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Poder,tecnología, y la fenomenología de las

convenciones: en torno a ser alérgica a las


cebollas*

Susan Leigh Star

Abstract

Por una parte, los estudios recientes en la sociología de la ciencia y la


tecnología se han preocupado por tratar el asunto de la heterogeneidad: el
de cómo elementos diferentes, y perspectivas diferentes, se juntan en la
creación de redes socio-técnicas. Al mismo tiempo, hay una preocupación
por entender la naturaleza de la estabilización de redes de gran escala, por
medios que incluyen procesos de estandarización. Este artículo examina
el modelo de la heterogeneidad postulado en el modelo actor-red de
Latour y Callon, en particular como un modelo gerencial o empresarial de
redes de actores. Explora modelos alternativos de heterogeneidad y
multivocidad, incluyendo yos divididos de cara a la violencia, y
marginalidad/membresía múltiple, como por ejemplo la experimentan las
mujeres de color. Las explicaciones alternativas se nutren de la teoría
feminista y del interaccionismo simbólico. Una teoría de la membresía
múltiple es desarrollada, la cual examina la interacción entre las
tecnologías que estandarizan y los seres humanos tanto en su capacidad
de miembros de múltiples mundos sociales, cuanto como ‘ciborgs’ –
humanos-con-máquinas.

Introducción

Hoy estaba leyendo acerca de Marie Curie:


debió saber que sufría de irradiación
su cuerpo había sido bombardeado por años por el elemento
que había purificado
Parece que negó hasta el final

*
Traducido por Daniel Becerra Restrepo. Publicado originalmente como: “Power,
technology and the phenomenology of conventions: on being allergic to onions”. En
John Law (ed) (1991) A sociology of monsters: essays on power, technology, and
domination. London: Routledge, pp. 26-56.

1
la fuente de las cataratas en sus ojos…
Murió siendo una mujer famosa negando
sus heridas
negando
Que sus heridas tuvieran la misma fuente que su poder
(Rich, 'Poder', 1978)

Creo que lo que estoy diciendo es que para mí, en la


Universidad y en la ciencia, la zona limítrofe entre iniciados
y ajenos es permeable. En la mayoría de casos yo no soy ni
lo uno ni lo otro. Casi siempre soy las dos cosas y puedo
usar ambas para desarrollar recursos materiales,
intelectuales, y políticos y para construir enclaves iniciados
dentro de los cuales puedo vivir, amar, trabajar, y ser tan
responsable como puedo ser. Así que, una vez más regreso
a la dinámica entre iniciados y ajenos y las fortalezas que
pueden ser obtenidas de su coexistencia simultánea y eso
me sorprende e interesa mucho. (Hubbard, e n Hubbard y
Randall 1988: 127)

¿No es peculiar que la cosa misma que está siendo


deconstruída – la creación – no plantee en su forma intacta
un imperativo moral sobre nosotros tan alto como el de los
otros [la guerra, la tortura] es bajo, que no se considera a la
acción de crear como, por ejemplo, atada a la justicia de la
misma forma que aquéllos otros eventos están atados a la
injusticia, que no se considere (al proceso mental, verbal, o
material de crear un mundo) tan central para la eliminación
del dolor como se considera que la destrucción del mundo
es central para ocasionarlo? (Scarry 1985: 22)

Este es un ensayo acerca del poder.


Contraste las siguientes tres imágenes de yos múltiples o
‘personalidades divididas’:
1. Un ejecutivo de una compañía revela diferentes caras. El
ejecutivo es un hombre de edad media, afable, educado, y
exitoso. Para un tour de la división de producción de la fábrica
se pone un casco duro y camina por la planta de producción
hablando la jerga de la gente que trabaja ahí. En una reunión de
la junta directiva, hace uso de metáforas y estadísticas, y ofrece
su visión del futuro de la compañía. Los fines de semana se
remanga la camisa y le raspa la pintura a muebles viejos, y juega
cariñosamente con sus hijos a quienes no ha visto en toda la
semana.
2
2. Un yo se divide al ser torturado. La joven adolescente está
sentada en el sofá del terapeuta, vestida como una prostituta se
vestiría, y actúa evasivamente. La semana pasada vestía la ropa
de una secretaria matronal, algo sombría, y se llamaba por otro
nombre. Su diagnóstico es desorden de personalidad múltiple.
La mayoría de casos de este desorden, que antes se pensaba poco
común, resultan de severos abusos sexuales, o de torturas
físicas.
3. Una lesbiana chicana escribe sobre su padre blanco. Las
palabras son dolorosas, vacilantes, puesto que están escritas
para una audiencia que encuentra su identidad en ser café, o
lesbiana, o feminista. Como en todos los movimientos
políticos, es más fácil buscar la pureza que la impureza.

Cher’ríe Moraga (1983) escribe sobre la traición que paradójicamente


lleva a la integración del yo, La Chingara, la mujer mexicana e india
que duerme con un hombre blanco, que traiciona a su gente y es
madre de su gente. ¿Cuál yo es el yo ‘real’ aquí?
El poderoso aforismo de Bruno Latour, ‘la ciencia es política por
otros medios’, acuñado en el contexto de su discusión de la empresa
creadora de imperios y de hechos de Pasteur, ha sido incorporado de
una forma u otra por la mayor parte de las investigaciones en la
nueva sociología de la ciencia (1987). La imagen central de Pasteur
es la de un ejecutivo con muchas caras: a los agricultores les trae
medicina, a los estadísticos una nueva forma de dar cuenta de sus
datos, a los trabajadores de la salud pública una teoría de las
enfermedades y la polución que los vincula con las investigaciones
médicas. Es director de escena, persona de relaciones públicas, y
planeador tras bambalinas. A través de una serie de traducciones
Pasteur logra ensamblar intereses muy heterogéneos en un mini-
imperio, y así, en palabras de Latour, ‘eleva el mundo’ (1983).
La multiplicidad de yos que Pasteur logra unificar es un ejercicio
de poder de gran importancia. Y a partir del trabajo de Latour, y de
otros que exploran temas afines, entendemos que el enrolamiento no
solo involucra a ejércitos de personas, sino también a la naturaleza
y a la tecnología. Las explicaciones y las exploraciones,
intéressement, se extienden al mundo no humano de los microbios,
las vacas, y las máquinas. Una nueva frontera de la investigación
sociológica se encuentra a través de las conexiones entre los
intereses tradicionales y políticos, y aquellos que usualmente son
ignorados por los análisis de ese tipo, los de la naturaleza y la
técnica.
La multiplicidad de las identidades o yos de Pasteur es crítica
para el tipo de poder de la red del cual él es una parte tan central.
3
Mas este solo es tipo de multiplicidad, y un tipo de poder, y un
tipo de red. Su poder reside, como Latour, Callon y otros que han
escrito sobre este tipo de poder en las redes mismas atestiguan,
en los procesos de delegación y disciplina (Callon 1986). Ésta
puede ser delegación a las máquinas, o a otros aliados – a
menudo humanos de mundos aliados dispuestos a unir su fuerza
a la del actor y atribuirle los frutos de su acción a él, a ella, o a
ellos. Y la disciplina consiste en convencer o forzar a aquellos
delegados a ceñirse a ciertos patrones de acción y representación.
Esto tiene consecuencias políticas importantes; como ha escrito
Fujimara:

Aunque puede que Callon y Latour estén en lo correcto


filosóficamente acerca de la naturaleza construida (quién
representa no humanos versus quién representa humanos),
las consecuencias de tal construcción son importantes …
Quiero examinar las prácticas, actividades, preocupaciones
y trayectorias de todos los diferentes participantes –
incluyendo a los no humanos – en el trabajo científico. A
diferencia de Latour, sigo sociológicamente interesado en
saber por qué algunas perspectivas humanas se imponen
sobre otras en la construcción de tecnologías y verdades, en
por qué y de qué manera algunos actores humanos se dejan
llevar por la voluntad de otros actores, y en por qué y de
qué manera algunos actores humanos se resisten a ser
enrolados….Quiero tomar partida, defender una posición.
(1991a: 17 de MS)

Los otros dos tipos de multiplicidad que menciono arriba


– personalidades múltiples y marginalidad – son un punto de
partida para los análisis interaccionistas y feministas del
poder y la tecnología. Nos hacemos múltiples por muchas
razones. Estas incluyen las múltiples personalidades que
emergen como respuesta a la violencia extrema y a la tortura,
y se extienden a la multiplicidad de participar en muchos
mundos sociales – a la experiencia de ser marginal. Por
experiencia y por afinidad, algunos de nosotros
comenzamos no con Pasteur, sino con el monstruo, el paria. 1

1Los monstruos son la personificación de aquello que es exilado del yo. Algunos
escritores feministas han argüido que los monstruos a menudo representan el
salvajismo que queda exilado de las mujeres bajo el dominio patriarcal, quizás el
yo lesbiano, y aparentemente que los pares dicotómicos como la Bella y la Bestia,
Godzilla y Fay Wray son en realidad intuiciones de un yo femenino saludable.
4
Nuestra multiplicidad no ha sido la personalidad múltiple
del ejecutivo, sino la del menor abusado, la del híbrido.
Nosotros hemos realizado el trabajo invisible de crear una
unidad de acción de cara a una multiplicidad de yos, además
de, y al mismo tiempo, que el trabajo invisible de prestarle
unidad al rostro del torturador o del ejecutivo. Usualmente
hemos sido delegados a, los disciplinados.2 Nuestros yos son
de esta manera yos monstruosos, impuros y ciborgs en dos
sentidos: primero por aunar yos divididos y segundo por ser
aquello que queda sin representar en los encuentros con la
tecnología. Esta experiencia es sobre la multivocidad y la
heterogeneidad, pero no solo acerca de eso. Somos de una
vez heterogéneos, divididos, múltiples – y al vivir en
mundos múltiples sin delegar, experimentamos un yo
unificado por medio de la acción, del trabajo, y por los
retazos de una biografía colectiva (ver Fujimura 1991a y
Strauss 1969 para algunas discusiones sobre este último
punto).
Obtenemos acceso a estos yos de diferentes maneras:
1. rechazando aquellas imágenes del ejecutivo en la red que
omiten el trabajo que es delegado. Es decir que en el caso de
Pasteur o de cualquier ejecutivo, gran parte del trabajo que es
atribuido a la figura central, borrando el trabajo de secretarios,
esposas, asistentes de laboratorio, y toda clase de asociados.
Cuando se recupera este trabajo invisible (Star 1991; Shapin
1989; Daniels 1988), se descubre una red muy diferente;

2. evitando desechar alguno de nuestros yos en un sentido


ontológico – negándonos a ‘pasar’ o a volvernos puros, y esto
a su vez significa,
3. reconocer la primacía de la membresía múltiple en muchos
mundos a la vez de cada actor en la red. Esta marginalidad
múltiple no solo es una fuente de monstruosidad e impureza, sino
también de un poder que a la vez se resiste la violencia y abarca
la heterogeneidad. En su versión más ponderosa, esta Resistencia
es colectiva, basada sobre la premisa de que lo personal es
político.
Todas estas formas de obtener acceso implican escuchar, y no
hablar a nombre de. A menudo esto significa negarse a la

2 Hay muchos cursos para gerentes cuya especialidad es enseñarle a ejecutivos


cómo delegarle cosas a sus secretarios y a otros que están por debajo de ellos en la
jerarquía formal. Tradicionalmente, por supuesto, y todavía en la mayoría de los
casos, esta delegación es masculina-a-femenina.
5
traducción – permaneciendo incómodos pero conformes con
aquello que es salvaje para nosotros.

El trasfondo en los estudios de la ciencia

Un gran número de conversaciones recientes en la sociología de


la tecnología giran en torno a la naturaleza de la relación entre la
gente y las máquinas, lo humano y lo no humano (ver p o r
e j e m p l o Latour 1988; Callon 1986). Algunas se centran
sobre el lugar de la división entre ellos: ¿dónde debería
ubicarse? Hay una fiera batalla, por poner un caso, entre
algunos sociólogos de la ciencia británicos y franceses
precisamente sobre esta pregunta. Los sociólogos
británicos involucrados sostienen que hay, y debería
haber, una línea divisoria moral entre la gente y las
máquinas, y que los esfuerzos por subvertirla son
deshumanizantes. Nos traen devuelta a un realismo
primitivo como el que existía antes de los estudios de l a
ciencia. Los franceses, por su parte, están en contra de las
‘grandes divisiones’, y buscan un aplanamiento heurístico
de las diferencias entre la gente y las máquinas con miras
a entender mejor la manera en que funcionan juntas. A
menudo rompen las barreras convencionales. Una tercera
corriente, a la que llamaré de manera general feminismo
americano, sostiene que las personas y las máquinas son
coextensivas, pero en un espacio densamente estratificado,
y que las voces que sufren los abusos del poder tecnológico
son las más poderosas analíticamente. Una cuarta
corriente, la fenomenología o etnometodología europea y
americana, sostiene que la tecnología es una ocasión para
entender la manera en que el entendimiento mismo – el
orden social, el significado, las rutinas – se constituye y
reconstituye dinámicamente, y que, por lo tanto, el análisis
reflexivo de la tecnología es fundamental. (Varios de estos
ensayos figuran en Pickering 1991.)
En medio de estas conversaciones me he encontrado
preguntándome, ‘¿qué es la tecnología?’ o, algunas veces, ‘¿qué
es un ser humano?’ Como resultado de las discusiones que he
mencionado arriba, caminamos por un paisaje muy interesante
por estos días en los estudios de la ciencia y la tecnología.

Hay ciborgs, puertas cuasi-animadas, bicicletas y computadores,


‘conversaciones’ con animales y objetos, discursos que suenan
6
bastante ecológicos y Verdes, por no decir completamente paganos,
acerca del continuum de la vida y el conocimiento; discursos que le
abren la puerta a temas como la subjetividad, la reflexividad, la
multivocidad, y a las formas no racionales de conocer. En el campo
de la legislación, las cosas están igual de animadas. Por un lado, los
críticos de la tecnología (Kling, Dreyfus) son rotulados de ludistas y
atacados sin compasión por quienes desarrollan tecnología de punta.
Por el otro lado, los defensores utópicos de los nuevos sistemas
divisan la paz mundial a través de la tecnología de la información, los
mapas genéticos, o las simulaciones en el ciberespacio. Un tercer
bando invoca visiones de desastres tecno-ecológicos, accidentes fuera
de control, de un mundo de trabajo cada vez más alienado en el cual
los computadores son los sirvientes de una clase gerencial. Al mismo
tiempo, hay personas de todos lados de la contienda que están
haciendo borrosas las líneas entre géneros (ficción y ciencia, por
ejemplo), disciplinas, y otras fronteras familiares.
Los sociólogos de la ciencia han ayudado3 a crear este paisaje a
través de los constantes desafíos heréticos a la vaca sagrada más
grande de nuestro tiempo: el que la veracidad de la ciencia esté dada
por la naturaleza, y que la inevitabilidad de los hallazgos científicos
sean sus voces monolíticas. Incluso al criticar agudamente a la
ciencia por sesgos de género, raza o militarismo, los críticos de la
ciencia nunca se habían aventurado lejos en este territorio. Aunque a
menudo de forma implícita, el mensaje inicial de las críticas de la
ciencia era que la ciencia hecha correctamente no sería sesgada. El
mensaje de la sociología de la ciencia ha sido consistentemente que
la parte de ‘hacer correctamente’ es un terreno disputado. Hay
algunas personas que se preguntan si hacer ciencia en absoluto puede
constituir una manera correcta de proceder, y si no más bien esa
empresa está necesariamente condenada, aunque son relativamente
escasas: Restivo (1988) y Merchant (1980) están entre ellos.
Hay grandes desacuerdos en los estudios de la ciencia sobre la
naturaleza de la política por otros medios en la ciencia, tanto
descriptivamente como prescriptivamente. Estamos
reconociendo que al hablar de las instituciones centrales
modernas de la ciencia y la tecnología, estamos hablando del
orden moral y político (ver Clarke 1990a). ¿Pero tenemos un
análisis fundamentalmente nuevo de ese orden (o de esos
órdenes)? ¿Son diferentes la ciencia y la tecnología? ¿O solo son
objetos nuevos e interesantes para la ciencia social?

3 Junto con los teóricos anti-racistas, los escritores del tercer mundo sobre el
descentramiento, los deconstructivistas, los teóricos literarios, los activistas y
teóricos feministas, y los antropólogos críticos, entre otros.
7
Dado que la mayoría de nosotros no estamos interesados en
meramente añadir una variable a un análisis ya existente, la
mayoría de sociólogos de la ciencia sostendrían que sí hay algo
único acerca de la ciencia y la tecnología (pero ver Woolgar 1991
para encontrar una crítica de esta noción en el reciente ‘giro hacia
la tecnología’ de los estudios de la ciencia). Entre estos están
incluidas las ideas de que:

- la ciencia es el fenómeno más naturalizado, y ayuda a formar


nuestros supuestos más profundos acerca de aquello que puede darse
por sentado;
- la tecnología congela las inscripciones, el conocimiento, la
información, las alianzas y las acciones dentro de cajas negras, en las
que se vuelven invisibles, transportables, y poderosas de formas que
todavía desconocemos como parte de redes socio-técnicas;
- el enfoque principal de las ciencias sociales hasta aquí han sido
los seres humanos, ignorando así la presencia poderosa, los efectos,
y el valor heurístico de las tecnologías en la resolución de problemas
y en el orden moral;
- la ciencia como ideología legitima muchas otras actividades en
un sentido meta, convirtiéndose en una autoridad integrada compleja
para la racionalización, el sexismo, el racismo, la competitividad
económica, la clasificación y la cuantificación;
- la tecnología es un tipo de pegamento social, un repositorio para
la memoria, la comunicación, la inscripción, los actantes, y tiene, por
lo tanto, una posición importante en la malla de acciones que
constituyen el orden social.
También hay un sentido persistente en los estudios de la ciencia en
el que la tecnología en particular es una tierra desconocida para los
científicos sociales, quizás a raíz del mito de las ‘dos culturas’: la de
quienes trabajan con las máquinas y la de quienes estudian y trabajan
con personas.

El poder en los problemas actuales de la sociología de la tecnología

La sensación de que este es un territorio nuevo, con un conjunto de


problemas único ha motivado numerosas reconstrucciones históricas,
en las cuales la participación de los científicos, las tecnologías, y
artefactos e instrumentos variados han hecho parte de la narrativa.
Muchos sociólogos de la ciencia afirman que al dar cuenta de estos
nuevos actores es posible ofrecer un análisis más complete de la
acción. Se hace énfasis sobre ‘la política por otros medios’ al examinar
cómo tácticas de poder tradicionales, como el espíritu emprendedor o
8
el reclutamiento, son apoyadas por nuevas actividades, como la
construcción de cajas negras, o la traducción de los términos de un
problema del lenguaje científico a algún otro lenguaje o conjunto de
preocupaciones.
En los términos de Latour y Callon, este último es el poder del
intéressement – el proceso de traducir las imágenes y preocupaciones
de un mundo a las de otro, y de acto seguido disciplinar o mantener
esa traducción para estabilizar una red ponderosa. Las redes incluyen
a personas, al ambiente construido, a animales y plantas, signos y
símbolos, inscripciones, y todo tipo de otras cosas. Ellas evitan
deliberadamente divisiones como la de humano/no humano y la de
tecnología/sociedad.
Otro discurso acerca de ‘la política por otros medios’ tiene que
ver con los grupos que han sido desposeídos tradicionalmente u
oprimidos de alguna forma: las minorías étnicas, las mujeres de todos
los colores, los viejos, los discapacitados, los pobres. Aquí el discurso
se ha tratado tradicionalmente sobre el acceso a la tecnología, o los
efectos de la tecnología (a menudo diferencial) sobre un grupo
particular. Algunos ejemplos incluyen el diseño sexista y el impacto
de las tecnologías reproductivas; la carencia de acceso a las
tecnologías avanzadas de la información por los pobres, que
profundiza aún más las diferencias de clase; las prácticas sexistas y
racistas de las compañías productoras de chips de computador; y los
problemas de pérdida de habilidades y automatización relacionados
con el trabajo.
Algunos escritores en el área de los estudios de la ciencia han
comenzado a juntar estas dos preocupaciones, aunque otros han
empezado a separarlos en una batalla acrimoniosa (ver por ejemplo
Scott 1991). Desde un punto de vista, las discusiones sobre el racismo
y el sexismo hacen uso de conceptos reificados para manipular la vieja
teoría social sin buenos resultados excepto la culpa y el aburrimiento.
Desde otro, el orden político descrito por la teoría actor red, o en las
descripciones de la creación de los hechos científicos, describen un
orden que es belicoso, competitivo, y sesgado hacia el punto de vista
de los triunfadores (o de los gerentes). Aun así, ambos señalan la
importancia de abrir las cajas negras de la ciencia y la tecnología, de
examinar el trabajo que hasta ahora era invisible, y, especialmente, de
intentar representar más de un punto de vista dentro de una red.
Sabemos cómo discutir el proceso de traducción desde el punto de
vista del científico, pero mucho menos cómo hacerlo desde el punto
de vista del asistente de laboratorio, y aún menos desde el del aseador
del laboratorio, así estemos de acuerdo en que todos los puntos de vista
son importantes. Existe la sospecha desde un lado de que tales
omisiones no son accidentales; desde el otro, se piensa que reflejan la
9
idoneidad del material disponible, aunque no son en principio barreras
analíticas.
El propósito de este ensayo es intentar proporcionar algunas
herramientas que puedan ser útiles para varios de estos discursos, y
quizás también mostrar algunas de las formas en que la tecnología
re-ilumina algunos de los problemas más antiguos de las ciencias
sociales. Estos son 1) el problema de los estándares, y su relación
con el trabajo invisible; y 2) el problema de la identidad y su
relación con la marginalidad.
Hay muchos desafíos asociados con adoptar la postura de que cada
perspectiva es importante en una red de análisis. Uno es simplemente
el de encontrar los recursos para trabajar más sobre las perspectivas
que tradicionalmente han sido sub-representadas (ver por ejemplo
Shapin 1989; Star 1991; Clarke y Fujimura por publicarse).

Otro es el de emplear la multiplicidad como el punto de partida para


todos los análisis, en vez de agregarle perspectivas a un modelo
esencialmente monolítico. Otro más es metodológico: ¿cómo modelar
(ni siquiera pensar en traducir o intentar encontrar un lenguaje
universal para) las profundas heterogeneidades que ocurren en
cualquier yuxtaposición, en cualquier red? (Star y Griesemer 1989;
Star 1988; Callon 1986, 1990). Este problema metodológico es un
problema de punta en muchas disciplinas, que cuentan entre
sus miembros a los estudios de la ciencia, pero también a los
estudios de la organización, la ciencia de la computación
(sobre todo la inteligencia artificial distribuida y las bases de
datos federadas), y la teoría literaria.
Este ensayo se centra en el Segundo punto: cómo convertir a la
multiplicidad en primaria para algunas de las preocupaciones respecto
del poder que surgen ahora en los estudios de la ciencia. El siguiente
ejemplo ilustra algunos aspectos comunes de los problemas de
estándares y del trabajo invisible.

Sobre ser alérgica a las cebollas

Soy alérgica a las cebollas crudas o que solo han sido parcialmente
cocinadas. Cuando como siquiera una pequeña cantidad sufro de
dolor de estómago y nausea por horas. En el gran esquema de las
cosas, esta es una discapacidad muy pequeña. Sin embargo, y
precisamente porque es tan menor y al mismo tiempo tan ubicua en
mi vida, es un buen vehículo para entender algunos de los pequeños
costos distribuidos y gastos generales asociados a las maneras en que
los individuos, las organizaciones y las tecnologías interactúan.
10
El caso de McDonald’s

La participación en los rituales de McDonald’s involucra la


subordinación temporal de las diferencias individuales que
existen en una colectividad social y cultural. Al comer en
McDonald’s, no solo expresamos que estamos hambrientos,
que nos gustan las hamburguesas, y que tenemos gustos poco
costosos, sino también que estamos dispuestos a adherirnos a
un sistema de valores y a una serie de comportamientos
dictaminados por una entidad externa. En una tierra de gran
diversidad étnica, social, económica, y religiosa, proclamamos
compartir algo con millones de otros americanos. (Kottak
1978: 82)

Una tarde hace algunos años iba muy tarde para una reunión.
Observando que había un puesto de hamburguesas de McDonald’s
cerca del sitio de la reunión, entré a las carreras y pedí una
hamburguesa, solo recordando al último momento agregar, ‘sin
cebolla’. (No había comido en McDonald’s después de desarrollar la
alergia a la cebolla.) Cuarenta y cinco minutos más tarde salí con mí
pedido, mientras que a mí alrededor a otras personas les estaban
sirviendo a toda velocidad. Desesperadamente tarde y echando humo
no pensé acerca de la situación, solo me sentí molesta. Algunos meses
más tarde, estaba también con un grupo, y decidimos detenernos y
pedir hamburguesas en otro McDonald’s. Ya me había olvidado de
mi última experiencia allí. Todos ordenaron diferentes
combinaciones de cosas, y cuando llegó mi turno, repetí como de
costumbre ‘una hamburguesa sin cebolla’. Una vez más, media hora
después, todos mis compañeros ya habían terminado de almorzar, y
la mía solo me la entregaba hasta ahora un empleado disculpándose.
Esta vez la situación se me esclareció.
‘Oh.’ me dije a mí misma, ‘ya lo entiendo. Simplemente son
incapaces de lidiar con algo fuera de lo común.’ Y por supuesto, ese
era el caso. La siguiente vez que fui a un restaurante de comida
rápida, pedí al mismo tiempo que todos los demás, omití el anexo
sobre las cebollas, cogí un cuchillo plástico adicional del mostrador,
y le raspé las cebollas. Esto hizo el proceso mucho más expedito.

La curiosa solidez de la incredulidad de los meseros

Viajo mucho. También como mucho en restaurantes. Puedo afirmar


11
con alguna certeza que uno de los fenómenos más robustos, a través
de diferentes culturas, clases, y países, que he encontrado es la
curiosa reticencia de los meseros para creer que soy alérgica a las
cebollas. A menos de que vaya al extremo de afirmar con firmeza que
‘no quiero una cebolla sobre el plato, cerca al plato, en el plato, o
siquiera revoloteando alrededor de la comida’, recibiré una cebolla
cuando no he pedido ninguna (aproximadamente 4 veces de cada 5),
en restaurantes de todos los tipos, y de todos los niveles de calidad,
en todo el mundo.

El costo de la vigilancia

En mi caso, cargo con todo el costo de la vigilancia de las cebollas


(aunque algunas veces lo comparto con un compañero de mesa, o un
anfitrión atento).
A diferencia de las personas bajo dietas libres de sal, kosher, o
vegetarianas, no hay una atención al consumidor reconocida para
gente alérgica a las cebollas. A menudo paso la mitad de la cena
escarbando la comida y retirando pequeños fragmentos o
examinando el plato – un estado de cosas que sería penoso si no
estuviera ya tan acostumbrada a hacerlo.
Espero que cualquier persona con un desorden invisible, poco
común, o estigmatizado se pueda reconocer en estas anécdotas. Sin
duda que si la mitad de la población fuera alérgica a las cebollas, se
habría desarrollado algún proceso institucionalizado para señalar,
hacer opcional, o eliminarlas de los lugares públicos en los que la
gente come. Como son las cosas, por supuesto, tales medidas serían
absurdas. Sin embargo, la presencia visible de pacientes de infartos,
ancianos, vegetarianos, judíos ortodoxos, etc., ha llevado a que
muchos restaurantes, aerolíneas, y otras instituciones que sirven
comida regulen, rotulen, y sirvan comida acorde con las necesidades
de estos sectores importantes del público.
Cuando un artefacto o un evento pasa de ser visto como neutral
y se convierte en un objeto marcado – ya tome este cambio la
forma de una lenta transición del Mercado o de uno más fuerte
como es el caso de la arquitectura libre de barreras para quienes
andan en sillas de ruedas o acompañar las noticias de la noche con
una versión para sordos – la naturaleza de los encuentros humanos
con las tecnologías involucradas ahí puede cambiar. Esta es una
forma en que puede asociarse la política con la tecnología y las
redes tecnológicas. Estas son políticas que terminan llevando un
rótulo: ‘acceso para discapacitados’, ‘tecnologías reproductivas’,
‘educación especial’, o incluso ‘diseño centrado en los

12
participantes’.
Pero los signos que portan los rótulos son engañosos. Hacen
parecer como si la cuestión de la tecnología fuera una cuestión de
expandir la búsqueda exhaustiva de ‘necesidades especiales’ hasta
que todas hayan sido personalizadas; la quimera de la flexibilidad
infinita, sobre todo en la tecnologías del saber, es poderosa.
Hay dos maneras en que esta ilusión puede ser peligrosa. La
primera se produce en el caso de cosas como las cebollas: siempre
hay desadaptados entre los sistemas tecnológicos estandarizados o
convencionales y las necesidades de los individuos (Starr 1990
discute esto al respecto del alto desarrollo tecnológico). En el caso de
McDonald’s, una franquicia altamente estandarizada, solo se
producen cambios cuando aparecen nichos del mercado o grupos de
consumidores suficientemente grandes como para afectar las vastas
economías de escala practicadas por la compañía. Así, cuando las
personas que están a dieta y los californianos llegan a tener una
participación en el mercado suficiente como para hacer una
diferencia, aparecen bares de ensaladas en McDonald’s; platos sin
cebollas resultan mucho menos factibles. Incluso en lugares que
carecen de tecnologías de producción altamente estandarizadas (en
la mayoría de restaurantes, por ejemplo), puede darse un fenómeno
similar en el caso de actividades altamente convencionalizadas – así
pues, los chefs y los meseros le agregan cebollas automáticamente a
los platos, dado que la mayoría de personas se las comen. Es más
fácil negociar individualmente con productores no-estandarizados,
pero no es algo garantizado. La atracción de la flexibilidad se torna
peligrosa cuando se realizan afirmaciones de universalidad respecto
de cualquier fenómeno. McDonald’s parece ser un restaurante de
cadena ordinario, universal, y ubicuo. A menos de que usted sea:
vegetariano, esté en una dieta libre de sal, coma kosher, coma
comidas orgánicas, tenga diverticulosis (para quienes las semillas de
ajonjolí en las tapas de las hamburguesas pueden ser peligrosas para
su digestión), confinado al hogar, demasiado pobre para comer – o
alérgico a las cebollas.

La segunda ilusión sobre la flexibilidad perfecta es un poco más


abstracta, y no tiene tanto que ver con ser excluido de una forma
estandarizada, sino con las formas en que la membresía en múltiples
mundos sociales puede interactuar con las formas estándar.
Digamos, por mor del argumento, que McDonald’s desarrolla una
tecnología que incluye opciones vegetarianas, vuelve opcional la sal,
tiene una cocina kosher adjunta a cada franquicia, opera sus propias
granjas orgánicas para obtener sus suministros, incluye un programa
de comidas para personas que no pueden salir de sus casas y ofrece
13
almuerzos gratis para los pobres, y toda clase de opciones modulares
respecto de los condimentos que se pueden añadir o sustraer. Pero
esa mañana, me uní a la Liga para la protección de pequeñas
empresas familiares, e, inmune a sus lisonjas, camino por la calle y
eludo todo su esfuerzo. He añadido un yo ante el cual ellos son
ciegos, y esto afecta mi interacción con ellos.
Tenemos algunas opciones en la sociología de la tecnología
respecto de cómo conceptualizar estos fenómenos, que son
claramente ejemplares de diversas formas de cambio tecnológico.
Primero tenemos que elegir qué va a ser explicado. Es verdad que
hay McDonald’s en un número increíble de sitios; son incluso más
exitosos que Pasteur en la política por otros medios, si la extensión
y la presencia visible son buenas medidas. ¿Es ese el fenómeno a ser
explicado – el enrolamiento e intéressement de patrones de comer,
el mercadeo de franquicia, las políticas de mano de obra, la
estandarización y su economía? También es cierto que McDonald’s
filtra a un número de posibles clientes en el acto de estandarizar su
imperio, como hemos discutido. ¿Debería ser ese el fenómeno a
examinar – la experiencia de ser un no-usuario de McDonald’s, un
insumiso de McDonald’s o incluso un rechazado? En las palabras de
John Law, sociólogo de la tecnología y de McDonald’s:

En particular, la operación de mercadeo de McDonald’s sondea a sus


consumidores con el fin de obtener su reacción a la calidad de su
experiencia en el restaurant basado en varios criterios: la
conveniencia, el valor, la calidad, la limpieza y el servicio… estos
criterios no son de ninguna manera ‘naturales’o inevitables. Más
bien, deben ser vistos como constructos culturales. La idea de que la
comida debe ser rápida, barata, o conveniente sería una cosa
execrable para, por ejemplo, algunos sectores de la clase media
francesa… Las razones para comer en McDonald’s podría ser
también razones para no comer ahí en otra cultura. (1984: 184)
Aquí se presentan dos tipos de fenómenos, y ambos eluden otro
aspecto de una transformación del tipo que ha sido capturado muy
bien por los semióticos en las discusiones de las metáforas
rizomáticas, o aquello que yace fuera tanto de las categorías
marcadas como de las no marcadas, las cuales se resisten a un
análisis desde dentro o desde fuera. En este caso, esto significa vivir
con el hecho de McDonald’s sin importar qué lugar se ocupe en la
escala de participación, pues uno vive en un ambiente con su
presencia, en una ciudad alterada por ella, o en el campo, donde, al
menos, uno maneja y ve su rojo con dorado entre el verde de los
árboles, oye sus avisos en la radio, o tiene hijos que pueden tararear

14
su canción publicitaria.
El poder del análisis feminista es consiste en su capacidad de
moverse de la experiencia de ser un no-usuario, un desadaptado o
un rechazado, al análisis de hecho de McDonald’s (y, por
extensión, de otras tecnologías) – e implícitamente al hecho de
que ‘podría haber sido de otra manera’ 4 – no hay nada necesario o
inevitable acerca de la presencia de tales franquicias. Podemos
traerle el ojo de un extraño a tales experiencias. De manera
similar, el poder de la teoría actor red es su capacidad de moverse
de la experiencia de construir el imperio de McDonald’s (y, por
extensión, de otras tecnologías) y de la gran cantidad de
enrolamiento, traducción, e intéressement involucrados – al hecho
de que ‘podría haber sido de otra manera’ – no hay nada necesario
o inevitable acerca de tal ciencia o tecnología, todas las
construcciones son históricamente contingentes, sin importar qué
tan estabilizadas.
Una forma poderosa de unir estos dos enfoques es conectando el
punto de partida del ‘no-usuario’ con el modelo de la traducción,
volviendo al punto de vista de aquello que no puede ser traducido: lo
monstruoso, el Otro, lo salvaje. Volviendo otra vez a la observación
de John Law sobre la forma en que McDonald’s enrola a sus clientes:
Crea clases de consumidores, teoriza que tienen ciertos intereses, los
cuales cultiva o modifica ligeramente con el fin de enlistar miembros de
ese grupo por unos minutos cada día o cada semana. Hace esto, grupo por
grupo, e interés por interés, de formas muy particulares…Se induce a la
acción no por el poder abstracto de las palabras e imágenes en las
propagandas, sino por la manera en que estas palabras e imágenes son
puestas en práctica por la corporación, y son interpretadas a la luz de los
(presuntos) intereses de los oyentes. Las propagandas y el enrolamiento
funcionan si la teoría de los intereses (prácticos) de quien las realiza es
practicable. (1984: 189)

Él termina discutiendo las maneras en que McDonald’s comparte


soberanía con otras empresas que buscan ordenar las vidas, y
sobre los principios coexistentes de orden que de hecho
estratifican la vida humana.
Pero no dejemos que nuestro punto de partida sea el que
McDonald’s estratifica, ni el alcance breve temporalmente pero
extenso geográficamente del que goza y que comparte con otras
instituciones, ni los nichos del mercado que (¿todavía?) no
ocupa. Dejemos que sea el trabajo de raspar cebollas, el yo que
acaba de unirse al grupo para la preservación de las pequeñas

4 Una máxima metodológica de Everett Hughes (1970).


15
empresas, el que todavía no ha sido rotulado. Este no es un
grupo de marginados que pueda en algún momento ‘convertirse
en un blanco’; no es la categoría residual que no ha sido abarcada
por las taxonomías de mercadeo actuales. Más bien, es aquello
que permanentemente se escapa, que subvierte, y que sin
embargo entabla una relación con lo estandarizado. No es el
inconformismo, sino la heterogeneidad. En las palabras de
Donna Haraway, es el yo ciborg:

El ciborg está plenamente comprometido con la parcialidad,


la ironía, la intimidad, y la perversidad. Es oposicional,
utópico, y completamente carente de inocencia. Ya no
estructurado por la polaridad de lo público y lo privado, el
ciborg define una polis tecnológica basada en parte sobre
una revolución de las relaciones sociales en el oikos, en el
hogar. La naturaleza y la cultura son refundidas; la una no
puede ser ya un recurso para la apropiación o incorporación
por la otra. (1991: 151)

En un sentido, un ciborg es la relación entre las tecnologías


estandarizadas y la experiencia local; aquello que aunque está
entre la categorías, también mantiene su relación con ellas.

Estándares/convenciones y su relación con el trabajo invisible:


‘externalidades’ heterogéneas

Hablar a nombre de otros es primero silenciar a aquellos en cuyo


nombre hablamos. (Callon 1986: 216)
Un problema en la teoría de las redes es el de intentar entender cómo
las redes pueden estabilizarse a lo largo de un largo período de
tiempo. Michel Callon se ha enfrentado a este problema en su ensayo.
‘Redes tecno-económicas e irreversibilidad’ (1991). Hay algunos
cambios que ocurren en las grandes redes que son irreversibles, sin
importar su estatus ontológico. La elección inicial del rojo como el
color de los semáforos que significa ‘parar’, por ejemplo, es una
convención bien difundida que sería funcionalmente imposible de
cambiar, aunque fuera inicialmente arbitraria. El nivel de inversión
en su difusión, las conexiones con otras redes y sistemas de símbolos,
y el simple grado de interpenetración de ‘rojo como parar’ lo vuelve
irreversible. Estamos rodeados por estas redes: de teléfonos,
conexiones de computador, sistemas de vías, metros, el correo, y toda
clase de dispositivos burocráticos integrados de contabilidad.

16
La irreversibilidad es claramente importante para un análisis del
poder y de la robusteza de las redes en los estudios de la ciencia. Un
hecho nace en un laboratorio, es despojado de su contingencia y del
proceso de su producción para aparecer en su facticidad como la
Verdad. Algunas Verdades y tecnologías, unidas en redes de
traducción, se convierten en características muy estables de nuestro
entorno, dando forma a las acciones e inhibiendo ciertos tipos de
cambio. Económicamente, aquellos que inviertan con los ganadores
en este proceso de estabilización pueden llegar a cosechar grandes
ganancias como instauradores de estándares. Luego, otros adoptan
las tecnologías estandarizadas con el fin de aprovecharse de las
estructuras que ya han sido establecidas, y beneficiarse de estas
externalidades de las redes. Tal y como los habitantes de una ciudad
se benefician de las continuas externalidades positivas de los teatros,
los sistemas de transporte, y la densidad de tiendas, los habitantes de
las redes se benefician de las externalidades de la estructura, la
densidad de las poblaciones de comunicación, y el mantenimiento ya
establecido. Cualquier red en crecimiento evidencia esto, como la
comunidad de usuarios del correo electrónico en la academia. Uno
puede ahora conectarse y comunicarse de forma (más o menos)
confinable con sus amigos, beneficiándose de una externalidad de red
que no existía hace tan solo algunos años.
Entender cómo, y cuándo, y si uno puede beneficiarse de las
externalidades de red es un arte esencialmente sociológico: ¿cómo
puede el individuo unirse al conglomerado, y para el beneficio de
quién?
Una vez que una disposición se hace estándar en una comunidad,
crear estándares alternativos puede ser costoso o imposible, a
menos de que se desarrolle una comunidad alternativa por alguna
razón. Algunas veces el gasto es posible y justificado, y puede llevar
al desarrollo de otra comunidad, como en el análisis de Becker de
los artistas disidentes (1982).
Becker plantea la pregunta de la conexión entre el trabajo, las
comunidades y las convenciones en la generación de una
estética y unas corrientes de pensamiento. Comienza con una
serie de preguntas pragmáticas simples: ¿por qué duran dos
horas los conciertos? ¿Por qué son las pinturas del tamaño que
(usualmente) son? Al examinar los mundos que se intersectan
en la creación de una obra de arte, y valorando cada uno en su
análisis, él consigue restaurar algunos de los aspectos que
normalmente permanecen escondidos de las externalidades de
red. Hay contingencias involucradas en la prescripción de
horarios laborales por parte de las uniones de músicos, pero
también las hay en el caso de quienes parquean los carros del
17
público que asiste a una sinfonía, y en el caso de quienes
limpian los edificios por la noche, y estas contingencias, tanto
como las consideraciones de tradiciones más públicamente
reconocidas, son igualmente importantes en la creación de las
tradiciones estéticas.
Así que la mayoría de compositores escriben para conciertos de
aproximadamente dos horas, la mayoría de obras de teatro son de
una longitud similar; la mayoría de esculturas caben en los museos
y en la parte de atrás de los camiones, y así sucesivamente. Los
artistas disidentes juegan con las convenciones, oponiéndose por lo
menos a una de ellas. Ocasionalmente, un artista ingenuo – con
poco conocimiento de las convenciones – puede ser adoptado por
el mundo del arte – y por esa razón es de especial interés sociológico
para iluminar aquello que usualmente se da por sentado.
El fenómeno que Becker señala en el arte es igualmente verdadero en
la ciencia y la tecnología, si no más aún, pues hay tan pocas instancias
de científicos solitarios o ingenuos (los inventores son un posible
contraejemplo). The phenomenon Becker is pointing to in art is
equally true in science and technology, if not more so, because there
are so few instances of solitary or naive scientists (inventors are
possibly a counterexample). Los científicos y los tecnólogos se
mueven en comunidades de práctica (Wenger 1990; Lave y Wenger,
próximamente) o mundos sociales (Clarke 1990b) que tienen
convenciones de uso acerca de materiales, bienes, estándares, medidas,
y demás. Es caro trabajar dentro de un mundo y ejercer fuera de este
conjunto de estándares; en muchas disciplinas (como la física de altas
energías, la investigación en electrónica avanzada, y la medicina
nuclear), es casi imposible.
Aun así, esta serie de convenciones no son siempre estables. Al
comienzo de un régimen tecnológico; cuando dos o más mundos
entran en contacto; cuando un régimen está desintegrándose – todos
estos son períodos de cambio y transformación en los mundos de la
ciencia. Además, los grupos de convenciones nunca son estables
para quienes no son miembros. Puede que McDonald’s le ofrezca
igualdad y estabilidad a mucha gente – en las palabras de John Law,
puede ordenar cinco minutos de su mundo todos los días – pero para
mí al igual que para otros excluidos de su mundo, definitivamente
no es ordenado. Más bien, es una fuente de problemas y de caos.

Red o redes: esa es la cuestión

Hay pues una diferencia crítica entre la estabilización al interior de


una red o comunidad de práctica, y la estabilización entre redes, y
también entre aquellos para quienes las redes son estables y aquellos
18
para quienes no lo son, aunque supuestamente se trate de la ‘misma’
red. Una vez más estamos ante una elección de nuestro punto de
partida: ¿representa McDonald’s una red estable, una Fuente de caos,
o alguna otra cosa diferente?

¿La política por otros medios o por los mismos medios antiguos?

Bruno Latour explica algunas de las características de la teoría actor


red, y de la mezcla entre humanos y no humanos involucrada en los
sistemas socio-técnicos, en su artículo sobre ‘La sociología de una
puerta’. Aboga por un análisis ecológico de la gente y los objetos,
examinando las conexiones entre ellos, los cambios respecto de la
acción, y las formas en que los deberes, la moralidad y las acciones
cambian entre humanos y no humanos: ‘El rotulo ‘inhumano’
aplicado a las técnicas simplemente pasa por alto los mecanismos de
traducción y las muchas opciones que existen a la hora de figurar o
desfigurar, personificar o abstraer, corporeizar o descorporeizar a los
actores’ (1988: 303).
La libertad analítica aportada por esta heurística es considerable;
de hecho, el trabajo de Latour y Callon ha abierto el camino a una
nueva forma de pensar sobre analizar la tecnología. Sin embargo,
queda el problema de que respecto de los humanos y la pregunta del
poder tales mezclas pueden parecer un ejercicio de evitar las
preguntas tradicionales de la distribución y el acceso: ‘Como un
tecnólogo, podría afirmar que, desde que uno deje de lado el
mantenimiento y los pequeños sectores discriminados de la
población, el novio hace bien su tarea, cerrando la puerta tras de ti,
firme y lentamente’ (p. 302).
No hay una razón analítica para dejar de lado el mantenimiento y
los pequeños sectores discriminados de la población, de hecho, hay
toda una serie de razones para no hacerlo. Como anota el mismo al
responder a las críticas de la teoría actor red por las implicaciones
políticas de su ‘nivelación’ de las diferencias humano/no humano, el
aplanamiento heurístico no equivale a ignorar empíricamente las
diferencias de acceso o de experiencia. Más bien, es una forma de
romper con las barreras reificadas que nos impiden ver de qué
manera los humanos y las máquinas están entremezclados.

Sin embargo, una de las características de estar entremezclados


así puede ser la exclusión (la tecnología como barrera) o la
violencia, al igual que la extensión del empoderamiento. Creo que
es más interesante analíticamente y más justo políticamente solo

19
comenzar con la pregunta, ¿cui bono?5, en vez de comenzar con
una celebración del hecho de la mezcla humano/no humano.

Externalidades de red y barreras de entrada: físicas y culturales

Una de las características analíticas más interesantes de tales


redes es la cuestión de la distribución de lo convencional.
¿Cuántas personas pueden entrar y salir por las puertas, y cuántas
no? ¿Cuál es la fenomenología de los encuentros con las
convenciones y las formas estandarizadas, y con las nuevas
tecnologías? Y aquí emerge una posibilidad para que los estudios
de la ciencia cubran un nuevo terreno: dado que somos
múltiplemente marginales, dado que podemos entretejer varios
yos con nuestras tecnologías, tanto en diseño como en uso,
¿dónde y cuál es el lugar de encuentro entre las ‘externalidades’
y las ‘internalidades’? Digo esto no para invocar otro ‘gran
abismo’ sino para cerrar uno. Una red estabilizada solo es estable
para algunos: para aquellos que son miembros de la comunidad
de práctica encargados de formarla/usarla/mantenerla. Y parte de
la estabilidad pública de una red estandarizada a menudo
involucre el sufrimiento privado de aquellos que no son estándar
– los que tienen que emplear la red estándar, pero que no son
miembros de la comunidad de práctica.
Un ejemplo de esto es el uso pseudogenérico de ‘él’ en inglés
para referirse a todos los seres humanos, una práctica que está
cambiando en muchos lugares como resultado de la influencia
feminista. Los psicólogos sociales descubrieron que las mujeres
que escuchaban ese modo de expresión entendían su significado,
pero eran incapaces de proyectar un ejemplo concreto, e
incapaces de ponerse a sí mismas en el ejemplo, mientras que los
hombres podían escucharse en el ejemplo (Martyna 1978). Así
pues, las mujeres usaban y no usaban la tecnología de esta
expresión, y, con la llegada de los análisis feministas del lenguaje,
lograron exponer su experiencia al escrutinio público.

Cuando los estándares cambian, es más fácil ver el trabajo


invisible y las membresías invisibles que los han mantenido en su
lugar. Pero hasta ese momento puede ser difícil, al menos desde una
perspectiva gerencial. Un artículo reciente por Paul David, un
economista de los estándares, examina un problema familiar para los
economistas de la tecnología de la información, a saber, ‘la paradoja

5 NT. Frase en latín que significa, ¿Para el beneficio de quién?


20
de la perspectiva’ (1989). Para muchas compañías, e incluso en el
plano de las economías nacionales, la introducción de la tecnología
de la información (a menudo muy costosas) ha resultado en una caída
en la producción, que contrasta con los beneficios percibidos en la
productividad prometidos por la tecnología. David compara esto con
la introducción de los dinamos a comienzos de siglo que fue
acompañada por una caída similar en la producción. Él hace
referencia al trabajo de varios economistas sobre la ‘hipótesis de
régimen de transición’ – básicamente, que los cambios tecnológicos
de gran escala implican cambios de régimen económico, lo cual trae
consigo sus propios costos – que a menudo son invisibles para los
análisis estándar.

La hipótesis de régimen de transición: ¿el régimen de quién?, ¿la


transición de quién?

Desde el punto de vista del análisis propuesto aquí, la paradoja de la


productividad no es una paradoja genuina. Si gran parte del trabajo, la
práctica, y la membresía no se ven representados en los análisis de la
tecnología y las redes socio-técnicas, entonces el trabajo invisible que
las mantiene estabilizadas no será tenido en cuenta, y aparece como
una caída en la productividad. De la misma manera que la teoría
feminista ha intentado valorar las tareas del hogar y el trabajo
doméstico como intrínsecos a las economías de gran escala, el trabajo
invisible de la práctica, el balance de la membresía, y la política de la
identidad son consideraciones críticas para la economía de las redes.
¿Quién corre con el costo de la distribución, y cuál es la
naturaleza de lo personal en la teoría de redes? Creo que las respuestas
a estos interrogantes comienzan con el desarrollo de un sentido de la
multiplicidad de los seres humanos y de los objetos, y con un
compromiso de entender todo el trabajo que mantiene a una red
estandarizada para algunos. Ninguna red está estandarizada o
estabilizada para todos. Ni siquiera McDonald’s.

Los ciborgs y las marginalidades múltiples: el poder y el punto


cero

En la tortura, la obsesiva demostración de agencia es, en parte, la que


permite traducir el cuerpo de una persona en la voz de otra, la que
permite que el dolor humano real se convierta en la ficción de poder
de un régimen. (Scarry 1985:18)

21
Es a través del uso de paquetes estandarizados que los
científicos constriñen las prácticas de trabajo y definen,
describen, y contienen las representaciones de la naturaleza y
la realidad. La misma herramienta que constriñe las
representaciones de la naturaleza puede ser simultáneamente
una construcción dinámica con polifacética en otras
investigaciones y mundos clínicos/aplicados. Los paquetes
estandarizados son empleados como una interfaz dinámica
para traducir los intereses entre mundos sociales. (Fujimura
1991b: 33 de MS)

Traducir es desplazar… Pero traducir también es expresar en


el lenguaje propio lo que otros dicen y quieren, por qué
actúan de la forma que actúan y cómo se asocian entre ellos;
es establecerse a sí mismo como portavoz. Al final del
proceso, si es exitoso, solo se escucharán voces hablando al
unísono. (Callon 1986: 223)

Hace varios años dicté un curso de posgrado de teoría feminista


en una gran universidad de California. El primer día de clase
llegaron ocho mujeres y una otra persona. No sabía si la novena
persona era hombre o mujer. Él/la dijo que su nombre era ‘Jan’,
un nombre ambiguo. En el transcurso de las discusiones de
nuestra clase, resultó que Jan estaba considerando realizarse una
cirugía transexual. Él/la se había suministrado inyecciones de
hormonas, así que le habían empezado a crecer senos, y estaba
vestido/a de una forma neutra respecto de su género, de
pantalones sencillos y una camiseta de manga corta. Él/la dijo que
él/la no estaba seguro/a si quería proceder con la cirugía; que él/la
estaba disfrutando de la experiencia de ser de género ambiguo/a.
‘Es como estar en una zona de muy alta tensión, como si algo
estuviera a punto de explotar’, dijo ella un día. ‘La gente no puede
lidiar conmigo de esta manera – quieren que yo sea o una cosa o
la otra. Pero también es genial, estoy aprendiendo mucho acerca
de lo que significa no ser ni lo uno ni lo otro. Cuando paso por
mujer, empiezo a entender de qué se trata el feminismo. Pero esto
es diferente de alguna forma.’
Me conmovió mucho la descripción de Jan de la ‘zona de alta
tensión’, aunque no supe cómo interpretarlo en ese momento. A
unas semanas de haber comenzado la clase nos hicimos amigas,
y me contó más sobre el proceso por el que estaba pasando.
Trabajaba para una de las compañías de alta tecnología de Silicon
Valley, y ésta ofrecía un buen seguro de salud. Pero la compañía
prestadora del servicio de salud, Blue Cross, no estaba segura de
22
pagar por el proceso extremadamente costoso de la cirugía
transexual. Además, la ‘clínica de identidad de género’ donde Jan
recibía su psicoterapia y sus inyecciones de hormonas le estaba
urgiendo que él/la se vistiera más como una mujer
convencionalmente femenina para ‘probar’ que su deseo de
hacerse la cirugía era serio. Ella me dijo que ellos requerían que
usted hubiera vivido por 2 años haciéndose pasar por mujer.
Alrededor de las vacaciones de navidad perdimos el contacto.
Me sorprendió mucho recibir una llamada de Jan en febrero.
‘Bueno, felicítame. Lo hice’, exclamó ella por el teléfono.
‘¿Qué?’ dije perpleja. ‘Me hice la cirugía, estoy en la casa en este
momento’, dijo ella. Le pregunté que cómo se sentía, y también
que cómo había sucedido. ‘¿Terminó pagando (la compañía) por
eso?’ le pregunté. ‘No’, contesto ella. ‘Blue Cross decidió pagar
por todo. Y entonces el doctor dijo, “mejor hacerlo ahora antes de
que cambien de opinión.” ¡Así que lo hice!’
En los años siguientes vi el nombre Jan (ahora Janice) de vez en
cuando en los anuncios de un club feminista local: se volvió una líder
activa entre las mujeres de los grupos de negocios del área. Nunca la
volví a ver después de ese febrero, pero me siguió obsesionado la
yuxtaposición entre la delicada ‘zona de alta tensión’, la avaricia y la
hipocresía de las compañías aseguradoras y los médicos
involucrados, y su propia desesperación.
Otra amiga me ha contado sobre un fenómeno similar al interior
de las clínicas de género que requieren que los candidatos para la
cirugía transexual se vistan y actúen como mujeres estereotípicas, y
de no hacerlo les niegan la cirugía: ‘Pasan de ser hombres sin
ambigüedades, aunque hombres infelices, a ser mujeres sin
ambigüedades’ (Stone 1989: 5 de MS). Ella llega a recomendar que
la experiencia transexual debe convertirse en un ícono de las
experiencias dual de la zona de alta tensión y de la
violencia/estereotipo de género:

Aquí, sobre los bordes del género a finales del siglo veinte…
descubrimos que las epistemologías de la práctica médica blanca,
la furia de las teorías feministas radicales y el caos de la
experiencia de género vivida se encuentran en el campo de batalla
de la inscripción cultural que es el cuerpo transexual: una máquina
de significado para la producción de un tipo ideal… Dada esta
circunstancia, un contra-discurso es crítico, pero es difícil generar
un discurso cuando uno está programado para desaparecer. El
propósito más elevado del transexual es eliminarse a sí mismo,
desvanecerse en medio de la población ‘normal’ lo antes posible.
Lo que se pierde es la habilidad de representar la experiencia
23
personal auténticamente. (Stone 1989: 9 de MS)
He aquí una red socio-técnica, un ejercicio del poder – y un tipo
particular de pérdida. ¿Qué se habría requerido para preservar la ‘alta
tensión’ de la no membresía de Jan, la impureza de no ser ni
masculino ni femenino? Esta zona de alta tensión es un tipo de punto
cero entre dicotomías (ver Latour 1987; en Irreducciones, en
Pickering 1991) o entre grandes abismos: masculino/femenino,
sociedad/tecnología, o lo uno o lo otro.
El extraordinario libro de Elaine Scarry El cuerpo doliente: la
creación y la destrucción del mundo (1985) es sobre la tortura y la
guerra. Su contención es que durante la tortura (y de maneras
similares durante la Guerra) el mundo es creado y destruido. El
torturador reduce el mundo del torturado, al usar la incertidumbre del
dolor experimentado y enfocarla en objetos materiales y en el
intercambio verbal entre ellos. Las viejas identidades son borradas,
tornadas inmateriales6. Nunca sabemos con certeza acerca del dolor
que otra persona experimenta, arguye Scarry, y esta incertidumbre
tiene ciertos atributos políticos que son explorados durante la tortura
y la guerra en la medida en que lo privado se vuelve público y
unívoco. Los signos visibles de la violencia son transportados al
público, y a través de una serie de testimonios, modificaciones, y
traducciones se convierten en creencias.
Hay llamativas similitudes entre la creación del mundo que Scarry
describe y la creación del mundo de Pasteur descrita por Latour, o
los exitosos procesos de traducción que analiza Callon, aunque no
parece haber violencia en estos últimos. Un conjunto de
incertidumbres son traducidas en certezas: viejas identidades
desechadas, y el foco del mundo reducido a un conjunto de hechos.
La unidad y la cerrazón del mundo del torturador/torturado son
vistas como aberrantes y fuera del mundo normal por la mayoría
de la gente – muy por fuera de lo normal. Pero Scarry sostiene
que precisamente este distanciamiento es uno de los factores que
hacen posible la tortura, porque vuelve invisible para nosotros los
ingredientes ordinarios de crear un mundo fuera del extremo de
la tortura. Simone de Beauvoir (1948) y Hannah Arendt (1977)
han desarrollado argumentos similares respecto de la anestesia de
cara a la violencia y la banalidad del mal. Siempre tenemos
elementos de incertidumbre respecto del mundo personal de otra
persona, sobre todo cuando hablamos del dolor y el sufrimiento;

6 Esto tiene sonoras resonancias con la creación del mundo en la ‘institución total’
descrita por Goffman en su clásico libro Asilos. Fagerhaugh y Strauss (1979)
también describen una reducción similar de la identidad y del mundo en su
Políticas del manejo del dolor.
24
a menudo cambiamos un mundo por otro, o estrechamos nuestra
experiencia sin traición o cambio permanente alguno – por
ejemplo, en la silla del dentista, cuando solo podemos pensar
sobre el dolor inminente.
Si dejamos de mirar hacia los extremos: la tortura, o el enorme
éxito de Pasteur, y la dirigimos hacia algo casi ridículo como una
alergia a las cebollas, queda claro que otros eventos igual de
cotidianos hacen parte de un patrón. Las redes estabilizadas
parecen insistir en aniquilar nuestra experiencia personal, y hay
sufrimiento. Una fuente del sufrimiento es la negación de la co-
causalidad de los yos y los estándares múltiples, cuando se afirma
que la red estabilizada es la única realidad que hay. Las
incertidumbres de nuestros yos y de nuestras biografías caen
presas del ejercicio unívoco del poder, de la creación del mundo.
Mis pequeños dolores con las cebollas hacen parte de un continuo
que incluye el sufrimiento total, mucho más serio, de una persona
en silla de ruedas excluida de la actividad, o de aquellos cuyos
cuerpos son ‘no estándar’ de otras formas. Y el trabajo que hago:
de vigilancia, de raspar las cebollas, aunque todavía no de
organizar a quienes no comen cebollas, es un trabajo previo a darle
voz a la experiencia de los encuentros. ¿Cuánto más difícil en el
caso de aquellos encuentros que conllevan una carga moral más
pesada?
Las redes que abarcan tanto estándares como yos múltiples son
difíciles de ver o entender excepto en términos de su desviación u
‘otro’ mientras que sean vistas en términos del modo ejecutivo de las
relaciones de poder. En ese caso tendremos puertas que dejan entrar
a unas personas y no a otras, y nuestro análisis del ‘y no a otras’ no
puede ser muy importante, ciertamente no central. Es difícil ver a la
tortura provocada por la tecnología como creadora de mundo, sobre
todo porque está distribuida a lo largo del tiempo y el espacio, porque
su alcance es muy pequeño (cinco minutos cada día), o simplemente
porque no está a la vista. Más bien, se dice que son las funciones
ejecutivas, las de haber enrolado a otras personas, las responsables de
erigir el mundo.
La visión del ciborg que es miembro de múltiples mundos, es una
forma diferente de ver la relación entre los estándares y los yos
múltiples. Y esto involucra trenzar una concepción de la membresía
múltiple, de una visión ciborg de la naturaleza, con una democracia
epistemológica radical entre humanos y no humanos. En las palabras
de Donna Haraway:

También existe el problema, por supuesto, de haber heredado un


conjunto particular de tecnologías descriptivas como una persona
25
eurocéntrica y euroamericana. There's also the problem, of course,
of having inherited a particular set of descriptive technologies as a
Eurocentric and Euro-American person. Cómo actuar de modo
acorde con el bricolaje que hemos aprendido de una manera u otra sin
ser un colonizador… Cómo mantener en primer plano las cosas
irónicas y dudosas que uno hace y aun así hacerlas seriamente. La
gente se enoja cuando uno no puede ser encasillado, la gente se enoja
conmigo por no decir finalmente en definitiva cómo son las cosas:
ellos dicen, ¿bueno, crees o no crees que los actores no humanos son
en algún sentido actores sociales? Una respuesta que para mí tiene
sentido es que los sujetos son ciborg, la naturaleza es coyote, y la
geografía está en otro lado. (en Penley y Ross 1990/91: 10)
Pero esta concepción tiene un problema que tiene que ver con la
simultánea pobreza de nuestros análisis humano/no humanos, y de
la membresía múltiple para humanos entre grupos humanos:

Uno no puede trabajar sin una concepción de separar y diferir


y sustituir. Pero me causa sospechas el hecho de que en
nuestras explicaciones de la raza y del sexo, cada una tiene que
proceder una a la vez… no hay una explicación convincente de
la raza y del sexo al mismo tiempo. No hay una explicación de
un conjunto de diferencias que funcione a menos que sea de a
dos simultáneamente. Nuestras imágenes de separación son
demasiado empobrecidas… no poseemos las tecnologías
analíticas para establecer las conexiones. (en Penley y Ross
1990/91: 15–16)

¿Qué involucraría una teoría más rica de la separación, al juntar


los siguientes elementos:

- la membresía múltiple
- mantener la zona de ‘alta tensión’ y reconocer el costo de
mantenerla
- el costo de la membresía en múltiples áreas
- la plurivocidad y la traducción?

Membresías múltiples, marginalidades múltiples


Cada enrolamiento implica tanto un esfuerzo fallido por enrolar y
una destrucción del mundo de los no enrolados. El éxito de Pasteur
significó el fracaso simultánea de quienes trabajaban en áreas
similares, y una pérdida y destrucción del mundo para quienes
estaban por fuera de la teoría de los gérmenes. Solo hasta ahora

26
estamos empezando a recuperar elementos de ese conocimiento: la
inmunología, la sabiduría de las hierbas, la acupuntura, la relación
entre la ecología y la salud. Esto no tuvo nada que ver con Pasteur
vs Pochet, sino con los efectos ecológicos del pasteurismo y su
enrolamiento.
Una de las sugerencias de Haraway es que la destrucción del
mundo de los no enrolados rara vez es total. Mientras que la
tortura, o la institución total, es un extreme de un continuo, las
respuestas al enrolamiento son mucho más variadas a lo largo de
un continuo mucho más rico. Las respuestas básicas, más allá de
la adhesión, tienen que ver con la multiplicidad de yos, la adhesión
parcial, los compromisos parciales. El valiente y conmovedor
estudio de Ruth Linden sobre los sobrevivientes del holocausto
nazi, entretejido con su propia biografía como judía americana, da
fe de esta rica complejidad (1989). El estudio de Adele Clarke
sobre las diferentes comunidades de la práctica que se unieron para
crear la ciencia reproductiva moderna muestra de qué manera las
membresías múltiples, los compromisos parciales, y los encuentros
a través de diferentes preocupaciones constituyen de hecho la
ciencia (1990a, 1991).

El análisis de Becker de los compromisos y de las ‘apuestas


colaterales’ es apropiado aquí. En su manera de desacoplar el
compromiso de la consistencia, encontramos una metáfora para
desacoplar la traducción del enrolamiento. ¿Cómo podemos explicar
el comportamiento humano consistente?, él pregunta. Descartando
las explicaciones mentalistas, las explicaciones funcionalistas del
control social, o las explicaciones puramente conductistas, él
propone, por su parte, que los compromisos son un complejo de
apuestas colaterales tejidas por el individuo, son formas de
involucrar su acción en un río de ‘acciones valiosas’ adoptadas por
otros. Siguiendo la teoría de la acción de Dewey, él anota que nos
involucramos en muchas acciones posibles; éstas se vuelven
significativas a la luz de las consecuencias colectivas, que son
negociadas en conjunto (Becker 1960).
De manera similar, nuestras experiencias de enrolamiento y
nuestros encuentros con estándares exhiben un tejido complejo e
indeterminado. Cultivamos y negociamos nuevos yos, algunos
rotulados y otros no. Algunos no son problemáticos en su
multiplicidad; otros causan gran angustia y se siente la necesidad de
unificarlos, sobre todo cuando proclaman su soberanía sobre todo el
yo.
Una de las grandes lecciones del feminismo ha sido acerca del

27
poder de la multiplicidad colectiva. Comenzamos con la experiencia
de ser simultáneamente iniciados y ajenos (Hubbard y Randall 1990).
Al final, la simultaneidad ha emergido como el aspecto más poderoso
del feminismo, no su ajenidad. Las parte de libertades civiles e
igualdad de derechos del feminismo no habría extendido la teoría
política fundamentalmente; pero su doble visión, y su combinación
de intimidad, ubicuidad y colectividad sí lograron extenderla (Smith
1987). No es tanto que las mujeres hayamos sido dejadas por fuera,
sino que hemos estado afuera y adentro al mismo tiempo.
La sociología y la antropología tienen largas tradiciones de
estudiar a las personas marginales – aquellas que pertenecen y no
pertenecen, ya sea por ser un extraño (esto está muy marcado en el
trabajo de Simmel y Schutz) o por ser simultáneamente miembro de
más de una comunidad. La persona que es medio negra y medio
blanca, andrógina, de padres desconocidos o clarividente (que tiene
acceso a otro mundo desconocido) – son siempre o veneradas o
detestadas en muchas culturas. El concepto de lo extraño, o de la
extrañeza frente a nuestra propia cultura, como una ventana para
entender la cultura, es fundamental para muchas ramas de la
antropología y la etnometodología y sus fructíferas investigaciones
sobre lo que es dado por sentado (ver, por ejemplo, Garfinkel 1967 y
sus muchas referencias a Schutz).

El sociólogo Everett Hughes extendió la preocupación de


Simmel por el extraño, recurriendo al trabajo de su profesor Robert
Park. Él consideró la extrañeza antropológica de los encuentros
entre miembros de grupos étnicos diferentes que trabajan o viven
juntos, y desarrolló un análisis de algunas de las formas en que la
membresía múltiple juega un papel en la ecología de las relaciones
humanas. En ‘Dilemas y contradicciones de estatus’, por ejemplo,
explora lo que pasa cuando una persona que trabaja para una
organización pertenece a dos mundos simultáneamente, y las
prescripciones para la acción y para la membresía son diferentes
(1970: 141-50 [1945]). Él usó el ejemplo de una médica, o de un
químico negro. Posteriormente, los sociólogos emplearon un
concepto relacionado, el de ‘presión de rol’, pero éste no logra
capturar el sentido de la ‘zona de alta tensión’ o de la complejidad de
la relaciones involucradas en la membresía múltiple simultánea.
Otro de los estudiantes de Park, Everett Stonequist, revise varias
formas de marginalidad en su monografía, El hombre marginal: un
estudio en la personalidad y el conflicto cultural (1961 [1937]). Él
discutió algunas de las historias de varios híbridos raciales y culturales:
en Hawái, en Brasil, en los Estados Unidos y en Suráfrica, junto con
el fenómeno del hibridismo cultural, como se da entre los inmigrantes
28
y las poblaciones sin nación, y entre los judíos. Lo interesante de su
trabajo es que ubica la marginalidad en el centro de toda la sociología:
El hecho de la dualidad cultural la influencia determinante en
la vida del hombre marginal. El suyo no es un conflicto entre
el temperamento innato y la expectativa social, entre las
tendencias congénitas de personalidad y los patrones de una
cultura determinada. El suyo no es un problema de adaptar
solo un yo especular, sino dos o más. Y su patrón de
adaptación rara vez obtiene una guía cultural complete y
apoyo, pues su problema surge del cambiante orden social
mismo. (p. 217)
Y Stonequist prosigue a afirmar que todos estamos implicados
en este cambiante orden social – a través de la tecnología, de
cambios en el significado de la raza y de la nacionalidad, y a
través de la difusión de personas por la tierra.

Dado que al analizar el poder y la tecnología queremos entender


precisamente esos cambios y precisamente esos cambiantes órdenes
sociales, podríamos adoptar un mandato similar. Sabemos que los
objetos que estamos ahora incluyendo en la sociología de la ciencia
y la tecnología pertenecen a muchos mundos a la vez. El papel de
reciclaje de una persona podría ser la formula invaluable de otra; el
gran descubrimiento tecnológico de la carrera de una persona puede
ser el medio de la destrucción de otra. En otros lugares he analizado
las formas en que diferentes mundos sociales interpretan los objetos
que habitan más de un dominio compartido entre los científicos y los
otros habitantes de la empresa de la ciencia, como los coleccionistas
amateur (Star y Griesemer 1989; Star 1988). La gente también habita
muchos dominios diferentes a la vez, y la negociación de identidades,
dentro y entre grupos, es una tarea extraordinariamente compleja y
delicada. Es importante no asumir que hay una unidad o una
membresía singular, tanto en las mezclas entre humanos y no
humanos como solo entre humanos. La marginalidad es una
experiencia poderosa. Y todos somos marginales en algún sentido,
como miembros de más de una comunidad de práctica (mundo
social).

Conclusión: metáforas y heterogeneidad

Dado que todos somos miembros de más de una comunidad de


práctica y por lo tanto de muchas redes, al momento de actuar
empleamos una mezcla de repertorios de mundos diferentes.
29
Entre otras cosas, creamos metáforas – puentes entre esos mundos
diferentes.
El poder se juega al determinar de quién es la metáfora que logra
juntar los mundos, y los mantiene allí. Puede que sea un poder del
punto cero o un poder de la disciplina; del enrolamiento o de la
afinidad; puede ser el poder colectivo a no separarse. Las metáforas
pueden sanar o crear, borrar o violar, imponer una voz o personificar
más de una. La figura 1 bosqueja algunas de las posibles
configuraciones de este tipo de poder:

Figura 1 Dimensiones d e l p o d e r

1) Continuo de poder: dimensión, construir el mundo


Aislamiento. Ignorancia pluralista
Dar vox, transformar desde el silencio
Enrolamiento: traducir un mundo posible
Tortura definiendo un mundo

--------------------------
-
-
2. Continuo de Poder: dimensión, Identidad desde el punto de vista de quienes enrolan

Lo innombrable La monstruosidad El Otro El ejecutivo/político El torturador

---------------------------
No marcado marcado No marcado

3. Continuo del poder: dimensión, Identidad desde el punto de vista del ciborg
(Distancia del punto cero)

pu
re
za
I
I
<E------ El punto cero ----- autoridad monolítica
Personalidad
Múltiple
Múltiple

marginalidad

ciborgs

Este ensayo es acerca del punto de partida para un análisis del


poder. No recomiendo manumitir o crear un nicho de Mercado para
quienes sufren de una alergia a las cebollas; ni una evaluación que
intente desarrollar tecnologías infinitamente flexibles para todos los
casos así. Ni pretendo decir que todas las convenciones y los
estándares son inútiles, o que pueden ser descartados. Pero sí hay una
pregunta por dónde comenzar y en dónde basarse para nuestros
30
análisis de los estándares y de las tecnologías. Si comenzamos con
un punto cero, como mi amiga Jan, entramos a una zona de alta
tensión que podría iluminar algunas de las propiedades de los
aspectos más estandarizados y convencionales de las redes que están
estabilizadas para muchos. Quienes no tienen puertas, o que se
resisten a ser delegados – los que están en sillas de ruedas, al igual
que quienes fabrican y mantienen las puertas, son buenos puntos de
partida para nuestro análisis, porque nos recuerdan que, sin duda,
podría haber sido de otra manera7.

Agradecimientos

Geof Bowker y John Law le hicieron muchos comentarios útiles


a este manuscrito. Una conversación con Bruno Latour iluminó
la importancia de la metáfora del ejecutivo para entender la
personalidad múltiple. Las conversaciones con Allan
Regenstreif acerca de la relación entre los abusos severos a
menores y la personalidad múltiple fueron de gran ayuda. Su
trabajo y amistad, y la de Adele Clarke, Joan Fujimura y
Anselm Strauss es muy agradecida.
Notas

1. Los monstruos son la personificación de aquello que es exilado


del yo. Algunos escritores feministas han argüido que los
monstruos a menudo representan el salvajismo que queda
exilado de las mujeres bajo el dominio patriarcal, quizás el yo
lesbiano, y aparentemente que los pares dicotómicos como la
Bella y la Bestia, Godzilla y Fay Wray son en realidad
intuiciones de un yo femenino saludable.
2. Hay muchos cursos para gerentes cuya especialidad es
enseñarle a ejecutivos cómo delegarle cosas a sus secretarios y
a otros que están por debajo de ellos en la jerarquía formal.
Tradicionalmente, por supuesto, y todavía en la mayoría de los
casos, esta delegación es masculina-a-femenina.
3. Junto con los teóricos anti-racistas, los escritores del tercer
mundo sobre el descentramiento, los deconstructivistas, los
teóricos literarios, los activistas y teóricos feministas, y los
antropólogos críticos, entre otros.

7Este es un punto en el cual la etnometodología y el interaccionismo simbólico se


complementan provechosamente cuando exploran aquello que es dado por sentado.
Ver Becker 1967.
31
4. Una máxima metodológica de Everett Hughes (1970).
5. Esto tiene sonoras resonancias con la creación del mundo en la
‘institución total’ descrita por Goffman en su clásico libro
Asilos. Fagerhaugh y Strauss (1979) también describen una
reducción similar de la identidad y del mundo en su Políticas
del manejo del dolor.
6. Este es un punto en el cual la etnometodología y el
interaccionismo simbólico se complementan provechosamente
cuando exploran aquello que es dado por sentado. Ver Becker
1967.

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