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E JUSTICIA NACIONAL 121


OflS0, - Por un dibujo publicado en el periódipo Don Quijote
el 4 de Setiembre de 1887, su redactor D. Eduardo Sojo, fué
puesto en prision, en virtud de resolucion de la H. Cámara de
Diputados de la �acion, que �a ordenó por todo el tien,i_po que
durasen sus sesiones.
Sojo_interpuso el recurso de liabeas corpus ante la Suprema
Corte, fundando ID. competenciu de la misma en el artícµlo 20
de la ley dé 14 de Setiembre de 1863, sobre jurisdiacion y
competencia de los tribunales nacionales.

VJSTA DEL SEl'lOf\ l'IIOCUIIA.DOR GENEIIAL

Suprema Coree :

En el caso de D. Eliseo A.cevedo, igual en todo al presente, he


manifost-ado á V, E. •por estenso mi parecer con respecto á la fa­
cul tad de que las Cámaras de la nadon entienden estar premuni-,•
das para castigar la vio)(wion de sus privil�gios é inmunidades
(1'. 2<, 7•, Hl'. página 463).
En el citado caso, como los anteriores, de Calvete y Latorre,
la resolucion de V. E. fu6 contraria á aquellas facultades, y de­
claró que el castigo de la violacion de los espresados privilegios
correspondía á los tribunales de justicia, de acuerdo' con lo dis­
puesto por la J.iy de 14 de Setiembre do 1863.
:ij:a,biendo jurisprudencia uniforme establecida por esta Corte,
ocuparía estérilmente la recargada atenoion de V, E., reprodu­
ciendo 6 esforzando las mismas' consideraciones que en opor­
tunidad no rémota, hice valer. Y sería esto menos esousable,
cuando niogun argumento, que no fuese antes considerado, se
ha traído al debate, p¡ira demostrar que la ley de Setiembr¡¡ 110
atribuye á los tribunales de justicia el conocimiento de los de-
lllil JUSTICIA NACIONAL 123

En todos estos casos, V, E. ha hecho lugar 6 ha denegado.,Ia


libertad que se solicitaba.
Lo recordaré sucintamente: en 1879, D. Juan Y. Montaña,
preso á disposiclon del gobierno naciQnal, solicitó directamente
su cxoarcelacion que le fné nega�a; en 1871, f'l coronel D. Pa·
tricio Rodríguez, preso por el gobierno nacionaí, dedujo igual
recurso directo, y fué puesto en libertad¡ on 1877, D. L. de la
Torre, dedujo el mismo recurso, y V. E, no hizo lugar, por no
éstar preso ; el mismo D. L. de la Torre, ocurrió, en 1877 di­
rectament9, y V. ,E, no hiz<¡ lugar á la exoarcelacion, por no
estar comprendida la violacion del secreto en la ley de Seti,ernbro.
Vienen enseguida los casos reoientes de Acevedo y el pre­
sente.
Surja ahora la duda acérca de si. todos hemos �stado equivo•
oados: acerca del derecho con que Y. E. ha conopido otigioaria­
mente de estos rec11rsos.
El Congreso, se dice, no ha podido am,Pliar lóscasos dejuris•
diccion originarja, y por consiguiente el artículo 20 de la ley de
Setiembre que [atribuye á V. E. tal jurisdiocion .originaria en
los recursos .de habeas coi¡JUs, es repugnante á la Cons,titnoioh,
y de ningon vnlor.
Al expedirme en los casos de esta naturaleza en que he sido
llamado á intervenir, mi opinion está consignada implícitamen­
,te, y de perfecta conformidad con la de mis antecesores, y de to­
dos los miembros de esta Corte, con una sola excepcion reciente.
En ella me ratifico decididamente.
Ocurre ante todo preguntar : al conocer la Corte de estos re­
oursos, deducidos directamente ¿ ejerce jurisdiccion originaria,
ó conoce por apelacion ?
El que ocurre á V. E. por haber sido preso por una autoridad
que juzga destituida de podér para prenderlo, viene e11 queja en
·apelaoion, aute esta Corte de una resolncion que reputa in­
justa.
, bE JUSTICIA l!IACIOl'IAL 125
vilegio én favor de los ministros extranjeros y de las provincias,
·El Congreso tiene facultad ilimitada para organizar el mecanis­
y funcionamiento de la justicia de la naoion; pero no podrá su­
jetar á los tribunales inferiores, á las provincias y tÍ los minis­
tros estranjeros,
Hé ahí, á mi juicio, la inteligencia más racional del artículo
citado. No se vé empero; por qué no hubiera de extender nquel
privilegio á otros casos, al recurso do h(lbeas corpus, por ejem­
plo, que.ha sido considerado como una de las más grandes con­
quistas, el palladh1m de la libertad en los pueblos de que los
hemos tomado.
Es estala manera cómo el Congreso de laNacion ha entendi­
do, acertadamente. á mi juicio, aquella disposicion, al acordar á
V. E. el conocimiento originario de estos recursos. Consecuente
con esta manera ámplia de interpretacion, el Congreso ha esten­
dido tambien l¡¡, jurisdiccion federal á las causas entre los veci­
nos de la capital y de una provincia.
Si alguna .duda quedara nún, diré, señor, con _el gran Jue.z
:Marshall, on el caso de Bunford, antes citado :
«Hay alguna pscuridad en la ley del Congreso, y algunas du­
!las se han suscit ado en la Corte con respecto
, á la interpretacion
.
de la Constitucion. La Corte, sin embargo, en f avor do la li-
bertad, hace lugar al recurso.»

Eduardo Costa.

JJuenos Aires, Setiembre 22 de 1887. •

Visto on el acuerdo este reéursoy d�biendo decidir anto todo


la cuestion de competencia suscitada, en que ha sido oido espe- ·
cialmente el Procurador General.
126 FALLOS DE LA. SUPREIIA COllTE

La mision g_ue incumbe á la Suprema Corte de mantenerá


los diversos poderes tanto)Jacionales como provinciales en la es­
fora de las facultades trazadas por la Coµstitucion, la obliga á
ella misma á absoluta estrictez para no estralimitar la suya,
como la mayor garantía que puede ofrecer ií los, derechos indi:vi­
duales.
:Por grande que sea el interés general, cuando un derecho <le
libertad se ha puesto en' conflicto con atribuciones de uua rama
del poder público, más grande y más respetable es el de que se
rodée ese derecho individual de la formalidad estableciaa para su
defensa,
No es dado á persona 6 poder alguno, ampliar 6 estender los
casos en que la Corte Suprema ejerce jurisdiocion esclusiva y
originaria por mandato imperativo de la Constitucion Nacional.
• Para que el caso ocurriese en el procedimiento que se le ha
somatido,por el recurso de habeas cm-pus, sería necesa1·io que el
individuo arrestado fuese un embajador, min.istro ,6 óónsul es­
tranjero, 6 el arresto hubiese sido decretado por tribunal 6 juez
de cuyos autos le corresp,ondiese entender por apelaoion.
:Pudiera pareóer que tratándose de un mandamiento de uno de
los cuerpos constituyentes �el ,:Poder Legislativo, en tales recur­
sos, ora máfl propio que la Corte Suprema lo resolviese en úni­
ca instancia ; pero si tales :recursos pudieran ser procedentes en
tales casQs, sería necesario que la constitucion ·fuese reformada
al respecto.
La ley autorizando el recurso de liabeas corpus, y atribuyen­
do á todo juez el resolverlo, no ha podido alterar y no ha altera­
do lajurisdiciou fundada en las claras y terminantes prescrip­
ciones constitucionales..
Así la ley relativa de los Estados Unidos que contiene análo­
gas disposiciones, dice: Los diversos jueces y Cortes dentl'o de
sus 1·espectí'vasju?"isdiccio11es, tienen poder para librar autos de
habeas corpus (Juditiary act. seo. 752).
DE JUSTICIA NACIONAL {27

La Gonstitucion argentina y la de Estados Unidos, concuer­


dan en las qisposiciones que fundan la jurisdiccion de la Supre­
ma Corte, y los fallos de I a de los Estados Unidos, así como las
opiniones de sus más reputados expositores están contestes en
que no puede darse caso ni por ley del Congreso que altere la
jurisdiccion originaria de la Oorte estendiéno.ola á otros casos
que á los que la Constitucion imperativamente la ha limitado, do
tal modo que la ley y el auto que en transgresion se dictase, no
13ería de efecto alguno.
La redaccion de loa tastos de la Constituoion Nacional y de
la americana en los artículos de la referencia, que no difieren
sinó en el órden metódico' de sus incisos, es en la argentina más
clara respecto á la limitacion dt1 los casos en que ambas precep-
•·
túan que debe entender }ll Corte originariamente.
En estos casos (los de jurisiliccion federal establecidos por el
artículo anterio;) dice el artículo ciento uno, la Corte Suprema
ejercerá su jnrisdiccion por apelacion segun las reglas y escep­
piones que prescriba el Congreso, pero en todos los asuntos con­
cernientes á embajadores, ministros y cónsules estranjeros y eJ}
los que alguna provincia fuera parte, la ejercerá originaria y
esc(usivamente.
.
En todo¡¡ los casos relativos á embajadores ú otros ministros
'

públicos, dice la americana, ,y aquellos en que un Estado sea


parte,' 1a Corte Suprema tendrá jurisdiccion originaria: En to-
,dos los otros casos, la jurisdiccion de la Corte Suprema será de
apelaciim, tantorespecto á la ley como al hecho, cou las esoepciQ•
des y reglamentos que el Congreso hiciere.
De am�os tastos resulta,Jsi )líen coµ mayor claridad en el testo
argentino, que el Congreso puedo establecer escepcionesy dictar
;reglamentos ála jurisdiccion �e apelacion, lo que importa decir
,distribuir la justicia entre los tribunales inferiores y ¡a Corte
que siempre es de a:pelacion1.con escepcion de los casos en que la
ley hubiese limitado el recúrso ó en que la jurisdiccion es ori-
128 FALLOS DE LA SUPREMA CORTE

ginaria y esclusiva, vocablo que no está en la C onstitucion ame•


,icana y que hace más terminante el precepto si aún pudiera
serlo más.
La jurisdiccion originaria y esclusiva de la Corte, no está su­
jeta á las escepcionesque pueda establecer el Congreso; limita­
da como lo está, no puede ser ampliada ni restringida; la qu,e
está sujeta á Teglamentacion, es la j11risdiccion apelada, que
puede ser ampliada y restringida • por la ley, segun la organiza•
cion y reglamentacion de los tribunales inferiores, tau to rospec•
to de las cuestiones de hecho como de ilerecho.
El palladium de la libertad no es una ley suspendible en sus
efectos, revocable segun las conveniencias públicas del momen­
to, el palladium de lp. libertad es la Constitncipn, esa es el arca
sagrada de todas las libertades, de touas las garantías indiví­
dnalos cuya conservacion inviolable, cuya guarda severamente
escrupulosa debe ser el objeto primordial de las leyes, la.condi•
•cion esencial de los fa1los de la justicia federal.
La garantía acordada por el recurso de habeas co1'J)us, funaa:
da en la igualdad autela ley, no tieneotra escepcionquecuando
la persona que ha sido objeto de un mandato indebido contra su
libertad, pueda traer un conflicto internacional. En los demás
casos, el juez más inmediato, más espedito en sus Tesoluoionés,
es y debe ser el competente, no sin• la garantía tambien de la
apelacion, dada asímismo en favor de la libertad.
La apulacion al tribunal superior es la garantía dada tanto en
pró de la justicia como de la libertad individúa!, Si hubiera dudá
en la interpretacion dél• texto constitucional relativo, debía re•
solverse por la apelacion en favor de la libertad, pero nunca por
1
interés alguno, en contra de aquel testo expreso.
El artículo veinte de la ley de catorce de Setiembre de mil
'ochocientos sesenta y tres, no autoriza á pensar que la mente
del Congreso hubiera sido crear un nuevo caso de jurisdiccion
originaria esclusiva. No hay vaguedad en sus t�rminos, no hay
DE JUSTICIA NAOIONAL 129
osouridaa, y sfla hubfose, ella desaparecería pon completo á la
luz del precepto claro é iutergiversable de la Constitacion,
La Dorte y los jueces de seccion pueden entender del recurso
de /1abeas corpus, pero dentro de sus respectivas jurisdicciones,
como dice la ley de los Estados , Unidos, y la confusion que allí
se ha ad vertido, ha sido sugerida porque en su última parte se
.establece la apelacion á la Suprema Corte en estos 1·ecnrsos; y
entónccs, en los casos de acudirse directamente á la Corte de
6rdenes ele prision espedidas por jueces inferiol'es, en virtud de
las dudas con respecto á la interpretacion de la Constitncion,
con relaciou ála jurisdiccion originaria, se ha opinado en favor
de la libertad, _que debía-hacerse lugar al recurso, porque preci­
samente se trataba de jueces respecto de cuyos autos corres­
pondía ape1acion, y en cuanto á la facultad de entender la Corte
en apelacion, ninguna limitacion puede deducirse del texto
constituciou;il.
Las palabras del juez Marshall citadas por el señor Procura­
dor General, en el caso de ex-parte Bunford 3, o. 448, como emiti•
das en ercaso delos Estados Unidos v. Hamilton (3 Dall. 1'7)
se refieren al l'ecurso de habeas corpus, en el caso de un preso
mandado á la cárcel por un juez de distrito. El preso •había
sido enviad1l á la carcel por mand11,to del juez de distritq de Pen­
sylvania, acusándolp de !llta traicion, y «habiéndose presentado
á la Corte pidiendo habeas coi·pus,,la Corte ueapues de detener el
asunto por algunos días para considerarlo, mand6 que s e le
r
admitiera al preso una fianza personal por la suma de cuatro mi
dollars y dos :fiadores, cada uno por la suma de dos mil
dollars �.
El .otro caso citado por el señor Procnrador, ex-parte Buuford
3; Cranch 448, página 638, se refiere •!Í. una prisionilegal orde­
nada por las justicias ,de paz del districto de Columbia, y la
Corte del circuito expidi6 una órden de prision diferente sobre el
habeas corpus corrigíerido dos errores, pero todavía erróneamen-
T, 11.
130 FALLOS DE LA SUPREMA CORTE

t\l, esta Corte tiene jurisdiocion para revt'sar los procedimientos


de la Corte de circuito sobre habeas corpus fuera de esta Corte.»
•El mandato <le prisionse resolvi◊ que era ilegal, porque no ea•
tablecía alguna buena causa cierta sostt,nida por juramento.»
.En cuanto al caso tambien citado ex-parte Bolman and ex­
parte Swartwout, Cranch 4, página 23, c. 7, fué resuelta <1bajo
la seccion XIV del Juditiary (act. U. S. Large81) esta Corte
tiene poder para liprar un anto de liabeas corpus á' efecto de
examinar la causa de una prision ordenada por la Corte de ,dis•
tripto de Columbia».
El caso de ex-parte Kearny que trae Wheaton, es aún menos
aplicable si no resuelve absolutamente la doctrina contraria.'En
él se resolvió que «la Corte no tenía autoridad para �iotar llll
auto de habeas corpus por una prision ordenada por la Corte de
distrito de Columbi11, en '\'irtud de desaoato,. El juez Story, sos­
teniendo que la Corte tenía autoridad en el caso, oomQ se había'
resuelto en elde Bol!man YI\ ci'tado, resolvió la negativa en cuan­
to á disponer la libertad del detenido por ño ser apelable ante ella
�l auto de pi;ision en juicio Qriminal por las leyes' de los Esta­
dos Unidos,
Todos estos cas.os están mencionados en la coleccion de las de­
cisiones constitucionales de los tribunales federales de los Esta­
dos Unidos por el doctor Orlando Bump, traducida y concorda­
da con los testos ge las constituciones americana y argentina
por don Nicolás A. Calvo, fundando la siguiente decision : ¡La
Corte Suprema pu&de ser investida con el poder de dar un auto
de habeas corpus para libertar µna persona presa por un tribu-
' na1 inferior, porque el Writ es apelable por náturalezan, (1 ª !ld,
página 157, número 21.20).
En la misma obra, ,número 21.16, s� encuentra esta otra ·dcci•,
sion más pertinente al punto sub-judice: <<En todos los casos á
que el poder judicial se estiende, y en que la jurisdiccion
' originaria no está espresamente acordada á la $uprema Corte,
DE JUSTICIA NACIONAL 131
su poder judicial debe sl)r ejercido en la forma de ap.elacion y
solamente en esta forma.. La jurisdiccionorigiuaria no puede ser
ampliada, pero su jurisdiocion apelada puede ser ejercida en
todos 1o.s casos de que se paeda tomar conocimiento bajo este
artículo, en los tribunales f�derales, en los cuales la ju risdic­
oion origil).aria no puede ser ejercida». (Co)lens v, Virginia 6,
W,heat 264).
Y todavía conviene apuntar el siguient�: ex-parte Barry, 271·0,
65, en que fu6 decidido (número 2112) que la Suprema Corté no
tiene jurisdiccion originaria en un procedimiento iniciado por
individ uo particular que es estranjero, para obtener reparacion
d&agravios hechos por otro individuo particular-que es ciudadano,
_puesto que se trataba de la detenoion indebida de una persona.
Kansey's Digei¡t 30. i<La Oort� Suprema, no tiene jurisdiccion
originaria en una solicitud de habeas corpus hecha por un. es-
trangero que no esun embajador, un ministro ni cónsul.¡¡
El Juez Story pronunció la opinion do la Corte. «Este caso,-.'
dijo, �s reconocidamente pidiendo el ejercicio de la jurisdicoion
originaria por esta Corte. L¡¡ constitucion de los Estados Uni'dos,
no ha confer.ido taljurisdiccion originaria sinó 'en todos los ca­
sos que afectan embajadores, otros ministros públicos y cónsu­
les y aquellos en que un Estado sea parte. El caso actual no pue­
de incluirse en una ni en. otra proposfoion. Es el caso de un in­
dividuo particular estranjero que busca reparaoion JJor un da­
ño alegado que le ha inferido otro individuo particular que es
ciudadano de Ne¡v-York. Es claro por consiguiente que este
tribunal no tiene jurisdiccion originaria para atender la presen­
te solicitµd y qu� nosotros no podemos. acordar ningun acto de
habeas corpus, esce,Pto oaando es necesario pai·a el ejercicio de la
juris�iccion d ada á e.sta Corte por la Constitucion 6 las leyes de
losEstados Unidos, ya sea originariaó apelada. Po,r consiguien­
te, sin entrar en los rn.érltos d.e esta solicitud, estamos obligados
por nuestro deber,� rechazar la peticion dejando-que el solicitan-
f32 FALLOS DE LA SUPREMA CORTE

te busque su reparacion en aquel otro tribunal de los Estados


Unidos, que tenga facultad para acordársela. »
En el caso ex-parte George Milbourne (9 Peters) Qu11ndo se
presentó la solicitua, el Chief Justioe Narshall, dijo: ·•Como
la jmisdicciou dela Suprema Corto es de apelacion, debe prime­
ro demostrarse que la Corte tiene facultad en este caso para
acordar un habeas corpus». El juez Story despnes de estabie­
cer los hechos del caso, pronunció la opinion ele la Corte, termi­
nando con estas palabras: «Por estas razones, somos de opinion
que la parte está logitimamente encarce1ada por el mandato del
tribunal de circuito, y poi consiguiente, que la peticion para el
habeas corpus debe ser negada,.
Es oportuno tambien citar el caso de William Marbury v.
James Madisson (i Cranch 137, página 368), secretario de los
Estados Unidos, en confirmacion de la doctrina sostenida inva­
riablemente por la Corte Suprema de los Estados Unidos, de
que el Congreso no puede asignar jurisdiccion originaria á la
Suprema Corte en casos dif�rentes de los especifiéados, en la
Constitucion. En dichos casos se establecieron las decisiones si•
guientes: .-una ley del Congreso repugnante á lu Constitncion,
no es ley». e Cuando la Constitucion y una ley del Congreso es­
tán en conflicto, la Constitucion d�be regir el caso á que ambas
se refieren�. �El Congreso no ¡mede conferir á esta Corte juris­
diccion originaria alguna>. «Librar un auto de mandamus or­
denamlo á un.secretario de. estado la entrega <le un papel, siria
el ejercicio de la jurisdiccion originaria que no pt¡ede conferirle
el Congreso y qµe no está conferida por la Constitucion á esta
Cor.te, «La seccion XXIII del Judiciary Act (f Stat at Large
Si) es sin valor, en tanto caauto intenta acordar facultad á esta
'Corte para librar autos de mandamus en casos de jnrisdiccion
originaria que la Constitucion no ha conferido á esta Corte.•
En el National Di9est de Abbot, se enénentra tambien lo si­
guiente: • La Suprema Corte tiene poder pariJ. espedir manda•
DE JUSTICIA NACIONAL :133

miento de habeas corpu� pero solo en ejercicio da la jurisdicoion


de apelaoion• (tomo 2° , artículo liabeas corpus, númerosf1 y 12;
cuando respecto al último punto S. C. 1833, ex-parte Wat Kins,
7 .Est. 568 1 1835; ex-parte Milbourne 9, Est. 704, 1847; Mat­
ter of Melzzer5, ]'low.176, 1852; Matter of Karne14 id. 103),
_ .SI del recuerdo de las decisiones de la Suprema Corte, .se pasa
á la consulta de los comentaristas de la Constitucion y leyes
americanas, se encontrará la confirmaciou absoluta, sin. dejar
lugar á duda, de la doctrina que aquellas fundan y que hace
in�dmisible el recurso entablado.
Kent, página 315, ed, de 1884. «Admitiendo que esta jurisdic­
cion originaria de la Corte Suprema puede ser compartida con
otro tribunal segun la disoreoion del Congreso, ha sido resuelto
que esta jurisdiccion originaria no puede ser ampliada y que
11\ Corte Suprema no puede ser investicla ni aún por el Congreso
mismo, con alguna otra jurisdiccion originaria sinó aquella que
se le dá en los casos descritos por la Constitucion. Es la juris­
diccion de apelacion de la Suprem11 Corte, la que la hace más
digna y eficaz y laoonvierte en un objeto const¡rnte de atencion
y solicitud de parte del gobierno y del pueblo de los Es�ados
Unidos.»
Story que no se ha puesto en contradícoion en sus fallos como,
juez, dice en sus comentarios de la, Constitucion federal de los
Estados Unidos (traduccion de Calvo, ed, de188t, página 341,
número 933): «La jurisdiccion que segun la Co,nstitucion debe
ser ejercida en primera y última instancia por la Corte Supre­
ma de.los Estados 'C"niclos, está limitada á ios únicos casos con­
'cernien tes á los embajadores, los otros minist.ros públicos, los cón­
sules y las controversias en quo un Estado es parte. El Congreso,
no puede, segun _la Constitucion, dar la jurisdiccion en pri­
mera y última instancia por otra causa. Este es un ejemplo del
principio que la conQesion de un poder para los casos especifica­
dos, importa la esclusion de ese poder para otros casos. De otra
134 FALLOS DE LA SUPREMA CORTE

manera, la cláusula de la Constitucion, sería completamente


ilusoria. Si esta hubiese tenido la intencion de dejar al Congreso
!u facu1tad de répartir á su albedrío el poder Judicial entre la
Corte Suprema y los tribunales inferiores, ella se habría limita.
do á definir el poder judicial y los tribunales investidos de ese
poder. En consecuencia, se tiene hoy por cierto que la Corte Su-
premn de los Estados Unidos, no puede ejercer una jurisdiccion
origin,ada, es decir, conocer en primem y última instancia sin6
de lns causas e�pecialmente enumeradas por la ¡Constitucion. Si
una ley del Congreso estendiese ose poder,,la ley sería inconsti•
tucional y de ningun efecto�.
Y ya que se cita al Fqderalista por el señor Procurador Gene­
ral, aunque en parte no relativa, y en oontmdiccion,al principio
recordado por Story de que la concesion de un poder para casos
especificados importa la esclusion de ese poder para otros casos,
que coincide con el principíode la antigua jurisprudencia, inclu­
sio uníos est esclusio alterius, y cuando precisamente no se tra­
ta de punto en qne la Constitucion haya conferido poderes gena­
ra1es,sin6 espresqmente limitados, el Federalista en la parte que
hace al caso dice: «La Corte Suprema, tendrá jurisdiccion
originaria únicamente en los casos relativos á embajadores ú
otros ministros públicos y cónsules, y en aquellos en que un Es­
tado sea una de las partes ... Remos visto que la jurisdiccion
originaria de la Corte Suprema, se limitaría á dos clases de cau­
sas y de esas de naturaleza tal, que rara vez ocurrirían, En to­
dos los demás casos de competencia judicial, la jurisdiccion o:ri�
ginaria pertenecería á los tribunales inferiores, !Y la Cor�e• Su­
prema no tendría mtís que una jurisdiocion de apelacion con las
escepciones y bajo los reglamentos que hiciere el Congreso.))
Es prinoipio inoonouso en esta materia, que una 'disposioion le­
ga1 para casos determinados implica la esc1usion de los demás,
porque de otro modo la disposicion sería inútil como dice'Story.
A.sí seria evidentemente inexacto deducir que el Congreso ·en
DE 'JUSTICIA NACIONAL 135
virtu d .d e sus facuitailos generales de legislacionouand o la Cons­
titucio11 ha especificado los requisitos necesarios para ser presi­
dente de la República, pudiera agregar el; de ser mi!Har 6 ecle­
siástico, porque la Constitucion no lo •lía fprohibido. Es da la
esencia ªel sistema constitacioualque nos rige, la limitacion de
los poderes públicos á sus atribuciones y facultadés demarcadas
como d erivadas de la soberanía del pueblo, por su expreso con•
senso.
Es principio d e derecho ·comun que el man datario sol o puede
hacer aquello á que se hall� espresa 6 implícitamente autoriza­
do por su mandato, y esté principio es el mismo que sirve de
base á la interpretacíon de los poderes en el órden constitucional.
Solo álas personas en el 6rden priv.nd o es aplicable el princi-
pio d e que nadie puede ser obligado á hacer. lo que 1a ley no
mande, ni privado d e hacer lo que la ley no prohibe; pero á los
poderes públicos no se les puede reconocer l,a facultad de hacer
lo que la Constitucion no les pr ohibe espresamente, sin inver­
tir los roles respectlvos de mandante y mandatario y atribuirles
poderes ilimitados,
Para causar la uplicacion de Ju doctrina establecida por lQs
fallos de la Suprema Corte de los Eatados Unidos, que ha cita d o
el �eñor Procurador General dictaminando respecto de la proce•
dencia de la juris dicciou originaria d � la Suprema Corte, punto
que por primera vez se somete debidamente á su decision, en
caso de recurso d o habeas corpus, ha necesitado preguntarse si a
entend er en el caso sub-judice, ejercía jurisdiccion originaria 6
apelada, y para contestarse afirmativamente que era apelada1 lo
ha hecho apoyado en las mismas decisiones. Peró allí se trata.ha
d e autos de tribunales de j ustioia inferiores á la Corte Suprema,
de ouyas resoluciones virtualmen'te 6 por estension de sus faculta­
des de Supremo Tribunal de apelaciones podía entender, y se ha
-visto que cuau dp la naturaleza del auto por la nat_uraleza de la
causa lo hacía. inapelable, la Corte Suprema reohaz6 el recurso.
436 FALLOS DE LA .SUPREMA. CORTE

.z "Gn caso no puede ser rotulado (Doc1rnted) á mQnos que haya una
6rden, decreto 6 sentencia de algun tribunal inferior, porque
lajurisdiocion apelada, necesariamente implica algunaresolucion
judicial, alguna sentencia, decreto ú órden de un tribunal infe­
rior del cual se apela. (The A.livia, ·7 Wall: 577,; Bump Col, de
Deo. trad. de Calvo, tomo II, página 156, número 2119),¡>
No es posible reconocer en la honorable Cámara de diputados
de la naoion, de cuyo mandamient,o de prision procede el recur­
so entablado de habeas corpus, el carácter de tribunal en el caso,
sujeto al recurso de apelacion para ant.e esta Corte. Ello es re­
pugnante á la independencia de los poderes legislati yo. y judi­
cial y á otros principios fundamentales del órden constitucional
q�e nos rije. Para tal consideracion
'
sería necesario que esta Cor-
te hubiese sido investida de la facultad de revisar los actos de
las Cámuras Legislativas en los casos en que ellas tienen pecu­
liar y esolusiva jurisdiccion, lo que no se puede sostener sin evi­
dente error.
No puede fundarse pues, el derecho de ocurrir en apelacton á
esta Corte, de un acto de una Cámara Legislativa, en que se re­
curre en losEstados Unidos de autos de los jueces 6 tribunales
de j nsticia.
Por las consideraciones espuestas, se declara que esta Corte
no tiene jurisdiccion originaria en la presente causa, debiendo
el recurrente oounir donde corresponda. Notifíquese con el
original habilitándose las hora.s necesarias; y prévia reposlcion
de sellos, archívese.

DENJMIIN VlCTORICA, - ULADISLAO


FnIAS. - FEDElllCO lDARGÚllEN
(en disidencia), - o. s. DE LA.
TORIIE (en disidencia). - SALUS­
'l'lANO J, ZA.YALIA,
DE JUSTICIA NACIONAL 137

DISIDENCIA

El artículo veinte de In ley nacional de Jurisdiccion y Com­


petencia de los tribunales federales de catorce de Setiembre de
mil ochocientos sesenta y tres dispone testualmente lo si­
guiente:
e Cuando un individu.o se hallo detenido ó preso por una auto•
l'idad nacional, ó á disposioion de una autoridad nacional o so
color de una órden em.itjda por áutoi:idad nacional... Ja Corte Su­
prema ó los jueces de Seccion podrán á instancia del preso 6 de
sus pariente� 6 amigos, investigar sobre el origen de la prision,
y en caso de que esta haya sido ordenada por autoridad 6 perso­
IJa que no esté facultada por la ley, mandarán poner al pres9 in­
mediatamente en libertad.,>
Del punto de vista de•esta ley que tiene por objeto garantir
la seguridad personal de los que habitan el territorio de la Rep¡\-.
blica con�ra prisiones ilegales, poniéndola inmediatamente bajo
el amparo de todos y cada uno los tribunales que formaQ. el po­
der judicial de la 11acion, la jnrisdiccion de la Suprema Corte
para cono()er de la legalidad de una prision llevada á cabo por
orden y disposicion de una de las Cámaras del poder legislativo
de la naoion, es pues indudable.
El sentido de la disposicion citada es tan claro y completo sn
alcance, como generales sus términos, y no es posible sin olvi­
dar y contr¡iriar unos y otros introducir en ella distinciones ni
limitaciones que no admite evidentemente su testo, y que no son
conformes siquiera con la naturaleza del privilegiado recurso
que ella sanciona, uno de cuyos principales oaractéres es el de
ppder ser llevado ante cualquier Juez 6 Corte territorial, que e
halle inmediato al lugar de la prision que lo motive.
138 FALLOS DE LA SUPREM,\ CORTE

No se trata absolutamente en esta disposioion, como err6nea•


mente á mi entender se sugiere, de facultades incidentales 6
accesorias 6 simplemente de recursos puestos al alcance de cada
Juez como medio solo de hacer fácil y posible on casos dados, el
curso de los procedimientos judiciales, para deducir de ahí que
la importante garantía que ella acuerda, no puede ser dispensa­
da por los jueces por vía de accion direeta y principll.l, sinó
como un -incidente di) otro juicio; no, eila es mucho más que
una disposicion simplemente procedimental, es una disposioion
jurisdiccional como su colocacion misma en la ley lo indica,
principal é independiente de toda otra, y qne tiene por objeto
especial y único, incorporar en nuestta legislacion el remedio del
1
habeas cm·pits, no conocido ni practicado antes en nuestro sis•
tema de procedimientos, invistiendo al propio tiempo á los jue-
ces con los medios necesarios para hacerlo efectivo.
Sostener por tanto tal recurso puramente como un incidente
de la jurisdiccion de apelacion de la Corte, es á la par que con­
travenir al-precepto ,claro de la ley, desrlaturalizar por completo
aquel remedio llano y espeditivo que la misma ley acuerda én
favor de todo el que se supone estar sufriendo una prision ar­
bitraria,
Se sugiere sin embargo que con arreglo á los términos del
nrtíonlo ciento uno de la Constitucion Nacional,• no es dado á
esta Co,rte conocer originariamente de otros casos que los enu-
merados en dicho artículo, y que no estando el presente com•
prnndido entre ellos, queda él necesariamente fuera 'de la juris­
dic,oion de este Tribunal,
Pero contra tal sugestion, que envuelve desde luego un des­
conocimiento de 1a eficacia y validez de la ley iintes citada, ley
que es digno recordar, fué lliscutida y sancionada por el pri­
mer Congreso que siguió á la reo1·ganizacio11 de la Iiepúblioa, y
en cuya confeccion colaboraron acreditados miembros de la
Conveucion que sancionó como do la que reformó posteriormcn"
DE ,JUSTICIA NACIONAL 439
te la Oonstituoion, y qne por lo mismo puedo considerarse como
una genuina y segura interpretacion de esta, contra tal sugestion,
digo, puede observarse 'que los términos del artículo citado son
simplemente afirmntivos de la jurisdiocion originaria de la
Snprema Cor�e, en los casos que él enumera, y no ilegatorios ni
restrictivos de los poderes legislativos del Congreso :para esten­
dor esa misma forma de conocerá casos distintos, en el ejeroi­
oio de la faouHad que la Oonstitucion le defiere para reglar los
procedimientos en los juicios, distribuir la jurisdiocion entre
los Tribunales del fuero nacional y dictar todaij las demás leyes
necesarias y oonvenient9s al ej eroioio de los poderes conferidos
al Gobierno Gorrera!.
Los términos de ese artículo son en efecto:
�En estos oaso3 (todos los que enumera el artbulo cien oomo
de competencia de la Suprema Corte y demás Tribunales infe­
riores de la Nacion), la Snprema Corte ejercerá su jurisdiocion
por apelaciou segun las reglas y escepciones que prescriba el
Congreso, :paro en todos los asuntos relativos á embajadores,
ministros y cónsules estrangeros, y en los que alguna Provincia
fuese parte, la ejercerá originnria y esolnsivamente. �
Establecen
• pues ellos oomo .:regla general la j urisdiooion de
apelacion, pero la establecen, segun se vé, oon sujeoion por una
parte á Jas escepciones que el Congreso orea conveniente pres­
cribirá . su respecto, y por otra á las que esplícitainente se seña­
lan en el artículo mismo.
Estas últimas no son escluyentes de las primeras.
La vjtal importancia de los casos enumerados en. la segunda
parte, relacionadas estrictamente .con la 11az piíblica 1 y los
intereses políticos y diplomáticos de la naoion, esplica la díspo­
sicion especial � espresa de <J.Ue ellos son objeto, pero de ahí no
resulta á la v<'rdacl que solo en esos casos y no en otros sea posi­
ble el ejercicio de 111 jurisdiccion origina1·in, ni que quede 1il Con-
groso nrivado por tal medio de es tender esa,11jurisdiccion
,,.
á oua-
,_
140 l'ALLOS DE LA Slll'REnlA CORTE
'
lesquiera otros de los casos á que se estiende el poder judicial
de la Nacion.
Dejando, al contrario, la disposicion constitucional con fa­
imitad á aquel cuerpo para hacer escepciones á la jurisdiccion
deapelacion, virtualmente lo habilita para ampliar la jurisdic-
cion originaria.
Lo ,ha entendido así,el Congreso, y lo ha, practicado esta
Corte sin oposicion no solo en el e.aso en cuestion.
La ley de procedimientos de catorce de Setiembre de mil
ochocientos sesenta y tres, dispone en efecto, reglamentando el
procedimiento de la segunda instancia, que la Suprema Corte
podrá á peticion de todas las putas r·esolver sobre lo principal,
aún cuando la apelacion hubiere recaído sobre un incidente de
la caus11; y esta disposicion que no es en rigor sin6 el estableci­
miento de una instancia única 'y la concesion de una jurisdir.­
cion originaria, ha sido estrictamente cumplida sin observacion
en todos los casos,
Pero, si loespuestono bastase¡ y la disposicion const�tucional
f!lese en realidad susceptible de dudas, seria todavía de exami­
nar si ellas son tales que justifiquen en este oaso·el ejercicio de
la a\l,toridad deferida á esta Corte para declarar nulas las leyes
incompatibles con los preceptos de la Constitucion, y fulminar
tal declaracion contw la que la autoriza á espedir en primera
instancia el auto de habeas corpus en defen,sa de la seguridad
individual ¡rnrantida por la. ley fundamental.
Conviene recordará este re specto con diversas autoridades, que
«no pueden las Cortes declarar nula una ley, simplemente porque
en su opinion sea ella oontrar,ia á Jo que se supone ser el espíritu
de la Constituoion, cuando este no resulta de una 'disposioion es­
presa•, Que «cuando la ley fu,ndamental no ha limit¡¡doesplíoita­
mente los poderes del Congreso,
• no pueden estos ser restringidos
po; haberse descubierto algo en el espíritu de la Constitucion
que no esté sin embargo mencionado en dioho instrumento>.
DE JUSTICIA NACIONAL

Y finalmente, g11e ((es solo en disposiciones constitucionales


espresas, limitando el Poder Lejislativo, que puede encontrarse
un seguro y sólido fundame¡ito á la accion de las Cortes de
Justicia para declarar nula cualquier disposicion do, la Le­
jislatnra•.
Sin afirmal' que sea necesario siempre, que una especial prohi•
bicion de la Constitucion ó un esplícito mandato
• de la misma
hayan sido menospreciados 6 desolíedecidos paro. que pueda de-
clararse ineficaz una ley, puede pues concluirse, dados los an­
tecedentes relacionados, que la que es materia y sirve de funda­
mento ála aocion deducida, no es susceptible de tal declaracion.
No puede en verdad desconocerse el peso de la autoridad en
que se apoya la opinion contraria, teniendo como tiene por fun­
damento diversas decisiones de los Tribunales Norte-America­
nos, pero tampoco debe desconoeerse que debido al gran respe­
to que en aquellos Tribunales se tributa siempre á.]os prece­
dentes ,judiciales, la cuestion de jurisdiccion que p¡:eocnpa á
estit Oqrte, se ha considorado cerrada en ellos sin ulterior
debate, con una sola resolucion pronunciada ell' los primeros
tiempos de su instalacion.
Finalmente, si lo que constituye la esencia y lll verdadero
c11rácter de la jurisdiccion de 11pelocion no es otra cos11 que la
facultnd de revision de los procedimientos, de una otra Corte
ó autoridad cualquiera, y si esa revision puede tener lugar lo
mismo por el recurso de habeas corpus que por el recurso or­
dinario y-técnico de la apelacion, el presente puede en rigor
t�nerse como un <}aso de jurisdiocion de apelacion creado y estu.­
blécido por la ley misma.
Fnnd�do en estas consideraciones, que, a11arte de la autoridad
de la ley del Congreso, tienen en su fávor la de los precedentes
de esta Corte, que ha ejercido constantemente hasta el presente
sin una sola escepcion In jurisdiccion originario.
• que aquella ley
la defiere, segun lo demuestran los casos 6. que se refiere el Se-
142 FALLOS DE LA. SUl,'I\EnlA. 0011.TE

ñor Procurndor Genera1 en su precedente vista, -y en las de¡uás


razones aducidas por este funcionario, mi voto en la presente
cuestiones porque la Corte se declare competente para entender
en el concurso deducido, y proceda á conocer de. él en el fondq,

C. S. DE LA TORRE,

DISIDENCIA

Despues de lo espúesto por el Señor Procurador General y el


Señor Ministro que me ha precedido on la votuoion, sQlo agrega­
ré dos• palabras sobre la siguiente ouestion:
¿Puede establecerse desde luego que el recurso de habeas
(101pus, creado por el artículo veinte de la ley de 14 de Setiem­
bre de 1863, es un caso de jurisdiccion origin[lria, y no de ju'­
risdiccion apelada?
La mayoría de la Corte, fundada en que es un caso �e juris­
dicoion originaria, no comprendido en el artículo 101 de la
Constitucion, ha decidido que este alto Tribunal !ls incompe­
�ente para conocer de él.
:eor el recurso de habC{ls col'pus se somete IÍ la revision de un
Tribunal la resolucion 1ironunciada en una causa de que otro
ha tomado ya conocimiento.
Esta facultad de revísion es lo que constituye la juri��iocion
ape1ada, segun lo establecen uniformemente los comentadores

i!e
nor.te-americanos, colocando dicho tecurso entre las formas en
que puede ejerc�rse dicha jurisdiccion, y la Suprema Corte
los Estados Unidos. en e1 caso de Bollman y Swartwont ha deci­
dido terminantemente que el recurso de habeas corpus es por
su,: naturaleza de jurisdiccion ap�lada.
Se ob_servaque, -esto so1o pµede entenderse cuando ,se interpone
oo.ntra un auto de pdsion espedido por los jueces inferiore.s.
DE JUSTICIA NACIONAL 143
Pero yo pregunto ¿ cambia de naturaleza el recurso segun sea
la clase de autoridad de que emana 111 resolucion que lo motiva?
Evidentemente que no.
El recurso se conserva siempre el mismo, ya sea que se inter­
ponga contra una órden de prision emanada de. un juez féderal,
6 de cualquier otra autoridad nacional. •
En uno y otro caso, se ocurre directamente al juez que ha de
conocer �e él. Y, si pu�s, cuando se recurre de una órden de
prision espedida por un juez f1,deral, el resurso de habeas corpus
es dejurisdiccion apeladá 1 no hay razon alguna para decir que
él sea de jurisdiccion originaria cuando se interpone contra una
una 6rden emanada de otra autoridad que no sea un juez de
Seccion.
La cuestion queda, pues, reducida á saber si •el Congreso
tiene facultad para estender la jurii;diccion apelada de la Su­
prema Corte á otras resoluciones que á las dictadas por los jue­
ces ó tribunales federales.
El Congreso ha decidido ya -esta cuestion prácticamente, �in
que se huya puesto en duda sus facultades con�tituoionales. •
En efecto, por el artículo 14 de la ley de 14 de Setiembre de
1803, ha dado á la Suprema Corte, en los casos que en dicho
artículo se determina, jurisdicoion upelada para conocer de la�
sentencias pronunciadas por los Tribunales Superiores de p:ro•
vincia� que son de jnrisdiocion distinta y que no son propiamen•
te sus inferiores.
Por las ord9nanzns de aduana ha dado á los jueces federales
jurisdiccion �pelada en las causas de contral;iando resueltas
por el jefe de aquella reparticion y á la Suprema, Corte para,
conocer de las resoluciones· de este en última instancia.
La facultad constitucional con que ha procedido en estos casos
el Congreso, estendiendo la jurisdiccion a,Pelada de la Suprema.
Corte á otras resoluciones 'que ií, las dictadas por .los jueces fe,
derales, no puede ponerse en duda, si se tiene en cuenta lo
144' FA.LLOS DE LA SUPJ\El\lA. COl'\'l'E

dispuesto por los artímilos 100 y 10i de la Constitucion.


Segun el artículo 101, la j urisdiooíon apelada do la Corte se
es tiendo á todos los casos enumerados en el • artículo 100, con
escepcion tan 'Solo de los conoerníentes á Embajadores, :Minis­
tros y Cónsules Estraugeros, y los en que una provincia fuese
parte.
Dicho artículo nabla, como se vé, de casos y no de jnecos;
1uogo cualquiera que sea la autoridad que los tesuelva, sus ·:re­
soluciones pueden ser materia de la jurisdfoeion apelada, segun
las reglas y escepciones que prescriba ·el Congreso.
'Por oonsiguiente, pues, sí en uso de esta faoultad ha podido
el Congreso estender oonstituoionalmente la jurisdiccion apela•
da do 1a Corte á las resoluciones de los Tribunales de Provincia
ouando se comprometen por elfos la Cons'titucion 6 las leyes
Naoionales, y á las del Ádminist:rador da Aduana por ver�ar
sobre puntos regidos especialmente por las leyes del Oongres,o:
ha podido muy bien estenderla igualmente á los casos del arlí­
culos veinte de la ley oHada, cup.ndo una autoridad nacional
compromete oon .sus resoluoiones las garantías acordadas por el
arMoulo i8 de la Coustitucion á fa 1iberl;ad individual.
Do lo espuesto resulta 'Pues: Que siondo el reeurso de habe�
corpus de ju:risdiooion apelada por su naturalez11, y estando
atribuido su conocimiento á la Suprema Corte, ooncurrentemeu•
to oonlosjueoes federales, no puede negarse la competencia do
este alto Tribunal para couooor de 61 1 y mnoho menos cuando,
como en el presente oaso, se interpone contra la resolnoion espe­
dida por una de las ramas del Congreso ejeroiendo atribucio­
nes j ud ioiales,
l?or lo demás, y respecto á la ouestíon de si el Congreso puado
estender la jurisdioeiou originarla de la Corto, tí. otros oasos que
loa enumerados en el artículo oiento uno de la Oonstituoion,
estoy de perfecto acuerdo oon ol Ssñór :Procurador General y
con el Señor
' Ministro que me ha preoedido en la votaoion, y
DE JUSTICIA NACIONAL 145

tanto por esto como por laij breves COl}Bideraciones que dejo
espuestas, pienso que Ja Suprema Corte es competente para
conocer en el recurso interpuesto.

FEDERICO IBARGlll\EN, ,

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