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El fenómeno de la corrupción
La Corrupción desde la perspectiva moral: sustituir los bienes internos de la actividad profesional por los
externos.
La actividad profesional, adquiere su pleno sentido cuando tiende a un fin que le es propio, intrínseco, que
representa el servicio intransferible que aporta a la sociedad: la medicina, la salud; el magisterio, el saber;
la jurisprudencia, la justicia; el periodista, la información, etc.
Bienes extrínsecos: dinero, prestigio, poder
Transparencia Internacional: Corrupción de la política
“Abuso del poder para beneficios privados que finalmente perjudica a todos y que depende de la integridad
de las personas en una posición de autoridad”
Doble valoración social hacia la corrupción:
Se rechaza con gran indignación la gran corrupción
Se convive, practica y justifica la pequeña corrupción cotidiana
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B. Sobreexplotación. Acuerdos laborales que permiten al capital imponer condiciones más
duras a ciertos tipos de trabajadores.
C. Exclusión social. Imposibilidad de acceder a un trabajo de una manera estable al menos
para un miembro de la unidad familiar.
D. Integración perversa. Proceso laboral desde la economía criminal (incluye todo tipo de
actividades delictivas: tráfico de drogas, industria del sexo, tráfico de órganos, etc).
Consecuencias negativas de la corrupción:
1. La naturaleza propia de la actividad profesional queda pervertida, con la pérdida social que ello
comporta.
2. Se genera una desconfianza generalizada hacia los profesionales.
3. Se produce la sustitución del mérito por otros motivos (económicos, sociales, políticos) como criterio
regulador a la hora de obtener u ofrecer bienes diversos.
Contra la corrupción: Leyes adecuadas y moralización social. La corrupción procede más del déficit moral
que del vacío legal. Necesitamos una (re) moralización de las actividades profesionales, con un código de
conducta adecuado.
A nivel global, un estudio del FMI lo sitúa en el 2 % del PIB mundial, o lo que es lo mismo, entre 1,5 y 2
billones (con b) de dólares. Y se refiere únicamente a los sobornos, a los costes directos. El impacto de las
prácticas delictivas sobre el crecimiento es aún mayor y difícil de cuantificar. Publicado en el 2016, el
informe considera la corrupción como «un impuesto al crecimiento», una «plaga» -así se refirió a ella la
directora del FMI, Christine Lagarde, hace unos días- que «reduce el crecimiento, eleva la desigualdad y
alimenta la desconfianza».
Extrapolando el cálculo global del FMI a España, la factura anual estaría en torno a los 20.000 millones de
euros. Pero un reciente estudio sobre Los costes de la corrupción en la UE, realizado por el grupo de Los
Verdes en el Parlamento europeo, multiplica por cuatro esa estimación, disparando hasta los 90.000
millones anuales (el 8 % del PIB) el mordisco en nuestro país. Tan abultada diferencia se explica porque
Los Verdes incluyen en sus cálculos, además de las pérdidas directas por prácticas ilícitas, también las
indirectas, como la sangría en la recaudación tributaria y la pérdida de inversión extranjera.
Así, de acuerdo a los cálculos que investigadores del Fondo Monetario Internacional (2019), han hecho a
partir de los WGI, España estaría dejando de recaudar un 4,5% del PIB por su deficiente control de la
corrupción, lo que, atendiendo al PIB actual de nuestro país, equivaldría a cerca de 60.000 millones de
euros anuales.
Los mismos que echan abajo el informe de los verdes por indicadores poco fiables, reconocen por un lado
una relación positiva entre los niveles de corrupción y de desigualdad y, por otro, un incremento en un 10%
de los niveles de corrupción puede llegar a reducir en un 7,86% el PIB real per cápita.
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Informe de Trasparencia Internacional España 2019 (III)
• “La covid 19 no es solo una crisis sanitaria y económica: es una crisis de corrupción. Y de momento no la
estamos superando” Delia Ferreira Rubio, Presidenta, Transparencia Internacional.
• La mayoría de los países evaluados no ha registrado ningún avance en la lucha contra la corrupción en
casi una década y más de dos tercios puntúan por debajo de 50.
• Los datos indican que, aunque se han producido ciertos avances, la mayoría de los países continúa sin
abordar con eficacia la corrupción en el sector público. La media internacional se sitúa en 43 puntos.