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Regalo de cumpleaños

Luis Gerardo Trinidad Rodríguez

Más que el poco interés inicial, era la morbosidad de los cuerpos aquello que le impedía
retirar la mirada de la pantalla. Como lo previó, la IA no era aún lo demasiado eficiente
para crear verdaderamente un video a partir de una fotografía, y él, aficionado a las
cámaras, se había mostrado renuente en un principio para participar en dicho fenómeno
mediático. Pero era su cumpleaños y la gente lo sabía, por lo que les pareció natural y
acertado regarle una suscripción mensual de una herramienta que, a partir de la creación de
múltiples imágenes, lograba generar los suficientes fotogramas para crear un pequeño
video. Y si la gente te regalaba algo por tu cumpleaños, ¿no era lo propicio aceptarlo sin
importar el poco interés por él?
¡DALE VIDA A TUS FOTOGRAFÍAS!, rezaba la página principal. Las instrucciones
eran sencillas: una vez cargada o escaneada la fotografía, debías colocar algunas palabras
claves que ayudaran al sistema para recrear con la mayor exactitud posible la situación
plasmada. Ante la mirada expectante de sus amigos y familiares no tuvo más remedio que
realizar las primeras pruebas. Eligió una vieja fotografía de su hermano. Se recordó a sí
mismo tratando de capturar el momento, dando las indicaciones sobre cómo posar mientras
él buscaba la posición perfecta para que el sol proyectara la sombra en la pared. Cuando
encontró el lugar adecuado, era como si la sombra fuera una persona más y no una
extensión de la silueta de su hermano. Escribió en las especificaciones:

Hombre mirando su sombra.

La herramienta tardó unos segundos en crear el vídeo. Cuando estuvo listo, cayeron
en la cuenta de que se trataba de un proyecto bizarro más que de un logro tecnológico.
Además de restarle calidad a las fotografías, los diversos fotogramas no creaban una unión
perfecta, deformando notablemente rostros y cuerpos y apenas rescatando la idea principal
de la fotografía. Pero una vez pasada la primera impresión, el resultado era de una curiosa
morbosidad: había interpretado la sombra como un cuerpo real, como una creatura que
saludaba desde las fauces de la oscuridad a su hermano mientras este, feliz, le devolvía el
saludo. Risas y aplausos. Decidió probar de nuevo, esta vez movido por la perspectiva de la
herramienta. Fue por el viejo álbum de festejos y colocó la de su cumpleaños treinta y
cinco.

Feliz cumpleaños. Mordida de pastel.

Primero el horror, pequeñas muecas de disgusto entre los invitados, para dar paso
después a las risas, a la fascinación: esta vez la deformidad fue al extremo. Sonrisas sin
contornos que se expandían hasta las orejas; inestables siluetas sin un ritmo natural, sin
manos ni cuerpos definidos: brazos granulosos que desafiaban la anatomía humana y se
retorcían entre su misma circunferencia. El vídeo duraba cinco segundos y una vez
finalizado se repetía automáticamente hasta que alguien apretara el botón de END.
En líneas generales, durante ese escaso tiempo, había interpretado cada acción de
los protagonistas como había sucedido en la vida real. Aquellos que aplaudieron, aplaudían;
aquellos que cantaron, cantaban; aquellos que extendieron su mano para arrojar la cara del
festejado al pastel, la extendieron. La sorpresa residía en que dichos movimientos no
estaban reflejados en la fotografía original, dado que la cámara no había capturado dichos
movimientos hasta disparos después. Bastó ver las demás fotografías del álbum para cotejar
la exactitud de los movimientos.
Las siguientes fotos del álbum correspondían al cumpleaños número cinco de su
hija más pequeña. No sabía cuál escoger, así que decidió experimentar lo visto
anteriormente en las fotografías de su cumpleaños. Como un carrusel, iba colocando cada
fotografía en orden cronológico para después verificar si la representación de los cinco
segundos del vídeo era exacta a los movimientos que las fotografías posteriores mostraban.
A pesar de la inevitable deformidad, como si de un prestidigitador se tratara, adivinaba los
gestos posteriores de las personas.
Hasta que subió una fotografía, casi sin importancia, tomada en el momento de
euforia. Todos aplaudían, saltaban, de manera que la cámara no captó sus movimientos.
Lucían como pequeñas estelas de colores alrededor de la cumpleañera. Era el momento
después de soplar las velas, después de que su hija pidiera su deseo, pero no parecía feliz.
Miraba a la cámara, pero su gesto era en blanco. En las demás fotografías no había rastro de
ese gesto, fue un momento especifico, tomada en el momento exacto. Decidió subirla a la
herramienta.

Deseo de cumpleaños.

No fue como los demás videos. Si aquellos eran extraños, pero de un curioso
encanto, el resultado obtenido de la más reciente fotografía era tenebroso. No hubo
aplausos ni risas. Las estelas que eran las personas se tornaban en sombras oscuras que se
ceñían sobre su hija, acechándola, y ella se encogía en su asiento mirando hacia la cámara
con el miedo en sus ojos deformes. Si anteriormente la herramienta había adivinado la
intención de las personas en las fotografías, en esta ocasión estaba volviendo a interpretar el
gesto convirtiéndolo en miedo. Entonces, ¿el miedo que mostraba su hija era real? Y si era
así, ¿de qué tenía miedo?
En la noche, cuando todos dormía, encendió de nuevo su computadora para seguir
escarbando en la fotografía. ¿Tal vez había descrito mal? Intentó con algo diferente.

Cumpleaños feliz. Deseo feliz.

En los primeros tres segundos el vídeo transcurría con normalidad, cayendo confeti y
globos sobre su hija mientras todos esos cuerpos abyectos festejaban. Pero en los dos
últimos segundos, los cuerpos volvían a ser nuevamente sombras y el rostro de su hija
miraba aún con mayor terror a la cámara, a él, seguido de la palabra ERROR. La
herramienta soltó un mensaje:

Datos insuficientes. Aporte más datos.


Escribió:
Feliz cumpleaños. Miedo.

La herramienta tardó en cargar la fotografía más de lo normal. Intrigado, su primer


pensamiento fue que había saturado la herramienta y debía iniciar todo el proceso de nuevo.
Pero el video apareció y no eran los cinco segundos acostumbrados, sino diez. Las personas
que eran sombras, el miedo en su hija, todo estaba ahí, pero en los cinco segundos extras se
mostraba un gesto nuevo, el de su hija levantando su mano para esconder su rostro,
mientras que la otra mano era extendida en señal de precaución, como si tratara de
defenderse. Después de reflexionar durante largo rato, concluyó que no lo estaba mirando a
él, sino a alguien detrás de la cámara. Le mostró el video a su esposa.
-¿Recuerdas quienes estaban detrás de mí cuando nuestra hija pidió su deseo?
- Alguien llegó tarde a la fiesta, justo antes de soplar las velas. Se colocó detrás de ti
para no interrumpir la celebración. Tal vez sea él el responsable.
-¿Estas segura? Era mi hermano.
-Completamente.
-Unos meses atrás fueron de vacaciones juntos. Le pareció una buena idea que
pasara tiempo con sus primas, como regalo adelantado de cumpleaños, aunque ella al
principio no quería ir. La tuvimos que convencer porque creíamos que le haría bien.
-No turbes tu mente.
-No, yo solo…
-Es una herramienta, un juguete. Tranquilo.
-¿Hay fotos de ese viaje?
Ahora fue su esposa la que calló, pero trajo las fotografías: su hija en el lago con las
primas, en las mesas de autoservicio comiendo una hamburguesa, una gran foto con la
familia del tío. Las subió a la herramienta y el resultado fue tranquilizador. Muchos vídeos
inocentes, con nada de maligno detrás de ella y que mostraban, en esos cuerpos deformes,
una sutil felicidad con la familia de su hermano. Decidieron volver a la cama, pero antes el
padre decidió ir cuarto de su hija para darle un abrazo después de los turbulentos
pensamientos que albergaron su mente unos momentos atrás. Cuando entró, su hija estaba
durmiendo enfurruñada en su edredón, así que prefirió no molestarla.
Antes de salir de su cuarto, observó que en su pequeño escritorio de fotografías
había un marco recostado boca abajo. La curiosidad pudo con él, y al levantar el marco
descubrió una foto de su hija con su tío. No conocía la existencia de esa fotografía. Era una
foto de ambos, sonriendo, en lo que parecía ser la sala de su hermano. Él no conocía esa
fotografía. Ambos sonreían. Nada maligno. La dejó sobre el escritorio. Dio un paso, dio
dos. Se detuvo. Él no conocía la fotografía. La tomó.
Hija feliz.
ERROR. Aporte más datos.

Tío y sobrina. Felices.


ERROR. Aporte más datos.

Familia feliz.
ERROR. Aporte más datos.

Miedo.

La herramienta se demoró en dar los resultados. Finalmente, un video. Era largo. Empezó a
reproducirlo.
El horror.

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