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Sesión 3 TEMA 2 La Letra de Cambio en Blanco
Sesión 3 TEMA 2 La Letra de Cambio en Blanco
Nuestra ley mercantil no contempla la letra de cambio en blanco. Pero su frecuente utilización
en la práctica ha suscitado tal interés entre los doctrinarios patrios, que se ha tornado materia
importante aun desde el punto de vista académico; aparte de habérsela disciplinado en
todos los proyectos de reforma, siguiendo -en general- la regulación de la Ley Uniforme de
Ginebra. Para algunos autores la expresión EN BLANCO de la letra de cambio va referida a
una “firma” del título, para otros al “quantum” de la obligación cartular, etc. Es decir, unos
aluden al elemento subjetivo y otros al requisito objetivo referido generalmente al monto del
crédito incorporado. Mármol define la letra de cambio en blanco como “el esqueleto de título
firmado pero aún no llenado totalmente”. Es evidente que para poder hablar de título
tenemos que entender que alguna firma debe contener. En su art. 4º establece la diferencia
entre título incompleto y letra de cambio en blanco, en razón de que ésta es imperfecta
intencionalmente y aquél lo es por error o en forma involuntaria. Además se prevé que en el
título la mención faltante podrá ser cualquiera, mientras que en la letra debe existir la firma del
librador. Las características “en blanco” (que diríamos más exactamente: imperfecta o
irregular) de la letra de cambio está referida al momento de la emisión, como vimos. Siendo
pacífica la opinión doctrinaria en el sentido de que la validez de la letra no perfecta en su
creación, queda supeditada a la complementación de los elementos faltantes a los efectos
de su vigencia, con anterioridad a los efectos de la exhibición del título a objeto de invocar el
derecho incorporado. Así se dice que la validez de la letra de cambio en blanco está
condicionada a que se la complemente antes de ejercer las acciones derivadas del título. En
esta dirección se ha interpretado aun nuestra norma del art. 411, que declara la validez como
letra de cambio del título al cual falte alguno de los requisitos enumerados en el art. 410
vigente. (María A. Pisani Ricci. Letra de Cambio. 1991. Págs. 179, 180 y 181).
Representación
La letra de cambio puede ser librada en representación de un tercero. Cuando media una
situación de este tipo, la letra puede ser librada por un mandatario, quien actúa a nombre del
mandante, o por un comisionista, quien actúa en nombre propio y por cuenta del comitente.
La libranza por mandatario puede corresponder a una situación de representación legal de
una persona física (padre, tutor) o moral (órgano de una sociedad: gerente, administrador,
etc.) o de representación convencional (el factor mercantil, el apoderado). Esta modalidad se
caracteriza por el hecho de que la representación está destinada a ser conocida por los
terceros, porque el librador no se presenta como el verdadero creador del título (Lescot y
Roblot). A los efectos de las relaciones cambiarias es suficiente que se indique que se actúa
como mandatario o representante, no que se acompañe el documento de la cual emana la
representación, el cual no es elevado por la ley al carácter de “parte integrante de la letra de
cambio”, carácter que sí se otorga al protesto y a la cuenta de resaca (Vivante). Debe
producirse una exteriorización de que la actuación del representante no es nomine proprio,
sino en representación del dominus (Velasco San Pedro). (Alfredo Morles Hernández. Curso de
Derecho Mercantil. Tomo III. Pág. 1728).