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Este documento discute la importancia de la educación para las mujeres privadas de libertad en Uruguay. Argumenta que la educación puede ayudar a romper el ciclo de punitivismo y promover la reinserción social. También destaca que la educación brinda oportunidades para el desarrollo personal y el futuro mediante la adquisición de capital cultural y habilidades para el mercado laboral. Sin embargo, reconoce que las condiciones en las cárceles uruguayas dificultan una educación de calidad orientada a la resocialización.
Este documento discute la importancia de la educación para las mujeres privadas de libertad en Uruguay. Argumenta que la educación puede ayudar a romper el ciclo de punitivismo y promover la reinserción social. También destaca que la educación brinda oportunidades para el desarrollo personal y el futuro mediante la adquisición de capital cultural y habilidades para el mercado laboral. Sin embargo, reconoce que las condiciones en las cárceles uruguayas dificultan una educación de calidad orientada a la resocialización.
Este documento discute la importancia de la educación para las mujeres privadas de libertad en Uruguay. Argumenta que la educación puede ayudar a romper el ciclo de punitivismo y promover la reinserción social. También destaca que la educación brinda oportunidades para el desarrollo personal y el futuro mediante la adquisición de capital cultural y habilidades para el mercado laboral. Sin embargo, reconoce que las condiciones en las cárceles uruguayas dificultan una educación de calidad orientada a la resocialización.
Federico García. 4510363-1 Sociología de la Educación Prof. Javier González Montevideo, 29 de agosto de 2023 Es incuestionable la relevancia que la educación per se tiene sobre la marcha de las sociedades, su influencia en el progreso, como motor de desarrollo de las Naciones, en su aporte a la construcción de la identidad cultural, en erigir una conciencia ciudadana que posibilite la convivencia democrática, en su aporte al fortalecimiento de las instituciones, para el ordenamiento de la vida en comunidad, como agente de integración social y en el principio elemental antimonárquico que las Repúblicas vinieron a suscribir y por el cuál consagra la igualdad para todos los individuos, sin excepciones. No obstante, ocurre que tal ideario educativo acaba por verse afectado en la praxis, y, a contrapelo de la proclama fundacional de la doctrina vareliana, la educación no logra llegar a todos, cuál luz del sol. En particular, son los sectores más vulnerables de la sociedad quienes regularmente reciben los coletazos de un Estado ausente, de la omisión de políticas inclusivas, y hasta de la insensibilidad colectiva que acaba por condenarlos a una suerte de ostracismo sociocultural. Entre quienes ostentan el triste privilegio de la desidia y la escasa o nula participación afectiva del resto de la sociedad se encuentran las mujeres privadas de libertad. En su trabajo de investigación para la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, Banchero (2016) manifiesta que “los muros, candados y rejas, señalan un punto de corte social entre un “ellos” y un “nosotros” (...)” (p. 5). Esta concepción ha contribuido a perpetuar la lógica del punitivismo sistematizado como única vía para el combate del delito, cuestión esta que acaba por obviar que “(...) es posible lograr intervenciones que produzcan cambios sustantivos y progresivamente conviertan el espacio de castigo y represión en comunidades educativo-culturales para el desarrollo del sujeto” (Banchero, 2016, p. 3). En efecto, hay dos aristas de la acción educativa en contexto de encierro que, se entiende, resulta interesante observar. En primer término, en cuanto a lo sustancial de su aporte para la reproducción de la estructura social (Bourdieu, comunicación personal, s.f.). Esta idea sugiere la concepción de una educación integral que funcione como un verdadero agente socializador y cuya acción apunte a trascender la mera apropiación de contenidos y acumulación de saberes, siendo la construcción de la civilidad y el establecimiento de un clima propicio para la convivencia y la participación ciudadana sus objetivos primordiales. Sobre el particular, Varela (1964) manifiesta la necesidad de la enseñanza moral para “(...) la admiración de todo lo que es justo y bueno, y la reprobación y el castigo de todas las violaciones de la ley natural.” (p. 156). Desde este punto de vista la educación se presenta como una herramienta indispensable en contexto de encierro, en un intento de derribar “una lógica que promueve un proceso de socialización y de producción de subjetividad que afecta negativamente las posibilidades de integración social futura” (Banchero, 2016, p. 14). En estrecha relación al concepto de integración social, por su parte, se halla la inserción al mercado de trabajo como factor clave en el progreso personal y como vía de desarrollo económico. Para Banchero (2016), la acción educativa representa un trampolín hacia “un futuro imaginable, tras la necesidad y el derecho de todo ser humano de soñar, de planificar su esperanza” (p. 12). Esta conceptualización pone de manifiesto la importancia intrínseca que para las mujeres privadas de libertad supone la educación como puerta hacia el futuro y para el desarrollo de un proyecto de vida sustentable, en el marco de la armoniosa convivencia ciudadana. En ese contexto, los créditos escolares por los cuáles se establecen las respectivas competencias de los individuos adquieren especial relevancia. Como manifiesta Bourdieu (comunicación personal, s.f.), “(...) las diferencias infinitesimales que separan al último aprobado del primer reprobado soslayan la idea del todo y la nada, produciendo profundas y durables discontinuidades” (párr. 20). Con esta idea, el autor busca subrayar el valor de lo que él mismo denomina como capital cultural, como medio fundamental para el desarrollo personal de quién ostenta dicho capital. El mismo Bourdieu, en tanto, reconoce la posibilidad de establecer tasas de convertibilidad entre el capital cultural y el capital económico, “(...) garantizando el valor monetario de un determinado capital escolar” (párr. 22). La inversión de tiempo y recursos en la adquisición de capital cultural tiene como fin último el facilitar las condiciones que permitan al ser humano alcanzar una vida digna, en la que todas sus necesidades elementales, biológicas, emocionales, culturales, políticas, sociales y económicas, se encuentren garantizadas. Si bien es cierto que las condiciones de reclusión en nuestro país han ido en franco deterioro -a saber de la información proporcionada por los organismos internacionales con injerencia en la materia- y que, en consecuencia, pensar en una educación de calidad orientada a la resocialización y reinserción de nuestras mujeres privadas de libertad parece transitar en el terreno de la utopía, es menester seguir problematizando y agotar los esfuerzos por incluir en la agenda pública un tema de neta sensibilidad social. Solo así lograremos acortar, al menos en algo, la enorme brecha que nos separa de la posibilidad de “producir el encuentro de sujetos y agentes con la posibilidad, con la esperanza” (Banchero, 2016, p. 21). Referencias
Varela, J. P. (1964). La educación del pueblo. (Tomo 1., Vol. 49). Talleres Gráficos Barreiro & Ramos S.A.
Banchero, P. (2016). Educación en cárceles: construyendo una alternativa
psico-socio-pedagógica para el trabajo con personas privadas de libertad [Trabajo final de grado, Facultad de Psicología, Universidad de la República Uruguay]. https://www.colibri.udelar.edu.uy/jspui/bitstream/20.500.12008/7856/1/Banchero%2C %20Patricia.pdf