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Depósito:

Concepto: conforme establece el art. 1356 del CCC: "Hay contrato de depósito cuando una da las
partes se obliga a recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y restituirla con sus frutos".

Se trata de un contrato celebrado entre dos partes, el depositante, persona física o jurídica que ha de
transferir la cosa y el depositario, sujeto que se obliga a recibir la cosa, cuidarla, guardarla y restituirla al
final del negocio o a requerimiento del depositante, principal interesado del negocio (sobre todo en el
supuesto del depósito gratuito).

Desde la definición del art. 1356 del CCC entendemos que hay un compromiso inicial por el cual el
depositario se obliga a transferir el bien que será recibido y cuidado por el donatario. Finalizado el
negocio, este último deberá efectuar la restitución al depositante y éste deberá abonar (salvo que sea
gratuito) el precio correspondiente.

En consecuencia, nos inclinamos por la existencia de un contrato bilateral conformado por las
obligaciones recíprocas de las partes.

Ahora bien, conforme establece el art. 1356 del CCC: "Hay contrato de depósito cuando una da las partes
se obliga a recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y restituirla con sus frutos".

Se trata de un contrato celebrado entre dos partes, el depositante, persona física o jurídica que ha de
transferir la cosa y el depositario, sujeto que se obliga a recibir la cosa, cuidarla, guardarla y restituirla al
final del negocio o a requerimiento del depositante, principal interesado del negocio (sobre todo en el
supuesto del depósito gratuito).

Pueden advertirse o colocarse de resalto las siguientes:

a) Este particular contrato admite principal función de guarda. Existen diversas figuras que admiten, de
un modo u otro, el cuidado de la cosa objeto del negocio. Mas, ello no ocurre como aspecto principal e
inmediato sino, más bien, como una obligación secundaria o accesoria. Así en la locación de cosas, el
locatario deberá cuidar del bien mueble o inmueble objeto del negocio. Sin embargo, nadie discutirá que
el objeto reside en el uso y/o goce de la cosa, empero, deberá cuidar de la cosa y sólo se admitirán los
deterioros propios del normal uso. En otro orden, el mandatario bien se le podrá encomendar la venta de
un bien. De igual modo, aunque no sea la prestación principal que deberá ejercer, éste deberá cuidar la
cosa hasta la realización del bien. De la misma manera podría ocurrir en el comodato como préstamo de
uso. El comodatario tiene por objeto un bien mueble o inmueble que utilizará gratuitamente. Sin embargo,
no podrá desentenderse de la guarda de la cosa mientras ejerza su principal derecho de uso.

b) Pueden ser objeto del negocio bienes muebles o inmuebles.

c) En otro orden, también cabe destacar la obligación de restitución que excluye al negocio de los
contratos de disposición y que, como principio general, excluiría la facultad de uso de la cosa salvo
autorización del depositante. Se debe restituir la misma cosa salvo, como se verá más adelante, en el
supuesto de depósito irregular donde bastará con devolver la misma cantidad, calidad y especie de lo
entregado (cosas fungibles, ej. suma de dinero).

d) El negocio se presume oneroso.

e) Son partes el depositante (quien debe entregar la cosa en guarda y, en caso de onerosidad deberá
abonar su precio) y el depositario (quien se obliga al cuidado de la cosa y su oportuna restitución).

CARACTERES

Dentro de las características vinculadas al depósito pueden destacarse:

a) Se trata de un contrato consensual. Se perfecciona con el mero consentimiento o acuerdo de partes.


La fusión de voluntades en una única sobre todos los aspectos del negocio resulta suficiente para su
perfeccionamiento y el nacimiento de los derechos y obligaciones engendradas. Esta característica
resulta un cambio sustancial con la antigua visión del depósito que, como se adelantaba, era un
contrato real.
b) Resulta un contrato bilateral. Existen obligaciones recíprocas donde el depositante se obliga a
entregar la cosa; el depositario a recibirla, guardarla y restituirla en el momento oportuno contra el pago
de precio.

Ahora bien, puntualizamos en que las verdaderas obligaciones del depositario estarán dadas por la
guarda y restitución. El supuesto compromiso de recepción, se trataría más de un deber de colaboración
que una obligación en sí. Dicha situación ocurría con el art. 1323 del Cód. Civil (ley 340) cuando el
comprador se comprometía a recibir la cosa y pagar el precio. Dicha expresión fue mayormente criticada y
se retiró del texto del Código Civil y Comercial que sólo prevé sólo el pago del precio por parte del
adquirente (art. 1123 del CCC).

Finalmente, siempre que se trate de un contrato oneroso (como resulta del principio general) el
depositante deberá abonar el precio por el cuidado.

c) Es un contrato oneroso. Como se precisa en el art. 1357 del CCC, el depósito se presume oneroso.
Ello, en función de la ventaja que las partes persiguen en función del sacrificio al que se someten. Sin
embargo, no hay que soslayar que el contrato también podría ser gratuito. No obstante, la gratuidad
deberá estipularse expresamente. En tal caso el artículo en estudio prevé en su parte pertinente que: "Si
se pacta la gratuidad, no se debe remuneración, pero el depositante debe reembolsar al depositario los
gastos razonables en que incurra para la custodia y restitución".

d) Conmutativo. Las eventuales ventajas o pérdidas se presumen razonablemente conocidas desde el


momento de la celebración del contrato.

e) Resulta un contrato no formal. Como bien es sabido, el contrato que prevé la guarda de un objeto no
se ajusta a formalidad alguna a los efectos de su celebración. Por tanto, regirá la libertad de contratación.
Puede plasmarse verbalmente, por escrito, etc. Sin embargo, en la medida que se instrumente resultará
fundamental a los efectos de una mejor labor probatoria en caso de resultar necesaria la acreditación de
su existencia y alcance. No obstante ello, no debe soslayarse que tratándose de un depósito necesario en
un hotel deben declararse los objetos de valor introducidos por el viajero (art. 1372 CCC). Empero, el
hecho de no informar tal circunstancia no invalida —eventualmente— el depósito sino que relativiza o
excluye la responsabilidad del hotelero.

f) Se trata de un contrato de duración. En función de su esencia, el cuidado de una cosa,


razonablemente la guarda se extenderá en el tiempo, sea el pactado o hasta cuando exija la restitución el
depositante.

g) Podría resultar un contrato de consumo. No puede asimilarse sin más a los negocios masificados.
Como principio general debe admitirse como un contrato paritario aunque no debe descartarse su
calificación como de consumo, principalmente, cuando la figura del depositario pueda calificarse como
proveedor-empresario y el depositante consumidor-usuario en los términos de los arts. 1092 y 1093 del
CCC y exista una verdadera relación de consumo donde el contrato de depósito pueda asimilarse a un
servicio como podría ocurrir con los supuestos de cajas de seguridad en un banco.

h) Es un contrato nominado toda vez que tiene una regulación legal establecida en el Código Civil y
Comercial.

. CLASES DE DEPÓSITOS

6.1. Depósito voluntario. Su subclasificación en regular e irregular

El depósito es voluntario cuando se ajusta a las prescripciones previstas en el art. 1356 del CCC, es
decir, "...cuando una parte se obliga a recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y restituirla
con sus frutos".
El depósito voluntario se contrapone al necesario. El criterio para distinguir uno de otro es la libertad
del depositante para elegir al depositario. Puesto que, en el necesario, como precisaremos luego, el
depositante se encuentra urgido por alguna circunstancia especial (ejs. terremoto, incendio, naufragio,
tumulto, etc.) y no existe —en puridad— una libre voluntad o, quizás, una limitación de ésta, en la elección
de una persona de confianza sino, más bien, un apuro en recurrir en alguien que pueda asistirlo en el
cuidado de su o sus bienes.

Este depósito voluntario a su vez puede clasificarse en regular e irregular. Si bien es cierto que la
sección 2ª del Capítulo 11 sólo precisa sobre el depósito irregular, a contrario sensu, debe interpretarse
que no configurándose el supuesto previsto por el art. 1367 del CCC se entenderá como regular. Dicha
clasificación, además, responde a la típica distinción previa al nacimiento del nuevo Código Civil y
Comercial.

El depósito regular se constituye a partir de bienes muebles no fungibles o inmuebles, donde


culminado el contrato deben devolver las mismas cosas que han sido materia del negocio, cosas ciertas y
determinadas. Cabe destacar que como principio general lo otorgado no podría ser objeto de uso por el
depositario pero nada impide que exista una autorización para ello.

No obstante lo precisado, corresponde aclarar que lo que caracteriza al depósito regular son el tipo de
bienes dado en custodia y no la posibilidad o imposibilidad de uso como muchas veces, de modo
equivocado, se ha referido.

En el irregular (art. 1367 del CCC), el negocio apunta o tiene por objeto las cosas fungibles o
consumibles y que al mismo tiempo representan una equivalencia entre sí. En este caso, el depósito
degenera, como el usufructo imperfecto, como el mutuo, como todos los contratos sobre tales cosas en
una verdadera transmisión de dominio, que solamente da lugar a sustituir esos objetos por otros idénticos.

Reiteramos que en el caso del depósito regular, sin perder su naturaleza de tal y sin llegar a
convertirse en comodato o en contrato mixto de ambos, puede contener una cláusula que autorice el uso
por parte del guardador.

En este orden en el art. 1367 del CCC se expresa que: "Si se entrega una cantidad de cosas fungibles,
que no se encuentra en saco cerrado, se transmite el dominio de las cosas aunque el depositante no haya
autorizado su uso o lo haya prohibido. El depositario debe restituir la misma calidad y cantidad. Si se
entrega una cantidad de cosas fungibles, y el depositario tiene la facultad de servirse de ellas, se aplican
las reglas del mutuo".

Alguna otra precisión que cabe destacar se vincula con las cosas fungibles "que no se encuentren en
saco cerrado". Dicha expresión responde a un tratamiento que con mayor precisión VÉLEZ
SARSFIELD había efectuado en el Código Civil. Allí se puntualizaba (art. 2188) la figura del depósito
voluntario frente a los supuestos del bulto sellado, el saco o la caja cerrada con llave. En estos casos,
resulta claro que si se entregan cosas fungibles como podría ser dinero, nuestra conclusión sería
inmediatamente que se trataría de un depósito voluntario irregular. Sin embargo, si el dinero es entregado
en una caja con un candado, en un maletín con combinación de seguridad, etc. y no se nos entrega la
llave o los datos de la combinación, se transforma automáticamente en un depósito regular. Sólo
podríamos cuidar ese maletín o caja y luego devolverlo ya que no podríamos utilizar o consumir el
efectivo por no tener los medios de acceder a él.

Tampoco quedan dudas que si recibimos dinero en una caja, bolsa, maletín y se encuentra sin llave o
sí están cerrados y se nos entrega la llave o combinación estaríamos frente un depósito irregular.

También debe destacarse que la finalidad podría definir el tipo de depósito. Si pensamos en un bien
como el vino, no dudaremos tampoco en considerarlo fungible y consumible. No obstante, si se entrega
una botella de vino muy añeja para exhibición, dicha finalidad impedirá a todas luces la posibilidad de
consumirlo, por lo que nuevamente ante una cosa fungible y consumible se configurará un depósito
regular.

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