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El monopolio comercial español: teoría y realidad1

El monopolio comercial español impuso dos restricciones: a) la limitación de su


ejercicio a un solo lugar, Sevilla, concentrando en él todos los organismos encargados de
llevarlo a la práctica, y b) la reserva del derecho a comerciar y a pasar a Indias -lo cual era
tenido como un privilegio concedido por la Corona- a los súbditos de la Monarquía,
prohibiendo, en principio, la presencia de extranjeros y de disidentes étnico-religiosos.

Desde luego, el sistema de puerto único facilitaba notablemente el control del


tráfico comercial y de la recaudación fiscal del territorio colonial. La Casa de Contratación,
concebida como el instrumento clave del monopolio, recibió atribuciones variadas y
complejas, pero fundamentalmente fue la encargada de administrar y supervisar todo lo
relativo al control del comercio y la navegación. Estas funciones aduaneras y de gestión del
tráfico incluían, además de otras muchas, la severa vigilancia del oro y la plata y su
acuñación en la Casa de la Moneda de Sevilla.

En busca de mayor seguridad y eficacia en la travesía atlántica, el monopolio


también contó con una peculiar organización del tráfico. Durante las primeras décadas el
comercio se valía de embarcaciones que partían sueltas o en improvisados convoyes que
pocas veces llevaban escolta armada. Esta fórmula no garantizaba un tráfico seguro y
regular, así que a medida que iba quedando atrás la fase de conquista y simple depredación
de las Indias y con el incremento del comercio y la emigración, se hizo forzoso regular las
comunicaciones y organizar su defensa.

Fue por este motivo que en 1561, el rey Felipe II para evitar los constantes ataques
a los barcos que transportaban oro y plata americana por parte de los corsarios y piratas,
principalmente ingleses ordenó que "cada un año se hagan y formen en el Río de la ciudad
de Sevilla, y puertos de Cádiz y Sanlúcar de Barrameda, dos Flotas y una Real Armada
que vayan a las Indias: la una Flota a la Nueva España, y la otra a Tierra firme." Así
quedó establecido el llamado sistema de "flotas" y "galeones".

Una de estas flotas partía en abril, y la otra en agosto. En ambos casos la flota,
custodiada por varios galeones, llegaba unida hasta las Antillas, y a la altura de Puerto

1
Texto elborado sobre la base de Oliva Melgar, José María. "Realidad y ficción en el monopolio de Indias:
una reflexión sobre el sistema imperial español en el siglo XVII." Manuscrits 14 (1996): 321-355.
Rico se dividiría en dos: una hacia Nueva España y la otra a Tierra Firme donde cargaban
el metal precioso extraído en las minas americanas y desembarcaban los productos llevados
desde España para su distribución en el continente. La de Nueva España atracaba en el
puerto de Veracruz (México), y la de Tierra Firme en Portobelo y Nombre de Dios
(Panamá) para luego, utilizando el Camino Real, atravesar el istmo de Panamá y conectar el
Mar Caribe con el océano Pacífico.

Flotas y Galeones

Detalle del Camino Real, desde Portobelo / Nombre de


Dios hacia el Pacífico
Pero entre el monopolio teórico y el real había un abismo que se iría profundizando
debido al contrabando, el fraude, el comercio directo desde otros puertos europeos y el
tráfico intercolonial. En la realidad, el monopolio hispano con sede en Sevilla estaba
controlado y dominado por un conglomerado de mercaderes españoles, americanos y
europeos que actuaban por encima de cualquier naturaleza de origen.

Lejos de sus objetivos originales, Sevilla cumplió la función de reexportar


productos europeos hacia América y de canalizar plata y otros productos coloniales hacia
Europa y el resto del mundo. Si bien la corona se garantizaba de este modo importantes
ingresos que provenían del cobro de impuestos, los grandes beneficios fueron para el
capital mercantil que sostenía los pilares del puente que permitía saltar el Atlántico y llevar
a cabo la verdadera explotación económica internacional de las Indias.

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