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Análisis de la película Birdman

Simental Padilla Cindy Lipys


Grupo: 2-01

Birdman relata la historia de Riggan Thomson (Michael Keaton), un actor cuyos


mejores días han quedado atrás. Su fama llegó hace más de 20 años cuando
interpretó a un superhéroe en el cine, pero después de sentirse encasillado luego
de hacer tres películas del personaje, decidió renunciar, y años después, busca
alejarse lo más posible de su vieja imagen al adentrarse en el teatro en Broadway,
haciendo las veces de hombre orquesta produciendo, escribiendo, dirigiendo y
estelarizando una obra, con todas las complicaciones que eso conlleva. Desde
lidiar con el difícil actor Mike Shiner (Edward Norton), tratar de acercarse a su hija
recientemente salida de un centro de tratamiento de adicciones y que ahora hace
las veces de asistente (Emma Stone), así como mantener a las otras dos actrices
motivadas para realizar la puesta en escena mientras batallan con sus propios
conflictos (Naomi Watts y Andrea Riseborough).

Desde el primer segundo de la imagen que se tiene en pantalla, es cuando se


empieza a mostrar a los personajes que formaran parte de la historia. El primero
que aparece en pantalla, es el protagonista de la historia, Riggan Thomson. Está
en una habitación solo, pero hablando con otra persona que es su otro yo, sobre
cómo han podido acabar en aquel lugar. El personaje esta en un trance ya que, en
pantalla, aparece levitando. Esto termina cuando su hija Sam le hace una llamada
por Skype, ella empieza a gritarle diciendo que odia todo lo que la rodea,
incluyendo su trabajo y así evitando que su padre pueda responderle algo.

La dificultad de Birdman radica en dar la sensación de un único plano secuencia,


es decir, como si no existieran cortes entre tomas o escenas. Se llegaron a rodar
algunas tomas de hasta 15 minutos de duración y, para ello, era necesario cuidar
de forma meticulosa la iluminación.

 
Crear la sensación de un único plano en el film no se hizo de forma aleatoria, sino
que es realizado con la finalidad de incrementar la sensación del peso del azar
sobre nuestras vidas. No se persigue mostrar un momento aislado en el tiempo,
sino la completa secuencialidad de las acciones para una comprensión total de la
importancia del proceso acción-reacción. Sonido y movimientos de cámara van
unidos de la mano, al igual que los diálogos y los ademanes escénicos de los
protagonistas de la película y la obra. Todo es una coreografía en la que la música
de percusión extradiegética acompaña cada escena, con el fin de incrementar la
dramatización misma. Dicha coreografía no podría llevarse a cabo sin esa única
toma en la que se desarrolla toda la trama: “Plano de duración extensa en el que
el significado de la escena proviene del movimiento y de la acción que queden
dentro de cuadro y no del paso de un plano a otro. La cámara puede moverse
para seguir la acción, pero es el público el que descubre el significado, en vez de
que el montaje lo descubra por él”.

La intención del realizador es, desde un principio, mostrar los temores internos del
protagonista a través del objetivo de la cámara con el mayor nivel de realismo
posible. De esta forma se revelan al espectador una serie conflictos internos entre
el protagonista y su ‘ego’ interior, que surgen de su temor al fracaso y a ser
olvidado por los demás; de la necesidad inherente de ser amado y admirado por el
mayor número de personas como única forma para ser feliz.

Como modo de resumen de todo lo anteriormente analizado, la unión de largas


tomas para aparentar una única secuencialidad en el film (secuencialidad o
linealidad como ‘la vida misma’ o ‘realidad’), y las influencias del amor carveriano
en la trama de los personajes, han sido elementos claves para otorgar a la obra un
mayor nivel de realidad y credibilidad, y permitir así un mayor entendimiento y
empatía por parte del espectador hacia los rincones más recónditos del alma de
los personajes.

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