Está en la página 1de 2

Análisis exegético sobre la Metodología Activa para la Enseñanza del Derecho

UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA, CENTRO UNIVERSITARIO DE


OCCIDENTE
CURSO: DERECHO DEL TRABAJO I
QUINTO SEMESTRE, SECCIÓN “D”
DOCENTE: LIC. ROCAEL SANTOS PÉREZ
EQUIPO NÚM. 5 COORDINADOR: ÁNGEL JOAQUÍN SALAZAR VILLAGRÁN
INTEGRANTES NIAV: 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76

En nuestro caso, existen dos posturas fuertemente divididas con respecto a si la


Metodología Activa para la Enseñanza del Derecho (previamente explicada a detalle)
puede ser efectiva o no.

En un primer escenario, analizamos la efectividad de esta metodología para las clases


presenciales. Nos encontramos con que la mayoría de nuestro equipo estuvo de
acuerdo en que podría ser efectiva. Tomando en cuenta que la participación activa de
todos los estudiantes en tiempo real; el aprovechamiento de herramientas físicas como
los proyectores y computadoras portátiles; herramientas digitales tales como los
programas de Word, Excel, Power Point, etc.; la creación de foros, conferencias con
ponentes del Derecho; y, en fin, la utilización de cada uno de los elementos
enumerados en la metodología, no solo figuran por su utilidad, sino por su efectividad
en el marco de una clase presencial.

Sin embargo, las discrepancias comenzaron cuando trasladamos ese escenario a uno
mucho más actual y más conocido por nosotros, el de las clases virtuales.

Por un lado, consideramos que la metodología en sí misma, es efectiva. En múltiples


ocasiones nos hemos demostrado a nosotros mismos, que el diálogo y el debate, los
foros, los trabajos de equipo y el repaso activo en clases presenciales funciona, ya que
aumenta la retención sobre la información y la comprensión. Los problemas comienzan
cuando intentamos trasladar esos elementos al entorno virtual. En primer lugar, muchos
de nosotros tenemos un grave problema con respecto a la conectividad. Para entrar a
clases, es necesario utilizar programas virtuales como “Google Meet”, “Microsoft
Teams” y otros; programas, que requieren de una alta cantidad de datos de internet (en
los casos donde no se tiene el privilegio de un “modem” de internet fijo). Agregamos la
dificultad de aprovechar una computadora portátil o de escritorio propia, o ya no
hablemos, de no tener un celular propio. El hecho de esperar a que la conexión de
internet funcione para poder entrar a las clases, aunado a los problemas de audio y
video, obstaculizan la efectividad del método.

Otros problemas que encontramos en este escenario virtual, es el papel que ejercen los
estudiantes y los maestros en conjunto: lo cierto es, que para algunos catedráticos la
transición entre la modalidad presencial a la virtual todavía está en proceso de
concretizar, y sus efectos en ocasiones, son palpables. Momentos en los que, por
ejemplo, las clases empiezan más tarde del horario previsto; o que algunas
herramientas como la cámara y el audio no funcionen debido a una mala configuración;
etc. En el caso de los estudiantes, encontramos que la mayoría siente desinterés y/o
apatía frente a estos problemas y frente a esta modalidad. Siendo este un escenario
completamente distinto, en los que los estudiantes conocen y manejan estas
herramientas a la perfección, pero deciden no aprovecharlas (al menos, para el uso
que se les insinúa).

Así, algunas técnicas como los foros y las conferencias, o los debates en grupos, no
hablemos ya de las prácticas procesales en los juzgados, son difíciles de aplicar. Así la
participación de los estudiantes se compromete, así como la flexibilidad y el control del
catedrático sobre la clase.
En segundo lugar, otros consideramos que la efectividad de la metodología en el
escenario virtual, ajeno a los contratiempos que puedan suscitarse en este entorno, sí
puede ser efectiva. Explicamos que la presencia de los problemas mencionados
anteriormente (conectividad, desinterés y falta de emoción por el estudio,
desconocimiento de las herramientas digitales, etc.) pueden ser fácilmente
sobrepasados con la utilización de esta metodología más algunos cambios. Admitimos
que muchos de los catedráticos incluidos en la nómina actual de la universidad, ya
manejan correctamente las herramientas digitales mencionadas, y que incluso hay
casos en los que este manejo supera lo ordinario, aprovechando el uso de cada uno
para ofrecernos una experiencia más dinámica y divertida (sin sacrificar el objetivo
principal, que es hacer comprender la realidad nacional y los conceptos e instituciones
del Derecho en cada una de sus ramas). Ya no están los foros y las exposiciones con
cartulinas frente a un pizarrón; ahora, están las presentaciones hechas por Power
Point, programas que simulan un pizarrón que facilita a cada estudiante la creación de
notas y comentarios.

Mencionamos la oportunidad que tiene cada estudiante en este entorno, no solo para
aprovechar las herramientas digitales que cada día crecen exponencialmente;
hablamos de cómo cada estudiante puede aprovechar y organizar mucho mejor su
tiempo, cuando algunas situaciones como el transporte y la distancia entre el hogar y el
centro universitario ya no existen. Es mucho más práctico, recibir clases desde nuestro
hogar o, inclusive, desde nuestro lugar de trabajo, teniendo a la mano nuestros códigos
en físico, nuestros apuntes, sin mencionar la comodidad de estar sentados en nuestros
salones, o habitaciones según el caso.

Discrepamos sobre la supuesta distancia que surgen entre el estudiante y el profesor,


que consideramos es inexistente. La presencia de estas dificultades generadas por la
epidemia del SARS-CoV-2, no pueden distanciar mucho a los estudiantes y
catedráticos, cuando es esta relación la que facilita el desarrollo de las clases tal y
como las conocemos. Dinamiza no solo el uso de prácticas antiguas (foros,
conferencias, debates), sino la imaginación de cada uno para desarrollar nuevas
prácticas o mejorar anteriores (conferencias hechas por ponentes del Derecho en sus
propios hogares, participación visual en debates públicos a través de las herramientas
virtuales, videos-exposiciones, utilización de las redes sociales como herramientas de
investigación activa, etc.).

Recordemos que algunos de los puntos esenciales de la metodología activa es la


participación del estudiante y la guía controlada del catedrático. Sin disciplina, el
estudiante no puede desarrollarse correctamente, ni en un entorno virtual ni en uno
presencial. Y sin la motivación de repasar y conocer nuevas herramientas o prácticas,
el catedrático no puede cumplir con su tarea que es la de enseñar. Esto constituye una
experiencia inédita, que invita a reflexionar acerca de cuál es el grado de penetración
real de los entornos virtuales en la enseñanza jurídica y qué propósitos se han
perseguido con su implementación. Con la oportunidad de que pueden plantearse
ideas, vinculadas a las condiciones que deben atenderse para que la invasión de la
virtualidad en la enseñanza del Derecho se haga con un sentido verdaderamente
innovador.

Resumiendo, el gran aporte de la virtualidad que puede hacerse a la enseñanza


jurídica, radica en cómo pueden acercarse a los estudiantes y a los profesores, y cómo
pueden ayudar a construir aprendizajes más íntegros, eficaces, cooperativos y
creativos. Esto con el fin de contribuir al logro y la obtención de los objetivos centrales
del aprendizaje del Derecho, que es conocer la realidad sobre la que operan las
normas y principios jurídicos, aplicarlas fundadamente y tomar decisiones frente a
casos y problemas sociales y concretos; que, recordemos, forma parte de los objetivos
de la metodología activa.

También podría gustarte