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Desde el punto de vista del principalismo, un enfoque ético que considera los principios de
autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia, la reflexión sobre los microorganismos en la
descomposición de un cuerpo humano plantea importantes dilemas éticos.
En cuanto al principio de beneficencia, que busca maximizar los beneficios y minimizar los daños,
los microorganismos desempeñan un papel importante en el proceso de descomposición. Aunque
a simple vista pueda parecer desagradable, la descomposición de los cuerpos es un proceso
esencial para el reciclaje de nutrientes en el ecosistema. Los microorganismos descomponedores
ayudan a descomponer los tejidos y liberar nutrientes al suelo, permitiendo que otros organismos
vivos se beneficien de ellos.
En relación con el principio de no maleficencia, que prohíbe causar daño, los microorganismos
pueden ser considerados agentes que causan la descomposición de un cuerpo, lo cual puede
resultar perturbador para muchas personas. Sin embargo, es importante destacar que la
descomposición es un proceso natural y necesario en el ciclo de la vida, y los microorganismos
simplemente cumplen su función en este proceso. Por lo tanto, no se puede atribuir una intención
maliciosa a su actividad.
Por último, el principio de justicia plantea preguntas sobre la equidad en la distribución de los
beneficios y las cargas. En el caso de la descomposición de un cuerpo, los microorganismos no
discriminan entre las personas y sus restos. Todos los cuerpos, sin importar su estatus social, raza
o religión, son sometidos al mismo proceso de descomposición. Esto puede ser interpretado como
un recordatorio de la igualdad fundamental de todos los seres humanos ante la muerte y la
naturaleza.