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• En los seres vivos la fuente de energía está en los electrones de las diferentes moléculas de
nuestro metabolismo.
• Así que vamos a hacer un símil electromecánico: para hacer un trabajo mecánico que
requiere energía (por ejemplo, mover una hormigonera), necesitamos tres elementos clave:
d. Una fuente de electrones: en nuestro caso, los nutrientes ricos en energía que
incorporamos con nuestra dieta.
▪ Pero, por otro, es uno de los enzimas del ciclo de Krebs, el que cataliza el
paso de succinato a fumarato. ¿Recordáis que en el ciclo de Krebs se forma
un FADH2? Pues este FADH2 no “sale” de la reacción como un cosustrato
(como sí hace el NADH), sino que, desde dentro mismo del enzima, cede sus
electrones al componente siguiente de la cadena respiratoria, ganando así
muchísima eficiencia.
o El COMPLEJO III o citocromo bc1. Recibe los electrones de todas las entradas
posibles (aún veremos dos más) y los transfiere hacia el próximo complejo.
• Ahora bien, estos cuatro complejos también necesitan estar conectados por un sistema de
“cables”, ya que no se pueden transferir los electrones de uno a otro. Es decir, necesitamos
algún elemento móvil que permita pasar los electrones de complejo a complejo.
Encontramos dos:
• Se trata del complejo proteico más grande de toda la cadena respiratoria, con
más de 20 subunidades diferentes.
• El centro de unión del NADH está en la cara matricial del complejo I, por lo que
para introducir electrones a la cadena respiratoria por esta vía el NADH debe
estar presente en la matriz mitocondrial, no hay otra solución.
• El centro de unión de la UQ está en el interior de la membrana mitocondrial
interna, que es donde se encuentra la UQ, así que le resulta fácil desplazarse
ENTRE la membrana e ir pasando desde cada una de las entradas hasta el
complejo III, su destino final.
i. El primer electrón sigue lo que podríamos llamar “el camino lógico”: pasa a un
centro ferrosulfurado (llamado el centro de Rieske), de ahí pasa al citocromo c1
y de ahí al centro de unión del citocromo c, que está en la cara externa del
complejo III. El citocromo c, recordad, es una proteína que “surfea” por la cara
externa de la membrana mitocondrial interna y se puede unir al complejo III,
llevándose el electrón que le transfiere el citocromo c1.
v. Uno de sus electrones vuelve a seguir la “vía normal”, de modo que acabamos
transfiriendo dos electrones al citocromo c, tal y como estaba previsto.
vi. Y el otro vuelve a entrar al ciclo Q, pero esta vez no hace falta captar ninguna
UQ, porque ya teníamos la anterior “aparcada” y “semirreducida”. Ahora, este
segundo electrón, acaba de reducirla y esta segunda UQ, ahora en forma
reducida UQH2, sale tranquilamente del complejo III.
vii. Han entrado 2 UQH2 y cada una de ellas ha salido oxidada (UQ)
• Sin embargo, hay ciertas reacciones que producen NADH en el citosol (por ejemplo,
en la glucolisis). ¿Cómo podemos conseguir que ese NADH llegue hasta la cadena
respiratoria? Recordad que el centro de unión al NADH del complejo I está en la cara
matricial de la membrana mitocondrial interna y que esta membrana es
completamente impermeable al NADH.
• Para eso necesitamos una lanzadera (shuttle, en inglés). Las lanzaderas son sistemas
que permiten introducir en la cadena respiratoria electrones obtenidos en el citosol
y cuya finalidad sea energética.
• La primera que vamos a ver es la lanzadera del malato-aspartato. Esta lanzadera
puede ser bidireccional (es decir, tanto permite introducir electrones a la matriz
mitocondrial como extraerlos), pero tiene la ventaja de que los electrones se
incorporan a la cadena respiratoria desde el complejo I y, por tanto, no se pierde el
primer sitio de liberación de energía. Es típica de tejidos con mucha versatilidad
metabólica, como el hígado, o con necesidades relativamente constantes de ATP,
como el corazón.
• Pero, en paralelo a los estudios de Racker en Yale y Lehninger y Kennedy en Oxford, Severo
Ochoa (en la Universidad de Nueva York) estudió de manera directa la eficiencia de la
fosforilación oxidativa.
• Para ello, se preparaba una suspensión funcional de mitocondrias y se iba midiendo el
consumo de oxígeno y la producción de ATP. De esta manera, se podía llegar a lo que se
llamó la relación P/O: cuántos átomos de fósforo se incorporaban al ATP por cada átomo
de oxígeno consumido (o, lo que es lo mismo, por cada par de electrones transferido a lo
largo de la cadena respiratoria).
• Por mucho cuidado que Ochoa pusiera en sus mediciones, los valores que obtenía no eran
los que se habían previsto. Según los estudios de Lehninger y Racker, estos valores deberían
ser 3 para el NADH y 2 para el succinato. A Ochoa sólo le salían unos valores de 2,5-2,6 para
el NADH y de 1,6-1,7 para el succinato. Y, además, estos valores no eran números enteros,
como debería ser si la hipótesis del compuesto X era verdadera.
• La conclusión, por el momento, fue que el sistema de medición de la relación P/O no era lo
suficientemente preciso, se acercaba a los valores verdaderos, pero no los podía determinar
correctamente.
• ¿En qué se basa la teoría quimiosmótica de Mitchell? Existen cuatro requisitos básicos:
o Debe existir un gradiente de protones entre el interior de la mitocondria (baja
concentración) y el espacio intermembrana (alta concentración): el gradiente
químico.
o Debe existir un gradiente de carga eléctrica entre el interior de la mitocondria
(cargado negativamente) y el espacio intermembrana (cargado positivamente): el
gradiente eléctrico.
o La membrana mitocondrial interna debe ser completamente impermeable a los
protones.
o La única manera que tienen los protones de atravesar la membrana mitocondrial
interna a favor de los dos gradientes ha de ser a través de un enzima que aproveche
la energía potencial de los protones (muy alta en el exterior, muy baja en el interior
de la mitocondria) para fabricar ATP.
• Esta conversión de la energía potencial de los protones en energía química en forma de ATP
recibe el nombre de fuerza protón-motriz.
• Según Mitchell, cada complejo de la cadena respiratoria (excepto el complejo II) actúa como
una “bomba” de protones en contra de su gradiente de concentración, pero también en
contra de su gradiente eléctrico. Es un transporte activo primario y como fuente de energía
utiliza la generada por el transporte de electrones. Se forman así los dos gradientes
necesarios para la teoría quimiosmótica: un gradiente eléctrico (el espacio intermembrana
queda cargado positivamente) y un gradiente químico (el espacio intermembrana se hace
más ácido).
• Todos los postulados de la teoría quimiosmótica de Mitchell se fueron comprobando
experimentalmente y todos ellos resultaron ser ciertos.
• Para que el sistema OXPHOS pueda funcionar normalmente, hacen falta una serie de
intercambios en la membrana mitocondrial interna.
• Para garantizar el funcionamiento de la fosforilación oxidativa, se tiene que asegurar la
entrada a la matriz mitocondrial de fosfato y ADP, así como la salida del ATP fabricado. Todo
esto se consigue gracias a dos proteínas transportadoras.
• El transportador de fosfato consiste en un antiporte (intercambio) con un hidroxilo. De
entrada, podría parecer un transportador pasivo, que no gasta energía, pero cuando el
hidroxilo llega al espacio intermembrana, secuestra un protón para dar una molécula de
agua. Es decir, que la salida de un grupo hidroxilo equivale a la pérdida de un protón en el
espacio intermembrana (es decir, es como si “devolviésemos” un protón a la matriz), por lo
que perdemos capacidad de fabricar ATP (o, lo que es lo mismo, gastamos ATP: transporte
activo primario). Y por cada ATP que fabriquemos, hemos de introducir un fosfato, eso
quiere decir que este transportador actuará tantas veces como la propia ATP sintasa.
• El ADP y el ATP son intercambiados por otra proteína, la translocasa ATP/ADP, de modo que
por cada ATP fabricado que es exportado de la mitocondria se introduce una molécula de
ADP que pueda volver a ser fosforilada. Ahora bien, el ATP supone la salida de cuatro cargas
negativas, mientras que la entrada del ADP sólo aporta tres, por lo que hay una salida neta
de una carga negativa; eso provoca una disminución del gradiente de carga de los protones,
con lo que éstos pierden parte de su energía potencial y, por tanto, tienen menos capacidad
de fabricar ATP (y, por tanto, también es un transporte activo primario). Sin embargo, el
coste energético de este transportador es mucho menor que el del fosfato. Si el
transportador de fosfato nos “cuesta” un protón, la translocasa nos “cuesta”
aproximadamente un cuarto de protón, quizá algo más (es difícil de cuantificar porque
depende del valor del potencial de membrana, que no es fijo).
• Bien, ha llegado el momento de hacer números. ¿Cuál es el rendimiento energético del
sistema OXPHOS (cadena respiratoria + fosforilación oxidativa)?
• Empecemos recordando el balance de protones de la cadena respiratoria (recordad que el
complejo IV, dada su estequiometría, funciona la mitad de veces que el complejo III, por lo
que sus números los vamos a dividir por dos, es decir, no lo vamos a considerar por molécula
de oxígeno, sino por átomo de oxígeno):
o A partir del NADH: se consumen 12 protones de la matriz mitocondrial:
▪ 10 de ellos son translocados (4 en el complejo I, 4 en el complejo III y 2 en
el complejo IV)
▪ 2 son consumidos en la matriz, para fabricar la molécula de agua del
complejo IV, PERO NO SON TRANSLOCADOS. Por tanto, estos protones
contribuyen la mitad que los otros al gradiente de protones. Es decir:
cuando un protón es translocado, la concentración de la matriz disminuye
en una unidad y la del espacio intermembrana aumenta en una unidad (por
lo tanto cada protón translocado “puntúa” dos veces, el que quita dentro y
el que da fuera). Sin embargo, los protones gastados para fabricar agua, sólo
“puntúan” una vez, ya que quitan protones dentro, sí, pero no los dan fuera.
Por tanto, desde el punto de vista del gradiente de protones, valen la mitad
que los otros.
▪ Como se gastan dos protones para dar la molécula de agua, podemos decir
que el gradiente de protones a partir del NADH es: 10 H + translocados +
2·0,5 H+ gastados 11 H+ “translocados” (es cierto que no se translocan 11
protones en sentido estricto, pero el gradiente de protones varía “como si”
se hubiesen translocado 11).
o A partir del succinato: se consumen 8 protones de la matriz mitocondrial:
▪ 6 de ellos son translocados (4 en el complejo III y 2 en el complejo IV)
▪ 2 son consumidos para fabricar la molécula de agua, igual que antes.
▪ Por tanto, el gradiente de protones a partir del succinato varía de la forma
siguiente: 6 H+ translocados + 2·0,5 H+ gastados 7 H+ “translocados” (igual
que antes, no se translocan 7 protones en sentido estricto, pero el gradiente
de protones varía “como si” se hubiesen translocado 7).
• Y ahora calculemos cuántos protones necesitamos para fabricar un ATP:
o 3 protones para hacer funcionar la ATP sintasa
o 1 protón para el transportador mitocondrial de fosfato
o 0,25 protones para la translocasa ATP/ADP
o Total: 3+1+0,25 = 4,25 H+ / ATP
• Ya sólo nos queda dividir cuántos protones aporta cada sustrato al gradiente por el número
de protones que se necesitan para fabricar un ATP:
o Para el NADH: 11 / 4,25 = 2,59 ATP/NADH
o Para el succinato: 7 / 4,25 = 1,65 ATP/succinato
• Es decir, las relaciones P/O que había determinado Severo Ochoa y no las predichas en un
primer momento (3 y 2)!!! Así que, por norma general, se acepta que las relaciones P/O son
de 2,5 para el NADH y de 1,5 para el succinato, aunque sabemos que estos valores no son
precisos, porque el valor exacto del gradiente de protones puede variar a lo largo del tiempo,
por ejemplo, si varía el potencial eléctrico de membrana, que no depende exclusivamente
de la actividad respiratoria.