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Reflexión” Familia red de apoyo y comunicación para una salud emocional favorable”

La adolescencia, etapa de la evolución humana entre los 11 y 21 años aproximadamente, trae consigo una
avalancha de cambios físicos, sociales, biológicos, psicológico y cognitivos, el influjo de ellos; las vivencias de
la infancia, el núcleo afectivo y las novedades, exigencias , situaciones del entorno cambiante, así como la
exposición a la comunidad global de las nuevas tecnologías de la comunicación, etc.; los enfrenta
constantemente a riesgos psicosociales: embarazo precoz, consumo de sustancias psicoactivas, integración
de pandillas, deserción escolar, delitos informáticos, acoso, problemas de salud mental: ansiedad, fobias,
depresión, trastornos de la conducta alimentaria, autolesiones, ideación suicida y suicidio, entre muchos
otros. Es claro que desde la infancia preparamos el terreno para la adolescencia, por tanto, hagamos de ella
abono para afrontar estos riesgos cotidianos en la adolescencia. La familia se constituye en un factor
protector o en un factor de riesgo; como comunidad Ietecista preocupada por el incremento de los riesgos
psicosociales en nuestros estudiantes invitamos a padres de familia a hacer un cerco de protección para
blindar la salud emocional de nuestros niños, niñas y adolescentes. Consideramos, siguiendo
recomendaciones puntuales de las comunidades científicas que estudian el comportamiento humano, tener
muy en cuenta al interior de nuestros hogares el papel de la comunicación, una comunicación que puede ser
protectora de riesgos o por el contrario detonante de riesgos. Tengamos en cuenta lo siguiente:

A. El lenguaje afectivo es imprescindible para trabajar la comunicación positiva. La buena


comunicación con los hijos consiste en escuchar y hablar bien de forma que los niños y adolescentes sepan
que están siendo escuchados todo el tiempo. Es una buena habilidad que hay que dinamizar siempre con los
niños y continuar con los adolescentes, esta mejora con la práctica, además, así ellos aprenderán también a
saber escuchar y a hablar.

B. Las palabras que se escogen para hablar son muy importantes para construir un buen vínculo entre
padres e hijos. Las palabras y el tono con las que se usan son cruciales para fomentar una buena
comunicación, ya que si no se usan correctamente pueden provocar una ruptura comunicativa y daño
emocional.

C. Las palabras positivas tienen un gran poder en las personas, pero aún más en los niños y
adolescentes ya que están en desarrollo y consolidación de su personalidad, carácter y formación y para
ello, necesitan ese vínculo con sus padres y personas cercanas. Es necesario recordar que como padres y
madres es necesario pensar en las palabras que se dicen a los hijos antes de hablarles, las palabras
transmiten emociones y es necesario que éstas sean positivas para que sean bien recibidas. Recuerden, las
palabras edifican o destruyen.

D. Las palabras que escojas para comunicarte con tus hijos impactan directamente en su cerebro y en
su desarrollo, tanto es así que incluso pueden influir en la formación de su personalidad. Si les hablas
siempre negativamente pensarán que no los quieres y su autoestima se verá socavada… En cambio, si le
hablas desde lo positivo y la alegría, tus hijos se desarrollarán siendo más optimistas y contentos. Las
palabras hirientes, los malos modos o los gritos solo incitan a ser violentos y a pasarlo mal emocionalmente.

E. Al ser la escuela otra red de apoyo para nuestros niños niñas y adolescentes, es muy importante
mantener comunicación cercana, precisa y coherente con ella, avisar las novedades en la salud de nuestros
estudiantes y consolidar los acuerdos de prevención, convivencia y académicos (hablar un mismo lenguaje).

Padre de familia, siempre hazte las preguntas: ¿Soy promotor de salud emocional para mi hijo?

¿Soy red de apoyo para el crecimiento integral de mi hijo? ¿La comunicación que establezco con mi hijo
fortalece su capacidad de afrontación ante los riesgos de la adolescencia?; tu respuesta sincera te debe
llevar a tomar acciones, si es favorable, continúa alimentando ese tipo de comunicación; si no, es hora de
hacer los ajustes por el bien de nuestros niños, niñas y adolescentes.

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