
pero los protagonistas de aquellas consideraciones, los indígenas de las nuevas
tierras, continúan siendo hoy día la cara más amarga de Guatemala, Chiapas,
Perú...
Esta Controversia en pleno siglo XVI, avivada por el ancestral temor ante lo
desconocido, por el desencuentro de pueblos y culturas, estuvo presidida por la
"legitimidad" de las conquistas y el derecho a explotar bienes, recursos y
personas.
SALIM LEONARDO MORANCHEL CONTRERAS
Vigilar y castigar.
Según Foucault, desde la Edad Media el suplicio era un riguroso modelo de
demostración penal, cuyo objetivo era el de manifestar la verdad que se había
obtenido gracias al resto del proceso penal, y que hacía del culpable el pregonero
de su propia condena al llevar el castigo físicamente sobre su propio cuerpo
(paseo por las calles, cartel, lectura de la sentencia en los cruces...). Además, el
suplicio también consistía en un ritual político, ya que en el derecho de la Edad
Antigua el crimen suponía sobre todo un ataque al soberano, que era aquel del
que emanaba la ley. Por tanto, la pena no solo debía reparar el daño que se había
cometido, sino que suponía también una venganza a la ofensa que se había
hecho al rey.
Sin embargo, entre los siglos XVII y XIX comienzan a desaparecer los suplicios,
debido básicamente a dos procesos:
La desaparición del espectáculo punitivo. Los días de ejecución y de suplicio eran
momentos propicios para que se cometieran desórdenes entre el público. Además,
con frecuencia el condenado llegaba a convertirse en objeto de admiración. A
partir del siglo XIX, el castigo pasa a ser la parte más oculta del proceso penal.
El relajamiento de la acción sobre el cuerpo del delincuente. Aunque las nuevas
penas (trabajos forzados, prisión...) también son “físicas”, el cuerpo se toma en
ellas como un medio para privar al delincuente de la libertad. El objeto de la
operación punitiva deja de ser fundamentalmente el cuerpo y pasa a ser el alma.
Deja de juzgarse simplemente un hecho delictivo para pasar a juzgarse toda una
serie de pasiones, instintos, anomalías, inadaptaciones, etc. con las que se califica
a los individuos, los “delincuentes”, «no ya sobre lo que han hecho, sino sobre lo
que son, serán y pueden ser». Esto, además, supondrá la aparición de toda una
serie de expertos (psiquiatras, educadores, funcionarios...) alrededor del castigo.
SALIM LEONARDO MORANCHEL CONTRERAS
Dentro del texto se dice que hay dificultades al momento de tratar de tener
finalidad en la organización, aunque cabe destacar, una de las finalidades de las
organizaciones es proteger los intereses de sus miembros, pero a su vez, algunas
de las organizaciones pueden llegar a no favorecer los intereses de sus miembros,
mientras que otras pueden llegar a sentir la tentación de servir solo a los fines que
los lideres persiguen.
Las asociaciones políticas fueron creadas y sostenidas por las “ventas generales”
que traen consigo. La combinación de intereses individuales e intereses comunes
en una organización sugiere una analogía con un mercado competitivo, siendo
utilizado en primer plano el modelo consistente en la oferta y la demanda; los
SALIM LEONARDO MORANCHEL CONTRERAS