Está en la página 1de 6

La culpa trae una carga emocional demasiado dura, puede llegar a ser desgarradora.

Es un hecho que
todos cometemos errores. Los llamados errores están presentes en nuestras vidas para que a partir de
ellos podamos decidir quiénes queremos ser

Evidencias sobre la culpa


A lo largo de los años son muchos los estudios que han extraído conclusiones relevantes sobre la
culpabilidad, su desarrollo como emoción básica en el ser humano y las consecuencias de ésta sobre la
conducta:

 La aparición del sentimiento de culpa se vincula al desarrollo de la conciencia moral del sujeto.

 La mayor o menor intensidad de la respuesta emocional de culpa depende de las diferencias


individuales y de las pautas educativas.

 Las personas introvertidas y con rasgos obsesivos tienden a vivir la culpa con mayor intensidad.
Mientras que los estilos educativos centrados en el castigo físico provocan respuestas agresivas, los estilos
orientados al castigo psicológico (“Ya no te quiero”, “No ves cuánto nos haces sufrir”) provocan sentimientos de
culpa intensos

personas que te rodean.

¿Por qué me siento culpable según la


ciencia?
Puede parecer una locura, pero la investigación en neurociencia muestra que nuestros
cerebros realmente nos recompensan por sentirnos culpables.

A pesar de sus diferencias, el orgullo, la vergüenza y la culpa activan circuitos


neuronales similares. Curiosamente, el orgullo es la más poderosa de estas emociones al
desencadenar la actividad en estas regiones, excepto en el núcleo accumbens, donde ganan
la culpa y la vergüenza.

Esto explica en gran medida por qué puede ser tan atractivo acumular culpa y vergüenza en
nosotros mismos: estamos activando el centro de recompensa del cerebro.

Pero la culpa tiene además una función social poderosa en términos de vigilar nuestro
comportamiento.

La investigación publicada en Harvard Business Review muestra que las personas


propensas a la culpa trabajan más y se  consideran mejores líderes.

Las personas que son propensas a la culpa tienden a trabajar más duro y a desempeñarse
mejor que las personas que no lo son, y se las percibe como líderes más capaces.

De hecho, las personas que a menudo se sienten culpables son percibidos también como
mejores amigos, amantes y empleados.

Así que hay una buenas razones según la ciencia por la que nos sentimos culpables, claro
que las desventajas de la culpa resultan ser mucho peores que los beneficios.

El sentimiento de desaprobación

La culpa puede por tanto definirse como esa incómoda sensación que se experimenta
cuando se hace algo que sabemos dará lugar a la desaprobación de los que nos
importan.
Es un subproducto de nuestras acciones en conflicto, ya sea con un código interno o con
la moral impuesta externamente. El resultado de este conflicto se traduce en sentimientos de
culpa.

Así es como la culpa puede llegar a ser un medio muy eficaz de influir en el


comportamiento de alguien, ya que activa nuestra necesidad infantil de ser aprobado por
los demás, sirviendo al mismo tiempo como el motivador que anima a que cambiemos
nuestro comportamiento mediante la activación de otra tendencia muy humana: el deseo de
evitar el dolor y como consecuencia experimentar placer.

La aceptación de los demás nos evita el dolor que nos causa la culpa.

aceptar y aprobar. De este modo pretendemos reducir el riesgo de desaprobación social.

La culpabilidad y la preocupación

Las cosas que haces y la forma en que vives tu vida, en términos generales puede dividirse
en dos categorías: “lo bueno” y “lo malo”. Cuando haces cosas buenas recibes la aprobación
de los demás y cuando haces cosas malas recibes la desaprobación.

Por lo tanto, la culpa tiende a aparecer como resultado de hacer “cosas malas” o no
hacer “cosas buenas”.

Para agravar la influencia que la culpa ejerce sobre nosotros, esta se asocia a menudo
con la preocupación que dedicamos a los demás o a nuestras propias acciones.

La mayoría de nosotros considera que no sentirse culpable por una supuesta “mala acción”
significa que la acción misma o sus consecuencias no nos importan, lo que
consecuentemente nos convierte en malas personas.

Por supuesto, la implicación subyacente detrás de esta lógica es que para llegar a ser una
“buena persona” hay que demostrar cierta preocupación por los demás hasta el punto de
alinearse con lo que ellos consideran bueno o malo, o lo que es lo mismo, hay que ajustarse
a las necesidades y deseos de los que te rodean.

Sin embargo, la realidad es que no sentirse culpable por algo no significa necesariamente no


preocuparse por ello, simplemente supone vivir la vida según tu propio código moral (lo
que tu crees que es bueno y correcto) en lugar de por un código moral impuesto desde el
exterior (lo que la sociedad, los amigos y la familia creen que es bueno y correcto).

Superar con éxito la culpa por lo tanto, comienza por defender tus creencias, deseos y
necesidades, sin ser influenciado por lo que piensan, desean o necesitan los demás. De otro
modo siempre serás vulnerable a la culpa impuesta externamente por las convenciones o las

También podría gustarte