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Del otro lado de el mismo, ese chico que fue golpeado por la duda, la molestia y una sensación de impotencia,
seguramente no se dio cuenta hasta ese último momento en que se marchó del Distrito del Placer.
Gracias a esos sentimientos, ese suyo corazón, ¿Solo cuanto fue salvado?
×××
Las “Prostitutas”, particularmente las “rameras” de la “zona roja” donde Haruhime trabajaba eran crueles.
Tarde por las mañanas y tarde también por las noches. Dicho de otro modo, no había razón para poder codiciar
la pereza.
Hasta pasada la media noche cuando la fecha cambiaba, esperarían a los invitados y serían sus acompañantes. Y
entonces más o menos cuando la noche aclaraba, comenzarían a verlos partir. Se les permitía ir a dormir hasta el
mediodía y sin tiempo para sentir el peso de sus parpados, debían comenzar los negocios del día. Atender a más
de dos hombres al día era algo frecuente.
Ya que había recibido la <Falna> de su Diosa, Ishtar, podía aguantar, pero si no tuviera eso el cuerpo de
Haruhime, quien no era más que una simple chica, probablemente se habría destruido.
--Este lugar, el Distrito del Placer, es el paraíso. Digan lo que digan, el trato que recibimos es bueno. Recibo
comida que no podría probar si hubiera seguido siendo una chica de pueblo, ropa que no podría vestir, y más
que cualquier cosa, estudios. Por sobre la prostitución, no existe mayor lujo.
Las prostitutas más antiguas le decían eso a Haruhime. Sin duda, la atención del burdel, al igual que la zona roja
al mando de la <Familia Ishtar>, era bueno. Respaldada por su productivo negocio, Ishtar no trataba
descuidadamente a sus prostitutas. Si no hubiera crecido en una mansión como una noble del Lejano Oriente,
probablemente tambien Haruhime lo habría sentido así.
Pero incluso si estaba siendo bendecida con ropa, techo y comida, el cuerpo y alma de Haruhime estaban
fracturados.
Para Haruhime, quien fue criada como una princesa virtuosa desde que nació, el entregar su cuerpo a hombres
con los que se reunía por primera vez era una “escala del mundo” demasiado diferente. Su sentido de la virtud
soltaba un grito, aun así, poniéndole una tapa a su corazón con una piedra de resignación, y mientras mostraba
la sonrisa falsa que le fue enseñada, pasaba la noche junto con hombres cuyo nombre no conocía.
Muchas veces toqueteaban con sus dedos su cola de zorro y frotaban su trasero por encima de su kimono.
Su trasero que dibujaba seductoras líneas, su pecho lleno de carne que podía apreciarse incluso por encima de
su Kimono y entonces su belleza efímera que reflejaba la luz de la luna. De esa forma, sin ser consciente de que
su cuerpo, que se tambaleaba entre niña y mujer, hacía sentir lujuria a los hombres, Haruhime siempre contenía
sus gritos y endurecía su cuerpo mientras luchaba desesperadamente contra los escalofríos.
Entonces, finalmente era derribada—solo dando una mirada a la piel de sus invitados cuya ropa se abría,
extrañamente su campo visual se oscurecía una vez, pero inmediatamente despertaba—y Haruhime, hacia su
trabajo.
Como sus senpais le habían enseñado, movía sus dedos, su boca, sus caderas y mientras sacudía su cuerpo,
miraba hacia el techo. En esos momentos, el corazón de Haruhime estaba muerto. En algún momento, sus
alrededores se cubrían de oscuridad, y no podía ver el rostro de su pareja, solo eso era una salvación.
Finalmente, cuando el tiempo de sufrimiento terminaba, se levantaba de un salto mientras gritaba, y justo así,
sin comprender por qué el hombre no estaba durmiendo a su lado, corría hacia el baño y vomitaba, a pesar de
que no tenía nada que vomitar. Y entonces, mientras sus ojos estaban oscuramente turbios, sola veía partir a su
invitado invisible. Las prostitutas y las Amazonas suspiraban, sin decir nada.
Incluso asi, no podía suicidarse al no poder soportar más ese dolor y suicidarse.
El <Collar Negro> que envolvía su cuello no le permitiría morder su lengua o apuñalar un cuchillo en su pecho.
Ese collar que Ishtar le había otorgado no solo era para “enseñarle a su dueño la localización de Haruhime”,
literalmente era un “grillete”—dicho eso, sin embargo, Haruhime no tenía el valor para quitarse su propia vida.
Hablando por el honor de los hombres, no solo eran invitados violentos en absoluto.
“Pobre.”
Esa amabilidad, esa compasión, y naturalmente esas sonrisas, lastimaban el orgullo de Haruhime.
Haruhime, junto con su resignación, curvaba sus ojos como un arco y solo podía devolverles una sonrisa en
silencio.
Por eso—
¡Por eso—!
Sin una pizca de lujuria, deseo carnal y mucho menos “compasión”, en el momento que se encontró con esos
ojos rojo rubí, ¿Qué tanto fue salvada Haruhime?
Sus ojos que brillaban puramente, su sonrisa inocente acorde con su edad, su voz animada que compartía su
felicidad con Haruhime.
Fue feliz.
No ofrecería en absoluto algo como “vamos a hablar” a los invitados de siempre. Mucho menos hablaría de sus
propias circunstancias.
Aunque Haruhime lo ofreciera, los hombres agobiados por su historia personal, hablarían de sus propias
desventuras mezclando también mentiras, aunque inconscientemente sentirían “simpatía” y “superioridad”. El
chico—Bell, no sintió eso en absoluto. Probablemente realmente sintió compasión, pero la razón por la que
distorsiono su rostro fue por la “sensación de impotencia” hacia sí mismo ya que no podía cambiar nada.
×××
--A pesar de que, está bien abrazar cosas como esas… ese corazón, es demasiado encantador.
Dejando escapar al chico del Distrito del Placer, después de ser llevada de regreso al burdel por Aisha (su
benefactora), Haruhime sonrió en la ventana de su habitación.
Al recordar la noche en la que se encontró con el chico, sentía que ese cuerpo suyo lleno de grietas parecia
llenarse.
Fuera de la ventana—
Mientras reconocía la luna de la mañana en la esquina de su campo de visión, Haruhime tarareo ciertas palabras
del barrio rojo.1
Normalmente esas palabras deberían cubrirse con una sonrisa hecha y declaradas sin emoción, pero para los
oídos de Haruhime se escuchaban muy renuentes.
Mientras era consiente de esos pensamientos, continúo diciendo esas palabras de despedida, pero
contradictoriamente, Haruhime en algún momento estaba sonriendo.
Mientras sonreía, desde sus mejillas, una línea de lágrimas caía silenciosamente.
廓詞 \ Kuruwa kotoba: Lenguaje secreto usado por prostitutas en los distritos rojos durante el periodo Edo.
1
Igual que en la parte anterior aquí usan Osarabae. Osarabae, pero el furigana se lee como ‘sayounara’ (adiós)
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