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De frente al rio, de espaldas a la población.

La
construcción de barrios náuticos en los humedales de
Hudson (Pdo. de Berazategui)
From the front of the river, from back to population. The construction of
nautical districts in Hudson weatlands (Berazategui)

Ludmila Cortizas, y Andreoni Leonel


ludmi.cortizas@yahoo.com.ar // leonelandreoni29@gmail.com

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

Resumen

Desde hace ya dos décadas, el espacio urbano se fue convirtiendo cada vez más en una
mercancía, producto de transformaciones territoriales con el objetivo de obtener el mayor
provecho económico posible. El objeto de esta investigación son las transformaciones
territoriales que impactan en el funcionamiento de los humedales de la zona ribereña de
Hudson (Partido de Berazategui), ligadas a la mercantilización y apropiación de ese bien
común, para construir urbanizaciones cerradas acuáticas durante el neodesarrollismo (2003-
2015).
Desde el punto de vista metodológico, para abordar esta investigación se llevaron a cabo el
análisis de publicaciones periodísticas en los diversos medios de comunicación local y
nacional, junto al análisis de artículos académicos. Por otro lado, se realizaron registros de
campo, entrevistas a informantes clave, y observación directa en terreno. También se realizó
un relevamiento y análisis de documentos oficiales, como normativas, autorizaciones
realizadas, y el informe técnico que avaló lo proyectos.

Palabras clave: Transformaciones territoriales; expansión urbana; humedales urbanos.

Abstract

For two decades now, the urban space has increasingly become a commodity, the product of
territorial transformations with the aim of obtaining the greatest possible economic benefit. The
object of this investigation is the territorial transformations that impact on the functioning of the
wetlands of the Hudson riparian zone (Partido de Berazategui), linked to the commodification
and appropriation of that common good, to build closed aquatic urbanizations during neo-
development (2003-2015).
From the methodological point of view, to analyze this research, the analysis of journalistic
publications was carried out in the various local and national media, together with the analysis
of academic articles. On the other hand, field records were made, interviews with key
informants, and direct observation in the field. A survey and analysis of official documents were
also made, such as regulations, authorizations made, and the technical report that endorsed the
projects.

Key words: Territorial transformations; Urban expansion; urban wetlands.


INTRODUCCIÓN

Desde hace ya dos décadas, el espacio urbano se fue convirtiendo cada vez más en
una mercancía, producto de transformaciones territoriales con el objetivo de obtener el
mayor provecho económico posible. Con el afán de extraer la mayor renta del suelo
urbano, se terminan llevando a cabo prácticas extractivas en la ciudad, de la mano de
actores privados y con una participación escasa o inexistente de la iniciativa pública.
Este modelo corresponde a una nueva etapa de acumulación, donde se despoja a
ciertos sectores de la sociedad del territorio, los bienes comunes y la cultura (Massuh,
2012). Además, se produjo sobre la base del modelo especulativo rentista articulado
con diversos fenómenos como la especulación inmobiliaria, la multiplicación de
construcciones “Premium” (Puerto Madero, o construcciones en altura), y los mega-
emprendimientos urbanos y turísticos (Svampa y Viale, 2014).

La forma dominante elegida por el mercado desarrollador inmobiliario fue la


producción masiva de urbanizaciones cerradas, lo cual supuso una verdadera
revolución residencial urbana (Fernández y Varela, 2003) impulsada por las
inversiones en infraestructura de rápida circulación. Este tipo de urbanizaciones fueron
elegidas por sectores medios-altos y altos, debido a las particularidades que presentan
y gracias a la gran difusión y publicidad que se ha hecho sobre ellas. Se ubicaron en
áreas periféricas de la ciudad, caracterizadas por ser zonas bajas o humedales, ya sea
por sus calidades de paisaje o sus oportunidades de negocio. Es por ello que Harvey
(2008) en su libro El derecho a la ciudad, sostiene que las metrópolis se convirtieron
en el punto de colisión masiva de la acumulación por desposesión que se impone
sobre los que menos tienen y pretende colonizar o depredar espacio para los ricos. Así
pues, los anuncios de mega-emprendimientos cerrados en zonas periféricas de la
ciudad dan testimonio de que éstas se transformaron en el campo de disputa por el
control de territorios antes marginales (Pintos, 2012). En otras palabras, la naturaleza
de estos territorios ha sido modificada para hacer factible el proceso de producción
espacial de paisajes prefabricados por la industria de consumo global, e impulsados
por una lógica extractiva por parte de capitales privados que han sabido apropiarse de
bienes comunes, como los humedales, con el aval de los Estados municipales y
provinciales. Entonces, “se redefinen los significados de ciudad, naturaleza y paisaje:
se urbaniza sin construir ciudad, se construyen paisajes naturales artificialmente, y la
naturaleza del humedal se artificializa” (Fernández, Kochanowsky, y Vallejo,
2012:120).

Durante el neodesarrollismo (2003-2015) -caracterizado por una serie de políticas que


fueron dando lugar a un nuevo modelo de acumulación, vinculadas con un reparto
diferencial de cargas y beneficios, y centrándose sobre la fracción productivo-
exportadora del capital1- esta lógica encontró en la zona ribereña del sur de la Región
Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) las condiciones necesarias para la
construcción de urbanizaciones cerradas de tipo acuáticas, que requieren de grandes
transformaciones del terreno para su viabilidad. Pero ¿qué transformaciones
territoriales experimentó la mercantilización y apropiación de los humedales de la zona
ribereña de Hudson en el partido de Berazategui, en relación a la construcción de
urbanizaciones cerradas acuáticas durante el neodesarrollismo? De aquí resulta la
importancia de visibilizar los efectos que produce la ocupación y transformación de
humedales de la zona ribereña de Hudson (Partido de Berazategui), con fines
urbanísticos, ya que se pone en juego el normal funcionamiento de este bien común
que regula excesos hídricos en episodios de intensas precipitaciones y ayuda a la
infiltración en circunstancias de sudestada (Fernández, 2002), entre otros beneficios
ecosistémicos.

Dicho esto, el objeto de este trabajo son las transformaciones territoriales que
impactan en el funcionamiento de los humedales de la zona ribereña de Hudson
(Partido de Berazategui), ligadas a la mercantilización y apropiación de ese bien
común por parte de Grupo Caputo con el aval del Estado Municipal, para construir
urbanizaciones cerradas acuáticas durante el neodesarrollismo (2003-2015).
Particularmente, se hace alusión a dos mega-emprendimientos privados que se vienen
desarrollando en la costa de Hudson, Puerto Trinidad, y Pueblos del Plata (que abarca
4 countries), que en conjunto están formados por casi 600 ha.

El articulo tiene como propósito indagar el proceso de ocupación y mercantilización de


los humedales de Hudson por parte de Grupo Caputo con el aval del Estado municipal,
y a su vez, analizar las modificaciones que los desarrolladores privados realizaron en
los humedales para que resultaron posibles de urbanizar, y los impactos socio-
territoriales que provoca la transformación del humedal en este caso particular.

Desde el punto de vista metodológico, para abordar esta investigación, se propone


una metodología desde una perspectiva cualitativa, ya que se llevaron a cabo por un
lado el análisis de publicaciones periodísticas en los diversos medios de
comunicación local y nacional, ya sean diarios y foros, que expresasen información
sobre el mega-emprendimiento inmobiliario que está en marcha en la zona ribereña de
Hudson, en conjunto con el relevamiento de imágenes satelitales. El trabajo con este
material permitió realizar una reconstrucción del fenómeno en dicha localidad en

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Al mismo tiempo, el Estado comenzó a desplegar una serie de acciones “compensatorias” en busca de
lograr adhesión y gobernabilidad (Varesi, 2011).
torno a las irregularidades del proyecto, los actores implicados, el papel del municipio,
entre otras cuestiones. Se analizaron también artículos académicos que trabajaron los
procesos de configuración y transformación del territorio, y artículos que abordan el
proceso de construcción de urbanizaciones cerradas sobre zonas bajas o de
humedales, y algunas incidencias que generan.

Por otro lado, se llevaron a cabo diversos registros de campo, que implican entrevistas
a informantes clave (Habitantes de Hudson, Municipio de Berazategui, inmobiliarias
locales), junto a una observación directa en terreno. Además se realizó un
relevamiento y análisis de documentos oficiales, como normativas, autorizaciones
realizadas, y el informe técnico que avaló los proyectos.

Marco teórico-conceptual. El modelo extractivo y su expresión en la ciudad

El modelo extractivo se vincula a la extracción de recursos naturales, impulsado por


grandes empresas transnacionales que dominan sectores claves de la producción y
tecnologías utilizadas en estos procesos avalados por políticas neoliberales (Giarracca
y Teubal, 2010). En palabras de Harvey (2004) este modelo está ligado, a un proceso
de acumulación por desposesión, que implica la mercantilización y apropiación de los
recursos. En la última década, se dieron una serie de continuidades con respecto al
modelo extractivo clásico en América Latina, pero con un rol más activo del Estado,
que ocupa un lugar central en las prácticas extractivas mediante la nacionalización de
los recursos, la renegociación de los contratos (en lo vinculado a mayores impuestos y
regalías), la emergencia de las empresas estatales, y participando de manera indirecta
mediante asistencias financieras, subsidios, apoyos en infraestructura, entre otros. Si
bien anteriormente los discursos progresistas se opusieron al extractivismo como
estrategia para alcanzar el desarrollo (económico), estos gobiernos en muchos casos
lo profundizaron, sosteniendo que a partir de las ganancias que las actividades
extractivas generan, se recaudan fondos para financiar programas de lucha contra la
pobreza (Gudynas, 2010). A este fenómeno se lo considera como neoextractivismo
progresista, propio de la década neodesarrollista latinoamericana (a partir del año
2000) caracterizada por un nuevo modelo de acumulación, vinculado con un reparto
diferencial de cargas y beneficios, y centrado sobre la fracción productivo-exportadora
del capital. Es decir que el proceso de acumulación de capital continuó estando
profundamente integrado de manera dependiente al ciclo del capital global (Féliz,
2012).

Durante este periodo, en nuestro país se llevaron adelante diversas lógicas de


generación de rentas extraordinarias vinculadas al monopolio de la propiedad sobre
los bienes comunes, donde el capital presiona para mercantilizar todas las esferas de
la vida con el objeto de su propia valorización (Harvey, 2004). Como sostienen algunos
autores (Svampa y Viale, 2014; Carlos, 2005; De Mattos, 2007; Tellier y Vainer, 2013),
este modelo no solo se desarrolla en ámbito rural (a través de la minería, el fracking o
el agronegocio, entre otros), sino que también tiene expresión en la ciudad, tratando
de captar la mayor renta posible con fines especulativos, sin tener en cuenta los
efectos que estas prácticas pueden tener para la población urbana. Este proceso en
las ciudades, conocido como extractivismo urbano, está marcado por la especulación
inmobiliaria, la emergencia habitacional, la multiplicación de construcciones “Premium”
y los megaemprendimientos urbanos y turísticos, muchas veces ubicados en zonas
antes improductivas, pero que hoy son tierras vacantes, muy valorizadas por su
ubicación.

En las ciudades existe la renta absoluta urbana basada en la apropiación de un


conjunto de terrenos que van a tener un precio mínimo de referencia por el solo hecho
de estar localizados dentro de un ambiente urbano. De esta manera, surgen dos tipos
de renta, en primer lugar una renta primaria que está asociada a la producción del
espacio construido, y en segundo lugar una renta secundaria que surge producto del
consumo de este espacio construido. Esta última apunta a una segregación socio-
espacial donde los grupos sociales de ingresos altos reservan determinados lugares
de la ciudad excluyendo a otros grupos sociales. Para llevar a cabo esto pagan una
renta de monopolio de segregación, que se trata de un impuesto privado por el cual las
clases altas de la sociedad buscan localizarse en zonas con connotaciones positivas y
así expulsar a quien no tenga oportunidad de pagarla (Jaramillo, 1982). Esta captación
de renta urbana, coincide con el impulso de la expansión residencial que se produjo
sobre la base del modelo especulativo rentista, articulado en la producción masiva de
urbanizaciones de tipo cerrado, que supuso una verdadera «revolución residencial»
urbana (Fernández y Varela, 2003). Este fenómeno viene de larga data, de un
contexto donde el Estado era promotor del capital privado, favoreciendo la
desregulación de los mercados, la promoción de capital e iniciativas privadas, y
replegando su intervención en el sector y en el espacio público. De allí la explicación
de la evolución de nuestras ciudades, y como resultado de estas políticas, se dio un
gran auge de las urbanizaciones cerradas como modelo residencial de gran extensión
geográfica y de una baja densidad poblacional (Fernández, Herrero, y Cortes, 2010).
Entonces, la urbanización capitalista resulta de una multitud de procesos privados de
apropiación de espacio (Topalov, 1979).
Este proceso fue contribuido con la inversión en infraestructuras de circulación rápida,
basada en el sistema de autopistas, lo cual facilitó su expansión sobre áreas cada vez
más alejadas del centro (Pintos, 2012). La ampliación, remodelación y desarrollo de la
red de autopistas y accesos metropolitanos fueron los disparadores de los nuevos
procesos de urbanización y de los cambios en el patrón de metropolización
(Janoschka, 2006). Esto fue respondiendo a una nueva lógica de producción de la
ciudad, centrado en las nuevas demandas de los sectores medio-altos y altos,
basados en la búsqueda de la cercanía a la naturaleza. Es decir, empiezan a
responder a una demanda de tipo paisajística, donde se asocia lo verde más la
presencia de agua que se ha tornado un bien escaso, y muy valorado en los ámbitos
urbanos. Esto permite que la mayoría de los nuevos proyectos urbanos privados
cuenten con vista/uso del preciado elemento líquido, además de generar rentas
diferenciales debido a su presencia. Es así que el capital inmobiliario financiero
procurará tierras económicas para construir este tipo de emprendimientos, permitiendo
edificar lotes con vista/accesos al agua (Ríos, 2012). Como consecuencia de ello, los
emprendimientos urbanos cerrados se fueron encontrando en las periferias, áreas con
un mínimo valor de mercado posible, como lo son los humedales. Entendidos como un
bien común que cumple un rol importante en la regulación de excesos hídricos en
episodios de intensas precipitaciones, y ayuda a la infiltración en circunstancias de
sudestada (Fernández, 2002). Son áreas inundables y bajas, sometidas a oscilaciones
de nivel freático, es decir que constituyen todo un sistema de regulación de excesos
hídricos (Fernández, 2012). Svampa (2012) resalta su importancia, por su carácter de
patrimonio cultural, social y ecológico, y no como una mercancía con un precio de
mercado establecido, resaltando que la magnitud del mismo se encuentra por encima
de cualquier precio de mercado (Svampa, 2012).

Para la construcción de los barrios, fue necesario elevar el terreno ya que en su


interior posee lagunas artificiales. Se trata de urbanizaciones cerradas polderizadas o
también llamadas acuáticas (Pintos, 2011; Pintos y Narodowski, 2012) debido a sus
particulares requerimientos locacionales y a las peculiaridades de su propuesta
urbanística, que se basan en la construcción de las parcelas frente a lagunas
producidas artificialmente. Generalmente se ubican en suelos cuyas cotas están, en el
litoral sur, por debajo de los 5 metros sobre el nivel del mar (Etulain, 2004). Estas
urbanizaciones supieron encontrar en el norte de la Región Metropolitana de Buenos
Aires, un territorio con todas las características para desarrollarse. Por ello, desde los
años noventa, se ha experimentado el proceso de expansión urbana sobre los
humedales de la cuenca baja del Río Luján (Pintos, y Narodowski, 2012), y en los
valles de inundación de los ríos Reconquista y Paraná de las Palmas (corredor norte
metropolitano), dando como resultado la construcción de más de 200 urbanizaciones
cerradas en los partidos de San Isidro, Pilar, Escobar y Tigre (Fernández, Herrero y
Cortés, 2010).

Desde esta perspectiva, y a partir de lo antes expuesto es que se analizó una


expresión del neoextractivismo urbano en un área de la zona ribereña sur de la Región
Metropolitana de Buenos Aires, a través de un caso que resultó significativo de ser
estudiado. Esta lógica encontró un área posible de transformar, pero antes de
caracterizar las modificaciones, nos encontramos ante la necesidad de visualizar
algunas de las problemáticas estructurales del litoral sur que son propias de la zona
ribereña de estudio. Ésta se extiende sobre una planicie con escasa capacidad de
evacuación de las aguas, se ubica en la terraza baja donde las cotas oscilan en una
altura que va desde 1,5 a 5 msnm, los suelos presentan importantes limitaciones para
su aprovechamiento productivo y es considerada una zona con riesgo hídrico debido al
fenómeno de sudestada. Teniendo en cuenta esto y ubicándonos en la década de los
´90, la zona ribereña de Hudson se vio afectada por las transformaciones sufridas en
los centros metropolitanos que, para integrarse a las nuevas demandas mundiales,
impactaron en su estructura territorial con fenómenos diferentes a los que
antiguamente guiaron esta zona del litoral sur. Estas transformaciones están
relacionadas al mejoramiento de las condiciones de movilidad, a partir de la
construcción de la autopista Buenos Aires – La Plata, que revalorizó las zonas
cercanas a ésta, en especial a los grandes espacios abiertos existentes, produciendo
una oferta para los grandes desarrollos inmobiliarios. Estos están relacionados a las
urbanizaciones de gran escala que utilizan tipologías edilicias con pautas culturales
pertenecientes a la terraza alta (Etulain, 2004), lo que genera problemas debido a que
se ubican en zonas bajas de humedales.

La expansión residencial cerrada en Hudson

La localidad de Hudson pertenece al partido de Berazategui en el sur del Gran Buenos


Aires, y se encuentra a 35 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Nació, como
tantas otras, a partir de una estación de ferrocarril, y con el paulatino desarrollo urbano
de la zona, los vecinos solicitaron la puesta en pie de una estación y parada fija del
servicio que iba hasta el puerto de Ensenada.

En los últimos años, Hudson experimentó un importante desarrollo en materia


inmobiliaria, principalmente por su cercanía con la Ciudad de Buenos Aires (apenas 30
minutos), lo han convertido en uno de los corredores más demandados de Zona Sur.
Es el circuito de Hudson, que se extiende entre los kilómetros 31,5 y 37 por ruta 2
desde la rotonda Gutiérrez, ex Alpargatas, hasta la autopista Ricardo Balbín La Plata-
Buenos Aires, en el partido de Berazategui. En estos casi seis kilómetros numerosos
countries, clubes de campo y barrios cerrados supieron encontrar un área más que
estratégica (Ver figura N°1). Sin dudas, “la proximidad con el centro porteño y a la
ciudad de La Plata, y los óptimos accesos fueron los aspectos más valorados del
circuito. Además, es un punto de fácil acceso a la Costa Atlántica y buenos precios en
función de la calidad y ubicación de los emprendimientos”, sostiene Ignacio O’Keefe,
director de la inmobiliaria homónima.

Fig. N°1: Proliferación de urbanizaciones cerradas en la localidad de Hudson, Partido de


Berazategui (RMBA).

Fuente: Elaboración propia a partir de QGIS.

El origen de este circuito se remonta a la década del ´70 con la construcción del club
de campo El Carmen, que surgió como un emprendimiento de fin de semana y luego
fue mutando a la vivienda permanente. Sin embargo, la verdadera explosión de este
corredor ocurrió en los años ´90, con el club de campo Abril, un complejo elegido por
empresarios y personas de gran poder adquisitivo. “Abril brinda el primer hincapié a la
zona y a partir de ahí comienzan a surgir otros emprendimientos”, señaló Hernán
Goldoni, de la inmobiliaria Goldoni Propiedades. Después fueron surgiendo El
Carmencito, Fincas de Iraola I y II, Las Acacias, los Ombúes de Hudson, Fincas de
Hudson, Hudson Park, Greenville, Altos de Hudson I y II, Reserva de Hudson, entre
otros emprendimientos.

Lo que resultó novedoso en los últimos 20 años fue el agua, que se encuentra de
manera abundante en la localidad por ser considerada una ciudad costera. El agua se
tornó protagonista para la construcción de las urbanizaciones cerradas, y elemento de
deseo de muchos por garantizar, en algún punto, el contacto directo con la naturaleza.
En palabras de O´Keefe, "históricamente, la proximidad del agua fue un aspecto
buscado por toda la población”. En la actualidad, la escasez de este recurso en
general y de ofertas concretas en particular le da a este preciado elemento una
valorización todavía superior. Está comprobado que entre emprendimientos con lotes
al golf, polo o agua, esta última opción es claramente la más valorada por el público y,
por ende, la más rentable para desarrolladores y para los consumidores, que serán
quienes tengan que mantener luego el amenity.

Con este ideal se fue dando una nueva lógica de ocupación para la construcción de
estos emprendimientos principalmente en zonas bajas y costeras de la localidad, para
el aprovechamiento de espejos de agua. Así, fueron consolidándose barrios como Las
Golondrinas que posee una laguna de 4/5 hectáreas apta para la práctica de deportes
náuticos en embarcaciones sin motor y pesca deportiva, Puerto Trinidad, y los cuatro
barrios que conforman Pueblos del Plata (Ver figura N°2).

Fig. N°2: Barrios náuticos Puerto Trinidad y Pueblos del Plata en el área ribereña de
Hudson.
Fuente: NosDigital, disponible en: http://www.nosdigital.com.ar/wp-content/uploads/2015/03/costa-
hudson.jpg

Sin dudas, en palabras de los desarrolladores y los brockers “apostar por Hudson fue
una decisión acertada, fue la oportunidad de incursionar en una nueva zona, con una
propuesta muy atractiva”. Sostienen que el recurso hídrico resulta un atributo natural
de los emprendimientos, e indudablemente le agrega un plus a los mismos. ¿Por qué
se eligen estos territorios? Muchos proyectos urbanos fueron respondiendo a nuevas
demandas, relacionadas con la búsqueda del confort generado por el paisaje. Con
esto se quiere decir que la asociación verde + agua se ha tornado un bien escaso, que
se empezó a valorar en los ámbitos urbanos, permitiendo que la mayoría de los
nuevos proyectos urbanos cuenten con vista/uso del preciado elemento líquido,
además de generar rentas diferenciales debido a su presencia. Es así que el capital
inmobiliario financiero procurará tierras económicas para construir este tipo de
emprendimientos, permitiendo edificar con vista/accesos al agua y para un público en
particular (Ríos, 2012).

En el caso particular de las urbanizaciones de la zona ribereña de Hudson, Puerto


Trinidad se robó varios kilómetros de costa para el uso exclusivo de sus habitantes y
es uno de los emprendimientos más grandes de la región, con 336 hectáreas de
extensión. Esta “ciudad náutica” tiene tres lagunas en su interior, logradas gracias a un
monumental movimiento de suelos, que elevó la cota de la tierra en más de cinco
metros. Dos de las tres lagunas son de 70 mil metros cuadrados de superficie y una de
50 mil, y también se construyó un puerto para 600 embarcaciones para realizar
prácticas deportivas náuticas. Por su parte, Pueblos del Plata, ocupa una superficie
menor que Puerto Trinidad pero no deja de ser un mega-emprendimiento de 250
hectáreas. Está formado por cuatro barrios en su interior, todos con lagunas, llamados
Villalobos, Magallanes, Sebastián Gaboto y El Cano.

A ello se le suman otras estrategias de comercialización implementadas por las


empresas inmobiliarias relacionadas con la seguridad, la accesibilidad y los servicios.
Como sostiene la empresa Toribio Achával (inmobiliaria dedicada a la venta de
Pueblos del Plata),

“con una excelente ubicación, estratégicamente seleccionada a solo 32 km del centro de la Ciudad por la
Autopista Bs. As. - La Plata hacia el río, en la localidad de Hudson, Berazategui, se desarrolla Pueblos del
Plata, uno de los complejos más importantes de la zona, sobre 250 has. Pueblos del Plata cuenta con los
factores más importantes en una decisión inmobiliaria”.
A ello el brocker agrega que este emprendimiento tiene un acceso increíble que no lo
tienen los otros barrios (del lado oeste de la autopista), ya que tiene subida directa a la
autopista, y te separan 25 minutos de Puerto Madero, y 30 minutos de la ciudad de La
Plata. Y enfatiza que existen diversas accesibilidades de pago para obtener el terreno.
Cuenta que se puede pagar la mitad de contado y después en 12 cuotas, y también se
pueden realizar acuerdos y negociaciones a partir de una pequeña reserva (300
dólares o 5 mil pesos) con compromiso de compra. Con ello, ya sacan el terreno de la
comercialización.

“No tenemos competencia directa en esta zona, porque no van a encontrar algo así de avanzado y
consolidado, y con nuestras accesibilidades para el pago. Este tiene un acceso increíble que no lo tienen
los otros barrios (del otro lado de la autopista). Estas a 25 minutos de Puerto Madero” (Brocker de
Pueblos del Plata).

Al mismo tiempo sostiene que

“otra características que tenemos a diferencia de otros barrios es que, con respecto al tema seguridad,
acá no tenes ninguna vivienda, nada alrededor de los barrios. El barrio linda con el mismo barrio, y la
diferencia es que atrás está Puerto Trinidad, que es otro barrio cerrado, entonces no hay ningún peligro ”.

Además, en el discurso de venta, se enfatiza en que Pueblos del Plata contará con
diversas áreas destinadas diversos servicios como colegios, centro médico, paseo de
compras y un club deportivo común de más de 100.000 m2 para todos los barrios
(Canchas de Tenis, Fútbol, Rugby). Todos tendrán servicios por tendido subterráneos,
pavimento de hormigón por bloques articulados (de mayor calidad), y un plan de
forestación. Las lagunas artificiales no son un detalle menor ya que son especialmente
diseñadas en armonía con su entorno para prácticas deportivas, pesca, etc. Pero
también, son ofrecidas como un plus de los barrios, ya que le agregan valor. Las
campañas de difusión realzan imaginarios de grupos sociales que quieren vivir en una
suerte de “urbanización verde”, próximos al campo y en conexión con la naturaleza, y
rodeados de seguridad y exclusividad (Fernández, 2012). Sin dudas, la visibilidad es
importante a la hora de elegir un terreno, tal como menciona el entrevistado,

“Los lotes internos tienen menor altura, cuanto más cerca de la laguna menos altura de terreno por una
cuestión de visibilidad a la laguna. Lo que tiene el lote 193 (el que nos mostró) en relación precio calidad
es que está en el medio de donde se une la isla oeste y la central, entonces tiene este espejo de laguna
gigante. En otras partes del barrio el metro cuadrado sale lo mismo, pero tenes menos visibilidad de la
laguna” (Brocker de Pueblos del Plata).

A su vez, para producir estos espejos de agua, y para poner en condiciones estos
countries, se realizó y aún se continúa realizando uno de los mayores movimientos de
tierra que sufrió Berazategui en toda su historia, a través de retroexcavadoras,
niveladoras y demás maquinaria pesada, con las cuales extraen y distribuyen tierra y
tosca de un lado para otro. En otras palabras, se rellena el suelo, elevando la cota de
la tierra en más de 3 metros, en áreas que naturalmente se encuentran cotas de 5
metros para abajo. Esta particularidad muestra que la ubicación de estos
emprendimientos se dio en una amplia zona delimitada entre la autopista Bs.As.-La
Plata y el río de La Plata, sobre un área deprimida y de humedales, que resultan
alterados para que sean posibles de urbanizar.

Sin embargo, todo esto no hubiese sido posible sin la intervención del Estado, quien
tuvo un rol importante frente al desarrollo de estos emprendimientos en materia de
inversión (con fondos públicos), principalmente en infraestructura y equipamientos
urbanos, y en torno a la normativa. Por un lado, se construyó el camino costero (calle
63), el murallón, y está en proceso la Avenida Costanera Norte. Para llevar adelante
estas obras, se elevó el terreno cuya cota estaba por debajo de los 5 metros, y se
construyó un terraplén que es una barrera de contención a las inundaciones periódicas
del río, cortando el ciclo natural de provisión de agua. En otras palabras, el murallón
de más de tres metros de alto y el camino costero, más alto aún de su nivel original,
actuarían como un dique de contención para evitar que se inunden –por las crecidas
del río- todos los emprendimientos inmobiliarios planificados para la región.

Ante ello, una ingeniera hidráulica de la Municipalidad de Berazategui afirmaba,

“En su momento la empresa presentó todo, digamos un expediente con el tema de impacto ambiental,
que tiene que estar firmado por un especialista en eso. Con la matriz, se tenía la aprobación y demás. Eso
se presentó, se analizó en La Plata, y primero se lo aceptaron y después se lo refutaron” (Ingeniera de la
Municipalidad de Berazategui).

Por su parte, el brocker manifestó que al día de la fecha, ya poseen todas las actas
aprobadas de Autoridad del Agua (ADA), Organismo Provincial para el Desarrollo
Sostenible (OPDS), hidráulica (que son las más difíciles), solo resta catastro, y agregó
“acá hay otros barrios que no tienen ni las actas aprobadas, y esos barrios venden
casas, compran casas, nosotros tenemos todo al día. Son los barrios del otro lado de
la autopista, hacia adentro”. En otras palabras, el gobierno municipal generó las
condiciones para que esas grandes inversiones inmobiliarias pudieran realizarse. Tal
como puede verse en la carta que firmó el secretario de Gobierno interino (el 26 de
agosto de 2011), en la que considera que “la propuesta presentada se encuadra en los
lineamientos que este municipio planifica, a mediano y largo plazo, para el futuro
desarrollo del área ribereña”. Se dio una especie de acuerdo entre las autoridades
locales y los desarrolladores de las urbanizaciones cerradas, donde el Estado jugó un
rol significativo en tanto dinamizador del capital (Ríos, 2005).
La planificación y gestión del territorio, desde el Estado se adecua al modelo
neoextractivo planteado, y

“el planeamiento va adquiriendo un carácter crecientemente facilitador para dar respuestas a los intereses
privados, a partir del uso discrecional en el ámbito municipal de la ley provincial de uso del suelo 8912 o la
modificación de las normativas que regulan su uso y ocupación, para ofertar suelo posible de urbanizar en
sectores ambientalmente comprometidos” (Etulain, 2004:29).

Es así como el Estado termina renunciando a sus funciones de planificación, retrocede


en materia de regulación y controles, y desatiende las políticas de desarrollo social
urbano que contribuían al desarrollo progresivo y la sostenibilidad de las periferias
(Garay, 2007).

Cabe destacar, que se producen al interior del mismo, complejos procesos de tensión
entre diversas dependencias y niveles jurisdiccionales respecto a competencias
relevantes sobre las particularidades de la urbanización de estas áreas costeras
inundables. En este sentido, las instancias estatales con incumbencia en la evaluación
de impactos referidos a modificaciones que incluyen remoción de suelos, cambios en
niveles de cota y drenajes, realizados por proyectos de urbanización, han estado en
tensión en la provincia de Buenos Aires en la última década. Se trata de un complejo
proceso que combina la descentralización de funciones, otorgando a los municipios
capacidades de aprobación de proyectos; con la jerarquización de organismos
provinciales con capacidad de evaluar e incidir en estos procesos de urbanización en
áreas ambientalmente vulnerables. Estos procesos, no exentos de contradicciones,
otorgan al Estado, en sus distintos niveles, diferentes capacidades de intervención en
la problemática. La resolución 29/09 de la Provincia de Buenos Aires, la injerencia
otorgada al Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), y el relativo
retroceso reciente respecto a dichas prerrogativas provinciales en favor de las
capacidades municipales, constituyen parte del complejo escenario normativo donde
se enmarcan los procesos de urbanización abordados.

Transformaciones territoriales ligadas a la mercantilización del humedal urbano


de Hudson

La zona ribereña y de humedales en la localidad de Hudson resultan un espacio


problemático en transformación, caracterizado por conservar grandes espacios
abiertos con tendencia a una apropiación social de tipo privado y selectivo. Este
escenario fue promovido por factores naturales, tales como su entorno paisajístico, y
por antrópicos, como su cercanía a la Capital Federal, y su disponibilidad de tierras
vacantes de escaso valor. También una serie de normas municipales que dieron un
marco de seguridad jurídica a los emprendimientos, y la construcción y el
mejoramiento de infraestructura que facilitó su consolidación.

La ampliación, remodelación y desarrollo de la red de autopistas y accesos


metropolitanos fueron los disparadores de los nuevos procesos de urbanización y de
los cambios en el patrón de metropolización (Janoschka, 2006). Dieron lugar a la
construcción de varias urbanizaciones cerradas en áreas periféricas de los centros
urbanos, permitiendo que la lógica del capital que busca incansablemente la ganancia
máxima, se apropie de las sobreganancias de localización. La ocupación de llanuras
de inundación o humedales urbanos como parte de las propuestas urbanísticas, ejerce
severas restricciones a la capacidad de escurrimiento frente a eventuales crecidas del
Río de la Plata (Pintos, 2012), o fuertes y constantes lluvias. Como primera medida, se
levantó el nivel del terreno para construir la autopista Buenos Aires-La Plata,
construida en terraplén de 2 y 3,5 metros sobre el terreno natural, y también para
construir otros caminos para mejorar accesibilidad, y las condiciones de movilidad.

Estos emprendimientos están ubicados en suelos cuyas cotas están por debajo de los
5 metros sobre el nivel del mar, y por lo tanto se ven ante la necesidad de hacer
remoción de suelos y elevar los mismos para hacer viable su construcción (Etulain,
2004). Esto implicó una serie de transformaciones para poner este territorio en
condiciones de habitabilidad, modificando su naturaleza para producir “paisajes
escenográficos” prefabricados (Fernández, Kochanowsky y Vallejo, 2012) (Ver figura
N°3).

Fig. N°3: Elevación de la cota en Pueblos del Plata.

Fuente: Archivo de los autores, tomado el 5 de abril de 2017.


Entonces, las peculiaridades de esta propuesta urbanística, basada en la construcción
de las parcelas frente a lagunas producidas artificialmente, requieren de aporte de
material de préstamo para la consolidación de polders o terraplenes intersticiales que
van a conformar el área urbanizable (Pintos, 2012). Se trata de urbanizaciones
acuáticas o polderizadas (ver figura N°4), que son aquellas donde la disponibilidad o
accesibilidad a cuerpos de agua posee una importancia central. Se caracterizan por
tener sistemas de canales y/o lagunas interconectadas, y un trazado de tipo orgánico.
Cursos de agua y lagunas, son producidos en su mayoría artificialmente, y sobre
“polders” o terraplenes que conforman el área urbanizable. Para llevarlos adelante se
produce una alteración significativa de las características morfológicas naturales (suelo
y agua), para alcanzar las cotas de nivel de piso habitable en las parcelas de uso
residencial (relleno), y para generar nuevos cuerpos de agua (dragado y refulado). La
magnitud y el uso que se le otorga a los cuerpos de agua en cada emprendimiento
(tamaño y destino), implican distintos grados de alteración de las condiciones
naturales del humedal en donde se localizan. Además, los cuerpos de agua generados
en el emprendimiento pueden estar conectados o no a cursos de agua naturales,
representando un valor agregado, ya que pueden ser usados para acceder por vía
acuática a cada parcela en forma individual o para practicar deportes náuticos o de
pesca en forma comunitaria; o, simplemente, como parte del paisaje natural o
antropizado (Fernández, Kochanowsky y Vallejo, 2012).

Fig. N°4: Remoción de suelos para construcción de polders, calles internas y lagunas
artificiales. Fotografía de Pueblos del Plata.

Fuente: Foro Río de La Plata


Para comprender la magnitud de la transformación ejercida sobre estos territorios,
basta recordar que aunque se trata de un área deprimida, ninguna de estas lagunas
existía con antelación a este desarrollo inmobiliario. Este tipo de transformaciones
genera que se ponga en juego el normal funcionamiento del humedal que regula y
amortigua excesos hídricos en episodios de intensas precipitaciones, y ayuda a la
infiltración y drenaje en circunstancias de sudestada. Además los humedales proveen
servicios ecológicos, como la regulación del ciclo hidrológico, refugio de biodiversidad,
depuración de aguas, y posibilitan actividades culturales. Como en general el agua en
los humedales se acumula o su circulación es más lenta, su liberación ocurre
lentamente, y esto juega un papel importante en el ciclo del agua: los humedales
funcionan como reguladores de los excesos y deficiencias hídricas, favorecen la
mitigación de crecientes y la recarga y descarga del agua subterránea. Además, a
través de la retención, transformación y transporte de sedimentos, nutrientes y
contaminantes, juegan un rol fundamental en los ciclos de la materia y en el
mantenimiento de la calidad de las aguas. Muchos de estos servicios ecológicos
representan valores de usos para las sociedades humanas muchas veces no
identificados culturalmente ni valorados económicamente (Fernández, 2002).

Es decir que la superficie de humedales que hoy forma parte de los mega-
emprendimientos inmobiliarios de Hudson ha funcionado como reguladora de los
desbordes del sistema de canales y cuyos suelos, con rugosidad natural y de poca
pendiente frenan la escorrentía y absorben gran parte del agua de las precipitaciones.
Al modificar el nivel elevándolo, se actúa sobre esa capacidad de absorción de los
suelos al producir mayor escorrentía o velocidad de drenaje para una determinada
cantidad de precipitación, con incrementos en los volúmenes y en los caudales pico,
debido a que el volumen de agua aumenta además por el incremento de las zonas
impermeables del propio emprendimiento, en particular por las grandes superficies
destinadas a las calles internas de la urbanización y a las superficies ocupadas por las
construcciones, que reducen la infiltración (Casaza, 2011).

El levantamiento de la cota se hizo con aporte de material del propio predio, finalidad
para la que se desarrollaron obras de extracción de suelos en un área proyectada de
aproximadamente 600 hectáreas o 6 kilómetros, entre las modificaciones realizadas
para las urbanizaciones y para las obras de infraestructura complementaria. La
construcción de polders cambian rotundamente la naturaleza del humedal
produciéndoles una sequedad en altura (sobre la superficie) y son necesarios como
defensas perimetrales, constituidas por terraplenes o diques, que protegen a la
urbanización del impacto de potenciales inundaciones vinculadas al régimen de lluvias,
de escorrentía de ríos y arroyos, así como de los desbordes de lagunas interiores a los
barrios. Esto es constatado en palabras del brocker,

“Todos estos lotes tienen la característica que son la protección del barrio (haciendo alusión a los lotes del
lado que da a Puerto Trinidad). Ven esta línea de lotes son los más altos de los cuatro barrios, porque son
la protección en caso de que haya una sudestada, lo que sea, para que si crece nunca llegue a inundar el
barrio. Entonces eso le da el plus de que tiene la mejor vista. Los lotes internos tienen menor altura,
cuanto más cerca de la laguna menos altura de terreno por una cuestión de visibilidad (a la laguna), pero
estos son los que más se notan” (Brocker de Pueblos del Plata).

Sin embargo, los polders no garantizan que quienes están protegidos por ellos, se
encuentren salvaguardados de inundaciones extraordinarias, ni tampoco de aquellas
que puedan dejar en condición de aislamiento a las islas urbanas. Ni hablar que la
vulnerabilidad social y el riesgo es bien diferente para quienes se encuentran dentro y
fuera de este sistema de protección. Quienes están fuera de estos emprendimientos
quedan expuestos al escurrimiento superficial que se produce en momentos de lluvias
abundantes y/o de sudestada, conocida por sus fuertes vientos del sudeste que
taponan la desembocadura del Río de la Plata. Ello pone en crisis al sistema
hidráulico, lo que da lugar a inundaciones en una parte considerable de áreas urbanas,
porque el sistema de drenaje original, compuesto por los arroyos que lo atravesaban
son tapados y ocupados, provocando que el agua no encuentre donde desagotar.

Impactos socio-territoriales provocados por la transformación del humedal: las


voces de los involucrados

Tal como se enfatizó en el apartado anterior, estas transformaciones en la zona


ribereña ocupada generan una serie de impactos, no solo en el territorio, sino también
para la sociedad.

Los barrios que están del lado oeste de la autopista parecen experimentar episodios
de inundaciones y acumulaciones de agua con frecuencia. No se puede negar que,
por su cercanía al humedal de Hudson, se trata de una zona baja. Es decir, que desde
la consolidación del barrio, siempre hubo problemas de napas, pero luego se
construyó la primera barrera de contención hídrica, la autopista Buenos Aires-La Plata.

Años después, entrada la década del 2000, la ocupación y mercantilización de los


humedales por parte de los emprendimientos inmobiliarios, y el uso que le dan al
suelo, en nombre de la modernidad y la exclusividad, generó la sistemática
destrucción de espacios naturales de alto beneficio ambiental para la población.
Además, a ello se le sumaron obras que comenzaron a contener el río, el murallón y el
camino costero, impidiendo todo vínculo natural con el bosque y los humedales,
produciendo que se seque este espacio de biodiversidad muy particular. Dadas las
condiciones de urbanización, se les sumó la invasión de la empresa constructora del
complejo Pueblos del Plata (Caputo-Achaval) en la zona de amortiguación del bosque,
en parte, debido a la pasividad de las autoridades municipales, que se mostraron
cómplices del avance desenfrenado del capital privado por sobre la ciudad. Esto
produjo nuevas elevaciones de suelo en una zona de bañados o terrenos anegadizos,
generando un nuevo tapón hídrico, y que repercute en la población que reside del otro
lado de la autopista.

Según algunos testimonios de los propios vecinos de Hudson, más precisamente


quienes residen en Pueblo Nuevo de Hudson (ver figura N°5) afirman que,

“llueve un poco, caen unas gotas y el barrio se inunda. Además, las cloacas y pluviales se saturan, y peor
cuando hay falta de limpieza” (Vecino de 70 años).

“Acá el problema que tenemos es que los asfaltos fueron hechos más altos que las veredas de las casas,
entonces muchas veces las casas se llenan de agua. También en momentos de lluvia fuerte, viene el
agua bajando desde la estación y esto es un desastre, porque allá está más alto, y acá no tiene donde
desagotar” (Kiosquera de 20 años).

“Yo los mataría a todos los de los countries. Viene el agua desde arriba, de los countries, de todos lados.
Todo cae acá, al bajo” (Vecino de 55 años, vive en el barrio desde su nacimiento).

Fig. N°5: Pueblo Nuevo en Hudson

Fuente: Elaboración propia con QGIS.


Esto ocurre ya que la modificación ambiental predominante es el rediseño topográfico
e hidrológico, e incluso la configuración de nuevas modalidades de construcción en
sistemas anegadizos. Una característica de los emprendimientos es la atenuación de
inundaciones en la parte interior debido a la construcción de defensas y sistemas de
rellenos, e intensificación de inundaciones en las áreas aledañas que permanecen en
la altura original del terreno (Fernández, 2002). En otras palabras, el problema radica
en el escurrimiento de las aguas, produciendo inundaciones que se convierten en
desastres, resultante de una urbanización sin una planificación integral –con la
elevación de los terrenos que se transforman en un gran tapón hidráulico a escala
urbana-, que no tiene en cuenta las necesidades de la población existente en el área,
las limitaciones del medio natural como el relieve y las características de absorción de
los suelos, y mucho menos la previsión, resolución o mitigación de los impactos
ambientales provocados por esta ocupación desordenada del territorio, sin tener en
cuenta el entorno natural y los beneficios ambientales que se destruyen.

Cabe señalar que la pérdida forestal es importante, por tratarse, según el artículo 7 de
la Ley 14.888 de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativo s, de una categoría II
(amarillo), entonces resultan sectores de mediano valor de conservación, que pueden
estar degradados pero que, a juicio de la autoridad de aplicación jurisdiccional con la
implementación de actividades de restauración, pueden tener un valor alto de
conservación y que podrán ser sometidos a los diversos usos, como el
aprovechamiento sostenible, actividades turísticas, recolección e investigación
científica.

Según los actores que forman parte del Foro Río de La Plata, este tipo de barrios de
lujo, no resuelve las demandas sociales populares de tierra y vivienda, además de
agravar los problemas de las ciudades existentes, como falta de espacios verdes y/o
públicos, al ocupar tierras de la periferia y cambiar el patrón de usos del suelo. El
medio ambiente termina siendo arrasado para satisfacer las necesidades de unos
pocos.

Reflexiones finales

El litoral sur de la Región Metropolitana de Buenos Aires, resultó un área


particularmente sensible de ser modificada, en primera instancia debido al
mejoramiento de las condiciones de movilidad, y a la ejecución de la autopista Bs.As.-
La Plata, que mejoraría su accesibilidad, integración a las nuevas demandas
mundiales y por lo tanto sus oportunidades de transformación. La construcción de la
autopista revalorizó las zonas cercanas a ésta, en especial a los grandes espacios
abiertos existentes, lo que produjo una oferta para los grandes desarrollos
inmobiliarios. A ello se le suma el crecimiento económico del país promovido por el
neodesarrollismo, permitiendo un repunte significativo de urbanizaciones cerradas
(Pintos, 2012).

En el partido de Berazategui, en particular en la localidad de Hudson, la lógica privada


encontró en los humedales de la zona ribereña las posibilidades de expansión de
estas urbanizaciones, transformando la naturaleza de este territorio. Estos desarrollos
inmobiliarios utilizan tipologías edilicias con pautas culturales pertenecientes a la
terraza alta (Etulain, 2004), lo que genera problemas debido a que se ubican en zonas
bajas de humedales. Esta adquisición de parcelas inundables ubicadas a minutos de
la ciudad de Buenos Aires y de La Plata, planteó la posibilidad de transformar tierras
bajas para usos urbanos, de la mano de empresas líderes en sistemas de dragado,
canalizaciones y obras portuarias especializadas en obras hidráulicas, concentradas
tanto en obras de refulado y relleno como operatorias para el acondicionamiento de
tierras para urbanizar.

No obstante, la transformación de tierras bajas per se no hubiera sido posible sin


obras públicas de control de inundaciones. Estas obras proporcionaron condiciones
hidráulicas compatibles con la posibilidad de urbanizar esas áreas. Es decir que el
Estado, tanto en la escala municipal como en la provincial, actúa como facilitador de
estos mega emprendimientos, tanto en la construcción de infraestructura (camino y
murallón costero) para el aprovechamiento de estos barrios cerrados, como en la
modificación de normativa en función de la lógica privada. En ese sentido,

“la planificación y gestión del territorio, desde el Estado se adecua al modelo, y el planeamiento va
adquiriendo un carácter crecientemente facilitador para dar respuestas a los intereses privados, a partir
del uso discrecional en el ámbito municipal de la ley provincial de uso del suelo 8912 o la modificación de
las normativas que regulan su uso y ocupación, para ofertar suelo posible de urbanizar en sectores
ambientalmente comprometidos” (Etulain, 2004:29).

Como contrapartida a las prácticas de estos actores, en las últimas décadas han
aparecido reclamos de vecinos y de algunas organizaciones, como respuesta a
distintas problemáticas ambientales de la zona debido al deterioro de los humedales.
Se acusa a esta tendencia urbanizadora, construida sobre terrenos con rellenos por
sobre la cota de inundación, de provocar alteraciones en el ecosistema, la pérdida de
sus funciones sistémicas, y de producir inundaciones por tratarse de una zona de
riesgo hídrico. Se termina perdiendo la biodiversidad, y la regulación e infiltración de
excesos hídricos. Todo esto ubica en una situación de vulnerabilidad a la población
lindera a los emprendimientos urbanos y a la población de Hudson en general, ya que
debido a todos estos cambios se encuentran en gran peligro ante episodios de
sudestada y lluvias abundantes.

Entonces, la contradicción se manifiesta entre quienes proponen una renovación


urbana, con el aval del Estado en la modificación de las normativas y aprobación de
los requerimientos de los desarrolladores, y los que reclaman el derecho a la vivienda
y a no inundarse, y que se resisten a la alteración de su territorio.
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