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Tema 5: Cadena respiratoria

• En los seres vivos la fuente de energía está en los electrones de las diferentes moléculas de
nuestro metabolismo.
• Así que vamos a hacer un símil electromecánico: para hacer un trabajo mecánico que
requiere energía (por ejemplo, mover una hormigonera), necesitamos tres elementos clave:

a. Una batería eléctrica, es decir, un generador, una fuente de electrones.

b. Un motor, es decir, un transductor de la energía electrónica en energía que


pueda ser aprovechada por el motor (en este caso, energía cinética que permita
girar a la hormigonera).

c. Y un sistema de cableado para transportar los electrones ya que, a diferencia de


los protones, los electrones no pueden estar nunca libres, siempre han de estar
unidos a algún átomo (en este caso, a los átomos de cobre que forman los cables
eléctricos que conectan la batería con el motor).
• Muy bien, y todo eso, en términos metabólicos, ¿en qué se traduce? Nuestro metabolismo, para
poder hacer un trabajo (ya hemos visto en el tema anterior diversos tipos de trabajo metabólico),
también necesita exactamente los tres mismos elementos clave:

d. Una fuente de electrones: en nuestro caso, los nutrientes ricos en energía que
incorporamos con nuestra dieta.

e. Un transductor de la energía electrónica, nuestro motor celular: la mitocondria.


En la mitocondria encontramos los dos procesos para hacer esta conversión de
la energía electrónica en energía metabólicamente útil (ATP): la cadena
respiratoria y la fosforilación oxidativa.

f. Un sistema de cableado: elementos que nos permitan transportar los electrones


desde el punto en que se liberan hasta el punto en el que su energía es
aprovechada por el motor. En el metabolismo, donde no hay cables en sentido
estricto, este papel lo juegan diversos coenzimas rédox, el más importante de
los cuales sin ninguna duda es el NADH.
• Empecemos definiendo el potencial rédox. Un par rédox consiste en un par de moléculas que tan
sólo se diferencian por su número de electrones (y, a veces, también por el de protones), de modo
que para convertirse una en la otra se tiene que dar una liberación o captación de electrones
(NAD+/NADH, piruvato/lactato, etc.). Al poner dos pares rédox en contacto (como en la figura), el
par más potente (en este caso, el NAD+/NADH) actuará de dador de electrones y el otro (pyr/lac), de
aceptor. El voltímetro nos indica la diferencia de potencial rédox entre un par y otro (en este caso,
el par NAD+/NADH tiene un potencial rédox 0.13 voltios más negativo que el par pyr/lac).
• Un compuesto está REDUCIDO cuando gana electrones y está OXIDADO cuando los pierde.
• Para estandarizar estas diferencias y obtener valores absolutos, se fija en una cubeta la pareja H 2/H+,
a la que se asigna arbitrariamente un valor de potencial rédox de 0 voltios y se compara con otros
pares rédox.
• El análisis se debe hacer en condiciones estándar: T=298K, P=1 atm, [ ] 1M y pH=7,0.
• Al hacer este análisis, el valor de voltaje que nos aparezca se conoce como potencial rédox estándar
y se representa por eº’.
• Un valor de potencial rédox estándar negativo indica que, en condiciones estándar, ese par rédox
tiene tendencia espontánea a ceder sus electrones, mientras que un potencial rédox estándar
positivo indica que ese par rédox tiene tendencia espontánea a captar electrones. Pero esta
definición de potencial rédox tiene tres consecuencias derivadas importantísimas.
o La primera es que JAMÁS vamos a tener una reacción rédox, SIEMPRE van a ser dos
reacciones (que llamaremos semirreacciones) acopladas, porque, como hemos dicho, los
electrones nunca pueden quedar sueltos, así que si un par rédox cede electrones
OBLIGATORIAMENTE hay otro par rédox que los capta.
o La segunda es que se trata de una escala RELATIVA. Es decir, el hecho de que un par rédox
determinado acabe captando o cediendo electrones no depende sólo de su potencial rédox,
sino también del potencial rédox de la pareja con la que interaccione. Es decir, no basta con
tener un potencial rédox positivo o negativo, hay que estudiar qué potencial rédox tiene la
otra pareja. De las dos, la que tenga el potencial rédox MÁS NEGATIVO o MENOS POSITIVO
cederá sus electrones. Obviamente, el par rédox que tenga un potencial rédox MENOS
NEGATIVO o MÁS POSITIVO actuará de aceptor de electrones.
o Y la tercera es que para añadir electrones a un par rédox que tiene tendencia a cederlos
espontáneamente, no basta con conseguir esos electrones, además necesitamos una
aportación de energía para conseguir que ese par rédox, antiespontáneamente, llegue a
captar esos electrones. Y vamos a ver que esto sucede muy a menudo en el metabolismo:
cada vez que se fabrica una molécula de NADH (que tiene uno de los potenciales rédox más
negativos de nuestras células), hay que aportar un par de electrones Y LA ENERGÍA necesaria
para que el NAD+ pueda captarlos.
• Por último, hemos de tener en cuenta que el potencial rédox no sólo se calcula en condiciones
estándar, sino que también lo podemos determinar en condiciones reales (e’), partiendo del
potencial estándar y corrigiendo la temperatura y las concentraciones (como siempre, en nuestro
caso, la variación de presión es irrelevante).
• Hemos hablado de “tendencia espontánea a ceder o captar electrones”. La “tendencia espontánea”
quiere decir “proceso DG negativo”. Es decir que el potencial rédox estándar y la energía libre están
muy relacionados. Vamos a ver cómo enfocar numéricamente el estudio de una reacción rédox.
• Supongamos que queremos estudiar la reacción A → B.
• Para ello, nos tienen que dar los valores de potencial rédox estándar de cada semirreacción. Estos
valores están tabulados y siempre representan la reacción de reducción, es decir: el componente
oxidado de cada par se representa a la izquierda, se le suman los n electrones necesarios (y, si es el
caso, los m protones) y, a la derecha, se representa el componente reducido.
• Pero, una de las parejas estará siempre al revés, lo cual es lógico porque uno de los pares se reducirá,
pero el otro se oxidará, así que a éste habrá que darle la vuelta.
• Ahora bien, al darle la vuelta, hay que cambiar el signo de su potencial rédox, sea el que sea.
• Ahora ya estamos en condiciones de calcular el potencial rédox estándar de la reacción global.
Sumamos miembro a miembro las dos semirreacciones y hacemos la suma algebraica de los
potenciales rédox de cada una.
• Una vez conocemos el potencial rédox estándar de la reacción (Deº’), es muy fácil calcular la
variación de energía libre estándar (DGº’) de la misma, mediante una ecuación muy sencilla, en la
que n es el número de electrones intercambiados (en bioquímica suele ser 2, porque los compuestos
orgánicos suelen funcionar por pares de electrones) y F es la constante de Faraday.
• La ecuación de Nernst nos permite, a su vez, calcular el potencial rédox en condiciones no estándar
(De’), a partir del valor estándar (Deº’) y simplemente usando los valores reales de T y de las
concentraciones de reactivos y productos.
• Lógicamente si la ecuación anterior servía para el caso estándar, también la podemos aplicar ahora
a los valores no estándar y así calcular el DG real de la reacción.
• Y ahora nos centramos en la cadena respiratoria. Aquí tenéis un esquema general de cómo
está organizada. Destaquemos los siguientes aspectos clave:

• Todos los elementos de la cadena respiratoria se sitúan en la membrana mitocondrial


interna y son componentes integrales de la misma, excepto el citocromo c, que está unido
a la superficie externa de la membrana mitocondrial interna pero no forma parte integral
de la misma.

• Existen cuatro grandes complejos macromoleculares donde se concentran la mayoría de los


intermediarios rédox:

o El COMPLEJO I o NADH deshidrogenasa. Supone la puerta de entrada a la cadena


respiratoria de los electrones que, habiendo sido obtenidos a lo largo del
catabolismo, se ceden al NADH, que es el encargado de portarlos hasta la cadena
respiratoria.

o El COMPLEJO II o succinato deshidrogenasa. Aunque en un primer momento se


supuso que “venía a continuación del complejo I” (y por eso se le llamó complejo II),
en realidad no forma parte de la secuencia de los electrones que hayan entrado por
el complejo I, sino que se trata de una auténtica “segunda entrada” de electrones.
¿Y de dónde proceden estos electrones? Este complejo forma parte de dos vías
diferentes:
▪ Por un lado, es una de las puertas de entrada de la cadena respiratoria.

▪ Pero, por otro, es uno de los enzimas del ciclo de Krebs, el que cataliza el
paso de succinato a fumarato. ¿Recordáis que en el ciclo de Krebs se forma
un FADH2? Pues este FADH2 no “sale” de la reacción como un cosustrato
(como sí hace el NADH), sino que, desde dentro mismo del enzima, cede sus
electrones al componente siguiente de la cadena respiratoria, ganando así
muchísima eficiencia.

o El COMPLEJO III o citocromo bc1. Recibe los electrones de todas las entradas
posibles (aún veremos dos más) y los transfiere hacia el próximo complejo.

o El COMPLEJO IV o citocromo oxidasa. Es el paso final de los electrones, el encargado


de cedérselos al aceptor final, el O2. Este paso final lo van a realizar dos átomos de
cobre.

• Ahora bien, estos cuatro complejos también necesitan estar conectados por un sistema de
“cables”, ya que no se pueden transferir los electrones de uno a otro. Es decir, necesitamos
algún elemento móvil que permita pasar los electrones de complejo a complejo.
Encontramos dos:

o La ubiquinona, una molécula muy lipófila que se encuentra en el interior de la


membrana mitocondrial interna, con plena libertad de movimientos. Es la
encargada de recoger los electrones desde todas las entradas y llevarlos hasta el
complejo III.

o El citocromo c, una proteína asociada a la cara externa de la membrana mitocondrial


interna, por donde puede ir “surfeando” y llevando los electrones desde el complejo
III hasta el complejo IV.

• En algunos puntos del recorrido, pero no en todos, se produce una translocación de


protones desde la matriz mitocondrial (el interior) hacia el espacio intermembrana.
• Se trata de otro esquema de la cadena respiratoria en el que se indica el recorrido de los
electrones y dónde se sitúan los principales componentes de la cadena de intercambios
rédox: las flavinas, los centros ferrosulfurados, la ubiquinona, los diversos citocromos de las
familias b, c y a y los átomos de cobre.
• También se indican otras dos nuevas “puertas de entrada” de electrones a la cadena
respiratoria (no se les dio el nombre de complejos porque, cuando se descubrieron, ya se
habían asignado todos los números y no se quiso cambiar, pero deberían ser los complejos
VI y VII, porque el V ya se le había dado a otra cosa):
o La flavoproteína 3, que recoge algunos de los electrones de la b-oxidación de los
ácidos grasos (cuando la estudiéis, si no lo habéis hecho ya, veréis que también se
produce un FADH2, como en el ciclo de Krebs).
o La flavoproteína 4 o glicerol-3-fosfato deshidrogenasa, que recoge los electrones del
glicerol-3-fosfato. La volveremos a ver en este mismo tema, algo más adelante.
• Así pues, podemos contemplar una geometría de la cadena respiratoria algo diferente a
como nos la han contado siempre o como la podríamos imaginar a partir del término
“cadena”: no es una secuencia lineal de transferencia de electrones. La ubiquinona actúa de
colector de los electrones desde todas las entradas posibles y sólo a partir de ella tenemos
una auténtica “cadena” de transferencia de electrones.

• La cadena mitocondrial de transporte de electrones (o cadena respiratoria) se aprovecha de


lo que acabamos de ver sobre las reacciones rédox.
• Va a consistir en un encadenamiento de pares rédox, cada uno de los cuáles va a aceptar
electrones del par anterior y se los va a ceder al siguiente, a favor del gradiente de potencial
rédox. Por tanto, la variación de energía libre de todo el proceso será muy negativa y
podremos aprovechar esta energía de los electrones para acabar fabricando ATP en el
segundo proceso, la fosforilación oxidativa.
• De esta forma, los electrones presentes en algunas de las moléculas con potencial rédox
más negativo (como el NADH o el FADH2) se los irán pasando a moléculas con potenciales
rédox menos negativos, luego casi nulos, luego ligeramente positivos y así hasta llegar al
oxígeno, uno de los elementos con un potencial rédox más positivo, que se convertirá en el
aceptor final de electrones.
• Cuando los electrones lleguen al oxígeno, habrán liberado toda la energía que podemos
aprovechar, energía que habremos acumulado en algún intermediario y que, más adelante,
nos permitirá fabricar ATP.
• Empecemos a ver ahora la cadena respiratoria.
• Como primer paso en el estudio de la cadena respiratoria, veamos cuáles son sus
principales componentes.
• Los nucleótidos de nicotinamida siempre actúan en forma de dinucleótido con otro de
adenosina (NAD). Existen dos variantes, fosforilada (NADP) y desfosforilada. En la
cadena de transporte de electrones sólo participa la forma desfosforilada (NAD),
mientras que la forma fosforilada (NADP) participa en otros procesos metabólicos
(síntesis de ácidos grasos, por ejemplo). El mecanismo de acción se centra en la base
nitrogenada de nicotinamida, donde se pueden conjugar dos o tres dobles enlaces, lo
que le permite captar o ceder un par de electrones (simultáneamente, no de manera
secuencial). Como uno de los átomos implicados es de nitrógeno y el otro de carbono,
sólo se intercambia un protón asociado a los dos electrones, por lo que a forma
desprotonada tiene una carga eléctrica positiva (NAD+). Siempre actúan como
cosustratos (es decir, no quedan nunca unidos a la proteína con la que actúan); por
consiguiente, son los auténticos “cables eléctricos” de la célula: capturan los electrones
allí donde se desprenden (en las reacciones del catabolismo) y los transportan hasta
donde han de ejercer su función (aporte de electrones en el caso del NADPH o cadena
respiratoria en el caso del NADH).
• Los nucleótidos de flavina pueden actuar como mononucleótido (FMN, en negro) o
como dinucleótido (FAD, de color verde). En ambos casos, su mecanismo de acción es
el mismo: la captura o liberación de uno o dos electrones (y sus protones asociados) de
forma secuencial gracias a dos de los átomos de nitrógeno (en rojo) del anillo de la
flavina. Los nucleótidos de flavina siempre actúan como grupos prostéticos de
determinadas proteínas (conocidas como flavoproteínas). En cada caso, según su
estructura, la proteína adoptará el mononucleótido o el dinucleótido.

• Veamos cómo funcionan las diversas entradas a la cadena respiratoria.


• El complejo I recibe los electrones del NADH (recordad, no del NADPH, que no puede entrar
de ninguna forma a la cadena respiratoria). El NADH, con un potencial rédox muy negativo,
cede estos dos electrones de manera espontánea al primer aceptor de la cadena, que en
este caso es una flavina en forma de FMN. A continuación, dentro del complejo I, se sitúan
una serie de aceptores/dadores intermedios de electrones, mayoritariamente centros
ferrosulfurados que acaban haciéndolos llegar hasta el centro de unión de la ubiquinona,
que se reducirá a UQH2 y se los llevará hacia el complejo III. Detalles a tener en cuenta:

• Se trata del complejo proteico más grande de toda la cadena respiratoria, con
más de 20 subunidades diferentes.

• El centro de unión del NADH está en la cara matricial del complejo I, por lo que
para introducir electrones a la cadena respiratoria por esta vía el NADH debe
estar presente en la matriz mitocondrial, no hay otra solución.
• El centro de unión de la UQ está en el interior de la membrana mitocondrial
interna, que es donde se encuentra la UQ, así que le resulta fácil desplazarse
ENTRE la membrana e ir pasando desde cada una de las entradas hasta el
complejo III, su destino final.

• Durante el transporte de un par de electrones desde el NADH a la UQ a través


del complejo I, se produce la translocación de 4 protones de la matriz
mitocondrial al espacio intermembrana, más otros dos protones que la UQ
captura de la matriz y que, de momento, todavía no acaba de translocar (lo
hará al llegar al complejo III).

• El complejo II y las flavoproteínas 3 y 4 se comportan de una manera muy similar entre


sí. En todos los casos, la flavina se encuentra en forma de FAD y son complejos mucho
menores en tamaño que el complejo I. También contienen centros ferrosulfurados a
continuación de la flavina, pero muchos menos que en el caso del complejo I. Su
aceptor final también será la UQ. Detalles importantes:

• El donador de electrones del complejo II es el succinato, de la flavoproteína 3


los ácidos grasos que entran en la b-oxidación y de la flavoproteína 4, el
glicerol-3-fosfato. En todos los casos, se trata de una transferencia de un par
de electrones.

• El complejo II es una proteína integral de la membrana mitocondrial interna,


mientras que las flavoproteínas 3 y 4 son proteínas de la superficie de la
membrana: la flavoproteína 3 por el lado matricial y la flavoproteína 4 por el
lado exterior.

• El centro de unión a los sustratos es matricial en el caso del complejo II y de la


flavoproteína 3, pero en el caso de la flavoproteína 4 está en la cara que mira
hacia el espacio intermembrana.

• En todos los casos, el centro de unión a la UQ, como pasaba en el complejo I,


debe estar mirando hacia el interior de la membrana mitocondrial interna.

• En ninguno de los tres casos se produce la translocación de los 4 protones que


hemos visto en el complejo I, pero sí la captación de los dos protones por
parte de la UQ para convertirse en UQH2 y que, como hemos dicho, de
momento no se translocan.
• Los centros ferrosulfurados son redes de átomos de hierro y azufre coordinados entre
ellos y con los átomos de azufre de varios residuos de cisteína de las proteínas que los
contienen. En estos centros, las nubes de electrones deslocalizados permiten el
intercambio de uno o varios electrones (pero no protones), con lo que pueden
convertirse en aceptores y dadores de electrones.
• El sistema ubiquinona/ubiquinol permite el intercambio de uno o dos electrones (junto
con uno o dos protones) de manera secuencial, por lo que juega un papel fundamental
tanto en el transporte de electrones como en la translocación de protones. El
mecanismo de aceptación y cesión de electrones se basa en las nubes de electrones del
anillo formadas por los dos o tres dobles enlaces que lo componen.
• La estructura del grupo hemo de los diferentes citocromos. En todos los casos, se repite
el anillo central y el átomo de hierro y varían fundamentalmente en las cadenas laterales
que parten del anillo central. Los citocromos a contiene una larga cadena isoprenoide
que lo hace muy liposoluble, por lo que puede participar en la cadena sin necesidad de
estar asociado a ninguna proteína. El grupo hemo b tienen cadenas cortas para
insertarse correctamente en las proteínas que los alojan (citocromos b, hemoglobina,
mioglobina) mientras que el grupo hemo c está unido covalentemente a su proteína
correspondiente, los citocromos c y c1. En todos los casos, el mecanismo de acción
depende del átomo de hierro central, que puede captar o ceder un electrón, pero sin la
capacidad de transmitir protones..
• Una vez la UQ ha capturado el par de electrones de los donadores iniciales, viaja en forma
reducida (UQH2) por el interior de la membrana mitocondrial interna hasta encontrarse con
un complejo III. Una vez se une a su centro de unión (que, lógicamente, también está situado
en la cara del complejo que mira hacia la membrana), cede sus dos electrones y libera sus
dos protones, pero ATENCIÓN: los había captado de la matriz mitocondrial y los libera hacia
el espacio intermembrana, por lo tanto, la UQ está translocando 2 protones de la matriz al
espacio intermembrana.
• En cuanto a los electrones, dentro del complejo III se dividen y cada uno de ellos sigue una
vía diferente:

i. El primer electrón sigue lo que podríamos llamar “el camino lógico”: pasa a un
centro ferrosulfurado (llamado el centro de Rieske), de ahí pasa al citocromo c1
y de ahí al centro de unión del citocromo c, que está en la cara externa del
complejo III. El citocromo c, recordad, es una proteína que “surfea” por la cara
externa de la membrana mitocondrial interna y se puede unir al complejo III,
llevándose el electrón que le transfiere el citocromo c1.

ii. El segundo electrón entra en una especie de cortocircuito que, de entrada,


parece difícil de explicar. No sigue la vía normal, sino que es transferido a otro
juego de citocromos, los citocromos b, que no forman parte de la cadena lineal
de transporte de electrones, sino de una derivación que parece no tener salida:
el llamado ciclo Q. El electrón en cuestión es transferido al citocromo b L y, de
éste, es cedido al citocromo bH. Finalmente, el citocromo bH se lo cede a una
UQ. ¿De dónde sale esta UQ? De la membrana mitocondrial interna,
simplemente estaba por ahí.Esta UQ se une a un segundo centro de unión del
complejo III y queda allí “aparcada” para recibir el electrón que le pasa el
citocromo bH (recordad que las quinonas pueden captar y liberar dos electrones
de uno en uno, así que se queda en un estado que llamamos “semirreducido”,
representado por UQ·).

• Ya, pero, ¡¡¡entonces estamos haciendo trampas!!! ¡¡¡Nos habíamos comprometido a


transportar un par de electrones desde el NADH (u otro de los sustratos iniciales) hasta el
O2 y sólo hemos pasado uno!!! ¿Qué pasa, que la cadena respiratoria sólo funciona a la
mitad? ¿Cómo es posible que no seamos capaces de transferir el segundo electrón? Para
eso, basta con repetir paso por paso lo que hemos hecho en el punto anterior:

iii. Una segunda UQH2 se une al complejo III

iv. Sus dos protones se vuelven a translocar hacia el espacio intermembrana

v. Uno de sus electrones vuelve a seguir la “vía normal”, de modo que acabamos
transfiriendo dos electrones al citocromo c, tal y como estaba previsto.

vi. Y el otro vuelve a entrar al ciclo Q, pero esta vez no hace falta captar ninguna
UQ, porque ya teníamos la anterior “aparcada” y “semirreducida”. Ahora, este
segundo electrón, acaba de reducirla y esta segunda UQ, ahora en forma
reducida UQH2, sale tranquilamente del complejo III.

• Ya bueno, pero seguimos haciendo trampas: ¡¡¡habíamos dicho de transferir un par de


electrones, gastando una sola UQH2, y hemos gastado dos!!! Fijémonos bien y hagamos
números:

vii. Han entrado 2 UQH2 y cada una de ellas ha salido oxidada (UQ)

viii. Y ha entrado 1 UQ que ha salido reducida (UQH2)

ix. Es decir que 2 UQH2 + UQ  2 UQ + UQH2

x. Simplificad ambos miembros de la ecuación y ¿qué os queda?: UQH 2  UQ.


¡¡¡¡Sólo hemos gastado una UQ, porque la otra la hemos regenerado!!!!
• Es decir, el ciclo Q no nos hace gastar más UQ de la cuenta, pero nos permite que, entre la
UQ y el complejo III se transloquen 4 protones, en lugar de los dos que se translocarían si
sólo participara una UQ. En las diapos siguientes os pongo una animación con cada una de
las dos partes del ciclo a ver si queda algo más claro.
• Y finalmente los electrones que el complejo III hace llegar a dos moléculas de citocromo c
llegan al complejo IV. El citocromo c se desplaza por la superficie de la membrana
mitocondrial interna hasta llegar a conectar con un complejo IV, al que le cede su electrón
(recordad que cada molécula de citocromo c sólo puede transportar un electrón).
• El complejo IV es el encargado de ceder esos electrones al O2, que será el aceptor final, pero
cuidado, hay varios detalles que son muy importantes cuando nos referimos a este
complejo:
o De entrada, la reducción de una molécula de O2 requiere 4 electrones y en los
complejos anteriores hemos estudiado la transferencia solamente de 2 (que son los
que nos ceden una molécula de NADH, de succinato, de ácido graso o de glicerol-3-
fosfato, las posibles entradas). Eso quiere decir que el complejo IV funciona la mitad
de las veces que el resto de la cadena: necesitamos acumular 2 PARES DE
ELECTRONES (es decir, que funciones dos entradas, dos UQ, dos complejos III y
cuatro citocromos c) para que el complejo IV funcione una sola vez. Este hecho
habrá que tenerlo en cuenta cuando comparemos los complejos entre sí para
calcular un balance global de la cadena respiratoria.
o En el complejo IV intervienen cuatro intermediarios rédox de forma escalonada: un
átomo de cobre (el CuA), el citocromo a, el citocromo a3 y un segundo átomo de
cobre (el CuB), que se van transmitiendo los electrones de manera secuencial:
▪ La primera molécula de citocromo c que llega le pasa su electrón al CuA,
éste al citocromo a, éste al citocromo a3 y éste al CuB.
▪ La segunda molécula de citocromo c que llega le pasa su electrón al CuA,
éste al citocromo a, éste al citocromo a3 y éste… es lo queda, porque ya no
se lo puede pasar al CuB, que ya está reducido.
▪ La tercera molécula de citrocomo c que llega le pasa su electrón al CuA, éste
al citocromo a y éste… también se lo queda, no lo puede pasar más adelante
porque los demás intermediarios ya están reducidos.
▪ Y la cuarta molécula de citrocromo c que llega le pasa su electrón al CuA,
que se lo queda, porque es el único intermediario del complejo IV que
todavía estaba oxidado.
o En ese momento, se produce la unión de la molécula de O2, que queda atrapada
entre el citocromo a3 y el CuB. Como buen aceptor de electrones que es, el O2
acepta los cuatro electrones que estaban acumulados en el complejo IV y captura
(pero no transloca) 4 protones de la matriz mitocondrial para dar lugar a dos
moléculas de agua, el producto de deshecho de los electrones una vez los hemos
vaciado de energía.
o En este proceso, además de los protones necesarios para fabricar el agua, el
complejo IV también transloca otros 4 protones más desde la matriz mitocondrial
hacia el espacio intermembrana. De todas formas, hay que tener en cuenta que
estos 4 protones se translocan gracias al transporte de 4 electrones, así que para
mantener la misma escala que hemos usado en los complejos anteriores (el I y el
III), debemos considerar que se translocan solo 2 protones por cada par de
electrones.
• Este es el esquema del funcionamiento perfecto del complejo IV, pero la transferencia de
electrones al oxígeno no siempre lo es, de modo que, una vez la molécula de oxígeno a
recibido uno, dos o tres electrones, se puede desprender y abandonar el complejo IV. Estos
productos reciben el nombre de radicales libres o especies reactivas de oxígeno (ROS) y son
unos agentes muy oxidantes, que pueden provocar graves daños a los lípidos y proteínas
con los que reaccionan de manera espontánea.
• Según el teorema de Chance, cuando un inhibidor interrumpe el flujo de electrones a través
de la cadena respiratoria, todos los intermediarios rédox anteriores al punto de interrupción
acumularán los electrones que estén entrando a la cadena, por lo que quedarán
REDUCIDOS. Por el contrario, todos los intermediarios rédox posteriores a la interrupción
acabarán cediendo sus electrones hacia el O2, pero no recibirán nuevos, así que acabarán
OXIDADOS.
• Si imaginamos un simil hidráulico, en el que hay una serie de depósitos de agua conectados
por una tubería en su parte inferior. Si se interrumpe el flujo de agua a través de la tubería
pero se mantiene abierto el grifo de entrada, todos los depósitos anteriores al grifo cerrado
se llenarán de agua, mientras que todos los posteriores se vaciarán.
• A lo largo de los años, se han ido descubriendo muchos de estos inhibidores. Algunos son
compuestos naturales (como la rotenona, procedente de las raíces de ciertas plantas
tropicales, que la usan de insecticida natural, o la antimicina A, un antibiótico de la bacteria
Streptomyces), mientras que otros son compuestos sintéticos, como el amital, la carboxina
o el cianuro.
• Cada uno de ellos actúa sobre un punto diferente de la cadena respiratoria, con lo que, al
analizar qué intermediarios quedaban reducidos y qué intermediarios quedaban oxidados
al utilizar cada inhibidor, se pudo establecer el orden en el que estos intermediarios
participaban en la cadena respiratoria.
• Veamos, a continuación, el balance energético de la cadena respiratoria. Vamos a
hacerlo en dos supuestos: que los electrones han entrado a partir del NADH mediante
el complejo I o a partir del succinato mediante el complejo II. Para ajustar la
estequiometría, vamos a reducir media molécula de oxígeno, pero ya sabemos que en
realidad, lo que ocurre es que se reduce una molécula entera, aunque el complejo IV
actúa sólo la mitad de las veces que el I, el II o el III.
• Empecemos con el supuesto I: vamos a la tabla de potenciales rédox estándar y
buscamos el del NAD+/NADH y el del O2/H2O, calculamos el incremento de potencial
rédox de la reacción global y de aquí, calculamos el DGº’. Total: - 220 kJ/mol
• Y ahora, el del supuesto II: hacemos lo mismo, cambiando el primer par rédox por el
fumarato/succinato y repetimos la operación hasta calcular el DGº’. Total: -152,5
kJ/mol.
• Podemos ver que los electrones acumulados en el NADH tienen más energía que los
acumulados en el succinato, por lo que previsiblemente podremos obtener más ATP del
NADH que del succinato.
• Pero, exactamente, ¿en qué puntos de la cadena respiratoria se produce este
desprendimiento de energía libre? Si representamos los potenciales rédox de cada
intermediario y los alineamos siguiendo la cadena respiratoria, vemos que, a partir del
NADH hay tres puntos (o SITIOS) de liberación de energía:
o Entre el NADH y la UQ (correspondiendo al transporte a través del complejo I).
o Entre la UQ y el citocromo c (correspondiendo al transporte a través del
complejo III).
o Y entre el citocromo c y el O2 (correspondiendo al transporte a través del
complejo IV).
• Por su parte, el succinato, al entrar desde el complejo II, lo hace con un potencial rédox
(y por tanto una energía libre) parecido al de la UQ, de modo que se pierde un sitio de
liberación de energía y sólo tiene los dos últimos.
• Si los electrones entran a través de las flavoproteínas 3 o 4 (que no aparecen en el
esquema), siguen un gradiente rédox (y por tanto energético) idéntico al del complejo
II. Por consiguiente, también se pierden el primer sitio de liberación de energía y sólo
tienen los del complejo III y IV.
• Por esta diferencia en el rendimiento energético, a lo largo del catabolismo, siempre
que se obtenga la energía necesaria, se ha seleccionado el NADH como el gran donador
de electrones a la cadena respiratoria, ya que su rendimiento energético es mucho
mayor. De hecho, la piruvato deshidrogenasa, el ciclo de Krebs y la b-oxidación de los
ácidos grasos son las grandes fábricas de NADH del organismo. Los tres procesos tienen
lugar en la matriz mitocondrial, de modo que el NADH producido puede introducir
directamente sus electrones a la cadena respiratoria mediante el complejo I. Sin
embargo, tanto en el ciclo de Krebs como en la b-oxidación, hay una reacción que libera
electrones, pero no la energía necesaria para cedérselos al NAD+, de modo que esos
electrones entran a través del complejo II (en el caso del ciclo de Krebs) o la
flavoproteína 3 (en el caso de la b-oxidación), de modo que obtenemos algo menos de
ATP.

• Sin embargo, hay ciertas reacciones que producen NADH en el citosol (por ejemplo,
en la glucolisis). ¿Cómo podemos conseguir que ese NADH llegue hasta la cadena
respiratoria? Recordad que el centro de unión al NADH del complejo I está en la cara
matricial de la membrana mitocondrial interna y que esta membrana es
completamente impermeable al NADH.
• Para eso necesitamos una lanzadera (shuttle, en inglés). Las lanzaderas son sistemas
que permiten introducir en la cadena respiratoria electrones obtenidos en el citosol
y cuya finalidad sea energética.
• La primera que vamos a ver es la lanzadera del malato-aspartato. Esta lanzadera
puede ser bidireccional (es decir, tanto permite introducir electrones a la matriz
mitocondrial como extraerlos), pero tiene la ventaja de que los electrones se
incorporan a la cadena respiratoria desde el complejo I y, por tanto, no se pierde el
primer sitio de liberación de energía. Es típica de tejidos con mucha versatilidad
metabólica, como el hígado, o con necesidades relativamente constantes de ATP,
como el corazón.

• Pero existe una segunda lanzadera, la lanzadera del glicerol-3-P.


• En este caso, los electrones, acumulados en el NADH citosólico, no necesitan entrar en la
matriz mitocondrial, sino que directamente la flavoproteína 4 o glicerol-3-P-deshidrogenasa
es capaz de cedérselos a la ubiquinona. El sistema es muy rápido y unidireccional (siempre
funciona en sentido de alimentación de la cadena respiratoria), pero muy caro: los
electrones que estaban en forma de NADH no acceden al complejo I y, por lo tanto, se pierde
el primer sitio de liberación de energía (con la consiguiente pérdida de ATP). Es típica de
tejidos con necesidades puntuales de ATP muy altas, como el músculo esquelético.
• Kennedy y Lehninger, en los años 50, aportaron pruebas de que el transporte de
electrones desde el NADH hasta el O2 es la fuente directa de la energía para la
fosforilación acoplada del ADP a ATP y que este proceso tiene lugar en las mitocondrias.
Como la energía de la óxidorreducción se transforma en 3 puntos de la cadena
respiratoria en energía del enlace P, este proceso es conocido con el nombre de
FOSFORILACIÓN OXIDATIVA.
• Además, aportaron pruebas irrefutables de que ambos procesos, la cadena respiratoria
y la fosforilación oxidativa, estaban ACOPLADOS. Y este acoplamiento era bidireccional:
o Obviamente, si la cadena respiratoria aporta la energía necesaria para la
fosforilación oxidativa, en caso de bloquear la primera se detendría la segunda.
El acoplamiento en este sentido es completamente lógico.
o Lo que ya no es tan obvio es el acoplamiento en sentido contrario: en caso de
bloquear la fosforilación oxidativa, también se detiene la cadena respiratoria.
La prueba más sencilla de ello se obtuvo incubando mitocondrias en ausencia
de ADP. En ese caso, se observan dos estados diferentes de la cadena
respiratoria:
▪ Estado de reposo o estado 4: cuando no existe ADP en el medio la
velocidad de la respiración es baja y no se produce la fosforilación.
▪ Estado de respiración activa o estado 3: al añadir ADP se produce un
brusco incremento del consumo de O2, al mismo tiempo que el ADP
añadido se fosforila y rinde ATP.
▪ Al consumirse todo el ADP, se regresa al estado 4.
▪ Este fenómeno por el cual la velocidad del transporte de electrones está
controlada por la [ADP] se llama control por el aceptor o control
respiratorio.
• Como en la transferencia de electrones desde el NADH hasta el O2 se atravesaban tres
puntos de liberación de energía, asumieron que se producían 3 moléculas de ATP por
molécula de NADH. Como en el caso del succinato sólo se atravesaban dos de estos
puntos, supusieron que sólo se producirían 2 moléculas de ATP. A cada uno de estos
puntos se les llamó sitios de fosforilación. Al final del tema veremos que estos valores
no son reales y veremos la razón.
• En un primer momento, se pensó que en cada sitio de fosforilación se producía, in situ,
la fosforilación de un intermediario de alta energía al que se llamó compuesto X (del
tipo del fosfoenolpiruvato o el 1,3-bisfosfoglicerato): al pasar los electrones, una
molécula de X se fosforilaría a X-P y esta molécula de X-P, posteriormente, le cedería la
energía y el fosfato al ADP para convertirlo en ATP (de manera análoga a lo que ocurre
en la glucolisis, por ejemplo, en la reacción catalizada por la piruvato quinasa).
• A pesar de innumerables esfuerzos, el compuesto X se resistía a aparecer, pero mientras
tanto se siguió estudiando el proceso de la fosforilación oxidativa, en particular su
estequiometría. ¿Cuánto ATP se obtenía por cada NADH?
• Una de las primeras aproximaciones se debe a Efraim Racker, un bioquímico de origen
austríaco que trabajaba en los USA. Lo primero que hizo fue calcular el salto energético que
se producía en cada uno de los cuatro complejos de la cadena respiratoria (además de
participar en el descubrimiento del complejo V, la ATP sintasa que veremos más adelante) y
sus resultados fueron concluyentes: en los complejos I, III y IV se desprendía suficiente
energía libre para fabricar ATP, pero en el complejo II, no.
• Estas conclusiones parecían reforzar la idea de que por cada NADH se podían obtener 3 ATP
y por cada succinato, solo 2 ATP.

• Pero, en paralelo a los estudios de Racker en Yale y Lehninger y Kennedy en Oxford, Severo
Ochoa (en la Universidad de Nueva York) estudió de manera directa la eficiencia de la
fosforilación oxidativa.
• Para ello, se preparaba una suspensión funcional de mitocondrias y se iba midiendo el
consumo de oxígeno y la producción de ATP. De esta manera, se podía llegar a lo que se
llamó la relación P/O: cuántos átomos de fósforo se incorporaban al ATP por cada átomo
de oxígeno consumido (o, lo que es lo mismo, por cada par de electrones transferido a lo
largo de la cadena respiratoria).
• Por mucho cuidado que Ochoa pusiera en sus mediciones, los valores que obtenía no eran
los que se habían previsto. Según los estudios de Lehninger y Racker, estos valores deberían
ser 3 para el NADH y 2 para el succinato. A Ochoa sólo le salían unos valores de 2,5-2,6 para
el NADH y de 1,6-1,7 para el succinato. Y, además, estos valores no eran números enteros,
como debería ser si la hipótesis del compuesto X era verdadera.
• La conclusión, por el momento, fue que el sistema de medición de la relación P/O no era lo
suficientemente preciso, se acercaba a los valores verdaderos, pero no los podía determinar
correctamente.

• Hasta que, en 1961, un joven investigador de la Universidad de Edimburgo, Peter


Mitchell, propuso una explicación radicalmente diferente para el acoplamiento entre la
cadena respiratoria y la fosforilación oxidativa: la TEORÍA QUIMIOSMÓTICA.
• Mitchell propuso la existencia de un gradiente electroquímico de protones a través de
la membrana mitocondrial interna que sirve como medio para acoplar la energía
generada en el transporte de electrones con la síntesis de ATP.

• ¿En qué se basa la teoría quimiosmótica de Mitchell? Existen cuatro requisitos básicos:
o Debe existir un gradiente de protones entre el interior de la mitocondria (baja
concentración) y el espacio intermembrana (alta concentración): el gradiente
químico.
o Debe existir un gradiente de carga eléctrica entre el interior de la mitocondria
(cargado negativamente) y el espacio intermembrana (cargado positivamente): el
gradiente eléctrico.
o La membrana mitocondrial interna debe ser completamente impermeable a los
protones.
o La única manera que tienen los protones de atravesar la membrana mitocondrial
interna a favor de los dos gradientes ha de ser a través de un enzima que aproveche
la energía potencial de los protones (muy alta en el exterior, muy baja en el interior
de la mitocondria) para fabricar ATP.
• Esta conversión de la energía potencial de los protones en energía química en forma de ATP
recibe el nombre de fuerza protón-motriz.
• Según Mitchell, cada complejo de la cadena respiratoria (excepto el complejo II) actúa como
una “bomba” de protones en contra de su gradiente de concentración, pero también en
contra de su gradiente eléctrico. Es un transporte activo primario y como fuente de energía
utiliza la generada por el transporte de electrones. Se forman así los dos gradientes
necesarios para la teoría quimiosmótica: un gradiente eléctrico (el espacio intermembrana
queda cargado positivamente) y un gradiente químico (el espacio intermembrana se hace
más ácido).
• Todos los postulados de la teoría quimiosmótica de Mitchell se fueron comprobando
experimentalmente y todos ellos resultaron ser ciertos.

• Aunque la teoría quimiosmótica no fue demasiado bien recibida en un primer momento,


pronto empezaron a aparecer pruebas que la validaron. En esta diapositiva se muestran
algunas de ellas.
• Los inhibidores de la ATP sintasa, como la oligomicina, demuestran la dependencia de
la cadena respiratoria respecto de la fosforilación oxidativa catalizada por este enzima.
En efecto, al añadir uno de estos inhibidores a una preparación de mitocondrias
funcionales, se detiene inmediatamente la síntesis de ATP, como parece lógico. Lo que
no es tan lógico, de entrada, es que también se detiene de forma prácticamente
inmediata la cadena respiratoria (el consumo de O2 en la gráfica). Si de verdad existiera
un compuesto intermediario X, el bloqueo de la ATP sintasa no afectaría de manera
inmediata a la cadena respiratoria, porque mientras quedase X libre, la cadena
respiratoria podría seguir funcionando, al menos, durante unos segundos/minutos. Pero
no es así, se para de golpe. Si la teoría quimiosmótica es cierta, al inhibir la ATP sintasa
se detendrá, por supuesto, la síntesis de ATP. Pero ADEMÁS se detendrá de golpe la
cadena respiratoria porque, a medida que se acumulen protones en el espacio
intermembrana que no podrán regresar a la matriz (porque la ATP sintasa está inhibida),
éstos protones irán adquiriendo cada vez más energía potencial, hasta llegar un punto
en que la cadena respiratoria no liberará suficiente energía para seguir translocándolos
y, al no poder funcionar su mecanismo habitual, se detendrá también la respiración
celular.
• Los desacopladores, como el dinitrofenol, son substancias liposolubles que contienen
un grupo ácido y un anillo aromático. Incrementan la permeabilidad de la membrana
mitocondrial interna a los protones, ya que se unen a ellos y los trasladan a la matriz
donde la [H+] es menor. Esto supone en la práctica un cortocircuito a la ATP sintasa:
como los protones pueden pasar de una manera más sencilla, ya no atraviesan el canal
de la ATP sintasa y ésta deja de fabricar ATP. Sin embargo, como disipan el gradiente de
protones, no interrumpen el transporte de electrones, pero impiden la fosforilación de
ADP a ATP, es decir, desacoplan las reacciones que producen energía de las que la
consumen. Estimulan la velocidad de consumo de oxígeno en las mitocondrias en
ausencia de ADP y además provocan un aumento en la hidrólisis de ATP.
• Los ionóforos, como la valinomicina, son substancias liposolubles capaces de
transportar cationes específicos, como el K+, rompiendo el gradiente eléctrico creado
por las bombas de protones y, por tanto, impiden la fosforilación oxidativa. El gradiente
de concentración de protones se mantiene, pero éstos pierden buena parte de su
energía potencial, ya que el gradiente eléctrico sí se disipa. Por lo tanto, los protones no
tienen la energía necesaria para fabricar ATP y la cadena respiratoria sí tiene energía
suficiente para seguir transportando electrones. Así pues, los ionóforos también actúan
de desacopladores.
• Y, por si faltaba alguna prueba, a principios de los años 80 la naturaleza aportó su propia
demostración de la teoría quimiosmótica.
• El tejido adiposo marrón es un tejido muy especial de los mamíferos, especializado no
en almacenar grasa, ¡¡¡sino sobre todo en quemarla… pero sin producir ATP!!! ¿A qué
se debe este comportamiento tan aparentemente aberrante? A que la función principal
del tejido adiposo marrón es generar calor para mantener nuestra temperatura. Al
quemar la grasa y enviar sus electrones hacia la cadena respiratoria pero no fabricar
ATP, la energía de estos electrones se disipa como calor, que se aprovecha para calentar
la sangre de los mamíferos y mantener su temperatura.
• ¿Y eso cómo se consigue? La selección natural ha favorecido la presencia, en este tejido,
de una proteína llamada termogenina (es decir, generadora de calor) o UCP (siglas en
inglés de UnCoupling Protein o Proteína DesAcopladora). La UCP es una proteína
integral de la membrana mitocondrial interna y actúa como un canal de protones que,
en reposo, se encuentra cerrado. Cuando baja la temperatura corporal, esta proteína se
activa, se abre y permite el paso de los protones desde el espacio intermembrana hacia
la matriz mitocondrial, evitando que pasen por la ATP sintasa.
• Es decir, la UCP desacopla, de manera natural, la cadena respiratoria y la fosforilación
oxidativa, permitiendo que se mantenga la respiración, pero disipando el gradiente de
protones en forma de calor en los animales homeotermos.
• Veamos ahora la maquinaria encargada de reconvertir la energía potencial del gradiente de
protones en ATP: la ATP sintasa, también llamada F0F1-ATPasa o complejo V. Fue descubierta
por Efraim Racker y Yasuo Kagawa.
• La estructura de la ATP sintasa consta de dos grandes unidades, cada una formada por
varias cadenas. La unidad F0 consta de una subunidad a, una-dos subunidades b y 10-12
subunidades c. El conjunto de subunidades c, insertadas en la membrana mitocondrial
interna, constituyen el canal de protones. Cuando éstos pasan y ceden su energía, el cambio
conformacional de las subunidades c se transmite a la subunidad a, que actúa de bisagra
entre el canal y las subunidades b. El cambio conformacional llega, pues, a las subunidades
b, que son las encargadas de promover los cambios en la unidad F1. Esta unidad consta de
hasta cinco tipos de subunidades: tres cadenas alfa, tres cadenas beta, y una cadena gamma,
una delta y una epsilon. Las cadenas gamma, delta y epsilon se encargan de transmitir la
energía procedente de la subunidad F0 y de mantener la integridad del conjunto, pero son
las cadenas alfa y beta, actuando por parejas, las que llevan a cabo la síntesis del ATP.
• ¿Y cómo actúa la ATP sintasa? El mecanismo de acción fue esclarecido por Paul Boyer y John
Walker. Las tres cadenas alfa y las tres cadenas beta de la unidad F 1 de la ATP sintasa
constituyen tres dímeros alfa-beta funcionales. En cada momento, cada uno de los tres
dímeros de un complejo ATP sintasa se encuentra en una de las tres conformaciones
siguientes: O (open), conformación abierta que permite la liberación del ATP; L (light),
conformación parcialmente cerrada que permite la unión del ADP y el Pi; o T (tight),
conformación cerrada, que permite la catálisis del ADP y el Pi a ATP, pero no su liberación.
La entrada de 3 protones, con la consiguiente liberación de energía y el cambio
conformacional que afecta a la cadena b de la unidad F 0, provoca que cada uno de estos
dímeros alfa-beta cambie de conformación: el que estaba en conformación L (con ADP y Pi)
pasa a conformación T (y ahora podrá catalizar su conversión a ATP); el que estaba en
conformación T (con un ATP recién fabricado) pasa a conformación O (con lo que puede
liberarlo); y el que estaba en conformación O (y había liberado el anterior ATP) ahora pasa
a conformación L y puede volver a unirse a ADP y Pi.

• Para que el sistema OXPHOS pueda funcionar normalmente, hacen falta una serie de
intercambios en la membrana mitocondrial interna.
• Para garantizar el funcionamiento de la fosforilación oxidativa, se tiene que asegurar la
entrada a la matriz mitocondrial de fosfato y ADP, así como la salida del ATP fabricado. Todo
esto se consigue gracias a dos proteínas transportadoras.
• El transportador de fosfato consiste en un antiporte (intercambio) con un hidroxilo. De
entrada, podría parecer un transportador pasivo, que no gasta energía, pero cuando el
hidroxilo llega al espacio intermembrana, secuestra un protón para dar una molécula de
agua. Es decir, que la salida de un grupo hidroxilo equivale a la pérdida de un protón en el
espacio intermembrana (es decir, es como si “devolviésemos” un protón a la matriz), por lo
que perdemos capacidad de fabricar ATP (o, lo que es lo mismo, gastamos ATP: transporte
activo primario). Y por cada ATP que fabriquemos, hemos de introducir un fosfato, eso
quiere decir que este transportador actuará tantas veces como la propia ATP sintasa.
• El ADP y el ATP son intercambiados por otra proteína, la translocasa ATP/ADP, de modo que
por cada ATP fabricado que es exportado de la mitocondria se introduce una molécula de
ADP que pueda volver a ser fosforilada. Ahora bien, el ATP supone la salida de cuatro cargas
negativas, mientras que la entrada del ADP sólo aporta tres, por lo que hay una salida neta
de una carga negativa; eso provoca una disminución del gradiente de carga de los protones,
con lo que éstos pierden parte de su energía potencial y, por tanto, tienen menos capacidad
de fabricar ATP (y, por tanto, también es un transporte activo primario). Sin embargo, el
coste energético de este transportador es mucho menor que el del fosfato. Si el
transportador de fosfato nos “cuesta” un protón, la translocasa nos “cuesta”
aproximadamente un cuarto de protón, quizá algo más (es difícil de cuantificar porque
depende del valor del potencial de membrana, que no es fijo).
• Bien, ha llegado el momento de hacer números. ¿Cuál es el rendimiento energético del
sistema OXPHOS (cadena respiratoria + fosforilación oxidativa)?
• Empecemos recordando el balance de protones de la cadena respiratoria (recordad que el
complejo IV, dada su estequiometría, funciona la mitad de veces que el complejo III, por lo
que sus números los vamos a dividir por dos, es decir, no lo vamos a considerar por molécula
de oxígeno, sino por átomo de oxígeno):
o A partir del NADH: se consumen 12 protones de la matriz mitocondrial:
▪ 10 de ellos son translocados (4 en el complejo I, 4 en el complejo III y 2 en
el complejo IV)
▪ 2 son consumidos en la matriz, para fabricar la molécula de agua del
complejo IV, PERO NO SON TRANSLOCADOS. Por tanto, estos protones
contribuyen la mitad que los otros al gradiente de protones. Es decir:
cuando un protón es translocado, la concentración de la matriz disminuye
en una unidad y la del espacio intermembrana aumenta en una unidad (por
lo tanto cada protón translocado “puntúa” dos veces, el que quita dentro y
el que da fuera). Sin embargo, los protones gastados para fabricar agua, sólo
“puntúan” una vez, ya que quitan protones dentro, sí, pero no los dan fuera.
Por tanto, desde el punto de vista del gradiente de protones, valen la mitad
que los otros.
▪ Como se gastan dos protones para dar la molécula de agua, podemos decir
que el gradiente de protones a partir del NADH es: 10 H + translocados +
2·0,5 H+ gastados  11 H+ “translocados” (es cierto que no se translocan 11
protones en sentido estricto, pero el gradiente de protones varía “como si”
se hubiesen translocado 11).
o A partir del succinato: se consumen 8 protones de la matriz mitocondrial:
▪ 6 de ellos son translocados (4 en el complejo III y 2 en el complejo IV)
▪ 2 son consumidos para fabricar la molécula de agua, igual que antes.
▪ Por tanto, el gradiente de protones a partir del succinato varía de la forma
siguiente: 6 H+ translocados + 2·0,5 H+ gastados  7 H+ “translocados” (igual
que antes, no se translocan 7 protones en sentido estricto, pero el gradiente
de protones varía “como si” se hubiesen translocado 7).
• Y ahora calculemos cuántos protones necesitamos para fabricar un ATP:
o 3 protones para hacer funcionar la ATP sintasa
o 1 protón para el transportador mitocondrial de fosfato
o 0,25 protones para la translocasa ATP/ADP
o Total: 3+1+0,25 = 4,25 H+ / ATP
• Ya sólo nos queda dividir cuántos protones aporta cada sustrato al gradiente por el número
de protones que se necesitan para fabricar un ATP:
o Para el NADH: 11 / 4,25 = 2,59 ATP/NADH
o Para el succinato: 7 / 4,25 = 1,65 ATP/succinato
• Es decir, las relaciones P/O que había determinado Severo Ochoa y no las predichas en un
primer momento (3 y 2)!!! Así que, por norma general, se acepta que las relaciones P/O son
de 2,5 para el NADH y de 1,5 para el succinato, aunque sabemos que estos valores no son
precisos, porque el valor exacto del gradiente de protones puede variar a lo largo del tiempo,
por ejemplo, si varía el potencial eléctrico de membrana, que no depende exclusivamente
de la actividad respiratoria.

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