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COMPILACIÓN
UNIVERSIDAD DE SUCRE
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y ADMINISTRATIVAS
ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS
HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO
TABLA DE CONTENIDO
PAG
INTRODUCCIÓN ...............................................................................................................3
1. APARICIÓN DEL PENSAMIENTO SOCIALISTA ..............................................4
2. ORIGEN DE LA PALABRA SOCIALISMO..........................................................7
3. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL SOCIALISMO.........................................9
4. TIPOS DE SOCIALISMO.......................................................................................11
4.1 Socialismo utópico..........................................................................................11
4.2 Socialismo de Estado......................................................................................11
4.3 Socialismo cristiano........................................................................................12
4.4 Anarquismo.....................................................................................................12
4.5 Socialismo marxista.........................................................................................13
4.6 Comunismo......................................................................................................13
4.7 Revisionismo...................................................................................................14
4.8 Sindicalismo....................................................................................................14
4.9 Socialismo de gremios.....................................................................................15
5. CARACTERÍSTICAS COMUNES DEL SOCIALISMO.....................................16
6. BENEFICIOS HISTORICO DEL SOCIALISMO ................................................17
7. UTILIDAD Y VALIDACIÓN DEL SOCIALISMO..............................................18
8. CONTRIBUCIONES PERDURABLES DEL SOCIALISMO...............................19
9. CONTRIBUCIONES DE AUTORES......................................................................22
9.1 Henri Comte de Saint-Simon...........................................................................22
9.2 Charles Fourier.................................................................................................29
9.3 Simonde de Sismondi.......................................................................................31
9.4 Robert Owen.....................................................................................................37
9.5 Louis Blanc.......................................................................................................42
9.6 Charles Kingsley...............................................................................................44
9.7 Fríedrich List.....................................................................................................46
9.8 Proudhon...........................................................................................................49
10. VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL SOCIALISMO .........................................54
11. CONCLUSIÓN.......................................................................................................56
12. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS....................................................................12
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INTRODUCCIÓN
El socialismo es una doctrina económica que visiona una sociedad basada en la solidaridad,
la igualdad, la equidad y la defensa del bienestar de la clase obrera. Surgió como respuesta
a los maltratos propiciados por las clases sociales predominantes del siglo XIX, que eran
propietarias de la fuerza productiva, como fábricas, máquinas y el capital. Las condiciones
infrahumanas, y los diferentes padecimientos por lo que pasaba la clase obrera que
trabajaba para las grandes compañías, fueron el objeto de la crítica de personajes como
Henri Comte de Saint-Simon, Carl Marx, Engels, Robert Owen entre otros. Dichos autores
contribuyeron en la generación de ideales que confrontaron la dinámica del sistema
capitalista opresor de la época. Ellos promovieron una era de reflexión sobre la forma en
que la economía funcionaba y propusieron nuevas modelos económicos que beneficiaran a
los a los más desfavorecidos, a la clase obrera en particular.
El presente trabajo es una compilación de diferentes libros, documentos y páginas web que
permitieron plasmar una descripción histórica de como surgió el pensamiento socialista,
como se acuño el termino y que hechos sentaron las bases para el desarrollo de esta
doctrina económica. En el documento se podrá apreciar los tipos de socialismo, las
características de cada una de estas corrientes, como también la reseña de cada autor que
con sus ideas y propuestas dieron inicio a este proceso de revolución doctrinal, basado en la
crítica directa al sistema económico del momento. Por medio de este documento se podrá
contemplar las contribuciones perdurables en el tiempo, ventajas y desventajas derivadas
del socialismo.
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El socialismo es una corriente filosófica política, social y económica, y una ideología, que
abarca una gama de sistemas socioeconómicos caracterizados por la propiedad social de los
medios de producción, y la autogestión de empresas por parte de los trabajadores. Incluye
teorías políticas y los movimientos asociados con tales sistemas. La propiedad social puede
ser pública, colectiva o cooperativa. La RAE define el término socialismo como: «Un
Sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración
colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes». El socialismo
implica, por tanto, una planificación y una organización colectiva consciente de la vida
social y económica orientada a la satisfacción de necesidades. No obstante, hay muchos
tipos de socialismo y no existe una definición única que las englobe a todas, siendo la
propiedad social el elemento común compartido por sus diversas formas cuyo objetivo es
sortear las ineficiencias y crisis tradicionalmente asociadas con la acumulación de capital y
el sistema de ganancias en base a la explotación laboral.
La ideología socialista critica los males y las injusticias del capitalismo (como la
distribución desigual de la riqueza, la feroz competitividad en el mercado, o la incapacidad
de autorrealización y desarrollo humano, etc.) trascendiéndolo por un sistema
socioeconómico autodenominado moralmente superior. Subsisten sin embargo criterios
encontrados respecto a la necesidad de la centralización de la administración económica
mediante el Estado como única instancia colectiva en el marco de una sociedad compleja,
frente a la posibilidad de formas diferentes de gestión descentralizada de la colectividad
socialista, tanto por vías autogestionarias como de mercado, así como mediante el empleo
de pequeñas unidades económicas socialistas aisladas y autosuficientes. El primer acto en
que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad: la toma
de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último
acto independiente como Estado. Los sistemas socialistas se dividen en formas de no
mercado y de mercado. El socialismo de no mercado implica reemplazar los factores de
mercado y el dinero con planificación e ingeniería económica integrada o criterios técnicos
basados en cálculos realizados en especie, produciendo así un mecanismo económico
5
diferente que funciona de acuerdo con leyes y dinámicas económicas diferentes a las del
capitalismo. El debate del cálculo socialista, originado por el problema del cálculo
económico, se refiere a la viabilidad y los métodos de asignación de recursos para una
economía planificado socialista, ya sea de forma centralizada o participativa / democrática.
Por el contrario, el socialismo de mercado8 conserva el uso de los precios monetarios, los
factores de mercados y, en algunos casos, el ánimo de lucro, con respecto al
funcionamiento de las empresas de propiedad social y la asignación de bienes de capital
entre ellas. Las ganancias generadas por estas empresas serían controladas directamente por
la fuerza laboral de cada empresa o se acumularían a la sociedad en general en forma de
dividendo social.
Existen también discrepancias sobre la forma de organización política bajo el socialismo
para lograr o asegurar el acceso democrático a la sociedad socialista a clases sociales o
poblaciones, frente a la posibilidad de una situación autocrática por parte de las burocracias
administrativas. La política socialista ha sido tanto de orientación internacionalista como
nacionalista; organizado a través de partidos políticos y opuestos a la política de partidos a
veces se superponen con los sindicatos y otras veces son independientes y críticos de ellos;
y presente tanto en países industrializados como en desarrollo. Las formas históricas de la
organización social de tipo socialista pueden dividirse entre determinadas evoluciones
espontáneas de ciertas civilizaciones de carácter religioso y las construcciones políticas
establecidas por proyectos ideológicos deliberados. De estas se destaca el Imperio inca. El
movimiento socialista incluye un conjunto de filosofías políticas que se originaron en los
movimientos revolucionarios de mediados a finales del siglo XVIII y por preocupación por
los problemas sociales asociados con el capitalismo. A finales del siglo XIX, después del
trabajo de Karl Marx y Friedrich Engels, el socialismo había llegado a significar oposición
al capitalismo y la defensa de un sistema poscapitalista basado en alguna forma de
propiedad social de los medios de producción. El socialismo marxista fue más tarde
denominado como socialismo científico, caracterizado por la dictadura del proletariado
como objetivo para sentar el comunismo (sistema socioeconómico sin clases sociales), en
contraposición a autores socialistas anteriores, denominados socialistas utópicos. A lo largo
del siglo XIX, los términos "comunismo" y "socialismo" se usaron como sinónimos. Por
otro lado, pensadores anarquistas como Pierre-Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin
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Para Andrew Vincent, "la palabra 'socialismo' encuentra su raíz en el latín sociare, que
significa combinar o compartir. El término relacionado, más técnico en el derecho romano
y luego medieval fue societas. Esta última palabra podría significar compañerismo, así
como la idea más legalista de un contrato consensuado entre hombres libres".
Al parecer la palabra socialismo fue empleada por primera vez por el monje Ferdinando
Facchinei en 1766 para referirse a la doctrina de los que defendían el contrato social como
el fundamento de la organización de las sociedades humanas. 20 años más tarde, otro autor
italiano Appiano Buonafede volvió a utilizarla. El término socialismo también se atribuye
en Francia a Pierre Leroux y Marie Roch Louis Reybaud, mientras que en Gran Bretaña se
asocia a Robert Owen, quien sus discípulos de Robert Owen ya habían empleado el
término ‘socialist’ para designar a los adeptos de la doctrina de Owen por 1827 en el
Cooperative Magazine.52
Sin embargo, la palabra socialismo, en el sentido moderno del término, no aparece hacia
1830 en Gran Bretaña y en Francia, casi simultáneamente, para designar las ideas de los
seguidores de Robert Owen, Henri de Saint-Simon y grupos de Europa occidental que
habían surgido de la Revolución Francesa. El primer uso preciso del neologismo se suele
atribuir al sansimoniano francés Pierre Leroux quien en el número de octubre-diciembre de
1833 de la Revue encyclopédique publicó un artículo titulado Del individualismo y del
socialismo, aunque en él criticaba ambas doctrinas por considerarlas el resultado de la
exageración de la idea de libertad, la primera, y de la idea de asociación, la segunda. Sin
embargo, en una nota añadida a la reimpresión del artículo años más tarde escribió:
"Desde hace algunos años, nos hemos acostumbrado a llamar socialistas a todos los
pensadores que se ocupan de reformas sociales, a todos los que critican y reprueban el
individualismo… y en este aspecto yo mismo, que siempre he combatido el socialismo
8
absoluto, soy designado hoy como socialista. […] Soy socialista sin duda, si se quiere
entender por socialista la doctrina que no sacrifica ninguno de los términos de la fórmula
Libertad, Fraternidad, Igualdad, Unidad, sino que todos los aúna."
Entre agosto de 1836 y abril de 1838 Louis Reybaud publicaba en la Revue des deux
mondes tres estudios bajo el título de Socialistas modernos dedicados a Saint-Simon, a
Charles Fourier y a Robert Owen, y en los que confirmaba que el término socialismo, en su
sentido moderno, había surgido hacia 1830. Como ha destacado Jean-Paul Thomas, toda
«palabra nueva, responde a realidades nuevas. Las doctrinas sociales no surgen
casualmente a principios del siglo XIX. Tienen como origen inmediato la revolución
industrial y la miseria que le acompaña… Contraponen a la búsqueda egoísta del provecho
la visión de una comunidad de productores ligados unos a otros por una solidaridad
fraternal». Según este autor las raíces del socialismo hay que buscarlas en las propuestas
igualitarias de los grupos «radicales» de la Revolución Francesa, como la del enragé
Jacques Roux que escribió en 1793, denunciando los acaparamientos de los bienes de
subsistencia: «los productos de la tierra, como los elementos, pertenecen a todos los
hombres. El comercio y el derecho de propiedad no pueden consistir en hacer morir de
miseria y de inacción a nuestros semejantes».
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Inglaterra fue una de las dos cunas del socialismo «utópico». Existieron dos causas
importantes que dan al socialismo utópico inglés su carácter peculiar: la revolución
industrial, con su cortejo de miserias para el desarrollo del Proletariado británico, y el
desarrollo de una nueva rama de la ciencia: la economía política, concepto asociado a la
búsqueda de dominio titular de las ciencias políticas. En Francia tuvo un carácter más
filosófico que en Inglaterra. Su primer representante fue el conde Henri de Saint-Simon,
considerado por Engels el creador de la idea en estado embrionario que sería utilizada por
todos los socialistas posteriores. Propuso la Federación de Estados Europeos, como
instrumento político para controlar el comienzo y desarrollo de guerras. Al mismo tiempo
Charles Fourier, concibió los falansterios (comunidades humanas regidas por normas de
libre albedrío e ideologías económicas socializadas). Henri de Saint-Simon contrastó la
doctrina liberal del individualismo que enfatizaba el valor moral del individuo mientras
enfatizaba que las personas actúan o deberían actuar como si estuvieran aisladas unas de
otras.
Los socialistas utópicos originales condenaron esta doctrina del individualismo por no
abordar las preocupaciones sociales durante la Revolución Industrial, incluida la pobreza, la
opresión y las grandes desigualdades en la riqueza. Consideraban que su sociedad dañaba la
vida comunitaria al basarla en la competencia. Presentaron el socialismo como una
alternativa al individualismo liberal basado en la propiedad compartida de los recursos.
Saint-Simón propuso la planificación económica, la administración científica y la
aplicación del conocimiento científico a la organización de la sociedad. Por el contrario,
Robert Owen propuso organizar la producción y la propiedad a través de cooperativas.
Con el advenimiento de las grandes fábricas, la Revolución Industrial acabó con la
seguridad de la antigua economía de agricultura, aldeas y artesanías. Alrededor de esas
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4. TIPOS DE SOCIALISMO
4.1 Socialismo utópico. Data de alrededor de 1800, con Henri Comte de Saint-Simon,
Charles Fourier y Robert Owen como las figuras clave. Ellos desarrollaron sus ideas en una
época en que los trabajadores industriales todavía eran débiles y estaban desorganizados,
desmoralizados por los rápidos cambios de la Revolución Industrial, privados de la
inmunidad y todavía no conscientes de su poder latente. Los socialistas utópicos
consideraban a la competitiva economía de mercado como injusta e irracional. En respuesta
a ello desarrollaban arreglos sociales perfectos y después recurrían a todo el mundo para
que los adoptaran. Predicaban la solidaridad universal más que la lucha de clases y
buscaban a los capitalistas para que cooperaran con sus proyectos e incluso los financiaran.
Proyectaban comunidades cooperativas modelo y realmente intentaron llevar a la práctica
algunas, por lo común sin ningún éxito.
dentro de un sistema capitalista. Algunos ejemplos dentro de Estados Unidos son el sistema
federal de seguridad social, la Tennessee Valley Authority y el servicio postal.
Históricamente, el Estado socialista se consideraba como un poder imparcial sobre el cual
se podía influir para favorecer a la clase trabajadora si el voto se extendiera y se educara y
organizara a los trabajadores. Entonces el Estado se hacía cargo de las empresas y se
convertía en el patrono; o podía fomentar y subsidiar cooperativas (en donde los
trabajadores o los consumidores son los propietarios). Louis Blanc fue el principal defensor
del Estado socialista.
4.3 Socialismo cristiano. Esta versión del socialismo se desarrolló en Inglaterra y Alemania
después de 1848, y Charles Kingsley fue su principal defensor en Inglaterra. Surgió
después de la derrota de los movimientos radicales en ambos países. Esta versión del
socialismo ofrecía a los trabajadores el consuelo de la religión para mitigar su dolor y
proporcionarles una esperanza. La Biblia constituiría el manual del líder del gobierno, del
patrono y del trabajador; el orden de Dios era el amor y el compañerismo mutuos. La
propiedad en manos de los ricos se retendría en fideicomiso para beneficio de todos. Este
movimiento, que repudiaba la violencia y la lucha de clases, abogaba por la reforma
sanitaria, la educación, la legislación en las fábricas y las cooperativas.
4.4 Anarquismo. Con Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) como uno de sus primeros
defensores, el anarquismo afirmaba que todas las formas de gobierno son coercitivas y se
deben abolir. Según Proudhon: De hecho la experiencia muestra que el gobierno en todas
partes y siempre, por mucho que haya podido ser para el pueblo en sus orígenes, se ha
puesto del lado de la clase más rica y educada en contra de la clase más numerosa y más
pobre; poco a poco se ha vuelto más intolerante y exclusivo; y, en vez de mantener la
libertad y la igualdad entre todos, trabaja en forma persistente para destruirlas, en virtud de
su inclinación natural hacia el privilegio... Podemos concluir sin temor que la fórmula
revolucionaria no puede ser un gobierno directo, ni un gobierno simplificado [sino que más
bien] es ningún gobierno. Gobernar a las personas siempre será engañar a las personas.
Siempre es el hombre dándole órdenes al hombre, la ficción que convierte en un fin a la
libertad.
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Los anarquistas no apoyaban la idea de que la sociedad tiene un orden, sino más bien que el
orden de la sociedad se origina de grupos autónomos mediante un esfuerzo voluntario o
asociado. Argumentaban que la naturaleza humana es esencialmente buena si no la han
corrompido el Estado y sus instituciones. La propiedad privada se debería reemplazar por la
propiedad colectiva del capital en manos de grupos de cooperación. Los anarquistas se
imaginaban comunidades dedicadas a la producción y a comerciar con otras comunidades,
con asociaciones de productores que controlaban la producción agrícola, industrial e
incluso intelectual y artística. Se esperaba que las asociaciones de consumidores
coordinaran la vivienda, la iluminación, la salud, los alimentos y la higiene pública. La
comprensión y la cooperación mutuas y la absoluta libertad caracterizarían a la sociedad
anarquista. Se fomentaría la iniciativa individual y se controlaría de forma efectiva cada
tendencia a la uniformidad y a la autoridad centralizada. Aun cuando los métodos para
lograr sus metas diferían, la comunidad ideal de los anarquistas se parecía a la de los
socialistas utópicos.
4.6 Comunismo. Según Marx, el comunismo es la etapa de la sociedad que con el tiempo
sustituye al socialismo. En el socialismo el lema es: “De cada uno conforme a su capacidad,
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a cada uno conforme a su trabajo.” En el comunismo el lema se convierte en: “De cada uno
conforme a su capacidad, a cada uno conforme a su necesidad.” Esto presupone una
superabundancia de bienes en relación con los deseos, la eliminación del pago en dinero
por el trabajo desempeñado y una devoción a la sociedad, tan desinteresada como la lealtad
de una persona hacia su familia. El Estado languidecerá cuando desaparezcan las clases
antagonistas y el gobierno sobre las personas será reemplazado por la administración sobre
las cosas, como los grandes sistemas de ferrocarriles y los complejos de carbón, hierro y
maquinaria.
Hoy en día los países comunistas en realidad han establecido un socialismo de Estado, o
están en proceso de establecerlo. En la época actual, el comunismo no existe en ninguna
parte, excepto en las pequeñas comunidades cooperativas, por lo común motivado por un
fervor religioso u otras causas comunes. Allí las personas trabajan juntas, reúnen sus
ganancias y retiran del fondo común las cosas que necesitan.
4.8 Sindicalismo. Georges Sorel (1847-1922) promovió y popularizó esta forma de socia-
lismo en los círculos laborales de los países latinos de Europa. Los sindicalistas estaban en
contra del parlamento y del militarismo. Creían que el socialismo se descompone en
creencias burguesas cuando se dedica a una actividad política y parlamentaria. Si estuviera
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Las diferentes ramas del socialismo tenían varias características en común. En primer lugar,
todas repudiaban la noción clásica de la armonía de intereses. Consideraban que en vez de
eso la sociedad se componía de distintas clases cuyos intereses a menudo se oponían unos a
otros. En segundo, y derivado del primero, todos los socialistas se oponían al concepto del
laissez-faire. Con excepción de los anarquistas, los socialistas consideraban que el gobierno
era un representante potencial y progresivo de los intereses de la clase trabajadora. En
tercero, rechazaban la ley de los mercados de Say y afirmaban que en vez de ello el
capitalismo es propenso ya sea a crisis periódicas, o bien a un estancamiento general. En
cuarto, los socialistas negaban el concepto de humanidad sobre el cual se erigió el
pensamiento clásico; en vez de eso creían en la perfectibilidad de las personas. El
capitalismo producía una conducta egoísta con su énfasis en la obtención de utilidades y
acumulación de riquezas; con el entorno apropiado, surgirían las virtudes humanas más
nobles, tales como compartir con otros. En quinto lugar, cada una de las varias ideologías
socialistas abogaba por la acción pública y la propiedad colectiva de la empresa, con el fin
de mejorar las condiciones de las masas. El gobierno central, los gobiernos locales, o las
empresas cooperativas podían tomar a su cargo esa propiedad.
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Los trabajadores tenían legítimos motivos de queja en contra del capitalismo del laissez-
faire a medida que se desarrollaba durante sus primeras décadas. A principios de 1800, el
socialismo utópico expresó la conciencia perturbada de la humanidad. El socialismo
marxista por su parte, ofrecía una compleja disección teórica de la sociedad contemporánea,
que exponía y exageraba sus supuestos males. Pero lo mismo que otras críticas socialistas,
tuvo cierta validez en su época. Quienes hablaban a favor del status quo no se habían
enfrentado cara a cara a los dos problemas de la pobreza y las depresiones recurrentes de la
economía, y los socialistas prestaban un servicio al concentrar su enfoque en esos
problemas sin resolver. El papel histórico que desempeñó el socialismo fue útil al promover
las actas de fábricas, la reforma sanitaria, las asociaciones cooperativas, las leyes de
compensación de los trabajadores, los sindicatos, las pensiones, etcétera.
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Muchos de los principios del socialismo no han resistido la prueba del tiempo. Por ejemplo,
en la evaluación de Marx (capítulo 10) descubrirá que su principal pronóstico, el
empobrecimiento de la clase trabajadora, no ha ocurrido. Y la reorganización de la sociedad
conforme a lineamientos socialistas, tampoco ha producido el nuevo florecimiento de la
libertad, la creciente actividad colectiva para el bien común, mejores estándares de
moralidad y justicia, una mayor seguridad para el individuo y el subsiguiente renacimiento
cultural. Los principios socialistas han mostrado formidables problemas para su
implementación. ¿Cómo crea una sociedad una distribución más igual del ingreso sin
menoscabar los incentivos que conducen a la producción (y por consiguiente al ingreso
mismo)? Si el pago de los ingresos se vuelve arbitrario, ¿qué le impide al gobierno
utilizarlos para recompensar a sus partidarios y castigar a las personas que tienen ideas
diferentes? ¿Cómo es posible planear y coordinar la asignación de recursos productivos en
una economía industrializada importante? ¿Cuánto se debe dedicar a los bienes de
consumo; cuánto a los bienes de capital? ¿Qué bienes de consumo se deben producir y
cuántos de cada uno? ¿Cuáles son las alternativas si el único proveedor de cierto bien
ofrece artículos de mala calidad? ¿De qué modo los consumidores les pueden hacer saber
sus deseos a los planificadores del nivel superior del gobierno, quienes toman decisiones
que afectan vitalmente al individuo más humilde en el rincón más remoto de la Tierra?
¿Puede existir la libertad política en ausencia de la libertad económica?; por ejemplo,
¿puede existir una prensa libre cuando el gobierno es el propietario de las imprentas? Si los
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esencia, los trabajadores se han permitido el lujo de cambiar parte de su pago directo de
salario por servicios sin salario en el trabajo (horas más cortas, pensiones, seguro de salud)
proporcionados por sus patronos. También es el caso del pago de impuestos con los que el
gobierno financia parcialmente la seguridad social, programas de nueva capacitación en el
trabajo, etcétera. Además, los reformadores de la clase media, que estaban más del lado de
John Stuart Mill que de Smith y Say, defendieron con éxito el mejoramiento de las
condiciones injustas, aunque al mismo tiempo rechazaban las demandas de los socialistas
de eliminar la propiedad privada.
Una tercera contribución importante de los socialistas fue su énfasis en el análisis del
crecimiento del poder del monopolio, del problema de la distribución del ingreso y de la
realidad de los ciclos de negocios. Este énfasis y análisis obligaron a una reevaluación de
las suposiciones básicas y de las teorías aceptadas dentro de la profesión de la economía.
Con estos puntos en mente, se examina la obra de cinco de los primeros socialistas
importantes: Saint-Simon, Fourier, Owen, Blanc y Kingsley. Estos individuos, lo mismo
que sus contrafiguras ortodoxas, trataron de responder a las tres preguntas fundamentales
de la economía: ¿Qué se debe producir? ¿Cómo se debe producir? ¿Para quién? ¡Las
respuestas que ofrecieron son decididamente diferentes de las clási- cas! Allí está el valor
de sondear un poco más de cerca en su pensamiento.
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9. CONTRIBUCIONES DE AUTORES
consideraba al ocio como un pecado, hizo una religión del trabajo y la industria. Saint-
Simon alarmaba a los ricos, porque hacía de la producción, no de la propiedad, la base de
su sociedad propuesta. La línea que trazó separaba a los productores de los no productores.
Un parlamento industrial, escribió, se debe componer de tres cámaras: invención, revisión y
ejecución. La primera cámara, compuesta de artistas e ingenieros, diseñaría las obras
públicas. La segunda, dirigida por científicos, examinaría los proyectos y controlaría la
educación. La tercera cámara, compuesta de los líderes de la industria, llevaría a cabo los
proyectos y controlaría el presupuesto. Ésta fue una de las primeras propuestas para la
planeación central a cargo de una élite educada.
Saint-Simon rechazaba la suposición fundamental de los economistas clásicos de que los
intereses de la industria coinciden con el interés general. Insistía en que se requería una
nueva ética para refrenar el egoísmo antisocial de los ricos e impedir un levantamiento
anárquico de los pobres. La preocupación humanitaria por la clase trabajadora fue un tema
dominante en sus últimos escritos. El ataque de Saint-Simon contra los holgazanes llevó a
sus seguidores a oponerse a las leyes de la herencia y a instar por la posesión colectiva de la
propiedad. Después de su muerte, sus discípulos organizaron una escuela que se convirtió
casi en una religión. El entusiasmo de Saint-Simon por la industria en gran escala ayudó a
inspirar los grandes bancos, los ferrocarriles, las carreteras, el Canal de Suez y grandes
empresas industriales.
Esos hombres son los franceses, quienes son los productores más esenciales, aquellos que
hacen los productos más importantes, aquellos que dirigen las empresas más útiles para la
nación, aquellos que contribuyen a sus logros en las ciencias, las bellas artes y las
profesiones. Son, en el sentido más real, la flor de la sociedad francesa; por encima de
todo, son franceses, los más útiles para su país, los que contribuyen más a su gloria,
incrementan su civilización y su prosperidad. La nación se convertiría en un cuerpo sin
vida tan pronto como los perdiera. Se requeriría por lo menos una generación para que
Francia reparara este infortunio.
Vamos a pasar a otra suposición. Supongamos que Francia preserva a todos los hombres
de genio que posee en las ciencias, las bellas artes y las profesiones, pero que tiene la
desgracia de perder el mismo día a monseñor, el hermano del rey [y a otros miembros de
la familia real]. Supongamos que Francia pierde al mismo tiempo a todos los grandes
funcionarios del Estado, a todos los ministros (con o sin cartera), a todos los consejeros
del Estado, a todos los principales magistrados, mariscales, cardenales, arzobispos,
obispos, vicarios generales y canónigos, a todos los prefectos y subprefectos, a todos los
servidores civiles y jueces y, además, a diez mil de los propietarios más ricos que viven al
estilo de los nobles. Este infortunio ciertamente angustiaría a los franceses, debido a que
tienen buen corazón y no podrían ver con indiferencia la repentina desaparición de un
número tan grande de sus compatriotas. Pero esta pérdida de treinta mil individuos,
considerada como la más importante en el Estado, sólo los apesadumbraría por razones
puramente sentimentales y no resultaría en ningún mal político para el Estado.
En primer lugar, sería fácil llenar las vacantes que estarían disponibles. Hay muchos
franceses que podrían desempeñar las funciones del hermano del rey tan bien como
monseñor. Las antecámaras del palacio están llenas de cortesanos dispuestos a ocupar el
lugar de los grandes funcionarios de la casa real. En cuanto a los diez mil terratenientes
aristócratas, sus herederos no necesitarían ningún aprendizaje para hacer los honores de
su salón tan bien como ellos.
La prosperidad de Francia sólo puede existir mediante los efectos del progreso de las
ciencias, las bellas artes y las profesiones. Los príncipes, los grandes funcionarios de la
casa real, los obispos, los mariscales de Francia, los prefectos y los ociosos terratenientes
no contribuyen directamente con nada al progreso de las ciencias, las bellas artes y las
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En 1819, Saint-Simon fue arrestado y juzgado por herejía a partir de la expresión de estas
ideas polémicas, pero lo absolvieron. De hecho, las ideas de Saint-Simon tenían
implicaciones revolucionarias. Manifestó:
"Los hombres más ricos y más poderosos tienen un interés en el crecimiento de la
igualdad, debido a que los medios de satisfacer sus deseos se incrementan en la misma
proporción que la igualación de los individuos que componen a la comunidad... Los
científicos, arte- sanos y los dirigentes de las empresas industriales son los hombres que
poseen la capacidad eminente, variada y más positivamente útil para guiar las mentes de
los hombres en la época actual. Son los hombres a quienes se debe confiar el poder
administrativo.
A menudo se ha comparado a la comunidad con una pirámide. Reconozco que la nación
debe estar compuesta como una pirámide; estoy profundamente convencido de que la
pirámide nacional debe estar coronada por la monarquía, pero afirmo que desde la base
de la pirámide hasta su cima, las capas se deben componer de materiales cada vez más
preciosos. Si consideramos la pirámide actual, parece que su base está hecha de granito,
que hasta cierta altura las capas se componen de materiales valiosos, pero que la parte
superior, que sostiene a un magnífico diamante, sólo se compone de yeso y oropel.
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Reorganización social. El principal objetivo del nuevo orden de Saint-Simon era aumentar
el control de los seres humanos sobre las cosas, no sobre las personas. Por tanto, el
«control» implicado en la estructura organizativa que proponía no es gobierno en el sentido
tradicional, sino más bien administración tradicional. Saint- Simon fue muy opuesto al
gobierno tal como lo conocemos y su interferencia en la esfera industrial. «El gobierno
siempre perjudica a la industria cuando se mezcla en sus asuntos», escribió; «la perjudica
incluso en los casos en que hace un esfuerzo por estimularla» (Oeuvres, XVIII, p. 186).
Sin embargo, a pesar de su celosa y persistente defensa de la reorganización, Saint-Simon
fue raramente explícito y ni siquiera coherente sobre la naturaleza específica de la
organización industrial en la época moderna. Es probable que esta falta de coherencia en
sus diversos programas de reorganización atestigüe sus propias dudas acerca de la
organización social óptima en una sociedad industrial, pero también refleja su convicción
de que la' forma de organización más adecuada es históricamente relativa y, por lo mismo,
sujeta al cambio.
Lo que Saint-Simon defendía claramente era que la pericia de artistas, científicos y
dirigentes industriales fuera formalmente reconocida y utilizada en la concepción y
planificación de las obras públicas destinadas a aumentar el bienestar social. Los capítulos
de máxima prioridad en la lista de obras públicas de Saint-Simon eran la construcción de
carreteras y canales, los proyectos de drenaje, el desmonte de tierras y la provisión de
educación gratuita.
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Charles Fourier (1772-1837) fue un excéntrico socialista utópico que poco a poco formó un
numeroso grupo de devotos seguidores durante los últimos años de su vida y aun
póstumamente. De ninguna manera era un revolucionario, y sus llamados por lo común se
dirigían a los ricos o al rey. Hijo de una familia de comerciantes de la clase media que
perdió la mayoría de sus posesiones durante la Revolución Francesa, fue empleado en
varias tiendas de telas y otros negocios. Pobre trabajador durante toda su vida, se vio
obligado a adquirir su educación en los momentos libres en las salas de lectura de las
bibliotecas. Los títulos de sus libros transmiten la naturaleza inusual de su pensamiento:
Theory of the Four Movements and the General Destinies (1808), The Theory of Universal
Unity (1829) y The New Industrial and Social World (1829).
Fourier fue un crítico del capitalismo. A diferencia de Saint-Simon, le desagrada- ban la
producción en gran escala, la mecanización y la centralización. La competencia, pensaba,
multiplica el desperdicio en la venta y los hombres de negocios deben retener o destruir los
bienes que aumentan los precios. Para él, el comercio era pernicioso y corrupto, y puso al
desnudo la pobreza moral del mundo burgués. Denunció a una sociedad que “le otorga su
mayor protección a los agentes del hambre y la peste”. Y criticaba el “progreso del
financiamiento, los sistemas de extorsión, la quiebra indirecta, las expectativas de ingresos
[y] el arte de devorar el futuro”, todo lo cual él veía dentro del capitalismo. En su
terminología, el “progreso del espíritu mercantil” incluía “la consideración según el saqueo
y el fraude comerciales. La especulación en la bolsa elevada a un poder que se burla de la
ley, invade a todos los frutos de la industria, participa en la autoridad de los gobiernos y se
propaga por todas partes con el frenesí de las apuestas en los fondos públicos”.
La solución de Fourier para los problemas sociales era eliminar las barreras artificiales para
la interacción armoniosa de las doce pasiones (cinco sentidos, cuatro grupos de pasiones
[amistad, amor, sentimiento familiar y ambición] y tres pasiones distributivas [planeación,
cambio y unidad]). Esto se podía lograr con la organización de comunidades cooperativas,
llamadas falansterios, o falanges. Su amor por el orden, la simetría y la precisión lo llevó a
trazar elaborados planes para esas comunidades, hasta los detalles más insignificantes.
Cada asociación combinaría a 300 familias, o 1800 personas, en nueve millas cuadradas de
tierra. Todos vivirían en una vivienda semejante a un palacio, de tres pisos de altura, que él
describía detalladamente. Predominarían la agricultura y la producción de artesanías, y la
31
producción de la riqueza se incrementaría diez veces más por encima de la caótica industria
privada. Sería más económico construir, y más fácil de proteger contra el fuego, un granero
grande que 300 pequeños. Las personas que vivían juntas con honor y comodidad
eliminarían el robo y el gasto de protegerse contra él. El trabajo colectivo mejoraría las
condiciones climáticas y se requeriría menos ropa. Las economías de una cocina común y
de apartamentos en vez de viviendas separadas estaban cuidadosamente calculadas. La
falange resolvería el problema principal, que no era la desigualdad de la riqueza, sino más
bien su insuficiencia.
¿Quién se encargaría del “trabajo sucio” en esa colonia utópica? ¡Los niños! Ellos aman la
suciedad y les fascina organizarse en pandillas. En vez de frustrar esas tendencias naturales,
se deberían dirigir a funciones sociales útiles, tales como desempeñar el trabajo más
desagradable. Mientras tanto, los niños aprenderían una variedad de oficios, de manera que
como adultos no se especializaran en exceso y se limitaran a una sola tarea. Fourier
abogaba por la completa igualdad entre los sexos. Afirmaba que el hecho de confinar a las
mujeres a las labores del hogar interfiere con el desarrollo apropiado de los talentos
naturales.
Después de proporcionarle a cada miembro de la falange lo mínimo para su subsistencia,
sin importar cuál fuera su contribución a la empresa, el excedente se dividiría como sigue:
5⁄12 al trabajo, 4⁄12 al capital y 3⁄12 al talento y la capacidad. Por consiguiente, se podía
hacer un llamado a los capitalistas para que financiaran dicho proyecto, sobre la base de
ganar un rendimiento satisfactorio sobre su inversión. De hecho, Fourier le anunció al
mundo que estaría en casa todos los días a mediodía para esperar al capitalista que se
suscribiera a una asociación. Durante el resto de su vida esperó en vano, aun cuando sus
seguidores iniciaron muchas falanges en todo el mundo.
En Estados Unidos, Albert Brisbane, Horace Greeley, George Ripley y otros popularizaron
el movimiento antes de la Guerra Civil. De las cuarenta falanges fourieristas organizadas en
Estados Unidos, todas las cuales fracasaron, las más conocidas eran la North American
Phalanx, ubicada cerca de Red Bank, Nueva Jersey, y Brook Farm, que se organizó en 1841
cerca de Boston. Entre los miembros y los visitantes interesados en Brook Farm estaban
Charles A. Dana, Nathaniel Hawthorne, Ralph Waldo Emerson, Amos Bronson Alcott,
32
Margaret Fuller, Theodore Parker, Orestes Bronson y William Henry Channing. En 1846,
un desastroso incendio acabó con el experimento.
Fourier dio muestras de una gran originalidad y sus ideas aún tiene influencia, pese a que
rara vez se le acredita el hecho de haber explorado un terreno nuevo e inexplorado. La vida
cooperativa fue algo decisivo en su pensamiento: era la forma de cambiar el entorno con el
fin de generar un tipo de persona nuevo y totalmente noble. Las falanges proporcionarían
seguridad social desde la cuna hasta la tumba, o desde el vientre hasta la tumba. Para las
primeras etapas de su sociedad ideal, Fourier apoyaba el “ofrecimiento de garantías”, es
decir, la seguridad de que a cada persona se le daría un mínimo de subsistencia, seguridad y
comodidad. Por otra parte, Fourier objetaba a la excesiva especialización, y advertía que el
trabajo rutinario en la línea de ensamble desvía y frustra al individuo, aun cuando
incrementa considerablemente la producción. Las falanges fourieristas, aun cuando
finalmente fracasaron, influyeron en el movimiento laboral de la época e inspiraron muchos
pensamientos sobre la forma de eliminar los desperdicios de la empresa privada y promover
un mejor sistema económico. El movimiento cooperativo es en parte un monumento
viviente a Fourier.
resultados que esperaban de ella Smith y Say, estaba destinada a conducir a una miseria y
un desempleo muy difundidos. La crítica de la ley de mercados de Say y su negación de
que una economía de empresas libres tiende hacia un empleo total, se expuso en forma
objetiva a principios de la aparición de la moderna sociedad industrial: “Debemos estar en
guardia contra esta peligrosa teoría del equilibrio, que se supone que se establece
automáticamente. Es verdad, cierta clase de equilibrio se reestablece a largo plazo, pero
sólo después de una terrible cantidad de sufrimiento. Cabe recordar que John Stuart Mill,
medio siglo después, seguía proclamando la imposibilidad de las sobrecargas generales.
Sismondi, al plantear la posibilidad de la sobreproducción y las crisis, fue uno de los
primeros que contribuyó a la teoría del ciclo de negocios. Creía que cuando los salarios
están en el nivel de subsistencia, hay disponibles fondos de capital para invertirlos en
máquinas. Los banqueros, al extender créditos, contribuyen al auge de las inversiones. Por
consiguiente, se incrementa la producción de bienes fabricados, mientras que la demanda
para el consumo es limitada. Las consecuencias son la sobreproducción y las crisis
periódicas, estas últimas necesarias para liquidar la excesiva inversión de capital en las
industrias en gran escala. Por supuesto, la difusión del desempleo acompaña a estas crisis.
Además, la creciente acumulación de riqueza ocasionada por las quiebras reduce cada vez
más el mercado doméstico. Por tanto, la industria se ve cada vez más obligada a abrir
mercados extranjeros, lo que necesariamente resulta en guerras nacionalistas. De manera
que Sismondi fue una de las primeras personas en formular explícitamente la ahora familiar
acusación marxista de que el imperialismo económico es inherente al capitalismo.
Sólo la intervención del Estado le aseguraría al trabajador un salario suficiente para vivir y
una seguridad social mínima. Sismondi negaba que la producción total más grande que sea
posible coincida necesariamente con la mayor felicidad de las personas. Una pequeña
producción, bien distribuida, sería preferible para el interés general. Por consiguiente, en
bien del interés general, el Estado debería promulgar leyes que regularan la distribución.
Las granjas familiares en pequeña escala, en oposición a la producción agrícola en manos
de arrendatarios, promovería una distribución más equitativa del ingreso. También
aconsejaba la producción en pequeña escala en las poblaciones, para evitar que se produjera
más de lo que se podía vender. La agricultura se debería promover a costa de la
urbanización. Estaba a favor de los impuestos sobre herencias; de frenar los nuevos
34
inventos descontinuando los derechos de patente, de manera que “se enfriara el fervor por
los descubrimientos”; de instar a los patronos a proporcionarle seguridad a los trabajadores
en su vejez y durante las enfermedades y el desempleo; de la cooperación y solidaridad
entre trabajadores y patronos; y de compartir las utilidades.
Sismondi declaró que cada fuerza individual no tiene una fortaleza igual y que el propio
interés del individuo no necesariamente coincide con el interés social. Creía que los
campesinos trataban de incrementar su producto bruto, mientras que los grandes
terratenientes sólo se interesaban en el ingreso neto. “Supongamos, decía, que un pedazo de
tierra bien cultivada da una producción total de 1 000 chelines, de los cuales 100 van al
propietario en forma de renta. Si la tierra se dejara como terreno de pastura, digamos que
produciría 110 chelines de renta. Por consiguiente, el propietario despediría a los
arrendatarios con el fin de ganar 10 chelines más, mientras que la nación perdería una
producción con un valor de 890 chelines (1000 – 110)”. Por supuesto, el economista
contemporáneo rechazaría este razonamiento. Si la tierra gana más renta como terreno de
pastura, su contribución al bienestar de la sociedad es mayor en esta utilización que en las
otras.
Sismondi fue el primero en aplicar el término proletario para referirse al trabajador
asalariado. En sus orígenes en la República romana, el término se había referido a los
hombres que no tenían nada, que no pagaban impuestos y que sólo podían contribuir al país
con su progenie, la prole. Sismondi ofreció una prescripción relativamente moderna para
curar una sobrecarga en una industria particular:
Pero al ayudar a los trabajadores en cualquier empresa industrial en depresión por medio
de obras públicas, el gobierno se debe apegar sobre todo a las siguientes reglas: no
competir con un negocio existente y de esa manera llevar nuevos disturbios al mercado; no
hacer aquellas obras que ordena y por las cuales paga, una ocupación permanente, y a las
cuales se unirá una nueva clase de trabajadores diurnos, los proletarios, sin enterarlos de
cuánto tiempo durará y cuándo terminará, de manera que no puedan contraer matrimonio
en ese precario estado.
Por cualquier lado por donde lo veamos, la misma lección nos recibe en todas partes:
proteger a los pobres [la clase trabajadora], y eso debería ser el estudio más importante
de los legisladores y del gobierno... Proteger a los pobres, de manera que puedan... tener
aquella parte del ingreso de la comunidad que su trabajo les debería procurar; proteger a
los pobres, ya que necesitan apoyo, de manera que puedan tener algunos ratos de ocio y
cierto desarrollo intelectual, con el fin de que progresen en la virtud; proteger a los
pobres, ya que el mayor peligro para la ley, para la paz y la estabilidad públicas, es la
creencia de los pobres de que están oprimidos y su odio hacia el gobierno; proteger a los
pobres, si ustedes quieren que la industria florezca, ya que los pobres son los
consumidores más importantes."
que «la injusticia puede triunfar con frecuencia respaldando la fuerza pública lo que se
considera que es imparcial, pero que, de hecho, sin examinar la causa, siempre se coloca
del lado del más fuerte» (Nouveaux principes, I, p. 408). Además, Sismondi argumentaba
que en la arena social, el ejercicio del egoísmo individual no siempre coincide con el interés
general. El patético ejemplo con el que ilustra este punto parece especialmente relevante en
la actualidad:
"Forma parte del interés de uno robar a su vecino, y a este último le interesa permitírselo,
si tiene un arma en su mano, a fin de que no lo mate; pero no forma parte del interés de la
sociedad que uno deba usar la fuerza y el otro deba entregarse. Toda la organización
social nos presenta a cada paso una coacción similar, no siempre con la misma clase de
violencia, pero siempre con el mismo peligro de resistencia "(Nouveaux principes, I, p.
200).
los dieciocho años pidió prestadas 100 libras y se asoció con un mecánico que podía
construir la recién inventada maquinaria textil. Cuando su socio lo abandonó, el mismo
Owen se dedicó al negocio, utilizando las máquinas que tenía a la mano. Aun cuando tuvo
éxito, surgió en su camino una nueva oportunidad. Cuando todavía no cumplía veintiún
años, Owen se convirtió en administrador de una de las fábricas de hilados más grandes y
mejor equipadas de Lancashire. Esa fábrica empleaba a 500 trabajadores. Owen fue el
primer hilandero en Gran Bretaña en utilizar el algodón de las Islas del Mar Americano. Su
empleador le ofreció que se asociara con él, pero en vez de ello inició una nueva compañía
para fabricar hilo. Después de tener un gran éxito una vez más, a los veintiocho años le
compró la New Lanark Mills en Escocia a Dave Dale, con cuya hija contrajo matrimonio
poco tiempo después. Las fábricas de hilados de Owen se convirtieron en las más grandes y
mejor equipadas de Escocia.
Al examinar la idea de Owen, es posible ver qué lo llevó a convertirse en reformador de
fábricas, socialista pionero, defensor de las cooperativas, líder sindical, fundador de
comunidades utópicas y teórico en el terreno de la educación. Su tesis fundamental era que
el entorno moldea a la naturaleza humana para bien o para mal. Los seres humanos no
pueden formar sus propios caracteres; sus caracteres, sin excepción, los forman a ellos.
Debido a que el carácter está hecho por las circunstancias, las personas no son
verdaderamente responsables de sus acciones y es necesario moldearlas hacia el bien, en
vez de castigarlas por ser malas. Todas las teorías, los sueños y programas de Owen, lo
mismo que los de Fourier, se basaban en la creencia de que proporcionar mejores
condiciones de trabajo produciría mejores personas. Todos deberían de tratar de servir a la
comunidad y de esa manera lograr la propia felicidad más grande. Este concepto era
contrario a la economía clásica y al pensamiento benthamita, que afirmaban que el interés
propio serviría a la sociedad.
"Es posible darle a cualquier comunidad, incluso al mundo en general, cualquier carácter
general, desde el mejor hasta el peor, desde el más ignorante hasta el más esclarecido,
39
mediante la aplicación de los medios apropiados; esos medios están en un alto grado al
alcance y bajo el control de aquellos que tienen influencia en los asuntos de los hombres.
La felicidad propia, claramente comprendida y practicada de manera uniforme, sólo se
puede lograr mediante una conducta que promueva la felicidad de la comunidad.
Esos planes se deben idear para capacitar a los niños desde su primera infancia en los
buenos hábitos de cada descripción (que por supuesto les impedirán adquirir aquellos de
la falsedad y el engaño). Después es necesario educarlos racionalmente y dirigir su
trabajo en forma útil. Esos hábitos y la educación imprimirán en ellos un deseo ardiente y
activo de promover la felicidad de cada individuo y eso sin la sombra de la excepción
debida a sectas, partidos, país o clima. También asegurarán, con las mínimas excepciones
posibles, la salud, la fortaleza y el vigor del cuerpo, ya que la felicidad del hombre sólo se
puede erigir sobre los cimientos de la salud del cuerpo y de la paz mental."
Owen procedió a convertir a la New Lanark Mills en una comunidad modelo, en una
atracción que inspeccionaban distinguidos visitantes procedentes de todo el mundo. A su
llegada allí, Owen encontró a 500 niños pobres, de entre siete y nueve años, que vivían en
la pensión de una fábrica y servían en trabajos de aprendizaje. Habían empezado a trabajar
a la edad de seis años y su día de trabajo, durante el verano y el invierno, era de doce horas
seis días a la semana. También había una aldea en la fábrica para albergar a las familias de
los trabajadores, que vivían en medio de la pobreza, el crimen, la deuda, la enfermedad y la
miseria. Sin embargo David Dale, el antiguo propietario, era mucho más humanitario que la
mayoría de los patronos.
Owen introdujo sus reformas en New Lanark para demostrar que era posible remodelar el
carácter para el bien. Dejó de emplear niños pobres. Pero permitía que los jovencitos
trabajaran a los diez años de edad, aunque los alentaba para que iniciaran hasta los doce
años. Ofrecía educación escolar gratuita para todas las edades. Para los niños en edad
preescolar, fundó el Institute for the Formation of Character, la primera escuela o guardería
para infantes británica. Quería que los niños crecieran felices, en un entorno saludable. Se
construyeron casas cómodas para las familias que trabajaban en New Lanark. Los
alimentos, el combustible y la ropa se vendían al costo a los trabajadores. El día de trabajo
se redujo a 101⁄2 horas y los salarios eran relativamente altos. Pagaba a sus empleados
40
durante las épocas de inactividad y durante las enfermedades, les ofrecía seguro para la
vejez y les proporcionaba instalaciones recreativas. Abolió las multas y los castigos, tan
característicos de la época, aun cuando sí despedía a los trabajadores por un trabajo
deficiente.
Los empleados trabajaban arduamente y Owen obtenía buenas utilidades. En retrospectiva,
New Lanark Mills fue un primer experimento con salarios de eficiencia: una paga por
encima del mercado, cuyo propósito era mejorar la productividad y reducir la rotación del
personal. Aun cuando Smith desarrolló la idea seminal, Owen fue el primero en ponerla en
práctica. A pesar de que New Lanark Mills era un negocio rentable, sus socios objetaron la
extravagancia de Owen. En dos ocasiones se vio obligado a comprarles su parte a los socios
y a encontrar otros nuevos. Su tercera y última sociedad, constituida en 1814, incluía a
Jeremy Bentham. Los socios convinieron en limitar sus dividendos al cinco por ciento
sobre el capital invertido y en utilizar todo el ingreso excedente en intereses de los
empleados. Owen se retiró de su negocio en 1829 debido a las fricciones con algunos de
sus socios.
Este gran fabricante textil escandalizó al mundo cuando denunció a todas las religiones
establecidas porque enseñaban que las personas eran responsables de sus malos hábitos, en
vez de atribuirle el mal a un entorno pobre. Predicaba la reforma social, más que la moral.
Incluso él mismo se consideraba un simple producto de fuerzas sobre las cuales no tenía
ningún control:
"Ciertas causas, sobre las cuales no tengo ningún control, me quitaron en mis primeros
días la venda que cubría mi discernimiento mental. Si se me ha permitido descubrir esta
ceguera que aflige a mis semejantes, seguir sus vagabundeos desde la senda que estaban
más ansiosos por encontrar y al mismo tiempo percibir que no era posible proporcionarles
alivio mediante cualquier divulgación prematura de su estado de infelicidad, no es por
ningún mérito de mi parte; y tampoco puedo exigir ninguna consideración personal de
esos objetos tan lamentables a mi alrededor ni al presenciar el dolor que experimentan a
cada hora por caer en los peligros y males que, en esas sendas, los rodean por todos lados.
¿Podía yo seguir siendo un espectador inactivo?
41
¡No! Las causas que me moldearon en el vientre, las circunstancias por las cuales me vi
rodeado desde mi nacimiento y sobre las cuales no tuve ninguna influencia cual- quiera,
me formaron con otras facultades, hábitos y sentimientos. Ellos me dieron una mente que
no se podía quedar satisfecha sin intentar todo medio posible para aliviar a mis semejantes
de su miserable situación, y la formaron de tal textura que los obstáculos de la naturaleza
más formidables sólo sirvieron para incrementar mi pasión y fijar en mi interior una firme
determinación de vencerlos, o bien morir en el intento."
Owen hacía las cosas por las personas, más que alentar a las personas a utilizar su propia
iniciativa para lograr que se hicieran las cosas. Les suplicaba a sus camaradas fabricantes
que siguieran su ejemplo. Preguntaba: ¿Por qué no cuidar de sus máquinas vivientes tan
bien como cuidan de las inanimadas? Si ustedes ayudan a los trabajadores, decía,
incrementarán su propia felicidad y su disfrute intelectual. Le suplicaba al gobierno que
promulgara una legislación fabril, y fue el principal responsable del Acta de Fábricas de
1819, aun cuando denunció que era mucho más débil de lo que él deseaba. Durante el
desplome repentino que siguió a las guerras napoleónicas, Owen instó al gobierno a que
empleara a los pobres en “aldeas de cooperación”, modeladas conforme a su propio
establecimiento en New Lanark. Al no lograr persuadir ni a los capitalistas ni al gobierno
para que siguieran su ejemplo, él mismo promovió una comunidad cooperativa modelo para
mostrar el camino. En 1825 estableció en 30000 acres la colonia New Harmony en Indiana.
Le compró la propiedad a los Rappites, una secta que no tenía mucho futuro, debido a que
sus seguidores practicaban el celibato. Owen pensaba que su tipo de organización acabaría
con el capitalismo y con el sistema competitivo. Mientras que Fourier había permitido la
utilidad sobre el capital invertido en las colonias utopistas, Owen sólo estaba a favor de una
tasa de interés fija, hasta que los propietarios de capital renunciaran a ella voluntariamente,
como creía que lo harían. Tres años después la colonia fracasó y Owen había perdido las
cuatro quintas partes de su fortuna de $250000. Otras aldeas de cooperación, establecidas
posteriormente en Gran Bretaña, también fracasaron.
Después Owen se encontró al frente de un creciente ejército de discípulos de la clase
trabajadora. La modificación de las leyes antisindicales inglesas en 1825 fue seguida por un
considerable crecimiento del sindicalismo. Los trabajadores también promovieron
42
garantizada por el Estado. Creía que las asociaciones de productores ayudadas por el Estado
atraerían a los mejores trabajadores y sacarían del negocio a los capitalistas por medio de
una eficiencia competitiva superior. El capitalismo simplemente se desvanecería.
Blanc expresó brevemente su actitud hacia el Estado como sigue:
P. ¿Cómo vamos a pasar del orden presente de las cosas a lo que usted contempla?
R. Mediante la intervención del gobierno.
P. ¿Qué es el gobierno o el Estado?
R. Es un organismo de hombres rectos y distinguidos, elegidos por sus iguales para
guiarnos a todos en nuestro camino hacia la libertad.
P. ¿La palabra gobierno o Estado no implica una idea de tiranía?
R. Sí; dondequiera el poder es algo distinto de las personas.
En su Organization of Work, Blanc escribió:
"¿Quién estaría lo bastante ciego para no ver que bajo el reinado de la libre competencia
la continua disminución de los salarios necesariamente se convierte en una ley general, sin
ninguna excepción? La población se incrementa firmemente; les ordena a las madres de
los pobres que sean estériles y blasfemen de Dios, que las hizo fecundas, ya que si usted no
lo ordena, el espacio será demasiado pequeño para todos los luchadores. Una máquina se
inventa; ¡exíjale que se descomponga y que lance un anatema contra toda la ciencia!
Porque si usted no lo hace, mil trabajadores a quienes desplaza la nueva máquina
llamarán a la puerta siguiente y obligarán a reducir los salarios de sus compañeros de
trabajo. Una baja sistemática de los salarios resultante en la eliminación de cierto número
de trabajadores es el efecto inevitable de la libre competencia.
Se debería considerar al gobierno como el supremo regulador de la producción y dotarlo
para esta obligación con un gran poder. Esta tarea consistiría en combatir la com-
petencia y finalmente vencerla. El gobierno debería poner en circulación un préstamo del
cual debería erigir talleres sociales en las ramas más importantes de la industria nacional.
Utilizaría la competencia como un arma, no para destruir a la industria privada sin con-
sideraciones, lo que en su propio interés debería evitar, sino para guiarla imperceptible-
mente hacia el nuevo sistema. Muy pronto, de hecho, los trabajadores y los capitalistas
atestarían cada esfera industrial en donde se abran talleres, a cuenta de los privilegios que
45
les ofrecen a sus miembros. Todos, sin importar su posición, rango o fortuna, están
interesados en la creación del nuevo orden social."
"Amigos míos, si fui severo con algunos de ustedes en mi última carta, créanme, no es
porque no sienta nada por ustedes. Hay grandes concesiones que es necesario hacer para
la mayoría de ustedes. Si han seguido una “guía del reformador” muy diferente de la mía,
la culpa es sobre todo de nosotros los párrocos: nunca les hemos dicho que la verdadera
guía del reformador, el verdadero libro del hombre pobre, la verdadera “voz de Dios
contra los tiranos, los holgazanes y los impostores” es la Biblia. Ah, tal vez ustedes se
burlen, pero así es; es nuestra culpa, nuestra gran culpa, que ustedes se burlen. Que se
burlen de las nuevas, mismas que deberían ser su gloria y su fortaleza. Es culpa nuestra.
Hemos utilizado a la Biblia como si fuera el simple manual especial de un alguacil, una
dosis de opio para mantener pacientes a las bestias de carga mientras las sobrecargan, un
simple libro para mantener el orden entre los pobres. Les hemos dicho que los poderes
fueron prescritos por Dios, sin decirles quién prescribió las impotencias y las
imbecilidades que ¡ay de mí! existen a veces. Les hemos dicho que la Biblia predica la
paciencia, mientras que no les hemos dicho que les prometió la libertad. Les hemos dicho
que la Biblia predicaba los derechos de propiedad y las obligaciones del trabajo, cuando
(¡Dios lo sabe!) por una vez que lo hace, predica diez veces más las obligaciones de la
propiedad y los derechos del trabajo. Hemos encontrado muchos textos para censurar los
pecados de los ricos. Ustedes dicen que no les hemos predicado a ustedes; en realidad yo
pienso que les hemos predicado mucho más de lo que les correspondía. Ya que por una
calificación favorable que les hemos dados a los ricos, les hemos dado mil a ustedes. He
sido tan malo como cualquiera, pero estoy harto de eso."
En su tercera carta Kingsley se moderó como un socialista cristiano más típico. Escribió:
Amigos míos, y cuando digo amigos hablo con honestidad y desde el fondo de mi corazón,
ya que creo que ustedes y yo, después de todo, estamos anhelando lo mismo, ver que en
Inglaterra se arrasa con todas las imposturas, la holgazanería y la injusticia; sólo creo
que ustedes están siguiendo, si no el camino equivocado, ciertamente no el camino más
corto, el más seguro o el más prudente para llegar al buen fin.
Amigos míos, debo decirles que en la Biblia encontrarán lo que anhelan, prometido con
más justicia de lo que cualquier hombre en estos tiempos se los haya prometido; que en ese
libro encontrarán lo que quieren, que digan por ustedes; encontrarán mucho de lo que
47
ustedes quieren que se haga. Permítanme intentarlo, si no puedo demostrar mis palabras
de alguna manera.
¿Cuáles son las cosas que ustedes piden con más ahínco? ¿No es una de ellas que ningún
hombre disfrute de un salario sin desempeñar su trabajo?
La Biblia dice, al instante, que “aquel que no trabaje, tampoco comerá”; y como la Biblia
les habla tanto a los ricos como a los pobres, es así como esas palabras son tanto para los
ricos ociosos como para los pobres ociosos.
Les suplico, les imploro, que confíen en la Biblia, que confíen en mis muestras de ello y
que la lean con honestidad para sí mismos y que vean si no es la verdadera guía radical
del reformador, el testimonio perdurable de Dios contra la opresión y la cruel- dad y el
ocio.13
En otras partes, Kingsley escribió: “Dios sólo reformará a la sociedad a condición de que
nos reformemos a nosotros mismos, mientras que el demonio está muy dispuesto a
ayudarnos a enmendar las leyes y el parlamento, la tierra y el cielo, sin iniciar nunca esa
petición tan impertinente y ‘personal’.”
Kingsley repudiaba las juntas de masas, la violencia física, las huelgas sindicales y el odio
de los pobres hacia los ricos. Los ricos son ignorantes, no hostiles. Las doctrinas de
Kingsley incluían el amor, la religión, las asociaciones cooperativas, las reformas sanitarias
y la educación. Después de algunos años, abandonó sus intensas actividades en pro del
socialismo cristiano, con excepción de su continuo interés en el movimiento sanitario.
política y económicamente aisladas las unas de las otras. Tal aislamiento era ante todo el
resultado de un complejo sistema de aranceles entre los estados, que perjudicaban el
intercambio libre y sencillo de bienes. Al mismo tiempo, sin embargo, no existían derechos
de importación. Así, los productos excedentes británicos (y los de otros países) entraban en
los mercados alemanes, donde se ofrecían a precios extremadamente bajos.
En estas circunstancias estaba amenazada la misma existencia de los intereses industriales y
comerciales alemanes, y en la década de 1830 se levantó en los estados alemanes un clamor
general en pro de la unidad económica y de unos aranceles uniformes. Fue este movimiento
el que consumió los intereses y la energia de List.
El proteccionismo y las etapas del desarrollo económico. En su análisis de los sistemas
nacionales de economía política, List aplicó un método de investigación ideado por Saint-
Simon: la idea de que una economía debe pasar por sucesivas etapas antes de alcanzar un
estado «maduro». Las etapas históricas de desarrollo detalladas por List eran: 1) bárbara, 2)
pastoril, 3) agrícola, 4) agrícola y manufacturera, y 5) agrícola, manufacturera y comercial.
Como Sismondi y Saint-Simon, List se interesó tanto en la transición entre las etapas de
desarrollo económico como en el resultado final. Se dio cuenta de que las tres primeras
etapas se atravesarían con mayor rapidez si se adoptaba el librecambio entre estados y
naciones, pero que las economías que tuvieran que entrar en las fases cuarta y quinta
necesitaban protección económica hasta que se alcanzase la última fase. Sin embargo, el
librecambio estaba justificado de nuevo cuando se alcanzase la etapa final de desarrollo,
«defendiendo contra la indolencia a sus agricultores, manufactureros y comerciantes»
(Sistema nacional de economía política, p. 109).
Según la clasificación y el testimonio de List, sólo la Gran Bretaña había alcanzado la etapa
final del desarrollo económico. Sin embargo, mientras las naciones continentales y
Norteamérica luchaban por llegar a este apogeo, las importadones británicas baratas
impedían el desarrollo de la manufactura interior. List se daba cuenta de que hasta que
todas las naciones alcanzasen la etapa final de su desarrollo, la competencia internacional
no podía existir en pie de igualdad. Así pues, apoyaba los aranceles protectores para
Alemania, hasta que alcanzase una mayor potencia económica nacional.
Es importante advertir que List no era un proteccionista a ultranza, sino que más bien creía
que la protección estaba justificada sólo en las etapas criticas de la historia. Sus escritos
49
9.8 Proudhon
Generalmente se considera a Pierre Joseph Proudhon (1809-1865) como un socialista
francés, aunque fue tan vehemente en su crítica del socialismo que conoció como en su
crítica del capitalismo. Las dos características más notables de su pensamiento incluyen un
deseo de eliminar toda autoridad y un interés casi medieval por la justicia económica en el
intercambio. Estas dos características se han combinado en nuestra designación de
Proudhon como un «anarquista escolástico». Crítica de la autoridad en Proudhon. Proudhon
era ante todo un libertario. En 1840 publicó un ataque contra la propiedad privada, que le
ganó a su autor la notoriedad y acusaciones de conspiración contra el Estado. La obra de
Proudhon se titulaba ¿Qué es la propiedad? y su respuesta era: ¡la propiedad es un robo!
El defendía su posición de acuerdo con esto:
"Lo que ni la monarquía ni siquiera los emperadores romanos han sido capaces de llevar a
cabo: lo que el cristianismo, ese compendio de las antiguas creencias, no ha sido capaz de
producir, la República universal, la Revolución económica, se llevará a cabo, no puede
dejar de hacerlo. Es, en efecto, con la economía política como con las otras ciencias: es
inevitablemente la misma en todas las partes del mundo: no depende de los antojos de los
hombres o de las naciones: no cede al capricho de nadie... Sólo la verdad es igual en todas
partes: la ciencia es la unidad de la humanidad. Si, pues, la ciencia, y ya no la religión o
la autoridad, se adopta en todos los países como la regla de la sociedad, el árbitro
soberano de los intereses, convirtiéndose el gobierno en algo vacío, toda la legislación del
universo estará en armonía" (citado en Manuel y Manuel, pp. 374-375).
promesa personal... no está sujeta a ninguna autoridad externa... Cuando negocio algún
bien con uno o más conciudadanos, es evidente que mi voluntad es mi única ley» (General
Idea of the Revolution, citado en Ritter, p. 124).
A fin de proteger a los negociadores de ser explotados por sus rivales, Proudhon trató de
igualar su poder. Era con esta idea en su mente que propuso la universalización de la
propiedad y la creación de préstamos sin interés para todos los prestatarios. Para proteger
contra el estancamiento comercial que podría resultar de la nivelación de las relaciones de
poder, Proudhon estimulaba la diversidad social, la cual es a su vez estimulada por la
competencia y es coherente con la libertad individual. La diversidad social tiende a evitar la
parálisis económica, aumentando los incentivos de los individuos para llegar a un
compromiso. Además, las disputas que no tienen lugar en el mercado (por ejemplo, sobre
cuestiones ideológicas) no pueden surgir en el marco del verdadero mutualismo.
Este mutualismo de Proudhon es otra tendencia que compartía con Saint- Simon. Ninguno
de ellos confiaba en el ejercicio egoísta del interés propio para instaurar espontáneamente la
armonía social. Sin embargo, Saint-Simon sugería la sustitución del gobierno tradicional
por una jerarquía de expertos que estuvieran más capacitados para discernir y asegurar el
interés público. Proudhon evitaba todas las formas de ley, gobierno y jerarquía, en favor de
la norma mutualista de la justicia conmutativa. El deber de todos los negociadores en el
intercambio proudhoniano es entregar un bien de valor real igual al del que se recibe. Así
pues, Proudhon impondría la misma regla básica de intercambio que Aristóteles o Aquino
(véase el capítulo 2). El problema que plantean estos máximos de intercambio (como
hemos visto) es que su naturaleza puramente subjetiva no garantiza la viabilidad del
intercambio mutuo. Para ser justos con Proudhon, diremos que él reconocia este defecto de
su teoría del intercambio, pero que nunca pudo resolverlo adecuadamente, de un modo
coherente con sus otros principios de libertad.
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Entre las ventajas que presenta el socialismo, conviene resaltar las siguientes:
Los medios de producción son de propiedad pública, por lo que sus beneficios, en
teoría, se revierten a la sociedad.
Se elimina el privilegio del bienestar individual, primando el interés general y el
bienestar colectivo.
Está muy centrado en conceptos como la desigualdad. En otras palabras, promueve
sociedades más igualitarias, donde no existan diferencias notables en los niveles de
renta de la población.
El socialismo tiene muy en cuenta las necesidades del individuo. Por ello,
contempla herramientas que garantizan el acceso a un nivel básico de vida.
El socialismo está muy comprometido con la clase obrera. Por ello, aboga por la regulación
del mercado laboral, así como la protección del individuo, impidiendo la explotación
laboral y la vulneración de los derechos de los trabajadores.
De la misma forma, el socialismo está muy comprometido con el medioambiente. En cierta
forma, también por su enemistad con el capitalismo. Por ello, aboga por una menor
producción, con el fin de hacer sostenible el crecimiento.
De la misma forma que lo que comentamos puede ser una ventaja, también podría ser una
desventaja si lo miramos desde el punto de vista de un defensor del capitalismo.
Por ello, conviene resaltar sus desventajas, entre las cuales se encuentra el afecto adverso
que se produce en el caso de que alguna de las políticas anteriores no funcionase:
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11. CONCLUSIÓN
Las situaciones precarias de vida de la clase obrera, la enfermedad, la pobreza, los salarios
miserables, los accidentes laborales no compensados, el incremento de las riquezas para
alguno pero el incremento de la miseria para otros, generaron un desbalance y el
inconformismo se acrecentaba. Los hechos históricos y el contexto socioeconómico del
momento fueron el combustible de un grito desesperado y sus principales representantes no
dudaron en criticar fuertemente la dinámica de un sistema capitalista. Los principales
promotores del socialismo eran motivados al ver tales circunstancias, por los que sus
ideales utópicos y extremistas dieran pie a que las cosas cambiaran. Pues se sumaron
muchos seguidores de estas doctrinas económicas y filosóficas por lo que el sistema
capitalista debió hacer ajustes antes que todo colapsara.
Con la anterior, podemos concluir que el pensamiento absolutista a mediados del siglo XIX
fue y ha sido zarandeado por el surgimiento del pensamiento socialista. El conflicto sin
lugar a dudas trae cambios y el sistema económico tuvo que buscar ser más justo y
equilibrado con los factores que influyen en el ciclo económico. Entre estos, la mano obrera
que al ser afectada y maltratada estimulo el surgimiento de muchas corrientes de
pensadores con perspectivas que estaban enfocadas, en la igualdad, la solidaridad y a
transformación de una sociedad global. De forma específica podemos referirnos a la mitad
del siglo XIX siendo el periodo que fue testigo del desarrollo de filosofías económicas de
evolucionistas, radicales y reformadores que eran acertados con las críticas que realizaban
en contra de un sistema abusivo. El socialismo ha sido un catalizador para la
transformación, muy a pesar de lo utópico y lo extremista. Con la presente compilación
hemos aprendido que el surgimiento del socialismo como pensamiento económico y social
marco un antes y un después en la dinámica financiera mundial, la políticas laborales y que
sus contribuciones son perdurables a través de los años.
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