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PONTIFICAL

PRESENTACIÓN

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En conformidad a lo establecido en los cánones de la
“de la Iglesia Misionera Jesús Buen Maestro, permito la
presente edición del subsidio litúrgico para el altar del
Pontifical, tal como aquí aparece y establezco la
obligación de su uso para todos los servicios religiosos,
públicos y privados de nuestra Congregación Religiosa
Provincia de Colombia.

Este Pontifical fue preparado y Elaborado por el


Reverendo Padre Fredys Ricardo Martínez Rodríguez,
basándose en la liturgia del Pontifical Propia de la
Iglesia Universal.

Montería, octubre __ de 2021 en la Fiesta de _______.

____________________________
Rvdo. Padre Fredys R. Martínez R.
Superior General

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DEDICACIÓN
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A Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo. Por darme
el honor de ser un humilde servidor de esta pequeña porción de
Iglesia en Colombia de la Iglesia Misionera Jesús Buen
Maestro.

Ser siervo tuyo es la mayor bendición de mi vida. Por eso, es


para mí gratificante, poder compartir con humildad y sencillez,
con todos los miembros de Nuestra Congregación, esta edición
del Pontifical de la liturgia de Ordenaciones.

Rogando al Señor, envíe obreros a su mies, para que ayuden a


cumplir con la tarea que nos ha sido encomendada (Lucas
10,2) “de servir a los pobres entre los pobres”.

Encomendamos también a la protección de la Santísima


Virgen María Nuestra Señora de Guadalupe, para que
interceda ante su hijo; abundantes Bendiciones para su Iglesia.
(Juan 2,3…)

____________________________
Rvdo. Padre Fredys R. Martínez R.
Superior General

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ORDENACIÓN DE DIÁCONOS Y PRESBÍTEROS Y OBISPOS

OBSERVACIONES PREVIAS

I
ORDENACIÓN DE DIÁCONOS Y PRESBÍTEROS
1. Conviene que la Iglesia particular a cuyo servicio se ordenan los diáconos y los
presbíteros se prepare a la Ordenación.
Los candidatos mismos deben prepararse con la oración en retiro practicando
ejercicios espirituales al menos durante cinco días.
2. Realícese la Ordenación en la iglesia catedral o en las iglesias de cuyas
comunidades son oriundos uno o más de los candidatos, o en otra iglesia de
mayor importancia.
Si los ordenandos son miembros de alguna comunidad religiosa, puede hacerse la
Ordenación en la iglesia de la comunidad en la que van a ejercer su ministerio.
3. Celébrese la Ordenación con la asistencia del mayor número posible de fieles en
domingo o días festivos, a no ser que razones pastorales aconsejen otro día. Pero
se excluyen el Triduo pascual, el miércoles de Ceniza, toda la Semana Santa y la
Conmemoración de todos los fieles difuntos.
4. La Ordenación tiene lugar dentro de la Misa, una vez terminada la Liturgia de la
Palabra y antes de la Liturgia eucarística.
Puede emplearse la Misa ritual «En la que se confieren las sagradas Órdenes»
excepto en las Solemnidades, los Domingos de Adviento, Cuaresma, Pascua, y
los días de la octava de Pascua.
En estos casos se dice la Misa del día con sus lecturas.
Pero en otros días, si no se dice la Misa ritual se puede tomar una de las lecturas
de las que se proponen en el Leccionario con este fin.
La Oración Universal se omite, porque las letanías ocupan su lugar.
5. Proclamado el Evangelio, la Iglesia particular pide al Obispo que ordene a los
candidatos.
El presbítero encargado informa al Obispo, que le pregunta ante el pueblo, de
que no existen dudas acerca de los candidatos. Los candidatos, diáconos y
presbíteros cada cual, en su momento, en presencia del Obispo y de todos los
fieles, manifiestan la voluntad de cumplir su ministerio, según los deseos de
Cristo y de la Iglesia bajo la autoridad del Obispo. En las letanías todos imploran
la gracia de Dios en favor de los candidatos.
6. Por la imposición de las manos del Obispo y la Plegaria de Ordenación, se les
confiere a los candidatos al diaconado el don del Espíritu Santo para su función

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diaconal. Estas son las palabras que pertenecen a la naturaleza del sacramento y
que por tanto se exigen para la validez del acto:
ENVÍA SOBRE ELLOS, SEÑOR,
EL ESPÍRITU SANTO,
PARA QUE, FORTALECIDOS CON TU GRACIA
DE LOS SIETE DONES,
DESEMPEÑEN CON FIDELIDAD EL MINISTERIO.
Inmediatamente después de la Plegaria de Ordenación se revisten los
Ordenados con la estola diaconal y con la dalmática para que se manifieste
visiblemente el ministerio que desde ahora van a ejercer en la liturgia.
Por la entrega del Evangeliario se indica la función diaconal de proclamar el
Evangelio en las celebraciones litúrgicas y también de predicar la fe de la
Iglesia de palabra y de obra.
7. Después de que todos han orado de nuevo, sigue la Ordenación de los
presbíteros.
Por la imposición de las manos del Obispo y la Plegaria de Ordenación, se
confiere a los candidatos el don del Espíritu Santo para su función presbiteral.
Estas son las palabras que pertenecen a la naturaleza del sacramento y que por
tanto se exigen para la validez del acto:
TE ROGAMOS, PADRE TODOPODEROSO,
QUE CONFIERAS A ESTOS SIERVOS TUYOS
LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO.
RENUEVA EN SUS CORAZONES
EL ESPÍRITU DE SANTIDAD;
RECIBAN DE TI EL SEGUNDO GRADO
DEL MINISTERIO SACERDOTAL
Y SEAN, POR SU CONDUCTA, EJEMPLO DE VIDA.
Inmediatamente después de la Plegaria de Ordenación, se revisten los
Ordenados con la estola presbiteral y con la casulla para que se manifieste
visiblemente el ministerio que desde ahora van a ejercer en la liturgia.
Este ministerio se explica más ampliamente por medio de otros signos. Por la
unción de las manos, se significa la peculiar participación de los presbíteros en
el sacerdocio de Cristo. Por la entrega del pan y del vino en sus manos, se
indica el deber de presidir la celebración Eucarística y de seguir a Cristo
crucificado.
8. El Obispo con su saludo pone en cierto modo el sello a la acogida de los
presbíteros y de los diáconos como nuevos colaboradores suyos en su

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ministerio. En cuanto sea posible, todos o al menos algunos presbíteros saludan
a los Ordenados de presbíteros y, a su vez, los diáconos a los recién ordenados
de diáconos en señal de acogida en su Orden.
9. Los ordenados presbíteros ejercen por primera vez su ministerio en la Liturgia
eucarística concelebrándola con el Obispo y con los demás miembros del
presbiterio. Los presbíteros recién ordenados ocupan el primer lugar. Y los
diáconos asisten al Obispo. Uno de ellos prepara el altar, distribuye la
Comunión a los fieles, sirve el cáliz y proclama las moniciones.

II
LO QUE HAY QUE PREPARAR
10. Además de lo necesario para la celebración de la Misa, deben prepararse:
 Ritual de Ordenación;
 casullas para cada uno de los ordenandos de presbíteros;
 estolas y dalmáticas para cada uno de los ordenandos diáconos;
 santo crisma;
 lo necesario para limpiarse las manos el Obispo y los ordenados de
presbíteros.
11. La Ordenación hágase normalmente junto a la cátedra, pero si fuere necesario
para la participación de los fieles, prepárese la sede para el Obispo delante del
altar o en otro lugar más oportuno.
Las sedes para los ordenandos deben prepararse de modo que los fieles puedan
participar de la celebración, incluso visualmente.
12. El Obispo y los presbíteros concelebrantes visten los ornamentos sagrados que
se les exige a cada uno para la celebración de la Misa.
Los que van a ser ordenados presbíteros se revisten con amito, alba, cíngulo y
estola diaconal. Los que serán ordenados diáconos usan amito, alba y cíngulo.
Los presbíteros no concelebrantes, que imponen las manos a los elegidos para el
Presbiterado, estén revestidos de estola sobre el alba o sobre el traje talar con
sobrepelliz.
Los ornamentos han de ser del color de la Misa que se celebra, o caso contrario
de color blanco. También pueden emplearse otros ornamentos festivos más
nobles.

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PONTIFICAL
ECUMENICO
Fórmulas para:
1. La recepción de candidatos al orden sagrado de

 Diáconos:
 Presbítero:
 Obispos

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ORDENACIÓN DE PRESBÍTEROS Y DIÁCONO
RITOS INICIALES
PROCESIÓN DE ENTRADA
CANTO DE ENTRADA
El canto acompaña todo el movimiento procesional hasta que todos se hayan colocado en sus respectivos puestos. Si es
necesario se repiten estrofas. El orden es el siguiente: Acólitos con la cruz y las velas, un diácono, llevando el evangeliario, el
acólito que se ordena de diácono, los diáconos que se ordenan de presbíteros, los presbíteros que concelebran y el Obispo,
acompañado por los diáconos. Avanzan procesionalmente hacia el altar, hacen genuflexión, lo besan y se colocan en sus
puestos.

Antífona de entrada Cf. Jn 12, 26


El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde está yo, allí también estará mi servidor [T. P. Aleluya].
Los ritos iniciales y la liturgia de la palabra se realizan del modo acostumbrado, hasta el Evangelio, inclusive.

† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu


Santo.
R. Amén.
O. La paz esté con vosotros
T. Y con tu espíritu.
O. El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu
Santo nos llena con su alegría y con su paz,
permanezca siempre con todos ustedes.
T. Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL
O. En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre
el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que
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estamos necesitados de la misericordia del Padre para
morir al pecado y resucitar a la vida nueva.
Breve silencio

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes


hermanos que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los
ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que
intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.
El Obispo concluye con la siguiente plegaria:

Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al


mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y
derramó el Espíritu Santo para la remisión de los
pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el
perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
El pueblo responde:

Amén.
Canto Penitencial

CANTO DEL GLORIA.


Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de
12
Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros, tú que quitas el pecado
del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado
a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
_________________________________________________________________________
ORACION COLECTA
Misa diaconado
Oremos:
Oh Dios, que quisiste dar pastores a tu pueblo derrama
sobre tu Iglesia el espíritu de piedad y fortaleza, que
convierta a estos siervos tuyos en dignos ministros de tu
altar y los haga testigos valientes y humildes de tu
Evangelio.
Por nuestro Señor Jesucristo.
El pueblo responde:

Amén.
_____________________________________________________________________________________________________

ORACIÓN COLECTA
Misa presbiterado
Señor Dios nuestro, que para regir a tu pueblo has
querido servirte del ministerio de los sacerdotes,
concede a estos diáconos de tu Iglesia que han sido
elegidos para el ministerio presbiteral perseverar al
servicio de tu voluntad para que, en su ministerio y en
su vida, puedan buscar tu gloria en Cristo.
Él, que vive y reina contigo, por los siglos de los siglos
Responden todos:

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Amén.
Oración colecta
Misa Episcopado
Oh, Dios, que, por pura generosidad de tu gracia, has
querido poner hoy al frente de tu Iglesia de N., a tu
siervo, el presbítero N., concédele ejercer dignamente el
ministerio episcopal y guiar con la palabra y el ejemplo,
bajo tu amparo, la grey que le has confiado.
Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien, especialmente si se ordena un obispo no residencial:

Oh, Dios, Pastor eterno, que gobiernas a tu grey con


protección constante, y has querido incorporar hoy al
colegio episcopal a tu siervo, el presbítero N.,
concédele ser auténtico testigo de Cristo en todas partes
con una vida santa.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Si el Obispo es ordenado en su iglesia catedral, después del saludo al pueblo, uno de los diáconos o de los presbíteros
concelebrantes muestra las Letras apostólicas al Colegio de consultores, estando presente el Canciller de la Curia, quien
levantará acta de ello, y las lee después desde el ambón; escuchan todos sentados, diciendo al final: Demos gracias a Dios, u
otra aclamación apropiada.
Más en las diócesis recién erigidas se dan a conocer dichas Letras al clero y al pueblo presentes en la iglesia catedral,
levantando acta de ello el presbítero de más edad entre los presentes.

LITURGIA DE LA PALABRA

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1ª Lectura:
Lectura del libro de Jeremías Jr. 1, 4-9
Recibí esta palabra del Señor:
“Antes de formarte en el vientre te escogí; antes de que
salieras del seno materno, te consagré: te nombré
profeta de los gentiles.”
Yo repuse:
“¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un
muchacho.”
El Señor me contestó:
“No digas: “Soy un muchacho”, que a donde yo te
envíe, irás, y lo que yo te mandé, lo dirás. No les tengas
miedo, que yo estoy contigo para librarte.”
Oráculo del Señor
El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo:
“Mira: yo pongo mis palabras en tu boca.”

Palabra de Dios

Salmo 115: 12,13.15, 16bc.17,18


R. / La copa de bendición nos une en la Sangre de
Cristo. Aleluya
15
V. / "Yahveh se acuerda de nosotros, él bendecirá,
bendecirá a la casa de Israel, bendecirá a la casa de
Aarón, bendecirá a los que temen a Yahveh, a
pequeños y grandes."
R. / La copa de bendición nos une en la Sangre de
Cristo. Aleluya
V. / "¡Benditos vosotros de Yahveh, que ha hecho los
cielos y la tierra!"
"Los cielos, son los cielos de Yahveh, la tierra, se
la ha dado a los hijos de Adán."
R. / La copa de bendición nos une en la Sangre de
Cristo. Aleluya
V. / "No alaban los muertos a Yahveh, ni ninguno de
los que bajan al Silencio; 18.mas nosotros, los
vivos, a Yahveh bendecimos, desde ahora y por
siempre."
R. / La copa de bendición nos une en la Sangre de
Cristo. Aleluya

2ª Lectura:
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1Pe. 4, 7b-11
Queridos hermanos:
Sed moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo,
mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor

16
cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente
hospitalidad, sin protestar.
Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al
servicio de los demás, como buenos administradores de
la múltiple gracia de Dios.
El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El
que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del
encargo recibido de Dios. Así, dios será glorificado en
todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la
gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

EVANGELIO:
† Lectura del santo Evangelio según san Juan Jn. 15, 7-9.
En aquél tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;
permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi
amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos
de mi Padre y permanezco en su amor.
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Os he hablado de esto para que mi alegría esté con
vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
‘Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros
como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por
sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que
hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo
lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo
quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y
deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo
dé.
Esto os mando; que os améis unos a otros.”
Palabra del Señor
Después de la lectura del Evangelio, el diácono deposita nuevamente y con toda reverencia el libro de los Evangelios sobre el
altar, donde permanece hasta el momento de entregarlo a los ordenados.

RITO DE ORDENACIÓN
ORDENACION DE DIACONOS
Comienza después la Ordenación de diáconos. El Obispo se acerca, si es necesario, a la sede preparada para la Ordenación, y
se hace la presentación de los candidatos.
ELECCIÓN DE LOS CANDIDATOS.
Los ordenandos son llamados por el diácono de la forma siguiente:

Acérquense el (los) que va (van) a ser ordenado (s)


diáconos.
E inmediatamente los nombra individualmente; cada uno de los llamados dice:

N.N. Presente
Se acerca al obispo, a quien hace una reverencia
Estando todos situados ante el Obispo, el Superior o un presbítero designado por el Obispo dice:

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Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que
ordenes diácono a este (estos) hermano (s) nuestro (s).
El Obispo le pregunta:

¿Sabes si son dignos?


Y él responde:

Según el parecer de quienes lo presentan, después de


consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que han
sido considerados dignos.
El Obispo:

Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro


Salvador, elegimos a este (estos) hermano (s) nuestro
(s) para el orden de los diáconos.
Todos dicen:

Demos gracias a Dios.


HOMILÍA
Seguidamente, estando todos sentados, el Obispo hace la homilía, en la que, partiendo del texto de las lecturas proclamadas en
la liturgia de la palabra, habla al pueblo y a los elegidos sobre el ministerio de los diáconos, habida cuenta de la condición de
los ordenandos, según se trate de elegidos casados y no casados, o solamente de elegidos no casados, o solamente de elegidos
casados. Puede hablar de tal ministerio con éstas o parecidas palabras:

PROMESA DEL ELEGIDO DIÁCONO


Después de la homilía, solamente se levantan los elegidos y se ponen de pie ante el Obispo, quien les interroga conjuntamente
con estas palabras:

Queridos hijos N.N: Antes de entrar en el Orden de los


diáconos debes manifestar ante el pueblo tu voluntad de
recibir este ministerio. ¿Quieren consagrarse al servicio
de la Iglesia por la imposición de mis manos y la gracia
del Espíritu Santo?
Los elegidos responden todos a la vez:

Sí, quiero.
El Obispo:

¿Quieres (quieren) desempeñar, con humildad y amor,


el ministerio de diácono (s) como colaborador del
Orden sacerdotal y en bien del pueblo cristiano?
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Candidato:

Sí, quiero.
El Obispo:

¿Quieres (quieren) vivir el misterio de la fe con alma


limpia, como dice el Apóstol, y de palabra y obra
proclamar esta fe, según el Evangelio y la tradición de
la Iglesia?
Candidato:

Sí, quiero.
El Obispo:

¿Quieres (quieren) conservar y acrecentar el espíritu de


oración, tal como corresponde a tu género de vida y, fiel
a este espíritu, celebrar la oración, según tu condición,
junto con el pueblo de Dios y en beneficio suyo y de
todo el mundo?
Candidato:

Sí, quiero.
El Obispo:

¿Quieres (quieren) imitar siempre en tu vida el ejemplo


de Cristo, cuyo Cuerpo y Sangre servirás con tus
manos?
Candidato:

Sí, quiero, con la ayuda de Dios.


Seguidamente, cada uno de los elegidos se acerca al Obispo y, de rodillas ante él, pone sus manos juntas entre las manos del
Obispo, a no ser que, según la Introducción general, se hubiere establecido otra cosa.
El Obispo interroga al elegido, diciendo, si es su Ordinario:

¿Prometes respeto y obediencia a tu Obispo y a mis


sucesores?
El elegido:

Si Prometo.
__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Si el elegido es un religioso, el Obispo dice:

¿Prometes respeto y obediencia a tus superiores?


Candidato:

Si Prometo.
__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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El Obispo:

Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la


lleve a término.
Y el elegido diácono vuelve a su puesto y se sienta

ORACIÓN LITÁNICA
Todos se levantan. El obispo, dejando la mitra, de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, hace la invitación

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso para


que derrame bondadosamente la gracia de su bendición
sobre estos siervos suyos que ha llamado al Orden de
los diáconos y al Orden de los presbíteros.
Entonces los elegidos se postran en tierra, y se cantan las letanías, respondiendo todos. En los domingos y durante el tiempo
pascual, se hace estando todos de pie, y en los demás días de rodillas.

CANTO DE LAS LETANÍAS


Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios Ruega por nosotros.
San Miguel Ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios Rueguen por nosotros.
San Juan Bautista Ruega por nosotros.
San José Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo Rueguen por nosotros.
San Andrés Ruega por nosotros.
San Juan Ruega por nosotros.

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Santa María Magdalena Ruega por nosotros.
San Esteban Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía Ruega por nosotros.
San Lorenzo Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad Rueguen por nosotros.
Santa Inés Ruega por nosotros.
San Gregorio (Magno) Ruega por nosotros.
San Agustín Ruega por nosotros.
San Atanasio Ruega por nosotros.
San Basilio Ruega por nosotros.
San Martín de Tours Ruega por nosotros.
San Benito Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo Rueguen por nosotros.
San Francisco (Javier) Ruega por nosotros.
San Juan María (Vianney) Ruega por nosotros.
Santa Catalina (de Siena) Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús Ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios Rueguen por nosotros.
Por tu bondad Líbranos, Señor.
De todo mal Líbranos, Señor.
De todo pecado Líbranos, Señor.
De la muerte eterna Líbranos, Señor.
Por el misterio de tu encarnación Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo Líbranos, Señor.
Nosotros que somos pecadores, Escúchanos, Señor.
Para que por la gracia del bautismo
hagas renacer a estos elegidos tuyos. Escúchanos, Señor.
Jesús, Hijo del Dios vivo. Escúchanos, Señor.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Acabadas las letanías, el Obispo, en pie y con las manos extendidas dice:

Señor Dios, escucha nuestras súplicas y confirma con


tu gracia este ministerio que realizamos: santifica con tu
bendición a éstos que juzgamos aptos para el servicio
de los santos misterios. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos responden:

Amén.
Los que se ordenan de diáconos vuelven a su sitio y el que va a ser ordenado de diácono permanece donde está.
El elegido para el Orden del diaconado se acerca al Obispo, que está de pie delante de la sede y con mitra, y se arrodilla ante
él.
El Obispo impone en silencio las manos sobre la cabeza del elegido.
Estando el elegido de rodillas ante él, el Obispo, sin mitra, con las manos extendidas, dice la Plegaria de Ordenación:

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Asístenos, Dios todopoderoso, de quien procede toda
gracia, que estableces los ministerios regulando sus
órdenes; inmutable en ti mismo, todo lo renuevas; por
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro -palabra,
sabiduría, y fuerza tuya-, con providencia eterna todo lo
proyectas y concedes en cada momento cuanto
conviene.
A tu Iglesia, cuerpo de Cristo, enriquecida con dones
celestes variados, articulada con miembro distinto y
unificado en admirable estructura por la acción del
Espíritu Santo, la haces crecer y dilatarse como templo
nuevo y grandioso.
Como un día elegiste a los levitas para servir en el
primitivo tabernáculo, así ahora has establecido tres
órdenes de ministros encargados de tu servicio. Así
también, en los comienzos de la Iglesia, los apóstoles de
tu Hijo, movidos por el Espíritu Santo, eligieron, como
auxiliares suyos en el ministerio cotidiano, a siete
varones, acreditados ante el pueblo a quienes, orando e
imponiéndoles las manos, les confiaron el cuidado de
los pobres, a fin de poder ellos entregarse con mayor
empeño a la oración y a la predicación de la palabra.
Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio, a este, tu
siervo, a quien consagramos humildemente para el
orden del diaconado y el servicio de tu altar.
ENVÍA SOBRE ÉL, SEÑOR, EL ESPÍRITU SANTO,
PARA QUE FORTALECIDO CON TU GRACIA DE
LOS SIETE DONES DESEMPEÑE CON FIDELIDAD
EL MINISTERIO.

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Que resplandezca en él un estilo de vida evangélica, un
amor sincero, solicitud por pobres y enfermos, una
autoridad discreta, una pureza sin tacha y una
observancia de sus obligaciones espirituales.
Que tus mandamientos, Señor, se vean reflejados en sus
costumbres, y que el ejemplo de su vida suscite la
imitación del pueblo santo; que, manifestando el
testimonio de su buena conciencia, persevere firme y
constante con Cristo, de forma que imitando en la tierra
a tu Hijo, que no vino a ser servido, sino a servir,
merezca reinar con él en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
Todos responden:

Amén.
Concluida la Plegaria de Ordenación se sientan todos. El Obispo recibe la mitra. El ordenado se levanta y recibe la estola al
estilo diaconal.

ENTREGA DEL DISTINTIVO DIACONAL Y LIBRO DE LOS


EVANGELIOS
El ordenado, ya con sus vestiduras diaconales, se acerca al Obispo, quien entrega a aquél, ante él arrodillado, el libro de los
Evangelios.

Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido


constituido mensajero; convierte en fe viva lo que lees,
y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello
que has enseñado.
Al acabar, regresa al sitio.
Finalmente, el Obispo besa a cada ordenado, diciendo:

La paz contigo.
El ordenado responde:

Y con tu espíritu.
Y lo mismo hacen todos o al menos algunos diáconos presentes.

Mientras tanto, puede cantarse la antífona siguiente con el salmo 145, u otro canto apropiado de idénticas características que
concuerde con la antífona.

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ORDENACION DE PRESBITEROS
Estando todo dispuesto, se inicia la procesión por la iglesia hacia el altar según el modo acostumbrado. Precede el diácono
portador del libro de los Evangelios, con los demás diáconos, si los hay; siguen los ordenandos, los presbíteros concelebrantes
y, finalmente, el Obispo, con sus dos diáconos asistentes ligeramente detrás de él. Llegados al altar, y hecha la debida
reverencia, se dirigen todos a su respectivo lugar.
Mientras tanto, se entona la antífona de entrada con su salmo, u otro canto apropiado.
Antífona de entrada Jr 3, 15
Os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia [T. P. Aleluya].
Los ritos iniciales y la liturgia de la palabra se realizan del modo acostumbrado, hasta el Evangelio, inclusive.
Comienza, seguidamente, la Ordenación de presbíteros.
El Obispo se acerca, si es necesario, a la sede preparada para la Ordenación, y se hace la presentación de los candidatos.

ELECCIÓN DE LOS CANDIDATOS.


Los ordenandos son llamados por el diácono de la forma siguiente:

Acérquense los que van a ser ordenados presbíteros


N.N.
E inmediatamente los nombra individualmente, cada uno de los llamados dice:

Presente
Se acerca al obispo, a quien hace una reverencia
Estando todos situados ante el Obispo, el Superior o un presbítero designado por el Obispo dice:

Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que


ordenes presbítero a este (estos) hermano (s) nuestro
(s).
El Obispo le pregunta:

¿Sabes si son dignos?


El responde:
Según el parecer de quienes lo (s) presentan, después de
consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que ha
(n) sido considerados dignos.
El Obispo:

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Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro
Salvador, elegimos a este (estos) hermano (s) nuestro
(s) para el orden de los Presbíteros.
Todos responden:

Demos gracias a Dios.


HOMILÍA
Seguidamente, estando todos sentados, el Obispo hace la homilía, en la que, partiendo del texto de las lecturas proclamadas en
la liturgia de la palabra, amonesta al pueblo y a los elegidos sobre el ministerio de los presbíteros. Puede hablar de tal
ministerio con éstas o parecidas palabras.

PROMESA DE LOS ELEGIDOS PRESBÍTEROS.


Después de la homilía, solamente se levantan los elegidos y se ponen de pie ante el Obispo, quien los interroga conjuntamente
con estas palabras:

Querido hijo N.N.: Antes de entrar en el Orden de los


presbíteros debes manifestar ante el pueblo tu voluntad
de recibir este ministerio.
¿Estás dispuesto a desempeñar siempre el ministerio
sacerdotal en el grado orden de presbíteros, como buen
colaborador del Orden episcopal, apacentando el rebaño
del Señor y dejándote guiar por el Espíritu Santo?
Los elegidos responden todos a la vez:

Sí, estoy dispuesto.


El Obispo:

¿Realizaras el ministerio de la palabra, preparando la


predicación del Evangelio y la exposición de la fe
católica con dedicación y sabiduría?
Los elegidos:

Sí, lo haré.
El Obispo:

¿Estás dispuestos a presidir con piedad y fielmente la


celebración de los misterios de Cristo, especialmente el
sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la
reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del
pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?
Los elegidos:

Sí, estoy dispuesto.

26
El Obispo:

¿Estás dispuesto a invocar la misericordia divina con


nosotros, en favor del pueblo que les sea encomendado,
perseverando en el mandato de orar sin desfallecer?
Los elegidos:

Sí, estoy dispuesto.


El Obispo:

¿Quieres unirte cada día más a Cristo, ¿sumo Sacerdote,


que por nosotros se ofreció al Padre como víctima
santa, y con él consagraros a Dios para la salvación de
los hombres?
Los elegidos:

Sí, quiero, con la gracia de Dios.


Cada uno se acerca al obispo y, de rodillas ante él, pone las manos juntas entre las del obispo
El Obispo:

¿Prometes respeto y obediencia a tu Obispo y a tu


superior legítimo?
El elegido:

Prometo.
El Obispo:

Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la


lleve a término.

27
ORACIÓN LITÁNICA
Todos se levantan. El obispo, dejando la mitra, de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, hace la invitación

El Obispo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso para
que derrame bondadosamente la gracia de su bendición
sobre estos siervos suyos que ha llamado al Orden de
los presbíteros.
Entonces los elegidos se postran en tierra, y se cantan las letanías, respondiendo todos. En los domingos y durante el tiempo
pascual, se hace estando todos de pie, y en los demás días de rodillas.

CANTO DE LAS LETANÍAS


Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios Ruega por nosotros.
San Miguel Ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios Rueguen por nosotros.
San Juan Bautista Ruega por nosotros.
San José Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo Rueguen por nosotros.
San Andrés Ruega por nosotros.
San Juan Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena Ruega por nosotros.
San Esteban Ruega por nosotros.

28
San Ignacio de Antioquía Ruega por nosotros.
San Lorenzo Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad Rueguen por nosotros.
Santa Inés Ruega por nosotros.
San Gregorio (Magno) Ruega por nosotros.
San Agustín Ruega por nosotros.
San Atanasio Ruega por nosotros.
San Basilio Ruega por nosotros.
San Martín de Tours Ruega por nosotros.
San Benito Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo Rueguen por nosotros.
San Francisco (Javier) Ruega por nosotros.
San Juan María (Vianney) Ruega por nosotros.
Santa Catalina (de Siena) Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús Ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios Rueguen por nosotros.
Por tu bondad Líbranos, Señor.
De todo mal Líbranos, Señor.
De todo pecado Líbranos, Señor.
De la muerte eterna Líbranos, Señor.
Por el misterio de tu encarnación Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo Líbranos, Señor.
Nosotros que somos pecadores, Escúchanos, Señor.
Para que por la gracia del bautismo
hagas renacer a estos elegidos tuyos. Escúchanos, Señor.
Jesús, Hijo del Dios vivo. Escúchanos, Señor.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Acabadas las letanías, el Obispo, en pie y con las manos extendidas dice:

Señor Dios, escucha nuestras súplicas y confirma con


tu gracia este ministerio que realizamos: santifica con tu
bendición a éstos que juzgamos aptos para el servicio
de los santos misterios. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos responden:

Amén.

29
Entonces se acercan los elegidos para el Orden del presbiterado. Todos se levantan.
El Obispo, dejando la mitra, de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, dice:

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para


que derrame generosamente sus dones sobre estos
elegidos para el ministerio de los presbíteros.
Y todos, durante un espacio de tiempo, oran en silencio

Los ordenandos se arrodillan en su sitio, el Obispo desciende para imponerles las manos.
Le siguen todos los sacerdotes presentes imponiendo igualmente en silencio las manos. Después continuando los ordenandos
arrodillados, el obispo dice la plegaria de ordenación

Asístenos, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y


eterno, autor de la dignidad humana y dispensador de
todo don y gracia, por ti progresan tus criaturas y por ti
se consolidan todas las cosas. Para formar el pueblo
sacerdotal, tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo
en órdenes diversos a los ministros de tu Hijo
Jesucristo.
Ya en la primera Alianza aumentaron los oficios,
instituidos con signos sagrados.
Cuando pusiste a Moisés y Aarón al frente de tu pueblo,
para gobernarlo y santificarlo, les elegiste
colaboradores, subordinados en orden y dignidad, que
les acompañaran y secundaran.
Así en el desierto, diste parte del espíritu de Moisés,
comunicándolo a los setenta varones prudentes con los
cuales gobernó más fácilmente a tu pueblo.
Así también hiciste partícipes a los hijos de Aarón de la
abundante plenitud otorgada a su padre para que un
número suficiente de sacerdotes ofreciera, según la ley,
los sacrificios, sombra de los bienes futuros.

30
Finalmente, cuando llegó la plenitud de los tiempos,
enviaste al mundo, Padre santo, a tu Hijo, Jesús,
Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos.
Él, movido por el Espíritu Santo, se ofreció a ti como
sacrificio sin mancha, y habiendo consagrado a los
apóstoles con la verdad, los hizo partícipes de su
misión; a ellos, a su vez, les diste colaboradores para
anunciar y realizar por el mundo entero la obra de la
salvación.
También ahora, Señor, te pedimos nos concedas, como
ayuda a nuestra limitación, estos colaboradores que
necesitamos para ejercer el sacerdocio apostólico.
TE PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO, QUE
CONFIERAS A ESTOS SIERVOS TUYOS LA
DIGNIDAD DEL PRESBITERADO; RENUEVA EN
SUS CORAZONES EL ESPÍRITU DE SANTIDAD;
RECIBAN DE TI EL SEGUNDO GRADO DEL
MINISTERIO SACERDOTAL Y SEAN, CON SU
CONDUCTA, EJEMPLO DE VIDA.
Sean honrados colaboradores del Orden de los Obispos,
para que por su predicación, y con la gracia del Espíritu
Santo, la palabra del Evangelio dé fruto en el corazón
de los hombres, y llegue hasta los confines del orbe.
Sean con nosotros fieles dispensadores de tus misterios,
para que tu pueblo se renueve con el baño del nuevo
nacimiento, y se alimente de tu altar; para que los
pecados sean reconciliados y sean confortados los
enfermos. Que, en comunión con nosotros, Señor,

31
imploren tu misericordia por el pueblo que se les confía
y en favor del mundo entero.
Así todas las naciones, congregadas en Cristo, formarán
un único pueblo tuyo que alcanzará su plenitud en tu
Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
Todos responden:

Amén.
UNCIÓN DE LAS MANOS Y ENTREGA DEL PAN Y DEL VINO
Todos sentados
Terminada la Oración de consagración algunos presbíteros colocan a cada ordenado la estola al estilo presbiteral y le visten la
casulla.
Seguidamente el Obispo toma el gremial y unge con el santo crisma las palmas de las manos de cada ordenado.
Los ordenados se acercan al obispo y se arrodillan ante él, el obispo les unge las manos diciendo:

Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la


fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al
pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el sacrificio.
Después, Obispo y ordenados se lavan las manos.
Mientras los ordenados visten la estola y la casulla y el Obispo les unge las manos, se canta la antífona siguiente con el salmo
109 (110), u otro canto apropiado de idénticas características que concuerde con la antífona, sobre todo cuando el salmo 109
(110) se hubiere utilizado como salmo responsorial en la liturgia de la palabra.

ENTREGA DEL CÁLIZ


Seguidamente, los fieles llevan el pan sobre la patena y el cáliz, ya con el vino y el agua, para la celebración de la Misa. El
diácono lo recibe y se lo entrega al Obispo, quien a su vez lo pone en manos de cada uno de los ordenados, arrodillados ante
él, diciendo:
Al entregárselo, el Obispo dice:

Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a


Dios. Considera lo que realizas e imita lo que
conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la
cruz del Señor.
SALUDO DE ACOGIDA EN EL GRUPO DE PRESBÍTEROS
Finalmente, el Obispo besa a cada ordenado, diciendo:

La paz contigo.
El ordenado responde:

Y con tu espíritu.
32
Y lo mismo hacen todos o al menos algunos presbiteros presentes.
CANTO:
Prosigue la Misa como de costumbre. Se dice o no el Símbolo de la fe, según las rúbricas.

RITO DE LA ORDENACIÓN DEL OBISPO.


RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA
Estando todo dispuesto, se inicia la procesión por la iglesia hacia el altar según el modo acostumbrado. Precede el diácono
portador del libro de los Evangelios que ha de utilizarse en la Misa y en la Ordenación, con los demás diáconos, si los hay;
siguen los presbíteros concelebrantes; a continuación, el elegido, entre sus presbíteros asistentes; después, los Obispos
ordenantes y, finalmente, el Obispo ordenante principal, con sus dos diáconos asistentes ligeramente detrás de él. Llegados al
altar, y hecha la debida reverencia, se dirigen todos a su respectivo lugar. Procúrese, sin embargo, que la distinción entre
Obispos y presbíteros sea patente incluso en la disposición misma de sus puestos respectivos.
Mientras tanto, se entona la antífona de entrada con su salmo, u otro canto apropiado.
Antífona de entrada Lc 4, 18
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres y curar a los contritos de corazón [T. P. Aleluya].
Los ritos iniciales y la liturgia de la palabra se realizan del modo acostumbrado, hasta el Evangelio, inclusive.
Después de la lectura del Evangelio, el diácono deposita nuevamente y con toda reverencia el libro de los Evangelios sobre el
altar, donde permanece hasta el momento de ponerlo sobre la cabeza del ordenado.

ORDENACIÓN
Comienza, seguidamente, la Ordenación del Obispo. Estando todos de pie, puede cantarse el himno VENI, CREATOR
SPIRITUS, u otro himno análogo, según las costumbres del lugar.

1. Ven, Espíritu divino,


manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
2. Ven, dulce huésped del alma.
descanso de nuestro esfuerzo.
tregua en el duro trabajo
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
3. Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;

33
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
4. Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

5. Reparte tus siete dones,


según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito.
Salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
Después el Obispo ordenante principal y los otros Obispos ordenantes se acercan, si es necesario, a las sedes preparadas para
la Ordenación.

Presentación del elegido


El elegido es acompañado por sus presbíteros asistentes hasta el Obispo ordenante principal, a quien hace una reverencia.
Uno de los presbíteros asistentes se dirige al Obispo ordenante principal con estas palabras:

Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia Católica


pide que ordenes Obispo al presbítero N.
El Obispo ordenante principal pregunta:

¿Tenéis el mandato apostólico?


Y el responde:

Lo tenemos.
El Obispo ordenante principal:

Léase.
Y se lee ahora el mandato, estando todos sentados. Terminada su lectura, prestan todos sus asentimientos a la elección del
Obispo, diciendo:

Demos gracias a Dios.


Homilía

34
Seguidamente, el Obispo ordenante principal, estando todos sentados, hace la homilía, en la que, partiendo del texto de las
lecturas proclamadas en la liturgia de la palabra, amonesta al clero, al pueblo y al Obispo electo sobre el ministerio episcopal
Pueden utilizarse, para dicha amonestación, las siguientes o parecidas palabras, adaptando, sin embargo, su texto cuando se
ordena un Obispo no residencial.

Promesa del elegido


Después de la homilía, solamente el Obispo electo se pone de pie ante el Obispo ordenante principal, quien lo interroga con
estas palabras:

La antigua regla de los Santos Padres establece que


quien ha sido elegido para el Orden episcopal sea, ante
el pueblo, previamente examinado sobre su fe y sobre
su futuro ministerio.
Por tanto, querido hermano: ¿Quieres consagrarte, hasta
la muerte, al ministerio episcopal que hemos heredado
de los Apóstoles, y que por la imposición de nuestras
manos te va a ser confiado con la gracia del Espíritu
Santo?
El elegido responde:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:

¿Quieres anunciar con fidelidad y constancia el


Evangelio de Jesucristo?
El elegido:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:

¿Quieres conservar íntegro y puro el depósito de la fe,


tal como fue recibido de los Apóstoles y conservado en
la Iglesia y en todo lugar?
El elegido:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:

35
¿Quieres edificar la Iglesia, ¿Cuerpo de Cristo, y
permanecer en su unidad con el Orden de los Obispos,
bajo la autoridad del sucesor de Pedro?
El elegido:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:

¿Quieres obedecer fielmente al sucesor de Pedro?


El elegido:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:

Con amor de padre, ayudado de tus presbíteros y


diáconos, ¿quieres cuidar del pueblo santo de Dios y
dirigirlo por el camino de la salvación?
El elegido:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:

Con los pobres, con los inmigrantes, con todos los


necesitados ¿quieres ser siempre bondadoso y
comprensivo?
El elegido:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:

Como buen pastor, ¿quieres buscar las ovejas dispersas


y conducirlas al aprisco del Señor?
El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

¿Quieres rogar continuamente a Dios todopoderoso por


el pueblo santo y cumplir de manera irreprochable las
funciones del sumo sacerdocio?
El elegido:

36
Sí, quiero, con la ayuda de Dios.
El Obispo ordenante principal:

Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la


lleve a término.
Suplica litánica
Seguidamente, los Obispos deponen la mitra, y todos se levantan. EI Obispo ordenante principal, de pie, con las manos juntas
y de cara al pueblo, hace la invitación:

Oremos, hermanos, para que, en bien de la santa Iglesia,


el Dios de todo poder y bondad, derrame sobre este
elegido la abundancia de su gracia.
Entonces el elegido se postra en tierra, y se cantan las letanías, respondiendo todos; en los domingos y durante el tiempo
pascual, se hace estando todos de pie, y en los demás días de rodillas, en cuyo caso el diácono dice:

Pongámonos de rodillas.
En las letanías pueden añadirse, en su lugar respectivo, otros nombres de santos, por ejemplo, del patrono, del titular de la
iglesia, del fundador, del patrono de quien recibe la Ordenación, o algunas invocaciones más apropiadas a cada circunstancia.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios Ruega por nosotros.
San Miguel Ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios Rueguen por nosotros.
San Juan Bautista Ruega por nosotros.
San José Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo Rueguen por nosotros.
San Andrés Ruega por nosotros.
San Juan Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena Ruega por nosotros.
San Esteban Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía Ruega por nosotros.
San Lorenzo Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad Rueguen por nosotros.
Santa Inés Ruega por nosotros.
San Gregorio (Magno) Ruega por nosotros.
San Agustín Ruega por nosotros.
San Atanasio Ruega por nosotros.
San Basilio Ruega por nosotros.

37
San Martín de Tours Ruega por nosotros.
San Benito Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo Rueguen por nosotros.
San Francisco (Javier) Ruega por nosotros.
San Juan María (Vianney) Ruega por nosotros.
Santa Catalina (de Siena) Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús Ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios Rueguen por nosotros.
Por tu bondad Líbranos, Señor.
De todo mal Líbranos, Señor.
De todo pecado Líbranos, Señor.
De la muerte eterna Líbranos, Señor.
Por el misterio de tu encarnación Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo Líbranos, Señor.
Nosotros que somos pecadores, Escúchanos, Señor.
Para que por la gracia del bautismo
hagas renacer a estos elegidos tuyos. Escúchanos, Señor.
Jesús, Hijo del Dios vivo. Escúchanos, Señor.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Concluido el canto de las letanías, el Obispo ordenante principal, en pie y con las manos extendidas, dice:

Escucha, Señor, nuestra oración, para que al derramar


sobre este siervo tuyo la plenitud de la gracia
sacerdotal,
descienda sobre él la fuerza de tu bendición.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
El diácono, si el caso lo requiere, dice:

Podéis levantaros.
Y todos se levantan.

Imposición de manos y Plegaria de Ordenación


El Obispo electo se levanta, se acerca al Obispo ordenante principal, que sigue en pie delante de la sede y con mitra, y se
arrodilla ante él.
El Obispo ordenante principal impone en silencio las manos sobre la cabeza del elegido. A continuación, acercándose
sucesivamente, lo hacen los demás Obispos, también en silencio.

38
Tras la imposición de manos, los Obispos permanecen junto al Obispo ordenante principal hasta finalizar la Plegaria de
Ordenación, pero de modo que los fieles puedan ver bien la ceremonia.
Seguidamente, el Obispo ordenante principal recibe de un diácono el libro de los Evangelios y lo impone abierto sobre la
cabeza del elegido; dos diáconos, a derecha e izquierda del elegido, sostienen el libro de los Evangelios sobre la cabeza de
aquél, hasta que finaliza la Plegaria de Ordenación.
Con el elegido de rodillas ante él, el Obispo ordenante principal, sin mitra, y con los demás Obispos ordenantes a su lado,
también sin mitra, pronuncia, con las manos extendidas, la Plegaria de Ordenación:

Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de


misericordia y Dios de todo consuelo, que habitas en el
cielo y te fijas en los humildes; que lo conoces todo
antes de exista.
Tú estableciste normas en tu Iglesia con tu palabra
bienhechora.
Desde el principio tú predestinaste un linaje justo de
Abrahán; nombraste príncipes y sacerdotes y no dejaste
sin ministros tu santuario.
Desde el principio del mundo te agrada ser glorificado
por tus elegidos.
Esta parte de la oración es dicha por todos los Obispos ordenantes, con las manos juntas y en voz baja para que se oiga
claramente la del Obispo ordenante principal:

INFUNDE AHORA SOBRE ÉSTE TU ELEGIDO LA


FUERZA QUE DE TI PROCEDE: EL ESPÍRITU DE
GOBIERNO QUE DISTE A TU AMADO HIJO
JESUCRISTO, Y ÉL, A SU VEZ, COMUNICÓ A LOS
SANTOS APÓSTOLES, QUIENES
ESTABLECIERON LA IGLESIA COMO
SANTUARIO TUYO EN CADA LUGAR, PARA
GLORIA Y ALABANZA INCESANTE DE TU
NOMBRE.
Prosigue solamente el Obispo ordenante principal:

Padre santo, tú que conoces los corazones, concede a


este servidor tuyo, a quien elegiste para el episcopado,
que sea un buen pastor de tu santa grey y ejercite ante ti

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el sumo sacerdocio sirviéndote sin tacha día y noche;
que atraiga tu favor sobre tu pueblo y ofrezca los dones
de tu santa Iglesia; que por la fuerza del Espíritu, que
recibe como sumo sacerdote y según tu mandato, tenga
el poder de perdonar pecados; que distribuya los
ministerios y los oficios según tu voluntad, y desate
todo vínculo conforme al poder que diste a los
Apóstoles; que por la mansedumbre y la pureza de
corazón te sea grata su vida como sacrificio de suave
olor, por medio de tu Hijo Jesucristo, por quien recibes
la gloria, el poder y el honor, con el Espíritu, en la santa
Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Concluida la Plegaria de Ordenación, los diáconos retiran el libro de los Evangelios que sostenían sobre la cabeza del
ordenado; uno de ellos continúa con el libro hasta el momento de entregarlo al ordenado. Se sientan todos. El Obispo
ordenante principal y los demás Obispos ordenantes se ponen la mitra.

Unción de la cabeza y entrega del libro de los Evangelios y de las


insignias
El Obispo ordenante principal se pone el gremial, recibe de un diácono el santo crisma y unge la cabeza del ordenado, que está
arrodillado ante él, diciendo:

Dios, que te ha hecho partícipe del sumo sacerdocio de


Cristo, derrame sobre ti el bálsamo de la unción, y con
sus bendiciones te haga abundar en frutos.
Después el Obispo ordenante principal se lava las manos.
El Obispo ordenante principal, recibiendo de un diácono el libro de los Evangelios, se lo entrega al ordenado diciendo:

Recibe el Evangelio, y proclama la Palabra de Dios con


deseo de instruir y con toda paciencia.
El diácono toma nuevamente el libro de los Evangelios y lo deposita en su lugar.
El Obispo ordenante principal pone el anillo en el dedo anular de la mano derecha del ordenado, diciendo:

40
Recibe este anillo, signo de fidelidad, y permanece fiel
a la Iglesia, Esposa santa de Dios.
Seguidamente, el Obispo ordenante principal pone la mitra al ordenado, diciendo:

Recibe la mitra, brille en ti el resplandor de la santidad,


para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores,
merezcas recibir la corona de gloria que no se marchita.
Y, finalmente, entrega al ordenado el báculo pastoral, diciendo:

Recibe el báculo, signo del ministerio pastoral, y cuida


de todo el rebaño que el Espíritu Santo te ha encargado
guardar, como pastor de la Iglesia de Dios.
Se levantan todos. Si la Ordenación se ha hecho en la iglesia propia del ordenado, el Obispo ordenante principal lo invita a
sentarse en la cátedra, sentándose el mismo Obispo ordenante principal a su derecha.
Pero, si el Obispo ha sido ordenado fuera de su propia iglesia, es invitado por el Obispo ordenante principal a sentarse en el
primer puesto entre los Obispos concelebrantes.
Finalmente, el ordenado, dejando el báculo, se levanta y va recibiendo del Obispo ordenante principal y de todos los Obispos
un beso.
Mientras tanto, y hasta finalizar el rito, puede cantarse la antífona siguiente con el salmo 95 (96), u otro canto apropiado de
idénticas características que concuerde con la antífona, sobre todo cuando el salmo 95 (96) se hubiere utilizado como salmo
responsorial en la liturgia de la palabra.

PROFESIÓN DE FE
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del
cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios
Luz de Luz Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los
hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y por
obra del Espíritu Santo Se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en
tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo

41
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo Señor y dador de vida que
procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y
apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el
perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
Se omite la oración universal.

LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO
CANTO DE OFERTORIO
El nuevo diácono prepara el altar; una vez preparado, avisa al obispo
Obispo:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan,


fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que
recibimos de tu generosidad y que ahora te
presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Todos:

Bendito seas por siempre Señor.


Obispo:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino,


fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos
de tu generosidad y que ahora te presentamos; él será
para nosotros bebida de salvación.
Todos:

Bendito seas por siempre Señor.


Obispo:

42
Oremos, hermanos, para que este sacrificio, mío y de
ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos:

El Señor reciba de tus manos...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Oración sobre las ofrendas (Ordenación de Diáconos)
Obispo:

Dios, Padre santo, tu Hijo quiso lavar los pies de los


discípulos para darnos ejemplo; recibe los dones que te
presentamos y haz que, al ofrecernos como oblación
espiritual, nos llenemos de humildad y de celo. Por
Jesucristo Nuestro Señor.
Todos:

Amén.
_____________________________________________________________________________________________________

Oración sobre las ofrendas (Ordenación Presbíteros)


Oh, Dios, tú has querido que tus sacerdotes sean
ministros del santo altar y del pueblo, concede en tu
bondad, por la eficacia de este sacrificio, que el
ministerio de tus siervos te sea siempre grato y dé, en tu
Iglesia, frutos que siempre permanezcan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos:

Amén.
_____________________________________________________________________________________________________

43
Prosigue la Misa al modo acostumbrado. Se dice o no el Símbolo de la fe, según las rúbricas. Se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas (Ordenación Episcopal)


Si preside la liturgia eucarística el obispo recién ordenado:

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza para


que aumentes en mí el espíritu de servicio y lleves a
término
lo que me has entregado sin méritos propios.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos:

Amén.
Si preside la liturgia eucarística el obispo ordenante principal:

Señor, acepta complacido la ofrenda que te presentamos


por tu Iglesia y por tu siervo N., obispo, y dígnate
enriquecer con virtudes apostólicas, para bien de tu
grey,
al que pusiste como pontífice al frente de tu pueblo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos:

Amén.

44
LITURGIA EUCARÍSTICA
PREFACIO DE LAS ORDENACIONES I
El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes
Este prefacio se puede decir en la misa de ordenación de obispos o de presbíteros.

O. El Señor esté con vosotros.


T. Y con tu espíritu.
O. Levantemos el corazón.
T. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
O. Demos gracias al Señor nuestro Dios.
T. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Que constituiste a tu único Hijo
Pontífice de la Alianza nueva
y eterna por la unción del Espíritu Santo,
y determinaste, en tu designio salvífico,
que hubiese variedad
de ministerios en la Iglesia.

45
Él no sólo confiere el honor
del sacerdocio real
a todo su pueblo santo,
sino también, con amor de hermano,
elige a hombres de este pueblo,
para que, por la imposición de manos,
participen de su sagrada misión.
Ellos presiden a tu pueblo santo
en el amor, lo alimentan con tu palabra
y lo fortalecen con los sacramentos.
Al entregar su vida por ti
y por la salvación de los hermanos,
van configurándose a Cristo,
y así dan testimonio constante
de fidelidad y amor.
Por eso, nosotros, Señor,
con los ángeles y los santos
cantamos tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Canto del santo

46
PREFACIO DE LAS ORDENACIONES II
Cristo, origen de todo ministerio eclesial
Este prefacio se puede decir en la misa de las ordenaciones.

O. El Señor esté con vosotros.


T. Y con tu espíritu.
O. Levantemos el corazón.
T. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
O. Demos gracias al Señor nuestro Dios.
T. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
alabarte y darte gracias,
Padre santo,
Dios omnipotente y misericordioso,
de quien proviene toda paternidad
en la comunión del Espíritu.
En tu Hijo Jesucristo,
sacerdote eterno,
siervo obediente,
pastor de los pastores,
has puesto el origen
y la fuente de todo ministerio,
en la viva tradición apostólica
de tu pueblo peregrino en el tiempo.
Con la variedad de los dones
y de los carismas
47
tú eliges dispensadores
de los santos misterios,
para que en todas las naciones de la tierra
se ofrezca el sacrificio perfecto,
y con la Palabra
y los sacramentos
se edifique la Iglesia,
comunidad de la nueva alianza,
templo de tu gloria.
Por este misterio de salvación,
unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos con gozo
el himno de tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Canto del santo

48
PLEGARIA EUCARISTICA
Y RITO DE CONSAGRACIÓN
PLEGARIA EUCARÍSTICA I, O CANON
ECUMENICO
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP. A ti, Padre, misericordioso, te Pedimos humildemente


por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:

que aceptes y bendigas


Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente, diciendo:

estos † dones, este sacrificio santo y puro que te


ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le


concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el
Papa N.N., con nuestro obispo N.N.,
Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares.
Cuando la Eucaristía es precedida por un obispo, este dice:

y los demás obispos que, fieles a la verdad, promueven


la fe católica y apostólica.
CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS
C1. Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N.
Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o bien junta las manos y ora por ellos unos
momentos. Después, con las manos extendidas, prosigue:

y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien


conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de
sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y
ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti,
eterno Dios, vivo y verdadero.
CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS
Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos
49
la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen
María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de
su esposo, san José; la de los santos Apóstoles y
mártires Pero y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan,
Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y
Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio,
Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y
Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y
oraciones concédenos en todo tu protección.
_________________________________________________________________________________________________________________
Con las manos extendidas, prosigue:
_____________________________________________________________________________________________________
EN LA ORDENACIÓN DE DIACONOS

CP. Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus


siervos
y de toda tu familia santa; te la ofrecemos también por
estos siervos tuyos a quien te has dignado promover al
orden diaconal; conserva en ellos tus dones para que

fructifique lo que han recibido de tu bondad.


Junta las manos.
_____________________________________________________________________________________________________
EN LA ORDENACIÓN PRESBITERAL

CP. Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus


siervos
y de toda tu familia santa; te la ofrecemos también por
estos siervos tuyos a quien te has dignado promover al
orden presbiteral; conserva en ellos tus dones para que

fructifique lo que han recibido de tu bondad.


Junta las manos.
_____________________________________________________________________________________________________

_____________________________________________________________________________________________________

50
EN LA ORDENACIÓN DE OBISPO
A. Si lo dice el obispo recién ordenado:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus


siervos
y de toda tu familia santa; te la ofrecemos también por
mí, indigno siervo tuyo, a quien te has dignado
promover al orden episcopal; conserva en mí tus dones
para que fructifique lo que he recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
Junta las manos.
_____________________________________________________________________________________________________

B. Si lo dice otro obispo:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus


siervos
y de toda tu familia santa; te la ofrecemos también por
tu siervo N., a quien te has dignado promover al orden
episcopal; conserva en él tus dones para que fructifique
lo que ha recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
Junta las manos.
_____________________________________________________________________________________________________

CP. Bendice y santifica, Padre, esta ofrenda, haciéndola


perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para
nuestro bien el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Él mismo, la víspera de su Pasión,


Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus santas y venerables manos,

51
Eleva los ojos

y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo


todopoderoso, dando gracias, te bendijo, partió el pan, y
lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

“TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE


ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO
POR VOSOTROS”.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena, Toma el cáliz y,


Sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice:

tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables


manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus
discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

“TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE


ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA
ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ
DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS
LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS
PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA”.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice una de las siguientes formulas:
Primera formula

CP. Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Segunda formula

CP. Aclamemos el Misterio de la redención.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

52
Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este
cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

C2. Por eso, Padre, nosotros, tus servidores, y todo tu


pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte
gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su
santa resurrección del lugar de los muertos y de su
admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de
gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has
dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de
vida eterna y cáliz de salvación.
Y prosigue:

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como


aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de
Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu
sumo sacerdote Melquisedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Te Pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta


ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del
cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos
recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar
aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:

seamos colmados de gracia y bendición.

Con las manos extendidas, prosigue:

C3. Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N.,


Puede decir los nombres de los difuntos por quienes se quiere orar.
que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el
sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.

53
Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,


concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.
Junta las manos.
Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:

Y a nosotros, pecadores, servidores tuyos,


Con las manos extendidas prosigue:

que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en


la asamblea de los santos apóstoles y mártires: de Juan
el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio,
Alejandro, Marcelino y Pero, Felicidad y Perpetua,
Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,] y de todos los
santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros
méritos, sino conforme a tu bondad.
Junta las manos y prosigue:

CP. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando


todos los bienes, los santificas, las llenas de vida, los
bendices y los repartes entre nosotros.
Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CP. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente,


en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda
gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:

Amén.
PLEGARIA EUCARÍSTICA II,
Cuando el obispo, de pie ante la Santa Mesa haya puesto en orden el pan y el vino, de tal manera que pueda con más facilidad
y decencia partir el Pan ante el pueblo, y tomar el Cáliz en sus manos, dirá la Oración de consagración, como sigue.

Con las manos extendidas, dice:

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban


todas tus criaturas, ya que, por Jesucristo, tu Hijo, Señor
nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y
santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para
54
que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde
donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el


mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el caliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean Cuerpo † y Sangre de Jesucristo,


Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos

que nos mandó celebrar estos misterios.


Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar prosigue:

tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio


a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO


ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR
VOSOTROS.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,


Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus


discípulos, diciendo:
Se inclina un poco diciendo.

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE


ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA
ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ
DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS
LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS

55
PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN
MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:

Este es el Sacramento de nuestra fe.


Todos:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección.


¡Ven, Señor Jesús!
Después con las manos extendidas dice:

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la


pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable
resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su
venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y
reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos
con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo y llenos de su
Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
C.1: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que
gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con
María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los
mártires, San José, y todos los santos, por cuya
intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

C. 2: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación


traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma
en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la

56
tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
que preside esta acción de gracias, al Orden episcopal, a
este (estos) hijo (s) tuyo (s) que has constituido hoy
ministro (s) (Presbíteros) (Pastor) de esta Iglesia, y de
todos los pastores que cuidan de tu pueblo.
_______________________________________________________________________________________________________________________________________

A. Si lo dice el obispo recién ordenado:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la


tierra; y con el papa N., [con mi hermano N., obispo de
esta Iglesia de N., o bien, si lo dice un obispo auxiliar:
con nuestro obispo N.,] y conmigo, indigno siervo tuyo,
a quien has constituido hoy pastor de la Iglesia [de N.],
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
_______________________________________________________________________________________________________________________________________

B. Si lo dice otro obispo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la


tierra; y con el papa N., ♦ Si el recién ordenado es el obispo residencial: con mi
hermano N., (o bien, si lo dice un obispo auxiliar: con nuestro obispo N.,)
a quien has constituido hoy pastor de esta Iglesia de N.,
* ♦♦ Si el recién ordenado no es el obispo residencial: con mi hermano N., obispo de
esta Iglesia de N., (o bien, si lo dice un obispo auxiliar: con nuestro obispo
N.,) y con tu siervo N., a quien has constituido hoy
pastor de la Iglesia [de N.], * * y todos los pastores que
cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la
caridad.
_____________________________________________________________________________________________________

C. 3: Atiende los deseos y súplicas de esta familia, que has


congregado en tu presencia.

57
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus
hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos, especialmente a N.N., y
a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud
eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien
concedes al mundo todos los bienes.
Obispo:

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente,


en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
Todos:

Amén.

RITO DE COMUNIÓN
Obispo:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros


corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO,
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE; VENGA A
NOSOTROS TU REINO; HÁGASE TU VOLUNTAD
EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA;
PERDONA NUESTRAS OFENSAS, COMO
58
TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS
QUE NOS OFENDEN; NO NOS DEJES CAER EN
LA TENTACIÓN, Y LÍBRANOS DEL MAL.
Con las manos extendidas, prosigue solo:

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la


paz en nuestros días, para que, ayudados por tu
misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la
gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Todos:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre,


Señor.

Con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz os


dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros
pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu
palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.


Todos:

Amén.
Extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con vosotros.
Todos:

Y con tu espíritu.
Diácono:

59
En el Espíritu de Cristo resucitado, daos fraternalmente
la paz.
CANTO DEL CORDERO DE DIOS

A continuación, con las manos juntas, dice en secreto la siguiente oración:


Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que, por voluntad
del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu
muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu
Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo
mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás
permitas que me separe de ti.

ORACION DE ACCESO HUMILDE


Esta oración se puede hacer con toda la comunidad.

NOSOTROS, NO NOS ATREVEMOS A VENIR A


ÉSTA TU MESA, SEÑOR MISERICORDIOSO,
CONFIADOS EN NUESTRA RECTITUD, SINO EN
TUS MUCHAS Y GRANDES MISERICORDIAS.
NO SOMOS DIGNOS NI AÚN DE RECOGER LAS
MIGAJAS DEBAJO DE TU MESA. MAS TÚ ERES
EL MISMO SEÑOR, SIEMPRE MISERICORDIOSO
POR NATURALEZA: CONCÉDENOS, POR TANTO,
SEÑOR, POR TU CLEMENCIA, QUE DE TAL
MODO COMAMOS LA CARNE DE TU AMADO
HIJO JESUCRISTO Y BEBAMOS SU SANGRE,
60
QUE NUESTROS CUERPOS PECADORES SEAN
LIMPIOS POR SU CUERPO, Y NUESTRAS ALMAS
LAVADAS POR SU PRECIOSÍSIMA SANGRE; Y
QUE SIEMPRE VIVAMOS EN ÉL, Y ÉL EN
NOSOTROS. AMÉN
Fracción del pan

Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del


mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Todos:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una


palabra tuya bastará para sanarme.

Antes de consumir la Eucaristía, el obispo motiva al pueblo con la siguiente


oración:
Los dones de Dios, para el pueblo de Dios. Tómenlo en
memoria de que Cristo murió y resucito por ustedes, y
aliméntense de Él en sus corazones, por fe y con
agradecimiento.
CANTO DE COMUNIÓN.
Los padres y los familiares de los ordenados pueden comulgar bajo ambas especies.

Antífona de la comunión Cf. Mc 16, 15; Mt 28, 20


Id al mundo entero y proclamad el Evangelio; yo estoy con vosotros todos los días, dice el Señor [T. P. Aleluya].

_________________________________________________________
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Ordenación de Diáconos

Oremos
Concede, Señor, a tus siervos, alimentados con esta
Eucaristía, procurar tu gloria y la salvación de tus hijos,

61
siendo siempre fieles ministros del Evangelio, de los
sacramentos y de la caridad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
_____________________________________________
Oración después de la comunión
Ordenación de Presbíteros

Te pedimos, Señor, que el sacrificio santo que te hemos


ofrecido y recibido en comunión llene de vida a tus
sacerdotes y a todos tus siervos, para que, unidos a ti
por un amor constante, puedan servir dignamente a tu
majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
_____________________________________________

_____________________________________________
Oración después de la comunión
Si preside la liturgia eucarística el obispo recién ordenado:

Te pedimos, Señor, que realices plenamente en


nosotros
el auxilio de tu misericordia, y nos hagas ser
compasivos de tal modo que en todas nuestras obras
podamos agradarte.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Si preside la liturgia eucarística el obispo ordenante principal:

Señor, por la eficacia de este misterio multiplica en tu


siervo N., obispo, los dones de tu gracia, para que ejerza
dignamente el ministerio pastoral y consiga los premios
eternos por su fidelidad en tu servicio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
_____________________________________________________________________________________________________

62
AGRADECIMIENTO DE LOS RECIÉN ORDENADOS.
RITO DE CONCLUSIÓN.
El Obispo:

El Señor esté con vosotros.


Todos:

Y con tu espíritu.
El Obispo:

El Dios que dirige y gobierna a la Iglesia mantenga


nuestra intención y fortalezca nuestros corazones para
que cumplan fielmente nuestro ministerio.
Todos:

Amén.

El Obispo:

El que te ha confiado a ti, diácono, la misión de


predicar el Evangelio de Cristo y de servir al altar y a
los hombres te haga en el mundo su testigo convincente
y ministro de la caridad.
Todos:

Amén.
El Obispo:

Y a ustedes, presbíteros, los haga pastores verdaderos


que distribuyan la Palabra de la vida y el Pan vivo, para
que los fieles crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo.
Todos:

Amén.
El Obispo:

Y a todos ustedes, que están aquí presentes, los bendiga


Dios todopoderoso, Padre, † Hijo † y Espíritu † Santo,
Todos:

Amén.
El Diácono:

Podemos ir en paz.
Todos:

63
Demos gracias a Dios.
Dada la bendición y despedido el pueblo se vuelve a la sacristía del modo acostumbrado.

Terminada la oración después de la comunión, se canta el Te Deum laudamus u otro himno parecido, según las costumbres del
lugar. Mientras tanto, el ordenado recibe la mitra y el báculo y, acompañado por dos de los Obispos ordenantes, recorre la
iglesia bendiciendo a todos.

BENDICIÓN SOLEMNE AL FINAL DE LA MISA


Y seguidamente, el Obispo, con las manos extendidas sobre los ordenados y el pueblo, pronuncia la bendición:

Dios, que os ha llamado para el servicio de los hombres en su


Iglesia, os conceda una gran solicitud hacia todos,
especialmente hacia los pobres y afligidos.
R. Amén.
El Obispo:

Él, que os ha confiado la misión de predicar el Evangelio de


Cristo, os ayude a vivir según su palabra, para que seáis sus
testigos sinceros y valientes.
R. Amén.
El Obispo:

Y el que os hizo administradores de sus misterios os conceda


ser imitadores de su Hijo Jesucristo y ministros de unidad y de
paz en el mundo.
R. Amén.
El Obispo:

Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os bendiga Dios


todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo.
R. Amén.
_____________________________________________________________________________________________________
El obispo, con las manos extendidas sobre los presbíteros recién ordenados y el pueblo, dice:

64
Dios, que dirige y gobierna la Iglesia, os proteja
siempre con su gracia para que cumpláis fielmente el
ministerio presbiteral.
R. Amén.
Que él os haga servidores y testigos en el mundo, de la
verdad y del amor divino, y ministros fieles de la
reconciliación.
R. Amén.
Y que os haga pastores verdaderos que distribuyan a los
fieles la palabra de la vida y el pan vivo, para que
crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo.
R. Amén.
Y bendice a todo el pueblo añadiendo:

Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os


bendiga Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y
Espíritu ✠ Santo.
R. Amén.
_____________________________________________________________________________________________________
A. Si preside la liturgia eucarística el obispo recién ordenado, él mismo imparte esta bendición con las manos extendidas
sobre el pueblo.

Oh, Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo


diriges con amor, concede el Espíritu de la sabiduría a
quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia,
para que el progreso de los fieles santos sea el gozo
eterno de sus pastores.
R. Amén.
Tú que, con el poder de tu gloria ordenas el número de
nuestros días y la duración de los tiempos, dirige

65
benévolo tu mirada sobre nuestro humilde ministerio y
concede a nuestro tiempo la abundancia de tu paz.
R. Amén.
Ayúdame también con los dones que, por tu gracia, has
puesto en mí, y pues me has elevado al orden episcopal
concédeme agradarte con la perfección de las obras; que
el corazón del pueblo y del obispo tenga un mismo
querer, de tal manera que al pastor no le falte la
obediencia de su grey, y a la grey no le falte el cuidado
del pastor.
R. Amén.
Y a todos vosotros, que están aquí presentes, los
bendiga Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y
Espíritu ✠ Santo.
R. Amén.
B. Si preside la liturgia eucarística el obispo ordenante principal, él mismo imparte esta bendición con las manos extendidas
sobre el obispo recién ordenado.

Que el Señor te bendiga y te guarde, y pues te hizo


pontífice de su pueblo, te conceda felicidad en este
mundo y te haga partícipe del gozo eterno.
R. Amén.
Que el Señor te conceda por muchos años gobernar
felizmente, con su providencia y bajo su cuidado, al
clero y al pueblo que, por su voluntad, ha querido reunir
en torno a ti.
R. Amén.
Y, obedientes a los preceptos divinos, libres de toda
66
adversidad, abundando en todos los bienes y respetando
fielmente tu ministerio, gocen de paz en este mundo y
merezcan reunirse contigo en la asamblea de los santos.
R. Amén.
Y bendice a todo el pueblo, añadiendo: Y a todos
vosotros, que estáis aquí presentes, os bendiga Dios
todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo.
R. Amén.
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1
El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia
a los que sufren

Lectura del libro de Isaías 61, 1-3a


El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a
los que sufren, para vendar los corazones
desgarrados, para proclamar la amnistía a
los cautivos, y a los prisioneros la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios, para
consolar a los afligidos, los afligidos de
Sión;

67
para cambiar su ceniza en corona,
su traje de luto en perfume de fiesta,
su abatimiento en cánticos.
Palabra de Dios.
 

2
A donde yo te envíe, irás

Lectura del libro de Jeremías 1, 4-9


Recibí esta palabra del Señor:
«Antes de formarte en el vientre, te escogí;
antes de que salieras del seno materno, te
consagré: te nombré profeta de los
gentiles».
Yo repuse:
—«¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar,
que soy un muchacho».
El Señor me contestó:

68
—«No digas: "Soy un muchacho", que a
donde yo te envíe, irás, y lo que yo te
mande, lo dirás. No les tengas miedo, que
yo estoy contigo para librarte».
Oráculo del Señor.
El Señor extendió la mano y me tocó la
boca; y me dijo:
—«Mira: yo pongo mis palabras en tu
boca».
Palabra de Dios.
 

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO


1
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Lectura de la primera carta del apóstol


san Pablo a los Corintios 11, 23-26
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede
del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que
iban a entregarlo, tomó pan y,

69
pronunciando la acción de gracias, lo partió
y dijo:
—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por
vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de
cenar, diciendo:
—«Este cáliz es la nueva alianza sellada
con mi sangre; haced esto cada vez que lo
bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y
bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del
Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.
 

2
Predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos vuestros por Jesús

Lectura de la segunda carta del apóstol san


Pablo a los Corintios 4, 1-2. 5-7

Hermanos:
Encargados de este ministerio por
misericordia de Dios, no nos acobardamos;
al contrario, hemos renunciado a la
clandestinidad vergonzante, dejándonos de
70
intrigas y no adulterando la palabra de
Dios; sino que, mostrando nuestra
sinceridad, nos recomendamos a la
conciencia de todo hombre delante de Dios.
Nosotros no nos predicamos a nosotros
mismos, predicamos que Cristo es Señor, y
nosotros siervos vuestros por Jesús.
El Dios que dijo: «Brille la luz del seno de
las tinieblas» ha brillado en nuestros
corazones, para que nosotros iluminemos,
dando a conocer la gloria de Dios, reflejada
en Cristo.
Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro,
para que se vea que una fuerza tan
extraordinaria es de Dios y no proviene de
nosotros. Palabra de Dios.
3
Nos encargó el ministerio de la reconciliación

Lectura de la segunda carta del


apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14-
20
Hermanos:

71
Nos apremia el amor de Cristo, al
considerar que, si uno murió por todos,
todos murieron.
Cristo murió por todos, para que los que
viven ya no vivan para sí, sino para el que
murió y resucitó por ellos.
Por tanto, no valoramos a nadie según la
carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo
según la carne, ahora ya no.
El que es de Cristo es una criatura nueva.
Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha
comenzado. Todo esto viene de Dios, que
por medio de Cristo nos reconcilió consigo
y nos encargó el ministerio de la
reconciliación.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo
reconciliando al mundo consigo, sin pedirle
cuenta de sus pecados, y a nosotros nos ha
confiado la palabra de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados
de Cristo, y es como si Dios mismo os
exhortara por nuestro medio. En nombre
de Cristo os pedimos que os reconciliéis
con Dios.

72
Palabra de Dios.
4
En función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo

Lectura de la carta del apóstol san


Pablo a los Efesios 4, 1-7. 11-13
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que
andéis como pide la vocación a la que
habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed
comprensivos, sobrellevaos mutuamente
con amor; esforzaos en mantener la unidad
del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo
cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es
la esperanza de la vocación a la que habéis
sido convocados. Un Señor, una fe, un
bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo
trasciende todo, y lo penetra todo, y lo
invade todo.
A cada uno de nosotros se le ha dado la
gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a
otros, profetas, a otros, evangelizadores, a

73
otros, pastores y maestros, para el
perfeccionamiento de los santos, en función
de su ministerio, y para la edificación del
cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos
todos a la unidad en la fe y en el
conocimiento del Hijo de Dios, al hombre
perfecto, a la medida de Cristo en su
plenitud.
Palabra de Dios.
5
Dios me ha nombrado ministro de la Iglesia

Lectura de la carta del apóstol san


Pablo a los Colosenses 1, 24-29
Hermanos:
Ahora me alegro de sufrir por vosotros: así
completo en mi carne los dolores de Cristo,
sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia,
de la cual Dios me ha nombrado ministro,
asignándome la tarea de anunciaros a
vosotros su mensaje completo: el misterio
que Dios ha tenido escondido desde siglos
y generaciones y que ahora ha revelado a
sus santos. A éstos ha querido Dios dar a
conocer la gloria y riqueza que este
74
misterio encierra para los gentiles: es decir,
que Cristo es para vosotros la esperanza de
la gloria.
Nosotros anunciamos a ese Cristo;
amonestamos a todos, enseñamos a todos,
con todos los recursos de la sabiduría, para
que todos lleguen a la madurez en su vida
en Cristo: ésta es mi tarea, en la que lucho
denodadamente con la fuerza poderosa que
él me da.
Palabra de Dios.
6
Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio, sino hasta nuestras
propias personas

Lectura de la primera carta del apóstol


san Pablo a los Tesalonicenses 2, 2b-8
Hermanos:
Tuvimos valor —apoyados en nuestro Dios
— para predicaros el Evangelio de Dios en
medio de fuerte oposición. Nuestra
exhortación no procedía de error o de
motivos turbios, ni usaba engaños, sino
que Dios nos ha aprobado y nos ha
confiado el Evangelio, y así lo predicamos,

75
no para contentar a los hombres, sino a
Dios, que aprueba nuestras intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido
palabras de adulación ni codicia disimulada.
Dios es testigo. No pretendimos honor de
los hombres, ni de vosotros, ni de los
demás, aunque, como apóstoles de Cristo,
podíamos haberos hablado
autoritariamente; por el contrario, os
tratamos con delicadeza, como una madre
cuida de sus hijos.
Os teníamos tanto cariño que deseábamos
entregaros no sólo el Evangelio de Dios,
sino hasta nuestras propias personas,
porque os habíais ganado nuestro amor.
Palabra de Dios.
 

SALMOS RESPONSORIALES
1

76
Salmo responsorial: Salmo 15, 1-2a y
5. 7-8. 11 (R.: cf. 5a)

R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;


yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi
copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta


de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a
mi derecha no vacilaré. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me


saciarás de gozo en tu presencia, de alegría
perpetua a tu derecha. R.
 

77
Salmo responsorial: Salmo 18, 2-3. 4-
5. 6-7 (R.: 5a)

R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el


firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a
la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que


resuene su voz, a toda la tierra alcanza su
pregón y hasta los límites del orbe su
lenguaje. R.

Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale


como el esposo de su alcoba, contento
como un héroe, a recorrer su camino. R.

Asoma por un extremo del cielo, y su órbita


llega al otro extremo: nada se libra de su
calor. R. 

3
78
Salmo responsorial: Salmo 26, 1. 4. 5.
8-9b. 9c-11 (R.: 8b)

R. Tu rostro buscaré, Señor.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién


temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién
me hará temblar? R.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré:


habitar en la casa del Señor por los días de
mi vida; gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

Él me protegerá en su tienda el día del


peligro; me esconderá en lo escondido de
su morada, me alzará sobre la roca. R.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro».


Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas
tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo. R.

Que tú eres mi auxilio; no me deseches, no


me abandones, Dios de mi salvación.

79
Si mi padre y mi madre me abandonan, el
Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino, guíame por la
senda llana, porque tengo enemigos. R.

4
Salmo responsorial: Salmo 83, 3. 4. 5-
6a y 8a. 11 (R.: 5)

R. Dichosos los que viven en tu casa,


Señor.

Mi alma se consume y anhela los atrios del


Señor, mi corazón y mi carne retozan por el
Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;


la golondrina, un nido donde colocar sus
polluelos: tus altares, Señor de los
ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa,


alabándote siempre.

80
Dichosos los que encuentran en ti su
fuerza;
caminan de baluarte en baluarte. R.

Vale más un día en tus atrios que mil en mi


casa, y prefiero el umbral de la casa de
Dios
a vivir con los malvados. R.

Salmo responsorial: Salmo 109, 1. 2. 3.


4 (R.: 4bc)

R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito


de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a


mi derecha, y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de


tu cetro: somete en la batalla a tus
enemigos. R.

«Eres príncipe desde el día de tu


nacimiento,
81
entre esplendores sagrados; yo mismo te
engendré, como rocío, antes de la
aurora». R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:


«Tú eres sacerdote eterno, según el rito de
Melquisedec». R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
1. Aleluya Mt 28, 19. 20
Id y haced discípulos de todos los pueblos —dice el Señor—; yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
2. Aleluya Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—, conozco a mis ovejas, y las mías me
conocen.
3. Aleluya Jn 12, 26
El que quiera servirme, que me siga —dice el Señor—, y donde esté yo, allí
también estará mi servidor.
4. Aleluya Jn 15, 9
Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor
—dice el Señor—.
5. Aleluya Cf. Jn 15, 16
Yo os he elegido del mundo, para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure
—dice el Señor—.

82
EVANGELIOS
1
Mi cáliz lo beberéis
 Lectura del santo evangelio según san
Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la
madre de los Zebedeos con sus hijos y se
postró para hacerle una petición. Él le
preguntó:
—«¿Qué deseas?»
Ella contestó:
—«Ordena que estos dos hijos míos se
sienten en tu reino, uno a tu derecha y el
otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
—«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de
beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:

83
—«Lo somos».
Él les dijo:
—«Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi
derecha o a mi izquierda no me toca a mí
concederlo, es para aquellos para quienes
lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, que lo habían oído, se
indignaron contra los dos hermanos. Pero
Jesús, reuniéndolos, les dijo:
—«Sabéis que los jefes de los pueblos los
tiranizan y que los grandes los oprimen. No
será así entre vosotros: el que quiera ser
grande entre vosotros, que sea vuestro
servidor, y el que quiera ser primero entre
vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido
para que le sirvan, sino para servir y dar su
vida en rescate por muchos».
Palabra del Señor.
 

84
2
Id y haced discípulos de todos los pueblos

 Lectura del santo evangelio según san


Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se
fueron a Galilea, al monte que Jesús les
había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos
vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y
en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a
guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo».
Palabra del Señor.
 

85
3
La mies es abundante y los obreros pocos

 Lectura del santo evangelio según san


Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros
setenta y dos y los mandó por delante, de
dos en dos, a todos los pueblos y lugares a
donde pensaba ir él. Y les decía:
—«La mies es abundante y los obreros
pocos; rogad, pues, al dueño de la mies
que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando
como corderos en medio de lobos. No
llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no
os detengáis a saludar a nadie por el
camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero:
"Paz a esta casa". Y, si allí hay gente de
paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si
no, volverá a vosotros.

86
Quedaos en la misma casa, comed y bebed
de lo que tengan, porque el obrero merece
su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en
un pueblo y os reciben bien, comed lo que
os pongan, curad a los enfermos que haya,
y decid: "Está cerca de vosotros el reino de
Dios"».
Palabra del Señor.
4
Os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí

 Lectura del santo evangelio según san


Lucas 22, 24-30
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron
a disputar sobre quién de ellos debía ser
tenido como el primero.
Jesús les dijo:
—«Los reyes de las naciones las dominan,
y los que ejercen la autoridad se hacen
llamar bienhechores. Vosotros no hagáis
así, sino que el primero entre vosotros
pórtese como el menor, y el que gobierne,
como el que sirve.

87
Porque, ¿quién es más, el que está en la
mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que
está en la mesa? Pues yo estoy en medio
de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado
conmigo en mis pruebas, y yo os transmito
el reino como me lo transmitió mi Padre a
mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi
reino, y os sentaréis en tronos para regir a
las doce tribus de Israel».
Palabra del Señor.
5
El buen pastor da la vida por las ovejas

 Lectura del santo evangelio según san


Juan 10, 11-16
En aquel tiempo, dijo Jesús:
—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da
la vida por las ovejas; el asalariado, que no
es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir
al lobo, abandona las ovejas y huye; y el
lobo hace estrago y las dispersa; y es que a
un asalariado no le importan las ovejas.

88
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las
mías, y las mías me conocen, igual que el
Padre me conoce, y yo conozco al Padre;
yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de
este redil; también a ésas las tengo que
traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño, un solo Pastor».
Palabra del Señor.
6
Ya no os llamo siervos: a vosotros os llamo amigos

 Lectura del santo evangelio según san


Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
—«Como el Padre me ha amado, así os he
amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor; lo mismo que
yo he guardado los mandamientos de mi
Padre y permanezco en su amor.

89
Os he hablado de esto para que mi alegría
esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a
plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis
unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da
la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que
yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no
sabe lo que hace su señor: a vosotros os
llamo amigos, porque todo lo que he oído a
mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido,
soy yo quien os he elegido y os he
destinado para que vayáis y deis fruto, y
vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi
nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a
otros».
Palabra del Señor.
 

90
7
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

 Lectura del santo evangelio según san


Juan 21, 15-17
Habiéndose aparecido Jesús a sus
discípulos, después de comer con ellos,
dice a Simón Pedro:
—«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que
éstos?».
Él le contestó:
—«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
—«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
—«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:

91
—«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
—«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
—«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara
por tercera vez si lo quería y le contestó:
—«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te
quiero».
Jesús le dice:
—«Apacienta mis ovejas».
Palabra del Señor.

92
CITAS BIBLICAS
Relatos de vocación de “jefe”:
Gen 12, 1-9: vocación de Abraham.
Ex 2, 24 - 4,18: vocación de Moisés (yavista y eloista).
Ex 6, 2-12; 7, 1-7: vocación de Moisés (sacerdotal).
Dt 31, 14-15.23; Jos 1, 1-18: vocación de Josué.
Jue 6, 11-24: vocación de Gedeón.

Relatos atípicos de vocación profética:


1 Sam 3, 1-11: vocación de Samuel
I Re 19, 1-14: vocación de Elías.
II Re 2, 1-18: vocación de Eliseo.
Am 7, 10-17; 9, 14: vocación de Amós.
Os 1, 1-9; 3, 1-5: vocación de Oseas.

Relatos típicos de vocación:


Is 6, 1-13: vocación de Isaias
Jer 1, 1-19: vocación de Jeremías.
Ez 1, 1-3; 2, 1; 3,11: vocación de Ezequiel.

Relatos poéticos de vocación profética:


Is 40, 1-11: vocación del Deutero -Isaías.
Is 42, 1-7; 49, 1-9: vocación del Siervo de Yahvé.
Is 61, 1-6: vocación del Trito-Isaías.
La vocación en los Sinópticos
A) Llamada universal al Reino

93
Mateo Marcos Lucas
22, 1-10 14, 15-24 Parábola del banquete
8, 11-12 13, 28-29 Vendrán de oriente y occidente
9, 10-13 2,15-17 5, 29-32 No he venido a llamar a los justos
20, 28 10,45 Su vida en rescate por muchos
19, 10 El Hijo del hombre viene a salvar lo
perdido
11, 25-27 10, 21-22 El Reino revelado a los sencillos
18, 12-14 15, 3-7 La oveja perdida

B) Llamada al discipulado
Mateo Marcos Lucas
4, 18-22 1, 16-20 5, 1-11 Los cuatro primeros discípulos
9, 9 2, 13-14 5, 27-28 Leví
10, 1-5 3, 13-20 6, 12-16 Elección de los doce.
8, 19-22 9, 57-62 Escena de vocación fallida
19, 11-12 Continencia por el Reino
19, 16-22 10, 17-22 18, 18-23 Joven rico

C) Exigencias del seguimiento


Mateo Marcos Lucas
10, 37-39 14, 25-27 Renuncia por Jesús a los que se ama
16, 24-28 8, 34-37 9, 23-27 Tomar la cruz y negarse a sí mismo
14, 28-35 Renuncia a todos los bienes
19, 27-29 10, 28-31 18, 28-30 Recompensa al desprendimiento
12, 46-50 3, 31-35 8, 19-21 Parentesco con Jesús
13, 16-17 10, 23-24 Privilegio de los discípulos
22, 28-30 Recompensa de los apóstoles: sentar con Jesús
en el Reino

D) Misión
Mateo Marcos Lucas
10,1-5-42 6, 7-13 9, 1-6 Instrucciones a los doce
10,1-20 Misión de los 72 discípulos
28, 18-20 16, 15-18 Misión universal encarnada por Jesús
Resucitado

94
Relatos de vocación en San Juan
1, 35-51: Los primeros discípulos.
5, 40-47: Creer en Él.
13, 13ss.: La humillación, como el Maestreo se ha humillado. Lavatorio.
7, 17-18: Buscar la voluntad y la gloria del que me ha enviado.
15, 14-17: Dar fruto, amándoos los unos a los otros.
13, 34-35: Amaos unos a otros como yo os he amado.
Cap. 14, 15, 16: Recomendaciones últimas a los elegidos. Expresamente 15, 16-17:
Elegidos por Dios para dar fruto, y 15,19: Nos ha sacado del mundo.
Relatos de vocación en San Pablo
Hch 9, 1-19: vocación de Saulo.
Hch 2, 6-21: vocación de Saulo.
Hch 26, 12-18: Vocación de Saulo.
Hch 16, 10: Pablo, llamado a evangelizar.
Hch 13, 12: Vocación de Bernabé y Saulo.
Hch 2, 39: Todos los llamados tienen el derecho a la promesa.
Gal 1, 15ss: Pablo es llamado por la “gracia” de Dios.
La vocación en San Pablo
1Tes 2, 12: Vocación al Reino y a la gloria de Dios.
1Tes 4, 7: Llamada a la santidad.
1Tes 5,24: Fidelidad de dios que llama.
2Tes 1, 11-12: Que el Señor nos haga dignos de la vocación…
2Tes 2, 13-14: Elección desde el principio por parte de Dios para su gloria.
Gal 1, 6: Llamada (vocación) por la gracia de Cristo.
Gal 1, 15: Llamada (vocación) por la gracia de Cristo.
Gal 4, 9: Dios nos conoce antes de conocerle nosotros.
Gal 5, 8: El que nos llama no nos contradice.
Gal 5, 13: Vocación a la liberta que es caridad.
1Cor 1, 1-2: Vocación al apostolado y a la santidad por voluntad de dios.
1Cor 1, 9: Llamada a la unión con Cristo el Señor.
1Cor 1, 24-31: La vocación se fundamenta en la fuerza y sabiduría de dios.
1Cor 7, 17-24: Vivir tal como Dios le ha llamado a cada uno. Vivir en paz.
Rom 1, 1: Pablo, apóstol por vocación.
Rom 1, 6-7: Los llamados de Cristo, santo pos vocación.
Rom 4, 17: Vocación a la vida y a la existencia.
Rom 8, 28-30: Los llamados están ordenados a la gloria de Cristo, según el plan de
Dios.
Rom 9, 12: La elección de dios es gratuita, no depende de las obras.
Rom 9, 24-26: Dios llama de entre los judíos y gentiles gratuitamente.
Rom 11, 28-29: Irrevocabilidad y gratuidad de la vocación de Dios.

95
Fil 3, 7-17: la Gracia de la vocación es celestial.
Col 1, 24-29: Es dios quien da el ministerio a Pablo. Misión en orden a los demás.
Col 3, 15: Llamados a la paz de Cristo.
Ef 1, 4-6: Elegidos antes de la creación.
Ef 1, 18: Llamados a la esperanza de la Salud.
Ef 4, 1-4: Mostrarse digno de esta gracia de la vocación. Una es la esperanza.
1 Tim 1, 2-17: Pablo y su vocación.
2 Tim 1, 9: Llamados a la vocación por la gracia y según el plan realizado en Cristo.
Heb 2, 11: El santificador y los santificados tienen el mismo origen.
Heb 3, 1: Partícipes de una vocación celestial.
Heb 5, 4: Dignidad del llamado por Dios al Sumo Sacerdocio.
Heb 9, 15: Todos los cristianos son llamados a la vida eterna por el mediador de la
nueva alianza.
Heb 11, 8: Dios llama a Abraham dentro de la historia de la salvación.
Heb 11, 16: El Dios de los llamados les ha preparado una ciudad celestial.
La vocación en las cartas católicas y en el Apocalipsis
1 Pe 1, 1-2: Elegidos para obedecer a Jesucristo.
1 Pe 1, 15: Llamados a la santidad.
1 Pe 2, 9-10: Linaje elegido, nación santa.
1 Pe 2, 21: Llamados al sufrimiento como Cristo.
1 Pe 5, 10: Dios nos llama, mediante el sufrimiento, a su eterna gloria.
2 Pe 1, 3: Llamados por la propia gloria y virtud de Dios a la santidad.
2 Pe 1, 10: Afianzamiento de nuestra vocación.
Ap. 3, 20: Mira que yo estoy a la puerta y llamo.
Ap. 17, 14: Los elegidos, los llamados, harán la guerra en unión con el Cordero.
Ap. 19, 9: Dichosos los invitados al banquete.
Ap. 6, 11: Vocación al martirio.
Otros temas varios
- La llamada de Dios procede de su libertad soberana: Jr. 1, 4 ss; Rom 8, 30;
1Cor 15, 9-10; Gal 1, 15.
- Demanda de fe y obediencia: Gen 12; Mt 4, 18-22; 16, 24-26; 8, 18-22.
- Crea una novedad en la persona llamada: Gen 17, 4-8; Lc 1, 13, 31-32, 59-
63; Jn 1, 42.
- Comunica el Espíritu de Yahvé: ¡Sam 10, 6;16, 13; Is 2, 2; 42,1; Jn 16, 16-
26;
20, 22; 14, 16; Mc 3, 13.
- Llamada a la herencia de la vida eterna: Mt 22, 1-4; Fil 3, 14; “Tés 2, 14;
1Tim 6, 12; Heb 9, 15; Ap. 19,9.
- Aspecto comunitario: Rom 9, 7; 1Cor 12, 1 ss; Col 3, 15; Ef 4, 1-12.
- Propósito de la llamada: Jue 6, 12-23; Ex 3, 14-17; Lc 1, 13-17; 1 Pe 2, 9.

96
- Seguridad en Dios: Ex 19, 3; Jue 6, 13-14; Ez 3, 7-9; Jer 1, 6-9; Mt 10, 1-8;
Mc 3, 15; Lc 9, 1-2; 2Cor 3, 4-6; 4, 7; Ef 4, 11.
- Persecución: Is 50, 5-8; 53, 1-12; Mt 10, 16-33; Mc 13, 11; Lc 21, 14-15;
Hch 9, 15-16; 26, 17-19.
- Renuncias: Mt 2, 4; Mc 10, 17-22; Lc 5, 27-28; 9, 57-62.
- Recompensa: Mt 19, 27-29; Jn 15,15; 2 Cor2, 15-17.
- Oración por la perseverancia: 2Tes 1, 11-12.
- Discernimiento: Sal 25 (24); Rom 11, 33-36; 8, 28-30; Ef 1, 3-14; 1Cor 2, 7-
12; 1Pe 1, 1-10.
- Tema de la Alianza: Gen 6, 17-18; 8, 13- 917; 16, 1-21; Ex 19, 3-8;
2 Sam 7, 22-29; Sal 50 (49), 78, 89, 111; Jr 31, 1-6; Heb 8, 7-12.
- Misión: Is 41, 8-16; 42, 5-9; 42, 8-12; Le 9, 2; 10, 1-9; 24, 46-48; Mt 28, 16-
20; Hch 1, 8; 10,42; 5, 20 42; 6,6; 13, 2; 8, 72.
- Servicio: Is 42, 1-8; 49, 1-7; 50, 4-10; 52, 13; 53,12.
- Matrimonio: Sal 45 (44); Canta de los cantares; Is 62, 4-5; Mt 22, 1-13; 15,
1- 12; Lc 14, 7-24.
- Sacerdocio: 1 Pe 2, 2-10; Heb 4, 12; 5, 6; 10, 10-17.
- Pobreza: Prov 22, 1-2; 16, 22-23; Sal 73 (72);40, 5; 18; 107; Am 2, 6; 8, 4-6;
Is 66, 1-2; 11, 1-5; 61, 1-4; Mt 5, 1-12; 6, 19-34; 8, 19-20; 11, 2-6; 19, 16-
22; Lc 1,46-55; 4, 18-21; 6, 20-26; 12, 13-21; 14, 12-14; 16, 1-3; 20, 45-21;
4; 1Cor 7,29-31; 2Cor 6, 2-10; 8, 1-15; Hch 2, 42-47; 4, 32-35.
- Castidad: Sab 3, 16-18; 4, 1-2; Mt 5, 38; 19, 12; 1Cor 7, 1-7; 8, 32-40; 1Tes
4,1-7; 1 Tim, 4, 10-12.
- Obediencia: Dt 4, 32-40; 6, 4-6, 13-19; Is 29, 13-24; Sal 50 (49); Jn 6, 35-
40; 14, 21-24; 8, 38-2; Fil 2, 5-11; Rom 16, 25-27; 13, 1-7; 1Pe 2, 13-19; Mt
7, 21-27; 6, 9-13; 22, 15-22; Ef 6, 1-10; Hch 4, 19; 5, 27-32.
- Buscando a Dios: Jos 6, 1-3; Sal 27(26); 24, 3-6; 105, 1-4; 42, 2-5; Is 55, 6-
13.

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