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INSTRUCTORA:
CARRERA:
CICLO: I
SEDE: CHICLAYO
CHICLAYO- 2022
LA MALA COSECHA AFECTA LA CALIDAD DEL PRODUCTO.
OBJETIVO ESPECIFICOS
Tener convenios con empresas para que capacite al personal con respecto a la
mala cosecha.
Coordinar un horario para la capacitación de la B.P.A.
Un Control constante hacia la calidad del producto.
PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN
¿Qué empresa agro-exportadora cumpliría con los estándares de
investigación?
¿cuál sería el problema del personal en la cosecha?
¿Por qué es importante conocer la B.P.A?
¿Cuáles serían los pasos a seguir para tener una buena cosecha de
arándano?
Al realizar este proyecto estamos viendo unos de los mayores problemas que tienen las
empresas agroindustriales que es la calidad, En la empresa “Cerro Prieto” estamos
mejorando en la calidad del fruto dando capacitaciones al personal para que allá más
exportación y así controlando las medidas de seguridad.
BIBLIOGRAFIA
Carlos A. da Silva, Doyle Baker (2007). Capítulo 1: Introducción.
En el capítulo 2 nos está hablando sobre describir la naturaleza del proceso de agro
industrialización de los países en desarrollo y nos enfoca en la creación de empresas
para los países en desarrollo que son capaces de responder de manera adecuada.
MARCO TEORICO
INTRODUCCION
La demanda de alimentos y productos agrícolas está sufriendo cambios sin precedentes. El
aumento tanto del ingreso per cápita, como de la urbanización y del número de mujeres
trabajadoras ha incrementado la demanda de materias primas de alto valor, de productos
procesados y de alimentos preparados. Existe una clara tendencia hacia dietas que incluyen
una mayor cantidad de alimentos de origen animal, como pescado, carne y productos lácteos,
que aumenta a su vez la demanda de cereales para pienso (FAO, 2007). También se está
dando un uso creciente de productos agrícolas, especialmente granos y cultivos oleaginosos,
como materia prima para la producción de bioenergía. El comercio internacional y las
comunicaciones están acelerando los cambios en la demanda, lo que conlleva la convergencia
de patrones dietéticos y un creciente interés en comidas étnicas de lugares geográficos
específicos.
La naturaleza y alcance de la estructura cambiante de la demanda agroalimentaria ofrecen
oportunidades sin precedentes para la diversificación y adición de valor en el sector agrícola,
especialmente en los países en desarrollo. Como reflejo del cambio de demanda por parte de
los consumidores, la década de 1990 fue testigo de una diversificación de la producción en los
países en desarrollo hacia frutas y hortalizas no tradicionales. La participación de los países en
desarrollo en el comercio internacional de frutas y hortalizas no tradicionales ha aumentado
rápidamente en los últimos años (FAO, 2007).
Según Rabobank, las ventas anuales de alimentos procesados a nivel mundial se estiman
actualmente en más de 3 000 millones de dólares o, lo que es lo mismo, en aproximadamente
tres cuartos de las ventas totales de alimentos a nivel internacional (Rabobank, 2008). Si bien
la mayoría de estas ventas se produce en los países de ingresos altos, en los últimos 25 años,
los países en desarrollo han generado un porcentaje de casi el doble de adición de valor en la
producción global de las principales categorías de productos fabricados por las agroindustrias
(FAO, 2007). Las perspectivas de un crecimiento constante de la demanda de alimentos y de
productos agrícolas con valor añadido constituyen un incentivo para prestar mayor atención al
desarrollo de las agroindustrias en un contexto de crecimiento económico, seguridad
alimentaria y estrategias para acabar con la pobreza. Es conocido que las agroindustrias,
entendidas aquí como un componente del sector manufacturero en el que la adición de valor a
las materias primas agrícolas deriva de operaciones de procesamiento y manipulación, son
motores eficientes de crecimiento y desarrollo.
Con sus vínculos progresivos y regresivos, las agroindustrias tienen altos efectos
multiplicadores en términos de creación de empleo y de adición de valor. Por ejemplo, una
nueva planta de procesamiento de leche no solo crea empleos en sus propias instalaciones de
transformación, sino también en las granjas lecheras, los centros de recogida de leche, los
suministradores de insumos agrícolas y la distribución. El aumento de la demanda creado por
una empresa agroindustrial estimula los negocios más allá de los vínculos con sus proveedores
directos de insumos y sus compradores: una completa gama de servicios auxiliares y
actividades de soporte en los sectores secundario y terciario de la economía también se verán
impactados de manera positiva. Es más, dado que generalmente los productos agrícolas se
caracterizan por ser perecederos y voluminosos, muchas plantas agroindustriales y pequeñas
empresas de agro procesamiento tienden a ubicarse cerca de las fuentes principales de
materias primas. De esta manera, ejercen un impacto socioeconómico inmediato en las áreas
rurales. Luchar contra la pobreza requerirá llevar el desarrollo y el crecimiento económico a las
áreas rurales.
Las agroindustrias, como se analizará en los siguientes capítulos de este libro, son parte de la
respuesta a este desafío. El crecimiento acelerado de las agroindustrias en los países en
desarrollo también presenta riesgos en términos de equidad, sostenibilidad e inclusión.
Cuando existe un poder de mercado desequilibrado en las agro cadenas, la adición y la
captación de valor pueden estar concentradas en uno o pocos participantes de la cadena,
perjudicando a los demás. Las agroindustrias solo serán sostenibles si son competitivas en
términos de costes, precios, eficiencia operativa, oferta de productos y otros parámetros
asociados, y solo si la remuneración que reciben los agricultores es lucrativa para estos.
Establecer y mantener la competitividad constituye un desafío particular para las pequeñas y
medianas empresas agroindustriales y para los pequeños agricultores. A pesar de que las
agroindustrias tienen el potencial de proporcionar una salida fiable y estable para los productos
agrícolas, la necesidad de garantizar la competitividad favorece a aquellos agricultores que son
capaces de entregar productos en mayor cantidad y de mejor calidad. Puesto que los
agricultores más pequeños y con menos recursos quedan excluidos de las cadenas de
abastecimiento, los beneficios socioeconómicos de las agroindustrias quedan potencialmente
reducidos. Por ello, es necesario contar con políticas y estrategias que promuevan las
agroindustrias y, al mismo tiempo, consideren los temas de competitividad, equidad e inclusión.
El rápido aumento de los precios de los alimentos observado en 2007 y 2008 fue un crudo
recordatorio de que la naturaleza cambiante de los sistemas agroalimentarios y la manera en
que los responsables de las políticas responden a los cambios pueden tener consecuencias
humanitarias y políticas directas. Los ajustes en el sector agrícola y las agroindustrias en los
años 1990 y comienzos del 2000 contribuyeron a reducir las reservas internacionales y la oferta
de alimentos de primera necesidad. El sistema alimentario mundial no fue capaz de responder
a un cúmulo de eventos adversos que impactaron sobre la oferta y la demanda a corto plazo.
Como consecuencia del repunte de precios de los alimentos y la escasez.
PENSAMIENTO ESTRATÉGICO
En la historia reciente, la agro industrialización ha pasado por dos grandes etapas de
desarrollo en los países en desarrollo. Antes de la era del ajuste estructural, el sector público
desempeñaba una función dominante en la dirección de la creación de empresas de gran
escala y, a menudo, de propiedad pública, con la que perseguía objetivos más bien dudosos
entre los que se incluía impulsar procesos más amplios de industrialización. Aunque muchos de
estos esfuerzos han fracasado, se podría decir que la siguiente fase ha sido un poco mejor.
Así, en la su búsqueda de inversión privada, muchos países han dejado que el sector
agroindustrial evolucione de un modo liberal, sin ninguna o muy poca dirección estratégica a
nivel sectorial o subsectorial. En realidad, el programa liberal que esperan alcanzar muchos
países en desarrollo ha provocado incertidumbre y confusión acerca de la función legítima del
gobierno.
Los desafíos señalados anteriormente indican que es probable que una estrategia nacional
para el desarrollo de las agroindustrias abarque un ámbito mayor. Sin embargo, algunos de los
temas clave que debería contener una estrategia como esta son los siguientes:
Trabajar con las agroindustrias en subsectores y sectores para definir los planes para
mejorar la competitividad en los mercados nacionales y globales.
Trabajar con grandes agroindustrias para ayudar a pequeñas industrias y productores a
cumplir con sus requisitos.
Trabajar para eliminar las barreras institucionales de entrada que inhiben el dinamismo
empresarial. Asegurar una competencia efectiva entre las empresas en el sector
agroindustrial que garantice la elección de productores y consumidores primarios y
precios justos.
Trabajar hacia el mejoramiento de la infraestructura general y específica por sectores,
trabajando con el sector privado cuando sea necesario.
Establecer un marco normativo que facilite la inversión, promueva la competencia entre
las empresas agroindustriales y asegure un trato justo de los consumidores y
productores primarios.
Efectuar inversiones estratégicas en investigación y desarrollo que, en vez de ser
generales, se enfoquen en áreas identificadas de ventaja competitiva.
Negociar con los socios comerciales internacionales el acceso a ciertos mercados y
una asistencia técnica enfocada a competir en mercados en que se ha identificado una
ventaja competitiva.
Al desarrollar dichas estrategias no es necesario que los países en desarrollo comiencen de cero y
tengan que «inventar la pólvora».
CONCLUSIONES
Es evidente que las agroindustrias pueden (y lo hacen) desempeñar una función fundamental
en los procesos globales de industrialización y desarrollo económico, a pesar de que existan
externalidades y micro impactos significativos (no siempre positivos). Por ejemplo, si bien las
agroindustrias presentan nuevas oportunidades para un empleo mejor pagado y seguro, la
transición desde el sector informal al formal implica inevitablemente cambios drásticos en la
estructura de las cadenas de valor y de las relaciones de poder vertical y horizontal asociadas.
De esta manera, las agroindustrias pueden evolucionar de tal forma que actúen excluyendo a
las empresas más pequeñas del sector formal y a los pequeños productores primarios, con
impactos perjudiciales a nivel estructural y de subsistencia. De igual forma, si bien la agro
industrialización puede conllevar beneficios ambientales, también existe un ámbito significativo
de externalidades ambientales negativas. Esto destaca la necesidad de que los procesos de
agro industrialización sigan el camino apropiado», guiados por normativas y estrategias
apropiadas.
La futura trayectoria de las agroindustrias en los países en desarrollo es incierta. Sin embargo,
existe una serie de oportunidades y muchos beneficios procedentes de la agro
industrialización. No obstante, al mismo tiempo, si los procesos de agro industrialización no se
guían de manera adecuada, los efectos negativos podrían ser considerables tanto a corto
plazo, a través de la exclusión de pequeños agricultores y empresas informales, como a largo
plazo, a través de la concentración vertical y horizontal de las cadenas de abastecimiento y las
externalidades ambientales. Existe un imperativo político de determinar una manera positiva de
seguir adelante, observando las experiencias positivas y negativas, además de los éxitos y
fracasos vividos hasta el día de hoy, estableciendo una dirección estratégica que satisfaga las
necesidades de los países en desarrollo y a los consumidores a nivel mundial.