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Manuel Dammert
Paolo Ruiz R.
Fecha: 17/06/2019
“«Necesitamos espacios públicos»: Costa Verde entre los distritos de San
Miguel y Magdalena de la Mar y el derecho a la ciudad”
1. Introducción
La Costa Verde (CV) se asienta en una franja costera conformada por playas y acantilados que
rodean el borde sureste de la ciudad de Lima, desde el distrito de La Punta en el Callao hasta
La Chira en Chorrillos, una línea de 32,5 kilómetros y de 270 hectáreas. Es contigua a los
distritos de San Miguel, Magdalena del Mar, San Isidro, Miraflores, Barranco y Chorrillos, en
adelante, distritos ribereños. Se originó a partir de la construcción de espigones, un retroceso
del mar y de la acumulación de desmonte y basura. En la segunda mitad del siglo pasado, se
proyectó como una vía alternativa para descongestionar la ciudad a futuro y se consolidó como
tal en sus últimas décadas. Se observa que la CV actualmente es entendida como, primero, una
vía alternativa, pero en su composición física de áreas baldías se ha ido forjando lo que algunas
gestiones tomaron como un espacio público; al mismo tiempo, el sector privado encontró una
oportunidad para desarrollar inversiones. Estas superposiciones generaron discusiones y
conflictos administrativos y políticos que serán vistos en el presente estudio.
La CV ha sido abordada recientemente por estudios afines al presente como el de Silva (2015)
que propone la creación de espacios pensados desde una perspectiva urbano-arquitectónica
para lograr la complementariedad de los espacios y hacer de estos mejor aprovechados; el de
Peña (2015), que entiende este espacio como, sobre todo, un corredor vial alternativo y una
potencial área de desarrollo de espacios naturales, ambos como aspectos que pueden convivir
y articularse en un espacio público; el de Santa Cruz (2018), que analiza las dimensiones
política y espacial que enfrentan una gran fragmentación administrativa y política, que a la vez
afecta negativamente al desarrollo de proyectos o la implementación de estrategias y planes
urbanos; y el de Sierra (2018) que se enfoca en el distrito de Miraflores y los conflictos
causados entre la municipalidad local y la metropolitana por las maneras distintas de
comprender a la ciudad. Todos estos estudios se inscriben en marcos de análisis distintos y
evalúan a la Costa Verde como un espacio de conflictos por su transformación.
El presente estudio pretende responder cómo se articula la visión de ciudad de la Costa Verde
como espacio público en el PMCV y en las obras ejecutadas por las municipalidades de San
Miguel y Magdalena del Mar entre los años 2011 y 2018. Este espacio costero ha sido objeto
de conflictos y expectativas de las municipalidades locales, la municipalidad metropolitana y
los actores privados; por ello, es que la noción de espacio público adquiere relevancia en este
análisis, en tanto este espacio emerge para la población limeña como uno y nos aproxima a la
visión que se tiene de este revelado en las acciones de las municipalidades en cuestión.
Desarrollaremos esta observación respondiendo a las siguientes interrogantes: ¿Qué elementos
encontramos en la CV para considerarla o no un espacio público? ¿Cuáles son los usos que se
le da a la CV? ¿De qué manera intervienen los actores municipales? ¿Cuál es la visión del plan
y de cada municipalidad sobre la CV en función a la ciudad como un todo?
2. Metodología
Se decidió establecer como campo de estudio los distritos de San Miguel y Magdalena del Mar
en el sector B (observar el Gráfico 1), ya que son dos espacios con dinámicas claramente
diferenciadas, a pesar de que son contiguos y carecen de una frontera física que los divida.
Asimismo, el PMCV, con los últimos cambios ocurridos en estos distritos en los períodos
tratados, es una evidencia consistente de la visión ciudad manejada desde los círculos gestores
para con el espacio de la CV.
Con la información recolectada, agrupamos a los actores en tres categorías: actores públicos,
privados y sociales. Primero, identificamos como actores públicos a las municipalidades de los
distritos comprendidos por ser los entes administrativos inmediatos de la zona bajo parámetros
establecidos por la APCV. Estas hacen notoria su presencia mediante edificaciones de control,
letreros, iluminación, mobiliario e infraestructura pública, entre otros. Segundo, el Estado –
también actor público– ejerce su poder en este espacio demarcándolo por medio de obras
públicas de gran envergadura principalmente. De acuerdo al compromiso adquirido por el
Ministerio de Transportes y Comunicaciones de construir una sede de los Juegos
Panamericanos 2019 en el área de la Costa Verde de San Miguel y la ampliación de la ruta
hacia el Callao, el gobierno se hace más presente. Tercero, los proyectos particulares y
concesionados, considerados acá como actores privados, son DomosArt, Centro de
Convenciones MAGDA, Hacienda Magdalena, grifo y estación de servicio Primax, y
DEPORPLAZA Magdalena. Cuarto, otros actores privados más pequeños son los comerciantes
ambulantes que abastecen de refrigerios a los trabajadores de las obras y a los transeúntes
cotidianos, como también otros que hacen usufructo de este espacio como las escuelas de
manejo de automovil. Se considera a todos los mencionados como actores sociales.
3. Contextualización
Estas indicaciones no fueron cumplidas; por ello, este espacio y los lugares adyacentes corren
riesgos de colapsos de edificios y de fragilidad frente a las inclemencias del mar, hecho que se
ha visto comprobado recientemente. En la década de los 90’s, se ejecutaron obras para el
mejoramiento sanitario que iban desde la construcción de colectores, hasta las instalaciones de
agua y desagüe, pasando por rejas de retención de residuos sólidos provenientes de los
desagües. Pese a ello, los niveles de contaminación han ido en aumento debido a la
concentración de residentes en la ciudad y de industrias.
La visión de desarrollo que propone el PMCV es acorde con los criterios de una economía de
mercado. En otras palabras, en la que el Estado participará en aquellas actividades que no sean
rentables comercialmente, mientras que el sector privado en las que sí lo serían (MML, 2019).
Además, actualmente, se encuentra en desarrollo un nuevo Plan Maestro propuesto por la
APCV que comprende los años de 2014-2035; sin embargo, a pesar de que han pasado casi 5
años desde su vigencia todavía no es disponible para los ciudadanos. Solo es posible acceder a
una conjunto de Actas y videos divulgativos que hacen referencia a los principales objetivos
de este nuevo proyecto costero.
De acuerdo a este documento, se dispuso que todas las entidades públicas que tienen
competencia respecto a la Costa Verde, sólo pueden realizar o ejecutar aquellas acciones que
sean conformes al Plan Maestro de Desarrollo de la Costa Verde y previa autorización del
Consejo Directivo de la Autoridad del Proyecto Costa Verde. Cabe mencionar, para efectos de
interés del presente trabajo, que la APCV tiene un Consejo Directivo como su más alta
autoridad, la cual está compuesta por los Alcaldes o sus representantes de los Municipios
Distritales Ribereños, estos son, San Miguel, Magdalena Del Mar, San Isidro, Miraflores,
Chorrillos y Barranco; así como por el Alcalde o el representante de la Municipalidad
Metropolitana de Lima y el representante de INVERMET. Este es el organismo descentralizado
1
El resaltado es nuestro.
adscrito a la Municipalidad Metropolitana de Lima, creado con el objeto de proporcionar
recursos para el financiamiento de programas de inversión pública. (MML, 2019).
En la Ordenanza mencionada se indica que “la Autoridad del Proyecto Costa Verde, es un
Órgano Descentralizado de la Municipalidad Metropolitana de Lima, creada por Ley No
26306, con personería jurídica de derecho público, con autonomía administrativa, técnica,
económica y financiera que tiene por objetivo promover, ordenar y supervisar el desarrollo
integral y sostenido de la Costa Verde”. En ese sentido, le otorgó a la APCV la facultad de
coordinación con cualquier otra entidad pública que tenga competencia sobre la Costa Verde.
Así mismo, la APCV tiene la facultad de suscribir convenios interinstitucionales que permitan
planificar, programar y posibilitar la ejecución de proyectos de inversión (APCV, 2019).
Con la llegada de nuevas autoridades en el 2011, llegaron también gestiones con diferentes
posiciones en el espectro ideológico (El Ojo, 2014). De un lado, los alcaldes Francis Allison
de Magdalena del Mar y Salvador Heresi de San Miguel tendrían más afinidad entre sí, en
contraste con la alcaldesa Susan Villarán en la MML (El Ojo, 2014). Estas diferencias se harían
patentes más adelante en relación al “problema” de la Costa Verde. Con la llegada de Susana
Villarán, se lanzó desde la MML el proyecto “Costa Verde Para Todos”, el cual sería
administrado y ejecutado, en las partes correspondientes a San Miguel y a Magdalena del Mar,
en conjunto de ambos distritos con la MML (Capital, 2014). Dicho proyecto no solo
comprendía la implementación de dos rampas, ciclovías, la ampliación a 3 y 4 carriles y más
áreas verdes, sino también la promoción del Proyecto de Ley (PL), en conjunto con un grupo
de Parlamentarios liderado por el congresista Jhonny Lescano, acerca de la adscripción de la
Costa Verde a la autoridad de la MML (Canal N, 2014).
Desde el momento en que el congresista Jhonny Lescano presentó al Congreso el aludido PL,
se puede decir que se empezaron a formar dos coaliciones promotoras de políticas públicas
para la Costa Verde. Por un lado, se encontraban los siete alcaldes ribereños (incluidos los ya
mencionados además del Alcalde de Villa El Salvador), entre los que destaca el alcalde de
Magdalena del Mar, Francis Allison, como su promotor (Publimetro, 2014). De otro lado, se
encontraban la Alcaldesa de la MML Susana Villarán, un grupo de parlamentarios liderados
por Jhonny Lescano, la misma APCV con su presidente Gustavo D’Angelo, la prensa de
diversos medios de comunicación audiovisual como Panamericana y Frecuencia Latina, y un
grupo de expertos, entre los más visibles el arquitecto Andrés de Somocurcio (Publimetro,
2014; Capital, 2014; Canal N, 2014, Andina, 2014). Este segundo grupo de coalición
promotora promovía que los terrenos, infraestructura vial, el malecón, el acantilado y las playas
de la Costa Verde se adscriben a la autoridad de la MMP.
Los siete Alcaldes de los Municipios Ribereños aludían que dicho PL era inconstitucional por
vulnerar la autonomía de sus municipios e intentar mutilar las jurisdicciones de sus municipios
(Perú.com, 2013). Sostenían, además, que ese mismo PL buscaría favorecer un posible intento
de reelección de la Alcaldesa Susana Villarán (Andina, 2014), lo cual no estaba lejos de ser
cierto, si es que se considera la actual situación judicial de la exalcaldesa Susana Villarán
respecto del caso Odebrecht. De otro lado, el otro grupo de coalición promotora proponía que
la Costa Verde tuviese una única autoridad con capacidad ejecutora sobre los terrenos, las
playas, la infraestructura vial, el acantilado y los malecones de los siete distritos mencionados.
Asimismo, este grupo sostenía que los alcaldes de los municipios ribereños no querían que las
Costa Verde sean para todos, sino solamente para uso exclusivo de dichos siete distritos
(Perú.com, 2013). Incluso se la ex Alcaldesa Susana Villarán llegó a llamar “señores feudales”
en alusión a los alcaldes de dichos siete municipios. También el presidente de la APCV se
pronunció al respecto y señaló que la Costa Verde debía ser adscrita a la MML porque los
alcaldes o sus representantes al Consejo Directivo de la APCV casi nunca se ponían de acuerdo,
y por tanto, la coordinación era difícil.
Con todo, en el período 2011-2014 que duró la gestión de Susana Villarán, se gastó alrededor
de $48 millones respecto al proyecto Costa Verde Para Todos (Perú.com, 2013). Por su parte,
Francis Allison ya había avanzado el desarrollo de infraestructura en su parte, aunque se había
mantenido dentro de los lineamientos estéticos y urbanísticos propuestos por el PMCV
propuesto por la APCV (Adi Perú, 2015). No obstante, más adelante, en el 2013, erigió la figura
de Marco Tulio Gutiérrez como promotor de la revocatoria de Susana Villarán, proceso que
habría paralizado paulatinamente el avance del proyecto Costa Verde Para Todos, construida
mediante la Empresa Administradora de Peajes de la MML.
Posteriormente, con unas nuevas autoridades para el período 2014-2018, sucedió la reeleción
de Luis Castañeda para la MML y Enrique Bless como el nuevo alcalde de San Miguel. Por
las fuentes revisadas, se puede sugerir hubo una afinidad y coordinación recurrente para el
desarrollo de infraestructura en la parte de la Costa Verde de San Miguel. Para el tema que nos
ocupa, se puede indicar el proyecto de la Costanera promovida por el Alcalde de San Miguel
fue el más importante obra abordada por las autoridades de los dos distritos que nos ocupan y
de la MML en la Costa Verde (Publimetro, 2016). El Proyecto de la Costanera comprende hasta
la actualidad la concesión de los terrenos de la parte de la CV de San Miguel a seis
inmobiliarias, cuyas construcciones se erigían en el Malecón de San Miguel (Publimetro,
2016). Se puede apreciar una gran parte que es inaccesible para los peatones por encontrarse
en construcción. Con todo, en declaraciones dadas a la prensa por parte del alcalde Enrique
Bless, esta nueva infraestructura construida por las inmobiliarias se mantendría dentro de los
lineamientos estéticos y urbanísticos propuestos en el PMCV propuesto por la APCV (Gestión,
2016; Publimetro, 2016).
La situación de la Costa Verde actual se indicará más adelante en el apartado acerca de las
visitas de campo; con todo, se puede comentar cómo es que un evento internacional como los
Juegos Panamericanos actuaría como incentivo para que la capacidad del Estado, se desarrolle
y permita la coordinación de las autoridades distritales como gran parte de los alcaldes de los
distritos ribereños, el alcalde de la MMP y el mismo Presidente de la República. De manera
que, se avanza mucho más coordinadamente que - valga decirse también con sus limitaciones-
, todos los períodos municipales anteriores desde la Ley 26036 de 1994 acerca de la creación
de la APCV, a partir de una variable exógena a la política local y nacional.
4. Discusión
De acuerdo a los Planos de Zonificación anexados al PMCV, la zonificación de los usos del
suelo y del mar de los distritos ribereños inicialmente estuvieron compuestos por 7 tipos de
áreas específicas y otras que requieren estudios para su calificación; a saber, zona turística 1
(ZT-1, referida al ubicado en los acantilados), zona turística 2 (ZT-2, referida al espacio
ubicado en el mirador), zona de recreación pública (ZRP), zona de servicios (ZS), zona
paisajística (ZP), accesos peatonales y accesos vehiculares. Con todo, en los últimos años
ocurrieron dos modificaciones en la zonificación: primero, en el 2007, mediante la Ordenanza
Nº 998, se eliminó la Zonificación Turística 1 y, segundo, en el 2010, mediante la Ordenanza
Nº 1414-MML, la Zona Turística 2 fue modificada a Zona Paisajística.
En relación al distrito de Magdalena, el PMCV indica que a este distrito le corresponden cinco
Zonas Turísticas tipo 1, dos Zonas Turísticas tipo 2, seis Zonas Recreativas, cinco grandes
Zonas de Servicios, dieciocho Zonas Paisajísticas, accesos peatonales aledaños a las zonas
recreativas, recreacionales y paisajísticas, y tres grandes accesos vehiculares, estos son, a través
de la Av. Salaverry, la Bajada Marbella y la Bajada Brasil.
Extraído de RESUMEN EJECUTIVO PLAN MAESTRO DE DESARROLLO DE LA COSTA VERDE
1995 - 2010
Por otro lado, con respecto al distrito de San Miguel, el Plan Maestro indica que en esta parte
del litoral se ubicarían nueve Zonas Turísticas en los acantilados, una Zona Turística, alrededor
de diecisiete Zonas de Recreación Pública, once Zonas de Servicios, una extendida Zona
Paisajística que continúa a la de Magdalena y termina en el límite con la jurisdicción del Callao,
específicamente en la Av. Virú.
Sin embargo, en la actualidad, luego de pasar más de 9 años de concluido el PMCV, en vez de
una zona comercial y de aglomeración se percibe en ambos sectores B de la CV espacios
públicos con poca densidad población y, además, de zonas vacías o áridas. En especial en
Magdalena se encuentra una la antigua Zona de Recreación Pública una extensa área árida con
una mínima intervención pública o privada, tal como se puede ver en las siguientes imágenes:
Al alejarnos del límite entre los distritos rumbo a San miguel, visualizamos que después de
DomosArt todo estaba concesionado para la construcción de la infraestructura de los
Panamericanos; sin embargo, eso significaba perder todo lo que antes fue un espacio para el
uso público. Además, nos percatamos de la presencia de geomallas a lo largo del acantilado de
toda la Costa Verde, las cuales fueron colocadas desde el 2010 con el objetivo de salvaguardar
la vida de los conductores y peatones en caso de posibles derrumbes o deslizamientos.
Respecto a los Accesos Peatonales, específicamente los ubicados al nivel del Circuito de Playas
entre el límite de ambos distritos, se encontró veredas deterioradas, espacios de sombra casi
inexistentes debido a que se instalaron superficies de madera con muchos orificios por donde
pasa el sol (problema que es recurrente en toda la Costa Verde), escasos tachos de basura a lo
largo del circuito y a una práctica inexistencia de servicios higiénicos.
En Magdalena del Mar, a diferencia del distrito de San Miguel, es posible apreciar más espacios
públicos con escasas áreas pero peor mantenidas y una ciclovía initerrumpida, aunque con
muchos baches. Además, presenta lozas deportivas de uso recreativo, un mini autodromo y una
estación de combustible.
Con todo esto, se puede indicar que tanto en San Miguel como en Magdalena no existen Zonas
Turística y Zonas Recreativa estipuladas inicialmente en el Plan Maestro. Si bien hay áreas
verdes, estas no presentan un buen estado de conservación, de manera más notoria en
Magdalena que en San Miguel. El flujo peatonal en los espacios públicos más cercano al mar
(sector B de la CV) de estos distritos son poco frecuentados. Mayormente, las personas
permanecen en los miradores (sector A de la CV) donde hay áreas verdes mejor tratadas,
espacios recreativos bien ubicados y fácil acceso como skateparks o juegos para niños, y más
espacios de sombras efectivos.
Luego de revisar el inicial intento frustrado de convertir el sector B de los distritos de San
Miguel y Magdalena del Mar en un conjunto de playas –el cual iba a concentrar una importante
inversión privada y se iba a convertir un punto de encuentro para turistas locales y extranjeros–
es debido cuestionarse si en la actualidad este sector en ambos distritos puede entenderse como
un espacio público. Para tal fin, se partirá de la definición de Takano y Tokeshi que sostienen
que “es aquel territorio de la ciudad donde cualquier persona tiene derecho a estar y circular
libremente (como un derecho); ya sean espacios abiertos como plazas, calles, parques, etc.; o
cerrados como bibliotecas públicas, mercados, etc.”(2007, p. 17). A partir de esta definición,
en tanto se considera espacio público a todas las áreas de la ciudad de acceso libre y uso de
servicios sin restricciones económicas o sociales, y observando la realidad de la CV, se puede
advertir un panorama bastante contrastante en ambos distritos. Lo que el PMCV planteaba
como un extenso espacio de uso público devino en la parcelación del espacio y privatización
de áreas antes destinadas al uso público.
Por un lado, en San Miguel, gran parte del espacio fue privatizado o concesionado. Prueba de
ello son DomosArt y la nueva infraestructura del los Juegos Panamericanos. Entonces, las
únicas áreas que permanecen como espacio público son las ciclovías, las veredas, los
estacionamientos colindantes a la pista y la plaza de la Familia, el cual sería el más importante.
DomosArt se encuentra situado en San Miguel cerca al límite de ambos distritos. Se estableció
en la CV a partir de un convenio con la Municipalidad de San Miguel, que les permite operar
en el período 2017-2020. Según su página web, su misión es “promover el entretenimiento
familiar, el desarrollo cultural, la educación, la innovación, la actividad económica en la ciudad
y en especial dar múltiples beneficios directos a los vecinos del distrito de San Miguel”
(DomosArt San Miguel, Sf). De esta manera, busca ser un espacio de recreación para los
ciudadanos que viven en sus inmediaciones y ser una alternativa al espacio público –dotado
con las condiciones necesarias y adecuadas– que no logró ser.
Se plantea que se busca “recuperar y colocar en valor los espacios públicos de forma
autosustentable con un moderno e innovador modelo de gestión” (DomosArt San Miguel, Sf).
Debido al estado de deterioro de la CV como espacio público y a su potencial, se invierte en
convertirlo en un lugar de encuentro con la implementación de diversas actividades para todos
los intereses de los consumidores. Así, se ha visibilizado más la CV para los ciudadanos y ha
permitido mejorar el espacio público más cercano como el Parque de la Familia, ha terminado
construyendo un microecosistema que contrasta con el resto del sector B de ambos distritos
por su peculiar diseño y su capacidad de atracción de un gran porcentaje de la población
flotante. De acuerdo a las entrevistas, gracias a la presencia de este emprendimiento, el uso de
la CV se ha hecho más agradable.
Por su parte, la construcción de una de las sedes de los Juegos Panamericanos como la
ampliación de las vías carrozables hacia el Callao promete dinamizar el área, pues congregaría
a más personas por la oferta de actividades. Es importante mencionar que despertó atención en
el trabajo de campo que uno de los trabajadores del proyecto DomosArt mencionara al ser
entrevistado que todo el terreno de la zona de la obra pertenecía a la misma persona que es
propietaria de dichos DomosArt, el inversionista chileno Pablo Correa. Sin embargo, esta
información no pudo ser corroborada. De cualquier manera, aún queda en cuestión si la nueva
infraestructura deportiva será de libre uso o requerirá de cierto tipo de membresía, como la
federación o pertenencia a algún club. En ambos posibles panoramas, el de ser propiedad de
una sola persona o de requerir de pagos, no se haría sino reducir más lo que fue pensado como
un espacio público. La presencia y circulación se limitaría y condicionaría al consumo.
Futura sede de los Juegos Panamericanos 2019. Fuente: Elaboración propia
Por otro lado, el panorama es muy distinto en el distrito de Magdalena del Mar, a pesar de tener
mayor número de espacios privatizados o concesionados que San Miguel. Estos, al ser de
menor tamaño, permiten que el espacio público todavía conforme gran parte de su sector B.
Entre los espacios privados identificados se enlistó al Centro de Convenciones Magda, la
Hacienda Magdalena, el grifo y estación de servicio Primax, el complejo Depor Plaza
Magdalena y, finalmente, el miniautódromo Apecar. Como espacio público, se hallaron
comprendidos el parque-helipuerto Mayor Nancy Flores Paucar, la zona árida que rodea el
frustrado proyecto de la Hacienda Magdalena y los boulevares adyacentes al mar y a la pista
principal.
Fuente: Google Maps 2019
En primer lugar, el Centro de Convenciones Magda, según su página web, cuenta con 10 mil
metros cuadrados que ofrece su espacio para eventos sociales, corporativos y deportivos
(Magda, Sf). A pesar de definirse como un espacio moderno, céntrico y accesible, luce como
un espacio descampado descuidado, lo cual dista de compararse con el microecosistema creado
por DomosArt y el Parque de la Familia, a los cuales está adyacente. Asimismo, su capacidad
de captación de públicos es escasa debido a la poca frecuencia de sus eventos. En el trabajo de
campo realizado y en otras visitas individuales se pudo constatar su esporádico funcionamiento.
Posee un extenso estacionamiento para reunir hasta 500 vehículos (Magda, Sf) aunque, los días
que no hay eventos es usado como campo informal para motociclistas y conductores de carros
que deseen hacer pruebas de manejo y acrobacias.
En tercer lugar, al contrario a los anteriores espacios privados de Magdalena, a los cuales los
ciudadanos les dieron otros usos informales, el grifo y centro de servicios Primax también atrae
a una significativa población flotante, ya sea por su diversidad de productos y servicios en
medio de un lugar que carece de estos o para recargar combustible. Proyecta un
aprovechamiento económico prolongado en el futuro pues se beneficia de la función como
corredor vial de la CV y de la concurrencia de usuarios a los locales colindantes.
Para ahora tratar los usos y apropiaciones del espacio público por parte de los ciudadanos, se
usará como guía la teoría de las dimensiones propuesta por Takano y Tokeshi (2007). Primero,
la dimensión física-territorial es el soporte material de todas las interacciones y usos que se
darán en el espacio. Según Takano y Tokeshi, corresponde a los materiales presentes que
configuran físicamente el espacio, los cuales poseen capacidad de adaptación (Takano y
Tokeshi, 2007, p.17). Es decir, las funciones que el Estado le da a un determinado espacio –
con un discurso y visión política implícitos– no son inamovibles, porque es el ciudadano el que
le da uso y a veces es él quien puede definir su funcionalidad a partir de sus necesidades.
Entre los elementos que se presentan en ambos distritos, se advierte una ciclovía, un conjunto
de caminos peatonalizados, varios estacionamientos y un parque con casi las mismas
características. Por un lado, como se mencionó, en San Miguel, solo existe un espacio público:
el Parque de la Familia. Este contiene una gran cantidad de bancas, áreas verdes y una pequeña
rotonda, aunque los espacios de sombra son mínimos. Asimismo, su centro se conecta
directamente con una puente peatonal que conecta con el sector A del distrito. Por otro lado, el
caso del parque-helipuerto Mayor Nancy Flores Paucar es muy similar al parque descrito,
aunque colinda con un grifo y un espacio árido. Se conecta también a un puente peatonal por
las veredas cercanas a los estacionamientos. Ambos responden a la concepción común de un
parque en Lima en que se privilegia su función ornamental y se distingue la ausencia de
alternativas para realizar más actividades.
Los diferentes actores han aprovechado de las áreas libres y áridas del sector B de la CV del
distrito de Magdalena a través su posesión de vehículos privados como las escuelas de choferes,
las cuales reciben desde tempranas horas a sus clientes; los colectivos de motociclistas que
realizan piruetas los fines de semana; y grupos de venezolanos, que se instalan a jugar baseball.
Estos actores resignificaron la CV, aprovechando lo poco que esta podía ofrecer para sus
necesidades. Pero ello no significa que este proceso no haya implicado tensiones y conflictos.
Según comentaba uno de los integrantes del colectivo de motociclistas:
“Venimos los fines de semana y practicamos ya que se acerca una competencia (…) A veces
nos quiere sacar la policía, pero normal. Dan vueltas, luego se van. Mira qué seguimos aquí”.
De está manera, podríamos decir que Magdalena a través de sus enormes espacios áridos y
vacíos que a simple vista se perciben como espacios residuales, en desuso y contraproducente
para el distrito. Permite al sector B de Magdalena explotar su dimensión política a diferencia
del distrito de San Miguel, el cual está casi completamente concesionado por los
Panamericanos.
En tercer lugar, la dimensión económica alude al uso del espacio público como espacio laboral
o de usufructo por actores con condiciones económicas bajas para recibir ingresos y
autosustentarse (Takano y Tokeshi, 2007, p.20). Al igual que muchos espacios públicos en
Lima, la CV también alberga a vendedores ambulantes. Ellos recorren toda la CV con sus
carretas vendiendo productos como cigarros, helados, bebidas hidratantes, dulces, etc. a los
corredores, ciclistas, vigilantes, trabajadores, etc. Para ello, realizan paradas en espacios
estratégicos como los parques o cerca a los actores privados. Asimismo, articulan mecanismos
para vender más mercancía como la fianza, porque son conscientes que la confianza que genera
con el consumidor le permitirá vender más en sus futuras visitas, además de fidelizarlos como
menciona un vendedor que entrevistamos.
“Bajo todos los días. Me recorreré la Costa Verde unas cinco veces (…) Ya conozco a las
personas. Usualmente son las mismas que bajan de arriba con su bicicleta o a correr; y
bueno, yo les vendo. A veces les fío porque sé que me volverán a comprar”.
Por sus características en medio de diversos locales privados y su conección directa con el
sector A, el Parque de la Familia ha permitido explotar dicha dimensión. Por ello, en este
espacio los ambulantes se reúnen por varias horas y en horarios de poca concurrencia se
desplazan en sus carretas por la ciclovía a otros distritos. En lugares de gran competencia, como
el cercano al centro de servicios, su presencia es menor.
Además, es posible divisar recolectores de plástico quienes usualmente son personas ancianas
que transitan a lo largo de la CV revisando los tachos de basura. Suelen realizar su actividad
en el transcurso de las mañanas. Además, son muy pocos quienes realizan esta actividad por lo
que pueden ser invisibles a los ojos visitantes o deportistas.
En cuarto lugar, la dimensión social, según Takano y Tokeshi, se sustenta en el anonimato que
brinda el espacio público, el cual, es la base de cualquier forma verdadera de integración social,
en el sentido que libera de justificar el origen, la condición social y establece como iguales el
uno con el otro (2007, p.19). En otras palabras, un espacio público debe ser un lugar donde
todos puedan acceder sin barreras raciales, económicas y culturales.
En ambos distritos, los actores que más aprovechan de esta dimensión son los residentes que
viven en los distritos ribereños. Ellos descienden por las escaleras o ciclovías para realizar
actividades al aire libre como ciclismo, atletismo, caminatas, patinaje, halterofilia, yoga, entre
otros. En estas actividades, comparten el espacio con visitantes y obreros de diversos orígenes.
La convivencia es, por lo general armoniosa, y mediada por los agentes estatales de orden,
agentes de serenazgo o policiales. Los fines de uso también median las interacciones porque,
al haber un fin propio, el respeto por los fines de otros para no ser interrumpido funciona como
garante de respeto, aunque propicia el individualismo y la desintegración, que se han podido
evidenciar. Una pareja de adultos mayores comenta al respecto.
“Vengo aquí ya más de 10 años y no veo que haya cambiado para bien este lugar; es más,
ahora se está derrumbando [señala al malecón afectado] (…) Seguimos viniendo porque, a
pesar de todo, escuchar el mar nos relaja y necesitamos estar en actividad [física]”.
“Uso esta ruta [referencia al sector B] porque es una manera de evitar todo el tráfico de la
ciudad. Me demoro aproximadamente 40 minutos de un extremo al otro a un buen ritmo”
Cuando se les preguntó sobre si continuarían usando el lugar, manifestaron que sí, aunque
preferirían que arreglaran la infraestructura mal ejecutados.
Testimonio de la pareja: “No sé quién fue el genio que hizo esto [señala a los techos de los
paraderos]. No da ni sombra ni te cubre de la lluvia.”.
Por el contrario, los ciudadanos que vienen de otros distritos descienden mayormente en carro
y otro vehículo en parejas o más para hacer uso de la infraestructura del sector B de la CV.
Mayormente, este espacio es usado por ellos como mirador y para conversar, aunque como ya
se mencionó algunos pocos le dan otro sentido al espacio como los colectivos de motociclistas
y los venezolanos que realizan partidas de baseball.
De esta manera, a pesar de que la población flotante que transita y se apropia del sector B de
la CV de ambos distritos sea poca no conlleva a que el abanico de usos sea homogéneo y rígido.
Por el contrario, la percepción de la CV como un espacio vacío lo convierte en un lienzo en
blanco donde los ciudadanos tienen la libertad de hacer uso del espacio a partir de sus
necesidades y gustos. Por ello, el sector B de Magdalena es idóneo para explota la dimensión
política a través de sus enormes espacios áridos. Por otro lado, el sector B de San Miguel resalta
por la dimensión económica, debido a que el parque de la Familia es una fuente de ingresos
relevante para las familias de los vendedores ambulantes.
De acuerdo a Lefebvre (1978), el derecho a la ciudad es una perspectiva política que propone
la producción de un nuevo hombre, el hombre urbano, el que impulsa un cambio radical en el
desarrollo histórico de las vivencias humanas, pues su vida habría de tornarse “obra,
apropiación, valor de uso [y no de cambio] sirviéndose de todos los medios de la ciencia, el
arte, la técnica, el dominio de la naturaleza material” (1978; p. 168) para con la ciudad, por el
hecho de que, hasta entonces, esta se habría convertido en una mercancía que no sirve sino a
intereses de acumulación de capital. Es decir, el hombre devendría protagonista de la ciudad
que ha construido como obrero, convirtiéndola en un espacio de encuentro para la práctica de
la vida colectiva. Para ello habrá de tomar consciencia de su “derecho a la vida urbana, a una
centralidad renovada, a los lugares de encuentros y cambios, a los ritmos de vida y empleos del
tiempo que permiten el uso pleno y entero de estos momentos y lugares” (Ibidem, p. 164); a
saber, la vida urbana como un reino de uso que involucra todos los derechos fundamentales
conglomerados. Esto se debe a que actualmente “la clase obrera [está] rechazada de los centros
hacia las periferias, desposeída de la ciudad, expropiada así de los mejores resultados de su
actividad” (Ibidem, p. 167).
Esta visión coincide en gran medida con lo que sucede en la CV, pues este espacio en gran
medida se ha convertido en un campo de usufructo de los actores privados. Aunque otorguen
un aparente beneficio a los espacios al “recuperarlos y ponerlos en valor”, el excedente del que
se apropian por la ocupación de este lugar es el motivo principal de su presencia. La agrupación
de interacciones, la intervención pública, genera una plusvalía que es tomada por ellos. Esta
afirmación se sostiene en que la infraestructura no deja de ser precaria y apenas se considera
importante la producción de espacios para el consumo inmediato. Es posible observar cómo,
por falta de una efectiva cimentación enrocada, lo que se formó como acumulación de
sedimentos y basura está siendo destruido por el creciente oleaje. A ello se adiciona, la carencia
de un adecuado mobiliario, el que por las condiciones del clima apenas ha soportado menos de
diez años de colocación. La prioridad del acondicionamiento no ha sido construir un espacio
público, sino simular uno. Y esta simulación ha sido aprovechada por los privados.
Sin embargo, lo que propone Lefebvre es criticado por no conducir a una iniciativa particular
sin antes cambiar el modelo económico de la sociedad capitalista. La relectura de Holston
(2009) del derecho a la ciudad como un cambio en el modo de ejercer la ciudadanía permite
acercar esta herramienta teórica al entorno limeño. Este explica que la clase obrera ha sido
relegada a la periferia urbana y política; sin embargo, pese a ello, desde aquellos márgenes
estos mismos actores han desarrollado lo que llama una ciudadanía insurgente, un modelo
nuevo de ser un ciudadano que se contrapone a los regímenes de desigualdad de los centros
urbanos que segregan. Desde la cotidianeidad en la vida marginal –que permite cierto espacio
de libertad y creación, y prioriza las propias necesidades– en aspectos como la construcción de
sus viviendas, el reclamo por servicios básicos, el aprendizaje de los procedimientos legales,
entre otros, y surge como una progresiva respuesta a un sistema colonial prexistente de
ciudadanía diferenciada que otorga los derechos inequitativamente basándose en diferencias
de educación, propiedad, raza, género y ocupación. Sintéticamente, para este autor, el derecho
a la ciudad consiste en el reclamo de una redistribución de los derechos a la ciudad centrándose
en las condiciones igualitarias de la vida diaria.
Esta perspectiva es más asequible en términos prácticos, pero no por ello sencilla de alcanzar.
Se plantea el diseño de políticas que acerquen a los ciudadanos a las herramientas necesarias
para influir en la toma de decisiones sobre el espacio y en brindar acceso a todos los sectores
que conforman a la sociedad para aprovechar los beneficios que vivir en una sociedad, en
teoría, otorga. En el caso de la CV, como se ha venido analizando, se observa un contexto que,
por el contrario, más bien se ha consolidado como una brecha de exclusión física como social.
La limitación de acceso a quienes posean transporte particular o a quienes posean las cualidades
físicas para atravesar los sinuosos puentes peatonales quiebran las posibilidades de una
significativa cantidad de habitantes de la ciudad. La cada vez mayor posesión de este espacio
por actores privados recrudece la situación. A pesar de que el sistema democrático de gobierno
es apto para este tipo de propuestas y de que en los últimos años los presupuestos participativos
municipales han ido instituyéndose más sólidamente, el condicionamiento impuesto por la
incapacidad estatal de administrar los espacios públicos y la ventaja de los privados en este
mismo aspecto han mermado en estos crecientes atributos de la ciudadanía.
El derecho a la ciudad, sea visto desde una perspectiva de cambio del modelo económico, de
una ciudadanía que se apropia de sus derechos o de un modelo más democrático, presenta
grandes retos para su realización. Sin embargo, nuevamente, la CV se presenta como el espacio
adecuado para la lucha por conseguir construir una nueva concepción de ciudad y abandonar
aquella visión que hasta ahora ha ido predominantemente en favor del sector privado, que se
ha asfixiado en las trabas de la gestión fragmentada y por ello ha descuidado las necesidades
de los ciudadanos, quienes componen y hacen posible la existencia de la ciudad como tal. Este
conflicto se desarrolla en torno a la toma y desarrollo de la CV como espacio público. Otro
aspecto clave en el desarrollo de este es el cambio de la concepción de la ciudadanía respecto
al modo de construir la ciudad; habrá de ser más consciente de su valor y de su capacidad de
cambio. Por ahora, el proceso se encuentra en una fase embrionaria.
5. Conclusión
En suma, la CV es, por sus características y por su formulación inicial, un espacio público en
tanto es un espacio de libre estancia y circulación, así como de socialización. La visión de
ciudad de la CV como espacio público se articula en el PMCV y en las obras ejecutadas por
las municipalidades de San Miguel y Magdalena del Mar en los dos últimos períodos de
gobierno como un lugar de uso paradójica y principalmente privado, y más aún ahora
impulsado por el desarrollo de los próximo Juegos Panamericanos. La integración entre
municipios y la MML es mayor y cada vez responde más a las indicaciones de la APCV, pero
ello no implica el alcance de este espacio a más sectores de la sociedad.
Se experimenta la falta y necesidad de un espacio público como tal y por ello los ciudadanos
han sabido ocupar el espacio a través de actividades deportivas y recreativas especialmente.
Sin embargo, esta ocupación no ha trascendido más allá que de usos fragmentados e
individuales. Además, la esperada integración de este espacio con el resto de la ciudad no ha
sido efectiva, pues, pese a la parcelación y privatización con miras a atraer una mayor cantidad
de población flotante, no hubo ningún beneficio visible para los espacios públicos contiguos
sino más bien el incrementeo del provecho de los actores privados.
Ha resaltado la capacidad de cada distrito para responder a distintas necesidades. Por un lado,
San Miguel, por su mayor presencia de actores privados, posee un público corporativo y de
clase media. Por otro lado, Magdalena, por su amplios espacios “baldíos”, se presta a ser usada
por los más diversos sectores. Pese a estos procesos de ocupación del espacio de la CV, el
derecho a la ciudad no ha sido discutido. Las grandes dificultades para priorizar a las personas
frente a las inversiones, la ausencia de organizaciones sociales que defiendan este espacio y la
falta de mecanismos democráticos de participación efectiva hacen que la preocupación por este
derecho esté solamente en su fase inicial.
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