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Hombre Fuerte, el gobernante Inca, se enamoró de Kantuta, la más bella de su corte. Sin embargo, la hermana de Kantuta, Ojos Verdes, envidiaba su felicidad y conspiró con un brujo para matarla. El brujo convirtió a Kantuta en un huaychú en lugar de matarla. Años más tarde, el esposo de Ojos Verdes, Hombre Fuerte, reconoció al huaychú como Kantuta y la mató por insistencia de su esposa. Kantuta murió y de
Hombre Fuerte, el gobernante Inca, se enamoró de Kantuta, la más bella de su corte. Sin embargo, la hermana de Kantuta, Ojos Verdes, envidiaba su felicidad y conspiró con un brujo para matarla. El brujo convirtió a Kantuta en un huaychú en lugar de matarla. Años más tarde, el esposo de Ojos Verdes, Hombre Fuerte, reconoció al huaychú como Kantuta y la mató por insistencia de su esposa. Kantuta murió y de
Hombre Fuerte, el gobernante Inca, se enamoró de Kantuta, la más bella de su corte. Sin embargo, la hermana de Kantuta, Ojos Verdes, envidiaba su felicidad y conspiró con un brujo para matarla. El brujo convirtió a Kantuta en un huaychú en lugar de matarla. Años más tarde, el esposo de Ojos Verdes, Hombre Fuerte, reconoció al huaychú como Kantuta y la mató por insistencia de su esposa. Kantuta murió y de
Hombre fuerte era un Inca de esbeltez extraordinaria inteligencia clara y sonrisa
alegre, gobernaba el Tawantinsuyo con magnanimidad y sabiduría, llegó el tiempo en que Hombre Fuerte debía casarse y eligió como novia a Kantuta, la más buena de las bellezas de su corte de quien se había enamorado y además era descendiente de nobles incas. Kantuta tenía una hermana mayor llamada Ojos Verdes y aunque era de rara simpatía y también atractiva se estaba quedando soltera por su carácter fuerte, que se notaba a simple trato con ella. Ojos Verdes veía con envidia la felicidad de su hermana y quería para sí, el amor de Hombre Fuerte. Un día la maldad cegó a Ojos Verdes, y con un brujo del imperio asistió; mandó a matar a su bondadosa y hermosa hermana y de la pobre mujer ningún rastro jamás se oyó. Hombre fuerte desde entonces tenía una intensa y profunda melancolía, una sonrisa de hiel, pues el dolor de su amada “desaparecida”, día a día lo consumía. Ojos verdes sin dilatar más su objetivo empezó a conquistar en toda forma al infeliz Inca. Como su pueblo le exigía contraer nupcias, Hombre Fuerte no tuvo más que casarse con Ojos Vedes. Efectuada la boda en la casa imperial, todos los atardeceres, Hombre Fuerte solía tocar melodías melancólicas, ya sea en el patio de la casa o caminando por sus jardines, aunque esa práctica la venía realizando hacia tiempo atrás, recién entonces un Huaychú al que empezó a observar, acudía a un árbol o una ventana a escuchar al desdichado joven, quien lo miraba con ojos muy tristes. El joven monarca empezó a tomarle cariño y siempre tocaba para aquella ave, y el pajarito parecía corresponderle con miradas casi humanas. Ojos verdes sospechando una traición se fue loma arriba a la casa de aquel brujo el cual le confesó que no se atrevió a tronchar tanta hermosura y bondad y que a la bella Kantuta la convirtió en Huaychú en vez de matarla, negándose a hacerle más daño. Ojos verdes con la certeza de que el diminuto pajarito era su hermana, tuvo celos enfermizos y empezó primero a prohibir a su esposo que tocara la quena, luego que mirara a aquel pajarillo y finalmente temerosa de que en cualquier momento su hermana volviera a su estado natural, exigía diariamente a Hombre Fuerte que matara al Huaychú. Pasó el tiempo y el joven esposo cansado de tanta insistencia por su mujer, templó su arco y flechó al pequeño Huaychú quien herido fue saltando de rama en rama, y al volar fue tiñendo con su sangre la planta y brotaron flores del color de su sangre, la sangre de Kantuta, y por eso llevan su nombre. El yatiri, sintiendo que el Huaychú moría, corrió tras el ave y con la esperanza de salvarlo, dio su forma natural a Kantuta quien cayó en los brazos de Hombre Fuerte que arrepentido por el flechazo dado al pajarillo , también había corrido tras él. Pero Kantuta murió dejando en su lugar las florecillas. Hombre Fuerte, sabedor de todo lo ocurrido mandó castigar severamente a ojos verdes. En aquellos tiempos el joven Inca triste de ojos siempre dormidos y sonrisa de hiel se dio en guerrero sin encontrar remedio a su terrible desconsuelo.