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INCORPORADA Nº 2046
“JESÚS DE NAZARET”
ETAPA DIAGNÓSTICA
Turinetto, Virginia.
¡Bienvenidos/as a la secundaria!
La inventó sin querer y, lo que es mucho peor, sin saber cómo. La cosa es que el
hombre fabricó una cámara fotográfica instantánea y ahora lo único que le importa es
salir a probarla.
Está contento. Se le nota en las rodillas: por su modo de flexionarlas daría la impresión
de que va a dar saltos en lugar de caminar.
Mira para todas partes. Va por la vereda. A izquierda y a derecha hay negocios y
edificios. Hacia el frente, una hilera de asfalto que termina en punta, allá donde sus
ojos no pueden ver más.
En medio de tanto cemento ve un árbol y para. Le gusta y decide que será su primera
foto.
El hombre desconfía de sí mismo. Creyendo que hizo mal la toma decide seguir
caminando.
Cruza una avenida hacia el sur. El paisaje de edificios empieza a desvanecerse. Las
construcciones van perdiendo altura hasta no superar los dos pisos.
Elige la próxima foto: la casa más vieja del barrio. Cierra un ojo. El otro lo fija en la
lente. Encuadra la imagen que quiere captar. Se asegura de estar enfocando lo que
desea.
Algo alarmado con lo que ocurre y no acierta a descubrir, resuelve volver a su casa y
meterse en el laboratorio a investigar.
En el camino ve una persona tirada en la vereda, la cabeza coronada por un charco de
sangre. Enfoca con su cámara el cuerpo desplomado, cuando se oye que se acerca
una ambulancia.
Piensa. Se pregunta. Trata de hacer memoria. Sabe que si logra reproducir su cámara,
el suyo será el invento del siglo.
Se ubica frente a un espejo y se saca una foto. Veinte segundos y en el papel revelado
se reconoce a sí mismo enfocando con la cámara a una persona tirada en la calle.
Le saca una foto a esa foto y en el papel revelado aparece su propia imagen
enfocando con la cámara una casa vieja. Se reconoce a sí mismo frente a esa casa
unas horas atrás. Le saca una foto a esa foto y en el papel revelado se retrata su
silueta enfocando con su cámara un árbol.
Le saca una foto a esa foto y en el papel revelado aparece su propia imagen
caminando por la vereda poblada de negocios y edificios. Hacia el frente, una hilera de
asfalto que termina en punta, allá donde sus ojos no pueden ver más.
Ahora sí, se dice. Aquí llega el principio. Le saca una foto a esa foto, y en veinte
segundos, sin saber cómo y en última instancia por qué, en el papel revelado se
retrata una máquina de escribir con una mujer frente a ella en el preciso instante en
que va a pulsar una tecla.