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Principios procesales en el proceso por audiencias.

El nuevo escenario. La tecnología aplicada al proceso. Las reglas y principios.

Autor: Ángel Fermín Garrote (h)1

Introducción.

Sin que estuviera en los planes de la comunidad judicial, la devastadora pandemia

COVID19, tuvo como positivo efecto colateral el de provocar una acelerada maduración

de la aplicación en la gestión y en los sistemas de procedimiento, de gran parte de las

ensayadas tecnologías y reformas procesales.

Hasta entonces, con insistencia, se venía abogando sobre la necesidad y beneficios

de incorporar no solo nuevas técnicas de soporte sino también otros esenciales cambios.2

En lo que refiere al diseño de las estructuras procesales, se ha trabajado en pos de

la simplificación, la economía y la celeridad en todos los modelos y el reforzamiento de

las pautas de concentración, inmediación y publicidad, sobre la base del probadamente

eficiente proceso por audiencias, identificado – por sus actos centrales – con la oralidad.

La experiencia en jurisdicciones comparadas, ha puesto a la oralidad y,

específicamente al proceso por audiencias en distintas versiones, como una importante

herramienta para mejorar la función judicial, con mayor o menor éxito según la forma en

1 Profesor titular de Teoría del Derecho Procesal, Derecho Procesal I, Derecho Procesal Aplicado y Derecho Procesal

III (Constitucional) en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.
2
Los ejes que motorizaron planes de reforma – muchos de ellos concretados - en líneas generales han sido la coherencia
sistémica del régimen procesal con las normas constitucionales y el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, la
simplificación y estandarización de los trámites, el diseño de nuevas y eficientes estructuras procesales, la mejora en la
gestión, separando las funciones jurisdiccionales y administrativas, los mecanismos y técnicas de desjudicialización, la
implementación de la oralidad y los procesos concentrados, la implementación de modelos flexibles que permitan
adaptar el procedimiento a los requerimientos del caso y a las necesidades y disponibilidades de los distintos ámbitos
geográficos; herramientas que, respetando el derecho de defensa de las partes, permitan al juez tomar decisiones que
brinden respuestas extraordinarias ante situación extraordinarias, modernización de los actos de comunicación,
aplicación de las modernas tecnologías, adaptación del sistema cautelar, los procesos urgentes y los medios de
impugnación a los requerimientos modernos, entre otros correlativos o conexos.
que se la ha aplicado y el sostenimiento en el tiempo de algunas exigencias básicas de

sustentabilidad.

Junto con Masciotra, cuyas reflexiones hacemos propias, entendemos que “el

proceso por audiencias coadyuva a garantizar la satisfacción de los principios de

inmediación, concentración, transparencia, celeridad, economía, buena fe, publicidad y

flexibilidad en la aplicación de las normas procesales, privilegiando el resultado útil de

la jurisdicción, y asimismo permite a los jueces asumir en forma efectiva un rol activo en

la sustanciación de los procesos civiles, especialmente en la producción de las medidas

probatorias a fin de que el pronunciamiento que se dicte se fundamente en la realidad de

los hechos litigiosos.3

La experiencia ha demostrado que, para ello, han de plantearse normas tendientes

a facilitar a los magistrados avocarse a las tareas esencialmente jurisdiccionales,

quedando en manos de otros funcionarios o de oficinas de gestión, la masividad de

trámites y actos de administración del proceso que requieren otro tipo de respuestas,

diferentes a las clásicamente concebidas, dando cabida a un área de administración y

coordinación, usualmente viabilizada en las denominadas Oficinas de Gestión Judicial

(OGJ)

En este contexto, el mundo procesal ha venido trabajando hace décadas en el

mejoramiento de las técnicas procesales, en el rediseño de tradicionales institutos y

principios y en la implementación de nuevos sistemas.

Desde ya, merece aclarar que la referencia a la oralidad supone no solo audiencia

e inmediación, sino fundamentalmente también, concentración y publicidad.

3 Mario Masciotra “Oralidad en la prueba en el Proceso Civil y el ejercicio oficioso de los poderes-deberes probatorios”

www.saij.gob.ar Id SAIJ: DACF200247


Veremos también como, con apoyo de las nuevas tecnologías, se ha generado un

notorio avance en economía de recursos e infraestructura

Así ha sido que, en nuestro medio, a partir de la implementación de lo que se

denominó la “Oralidad Efectiva”, impulsada a partir del exitoso programa “Justicia

2020” y la colaboración directa de gobiernos y poderes judiciales de todo el país, se

instauro – en general sin reformas legales – un procedimiento concentrado por audiencias,

quedando en claro que la corriente que lo impulsó, venía generada antes de las medidas

de aislamiento y distanciamiento social impuestas por el Estado y que sus resultados

fueron, realmente alentadores.

El proceso por audiencias.

Se trata el analizado, de un esquema de procedimiento concentrado - similar al

previsto ya en “El Código Procesal Civil Modelo para Iberoamérica” publicado en

marzo de 1988 por el Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal - y sostenido sobre

sus líneas directrices en el Programa del Ministerio de Justicia de la Nación al que nos

hemos referido en otro aporte , conforme al cual, la etapa instructoria de introducción de

hechos y prueba es escrita y contiene como “núcleo” a la audiencia preliminar y una final

de vista de causa. Presupone especiales prerrogativas y protagonismo fundamental del

magistrado en orden a conciliar, fijar hechos de debate y prueba

Entre otros centrales fundamentos, el prestigioso foro, recomendaba hace décadas

que “Debe procurarse la efectiva realización de los principios de publicidad,

inmediación y concentración; para ello la oralidad resulta el sistema más eficaz.”4

4
EL CODIGO PROCESAL CIVIL MODELO PARA IBEROAMERICA HISTORIA - ANTECEDENTES -
EXPOSICION DE MOTIVOS BASES PARA LA PREPARACION DEL CODIGO PROCESAL CIVIL (Texto
aprobado) Bases generales comunes para códigos latinoamericanos de Procedimiento Civil
http://www.politicaeprocesso.ufpr.br/wp-content/uploads/2017/02/cpcmodeloespanhol.pdf
Las pautas que se vienen ajustando para el especial proceso, que combina estadios

escriturales y fases orales, presupone que la demanda y la contestación sean escritas y que

la prueba deba ser ofrecida en esos actos – hoy en formato digital y con presentación

mediante sistemas informáticos - para luego, antes, durante o, después de la audiencia

preliminar o de inicio, puedan ampliarse otros medios, en función de las posiciones

fácticas y los propuestos por las partes.

De tal forma, el material probatorio se puede ir incorporando “paso a paso”, en

varias oportunidades: a) como prueba anticipada o en el marco de medidas preparatorias

o preliminares; b) al promover la demanda; c) al contestar la demanda; d) luego de

contestada la demanda mediante un traslado complementario; e) en una oportunidad

especialmente establecida antes de la audiencia preliminar; f) en esa audiencia inicial.

Así, la prueba se va integrando al proceso a partir de la inicial proposición de las

partes, la actividad complementaria que generan las “réplicas” en el debate sobre los

hechos, la fijación y determinación de su objeto a partir de la interacción del Juez y las

partes en las audiencias preliminares, el proveimiento del tribunal y las denuncias

posteriores que puedan introducirse sobre situaciones fácticas sobrevivientes a la

instancia.

Los estadios referidos, son propios de los procesos orales o mixtos, en los que -

como se ha dicho- median situaciones de debate y prueba que ameritan el despliegue de

tal actividad puesto que, en los puramente escritos, aplicables tradicionalmente a aquellos

conflictos en los que media prueba preconstituida, documental, instrumental o conflictos

solo de derecho, la actividad instructora de la instancia se concentra en la demanda y su

contestación, amén del aporte de la prueba al inicio del estadio respectivo.


Consecuentemente, siendo que los principios que recepta en general el

ordenamiento legal y la jurisprudencia, se vinculan con los sistemas estructurados en

función de todas las instancias escritas, para los esquemas orales o intermedios, han sido

imprescindibles funcionales flexibilizaciones y adaptaciones.

Con esa impronta, todos los agentes del sistema judicial, incluidos especialmente

los ciudadanos, recibieron y accionaron con gran entusiasmo la implementación de este

nuevo esquema, que constituyó de alguna manera un ajuste de las viejas fórmulas de

procesos escritos, contenidas en todos los digestos legislativos.

Rápidamente, el fenómeno se expandió por toda la república, aplicándose las

nuevas técnicas a partir de reglamentaciones y acordadas de los Poderes Judiciales.

A ello se sumó una sinergia de gran proactividad de jueces, abogados,

funcionarios y litigantes, mediante la participación no solo en las distintas etapas del

proceso, sino además y – especialmente – en la generación de protocolos de gestión de

trámite y prueba junto con la instalación, en muchas jurisdicciones – como se ha dicho -

de Oficinas de Gestión Judicial.

En buena síntesis de lo que era necesario, ya hemos citado antes a Berizonce quien

ha explicado que "la adquisición del proceso por audiencias supone una transformación

revolucionaria del enjuiciamiento civil porque posibilita en el marco dialogal la

actuación de los principios y reglas procesales fundamentales de inmediación,

publicidad, instrumentalidad, adecuación de las formas, paridad de armas entre las

partes que se convierten en colaboradores indispensables por el logro de la justa

composición del conflicto".5

5 BERIZONCE, Roberto, “Colaboración procesal, método del contradictorio y régimen de la prueba en el proceso por

audiencias” Revista de Derecho de Daños, 5 (2002), p. 121


En ese derrotero, concomitantemente al panorama incierto de aislamiento y

distanciamiento padecido, como resorte indispensable para la continuidad del servicio

judicial, se habilitaron sistemas de gestión informática, notificaciones electrónicas,

digitalización de trámites y expedientes, aplicación de firma electrónica y digital, entre

otras eficientes innovaciones que, inexplicablemente habían quedado postergadas.

En poco tiempo, se pudo interactuar en forma remota y telemática con juzgados y

oficinas públicas, realizar todo tipo de actos procesales mediante correo electrónico o

acceso a los sistemas informáticos de los Poderes Judiciales, todo con plena validez y

eficacia.

Si bien mediaron naturales escoyos o dificultades, estos se fueron superando de

manera efectiva mediante reelaboración de procedimientos y regulaciones especiales que

posibilitaron un verdadero nuevo escenario.

En la provincia de Santa Fe, según explica Gabriel Abad, “Luego de la

suscripción del Convenio de Asistencia y Cooperación recíproca para la implementación

de la oralidad en los procesos civiles y comerciales de la justicia santafesina, en fecha 5

de diciembre del 2017 tuvo lugar el dictado de la Acordada 48/2017 de la Corte Suprema

de Justicia de Santa Fe. Dicho acto dispone la aplicación un protocolo de actuación

tendiente a la implementación de la oralidad efectiva, recomendando a los jueces

acordados en el taller para magistrados llevado adelante los días 28 y 29 de noviembre

del 2017, que dispongan la implementación a partir del 9 de abril del 2018. Cabe señalar

que el referido protocolo de actuación, no innova en materia normativa, sino que propone

la incorporación de nuevas pautas de gestión y actuación judicial, las que en rigor no

constituyen sino potestades, atribuciones y deberes que expresa o implícitamente se

encuentran insertos en las propias normas procesales hoy vigentes. Es decir que aún sin
la existencia de una reforma legislativa ritual (la cual incluso se encuentra en estudio y

proyección con similar sentido), y sin la modificación de los recursos y medios

disponibles, se promueve a partir de la gestión e impulso judicial, la modificación de

prácticas procesales en miras a lograr un proceso eficaz que pueda brindar la necesaria

tutela judicial efectiva.6

Las conclusiones del XXX Congreso Nacional de Derecho Procesal, corroboran

lo expresado precedentemente y constituyen un indispensable apoyo para avanzar en el

ajuste de la debida implementación de esta estructura procesal: “El proceso por

audiencias, como estructura de debate que pone énfasis en el método de la oralidad con

inmediación y concentración, y cuenta con registro audiovisual para la conservación de

los actos orales, ha demostrado a partir del Proyecto Oralidad Efectiva del Ministerio

de Justicia y DDHH de la Nación, sus virtudes comparativas en relación a los procesos

de conocimiento escritos, tanto en la celeridad de los procesos, como en la calidad de la

prueba que se produce y de la sentencia, contribuyendo a la mayor transparencia y

legitimación de las decisiones judiciales.” 7

El soporte tecnológico de los cambios.

Más allá de los resultados externos producidos, es decir, los referidos a la

celeridad de los trámites, la mejora en la calidad de gestión y la mayor eficacia del

servicio, se vienen generando notables cambios internos en los procesos.

En forma premonitoria, hace más de dos décadas Enrique Falcón sostenía que “El

derecho – que en algún momento pudo vanagloriarse de ser la fuente y la guía de la

6 Abad, Gabriel O. “Implicancias de la acordada 48/2017 de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe:
El inicio de la experiencia de la oralidad en los procesos civiles y comerciales” www.microjuris.com.ar Doctrina Cita:
MJ-DOC-13537-AR||MJD13537
7 Conclusiones del XXX Congreso Nacional de Derecho Procesal, San Juan 2019 Comisión 2 (CIVIL) “Nuevas

Estructuras Procesales”
investigación y la formación científica – se ha transformado en un receptor tardío de los

conocimientos científicos y de la aplicación de las técnicas más avanzadas que se produjo

en el siglo XX, especialmente, en función del proceso” 8

Ello así, con motivo de la regulación legal del documento digital, la firma

electrónica, la gestión remota, la realización de actos mediante aplicaciones informáticas

y otras tecnologías, en gran medida, las prácticas y formas reguladas por los Códigos

Procesales, han quedado afectadas ostensiblemente o reformadas y, en ciertos casos,

sustituidas.

La fertilidad con que se concretaron los cambios, contó con el imprescindible

soporte de la ley y, en especial, del Código Civil y Comercial de la Nación que trajo

consigo al derecho privado, las nuevas tecnologías.

Como uno de los primeros “hitos”, ya en noviembre de 2001 el Congreso

Argentino dictó la ley 25.506 de Firma Digital (LFD), mediante la cual se reconoció la

validez –entre otros instrumentos- del documento digital y de la firma digital, así como

su eficacia y su equivalencia con el documento material y la firma ológrafa, en las

condiciones allí establecidas

En consonancia, el nuevo régimen Civil y Comercial, estableció que “la expresión

escrita puede tener lugar por instrumentos públicos, o por instrumentos particulares

firmados o no firmados, excepto en los casos en que determinada instrumentación sea

impuesta. Puede hacerse constar en cualquier soporte, siempre que su contenido sea

representado con texto inteligible, aunque su lectura exija medios técnicos”. (Art. 286

CCyC)

8 Falcón, Enrique, “Tratado de las pruebas”, Astrea, tomo I, pág. 355


Asimismo, y entre muchas otras referencias, el art. 1.106 del CCyC, ubicado en

lo relativo a los Contratos de Consumo, dispone que “siempre que en este Código o en

leyes especiales se exija que el contrato conste por escrito, este requisito se debe entender

satisfecho si el contrato con el consumidor o usuario contiene un soporte electrónico u

otra tecnología similar”.

Dicha equiparación fue también incorporada en el Código Penal, cuyo art. 77,

según redacción de la ley 26.733, actualmente dispone que “el término ‘documento’

comprende toda representación de actos o hechos, con independencia del soporte

utilizado para su fijación, almacenamiento, archivo o transmisión”.

Consolidando el régimen legal, el Estado Nacional adoptó un sistema informático

uniforme para generar firmas digitales - constituido por un conjunto de hardware,

software, políticas y procedimientos que incluye criptografía asimétrica de clave pública.

Básicamente, la “Infraestructura de Clave Pública” (identificada

internacionalmente como “PKI”) genera dos claves distintas pero vinculadas

matemáticamente entre sí, una de las cuales –la que se utiliza para “firmar”- se mantiene

en privado, y la otra –la que se utiliza para “validar la firma”- se hace pública. Participan

“terceros de confianza”, también llamados en este caso “certificadores”, a los efectos de

llevar adelante un procedimiento de vinculación entre las claves referidas y su titular; y

adicionalmente quedan marcas para el caso en que alguien o algo modifique el documento

digital firmado luego de su emisión. 9

9 Puede consultarse sobre el tema el profundo análisis realizado en Revista Derecho y Nuevas Tecnologías SANTIAGO
J. MORA Letras de cambio, pagarés y cheques no cartulares, electrónicos o digitales
https://udesa.edu.ar/sites/default/files/revistardyntnro1.pdf
No puede dudarse que estas innovaciones tecnológicas han impactado en el

proceso, en las técnicas de litigación, en la instrumentación de los actos y con ello, en la

asimilación y aplicación de los tradicionales principios.

La afectación de los principios y reglas técnicas

He de referirme en este aporte a la incidencia de este nuevo escenario respecto de

los principios y reglas propias de los procesos concentrados por audiencias, identificados

como “orales”.

El foco entonces está, fundamentalmente, en los postulados beneficios de la

concentración, la publicidad, la inmediación y la economía procesal que involucra el

escenario de los sistemas orales de juicio y su redimensionamiento a partir de las

tecnologías aplicadas al dinamismo del proceso judicial, la instalación de la gestión

remota y la digitalización de actos y trámites.

Junto con ellos, debe ser la revisión del sistema acusatorio para posibilitar, sin

implicancias constitucionales, un mayor poder del magistrado a la hora de gestionar el

proceso.

A esta altura del relato, estamos en condiciones de afirmar que las innovaciones

que ha producido el fenómeno de modernización tecnológica del proceso, involucra una

reconsideración de determinados principios procesales.

Probado está por lo demás que, sin este reforzamiento de las facultades judiciales,

el sistema carece de eficacia.

Claramente, el activismo judicial ha sido el resorte apropiado para adaptar las

muchas veces desactualizadas o rígidas formas a los requerimientos propios de las

pretensiones o tutelas que se plantean.


Como apoyo indispensable de esa postura, hemos destacado la incidencia del que

denominamos principio de “funcionalidad constitucional del proceso”10, con el eje

sentado en la venerable doctrina de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación11,

conforme a la cual, donde hay un derecho tiene que haber un procedimiento para hacerlo

valer.

En definitiva, como enseñara Joaquín V. González, citado por la Corte para

consolidarlo: "No son, como puede creerse, las declaraciones, derechos y garantías

(contenidas en la Carta Magna), simples fórmulas teóricas: cada uno de los artículos y

cláusulas que las contienen poseen fuerza obligatoria para los individuos, para las

autoridades y para toda la Nación. Los jueces deben aplicarla en la plenitud de su

sentido, sin alterar o debilitar con vagas interpretaciones o ambigüedades la expresa

significación de su texto. Porque son la defensa personal, el patrimonio inalterable que

hace de cada hombre, ciudadano o no, un ser libre e independiente dentro de la Nación

Argentina" 12

A partir de allí, tanto el Superior Tribunal de la Nación, como los Tribunales

inferiores del país han ido definiendo nuevos mecanismos de tutela y mejorando los

esquemas tradicionales con el norte de una “tutela material efectiva”13

Claro está que esta influyente postura, debe ser ejercida bajo el prisma de los

fundamentos constitucionales del proceso, concebidos estos como la efectividad de la

garantía de imparcialidad en todos sus aspectos e implicancias, la igualdad ante la ley, la

10 Concebimos al “Principio de funcionalidad constitucional del proceso” como aquella pauta ordenatoria, emanada del

plexo normativo constitucional, que impone la instrumentalidad funcional y utilidad real de las estructuras procesales
para la tutela y satisfacción de los derechos y garantías consagrados en la Carta Magna.
11 “Siri, Ángel S.”; “Kot, Samuel S.R.L.” CSJN
inviolabilidad del derecho de defensa en juicio y la preeminencia en la tutela de los

derechos humanos.

Tanto para posibilitar soluciones urgentes y obtener una tutela material, como para

evitar la desnaturalización de las formas o su uso “anti funcional” o abusivo, el rol del

juez interesado, atento, activo, ha sido determinante.

Para comprender el ejercicio de dicho rol, esclarecedoras son las palabras del

maestro Morello: "una sentencia es propia de un ejercicio activista de la judicatura,

cuando el tribunal, además de solucionar el caso concreto traído a su juzgamiento, envía

señales innovadoras a los demás poderes, a los jueces inferiores y a la sociedad en

general, tendientes a generar un cambio en la legislación, o en la jurisprudencia, o en

las costumbres”, quien además, ha detallado las notas o elementos esenciales del

activismo: 1) El poder judicial como verdadero poder del Estado, fijando políticas 2)

Respeto de la Constitución por sobre todas las normas y fundamentaciones jurídicas de

las partes; 3) Búsqueda primordial de la justa solución del caso; 4) Creatividad de las

sentencias; 5) Protagonismo del tribunal; 6) Aggiornamento del servicio de justicia. 14

Así las cosas, nacieron y se consolidaron en el firmamento judicial un sinnúmero

de herramientas procesales con fines específicos que ya han sido incorporadas a nuestros

sistemas, sin instalación legislativa, siendo la jurisprudencia que las ha asimilado, fuente

de nuestro derecho positivo.

En definitiva, como supo sostener Eduardo Couture “se trata, en último término,

de que el derecho no quede a merced del proceso y de que puede sucumbir por la ausencia

o insuficiencia de este”, dejando en claro que “La teoría de la tutela constitucional del

14Morello, Augusto Mario, según lo cita Marianello, Patricio Alejandro en “El activismo judicial, una herramienta de
protección constitucional”, publicado en el sitio www.derecho.uba.ar
proceso consiste en establecer en el ordenamiento jerárquico de las normas jurídicas la

supremacía de la constitución sobre las formas legales o reglamentarias del proceso

civil” 15

La constitucionalización del derecho privado, y la funcionalidad constitucional

del proceso, han de constituir así, el eje para dicho objetivo, a partir de la asimilación del

principio de buena fe y su definitiva consolidación como fuente para erradicar el abuso

del derecho en y a través del proceso.

Sostenemos por ello en este momento clave, la necesaria confluencia de diversos

factores, como el reforzamiento del principio de moralidad, la proscripción del abuso

procesal y el deber de colaboración de las partes, sumados al necesario acomodamiento

de los procedimientos a los tiempos modernos, al aprovechamiento de los medios

tecnológicos y al inevitable sinceramiento de las formas, lo que avizora un inevitable

cambio de paradigma. 16

Hemos dejado planteadas en otras intervenciones algunas directrices esbozadas

desde hace tiempo por autores como Morello, Peyrano y Berizonce, como principales

exponentes de una corriente doctrinaria muy fecunda.17

15
Couture, Eduardo “El debido proceso como garantía de los Derechos Humanos LL tomo 72 pág. 802 – en Garrote,
Ángel Fermín “El principio de buena fe en el CCyC y su proyección en el proceso”. Revista de Derecho Procesal
Rubinzal – Culzoni Editores - Año 2017 - 1. Las medidas cautelares en el Código Civil y Comercial de la Nación
16 El principio de buena fe en el CCyC y su proyección en el proceso. Revista de Derecho Procesal Rubinzal – Culzoni

Editores - Año 2017 - 1. Las medidas cautelares en el Código Civil y Comercial de la Nación)
17
Morello, Augusto Mario. Conceptos destacados tomados textualmente de su informe-evaluación de fecha 17 de abril
de 1995 sobre el Curso de postgrado procesal del que fuera Director Honorario, dictado en la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales – UNL, 1995, referido por Garrote, Ángel Fermín “El derecho procesal moderno y la tutela
efectiva” en Revista del Colegio de Abogados de Santa Fe, Nº 9, diciembre de 2011, pág. 99 / 125: , las que nos
permitimos resumir con criterio abarcador, por resultar plenamente vigentes: # A partir de una interpretación flexible
de los principios, reglas y sistemas procesales, corresponde sentar las bases para la vigencia de la garantía de un debido
proceso, en una aplicación razonable y acorde a las características de los derechos debatidos. Algunos se deberán ajustar
a esas particularidades – como la bilateralidad y la contradicción – y otros se deberán reforzar – como la economía, la
concentración, la adquisición y la inmediación. # El reforzamiento de las facultades judiciales y del deber de
colaboración de las partes, en tanto el emplazamiento público (por sus metas y consecuencias) del Servicio de Justicia.
# Mas allá de regularse preceptos básicos de substanciación, los Jueces deben contar con potestades ordenadoras, de
instrucción y saneamiento del trámite, propendiendo a lograr la mayor claridad y simpleza, como acceder al
conocimiento de los fundamentos de las demandas, sin exigentes requisitos formales. Sostenemos que, solo puede
justificarse el ejercicio de la función jurisdiccional por parte del Estado, en tanto y en cuanto el proceso que la concreta
En lo que hace al rol del Juez, según se recuerda en los fundamentos del referido

Código Procesal Civil Modelo para Iberoamérica, “El inolvidable maestro Niceto Alcalá

Zamora y Castillo, propiciaba esta posición del juzgador en el proceso, señalando que

entre la figura de juez-dictador y el juez espectador debía organizarse el procedimiento

de modo que no fuera ni lo uno ni otro, sino el verdadero director. Es decir que lo que se

propicia es que, junto a las partes, el juez asuma un rol protagónico en el proceso que,

como decía Carnelutti, siguiendo al autor medieval Búlgaro es, en definitiva, actum

personae.”

Estamos seguros ahora, que esta avalancha tecnológica compromete la revisión

de clásicos paradigmas, sistemas y reglas técnicas propios del proceso presencial y

escrito.

En ese derrotero, la vigencia concreta del ideario de la colaboración procesal, ha

permitido la interacción de todos los agentes involucrados y la liberación de anquilosadas

ataduras formales y conservadoras, dando lugar al comienzo de una era nueva en la que,

seguros estamos, se concretarán otros fundamentales avances hacia la tutela material

efectiva de la función jurisdiccional del Estado.

Con esas prevenciones, sabemos que hasta el advenimiento de la gestión remota

o “tele” gestión, la regla o principio de inmediación procesal ha sido concebida como la

intervención personal, directa e inmediata del magistrado en la realización de actos

procesales, en especial vinculados con la producción de prueba y en su participación en

instancias tendientes a componer litigios o conciliar posiciones de las partes.

y posibilita, garantice la efectiva tutela de las garantías constitucionales. Para ello, la función judicial, en nuestro Estado
moderno, solo puede ser concebida en cuanto a su ejercicio, en una conjunción de autoridad - servicio. # La autonomía
funcional instrumental de las instituciones procesales de modo tal que, manteniendo la vigencia de principios generales
comunes a todas ellas, puedan definirse estructuras acordes a la realidad de los justiciables y a tutela y vigencia de los
derechos que convocan la intervención judicial
Mucho se ha insistido en la importancia de dicha participación personal a la hora

de conocer los hechos y testimonios de las partes y terceros junto con percibir sin

intermediaciones materiales o subjetivas el fruto de los medios de prueba en el proceso,

aspectos sobre los que ratificamos su relevancia.

En la implementación de sistemas procedimentales estructurados sobre la base de

audiencias preparatorias, conciliatorias y de producción de prueba o vista de la causa,

concebidas como se ha dicho a partir del Proyecto generado por el Instituto

Iberoamericano de Derecho Procesal hace más de medio siglo y replicado ahora a partir

de los esquemas de “oralidad efectiva”, el rol del Juez resulta preponderante, ejerciendo

sus atribuciones – concebidas como “poder – deber” – dirigiendo y coordinando el

proceso y participando en todos sus actos centrales en forma inmediata.

Explica Masciotra que “La inmediación implica el encuentro frontal del juez y

los litigantes; este contacto directo reviste enorme trascendencia, pues no sólo le confiere

autoridad a las audiencias que aquél preside, sino que le genera transparencia a su

accionar. Asimismo, le permite al juzgador formar su convicción a medida que se

produzca la prueba y se desarrolla el debate. Percibirá el rostro de los contendientes, se

advertirá de sus gestos, reacciones y comportamientos; la mirada (no el mero sentido de

la vista), la escucha (no el mero sentido del oído), la palabra (no la mera emisión de

vocablos), sus inflexiones, su modulación, la textura de su voz y el registro emocional

(empatía, reconocimiento de sentimientos). Las partes conocerán personalmente a quien

decidirá la contienda, permite "ver la cara al juez", y en cierta medida, hace que la

justicia esté más cercana al justiciable.” 18

18 Masciotra, Mario “La oralidad en el proceso civil www.saij.jus.gov.ar Id SAIJ: DACC020010


En los tiempos que corren, la intervención de partes, terceros y otros sujetos

eventuales en las causas judiciales mediante sistemas informáticos a los que acceden con

la utilización de sus respectivas firmas digitales o claves especiales, ha constituido un

giro notable en su procuración.

A ello se ha sumado la posibilidad de comparecer, cumplir con emplazamientos,

requerimientos y ejercer todos los actos propios del rol de parte en las causas.

La habilitación de la firma digital, completa la habilidad del sistema, brindando a

los litigantes la posibilidad de promover demandas y presentar todo tipo de escritos en el

marco de las pautas procesales pertinentes.

Esto ha producido una transformación fundamental en los sistemas de gestión,

facilitando el ejercicio de los roles partivos y la actuación del tribunal.

Junto con estos beneficios, a poco que ha comenzado a funcionar casi plenamente

esta modalidad, pueden notarse claramente otros, no menores beneficios, puesto que, se

ha ajustado sensiblemente la calidad en la instrumentación de los actos - con la utilización

de soportes digitales de alta fidelidad –, la verificación de la autenticidad de las

postulaciones – aseguradas con el doble estándar de control que supone el ingreso al

sistema informático mediante firma electrónica o clave y usuario y la firma digital en la

instrumentación de los actos de postulación.

Con acceso libre, o dependiendo de la discrecionalidad del Tribunal según las

jurisdicciones, se afianza la publicidad de los actos y decisiones producidas en las causas,

permitiendo a partes y terceros acceder sin restricciones, dejando atrás los impedimentos
que constituye la manipulación de un expediente en soporte papel por el Tribunal y las

partes.

La realización de audiencias, actos de prueba o complementarios de su producción

con el apoyo de aplicaciones y dispositivos telemáticos e informáticos, con registro

digital, afianza la concentración, la economía procesal y aún – en una visión distinta – la

inmediación del Tribunal, todo en vistas o audiencias no presenciales o remotas o incluso

híbridas.

La habilitación del domicilio electrónico y la reglamentación de las notificaciones

con la utilización de los sistemas de gestión informática y el correo electrónico, mejora

sensiblemente la eficacia de los actos de comunicación, dotándolos de mayor diligencia,

celeridad y autenticidad.

Con la implementación de los sistemas informáticos, la habilitación de la gestión

y participación remota en actos y audiencias y su digitalización, la inmediación se concibe

en otra dimensión.

Del contacto “físico”, presencial, del magistrado a su participación al comando de

aplicaciones y dispositivos informáticos de comunicación, puede decirse que los efectos

de la inmediación se han modalizado.

Ahora lo será con el apoyo de soportes digitales que podrán disponerse y

reproducirse en forma tal que no queden dudas sobre su contenido, simplificando su

manipulación y procesamiento, en garantía de las partes litigantes.

La concentración de actos, clave para una economía real del proceso, se eficientiza

notablemente con la utilización de los actuales mecanismos de tele participación.


Esta regla, posibilita simplificar los procedimientos, acelerar el conjunto de las

fases en que se desarrolla el trámite concentrado por audiencias y, en definitiva, que los

procesos se substancien lo más rápidamente posible.

De ese modo, el Tribunal, las partes, los peritos son agentes de la gestión del

proceso con un mayor aprovechamiento de recursos.

En ese entorno, se destaca la importancia de generar protocolos o instructivos de

utilización de aplicaciones, tales como las desarrolladas por órganos judiciales, que

aseguran la efectividad del acto y, fundamentalmente, el derecho de defensa de las partes.

Así por ejemplo precursores Jueces19, han establecido que las partes "deban

presentar escrito digital en el término de tres días contados a partir de la notificación a

fin de informar una cuenta de correo electrónico y número de celular de todos los

intervinientes, incluyéndose entre estos a la persona convocada para el acto de la

audiencia"; "poseer para su realización, equipos tecnológicos idóneos, como así también

red para la conectividad necesaria", que "Quince (15) minutos previos al comienzo de la

audiencia, la actuaria contactará a los abogados en primer lugar y luego a las partes

para corroborar audio y video", que "en ese mismo acto se les explicará a las partes el

procedimiento a llevar adelante”; y que “finalizado el acto, constará acta de audiencia

en SISFE", entre otras necesarias prevenciones.

Resulta por ello indudable que los esquemas de control de la regularidad formal

de los actos y las pautas requeridas para sostener su ineficacia, deberán soportar la

embestida y adaptarse al nuevo escenario.

19 Juzgados de primera instancia de distrito en lo civil y comercial de la Provincia de Santa Fe, han implementado este
tipo de protocolos para la realización de audiencias no presenciales o remotas.
Ha quedado en evidencia que el principio de legalidad de las formas ha debido

moldearse, dando paso, en medio del reforzamiento de las facultades judiciales, a

esquemas de flexibilidad y autoridad funcional que posibilitaron la generación de normas

de procedimiento y gestión sensibles a las exigencias de los tiempos que corren, siempre

dentro de los parámetros que marcan los fundamentos constitucionales del proceso.

Debe mantenerse un juego “sincrónico” entre la legalidad y las bases de la

doctrina del exceso ritual manifiesto, el que deberá ser más operativo a partir de las

especiales situaciones que deban abordarse en la tramitación de los procesos.

Vale recordar que por vía de la doctrina de la arbitrariedad se tiende a resguardar

las garantías de la defensa en juicio y el debido proceso, exigiendo que las sentencias sean

fundadas y constituyan derivación razonada del derecho vigente con aplicación a las

circunstancias de la causa (Fallos 308:1336; 312:1075, entre otros) y que la interpretación

de las normas procesales no puede prevalecer sobre la necesidad de dar primacía a la

verdad jurídica objetiva, de modo que su esclarecimiento se vea turbado por un excesivo

rigor formal (Fallos 310:799).

En el contexto actual, en consonancia con escenario ya referido, la Jurisprudencia

ha atendido con razonabilidad que “…..los agravios formulados en relación a que no se

consideró ni temporáneo ni válido el argumento esgrimido respecto a los problemas de

conectividad que habría tenido el absolvente en oportunidad de la audiencia

confesional”, entendiendo que “aparecen como un planteo que, a la luz de las

elementales constancias con que cuenta esta Sala para efectuar el análisis de la

procedencia del remedio intentado justifica analizar el reproche dentro de un ámbito de

mayor extensión y profundidad -so riesgo de consentir la desnaturalización de las normas

adjetivas, incurriendo en excesivo rigor formal; en desmedro de la garantía de defensa


en juicio y, eventualmente, permitir la frustración del derecho de fondo en juego-,

contando la queja, en consecuencia, con la consistencia suficiente para permitir la

revocación del auto denegatorio y la apertura del recurso intentado, sin perjuicio de lo

que pueda oportunamente surgir del posterior estudio de la totalidad de las actuaciones

en los autos principales.”

Se resolvió que “el caso concreto debe ser sopesado en un contexto de

implementación de nuevas tecnologías en el singular supuesto de emergencia sanitaria”.


20

Bien ha dicho Carlos Camps que “Las pérdidas de derechos a las que nos

referimos pueden estar ocurriendo ahora mismo, por lo cual este interés no es meramente

especulativo. El derecho procesal electrónico -como disciplina- será, entonces la fuente

de argumentación tanto para efectuar pedidos ante la judicatura como para que ésta

brinde respuesta a las peticiones de los litigantes. También, tenemos la esperanza de que

los principios y las soluciones que puedan generarse en el marco de este tipo de análisis

(y, especialmente, a la luz de las prácticas, los resultados y las experiencias concretas

que se vienen registrando) sean recogidos por quienes tienen a su cargo el diseño y la

reforma de sistemas normativos positivos. Normas de derecho procesal electrónico que,

partiendo del conocimiento de las posibilidades tecnológicas disponibles, contemplen el

adecuado modo de aplicarlas al proceso judicial para optimizar las prácticas existentes

-reemplazando las ineficaces- sin mengua de las garantías básicas de todo ciudadano

ante la justicia son las que marcarán la diferencia cualitativa en este proceso evolutivo

20 Cámara en lo Civil y Comercial de Santa Fe, Sala I Expte. CUIJ 21-04911772-5 sentencia del 20/10/2021
que no se detiene. Si contamos con ello, la transición hacia el proceso completamente

electrónico será más simple y segura.21

En el mismo norte, Toribio Sosa apunta que “el miedo a las nuevas tecnologías

no es justificado, pero puede llegar a serlo si lo alimentamos equivocando las estrategias

para su implementación. Si pretendemos imponer un cambio, es un error hacerlo a través

del método prueba/error e impidiendo que por lo menos el individuo haga lo mismo que

antes pero más fácil y mejor”22

Finalmente, se advierten no menores incidencias en el esquema de control de

presupuestos procesales, entre ellos, fundamentalmente, los que refieren a la justificación

de legitimación y personería y particularmente dejando sin justificación práctica normas

propias de formas escriturarias, tales como las referidas a los requisitos y formalidades

de la demanda, contestación y todo tipo de actos de postulación, obviamente modificadas

por reglamentos, acordadas y normas regulatorias de las nuevas tecnologías.

Constituye esta estructura el ámbito propicio para el ejercicio de las facultades de

dirección, gestión y saneamiento del proceso, detentando el magistrado el rol fundamental

de depurar el debate de actividad y contenido superfluo o inconducente en función del

objeto litigioso.

Junto con la fijación de los hechos con conflicto y el enfoque de la prueba a recibir

respecto de ese material, la depuración de cuestiones formales vinculadas con

21
Camps, Carlos E. “El proceso electrónico y el derecho procesal electrónico” www.microjuris,com.ar Cita: MJ-DOC-
15066-AR | MJD15066
22 SOSA, Toribio E., Queja por denegación de recurso extraordinario federal. ¿Copias en soporte papel o digital?

Publicado en: LA LEY 05/07/2018, 5 o LA LEY 2018-C, 543


determinados presupuestos procesales y el facilitamiento del desarrollo del proceso sin

sobrecargas innecesarias han de ser garantía de resultados positivos.23

Podríamos decir también que el concebido principio o regla técnica de

“adaptabilidad de las formas procesales” constituye una directriz consecuencial del

antes referido principio de funcionalidad procesal del proceso.

Adaptar las formas por parte del Tribunal – en el marco de una indispensable

situación de imparcialidad – resulta ser en la práctica la labor de despejar aquellos

obstáculos formales que impiden una franca tutela judicial.

El auxilio de los medios y dispositivos tecnológicos, junto con las validaciones o

firmas electrónicas o digitales, sustituye formalidades propias de sistemas necesariamente

escritos, habilitando la instrumentación, presentación y realización de actos y audiencias

de modo tal que su regularidad no dependerá necesariamente de la exhibición de un

documento o de la existencia de una firma ológrafa o la presencia personal de partes,

letrados o terceros.

De la misma manera que la firma digital viene a equipararse a la firma ológrafa,

el soporte en nuevos formatos, no solo facilita el registro, archivo y manipulación, sino

que autoriza – con los fundamentos legales antes referidos – su aceptación con los

recaudos previstos en las normas procesales.

23 Sobre estos aspectos también se pronunció el XXX Congreso Nacional de Derecho Procesal, dejando establecido
que “El proceso por audiencias evolucionado, se integra con el uso de la tecnología y de técnicas de gestión
procedimental (case management), orientado hacia el resultado útil que se espera de la jurisdicción. La responsabilidad
en la gestión empieza con el estudio temprano de los casos, para: el control de presupuestos procesales y óbices en las
fases iniciales del proceso; promover actividades específicas tendientes a la simplificación o adecuación del trámite y
sus plazos, según el grado de complejidad; dar lugar a los acuerdos procesales en la medida que no se opongan a los
objetivos públicos del proceso o restrinjan la formación de la convicción judicial si se refieren a la prueba; cumplir un
seguimiento metódico de todo el desarrollo del trámite, especialmente en la preparación de las audiencias y la prueba.
Esta perspectiva incluye el seguimiento y control de metas y de resultados, capaces de diagnosticar la necesidad de
ajustes, capacitaciones etc.” (Conclusiones del XXX Congreso Nacional de Derecho Procesal, San Juan 2019 Comisión
2 (CIVIL) “Nuevas Estructuras Procesales”)
Las virtudes aludidas, deberán irradiarse asimismo en el sistema de

impugnaciones y fundamentalmente en el trámite de los recursos en la instancia de

apelación, aplicando – en cuanto resulte funcional – los acomodamientos o reformas

sostenidos para el trámite ante el Tribunal de grado.

La Jurisprudencia viene acompañando este cambio, atravesado además por la

aplicación y vigencia del moderno régimen del derecho privado, instalado por el Codigo

Civil y Comercial de la Nación y declarada constitucionalidad del mismo24

Los antecedentes y conclusiones desarrollados en el presente, dan cuenta del

estado actual de nuestro sistema de gestión judicial, de los beneficios de los sistemas de

proceso concentrado por audiencias y del impacto de la implementación de los medios

tecnológicos en su operatividad, que resuena decididamente en la revisión y ajuste de

principios procesales y reglas técnicas.

El rol de la abogacía.

En referencia al “abogado moderno”, Augusto Mario Morello, en un ensayo

publicado en 1969 pero que detenta notable actualidad, supo expresar: “Cuadra señalar

de modo enérgico el papel fundamental reservado al abogado en los días que corren.

Tanto en lo que ataña a su clásica e insustituible función del protagonista del proceso

judicial, aún cuando su dinámica sea diferente, como en todas las responsabilidades del

asesoramiento preventivo, abogado de derecho público, consejero de derecho privado,

económico, etc. etc. Pues en todos en todos esos territorios su misión no es otra que

24
"BAMBOSSI, Hugo Benjamín contra PROVINCIA DE SANTA FE -Recurso Contencioso Administrativo (Expte.
32/13)- sobre RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD" (CUIJ: 21-00510535-5). En la Provincia de Santa Fe es
legalmente inadmisible la ratificación de actos realizados sin mandato (42 CPCCSF), En esta causa la Corte Suprema
de Justicia de Santa Fe, ha fallado sobre la exigencia procesal vinculada con la acreditación de la personería que
“incurre de ese modo en un injustificado rigor formal que deriva en una lesión irreparable de la garantía de defensa
en juicio, hipótesis descalificante de los decisorios judiciales delineada a partir del precedente del Alto Tribunal
Nacional "Colalillo", sobredimensionando las formas, aniquilando de esa manera la garantía del derecho a la
jurisdicción e impidiendo el acceso a la verdad jurídica objetiva.
insuflar a las relaciones humanas un definido carácter ético, impidiendo, por sobre todas

las cosas, que nuestro derecho privado concluya por ser cerradamente materialista”

“En ese orden, - concluía el inolvidable maestro - la abogacía tiene sobre sí – la

ha tenido desde antiguo y siempre la tendrá, cualesquiera sean las modificaciones que

se operen en la estructura social – la tremenda e intransferible misión de erigirse “en el

eje excitatriz de la sociedad aunque exhibiéndose siempre a través de una imagen….

sensible y común, que procura avizorar el futuro, orientándolo con un sentido

moralmente trascendente y con la inteligencia y pasión que reclaman la complejidad que

llevan las cosas del contorno. Asumiendo para sí, con la constancia de un hábito propio,

el sentido de vivir según la ordenación y la ley que era – como también lo recuerda

Ortega – para Goethe lo que ennoblecía a la condición del hombre”25

A partir de las reseñas expresadas, es preciso hacer mención a la insustituible

función - como protagonistas indispensables del proceso judicial - de los representantes

letrados de las partes, partiendo de la asimilación de que el ejercicio de la abogacía es

indispensable para la prestación del servicio de justicia.26

Tenemos entonces, que la intervención de la abogacía en el proceso – más allá del

contenido propio de la relación con su cliente o patrocinado (enmarcada en el ámbito del

25
Morello, Augusto Mario “El abogado, el Juez y la reforma del Código Civil. Plantense, 1969, pág. 24)
26Uno de los requisitos o presupuestos para el ejercicio de la acción es el de debida postulación ante el órgano judicial.
Como explicara Adolfo Alvarado Velloso (“Comentarios al Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa
Fe” – Centro de Estudios Procesales de Rosario, pág. 500 y siguientes), aunque a una persona se le reconozca capacidad
jurídica para ser parte y capacidad procesal para actuar por si mismo en el proceso (legitimatio ad processum o
capacidad para obrar), puede no reconocérsele – en el ordenamiento legal – la posibilidad de postular irrestrictamente
en sede judicial. El derecho de postulación, se encuentra harto limitado en la persona de las partes, pues el Estado regula
la profesión abogadil, disponiendo las normas procesales (CPCCSF 31) la obligatoriedad de que aquella se haga
representar en juicio por apoderado inscripta en la matrícula de procuradores (salvo que se actúe bajo la dirección de
un letrado o que este actúe en defensa propia). Concluye el profesor Alvarado Velloso sosteniendo que “esta limitación,
por supuesto, no atenta contra el derecho de defensa: se trata, simplemente, de asegurar al justiciable una correcta
dirección de su litigio por parte de quien – se supone – cuenta con los medios técnicos y el conocimiento adecuado
para asumir la defensa de sus intereses”26
derecho civil) - detenta las siguientes características: a) emana del cumplimiento de la

ley; b) es necesaria e insustituible; c) coadyuva a la tutela de la garantía del derecho

constitucional de “acceso a la jurisdicción”; d) posibilita una correcta dirección del

litigio; e) posiciona su función como indispensable para el ejercicio de la acción e

integración de la relación jurídica procesal; f) constituye un servicio público.27

Después de todo, como lo ha dicho Couture “la abogacía es una ardua fatiga

puesta al servicio de la justicia”.28

Se impone por ello tener presente que ante los cambios que se han impuesto es

menester una necesaria ponderación de las condiciones en que debe se debe ejercer dicho

insoslayable servicio legal.

La adaptación de la abogacía en su conjunto a este nuevo escenario, ha sido

determinante para que los cambios se concreten con eficiencia, teniendo en cuenta que –

más allá de las imperativas urgencias habidas – ha mediado un racional, progresivo,

equitativo y constructivo proceso, cuya atención y mantenimiento deberá sostenerse en el

futuro.

Los Colegios de Abogados han sido vitales en el rol de articular la concreción de

los cambios, reglamentar su operatividad, capacitar al universo de su matrícula e inclusive

facilitar el acceso a la infraestructura tecnológica y dispositivos necesarios para la

adecuación de los recursos digitales e informáticos.

27 Consideraciones sobre la reforma procesal civil. Revista del Foro – Colegio de Abogados de Santa Fe – diciembre
de 2017
28 Couture, Eduardo “Los mandamientos del abogado”
A riesgo de ser reiterativo, debe destacarse finalmente, el rol central – que sobre

esas pautas - ha tenido el Poder Judicial a la hora de concretar las adaptaciones y reformas

junto con la proactividad y colaboración de partes y abogados.

Como sea, los avances advertidos son notables y concretan, aún sin un apoyo

legislativo oportuno, ansiados cambios y mejoras ostensibles, avizorando un futuro mejor

del servicio de justicia.

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