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Las diferentes concepciones de la infancia nos confrontan a dos lecturas del sufrimiento infantil y sus manifestaciones. En la
primera, el niño es el objeto de una teoría, y la causa de sus sufrimientos se atribuye a trastornos o enfermedades producidas
en su organismo. En la segunda, el niño es un ser vivo en interacción permanente con el entorno. El conjunto de estas
relaciones constituye su medio humano, que a su vez puede facilitar o dañar su desarrollo. Hay que considerar a los niños y
niñas que sufren malos tatos no sólo como victimas de la violencia o la negligencia de sus padres, sino también de la violencia
institucional y social.
LAS CONSECUENCIAS DE LOS MALOS TRATOS EN LOS NIÑOS Los contextos de los malos tratos son entornos humanos
que provocan graves daños, a veces irreversibles, en los niños y niñas. Por eso existen cinco niveles de las manifestaciones
posibles de esto: 1. Los trastornos de desarrollo infantil: una familia donde uno o ambos padres tienen practicas de abuso y de
malos tratos impide o dificulta el desarrollo y crecimiento sano del niño/a2. Los trastornos de la socialización: conllevan a una
transmisión transgeneracional del maltrato expresada por la violencia en la adolescencia, la violencia conyugal y/o el maltrato a
los hijos. 3. Trastornos de los procesos resilientes: las capacidades resilientes permiten a los niños un desarrollo
suficientemente sano a pesar de los obstáculos y dificultades que derivan de sus vidas. 4. Los traumas infantiles: los diferentes
tipos de maltrato son consecuencia en el niño de experiencias como estrés y dolor crónico de gran intensidad. Estos procesos
traumáticos tienen como consecuencias adheridas la culpa, la estigmatización, la impotencia, la rabia… 5. Los trastornos del
apego: constituye uno de los trastornos más graves. Daña a una de las capacidades del ser humano: relacionarse consigo
mismo y con los demás.
LOS PROFESIONALES DE LA INFANCIA COMO PROMOTORES DE BUENOS TRATOS Y DE RESILIENCIA El buen trato
debe ser pilar en cualquier actuación terapéutica, y el apoyo de la resiliencia, su objetivo fundamental. Para lograrlo, es
necesario poseer o haber desarrollado diferentes capacidades como son: Capacidad de vincularse como personas. Capacidad
de facilitar conversaciones. Capacidad de trabajar en red para proporcionar apoyo a todos los implicados. Capacidad de elegir
el espacio relacional adecuado para intervenir.
LOS TRES EJES DE LA INTERVENCION TERAPEUTICA PARA ASEGURAR EL BUEN TRATO DE LAS NIÑAS Y LOS
NIÑOS Para ofrecer un ambiente de buenos tratos a niños y niñas maltratados solo hay tres niveles operativos fundamentales:
1. La evaluación y rehabilitación de las incompetencias parentales: intervenir para que los padres mejoren las prácticas de su
rol y respeten siempre la importancia simbólica de la filiación biológica. 2. El cuidado y el autocuidado de los profesionales que
trabajan en los programas de protección infantil: la prevención del “queme profesional”, debe ser la finalidad de cualquier
programa de apoyo a la infancia. 3. La evaluación y el tratamiento del daño en los niños y niñas provocado por los malos tratos:
los malos tratos tienen consecuencias concretas para los niños, no siempre visibles e imaginables pero siempre presentes. LAS
TERAPIAS GRUPALES EN NUESTRO PROGRAMA Es relativamente nueva. Solo en los últimos veinticinco años han venido
desarrollándose diversas metodologías específicas para ofrecer a los niños que han sufrido politraumatismos por malos tratos,
en cualquiera de sus formas, tratamientos psicoterapéuticos acordes con sus necesidades y características.
Los aspectos más relevantes del modelo terapéutico del modelo terapéutico que se propone son: Tratamiento psicoterapéutico
destinado a la reparación de los trastornos del apego. Un tratamiento psicológico destinado a aliviar y curar los contenidos
ansiosos y depresivos de estos trastornos. Acompañamiento “psico-socio-educativo”, destinado al aprendizaje de nuevas
formas de comportamiento mediante el desarrollo de un control emocional adecuado. Para todo esto, resulta esencial un
trabajo en red, una estructura coherente del tratamiento, una metodología y técnicas adecuadas, una buena relación
terapéutica con el niño… Todo esto es posible, pero siempre y cuando los adultos humanos tengan la valentía de reconocer el
daño que hacen a sus hijos y hagan todo lo necesario para reparar ese daño y ofrecer los recursos para el desarrollo de las
competencias parentales de las familias.
OPINIÓN PERSONAL
En cuanto a la forma, el grado de dificultad del libro me ha parecido bastante bajo. Es un texto bastante fácil de entender.
Algunos párrafos y palabras están formados con un lenguaje bastante técnico, pero no he tenido ninguna dificultad especial a la
hora de entenderlo. Si que es verdad que en algunos casos me ha resultado un tanto pesado, porque hay capítulos o párrafos
con una idea principal muy repetitiva durante todo el libro. Por otra parte, en cuanto al contenido, lo he visto quizás muy denso.
Pero compensando esto, está lo interesante que resultan todos y cada uno de los temas que en él se exponen, En especial, los
dos capítulos que, por así decirlo, me han “marcado” mas o me han resultado mas interesantes han sido los capítulos 7 y 8, en
los que se habla extendidamente de lo que puede conllevar y las causas que puede acarrear en el niño o la niña la falta de
apego tanto por parte de sus padres como por parte de su entorno social. Y las manifestaciones que los niños y niñas tienen
por esta falta de apego y por los malos tratos producidos por sus padres. También resaltar que, como se menciona en el
capitulo 9, para conseguir todo esto que en libro se propone se necesita un trabajo en red. Un trabajo y un esfuerzo en el que
todos trabajemos para ayudar al niño y niña a salir de eso, y siempre y cuando, los adultos humanos tengan la valentía de
reconocer el daño que hacen a sus hijos y hagan todo lo necesario para reparar ese daño y ofrecer los recursos para el
desarrollo de las competencias parentales de las familias.