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do mi deber asumir sufrimientos que sólo son adecua­


dos para aquellos que tienen un vínculo inmediato con
Dios. Sobre el ascetismo
El Apóstol, el Discípulo, tienen, en ese sentido, un
vínculo inmediato con Dios, y en él reside su fuerza para El ascetismo puede con suma facilidad transformarse en
oportar padecimientos sobrehumanos, y también la sofística. Imaginad a un hombre que si no ha vivido en
dispensa de servirse de su propia inteligencia. Un hom­ diversiones y jolgorios, ha derrochado bastante en place­
bre común sólo tiene con Dios un vínculo mediato, y de­ res; imaginad que deseche todo eso; ¿por eso se deten­
be, bajo la responsabilidad de Dios, hacer uso de su inte- dría? No; al cabo de poco tiempo, con la mjsma morbosa
1 igencia: más aún, tiene una responsabilidad en el caso preocupación, se abalanzará sobre la menor futesa: Je
de que no Ja use. asaltará el escrúpulo acerca de si osará o no comer un
Ahora me siento tan contento, tan rico, tan indescrip­ bizcocho de más, o saciarse de pan, etc.
ti blemente .rico, que en verdad en este instante (si debie­
ra describir mi estado) me hallo como aquel que ha reci­
Epigrama
bido una inmensa fortuna y pasa por un momento en
que no quiere ni siquiera hacer proyectos o dedicarse a
Se cuenta que un pastor sueco, habiendo conmovido a su
examinar sus tesoros en particuJar, ¡sino que se zambu­
audito1io con un magistral y espléndido sermón, preocu­
lle en la totalidad! Sí, soy infinitamente más rico aún.
pado por el efecto obtenido, agregó para tranquilizar:
Me encuentro ahora en la misma situación que cuando
«No lloréis, hijos míos, podría ser todo mentira.» ¿Por
empecé a utilizar el último de mis seudónimos2• ¡Pero
qué el pastor no dice lo mismo actualmente?
qué mudado! Humillado a través de una tremenda es­
Respuesta: Hoy no es necesario porque los feligreses
cuela, he adquirido también la franqueza: ¡Oh, Dios
ya lo saben. ¡Pero a pesar de eso sus lágrimas podrían
mío, en este momento no logro describir cómo otra vez,
ser igualmente sinceras! ¿Acaso no son sinceras las lá­
en virtud de tu infinito amor, todo ha sido dispuesto
para conducirme hasta este feliz punto de llegada! En

gr mas que se derraman en el teatro, donde fieles y pú­
blico saben que todo es mentira?
cuanto a mí, pensaba si no sería mi deber detenerml',
dejando así de llevar a cabo lo último. ¡Pero temía tanto
que el remordimiento de haber procedido de ese modo Temor y temblor (1 843)3
pesara sobre mi conciencia! ¡Alabado sea Dios, porqut•
me he arriesgado! Boceto
No obstante, aquí me detengo. En este momento mt•
siento demasiado, sf, demasiado rico para poder descri Supongamos (de esto no hablan ni el Antiguo Testamen­
bir lo que he padecido, aun por todo lo extraordinario to ni el Corán) que Isaac (Gén. 22, 3 ss.) hubiese sabido
que se me ha concedido durante estos últimos años, poi que el padre lo llevaba consigo al monte Moriah para
otra parte tremendamente dolorosos.
3. Al margen de este texto, Kierkcgaard remite a los textos anterio­
r� sobre el mis�o tema. He preferido por eso incluirlos con sus respec-
2. Anticlimacus. (En la enfemwdad mortal, de 1849 y en El e;ercir111 11 vas fechas, a fin de dar al lector una visión más completa de las varia­
.
del Cristianismo. de 1 850.) (N. del t. i.) ciones y los cambios sufridos por el pensamiento de Kierkegaard a pro-
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sacrificarlo. Y bien, si contáramos hoy con un poeta, po­ leído en las tragedias. Cuando es preciso destetar al
dría describir el coloquio entre padre e hijo a lo largo del niño, la madre se unta el pecho con acíbar, pero la mira­
camino.* Ante todo, imagino que Abraham habrá con­ �ª materna sigue fijándose con ternura en el párvulo.
centrado en su mirada todo su amor de padre; su rostro Este cree que es el pecho y no la madre lo que ha cam­
venerable y el corazón desgarrado daban realce a sus biado. ¿Por qué volver amargo al pecho? Porque l a ma­
palabras: exhortó al hijo a soportar el destino con pa­ dre piensa que si continúa amamantando al niño le cau­
ciencia, dándole a entender con palabras veladas que sará un perjuicio, puesto que ya no debe seguir
también él, como padre, sufría, y mucho más. Ante su criándolo con sus pechos. Éste es un conflicto fácil de
fracaso, Abraham probablemente debió de apartarse por esclarecer, pues el pecho no es más que una parte de la
un instante y cuando volvió a mirar al hijo estaba irreco­ madre. ¡Dichoso aquel que no ha vivido conflictos más
nocible para Isaac: la mirada huraña, el aspecto glacial tremendos, que no necesita embadurnarse de negro ni
y las venerables canas despeinadas como Ja cabellera de hacer un viaje al infierno para conocer el aspecto de un
una furia, cubriéndole la frente. Aferró a Isaac por la cin­ demonio y presentarse bajo esa forma, impidiendo así
tura, sacó el cuchillo y lo apostrofó así: «¿Crees que que­ posiblemente a otro ser por lo menos que se aparte de
ría hacer esto por Dios? Te engañas. Soy un idólatra; Dios! Ése será el conflicto de Abraham.
este deseo ha despertado en mi fuero interno, quiero ma­ -Quien logre explicar es Le enigma habrá explicado al
tarte, ése es mi deseo, soy peor que un caníbal. No te mismo tiempo m i vida.
jactes necio chiquillo, pensando que soy tu padre; ¡soy y
•.
¿Pero dónde encontrar entre los contemporáneos a al­
quiero ser un asesino!» E Isaac se arrodilló clamando al guien que pueda comprender un enigma semejante?
ciclo: « ¡Apiadaos de mí, Dios de misericordia!» Mas he
aquí que Abraham murmura para sí: Es preciso proce­
der de este modo; al fin y al cabo es mejor que me crea Temor y temblor ( 1 852)
un monstruo, que me maldiga como padre y que ruegue
a Dios, antes de que sepa que ha sido Dios quien me im­ Abraham
puso la tentación; de lo contrario, quizá perdería la ra­
zón y blasfemaría de Dios.» Y él cortó la leña, ató a Isaac y encendió la pira; sacó el
¿Pero dónde hallar en nuestros tiempos al poeta capaz cuchillo ¡y lo hundió en el pecho de Isaac!
de imaginar un conflicto similar? Y sin embargo, la con­ En ese mismo instante, Dios apareció en forma corpó­
ducta de Abraham resultaría plena de auténtica poesía, rea ante Abraham y le dijo: « ¿Qué haces, pobre anciano?
de una magnanimidad que sobrepasa a todo lo que he ¡No pretendía de ti una cosa semejante! Eres mi amigo,
y sólo he querido probar tu fe. Hasta el último momento
te he gritado: ¡ Detente, Abraham!»
pósito de este tema que él mismo consideró en su «Diado• como su
obra más seria, •una reproducción de su vida» (véase «Diario» de Entonces Abraham repuso con una voz que era la de Ja
1849). (N. de la t.) flaqueza solemne, propia de la adoración y al mismo
• Podría suponerse que la vida anterior de Abraham no está dcspro· tiempo la de la flaqueza postrada, propia de la locura:
vista de culpa, y hacerle rumiar el pensamiento de que se trata de un «¡Oh, Señor, no te he oído! Pero ahora que lo dices, me
castigo de Dios, sugerirle tal vez también la melancólica idea de que
debe secundar a Dios en lo relativo a hacer que el castigo sea lo má:.
parece que escuché una voz semejante. ¡Pero cuando Tú
du,.o posible. lo ordenas, Señor, cuando Tú ordenas a un padre que
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mate a su propio hijo, uno se siente un tanto tenso; por


eso no he escuchado Tu voz. Y si la hubiera oído, ¿cómo
habría osado creer que era l a Tuya? Cuando me ordenas Temor y temblor ( 1 852)
que sacrifique a mi hijo y en el último momento se escu­
cha una voz que dice: «¡Detente!», ¿no debo creer acaso Abraham sacrificó el camero y regresó a su hogar con
que es el tentador quien quiere impedirme que cumpla Isaac, a quien conservaba.
con Tu voluntad? Una de dos: o habría debido pensar «Pero -se decía Abraham-, con esta historia me he
que la voz que me decía que sacrificara a Isaac era l a del convertido para siempre en heterogéneo para la huma­
tentador; y en ese caso no me habría puesto en camino. nidad. Si te hubiera complacido, Señor, hacer que nacie­
Pero como me aseguraste que era la Tuya, entonces debí ra, siendo hombre, bajo la forma de un caballo, no sería

sacar la conclusión de que la otra voz era la del tenta­ más heterogéneo para la humanidad de lo que me he
dor.» convertido frente a ella en virtud de este hecho. Al fin y
Luego Abraham regresó a su hogar, y el Señor le dio al cabo, la diferencia en la figura exterior no es tan gran­
un segundo Isaac. Pero al mirarlo, Abraham no se mos­ de como la de no poseer en común los mismos conceptos
traba contento. Cuando lo contemplaba meneaba la ca­ y de tenerlos, precisamente en lo que respecta a l punto
beza y decía: «¡No era así el otro Isaac!» decisivo, infinitamente opuestos. Con Sara no puedo ha­
Pero dijo a Sara: «Ha sido muy extraño que haya sido blar, debe de considerar este viaje al monte Moriah
Dios quien quisiese que sacrificara a Isaac: fue cierto, como el delito más tremendo contra ella, contra su ama­
eternamente cierto, el mismo Dios no puede negarlo. Y do hijo y contra Ti, Señor. Ciertamente que llegará el
cuando cumplí su orden resultó un error de mi parte; ya liempo en que su cólera se apacigüe y me perdone. Y
no se trataba de la voluntad de Dios... » entonces tendré que darle las gracias por su amoroso
¡Pero no puede ser así para el padre de la fe, Abraham ! perdón. Y otro tanto sucederá con Isaac: algún día refle­
Porque en esto consiste la obediencia, en obedecer al ins­ xionara acerca de esta historia y me odiará, pero luego
tante e incondicionalmente hasta el final. ¡Oh! Cuando llegará el momento del perdón, y yo le agradeceré que
uno está dispuesto a decir A, está humanamente dis­ así sea. ¡Oh, Señor: al dolor de mi corazón, cuando me
puesto a decir B y a dar el golpe. Más difícil que trepar al vencí a mí mismo para sacrificar a Isaac, a ese desga­
monte Moriah y sacrificar a Isaac es, una vez que se ha rrón responden con el perdón del delito, y yo doy las
blandido el cuchillo, poder y querer comprender, dentro gracias humillado y confuso ante ese amoroso perdón! Y
de la absoluta obediencia, lo que de mí se exige. Cuando si yo (cosa que no haré a fin de no contaminar mi rela­
se trata de decisiones semejantes a la de sacrificar al ción Contigo iniciando a otros), quisiera decir a alguien
propio hijo o de conservarlo, poder guardar hasta el últi que se trataba de una prueba Tuya o que dependía del
mo momento la misma obediente diligencia, y si ffil' hecho de estar en relación Contigo, con eso me volvería
atrevo a decirlo así, la agilidad del servidor que debt• más heterogéneo en mi calidad de ser humano que si
resignarse -cuando ya ha llegado casi al término- ;:a hubiera nacido bajo la forma de un caballo.1>
retornar y por consiguiente a haber hecho el camino c 1 1 ¡Pero no puede ser así para el padre de la fe, Abraham!
vano. ¡Oh, esto es grandioso! «Pero nadie ha sido tan Porque abandonarse a pensamientos semejantes signifi­
grande como Abraham: ¿quién podrá entonces com ca acercarse a los límites de la fe, aun cuando uno pensa­
prenderlo?>1 ra que. lo hace a fin de mantenerse dentro de los lími tes
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de la fe. ¡Oh, las reflexiones sólo producen el efecto de


hacernos trasgredi r los límites, esos confines donde la fe
se desvanece en reflexiones! Nuevo «Temor y temblor» (1853)

Y Abraham subió al monte Moriah con Isaac. Decidió


hablar con Isaac ... y logró persuadir a Isaac de que era la
Nuevo « Temor y temblor» ( t 852) voluntad de Dios, y así Isaac se sintió dispuesto a dejarse
sacrificar.
Abraham Cortó la leña, ató a Isaac y encendió la hoguera ... besó
a Isaac por última vez. No eran padre e hijo, no, eran dos
El tono del relato debería rozar con mayor precisión la amigos, obedientes hijos de Dios.
locura. Lo culminante sería que Abraham no hubiera po­ Empuñó el cuchillo ... y lo sepultó en el pecho de Isaac.
dido mantenerse en Ja cima de la fe hasta el final, y que En el mismo instante, Dios, en forma corporal apare­
por eso acabara por sacrificar a lsaac. ció junto a Abraham y le dijo: <<¿Qué has hecho, pobre
anciano, hijo mfo? ¿No has oído mis palabras? ¿No has
escuchado mis gritos? Te advertí: ¡ Detente, Abraham! »
Pero Abraham respondió con voz que en parte tenía el
Tono acento de la sumi ión, y en parte el de la locura: «No,
Señor, no lo he oído. Grande era mi dolor, bien lo sabes,
Había una vez un hombre, que siendo niño aprendió la porque Tú sabes dar lo mejor y sabes también exigirlo.
historia de Abraham y, como siempre, sabía repetirla de Pero mi dolor fue mit igado porque Isaac comprendió, y
memoria al dedil lo. en medio de la alegría de estar de acuerdo con él no he
Pasaron los años, y como sucede con muchas cosas oído tu voz. Yo mismo, convencido de que demostraba
que se aprenden en la infancia, sucedió con ésta que obediencia, hundí el cuchillo en la víctima inocente.»
para nada le servía y que acabó por olvidar. Entonces Dios resucitó a Isaac. Pero encerrado en un
Entretanto, su vida cambió y muchas pruebas, y una mudo dolor, Abraham mascullaba para sí: ¡No era asf el
extraña pugna de golpe puso en orden su vida, y desde otro Isaac! » Y en cierto sentido no lo era, porque por
entonces tuvo bastante con pensar en ello. haber comprendido lo que Isaac comprendió en el mon­
Le preocupaba desde la mañana hasta la noche, du­ te Moriah, que era el elegido de Dios como víctima, se
rante el sueño y la vigilia, y envejeció precozmente. había convertido en cierto sentido en un anciano, viejo
Así pasaron quince años. Hete aquí que una mañana, como Abraham. «Éste no es absolutamente aquel Isaac» ,
apenas despertaba, un relámpago cruzó por su mente: y sólo para la eternidad estaban hechos en verdad el uno
« ¡ Pero si eso que estás viviendo es la historia dt· para el otro.
Abraham!» Dios lo previó, y tuvo misericordia de Abrahnin e hi/o
Entonces comenzó a leer. Leyó durante largas horas: que como siempre todo saliera bien, infinit::un ·ntc 1 1 1l'
en voz alta; trazó un croquis, lo detalló sobre el papel, no 1or que si no se hubiera producido aquel l'l 1 m .. 1 1 : 1
hizo otra cosa. ¡Pero aquel hombre ni comprendió a dijo Él a Abraham- una eternidad; dcnl ru d1· pm o 1 •
Abraham ni se comprendió a sí mismo! 1 1.•unirás eternamente con Isaac c�taréis lwc hu.., l'l u110
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para el otro en lo eterno. Si hubieras oído mi voz, si te ser sacrificados por los otros de una u otra manera, a fin
hubieras detenido, entonces hubieras tenido a Isaac en de hacer progresar la idea, y yo, en virtud de una cruz
esla vida, pero el problema de la eternidad no se te hu­ particular, soy uno de ellos. El otro pensamiento es que
biese hecho evidente. Fuiste demasiado lejos, todo me lo jamás me vería obligado a trabajar para mi sustento,
echaste a perder... pero yo hago que el asunto salga me­ por una parle porque creí que moriría muy joven, y por
jor que si no te hubieras extralimitado. ¡Hay una eter­ otra, porque preveía que Dios, en consideración a mi
nidad ! » cruz particular, me habría evitado este padecimiento y
Ésta es l a relación entre judaísmo y cristianismo. Se­ esa tarea. De dónde provienen tales pensamientos no Jo
gún el cristianismo, Isaac es inmolado realmente ... pero sé; pero lo cierto es que no los he recibido ni gracias a
para la eternidad. Según el judaísmo, sólo se trata de mis lecturas ni a las conversaciones con los demás.
una prueba, y todo el problema permanece esencialmen­ Recorreré ahora a vuelo de pájaro mi vida.
te dentro de esta vida. Cuando la dejé a «ella», pedí a Dios una sola cosa: que
lograra escribir y que llevara a término a O lo uno o lo
otro (también por causa de «ella», porque el Diario de un
De mí mismo seductor ha sido escrito para rechazarla, como digo en
Temor y temblor, que procede la madre cuando el niño ha
13 de octubre de ser destetado, untándose el pecho con acíbar) y luego
derecho a encerrarme en una casa rectoral para ser pas­
En lo que he escrito sobre mí mismo en el Diario del año tor, pues pensaba que con eso expresaba mi renuncia al
48 y en el del 49, creo que a menudo se me ha deslizado mundo.
un fragmento de corte literario. No es fácil cuando uno O lo uno o lo otro se concluyó. Pero no sucedió lo que
es escritor como yo lo soy, evilarlo por entero. Esto pasa esperaba según mis intenciones, es decir, ser odiado,
cada vez que tomo la pluma. Porque (¡vaya extrañeza!} aborrecido, etc. ¡Nada de eso! Obtuve, en cambio, un es­
en mi interior tengo una idea más clara y llana acerca de pléndido triunfo.
mí mismo. Pero apenas me propongo volcarla sobre el Entonces debí, pues, haberme encerrado en una casa
papc.l, interviene al instante La forma literaria. Es así rectoral para ser pastor .rural. Para ser fiel a la verdad
bastante extraño que cuando se trata de impresiones re­ debo confesar que, luego de haber realizado una produc­
ligiosas, de pensamientos y de expresiones que se refie­ ción tan enorme en un tiempo tan breve, luego de haber
ren, a mí, no experimento placer alguno en escribirlas; despertado en nuestro ambiente una impresión seme­
son para mí casi demasiado importantes. De tales pensa­ jante, ese proyecto se había borrado de mi mente. Al
mientos conservo aún algunos: pero corno escritor he mismo tiempo se despertó en mí un impulso tan fue 11 •

producido una infinidad, y sólo cuando una palabra de escribir que no pude resistirlo.
-por decirlo así- ha cumplido su tarea, se me ocurre Sucedió por lo tanto otra cosa, y me convcrl í c11 ·scritcw;
anotarla y transcribirla. pero con el firme propósito de ser un escritor l'l'li�io!-.O.
No obstante, quisiera escribir algo acerca de mí mismo. Pronto reapareció el antiguo proyecto (sc1· pa-.101 1 u
Hay en mi alma dos pensamientos tan precoces, cuyo ral). Creí que debía darme prisa para cclllc:l11i1 < 1 11 1 1 1 1 1
origen en el fondo no logro demostrar. El primero es qw.· actividad literaria lo más pronto po iblc, l11vgo < 1111v1·1
existen hombres cuyo destino es el de ser sacrificados, dl· t i rme en un pastor rural.

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