Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Política Energética
En este apartado estudiaremos la racionalidad de una política energética sustentable a partir de los
principios rectores bajo los cuales se rige y su aplicación en cada uno de los componentes del
sistema energético. Tal como fue mencionado anteriormente, el objetivo principal de la política
energética es garantizar un suministro de energía confiable, eficiente y competitivo, y sustentable.
Este objetivo se consigue a través de políticas y medidas que impactan cada uno de los
componentes del sistema energético: la producción de la energía, su transmisión y distribución, y
el consumo final.
En las siguientes secciones de este apartado analizaremos la aplicación de los principios rectores
de la política energética en la producción de energía.
En este sentido y en concordancia con la preocupación por el problema del cambio climático, la
política energética debe buscar mejorar la calidad de los combustibles fósiles utilizados,
reduciendo drásticamente los contenidos de elementos contaminantes. Así, por ejemplo, la política
energética debe buscar mejorar la calidad de la gasolina, el petróleo y la parafina, regulando en
forma más estricta los contenidos de elementos contaminantes.
Respecto de la seguridad de suministro, existen variados desafíos de los que se debe hacer cargo la
política energética nacional siendo algunos de los más importantes el incentivar la diversificación
de la matriz energética y la diversificación de los proveedores de combustibles fósiles.
En primer lugar, tanto para el desarrollo de instrumentos eficientes y efectivos de política pública
como para las decisiones de los agentes privados, se requiere de información confiable y asequible
sobre la disponibilidad, precios y costos de los recursos energéticos, además del consumo actual y
proyectado de energía y sus costos en los diferentes sectores. Resulta crucial que exista un
esfuerzo permanente y sostenido para mejorar la información disponible y que ésta esté
disponible en tiempo y forma adecuados para una mejor evaluación de las decisiones y diseño de
políticas públicas y de las decisiones del sector privado.
En este aspecto resulta esencial ordenar y mejorar la información dispersa sobre la disponibilidad y
características de los recursos energéticos nacionales tanto de las fuentes no renovables como de
las renovables (como la geotermia, eólica, solar, mini-hidro, biomasa y las energías del mar) y
mejorar el acceso público a dicha información. Esta medida contribuye a la generación de un
catastro nacional de recursos energéticos disponibles y del uso de la energía y facilita las
mediciones y exploración de diversas tecnologías por parte de los inversionistas.
Otro desafío informacional que debe abordar la política energética con el fin de desarrollar
sustentablemente el mercado eléctrico es el estudio de las cuencas y cursos de agua mayores que
no cuenten con información hidrológica, caracterizando detalladamente el potencial hidroeléctrico
óptimo sustentable. De esta forma, las empresas que inviertan en centrales hidroeléctricas podrán
estimar mejor el retorno de sus inversiones y el impacto de fenómenos como el cambio climático
sobre sus operaciones.
Por otra parte, se deben evitar las distorsiones artificiales de los precios, permitiendo que éstos
reflejen de la mejor manera posible los costos de los productos o servicios, evitando injustificadas
distorsiones entre los precios de los diferentes combustibles (donde, atendiendo a las
consideraciones ambientales y estratégicas, no se discrimine entre los diferentes tipos de
combustibles). Al respecto, resulta fundamental reconocer que la política energética se basa en la
iniciativa privada, donde el Estado debe cumplir un rol regulador y supervisor, velando para que los
mercados de energía sean competitivos con especial preocupación por los sectores que presentan
un mayor riesgo en la población. Se debe procurar que no existan barreras artificiales que inhiban
el ingreso de nuevos actores y de otras tecnologías para garantizar una oferta de energía en
cantidad y calidad suficiente, con seguridad de suministro, a precios asequibles y competitivos, y
que tenga el debido cuidado con el medio ambiente.
Respecto de los criterios de seguridad utilizados en los sistemas eléctricos, la entrada de Chile en la
Agencia Internacional de Energía (AIE) conlleva algunas modificaciones que deben ser
implementadas. En particular, Chile debe estar preparado para fortalecer su sistema de
transmisión de manera de satisfacer en su totalidad el criterio N-1 de las redes de transmisión
eléctrica. Este es un desafío que debe ser enfrentado en la política energética nacional.
Por otra parte, la política energética debe buscar promover la interconexión energética a nivel
regional, siempre que ello se logre a precios competitivos y no ponga en riesgo la seguridad de
suministro nacional. Al respecto, los países de América Latina y el Caribe cuentan con recursos
energéticos abundantes y variados: petróleo, gas natural, carbón, biomasa y otros renovables, así
como un gran potencial hidroeléctrico, los que no siempre están simétricamente distribuidos. Es
esta asimetría lo que resalta el gran potencial para que se desarrollen importantes flujos de
comercio regional, no sólo esporádicos sino con perspectivas muy importantes para la integración
de mercados energéticos en redes como el gas natural y la electricidad. Además, dicha
comercialización a nivel subregional y regional no solamente redunda en una mejor utilización de
los recursos, sino que contribuirá también a consolidar la reforma del sector en los países
pequeños y a aumentar la disponibilidad de combustibles más limpios en muchos de ellos.
Al año 2021, gran parte de los primeros pasos de integración de mercados se ha limitado a
interconexiones físicas, con algún comercio de combustibles vía gasoductos u oleoductos o venta
de energía eléctrica en algunos casos de interconexión. Sin embargo, los grandes beneficios para
las sociedades vendrán con una integración de los mercados en el sentido de permitir el comercio
dinámico de energía. Esta integración puede darse a través de la comercialización de energía y/o
de la comercialización de servicios (por ejemplo, podría establecerse un sistema de concesiones de
centrales hidroeléctricas o centrales a gas natural de empresas de un país que se instalen en otros
países y exporten su energía a éste). 2.3 Políticas en las tecnologías de consumo
Respecto del consumo de energía, la política energética debe fomentar un uso más eficiente de la
energía (tanto en lo que respecta al consumo de electricidad como al consumo de hidrocarburos)
de parte de los usuarios finales. La regulación del uso de leña es un aspecto clave en los muchos
países de Latinoamérica.
A continuación, estudiaremos los aspectos más relevantes de las políticas en consumo eficiente y
el caso concreto de las políticas en el uso de leña.
Para fomentar un uso más eficiente de la energía, la política energética debe preocuparse de
mejorar la información pública existente sobre el consumo de energía, mejorar la eficiencia de los
procesos industriales, mejorar la condición térmica en el sector residencial, fijar ciertos estándares
de eficiencia energética, mejorar la eficiencia energética en el sector transporte, mejorar la
eficiencia energética en el sector energía y aumentar la educación, capacitación e investigación y
desarrollo en eficiencia energética.
Los países han ido asumiendo compromisos internacionales de reducción de sus emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI). Es por ello por lo que, para tomar decisiones que beneficien al
país, se debe tener claridad en algunas interrogantes antes de asumir compromisos. Un aspecto
clave que debe abordar la política energética es el saber cuál es el impacto en el PIB de reducir las
emisiones de GEI y cuál es el impacto en el PIB de no reducir las emisiones (no sólo saber cuánto
cuesta reducir una tonelada de CO2). De esta forma se podría estudiar cuál es la cantidad óptima
de emisiones a reducir.
Por otra parte, la política energética debe definir ciertos indicadores de desarrollo sostenible en
energía (emisiones, producción, etc.), requerir su publicación periódica y fomentar una
culturización de toma de decisiones en base a estadísticas concretas (y no en base a creencias).
Esto resulta primordial para lograr una visión de largo plazo que anticipe los impactos de los
posibles escenarios energéticos.
Las políticas energéticas tienen un impacto transversal sobre la sociedad en cuanto ellas permiten
mejorar el acceso de energía y la equidad, asimismo como asegurar la maximización del beneficio
social en la operación de los mercados energéticos. De esta forma, la política energética debe
establecer los incentivos para el adecuado desarrollo de infraestructura eléctrica, de gas y
petróleo, en logística, producción, etc., revisando los mecanismos de aprobación de estudios de
impacto ambiental y de resguardo de los intereses de la comunidad, llevando a un otorgamiento
objetivo de los permisos ambientales en tiempo y en forma estableciendo medidas objetivas de
mitigación, cuando corresponda. Todo ello con la finalidad de resguardar, en su conjunto, los
intereses de la ciudadanía y de los inversionistas, para que cuenten con normas claras,
preestablecidas y de rápida ejecución que no retrasen innecesariamente las inversiones en el
sector.
Otro de los aspectos importantes de la política energética, es que debe fomentar el programa de
“energización” rural (en contraste con la electrificación rural), donde se otorgue equitativamente
posibilidades de agua caliente y calefacción a través del uso de las energías renovables. Al
respecto, la política energética debe normar un estándar de calidad de agua caliente y de
calefacción en las viviendas nuevas y evaluar los incentivos tributarios y/o crediticios a las
viviendas usadas. También se debe normar un estándar de calidad de las instalaciones respectivas
(por ejemplo, un estándar de calidad de las instalaciones decolectores solares térmicos). Junto con
esto, la política energética debe incentivar la culturización sobre la implementación de soluciones
usando las energías renovables, a través de la realización de talleres y capacitaciones.
Por otra parte, se requiere definir una política clara de investigación y desarrollo tecnológico en el
tema de la energía. Este rol de la política energética es crucial, puesto que la innovación científica y
tecnológica constituye la única vía para dejar de ser importadores de tecnología. En este sentido, la
política energética debe apoyar el desarrollo de programas de educación e investigación en el
ámbito de la energía y potenciar el desarrollo de alianzas internacionales en materias de
educación. En especial, se debe buscar usar la ciencia y tecnología para satisfacer las necesidades
energéticas de la población con soluciones que sean mejores y más adecuadas a la realidad de
cada país.
En mercados eléctricos regulados, como el que existía en Chile antes de la reforma impuesta por la
Ley General de Servicios Eléctricos en 1982, todas las decisiones de inversión en nueva
infraestructura de generación y transmisión eléctrica podían ser tomadas por una única autoridad.
Bajo aquella estructura administrativa, el desafío para el planificador central no era la selección de
escenarios de inversiones en generación, sino la identificación e implementación de un plan de
obras que cumpliera con un cierto objetivo técnico-económico. Este objetivo podía ser, por
ejemplo, la minimización del costo total de operación del sistema para satisfacer la proyección de
demanda eléctrica o la minimización de la probabilidad de pérdida de carga, traducida finalmente
como un costo de oportunidad para los consumidores, entre otros posibles objetivos. En
consecuencia, la aplicación de herramientas de optimización para problemas de identificación de
un plan de obras bajo una estructura de planificación centralizada fue directa.
Si bien inicialmente la planificación de inversiones en transmisión y generación en mercados con
planificación centralizada se hacía de forma independiente—generación primero y transmisión
después—a fines de los 70 y principios de los 80 se publicaron una serie de propuestas académicas
para que ambos activos se seleccionan de forma conjunta. El argumento en favor de seleccionar
inversiones en ambos activos de manera simultánea fue que, dependiendo de la situación,
inversiones en transmisión y generación podían presentar propiedades sustitutivas o
complementarias. Por ejemplo, una nueva línea de transmisión entredos barras que
históricamente presentan grandes diferencias de precios nodales podría postergar la necesidad de
agregar nueva capacidad de generación en la barra que presente altos precios. En este caso los
activos serían suplementarios. Por otro lado, el desarrollo de nuevas inversiones en generación en
una barra que esté muy alejado de los centros de consumo puede resultar rentable si y sólo si es
posible reforzar el sistema de transmisión para poder transportar la energía generada. En este caso
la transmisión y la generación serían activos complementarios. Lamentablemente no poseemos
evidencia de que tales propuestas hayan sido efectivamente implementadas como procedimientos
de planificación en la práctica.
En contraste, en mercados desregulados como el chileno y muchos otros alrededor del mundo, la
selección y el desarrollo de nuevos proyectos de generación eléctrica lo realizan inversionistas
privados y no un planificador central. La teoría económica plantea que este esquema de
planificación descentralizada es más eficiente que un esquema regulado en los casos en que: a)
dadas las tecnologías disponibles, una industria presenta pequeñas economías de escala en
relación a la demanda total por el servicio o producto y b) si es que existen bajas barreras de
entrada al mercado. Tales condiciones se presentan actualmente para el segmento de generación
eléctrica, lo cual justifica su desregulación. Sin embargo, el segmento de transmisión eléctrica no
presenta tales condiciones y por tanto aún permanece regulado.
Sin embargo, existe una forma aún más sofisticada de utilizar estas herramientas de planificación.
Como lo mencionamos antes, nuevas inversiones en transmisión pueden suplementar o
complementar proyectos de inversiones en generación. Para un mercado desregulado con precios
nodales esto implica que el planificador central de la red puede afectar la ubicación, tipo, y tamaño
de inversiones en generación que resultarán más rentables para las firmas (Sauma & Oren, 2006).
Si el planificador central de la transmisión incorpora esta información al momento de seleccionar
los escenarios de inversiones en generación, entonces éstos serán dependientes del plan de
inversiones en transmisión a desarrollar.
Existe un tercer y último supuesto que permitiría capturar esta interacción entre las inversiones en
transmisión y generación de manera relativamente simple. En este se asume que el planificador de
la transmisión tomará decisiones de inversión anticipando la respuesta que tendrán las firmas
generadoras a distintos planes de transmisión de forma perfecta. Bajo el cumplimiento de los tres
supuestos mencionados anteriormente, un escenario de inversiones en generación que considera
interacciones con un potencial plan de inversiones en transmisión corresponde al portafolio de
generación seleccionado por un modelo que minimiza costos seleccionando ambos activos,
transmisión y generación, de forma simultánea. Estos corresponden a los modelos de co-
optimización que mencionamos anteriormente en el contexto de una planificación centralizada. Al
respecto, en Chile, la Ley Nº 20.936 permite realizar una planificación proactiva (anticipativa) de
los sistemas de transmisión eléctrica.
Uno de los primeros usos de estas herramientas fue la aplicación de la programación lineal para la
selección del nivel óptimo de inversiones dada una variedad de tecnologías de generación, de
forma tal de minimizar los costos totales del sistema. Al año 2021, los modelos de planificación
lineal son frecuentemente utilizados para analizar el efecto de distintas políticas energéticas en
mercados eléctricos. Algunos de los modelos más conocidos incluyen Haiku del centro de
investigación Resources for the Future, IPM de la consultora ICF, ReEDS del National Renewable
Energy Laboratory, SWITCH de la Universidad de California Berkeley y MARKAL de la International
Energy Agency. Todos estos modelos consideran que la demanda es perfectamente inelástica, una
versión simplificada de la red de transmisión y, en algunos casos, optimizan inversiones en
generación y transmisión de manera simultáneaUna de las grandes ventajas de los modelos que
utilizan formulaciones lineales es su simplicidad. Producto de los avances tecnológicos en
hardware computacional y software comercial de optimización, hoy es posible resolver grandes
problemas de optimización lineales sin mayor dificultad. Esto permite, por ejemplo, formular
problemas de inversiones considerando un gran número de bloques de despacho representativos
para un horizonte de planificación, lo cual es altamente relevante para capturar el verdadero valor
económico de recursos intermitentes como la energía solar o eólica. Sin embargo, los modelos de
planificación lineal presentan la desventaja de que se asume que todas las decisiones de inversión,
tanto en generación como en transmisión, se pueden hacer en pequeños incrementos. Para
inversiones en generación este supuesto parcialmente válido, ya que inversiones en nuevas
centrales de generación de ciclo combinado, eólica, solar, o mini hidroeléctricas no presentan
economías de escala importantes. Esto implica que el tamaño mínimo eficiente de estas
tecnologías es relativamente pequeño en comparación a la demanda eléctrica total. En contraste,
nuevas inversiones en transmisión eléctrica o centrales generadoras a carbón, nucleares, o
hidroeléctricas de gran escala presentan importantes economías de escala que hacen que estas
tecnologías sólo sean costo-eficientes si es que son desarrolladas en módulos de gran capacidad
(Munoz et al., 2013). Por lo tanto, la utilización de modelos de planificación lineales se debe hacer
tomando en consideración el posible error que se introduce en la solución si es que gran parte de
las tecnologías consideradas no se encuentran disponibles en módulos pequeños.
Como alternativa a los modelos de planificación lineales, existen los modelos no lineales que no
consideran variables discretas o enteras. Estos incorporan características más realistas de los
sistemas de potencia y mercados eléctricos que los modelos puramente lineales, incluyendo la
elasticidad-precio de la demanda eléctrica, pérdidas cuadráticas de transmisión, cambios
incrementales a la reactancia de las líneas y costos de operación no lineales. A pesar de los
potenciales beneficios de capturar algunas de las no linealidades de los mercados, éstos modelos
no se utilizan tan frecuentemente como los modelos lineales mencionados anteriormente. La
principal dificultad radica en que el software de optimización no lineal no ha progresado a niveles
comparables con el software de optimización lineal, lo que limita los modelos no lineales a
aplicaciones relativamente pequeñas. Además, el software comercial de optimización no lineal no
entrega garantías de que la herramienta será capaz de encontrar una solución óptima local o
global, lo que introduce incertidumbre a la selección de planes de inversiones.
Al año 2021, uno de los tipos de modelos más comúnmente utilizados es el que no considera no -
linealidades ni en su función objetivo ni en las restricciones, pero que permite que un subconjunto
de variables puede adoptar valores enteros. Estos modelos se conocen como modelos mixtos
enteros lineales. La gran ventaja de este tipo de formulación es que permite representar
indivisibilidades en las decisiones de inversión de generación y/o transmisión. Como lo
mencionamos antes, estas indivisibilidades pueden afectar de forma importante las inversiones en
centrales de generación nucleares, a carbón, o hidroeléctricas de gran escala, todas de las cuales
poseen economías de escala importantes. Para el caso de modelos de planificación que consideran
la transmisión también es posible representar inversiones en circuitos individuales de distintas
características. Algunos ejemplos de modelos mixtos enteros lineales se presentan en Munoz et al.
(2013) y Pozo et al. (2013).
En un contexto de inversiones de red anticipativa y con una mirada proactiva y de largo plazo, es
importante tomar decisiones flexibles en el corto plazo (“aquí y ahora”) y así que se puedan
adaptar a un sin número de escenarios que puedan ocurrir a futuro. Diversas investigaciones
recientes demuestran que decisiones que contemplan inversiones en nueva tecnología de red,
como por ejemplo equipos de transmisión AC flexible (FACTS), conexiones en corriente continua
(HVDC), esquemas de protección especial (SPS), baterías, control de la demanda (DSM), dynamic
line rating (DLR) y varias otras opciones basadas en equipos que entregan más controlabilidad y
flexibilidad al operador del sistema, representan un complemento importante a las inversiones
tradicionales de red (líneas y transformadores) para enfrentar la incertidumbre de largo plazo de
manera más eficiente. Por ejemplo, en lugar de realizar inversiones de red que a futuro podrían
resultar subutilizadas producto de la incertidumbre (por ejemplo, la posibilidad que a futuro
prolifere la instalación de paneles fotovoltaicos en los centros de consumo puede producir que
parte de la infraestructura de red que se está planificando hoy quede en desuso), es posible
esperar para obtener más información acerca de lo que ocurrirá a futuro (estrategia conocida en
teoría de opciones como “wait and see”) y manejar las congestiones en el corto plazo con
inversiones rápidas que tienen la capacidad de mejorar la controlabilidad del sistema. Esta
infraestructura de rápida instalación, e.g. una batería (a diferencia de la inversión en una línea o un
transformador) puede prestar múltiples servicios, por lo que en el corto plazo puede aliviar
congestiones y a futuro (cuando no existan congestiones) puede proveer otros servicios sistémicos
relacionados al control de frecuencia, maximizando su utilización durante toda su vida útil.
Es importante destacar además que los altos tiempos necesarios para la construcción de activos
tradicionales como líneas y subestaciones no contribuyen a un manejo eficiente del riesgo de largo
plazo, ya que limitan la capacidad de “adaptabilidad” de las opciones de inversión a lo largo del
horizonte temporal. Por esta razón, tecnologías como equipos FACTS, HVDC, DLR, line switching –
entre otros– que son de rápida instalación y que permiten aliviar congestiones de red mediante el
desvío de flujos sobre la red de transmisión, representan una alternativa valiosa para enfrentar la
incertidumbre.
Esto se hace aún más relevante en un contexto de incertidumbre sobre el impacto que tendrán en
el futuro tecnologías promisorias tales como la electromovilidad y la producción de hidrógeno
verde. Estas dos tecnologías posiblemente producirán cambios disruptivos muy importantes en el
consumo y el almacenamiento de electricidad; lo que tiene una fuerte interacción con la capacidad
de transmisión requerida en el futuro en el sistema eléctrico.
5. Conclusión
En esta clase hemos aprendido cuál es el objetivo de una política energética de largo plazo y cuáles
son sus principios rectores. Asimismo, hemos comprendido los impactos ambientales y sociales de
una política energética de largo plazo. Por otra parte, esta clase nos ha permitido entender cómo
se realiza la planificación de la expansión del sistema eléctrico y el rol de la selección de los
escenarios de inversiones en la planificación de la expansión del sistema eléctrico. También
aprendimos a clasificar los distintos modelos que se utilizan para la planificación de la expansión
del sistema eléctrico según su formulación matemática y comprendimos la importancia de la co-
optimización de la planificación de la expansión del sistema eléctrico y de otros recursos
relacionados con la energía. Este último punto es de gran importancia en un contexto de alta
incertidumbre del consumo eléctrico a futuro debido a potenciales cambios tecnológicos
disruptivos en electromovilidad y la producción de hidrógeno verde.